Las ovejas y las cabras
En Mat. 25:31-46, pueden ustedes leer un relato conocido como la ilustración, o parábola, de “las ovejas y las cabras” y que Jesús dio casi al final de su estancia aquí en la Tierra. Y en la que a nuestro entender y contrario, como ya parece ser costumbre, a mucho de lo publicado en Internet al respecto y según los entendidos en la materia, de lo que se nos habla es de unas personas que pasarán a convertirse en los primeros súbditos del gobierno del reino de Dios, próximo a instaurarse aquí en la Tierra. Sin embargo, la inmensa mayoría de los autores que nos hablan de ella, insisten en que hace referencia a aquellos que han de gobernar con Cristo en ese reino; luego claramente se ve, que estamos hablando de dos cosas totalmente distintas y partiendo de un mismo relato. Por otra parte, los citados autores usan como base para su afirmación, solo los versos 31 y 34 y obviando el resto del citado relato, lo cual significa el mutilar de forma incorrecta e interesada, el sentido correcto del mismo y eso ya de entrada, descalifica por completo su planteamiento. Porque sabido es, que un texto sin su contexto, es solo un pretexto; luego al extractar esos dos textos que son parte de un todo (la parábola en cuestión), para exponer una idea incorrecta sobre la misma y adulterando por tanto su sentido original, están incurriendo en un delito de irreverente desprecio contra el que tal ilustración creyó oportuno que se leyera y que no es otro que Jehová Dios.
Por lo tanto, nosotros sostenemos que de ninguna manera se nos habla en esa ilustración de los “hermanos” de Jesucristo, como de forma errónea se nos quiere dar a entender, porque si razonamos con lógica y sentido común y colocando esos dos textos en su correspondiente contexto, vemos que las Escrituras no nos dicen eso. Y para probarlo, vamos a considerar algunos puntos interesantes de ese capítulo 25 de Mateo: inmediatamente anterior a este relato referente a un juicio (no olvidemos que estamos hablando de un juicio) y que se inicia a partir del versículo 31, Jesús había acabado de hablarles de otras dos parábolas y que conocemos como la de “las vírgenes discretas”, versos 1-13 y la de “los talentos”, versos 14-30 y dirigidas a sus discípulos. La primera para enfatizar la necesidad de estar alerta y la segunda, para señalar la necesidad de ser diligentes en cuidar de los bienes encomendados; y puesto que Jesús asemejo estos dos relatos previos, al reino de Dios, deberíamos entender que aquí sí se dirigía a los que llegarían a ser sus hermanos y por ello, co-gobernantes en dicho reino. Pero en el versículo 31 y que da inicio a la parábola que estamos analizando, Jesús no establece ninguna semejanza con dicho reino, sino que nos habla de otra cosa, ya que hace referencia (como hemos dicho) a un juicio por efectuar en el momento de su venida. Pero analicemos algunos pasajes de ese relato y que ya tienen que ver con la ilustración de la que estamos hablando, o sea de Mat. 25:31-46;veamos, por tanto, los versículos 31-33 e inicio de la parábola:
“Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono. 32 Y todas las naciones serán reunidas delante de él y separará a la gente unos de otros, así como el pastor separa las ovejas de las cabras. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, pero las cabras a su izquierda.”
Luego vemos que Jesús coloca la acción en el momento de su llegada, pero a quienes se convoca ante él en ese momento y para juicio, no lo olvidemos, es a “las naciones” (o conjunto de personas de distintas procedencias) que obviamente existen en ese momento y no a sus discípulos. Por otra parte, discípulos a los que después de su resurrección (la de Jesús, por supuesto), ya consideró como sus “hermanos”:
“Entonces Jesús les dijo: “¡No teman! Vayan, informen a mis hermanos, para que se vayan a Galilea; y allí me verán.” (Mat. 28:10).
Y hasta donde nosotros entendemos, esos hermanos no necesitan pasar por ningún juicio: en primer lugar, porque esas personas aludidas son los sobrevivientes de la llamada “gran tribulación” y por la que no pasan dichos hermanos y, en segundo lugar, porque cuando resucitan, ya lo hacen como perfectos e inmortales Hijos de Dios, luego ya han recibido la aprobación de su Padre Celestial Jehová y por lo que no están sujetos a juicio alguno; porque eso, es lo que parece ser que dijo Jesús en Juan 5:24:
“Muy verdaderamente les digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no entra en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.”
Y no olvidemos un detalle importante que nos da Rom. 6:5:
“Porque si hemos sido unidos con él en la semejanza de su muerte, ciertamente también seremos unidos con él en la semejanza de su resurrección.”
Luego tendríamos que recordar que a Jesucristo se le dio un nombre que está por encima de todo otro nombre, por haber aguantado hasta la muerte, guardando integridad a Dios (Fil. 2:5-11). Jesús venció en esa prueba suprema, luego aquellos que fueran unidos a él en la semejanza de su muerte, si vencían como él había vencido (Rev. 3:21), recibirían una resurrección a la semejanza de Jesús, eso es, levantándose como perfectos e inmortales Hijos de Dios y por lo tanto, al igual que Jesús, no sujetos a un juicio posterior con posible resultado de muerte eterna:
“Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo, y reinarán con él por los mil años.” (Rev. 20:6).
Pero veamos ahora, lo que se les dijo a los miembros de la congregación de Tiatira en el sentido de que el que “venza y observe mis hechos hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones” (Rev. 2:26) y palabras, que aplicaban también por supuesto, a las seis congregaciones restantes. La pregunta lógica sería entonces, hasta el fin.….. “¿de qué?”. Pues hasta el fin de su vida terrestre, ya que cuando uno muere no puede observar ningún tipo de hecho ¿no es cierto? Por lo tanto deberíamos de concluir, que puesto que tenían que ser semejantes a Cristo en su muerte, ellos también tenían que sufrir una muerte de sacrificio, manteniendo integridad (tenían que “vencer” también) para ser resucitados de manera semejante a la de Él, o sea, con el galardón ya concedido. Porque eso es lo que nos dice Pablo, cuando ya conocedor de su inminente muerte en sacrificio, afirmó:
“He peleado la excelente pelea, he corrido la carrera hasta terminarla, he observado la fe. 8 De este tiempo en adelante me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, el justo juez, me dará como galardón en aquel día;……” (2 Tim. 4:7-8).
¿Hay algo en esas palabras que nos hagan pensar que Pablo (y otros fieles, por supuesto), tendrá que pasar por algún juicio de selección o reválida, para recibir finalmente, la “corona de la justicia”? Evidentemente no, entonces.….. ¿de dónde se han sacado esos “entendidos” tan peregrina idea?
Pero volviendo al tema que nos ocupa, es que tenemos otra cosa que tampoco parece razonable y que es en donde está el meollo del asunto, porque veamos la pregunta que le hacen a Jesús las personas que son juzgadas, a fin de conocer el motivo de recibir el premio o en su defecto, el castigo merecido y la respuesta que recibieron (versos 37-39), a su pregunta:
“Entonces los justos le contestarán con las palabras: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos extraño y te recibimos hospitalariamente, o desnudo y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo, o en prisión y fuimos a ti?”
Luego lo primero que notamos aquí, es que las personas que actuaron llevando a cabo dichas acciones, no tenían ni la más remota idea de a quién estaban ayudando, cosa que no podría ser cierta, en el caso de sus seguidores o discípulos y que mueren precisamente por serle fieles. Ellos sí saben, a favor de quien están trabajando, por decirlo de alguna forma y con lo cual, esa ilustración no puede estar hablando de ellos de ninguna manera. Y lo más concluyente, está en las palabras del versículo 40 y en donde Jesús, responde a dicha pregunta:
“Y en respuesta el rey les dirá: ‘En verdad les digo: Al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos hermanos míos, a mí me lo hicieron.”
Luego el grupo de “estos hermanos míos”, tiene que ser un grupo distinto al de las personas sometidas a juicio ¿no es así? Ellos son el referente del juicio y no los receptores del mismo, ya que el juicio tiene ver con lo que otros, les han hecho o no, a ellos. O sea, las naciones, son juzgadas en función de cómo han actuado para con esos hermanos de Jesucristo, luego razonablemente no pueden ser lo mismo. Es asunto de pura lógica.….. ¿o no es así?
Entonces repetimos la pregunta ¿de dónde sacan esos señores, que en los versos 31 y 34, o en alguna otra parte de esa ilustración, se hace referencia a los que han de gobernar con Cristo? Solo un total desconocimiento de lo que dice la Biblia y del propósito de Dios, puede generar semejante incoherencia. En fin, nosotros no creemos que la cosa sea tan complicada de entender, cuando se analiza debidamente el contexto de esa ilustración y se lee correctamente el contenido de la misma y por ello, de nuevo les hacemos nuestra conocida recomendación: abran su Biblia, lean con detenimiento y saquen sus propias conclusiones.
MABEL
domingo, 20 de junio de 2010
jueves, 17 de junio de 2010
¡Se acercan buenos tiempos!
¿Desea usted vivir en paz y felicidad? ¿Desea buena salud y larga vida para usted mismo y sus seres amados? ¿Anhela usted ver el fin de la iniquidad y el sufrimiento? Toda persona de corazón sincero y honrado desea estas cosas, sin embargo hoy y en todas partes de la Tierra, aumentan de manera inusitada la violencia, el crimen, el hambre, la enfermedad, los desastres medio ambientales y un largo etc., que hace que miremos el futuro con mucho temor. Algo de lo que hace mucho tiempo ya se nos advirtió:
“…... y sobre la tierra angustia de naciones, por no conocer la salida a causa del bramido del mar y de su agitación, 26 mientras que los hombres desmayan por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada; porque los poderes de los cielos serán sacudidos.” (Luc. 21:25-26).
