viernes, 28 de noviembre de 2014
¿Qué es, realmente, lo que se le prometió a Abrahán?
Uno de los aspectos más polémicos entre algunos autores bíblicos, ha sido y sigue siendo, el contenido de la promesa que Dios le hizo al patriarca Abrahán; de hecho, algunos “entendidos” y entre los que se encuentra el ínclito Apologista Mario Olcese, llegan a afirmar que la tal tenía que ver con el reinar con Cristo en el reino de Dios, de tal suerte que la misma se hacía extensiva a la descendencia de este; de hecho, el mencionado personaje publicó recientemente (22/11/14) un video titulado “El pacto abrahámico trastocado de los Testigos de Jehová” y en donde en la “entradilla” del mismo, nos decía lo siguiente:
“Dios hizo un pacto con Abraham que consistía en darle en herencia a él y a su prole la posesión de un gran terruño llamado mundo. ¿Pero podría Abraham ser un heredero desposeído de sus derechos, y no así su simiente (Cristo y su iglesia)?”
Y hasta aquí no habría nada que objetar, pues esto es lo que se nos viene a decir en el relato de la promesa en cuestión, como no sea que el Sr. Olcese no sabe ni leer, pues veamos el contenido de dicha porción bíblica:
“Y Jehová dijo a Abrán después que Lot se hubo separado de él: “Alza los ojos, por favor, y mira desde el lugar donde estás, hacia el norte y hacia el sur y hacia el este y hacia el oeste, 15 porque toda la tierra que estás mirando, a ti y a tu descendencia la voy a dar hasta tiempo indefinido.” (Gén. 13:14-15).
Pero entonces ¿por qué decimos que dicho personaje no sabe ni leer, si resulta que el relato apoya su afirmación, en el sentido de que dicha promesa aplicaba tanto a Abrahán como a sus descendientes? Pues sencillamente, porque el Sr. Olcese ha enseñado hasta la saciedad y enseñanza en la que se repite en el video mencionado (algo de lo que los autores de este blog, siempre hemos discrepado), que dicha promesa hecha a Abrahán “y a su descendencia” tiene que ver con el reinar con Cristo durante el reino milenario en calidad de inmortales reyes y sacerdotes…… propuesta que nos plantea algunos problemas de difícil solución y a los que el personaje mencionado, ignorante donde los haya, no será capaz de responder, como por ejemplo este: si la promesa aplicaba solo a Abrahán y a sus “descendientes” ¿qué hacemos, entonces, con aquellos personajes anteriores a este y que por ser reconocidos como antepasados de Jesús, es obvio que mantuvieron también una buena relación con Dios, como los Abel, Set, Enós, Enoc, Jared, Matusalén, Noé, Sem y tantos otros hasta llegar a Abrahán? Porque es obvio que ellos no fueron descendientes de este, sino antepasados suyos y por lo que el pacto formalizado por el Dios Altísimo con Abrahán no les podía afectar, pues el pasaje señalado de Gén. 13:14-15 es suficientemente explícito: la promesa aplicaba solo a Abrahán y a sus descendientes; recordemos, por otra parte, que según el Sr. Olcese y eso está publicado en muchos de sus videos, el patriarca Noé también formaría parte de esos que tienen que reinar al lado de Cristo, a pesar de no ser descendiente de Abrahán…... a partir de ahí ya no sabemos que pensar, como no sea que la Biblia nos miente o que el “caballero” en cuestión está “más pallá que pacá” (vulgo “zumbao”) y no tiene ni puñetera idea de lo que está diciendo (opción esta por la que, conociendo como conocemos el “percal”, nos decantamos los autores de este blog).
Sin embargo y por aquello de que la fiesta no decaiga, he aquí una nueva cuestión y de tan difícil explicación como la que acabamos de mencionar, que es la siguiente: si la promesa de Jehová a Abrahán tenía que ver con el reinar con Cristo en el reino de Dios ¿por qué razón entonces, pactó Jehová de nuevo acerca de un “reino de sacerdotes” a sacar de entre los descendientes de aquellos que acababan de ser liberados de Egipto y ello, más de 400 años después de hecha la promesa a Abrahán?...... porque esto es lo que leemos en Éxo. 19:5-6:
“…… “Y ahora, si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los demás pueblos, porque toda la tierra me pertenece a mí. 6 Y ustedes mismos llegarán (noten que la expresión verbal está en tiempo futuro) a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa”. Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel”.” (Acotación nuestra).