Pero ¿por qué está tan lleno de dificultades el mundo? ¿Cuál es el significado de todo esto? ¿Hay alguna razón sólida para creer que las condiciones verdaderamente mejorarán durante nuestra vida?
Efectivamente, hay razón para tal esperanza y esta se presenta de forma clara en un libro que se publica en más idiomas que cualquier otro libro en el mundo y a ese libro lo conocemos, como La Biblia. Este nos habla acerca del propósito de Dios de establecer un sistema de cosas enteramente nuevo para la humanidad y lo cual no nos debería de sorprender, ya que si usted tuviera el poder para hacerlo, ¿no pondría fin a las condiciones que causan tanta tristeza? ¡Por supuesto que sí!, quizás responda usted. Luego ¿deberíamos pensar entonces, que el Creador de la humanidad hará menos que eso?; recordemos que la Biblia nos dice que “Dios es amor.” (1 Juan 4:8) y es razonable pensar, que este amoroso Padre celestial no solo sabe lo que la humanidad necesita, sino que tiene el poder que se requiere para satisfacer esas necesidades. Y ciertamente hará eso, porque el Salmo 145:16 dice de Dios, como sigue:
“Estás abriendo tu mano y satisfaciendo el deseo de toda cosa viviente.”
Ahora bien, dado lo acuciante de la situación, se nos plantea la pregunta del millón ¿cuándo satisfará Dios el deseo del hombre, de tener verdadera paz y felicidad, junto con salud y vida duraderas? ¿Tendrá la humanidad que esperar miles de años más? Pues no, ya que a tenor de las condiciones actuales, el tiempo para que se produzcan tales cambios se ha acercado...... aunque ¿cómo puede ser esto así, si en el mundo las condiciones cada día que pasa se están haciendo peores, no mejores? Pues por eso mismo, porque la Biblia mostró claramente con mucho tiempo de adelanto, que estas mismísimas condiciones serían prueba de que vivimos en los “últimos días” del presente sistema inicuo (2 Tim. 3:1-5) y hay un detalle en las Escrituras, que nos confirman una inmediata actuación de parte de Jehová. Conocido es por todos el tremendo desequilibrio en los ecosistemas que el hombre ha generado por medio de su constante agresión al medio ambiente y que actualmente se conoce como “cambio climático”. Un último exponente de lo que decimos lo tenemos en el golfo de Méjico, con el brutal derrame de petróleo causado por la explosión y posterior hundimiento de una plataforma de extracción de la compañía inglesa BP y que ha arruinado esa zona, probablemente por años. Bien, pues miren que dice la Biblia acerca de la negativa acción global del hombre con respecto a la salud del planeta Tierra:
“Pero las naciones se airaron y vino tu propia ira y el tiempo señalado para que los muertos sean juzgados y para dar su galardón a tus esclavos los profetas y a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes y para causar la ruina de los que están arruinando la tierra.” (Rev. 11:18).
Así es, ya pronto Jehová pondrá fin tanto a la iniquidad como a los que la causan, pero bendecirá abundantemente a los de corazón honrado y sincero que quieren hacer lo que es correcto, porque él promete:
“El mundo va pasando y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:17).
¿Se puede usted imaginar el cambio que le acontecerá a esta Tierra? Ya no habrá más guerras, ni el sufrimiento que la guerra trae; el odio, el egoísmo, el crimen y la violencia serán cosas del pasado y en lugar de eso, habrá paz y seguridad perfectas en la Tierra, pues la propia Palabra de Dios declara:
“Solo un poco más de tiempo y el inicuo ya no será;...... pero los mansos mismos poseerán la tierra y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” (Sal. 37:10-11).
Tal paz existirá, no solo entre las naciones sino entre los vecinos y en todo hogar...... incluso en la relación entre hombres y animales ¿puede imaginarse lo grandiosa que podría ser esa bendición para usted? Y más importante que toda otra cosa, es el hecho de saber que el cumplimiento de esta alentadora promesa no depende del hombre, sino que Dios es quien hará esto; pero ¿cómo? Pues de la única manera posible: destruyendo a los inicuos y educando a su pueblo en los caminos de la paz; vean como nos lo relata Prov. 2:22:
“En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella.”
Pero hemos dicho que esta acción debe ser complementada mediante un programa educativo y de eso nos habla Isaías 54:13:
“Y todos tus hijos serán personas enseñadas por Jehová y la paz de tus hijos será abundante.”
Entre las muchas bendiciones de que disfrutará la gente en el nuevo sistema que Dios hará está la buena salud. Hasta la muerte, que trae mucha tristeza a todos nosotros, dejará de ser. La promesa del Creador es:
“Y limpiará toda lágrima de sus ojos y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. 5 Y Aquel que estaba sentado en el trono dijo: “¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas”. También, dice: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.” (Rev. 21:4-5).
Y eso es algo que ningún gobernante humano, ni científico, ni médico puede hacer, pero es algo que Dios sí hará; porque veamos: ¿es razonable que el único propósito de Dios para el hombre, sea que éste pase sobre unos veinte años creciendo, quizás otros veinte o treinta años adquiriendo conocimiento y experiencia y poco después de eso empiece a envejecer, sufra de enfermedades y finalmente muera? ¿Por qué debería ser tan corta la vida del hombre cuando es posible que hasta una tortuga alcance la edad de doscientos años y que un árbol viva mucho más tiempo?...... Dios hizo al hombre para vivir, no para morir. Porque fíjese usted, que la vida de Adán estaba condicionada a la obediencia:
“Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás” (Gén. 2:17).
Entonces vemos que la vida de Adán, estaba condicionada a la obediencia, luego si él hubiera continuado siendo obediente, no habría muerto jamás ¿no es cierto? ¿A usted se le había ocurrido alguna vez pensar en eso? Por lo tanto, lo que el Creador promete es que pronto será posible disfrutar nuevamente de la vida para siempre, aquí mismo en la Tierra (Isa. 25:8) y posibilidad de la que gozó Adán en su momento; y todo ello rodeados de vecinos que amen la paz, gozando de buena salud, con un entorno agradable y actividad satisfaciente para llenar nuestra vida ¡qué placer será eso!
Ahora bien ¿cómo podemos estar seguros de que este cambio radical de circunstancias se producirá? ¿Cómo podemos estar seguros de que no es solo un sueño? Podemos tener confianza en ello porque Jehová, el Dios Todopoderoso, es el que lo ha prometido, o sea, Aquel que creó y sostiene el universo, ha dado la garantía de que dicho cambio vendrá y Dios “…... no puede mentir.” (Tito 1:2) y por ello, Su Palabra nunca queda sin cumplirse:
“…... así resultará ser mi palabra que sale de mi boca. No volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado.” (Isa. 55:11).
Estas son las verdades emocionantes que se encuentran en la Palabra de Dios, la Biblia o Santas Escrituras, como prefiera. No hay ninguna otra fuente de información disponible al alcance del hombre, que explique de manera verdaderamente satisfaciente la razón de lo que ha sucedido en la Tierra, para encontrarnos en la penosa situación que padecemos y el propósito de Dios para restaurar a la humanidad a su posición original. Y aunque es cierto que se usó a hombres para escribir la Biblia, no es menos cierto que ellos escribieron bajo la dirección de la poderosa fuerza activa o espíritu santo de Dios, de modo que “...... toda Escritura es inspirada de Dios.” (2 Tim. 3:16). Tal como un haz invisible de ondas electromagnéticas, mediante un aparato de radio puede llevarle información a usted, así la fuerza activa invisible de Dios dirigió a los escritores de la Biblia a poner por escrito lo que Él quería que la humanidad supiera. Es por eso que uno de aquellos escritores, el apóstol Pablo, pudo decir:
“Cuando ustedes recibieron la palabra de Dios, que oyeron de parte de nosotros, la aceptaron, no como palabra de hombres, sino, como lo que verdaderamente es, como palabra de Dios.” (1 Tes. 2:13).
La Palabra de verdad de Dios nos dice muy claramente que con rapidez nos estamos acercando a un cambio de alcance global y nos muestra que nuestro tiempo, este en el que vivimos, es el tiempo en que pensaba Jesucristo cuando predijo el fin de este sistema inicuo. Jesús predijo muchas cosas que deberían esperar sus seguidores futuros para saber cuándo se había acercado el fin; dijo por ejemplo, que los últimos días de este sistema inicuo estarían señalados por cosas como guerras mundiales, escaseces de alimento, aumento del desafuero y una creciente pérdida de fe en Dios (Mat. 24:3-12). Dijo además y como ya hemos comentado, que habría “…... angustia de naciones, no conociendo la salida.” (Luc. 21:25). Y nunca en la historia de la humanidad, se ha visto tan claro el cumplimiento de estas profecías, como en estos tiempos que estamos viviendo durante nuestras vidas.
Muchos hombres que estudian los acontecimientos mundiales, están convencidos de que definitivamente está efectuándose un gran cambio, ya que el mundo está convirtiéndose progresivamente más desordenado y peligroso, sin gobierno y aparentemente ingobernable, por lo que cada vez está más extendida la necesidad de un mega-gobierno único para todo el mundo y denominado el “Nuevo Orden Mundial.” Hoy por todas partes hay gran ansiedad y perplejidad, lo cual parece señalar el hecho histórico de que vivimos a través de los capítulos de cierre del modo establecido y tradicional de vivir. Ya por allá en la década de los sesenta, un anterior secretario de estado de los Estados Unidos, Dean Acheson, declaró que “nuestro tiempo (su tiempo) es “un período de inestabilidad sin igual, de violencia sin igual.” Basándose en lo que sabía que estaba pasando en ese entonces en el mundo, concluyó que pronto “este mundo va a ser demasiado peligroso para vivir en él.” Casi 50 años nos contemplan desde ese comentario y es obvio que sus negras expectativas se han cumplido ¿o no?
Luego, el cumplimiento de las muchas cosas predichas en la Palabra de verdad de Dios (Juan 17:17) indican que el tiempo para el cambio mundial está aquí ahora mismo con nosotros. Lo que vemos que está pasando por todo el mundo hoy día en cumplimiento exacto de profecías bíblicas, muestra que nuestro tiempo es aquel en que acontecerá la destrucción de todo este sistema inicuo. Los gobiernos de la actualidad, están cerca de ser quitados para abrir camino al dominio por toda la Tierra del gobierno del Reino de Dios (Dan. 2:44; Luc. 21:31-32)...... y nada puede detener este cambio, porque Dios se lo ha propuesto.
Así lo expuso el apóstol Juan en su evangelio: “Santifícalos por medio de la verdad; tu palabra es la verdad.” (Juan 17:17), por lo que el cambio mundial venidero afectará a toda persona sobre la faz de la Tierra: nadie se va a librar. Por lo tanto, si usted ama la vida y quiere vivir, debe apresurarse a adquirir conocimiento exacto de Dios, sus propósitos y sus requisitos. Eso es lo que Dios quiere que usted haga, porque es su voluntad que “...... hombres de toda clase sean salvos y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad.” (1 Tim. 2:4). El conocimiento exacto (o “pleno”, según versiones) procedente de la Palabra de Verdad de Dios, hará posible que las personas de corazón honrado y sincero sobrevivan al fin del sistema inicuo actual:
“…... busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado Su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente se les oculte en el día de la cólera de Jehová.” (Sof. 2:3).
Haciendo énfasis en la importancia del conocimiento de esa Palabra de Verdad, para adquirir la vida eterna en el grandioso nuevo orden de Dios, Jesús dijo en oración:
“Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.”(Juan 17:3).
¿No le estimula el saber que pronto presenciaremos el fin de todas las dificultades del mundo, a emprender ese camino de aprendizaje de la Palabra de Verdad de Jehová? ¿No es emocionante saber, que tenemos la esperanza de entrar pronto en un nuevo sistema donde para siempre podremos disfrutar plenamente de la vida? ¿Se le ha ocurrido pensar por un solo momento, en esa maravillosa posibilidad? Esto debe dar a cada uno de nosotros fuertes razones para desear aprender la verdad que nos puede llevar a tan maravilloso futuro, por medio de profundizar en las Escrituras. Y como dijo el apóstol Pablo, al buscar esta verdad, comenzamos a colocar “….. un fundamento excelente para el futuro, para lograr asirnos firmemente de la vida que lo es realmente.” (1 Tim. 6:19)...... o sea, vida eterna en el nuevo sistema de cosas de Dios.
MABEL
¿Desea usted vivir en paz y felicidad? ¿Desea buena salud y larga vida para usted mismo y sus seres amados? ¿Anhela usted ver el fin de la iniquidad y el sufrimiento? Toda persona de corazón sincero y honrado desea estas cosas, sin embargo hoy y en todas partes de la Tierra, aumentan de manera inusitada la violencia, el crimen, el hambre, la enfermedad, los desastres medio ambientales y un largo etc., que hace que miremos el futuro con mucho temor. Algo de lo que hace mucho tiempo ya se nos advirtió:
“…... y sobre la tierra angustia de naciones, por no conocer la salida a causa del bramido del mar y de su agitación, 26 mientras que los hombres desmayan por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada; porque los poderes de los cielos serán sacudidos.” (Luc. 21:25-26).
Pero ¿por qué está tan lleno de dificultades el mundo? ¿Cuál es el significado de todo esto? ¿Hay alguna razón sólida para creer que las condiciones verdaderamente mejorarán durante nuestra vida?
Efectivamente, hay razón para tal esperanza y esta se presenta de forma clara en un libro que se publica en más idiomas que cualquier otro libro en el mundo y a ese libro lo conocemos, como La Biblia. Este nos habla acerca del propósito de Dios de establecer un sistema de cosas enteramente nuevo para la humanidad y lo cual no nos debería de sorprender, ya que si usted tuviera el poder para hacerlo, ¿no pondría fin a las condiciones que causan tanta tristeza? ¡Por supuesto que sí!, quizás responda usted. Luego ¿deberíamos pensar entonces, que el Creador de la humanidad hará menos que eso?; recordemos que la Biblia nos dice que “Dios es amor.” (1 Juan 4:8) y es razonable pensar, que este amoroso Padre celestial no solo sabe lo que la humanidad necesita, sino que tiene el poder que se requiere para satisfacer esas necesidades. Y ciertamente hará eso, porque el Salmo 145:16 dice de Dios, como sigue:
“Estás abriendo tu mano y satisfaciendo el deseo de toda cosa viviente.”
Ahora bien, dado lo acuciante de la situación, se nos plantea la pregunta del millón ¿cuándo satisfará Dios el deseo del hombre, de tener verdadera paz y felicidad, junto con salud y vida duraderas? ¿Tendrá la humanidad que esperar miles de años más? Pues no, ya que a tenor de las condiciones actuales, el tiempo para que se produzcan tales cambios se ha acercado...... aunque ¿cómo puede ser esto así, si en el mundo las condiciones cada día que pasa se están haciendo peores, no mejores? Pues por eso mismo, porque la Biblia mostró claramente con mucho tiempo de adelanto, que estas mismísimas condiciones serían prueba de que vivimos en los “últimos días” del presente sistema inicuo (2 Tim. 3:1-5) y hay un detalle en las Escrituras, que nos confirman una inmediata actuación de parte de Jehová. Conocido es por todos el tremendo desequilibrio en los ecosistemas que el hombre ha generado por medio de su constante agresión al medio ambiente y que actualmente se conoce como “cambio climático”. Un último exponente de lo que decimos lo tenemos en el golfo de Méjico, con el brutal derrame de petróleo causado por la explosión y posterior hundimiento de una plataforma de extracción de la compañía inglesa BP y que ha arruinado esa zona, probablemente por años. Bien, pues miren que dice la Biblia acerca de la negativa acción global del hombre con respecto a la salud del planeta Tierra:
“Pero las naciones se airaron y vino tu propia ira y el tiempo señalado para que los muertos sean juzgados y para dar su galardón a tus esclavos los profetas y a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes y para causar la ruina de los que están arruinando la tierra.” (Rev. 11:18).
Así es, ya pronto Jehová pondrá fin tanto a la iniquidad como a los que la causan, pero bendecirá abundantemente a los de corazón honrado y sincero que quieren hacer lo que es correcto, porque él promete:
“El mundo va pasando y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:17).
¿Se puede usted imaginar el cambio que le acontecerá a esta Tierra? Ya no habrá más guerras, ni el sufrimiento que la guerra trae; el odio, el egoísmo, el crimen y la violencia serán cosas del pasado y en lugar de eso, habrá paz y seguridad perfectas en la Tierra, pues la propia Palabra de Dios declara:
“Solo un poco más de tiempo y el inicuo ya no será;...... pero los mansos mismos poseerán la tierra y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” (Sal. 37:10-11).
Tal paz existirá, no solo entre las naciones sino entre los vecinos y en todo hogar...... incluso en la relación entre hombres y animales ¿puede imaginarse lo grandiosa que podría ser esa bendición para usted? Y más importante que toda otra cosa, es el hecho de saber que el cumplimiento de esta alentadora promesa no depende del hombre, sino que Dios es quien hará esto; pero ¿cómo? Pues de la única manera posible: destruyendo a los inicuos y educando a su pueblo en los caminos de la paz; vean como nos lo relata Prov. 2:22:
“En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella.”
Pero hemos dicho que esta acción debe ser complementada mediante un programa educativo y de eso nos habla Isaías 54:13:
“Y todos tus hijos serán personas enseñadas por Jehová y la paz de tus hijos será abundante.”
Entre las muchas bendiciones de que disfrutará la gente en el nuevo sistema que Dios hará está la buena salud. Hasta la muerte, que trae mucha tristeza a todos nosotros, dejará de ser. La promesa del Creador es:
“Y limpiará toda lágrima de sus ojos y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. 5 Y Aquel que estaba sentado en el trono dijo: “¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas”. También, dice: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.” (Rev. 21:4-5).
Y eso es algo que ningún gobernante humano, ni científico, ni médico puede hacer, pero es algo que Dios sí hará; porque veamos: ¿es razonable que el único propósito de Dios para el hombre, sea que éste pase sobre unos veinte años creciendo, quizás otros veinte o treinta años adquiriendo conocimiento y experiencia y poco después de eso empiece a envejecer, sufra de enfermedades y finalmente muera? ¿Por qué debería ser tan corta la vida del hombre cuando es posible que hasta una tortuga alcance la edad de doscientos años y que un árbol viva mucho más tiempo?...... Dios hizo al hombre para vivir, no para morir. Porque fíjese usted, que la vida de Adán estaba condicionada a la obediencia:
“Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás” (Gén. 2:17).
Entonces vemos que la vida de Adán, estaba condicionada a la obediencia, luego si él hubiera continuado siendo obediente, no habría muerto jamás ¿no es cierto? ¿A usted se le había ocurrido alguna vez pensar en eso? Por lo tanto, lo que el Creador promete es que pronto será posible disfrutar nuevamente de la vida para siempre, aquí mismo en la Tierra (Isa. 25:8) y posibilidad de la que gozó Adán en su momento; y todo ello rodeados de vecinos que amen la paz, gozando de buena salud, con un entorno agradable y actividad satisfaciente para llenar nuestra vida ¡qué placer será eso!