¿Qué sentido tendría entonces, que Dios les ofreciera a aquellas personas un pacto (en todo caso un premio) y siempre condicionado a la obediencia que desde ese momento en adelante tendrían que observar, sobre algo que ya les correspondía por derecho al ser descendientes de Abrahán y según propia promesa del Altísimo? Pero es que las incongruencias de la enseñanza del Sr. Olcese no acaban aquí, porque en las Escrituras se nos habla de una “tercera” nueva promesa o pacto para un reino, que se produjo unos 1.500 años después del éxodo de Israel y ya en los tiempos de Jesús:
“Sin embargo, ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas; 29 y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino, 30 para que coman y beban a mi mesa en mi reino y se sienten sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.” (Luc. 22:28-30).
Observemos, además, que en este pasaje se nos dice que el “pacto por un reino” había sido establecido previamente entre Jehová y Jesús y luego extendido por este a sus apóstoles…… luego si el pacto se estableció inicialmente entre el Altísimo y su hijo Jesús, ello solo pudo ocurrir a partir de la aparición de este en la tierra y coincidiendo con el momento de su bautismo, en donde no solo fue reconocido por Dios como su hijo amado, sino que recibió también el bautismo en espíritu santo y que acreditaba su condición de Hijo de Dios, por las obras que a partir de ese momento se le permitió hacer y que no pudo llevar a cabo antes de recibir dicho bautismo celestial:
“Después que Jesús fue bautizado, inmediatamente salió del agua; y, ¡mire!, los cielos se abrieron y él vio descender como paloma el espíritu de Dios que venía sobre él (eso es, el bautismo en espíritu santo). 17 ¡Mire! También hubo una voz desde los cielos que decía: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado”.” (Mat. 3:16-17). (Acotación nuestra)
Luego Jesús llegó a ser el primer miembro de ese “reino de sacerdotes” anunciado por Jehová Dios en las llanuras desérticas del Sinaí, más de 1.500 años antes y lo que significa que dicho pacto no pudo ser establecido con Abrahán, pues de lo contrario éste y no Jesús, habría sido el primer miembro de ese futuro reino de reyes/sacerdotes y que, recordemos, aún no ha aparecido en escena; todo considerado, queda claro que la promesa a Abrahán y a sus descendientes no podía tener nada que ver con el participar de una futura gobernación divina sita aquí en la tierra o algo que se le pareciera…… a menos que la Biblia fuera un cachondeo total y Jehová hubiera estado engañando al “personal” durante un montón de generaciones, algo de todo punto imposible. Por lo tanto, lo único que podemos pensar es que lo que el Sr. Olcese nos quiere “vender” no es más que otra chapuza infecta como “enseñanza” y algo a lo que nos tiene acostumbrados; porque si analizamos de nuevo la promesa de Dios a Abrahán, veremos que esta se produjo en términos distintos a los planteados por ese teólogo de “pizarrín” y que nada tienen que ver, por tanto, con lo que nos cuenta dicho “genio” de la interpretación bíblica:
“Y Jehová dijo a Abrán después que Lot se hubo separado de él: “Alza los ojos, por favor, y mira desde el lugar donde estás, hacia el norte y hacia el sur y hacia el este y hacia el oeste, 15 porque toda la tierra que estás mirando, a ti y a tu descendencia la voy a dar hasta tiempo indefinido”.” (Gén. 13:14-15).
Entonces está claro que lo que Jehová le prometió darle a Abrahán y descendientes como herencia, era la tierra que estaba contemplando y hasta donde sus ojos alcanzaban a ver…… luego nada que tuviera que ver, repetimos, con el sentarse en tronos para reinar sobre “el mundo” entero; y que esto es así como nosotros lo planteamos, queda demostrado por lo que de este personaje se nos dice en Hebr. 11:8 y cuyo autor, se supone que fue Pablo:
“Por fe Abrahán, cuando fue llamado, obedeció y salió a un lugar que estaba destinado a recibir como herencia; y salió, aunque no sabía adónde iba.”