Ahora bien ¿cómo podemos estar seguros de que este cambio radical de circunstancias se producirá? ¿Cómo podemos estar seguros de que no es solo un sueño? Podemos tener confianza en ello porque Jehová, el Dios Todopoderoso, es el que lo ha prometido, o sea, Aquel que creó y sostiene el universo, ha dado la garantía de que dicho cambio vendrá y Dios “…... no puede mentir.” (Tito 1:2) y por ello, Su Palabra nunca queda sin cumplirse:
“…... así resultará ser mi palabra que sale de mi boca. No volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado.” (Isa. 55:11).
Estas son las verdades emocionantes que se encuentran en la Palabra de Dios, la Biblia o Santas Escrituras, como prefiera. No hay ninguna otra fuente de información disponible al alcance del hombre, que explique de manera verdaderamente satisfaciente la razón de lo que ha sucedido en la Tierra, para encontrarnos en la penosa situación que padecemos y el propósito de Dios para restaurar a la humanidad a su posición original. Y aunque es cierto que se usó a hombres para escribir la Biblia, no es menos cierto que ellos escribieron bajo la dirección de la poderosa fuerza activa o espíritu santo de Dios, de modo que “...... toda Escritura es inspirada de Dios.” (2 Tim. 3:16). Tal como un haz invisible de ondas electromagnéticas, mediante un aparato de radio puede llevarle información a usted, así la fuerza activa invisible de Dios dirigió a los escritores de la Biblia a poner por escrito lo que Él quería que la humanidad supiera. Es por eso que uno de aquellos escritores, el apóstol Pablo, pudo decir:
“Cuando ustedes recibieron la palabra de Dios, que oyeron de parte de nosotros, la aceptaron, no como palabra de hombres, sino, como lo que verdaderamente es, como palabra de Dios.” (1 Tes. 2:13).
La Palabra de verdad de Dios nos dice muy claramente que con rapidez nos estamos acercando a un cambio de alcance global y nos muestra que nuestro tiempo, este en el que vivimos, es el tiempo en que pensaba Jesucristo cuando predijo el fin de este sistema inicuo. Jesús predijo muchas cosas que deberían esperar sus seguidores futuros para saber cuándo se había acercado el fin; dijo por ejemplo, que los últimos días de este sistema inicuo estarían señalados por cosas como guerras mundiales, escaseces de alimento, aumento del desafuero y una creciente pérdida de fe en Dios (Mat. 24:3-12). Dijo además y como ya hemos comentado, que habría “…... angustia de naciones, no conociendo la salida.” (Luc. 21:25). Y nunca en la historia de la humanidad, se ha visto tan claro el cumplimiento de estas profecías, como en estos tiempos que estamos viviendo durante nuestras vidas.
Muchos hombres que estudian los acontecimientos mundiales, están convencidos de que definitivamente está efectuándose un gran cambio, ya que el mundo está convirtiéndose progresivamente más desordenado y peligroso, sin gobierno y aparentemente ingobernable, por lo que cada vez está más extendida la necesidad de un mega-gobierno único para todo el mundo y denominado el “Nuevo Orden Mundial.” Hoy por todas partes hay gran ansiedad y perplejidad, lo cual parece señalar el hecho histórico de que vivimos a través de los capítulos de cierre del modo establecido y tradicional de vivir. Ya por allá en la década de los sesenta, un anterior secretario de estado de los Estados Unidos, Dean Acheson, declaró que “nuestro tiempo (su tiempo) es “un período de inestabilidad sin igual, de violencia sin igual.” Basándose en lo que sabía que estaba pasando en ese entonces en el mundo, concluyó que pronto “este mundo va a ser demasiado peligroso para vivir en él.” Casi 50 años nos contemplan desde ese comentario y es obvio que sus negras expectativas se han cumplido ¿o no?
Luego, el cumplimiento de las muchas cosas predichas en la Palabra de verdad de Dios (Juan 17:17) indican que el tiempo para el cambio mundial está aquí ahora mismo con nosotros. Lo que vemos que está pasando por todo el mundo hoy día en cumplimiento exacto de profecías bíblicas, muestra que nuestro tiempo es aquel en que acontecerá la destrucción de todo este sistema inicuo. Los gobiernos de la actualidad, están cerca de ser quitados para abrir camino al dominio por toda la Tierra del gobierno del Reino de Dios (Dan. 2:44; Luc. 21:31-32)...... y nada puede detener este cambio, porque Dios se lo ha propuesto.
Así lo expuso el apóstol Juan en su evangelio: “Santifícalos por medio de la verdad; tu palabra es la verdad.” (Juan 17:17), por lo que el cambio mundial venidero afectará a toda persona sobre la faz de la Tierra: nadie se va a librar. Por lo tanto, si usted ama la vida y quiere vivir, debe apresurarse a adquirir conocimiento exacto de Dios, sus propósitos y sus requisitos. Eso es lo que Dios quiere que usted haga, porque es su voluntad que “...... hombres de toda clase sean salvos y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad.” (1 Tim. 2:4). El conocimiento exacto (o “pleno”, según versiones) procedente de la Palabra de Verdad de Dios, hará posible que las personas de corazón honrado y sincero sobrevivan al fin del sistema inicuo actual:
“…... busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado Su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente se les oculte en el día de la cólera de Jehová.” (Sof. 2:3).
Haciendo énfasis en la importancia del conocimiento de esa Palabra de Verdad, para adquirir la vida eterna en el grandioso nuevo orden de Dios, Jesús dijo en oración:
“Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.”(Juan 17:3).
¿No le estimula el saber que pronto presenciaremos el fin de todas las dificultades del mundo, a emprender ese camino de aprendizaje de la Palabra de Verdad de Jehová? ¿No es emocionante saber, que tenemos la esperanza de entrar pronto en un nuevo sistema donde para siempre podremos disfrutar plenamente de la vida? ¿Se le ha ocurrido pensar por un solo momento, en esa maravillosa posibilidad? Esto debe dar a cada uno de nosotros fuertes razones para desear aprender la verdad que nos puede llevar a tan maravilloso futuro, por medio de profundizar en las Escrituras. Y como dijo el apóstol Pablo, al buscar esta verdad, comenzamos a colocar “….. un fundamento excelente para el futuro, para lograr asirnos firmemente de la vida que lo es realmente.” (1 Tim. 6:19)...... o sea, vida eterna en el nuevo sistema de cosas de Dios.
MABEL
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martes, 15 de junio de 2010
El libro que revela el conocimiento de Dios
Cuando Jehová colocó al primer hombre sobre la tierra, lo primero que hizo fue darle instrucciones, para que pudiera llevar adelante la comisión que Dios tenía para él:
“Además, los bendijo Dios y les dijo Dios: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra.” (Gén. 1:28).
Lo que ocurrió a continuación es historia y Jehová creyó oportuno, ante la nueva situación creada, dar otras instrucciones y ponerlas por escrito, para su preservación en el tiempo. Y si algo está claro, a tenor de lo que estamos viendo a nuestro alrededor, es que solo es razonable que nuestro amoroso Creador haya provisto un libro para instrucción y guía de la humanidad. Porque ¿no le parece a usted y a pesar del considerable conocimiento tecnológico del ser humano, que el hombre está necesitado de orientación y guía, en este confuso y desconcertante mundo en el que vivimos? Bien, pues el libro que contiene tal orientación y guía, lo conocemos como La Biblia. Ya hace más de dos mil quinientos años, un profeta e historiador escribió:
“No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso”. (Jer. 10:23).
Hoy, la veracidad de estas palabras es más obvia que nunca y por ello, el historiador canadiense William H. McNeill afirmó en su momento:
“La aventura del hombre en la Tierra ha consistido en una serie casi ininterrumpida de crisis y quebrantamientos del orden social establecido.”
Pero si bien es cierto que la Biblia satisface todas nuestras necesidades en lo que respecta a dirección adecuada se refiere, es cierto que a muchas personas les parece complicada cuando empiezan a examinarla. Es un libro extenso y algunas de sus partes no son fáciles de entender y exigiendo por ello, esfuerzo del lector en cuestión. Pero si usted recibiera un documento oficial en el que se detallase lo que tiene que hacer para recibir una valiosa herencia, ¿no dedicaría tiempo a estudiarlo minuciosamente, a pesar del esfuerzo que ello implicara? Y si ciertos apartados le resultaran difíciles de comprender, ¿no es cierto que procuraría la ayuda de algún entendido en la materia, para que le ayudara a ello? Luego, ¿por qué no hacer lo mismo con la Biblia? (Hech. 17:11). Lo que está en juego es mucho más que una herencia material. Como aprendimos en el artículo anterior a este, titulado “Tiene a su alcance un feliz porvenir”, el conocimiento de Dios puede llevarle a disfrutar de una vida sin fin, o vida eterna. Examinemos pues, el libro que revela el conocimiento de Dios. Primero presentaremos algunos datos generales y luego analizaremos razones por las que muchas personas bien informadas creen que la Biblia es, efectivamente, la Palabra inspirada de Dios.
La Biblia está compuesta por un total de 66 libros agrupados en dos secciones, que suelen denominarse “Antiguo Testamento” y “Nuevo Testamento”. Treinta y nueve de los libros se escribieron mayormente en hebreo y forman parte del primer grupo y los veintisiete restantes, en griego y que se incluyen en el segundo grupo; las Escrituras Hebreas, de Génesis hasta Malaquías, abarcan la creación y los primeros tres mil quinientos años de la historia humana. Al examinar esta sección de la Biblia, observamos la relación de Dios con los israelitas, desde el siglo XVI a.E.C., cuando se constituyeron en nación, hasta el siglo V a.E.C., que es donde acaba su registro. Las Escrituras Griegas, por otra parte, de Mateo hasta el último libro de las Escrituras, Revelación (o Apocalipsis), se centran en las enseñanzas y actividades de Jesucristo y sus discípulos durante el siglo I E.C. Hay quienes afirman que el “Antiguo Testamento” es para los judíos y el “Nuevo Testamento” para los cristianos; no obstante, 2 Tim. 3:16 especifica que “toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa”. Por consiguiente, un adecuado estudio de las Escrituras debe incluir toda la Biblia...... en realidad, ambas partes se complementan, combinándose de manera armoniosa para desarrollar un mismo tema general.
Por otra parte, quizás usted lleve años asistiendo a servicios religiosos y tal vez haya oído leer en voz alta pasajes de la Biblia, o incluso puede ser que haya leído personalmente algunas de sus secciones, lo cual sería excelente; pero ¿sabe que toda la Biblia, desde Génesis hasta Revelación, sigue un mismo hilo argumental? Sí, efectivamente, un único y armonioso tema entrelaza todas sus páginas...... y ¿cuál es?, probablemente se pregunte usted. Pues la vindicación del derecho que Dios tiene de gobernar a la humanidad y la realización de su amoroso propósito mediante el establecimiento de su reino, en manos de su Hijo Jesucristo y que más adelante veremos cómo cumplirá Dios dicho propósito.
Pero la Biblia, no solo nos revela cuál es el propósito de Dios, sino que también nos habla acerca de su personalidad: por ejemplo, de ella aprendemos que Dios tiene sentimientos y que le importan las decisiones que tomamos:
“¡Cuán a menudo se rebelaban contra él en el desierto, lo hacían sentirse herido en el desierto árido! 41 Y vez tras vez ponían a Dios a prueba y causaban dolor aun al Santo de Israel.” (Sal. 78:40-41).
De ahí que este sea su consejo para el ser humano:
“Sé sabio, hijo mío y regocija mi corazón, para que pueda responder al que me está desafiando con escarnio.” (Prov. 27:11).
Con lo cual vemos que nuestras actitudes, pueden influir en la disposición de Sus sentimientos: podemos regocijarle o hacerle sentirse herido, según qué decisiones tomemos en cada momento. También se nos habla de la consideración con la que nos trata, debido a nuestra condición caída, siendo el caso que es compasivo con nosotros:
“Jehová es misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa. 9 No por todo tiempo seguirá señalando faltas, ni hasta tiempo indefinido se quedará resentido. 10 No ha hecho con nosotros aun conforme a nuestros pecados; ni conforme a nuestros errores ha traído sobre nosotros lo que merecemos. 11 Porque así como los cielos son más altos que la tierra, su bondad amorosa es superior para con los que le temen. 12 Tan lejos como está el naciente del poniente, así de lejos ha puesto de nosotros nuestras transgresiones. 13 Como un padre muestra misericordia a sus hijos, Jehová ha mostrado misericordia a los que le temen.” (Sal. 103:8-13).
Si usted lee con atención estas palabras, no podrá por menos que sentir un profundo y emocionado agradecimiento. Y Jehová tiene una buena razón para tratarnos así y que tiene que ver con la amorosa comprensión que le inspiramos: “...... pues él mismo conoce bien la formación de nosotros y se acuerda de que somos polvo.” (Sal. 103:14). ¿Le queda alguna duda de Sus maravillosas cualidades? ¿No es esta la clase de Dios que usted desea adorar?
Sin embargo, también la Biblia como libro de consejo y guía, es el instrumento mediante el cual nuestro Creador nos da una idea clara de cuáles son las normas fijadas por Él, para nosotros; y aunque a veces estas se presentan como leyes, por lo general aparecen reflejadas en principios comunicados mediante lecciones prácticas. Dios hizo que se pusieran por escrito para nuestro beneficio algunos acontecimientos de la historia del antiguo pueblo de Israel y que son relatos francos que indican lo que sucede cuando se obra en conformidad con el propósito de Dios, así como los lamentables resultados de actuar con independencia de el; veamos un ejemplo, de las consecuencias de pasar por alto los consejos de Jehová.
En el capítulo 11 del primer libro de los Reyes, leemos la narración de un hecho histórico de rebelón contra Jehová y que derivó en nefastas consecuencias para el pueblo de Israel:
“Y el rey Salomón mismo amó a muchas esposas extranjeras junto con la hija de Faraón, a moabitas, ammonitas, edomitas, sidonias e hititas, 2 de las naciones de las que Jehová había dicho a los hijos de Israel: “Ustedes no deben meterse entre ellas y ellas mismas no deben meterse entre ustedes; verdaderamente inclinarán el corazón de ustedes a seguir a los dioses de ellas”. A ellas se adhirió Salomón para amarlas. 3 Y llegó a tener setecientas esposas, princesas y trescientas concubinas; y poco a poco sus esposas le inclinaron el corazón.”
Luego vemos que el proceder erróneo y rebelde de Salomón, por otra parte el hombre más sabio que ha existido, lo llevo a una complicada situación ante su Creador, como se explica en los siguientes versículos:
“Y al tiempo en que envejeció Salomón aconteció que sus esposas mismas habían inclinado el corazón de él a seguir a otros dioses; y su corazón no resultó completo para con Jehová su Dios como el corazón de David su padre. 5 Y Salomón empezó a ir tras Astoret, la diosa de los sidonios y tras Milcom, la cosa repugnante de los ammonitas. 6 Y Salomón empezó a hacer lo que era malo a los ojos de Jehová y no siguió de lleno a Jehová como David su padre.”
Efectivamente: Salomón cayó en el grave pecado de la idolatría y ello con nefastas consecuencias, tanto para él, como para la nación de Israel y que vemos en los siguientes versos, del 9 al 11:
“Y Jehová llegó a estar enojado con Salomón, porque su corazón se había inclinado a alejarse de Jehová el Dios de Israel, el que se le había aparecido dos veces. 10 Y respecto a esta cosa le mandó que no se fuera tras otros dioses; pero él no había guardado lo que Jehová había mandado. 11 Jehová ahora dijo a Salomón: “Por motivo de que esto ha sucedido contigo y no has guardado mi pacto y mis estatutos que te impuse como mandato, sin falta arrancaré el reino de sobre ti y ciertamente lo daré a tu siervo.”
A partir de ese momento y según dicho relato, Salomón e Israel no volvieron a disfrutar de un solo momento de paz, hasta que en tiempos de Rehoboam, hijo y sucesor de Salomón, el reino de Israel y tal como había dicho Jehová, fue dividido: diez tribus siguieron a Jeroboán, que estableció su capital en Samaria y dos se quedaron con Rehoboam, que gobernaba desde Jerusalén.
Sin embargo, las cosas pueden ser muy distintas cuando hay un sincero deseo de acercarse a Dios; veamos el ejemplo de unas personas que reconsideraron su mal proceder ante Jehová y decidieron cambiar:
“Además, entraron en un pacto de que buscarían a Jehová el Dios de sus antepasados con todo su corazón y con toda su alma; 13 que a cualquiera que no buscara a Jehová el Dios de Israel se le diera muerte, fuera pequeño o grande, fuera hombre o mujer. 14 De modo que juraron a Jehová con voz alta y con gozosa gritería y con las trompetas y con cuernos. 15 Y todo Judá se entregó a regocijo debido a lo que se había jurado; porque era con todo su corazón como habían jurado y con pleno placer de parte de ellos como lo habían buscado, de modo que él se dejó hallar por ellos; y Jehová continuó dándoles descanso todo en derredor.” (2 Cró. 15:12-15).
La lectura de tales relatos de la vida real, seguramente debería de hacer mella en nuestro corazón y si tratamos de visualizar los sucesos que leemos, lograremos identificarnos con las personas que los vivieron y así entender mejor lo que se nos cuenta de ellas. Así podremos beneficiarnos de los buenos ejemplos y eludir las trampas en las que cayeron los que obraron mal, porque no olvide que con este propósito fueron escritos estos registros:
“Pues bien, estas cosas siguieron aconteciéndoles como ejemplos y fueron escritas para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado.” (1 Cor. 10:11).
Sin embargo, hay una pregunta importante que requiere respuesta: ¿cómo podemos estar seguros de que Dios realmente inspiró lo que leemos en la Biblia?
Seguramente habrá observado que muchos libros de consejo quedan desfasados a los pocos años de ser publicados...... ¿pero a sucedido lo mismo con la Biblia? Tengamos en cuenta que es muy antigua y ya han pasado casi dos milenios desde que se escribieron sus palabras finales; de ahí que algunos piensen que no es aplicable a esta época moderna y de tecnologías tan sofisticadas. Pero por otra parte, si la Biblia es inspirada de Dios, su consejo debería estar siempre al día, prescindiendo de su antigüedad y por lo cual, la Sagrada Escritura debería seguir siendo
“...... provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra.” (2 Tim. 3:16-17).
Y es que un examen minucioso de dicho libro, nos revela que los principios bíblicos en el contenidos, son tan oportunos hoy como cuando se escribieron. En lo que respecta a la naturaleza humana, por ejemplo, la Biblia manifiesta una profunda comprensión, que es aplicable a todas las generaciones de la humanidad y el cual hecho, puede verse con facilidad en el Sermón del Monte de Jesús, recogido en los capítulos 5 a 7 del libro de Mateo. Dicho sermón impresionó tanto en su día al líder indio Mohandas Gandhi que, según se informa, le dijo a la persona que ejercía de virrey de la India (en ese tiempo colonia británica):
“Cuando su país y el mío obren en conformidad con las enseñanzas que Cristo comunicó en este Sermón del Monte, habremos resuelto no solo los problemas de nuestros respectivos países, sino los del mundo entero.”