Es obvio entonces, que lo que Jehová le prometió como herencia al personaje en cuestión y desde el punto de vista del mencionado Pablo (en todo caso, del autor de la carta a los hebreos y fuera quién fuera), no era un “trono” desde el que gobernar al mundo, sino un “lugar” o porción de terreno situada en este planeta y como es el caso de la tierra del Israel actual, aunque eso sí, según los límites fijados por el alcance de los ojos del patriarca receptor de dicha herencia en su momento y no según los actuales límites, que difieren negativamente en tamaño; por lo que aquí ya entramos en otro aspecto de la cuestión, pues a lo que se remite el Sr. Olcese para apoyar su teoría es a lo que el mismo Pablo escribió en Rom. 4:13 y en dónde se lee como sigue:
“Porque no fue mediante ley que Abrahán o su descendencia tuvieron la promesa de que él hubiera de ser heredero de un mundo, sino que fue mediante la justicia por fe.”
De estas palabras deduce el Sr. Olcese y pasando por alto el contexto escritural mencionado, que lo que se le estaba ofreciendo a Abrahán era el “reinar” sobre el mundo y lo que no solo es totalmente contrario a lo que hemos considerado hasta el momento, sino que además resulta que el “heredero del mundo” es, en todo caso el Hijo de Dios, Jesucristo y no Abrahán; pero observen con atención, que el pasaje transcrito según la versión TNM y que es la que se usa en este blog como referente, difiere totalmente de lo que se vierte en la mayoría de traducciones bíblicas, por ejemplo de la RV 1960 (la que usa el Sr. Olcese), por la de “heredero del mundo” y que es la que acabamos de citar, lo que cambia totalmente el sentido del pasaje señalado. Porque una cosa es que te hagan “heredero del mundo”, eso es, del mundo como planeta con todo lo que en él existe y que esto solo aplica a Jesucristo (como ya hemos señalado) y otra muy distinta, que te hagan “heredero de un mundo” y con lo que probablemente solo se le estaría señalando al patriarca en cuestión, que él estaría en una nueva tierra por venir de la que se nos habla en 2 Ped. 3:13 “en dónde la justicia habrá de morar” y en la que tomará posesión de la porción de tierra prometida y que, además, es desde la que se gobernará al “nuevo mundo” o nueva “sociedad humana” por venir por parte de Jesucristo y resto de gobernantes asociados, durante el periodo de mil años que durará el reino de Dios.
Sin embargo, para alcanzar un entendimiento más claro de lo que pretendemos explicar, nos tendríamos que plantear la siguiente cuestión ¿a qué se refería Pablo, con la expresión “mundo” en Rom. 4:13…… al “mundo” como globo terráqueo con todo lo que este contiene, o al conjunto de personas que lo habitan? Para averiguarlo, tenemos que tener en cuenta el idioma en que se escribieron originalmente los libros del llamado NT y que con la excepción del evangelio de Mateo, que primero se escribió en hebreo y luego se tradujo al griego, los restantes 26 libros de los que se compone dicha porción de la Biblia, se escribieron en el griego común, o “koiné” e idioma internacional de la época, de la misma manera que hoy lo es el inglés; de ahí que los autores cristianos, todos ellos judíos de nacimiento (Rom. 3:1-2), no escribieran sus libros en griego por mera casualidad o capricho personal, sino porque el contenido de sus escritos no era de carácter privado, pues iban a ser ampliamente distribuidos para que todas las congregaciones los leyeran y consideraran. Recordemos que dichos autores habían recibido el mandato divino de difundir las “buenas nuevas” hasta la parte más distante de la Tierra, incluidos lugares donde no se hablaba ni hebreo ni latín; siendo también el caso de que incluso en territorios cercanos a Palestina muchos gentiles que tenían el griego como su lengua vernácula, entraban a formar parte de las congregaciones y por lo que había de facilitárseles el camino, hasta el grado de que cuando en las distintas congregaciones o sinagogas se citaba de las Escrituras Hebreas o AT, sus dirigentes usaban mayoritariamente la Versión de los Setenta griega…… de hecho, cuando Jesús señaló que la profecía de Isa. 61:1-3 le aplicaba a él, lo hizo usando dicha versión.