Las enseñanzas de Jesús impresionaban e impresionan a la gente pensadora y con razón. En el mencionado Sermón del Monte, por ejemplo, indicó cómo se alcanza la felicidad verdadera; explicó la manera de resolver desacuerdos; enseñó la debida forma de orar; señaló qué actitud debe tenerse respecto a las necesidades materiales y dictó la regla áurea para fomentar las buenas relaciones interpersonales. También habló, entre otras cuestiones, de cómo detectar los engaños religiosos y de la manera de asegurarnos el futuro...... y todo eso, se diga lo que se diga, continúa estando de rigurosa actualidad.
Porque la Biblia expone claramente, tanto en el Sermón del Monte como en el resto de sus páginas, lo que hemos de hacer, o en su defecto evitar, para mejorar nuestras circunstancias en la vida. Su consejo es tan práctico, que cualquiera podría asumir las palabras de un educador, que tuvo que reconocer lo siguiente:
“A pesar de ser consejero de escuelas secundarias, poseer una licenciatura y un doctorado y haber leído un gran número de libros sobre salud mental y psicología, descubrí que el consejo bíblico con relación a asuntos como la felicidad en el matrimonio, la prevención de la delincuencia juvenil y el hacer y conservar amigos, es muy superior a cuanto leí y estudié en la universidad.”
Pero es que además de ser un libro práctico y actual, la Biblia también es confiable, porque, por ejemplo y aún cuando la Biblia no es un tratado científico, es científicamente exacta. Pensemos en que hubo una época en que el ser humano creía que la Tierra era plana, cuando el profeta Isaías ya la había calificado como un “círculo” (Isa. 40:22). Sin embargo, el concepto de una Tierra esférica no recibió amplia aceptación sino hasta cientos de años después del tiempo de Isaías. Por otra parte, Job 26:7, escrito hace más de tres mil años, dice que Dios está “colgando la tierra sobre nada”. Un escriturario comentó al respecto:
“Cómo supo Job la verdad demostrada por la astronomía, de que la Tierra está suspendida en el vacío, es una cuestión que no pueden esclarecer fácilmente los que niegan la inspiración de la Sagrada Escritura”.
Por otra parte, la forma de exponerse la información en la Biblia también fortalece nuestra confianza en este libro tan antiguo, pues a diferencia de los mitos, los sucesos que en ella se mencionan están vinculados a personas y fechas específicas (1 Rey. 14:25; Isa. 36:1; Luc. 3:1-2). Y mientras que los historiadores antiguos casi siempre exageraban las victorias de sus gobernantes y ocultaban sus derrotas y errores, los escritores de la Biblia eran francos y honrados, incluso cuando se trataba de los pecados graves que ellos mismos habían cometido (Núm. 20:7-13; 2 Sam. 12:7-14; 24:10). Pero veamos ahora, una característica fundamental de las Escrituras: las profecías.
Las profecías cumplidas son una prueba concluyente de que la Biblia es inspirada de Dios y es que en ella se contienen muchas de ellas que se han cumplido hasta en el más mínimo detalle y puesto que es obvio que no pudieron inventárselas simples hombres ¿cuál es pues, el origen de las mismas? Según la propia Biblia dice: “…... la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo” (2 Ped. 1:21), es decir, la fuerza activa de Dios; veamos algunos ejemplos.
La caída de Babilonia: Isaías y Jeremías predijeron la caída de Babilonia ante los medos y los persas y siendo un dato notable, el que la profecía de Isaías sobre este acontecimiento, se escribió unos doscientos años antes de que Babilonia fuera conquistada. Los siguientes aspectos proféticos están bien documentados históricamente: se secó el río Éufrates desviando sus aguas hacia un lago artificial (Isa. 44:27; Jer. 50:38), las puertas de Babilonia que daban al río quedaron abiertas por descuido (Isa. 45:1) y un gobernante llamado Ciro llevó a cabo la conquista (Isa. 44:28).
El ascenso y caída del “rey de Grecia”: En una visión, Daniel vio que un macho cabrío derribaba a un carnero y le quebraba sus dos cuernos; a continuación, el gran cuerno del macho cabrío era quebrado y en su lugar aparecían otros cuatro (Dan. 8:1-8). A Daniel se le explicó:
“El carnero que tú viste que poseía los dos cuernos representa a los reyes de Media y Persia. Y el macho cabrío peludo representa al rey de Grecia; y en cuanto al gran cuerno que estaba entre sus ojos, representa al primer rey. Y puesto que ese fue quebrado, de modo que hubo cuatro que finalmente se levantaron en lugar de él, hay cuatro reinos de su nación que se pondrán de pie, pero no con su poder.” (Dan. 8:20-22).
Unos dos siglos después, en conformidad con esta profecía, el “rey de Grecia” (Alejandro Magno), derrocó al bicorne Imperio medo-persa. Alejandro murió en el año 323 a.E.C. y con el tiempo, le sucedieron cuatro de sus generales; sin embargo, ninguno de aquellos cuatro reinos resultantes tuvo el poder del imperio de Alejandro.
La vida de Jesucristo: Las Escrituras Hebreas contienen muchas profecías que se cumplieron en el nacimiento, el ministerio, la muerte y la resurrección de Jesús. Por ejemplo, con más de setecientos años de antelación Miqueas predijo que el Mesías, o Cristo, nacería en Belén. (Miq. 5:2; Luc. 2:4-7); Isaías, contemporáneo de Miqueas, predijo que al Mesías lo golpearían y le escupirían (Isa. 50:6; Mat. 26:67). Con quinientos años de adelanto, Zacarías profetizó que el Mesías sería traicionado por treinta piezas de plata (Zac. 11:12; Mat. 26:15) y con más de mil años de anterioridad, David predijo una serie de circunstancias relacionadas con la muerte del Mesías Jesús (Sal. 22:7-8, 18; Mat. 27:35, 39-43). Y con unos cinco siglos de antelación, la profecía de Daniel reveló cuándo aparecería el Mesías y cuándo se produciría su muerte (Dan. 9:24-27)...... y estas no son más que una pequeña muestra de las muchas profecías que se cumplieron en Jesucristo.
Por otra parte, ya se han cumplido muchas otras profecías bíblicas de largo alcance y de las que nosotros en nuestros días, somos testigos de ellas. Pero quizás usted se pregunte ¿qué tiene que ver esto con mi vida? Y nosotros respondemos que mucho, porque veamos: si alguien le hubiera estado diciendo la verdad por muchos años ¿dudaría de pronto de esa persona cuando le dijera algo nuevo y aparentemente increíble? Por supuesto que no, respondería usted...... luego si Dios ha dicho la verdad en toda la Biblia ¿no debería esto acrecentar su confianza en las promesas que contiene, como son sus profecías respecto a un venidero paraíso terrestre? Eso desde luego, sería lo razonable ¿no es cierto? Y es que podemos tener la misma confianza que tuvo Pablo, uno de los discípulos de Jesús del siglo primero, quien escribió que “Dios no puede mentir” (Tito 1:2). Además, cuando leemos las Escrituras y ponemos por obra su consejo, experimentamos una mejora en nuestra vida en general y que es evidencia de una sabiduría que el ser humano no puede alcanzar por sí mismo, pues la Biblia es el libro que revela el conocimiento de Dios que lleva a la vida eterna.
A medida que avance en su investigación de las Escrituras, si usted nos continúa leyendo y por supuesto, si sigue nuestro consejo de comprobar por usted mismo si lo que le decimos es verdad o no, probablemente irá aprendiendo cosas que difieran de lo que se le enseñó en el pasado. Puede que incluso descubra que algunas de las costumbres religiosas más entrañables para usted y que en su familia se han mantenido por generaciones, quizás no le agradan a Dios. Aprenderá también, que las normas de Dios respecto al bien y el mal, son muy superiores a las que imperan en este mundo permisivo. Quizás entienda, que al contrario de lo que dice el mundo inmoral en el que estamos viviendo, sobre la tolerancia y “comprensión” hacia el mundo homosexual, lejos de ser una muestra de “madurez social”, no es más que la aceptación de una práctica aberrante y condenada por Jehová:
“¡Qué! ¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen. Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, 10 ni ladrones, ni personas dominadas por la avidez, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios.” (1 Cor. 6:9-10).
O quizás y por poner otro ejemplo, también muy al día, entender que aceptar la idea tal y como se nos presenta, de que el aborto es un derecho de la mujer, o sea, otro logro de una sociedad adelantada, no es precisamente lo que el Creador de la vida tiene entendido:
“Tus ojos vieron hasta mi embrión y en tu libro todas sus partes estaban escritas, respecto a los días en que fueron formadas y todavía no había una entre ellas.” (Sal. 139:16).
Luego lo que queda claro, es que desde el mismo momento de la concepción, para Dios esa vida ya cuenta y destruirla, se convierte en un asesinato; cierto que al principio esto pueda parecerle abrumador, pero tenga paciencia...... recuerde que usted examina las Escrituras con el propósito de hallar el conocimiento de Dios y no para imponer el del hombre. Por lo tanto, lo razonable solo sería el admitir la posibilidad de que el consejo bíblico requiera que usted haga ciertas modificaciones o ajustes en su modo de pensar y actuar, porque realmente de eso se trata:
“Y cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios.” (Rom. 12:2).
También es posible que algunos amigos y parientes bienintencionados, se opongan a que usted vaya, de forma progresiva, ajustando su forma de ver las cosas a cómo la ve Dios y según lee en Su Palabra, pero Jesús dijo:
“En cuanto a todo aquel, pues, que confiese unión conmigo delante de los hombres, yo también confesaré unión con él delante de mi Padre que está en los cielos; pero en cuanto a cualquiera que me repudie delante de los hombres, yo también lo repudiaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mat. 10:32-33).