Partiendo de esta premisa, veamos qué expresión griega se usó para “mundo” y a qué aplicaba esta generalmente en las Escrituras Griegas Cristianas o NT; y con lo que nos encontramos que la palabra griega para “mundo”, es el sustantivo griego “kósmos” y que generalmente se usaba para referirse 1º, al conjunto de la humanidad, con independencia de su modo de vida o condición moral; 2º, las circunstancias en las que una persona nace y vive y 3º, a la humanidad en conjunto, excepto los siervos aprobados de Jehová (hay otras acepciones, pero que no vienen al caso). De modo que uno de los significados básicos de la expresión “kósmos” hace referencia a la humanidad en general, de ahí que en las Escrituras se lea que el “kósmos” (o “mundo”), es culpable de pecado (Juan 1:29) y por lo que necesita un salvador que le dé vida (Juan 4:42); por lo que estaríamos hablando de algo que no puede aplicar a la creación material inanimada como es el planeta Tierra, ni a la fauna y flora que lo habitan, sino solo a la humanidad responsable de su pecado…… este es el “mundo” (o “kósmos”) al que Dios amó tanto que “dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16-17). Y este es el “mundo” (o “kósmos”) de la humanidad, del que Juan en su primera carta nos dice como sigue:
“Y él es un sacrificio propiciatorio por nuestros pecados, pero no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo (o “kósmos”.” (Juan 2:2). (Acotación nuestra).
Por lo tanto, lo que le fue prometido a Abrahán es que él se levantaría en un “mundo” (“kósmos”) o sociedad ya limpiada del pecado y en donde él tomaría posesión de su heredad, eso es, la tierra que alcanzó a ver con sus ojos en su anterior estancia aquí en la tierra; pero es que además y al contrario de lo que afirma el Sr. Olcese y teólogos que están en su línea, lo que le fue dicho subliminalmente al bueno de Abrahán en ese pasaje en donde está registrada la promesa en cuestión (Gén. 3:14-15), es que él no estaría entre aquellos que tendrían que gobernar sobre la humanidad, porque veamos: la promesa tenía que ver con el heredar una plaza en un “mundo” o “kósmos”, en definitiva de una humanidad perfecta y fiel a Dios y en la que él tomaría posesión de determinada porción de tierra…… pero dicho lo cual, es cierto que de momento y solo con esta información que poseemos, tal parece que estamos ante una nebulosa que nos tapa la visión correcta de lo que lo que hay detrás de dicha información y que solo se puede despejar, si ampliamos nuestro horizonte de acuerdo con lo que se nos dice en las Escrituras. Para ello hay que empezar por entender, que aquellos que tienen que reinar con Cristo no forman parte de dicha humanidad, “mundo” o “kósmos” mencionado en Rom. 4:13 y por lo que no pueden contarse entre ella, como se nos señala en el siguiente pasaje:
“No obstante, a cuantos sí lo recibieron, a ellos les dio autoridad de llegar a ser hijos de Dios, porque ejercían fe en su nombre; 13 y ellos nacieron, no de sangre, ni de voluntad carnal, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (Juan 1:12-13).
Entonces de lo que estaríamos hablando, es de criaturas que ya no son parte de la humanidad como tal y a las que Pablo identificó de la siguiente manera:
“Por consiguiente, si alguien está en unión con Cristo, es una nueva creación; las cosas viejas pasaron, ¡miren!, cosas nuevas han llegado a existir.” (2 Cor. 5:17).
Luego si estamos hablando de una “nueva creación”, es obvio que no estamos hablando de seres humanos a la usanza y según lo que entendemos por tal expresión, cuando miramos a nuestro alrededor; es cierto que esas personas en origen fueros seres humanos en todo iguales a nosotros, pero que en el momento de su muerte dejaron de existir como tales para ser levantados en una “primera” resurrección (Rev. 20:6) ya como seres inmortales, con lo que pasan a convertirse y como razonábamos en nuestro anterior escrito (22/11/14), en seres materiales de esencia divina o, dicho de forma más gráfica y para hacernos entender, en pequeñas porciones en forma humana de un Dios infinito…… por lo tanto nada que ver con ese “mundo” o “kósmos”, en definitiva el conjunto de seres humanos o nueva sociedad humana que poblará la tierra en su momento y en donde Abrahán, como parte de dicha sociedad restaurada, tomará posesión de su heredad o tierra prometida.