Quizás teman que sus nuevas ideas, lo conviertan para las personas de su entorno, algo parecido a un “bicho raro” y apartado del “progresista” modo de pensar del mundo actual; pero no olvide en donde acaba el pensar del mundo:
“Además, el mundo va pasando y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:17).
La Biblia nos exhorta de la siguiente manera:
“Como criaturas recién nacidas, desarrollen el anhelo por la leche no adulterada que pertenece a la palabra” (1 Ped. 2:2).
Un recién nacido necesita el alimento que le provee su madre y pide con insistencia que se le satisfaga esa necesidad ¿no es cierto? Del mismo modo, nosotros necesitamos el conocimiento que procede de Dios, luego no ceje en su esfuerzo de ir adquiriendo dicho conocimiento, mediante una progresiva consideración del texto bíblico; desarrolle por lo tanto, “el anhelo” por la Palabra de Dios, no abandonando su regular consideración de las Escrituras y si puede ser, póngase la meta de leer una porción de ellas diariamente: vea el resultado de hacerlo así:
“Feliz es el hombre que no ha andado en el consejo de los inicuos y en el camino de los pecadores no se ha parado y en el asiento de los burladores no se ha sentado. 2 Antes bien, su deleite está en la ley de Jehová y día y noche lee en su ley en voz baja. 3 Y ciertamente llegará a ser como un árbol plantado al lado de corrientes de agua, que da su propio fruto en su estación y cuyo follaje no se marchita y todo lo que haga, tendrá éxito.” (Sal. 1:1-3).
MABEL
Cuando Jehová colocó al primer hombre sobre la tierra, lo primero que hizo fue darle instrucciones, para que pudiera llevar adelante la comisión que Dios tenía para él:
“Además, los bendijo Dios y les dijo Dios: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra.” (Gén. 1:28).
Lo que ocurrió a continuación es historia y Jehová creyó oportuno, ante la nueva situación creada, dar otras instrucciones y ponerlas por escrito, para su preservación en el tiempo. Y si algo está claro, a tenor de lo que estamos viendo a nuestro alrededor, es que solo es razonable que nuestro amoroso Creador haya provisto un libro para instrucción y guía de la humanidad. Porque ¿no le parece a usted y a pesar del considerable conocimiento tecnológico del ser humano, que el hombre está necesitado de orientación y guía, en este confuso y desconcertante mundo en el que vivimos? Bien, pues el libro que contiene tal orientación y guía, lo conocemos como La Biblia. Ya hace más de dos mil quinientos años, un profeta e historiador escribió:
“No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso”. (Jer. 10:23).
Hoy, la veracidad de estas palabras es más obvia que nunca y por ello, el historiador canadiense William H. McNeill afirmó en su momento:
“La aventura del hombre en la Tierra ha consistido en una serie casi ininterrumpida de crisis y quebrantamientos del orden social establecido.”
Pero si bien es cierto que la Biblia satisface todas nuestras necesidades en lo que respecta a dirección adecuada se refiere, es cierto que a muchas personas les parece complicada cuando empiezan a examinarla. Es un libro extenso y algunas de sus partes no son fáciles de entender y exigiendo por ello, esfuerzo del lector en cuestión. Pero si usted recibiera un documento oficial en el que se detallase lo que tiene que hacer para recibir una valiosa herencia, ¿no dedicaría tiempo a estudiarlo minuciosamente, a pesar del esfuerzo que ello implicara? Y si ciertos apartados le resultaran difíciles de comprender, ¿no es cierto que procuraría la ayuda de algún entendido en la materia, para que le ayudara a ello? Luego, ¿por qué no hacer lo mismo con la Biblia? (Hech. 17:11). Lo que está en juego es mucho más que una herencia material. Como aprendimos en el artículo anterior a este, titulado “Tiene a su alcance un feliz porvenir”, el conocimiento de Dios puede llevarle a disfrutar de una vida sin fin, o vida eterna. Examinemos pues, el libro que revela el conocimiento de Dios. Primero presentaremos algunos datos generales y luego analizaremos razones por las que muchas personas bien informadas creen que la Biblia es, efectivamente, la Palabra inspirada de Dios.
La Biblia está compuesta por un total de 66 libros agrupados en dos secciones, que suelen denominarse “Antiguo Testamento” y “Nuevo Testamento”. Treinta y nueve de los libros se escribieron mayormente en hebreo y forman parte del primer grupo y los veintisiete restantes, en griego y que se incluyen en el segundo grupo; las Escrituras Hebreas, de Génesis hasta Malaquías, abarcan la creación y los primeros tres mil quinientos años de la historia humana. Al examinar esta sección de la Biblia, observamos la relación de Dios con los israelitas, desde el siglo XVI a.E.C., cuando se constituyeron en nación, hasta el siglo V a.E.C., que es donde acaba su registro. Las Escrituras Griegas, por otra parte, de Mateo hasta el último libro de las Escrituras, Revelación (o Apocalipsis), se centran en las enseñanzas y actividades de Jesucristo y sus discípulos durante el siglo I E.C. Hay quienes afirman que el “Antiguo Testamento” es para los judíos y el “Nuevo Testamento” para los cristianos; no obstante, 2 Tim. 3:16 especifica que “toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa”. Por consiguiente, un adecuado estudio de las Escrituras debe incluir toda la Biblia...... en realidad, ambas partes se complementan, combinándose de manera armoniosa para desarrollar un mismo tema general.
Por otra parte, quizás usted lleve años asistiendo a servicios religiosos y tal vez haya oído leer en voz alta pasajes de la Biblia, o incluso puede ser que haya leído personalmente algunas de sus secciones, lo cual sería excelente; pero ¿sabe que toda la Biblia, desde Génesis hasta Revelación, sigue un mismo hilo argumental? Sí, efectivamente, un único y armonioso tema entrelaza todas sus páginas...... y ¿cuál es?, probablemente se pregunte usted. Pues la vindicación del derecho que Dios tiene de gobernar a la humanidad y la realización de su amoroso propósito mediante el establecimiento de su reino, en manos de su Hijo Jesucristo y que más adelante veremos cómo cumplirá Dios dicho propósito.
Pero la Biblia, no solo nos revela cuál es el propósito de Dios, sino que también nos habla acerca de su personalidad: por ejemplo, de ella aprendemos que Dios tiene sentimientos y que le importan las decisiones que tomamos:
“¡Cuán a menudo se rebelaban contra él en el desierto, lo hacían sentirse herido en el desierto árido! 41 Y vez tras vez ponían a Dios a prueba y causaban dolor aun al Santo de Israel.” (Sal. 78:40-41).
De ahí que este sea su consejo para el ser humano:
“Sé sabio, hijo mío y regocija mi corazón, para que pueda responder al que me está desafiando con escarnio.” (Prov. 27:11).
Con lo cual vemos que nuestras actitudes, pueden influir en la disposición de Sus sentimientos: podemos regocijarle o hacerle sentirse herido, según qué decisiones tomemos en cada momento. También se nos habla de la consideración con la que nos trata, debido a nuestra condición caída, siendo el caso que es compasivo con nosotros:
“Jehová es misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa. 9 No por todo tiempo seguirá señalando faltas, ni hasta tiempo indefinido se quedará resentido. 10 No ha hecho con nosotros aun conforme a nuestros pecados; ni conforme a nuestros errores ha traído sobre nosotros lo que merecemos. 11 Porque así como los cielos son más altos que la tierra, su bondad amorosa es superior para con los que le temen. 12 Tan lejos como está el naciente del poniente, así de lejos ha puesto de nosotros nuestras transgresiones. 13 Como un padre muestra misericordia a sus hijos, Jehová ha mostrado misericordia a los que le temen.” (Sal. 103:8-13).
Si usted lee con atención estas palabras, no podrá por menos que sentir un profundo y emocionado agradecimiento. Y Jehová tiene una buena razón para tratarnos así y que tiene que ver con la amorosa comprensión que le inspiramos: “...... pues él mismo conoce bien la formación de nosotros y se acuerda de que somos polvo.” (Sal. 103:14). ¿Le queda alguna duda de Sus maravillosas cualidades? ¿No es esta la clase de Dios que usted desea adorar?
Sin embargo, también la Biblia como libro de consejo y guía, es el instrumento mediante el cual nuestro Creador nos da una idea clara de cuáles son las normas fijadas por Él, para nosotros; y aunque a veces estas se presentan como leyes, por lo general aparecen reflejadas en principios comunicados mediante lecciones prácticas. Dios hizo que se pusieran por escrito para nuestro beneficio algunos acontecimientos de la historia del antiguo pueblo de Israel y que son relatos francos que indican lo que sucede cuando se obra en conformidad con el propósito de Dios, así como los lamentables resultados de actuar con independencia de el; veamos un ejemplo, de las consecuencias de pasar por alto los consejos de Jehová.
En el capítulo 11 del primer libro de los Reyes, leemos la narración de un hecho histórico de rebelón contra Jehová y que derivó en nefastas consecuencias para el pueblo de Israel:
“Y el rey Salomón mismo amó a muchas esposas extranjeras junto con la hija de Faraón, a moabitas, ammonitas, edomitas, sidonias e hititas, 2 de las naciones de las que Jehová había dicho a los hijos de Israel: “Ustedes no deben meterse entre ellas y ellas mismas no deben meterse entre ustedes; verdaderamente inclinarán el corazón de ustedes a seguir a los dioses de ellas”. A ellas se adhirió Salomón para amarlas. 3 Y llegó a tener setecientas esposas, princesas y trescientas concubinas; y poco a poco sus esposas le inclinaron el corazón.”