Entonces parece quedar claro, que con esa promesa divina lo que se le estaba diciendo al bueno de Abrahán y algo de lo que probablemente ni se enteró (pero sí aquellos que siglos después y ya con más información complementaria, leyéramos dicho relato), es que él no estaría entre aquellos que en su momento nos gobernarán para conducirnos a la perfección y con ello, a una total restauración de las relaciones personales con nuestro Supremo Hacedor y como tuvo en su momento, nuestro primer padre Adán…… y es que nosotros y según la terminología bíblica, somos el “mundo” o “kósmos” que conforma la humanidad en general y ellos, algo totalmente diferente y por lo que no pueden ser contados como seres humanos ni, por tanto, incluidos en el término “mundo” o “kósmos” que usó Pablo en Rom. 4:13, para identificar a esta. Como tampoco, por poner un ejemplo práctico a lo dicho y seguramente por todos aceptado, lo pueden ser los ángeles, pues aunque criaturas inteligentes y dotadas de libre albedrio como nosotros, son totalmente distintos a los seres humanos y por lo que cuando se habla de “la humanidad”, nadie entiende que en esta expresión se incluya a los ángeles…… y es que la humanidad (“mundo” o “kósmos” en la terminología bíblica), queridos amigos que nos leen, es una cosa, los ángeles son otra y esa “nueva creación” de 2 Cor. 5:17, algo radicalmente distinto, tanto de los unos como de los otros. Por lo que juntos, vale…… ¡pero no revueltos!
Resumiendo, nos encontramos en que si bien y ello por milenios, coexistieron la creación espiritual (los ángeles en sus distintas variantes) y la creación material a la que pertenece la especie humana, cada una en su respectivo plano de actividad, la cosa cambió con la resurrección de Jesucristo; pues como ya hemos señalado, con él inició una nueva especie de criaturas a las que las Escrituras identifican como una “nueva creación” que nada tienen que ver con los ángeles y mucho menos con el ser humano. De ellas se nos dice que “nacieron” de Dios (Juan 1:12-13) y por lo que son, no ya creaciones de Dios como los anteriores, sino Hijos de Dios de pleno derecho y por tanto inmortales…… lo que significa que son y como ya hemos señalado, esencia de un Dios infinito en formas humanas y como quedó claro por la apariencia física de Jesucristo en el momento de ser resucitado; exactamente igual a como serán sus hermanos cuando se levanten en la “primera” resurrección.
A partir de ese momento, en el espacio coexistirán tres formas de vida distintas como serán esos inmortales Hijos de Dios que gobernarán sobre la tierra por mil años, los ángeles que continuarán en su plano como hasta el día de hoy y por último, la humanidad descendiente de Adán y a la que continuará perteneciendo Abrahán y sus descendientes, que serán los herederos de un mundo nuevo o “nueva” sociedad humana y en la que el patriarca en cuestión tomará posesión definitiva de la porción de tierra que Jehová le prometió en su momento. Por lo que estas personas, así como el resto de seres humanos obedientes que estemos allí, seremos gobernados por mil años por esos reyes y sacerdotes de Dios encabezados por el Cristo y cuya estructura morfológica es totalmente distinta a la del ser humano (igual que a la de los ángeles), que según mandato divino nos tienen que “pastorear y guiar a fuentes de aguas de vida”(Rev. 7:17), eso es, que nos ayudarán a recobrarnos de la imperfección tanto espiritual como física que la humanidad ha venido arrastrando por milenios.
Solo añadir y para redundar en la cuestión, que en este caso analizado la expresión “kósmos” y de la que se traduce “mundo”, tiene que ver con la tercera de las acepciones que les hemos presentado al principio de este escrito sobre dicho término y en la que se señala que esta se refiere a “la humanidad en conjunto, excepto los siervos aprobados de Jehová” que no forman parte de ella y que son aquellos que tienen que reinar con Cristo sobre la humanidad en general, por las razones que les acabamos de exponer en este escrito…… escrito, por otra parte, que no tiene más pretensión que la de añadir una nueva visión acerca del tema debatido y que cada uno de ustedes tiene que evaluar si es ajustada a lo que se nos dice en las Escrituras, o si por el contrario es perfectamente rebatible ¡ustedes deciden!
MABEL
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