Luego vemos que el proceder erróneo y rebelde de Salomón, por otra parte el hombre más sabio que ha existido, lo llevo a una complicada situación ante su Creador, como se explica en los siguientes versículos:
“Y al tiempo en que envejeció Salomón aconteció que sus esposas mismas habían inclinado el corazón de él a seguir a otros dioses; y su corazón no resultó completo para con Jehová su Dios como el corazón de David su padre. 5 Y Salomón empezó a ir tras Astoret, la diosa de los sidonios y tras Milcom, la cosa repugnante de los ammonitas. 6 Y Salomón empezó a hacer lo que era malo a los ojos de Jehová y no siguió de lleno a Jehová como David su padre.”
Efectivamente: Salomón cayó en el grave pecado de la idolatría y ello con nefastas consecuencias, tanto para él, como para la nación de Israel y que vemos en los siguientes versos, del 9 al 11:
“Y Jehová llegó a estar enojado con Salomón, porque su corazón se había inclinado a alejarse de Jehová el Dios de Israel, el que se le había aparecido dos veces. 10 Y respecto a esta cosa le mandó que no se fuera tras otros dioses; pero él no había guardado lo que Jehová había mandado. 11 Jehová ahora dijo a Salomón: “Por motivo de que esto ha sucedido contigo y no has guardado mi pacto y mis estatutos que te impuse como mandato, sin falta arrancaré el reino de sobre ti y ciertamente lo daré a tu siervo.”
A partir de ese momento y según dicho relato, Salomón e Israel no volvieron a disfrutar de un solo momento de paz, hasta que en tiempos de Rehoboam, hijo y sucesor de Salomón, el reino de Israel y tal como había dicho Jehová, fue dividido: diez tribus siguieron a Jeroboán, que estableció su capital en Samaria y dos se quedaron con Rehoboam, que gobernaba desde Jerusalén.
Sin embargo, las cosas pueden ser muy distintas cuando hay un sincero deseo de acercarse a Dios; veamos el ejemplo de unas personas que reconsideraron su mal proceder ante Jehová y decidieron cambiar:
“Además, entraron en un pacto de que buscarían a Jehová el Dios de sus antepasados con todo su corazón y con toda su alma; 13 que a cualquiera que no buscara a Jehová el Dios de Israel se le diera muerte, fuera pequeño o grande, fuera hombre o mujer. 14 De modo que juraron a Jehová con voz alta y con gozosa gritería y con las trompetas y con cuernos. 15 Y todo Judá se entregó a regocijo debido a lo que se había jurado; porque era con todo su corazón como habían jurado y con pleno placer de parte de ellos como lo habían buscado, de modo que él se dejó hallar por ellos; y Jehová continuó dándoles descanso todo en derredor.” (2 Cró. 15:12-15).
La lectura de tales relatos de la vida real, seguramente debería de hacer mella en nuestro corazón y si tratamos de visualizar los sucesos que leemos, lograremos identificarnos con las personas que los vivieron y así entender mejor lo que se nos cuenta de ellas. Así podremos beneficiarnos de los buenos ejemplos y eludir las trampas en las que cayeron los que obraron mal, porque no olvide que con este propósito fueron escritos estos registros:
“Pues bien, estas cosas siguieron aconteciéndoles como ejemplos y fueron escritas para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado.” (1 Cor. 10:11).
Sin embargo, hay una pregunta importante que requiere respuesta: ¿cómo podemos estar seguros de que Dios realmente inspiró lo que leemos en la Biblia?
Seguramente habrá observado que muchos libros de consejo quedan desfasados a los pocos años de ser publicados...... ¿pero a sucedido lo mismo con la Biblia? Tengamos en cuenta que es muy antigua y ya han pasado casi dos milenios desde que se escribieron sus palabras finales; de ahí que algunos piensen que no es aplicable a esta época moderna y de tecnologías tan sofisticadas. Pero por otra parte, si la Biblia es inspirada de Dios, su consejo debería estar siempre al día, prescindiendo de su antigüedad y por lo cual, la Sagrada Escritura debería seguir siendo
“...... provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra.” (2 Tim. 3:16-17).
Y es que un examen minucioso de dicho libro, nos revela que los principios bíblicos en el contenidos, son tan oportunos hoy como cuando se escribieron. En lo que respecta a la naturaleza humana, por ejemplo, la Biblia manifiesta una profunda comprensión, que es aplicable a todas las generaciones de la humanidad y el cual hecho, puede verse con facilidad en el Sermón del Monte de Jesús, recogido en los capítulos 5 a 7 del libro de Mateo. Dicho sermón impresionó tanto en su día al líder indio Mohandas Gandhi que, según se informa, le dijo a la persona que ejercía de virrey de la India (en ese tiempo colonia británica):
“Cuando su país y el mío obren en conformidad con las enseñanzas que Cristo comunicó en este Sermón del Monte, habremos resuelto no solo los problemas de nuestros respectivos países, sino los del mundo entero.”
Las enseñanzas de Jesús impresionaban e impresionan a la gente pensadora y con razón. En el mencionado Sermón del Monte, por ejemplo, indicó cómo se alcanza la felicidad verdadera; explicó la manera de resolver desacuerdos; enseñó la debida forma de orar; señaló qué actitud debe tenerse respecto a las necesidades materiales y dictó la regla áurea para fomentar las buenas relaciones interpersonales. También habló, entre otras cuestiones, de cómo detectar los engaños religiosos y de la manera de asegurarnos el futuro...... y todo eso, se diga lo que se diga, continúa estando de rigurosa actualidad.
Porque la Biblia expone claramente, tanto en el Sermón del Monte como en el resto de sus páginas, lo que hemos de hacer, o en su defecto evitar, para mejorar nuestras circunstancias en la vida. Su consejo es tan práctico, que cualquiera podría asumir las palabras de un educador, que tuvo que reconocer lo siguiente:
“A pesar de ser consejero de escuelas secundarias, poseer una licenciatura y un doctorado y haber leído un gran número de libros sobre salud mental y psicología, descubrí que el consejo bíblico con relación a asuntos como la felicidad en el matrimonio, la prevención de la delincuencia juvenil y el hacer y conservar amigos, es muy superior a cuanto leí y estudié en la universidad.”
Pero es que además de ser un libro práctico y actual, la Biblia también es confiable, porque, por ejemplo y aún cuando la Biblia no es un tratado científico, es científicamente exacta. Pensemos en que hubo una época en que el ser humano creía que la Tierra era plana, cuando el profeta Isaías ya la había calificado como un “círculo” (Isa. 40:22). Sin embargo, el concepto de una Tierra esférica no recibió amplia aceptación sino hasta cientos de años después del tiempo de Isaías. Por otra parte, Job 26:7, escrito hace más de tres mil años, dice que Dios está “colgando la tierra sobre nada”. Un escriturario comentó al respecto:
“Cómo supo Job la verdad demostrada por la astronomía, de que la Tierra está suspendida en el vacío, es una cuestión que no pueden esclarecer fácilmente los que niegan la inspiración de la Sagrada Escritura”.
Por otra parte, la forma de exponerse la información en la Biblia también fortalece nuestra confianza en este libro tan antiguo, pues a diferencia de los mitos, los sucesos que en ella se mencionan están vinculados a personas y fechas específicas (1 Rey. 14:25; Isa. 36:1; Luc. 3:1-2). Y mientras que los historiadores antiguos casi siempre exageraban las victorias de sus gobernantes y ocultaban sus derrotas y errores, los escritores de la Biblia eran francos y honrados, incluso cuando se trataba de los pecados graves que ellos mismos habían cometido (Núm. 20:7-13; 2 Sam. 12:7-14; 24:10). Pero veamos ahora, una característica fundamental de las Escrituras: las profecías.
Las profecías cumplidas son una prueba concluyente de que la Biblia es inspirada de Dios y es que en ella se contienen muchas de ellas que se han cumplido hasta en el más mínimo detalle y puesto que es obvio que no pudieron inventárselas simples hombres ¿cuál es pues, el origen de las mismas? Según la propia Biblia dice: “…... la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo” (2 Ped. 1:21), es decir, la fuerza activa de Dios; veamos algunos ejemplos.
La caída de Babilonia: Isaías y Jeremías predijeron la caída de Babilonia ante los medos y los persas y siendo un dato notable, el que la profecía de Isaías sobre este acontecimiento, se escribió unos doscientos años antes de que Babilonia fuera conquistada. Los siguientes aspectos proféticos están bien documentados históricamente: se secó el río Éufrates desviando sus aguas hacia un lago artificial (Isa. 44:27; Jer. 50:38), las puertas de Babilonia que daban al río quedaron abiertas por descuido (Isa. 45:1) y un gobernante llamado Ciro llevó a cabo la conquista (Isa. 44:28).
El ascenso y caída del “rey de Grecia”: En una visión, Daniel vio que un macho cabrío derribaba a un carnero y le quebraba sus dos cuernos; a continuación, el gran cuerno del macho cabrío era quebrado y en su lugar aparecían otros cuatro (Dan. 8:1-8). A Daniel se le explicó:
“El carnero que tú viste que poseía los dos cuernos representa a los reyes de Media y Persia. Y el macho cabrío peludo representa al rey de Grecia; y en cuanto al gran cuerno que estaba entre sus ojos, representa al primer rey. Y puesto que ese fue quebrado, de modo que hubo cuatro que finalmente se levantaron en lugar de él, hay cuatro reinos de su nación que se pondrán de pie, pero no con su poder.” (Dan. 8:20-22).
Unos dos siglos después, en conformidad con esta profecía, el “rey de Grecia” (Alejandro Magno), derrocó al bicorne Imperio medo-persa. Alejandro murió en el año 323 a.E.C. y con el tiempo, le sucedieron cuatro de sus generales; sin embargo, ninguno de aquellos cuatro reinos resultantes tuvo el poder del imperio de Alejandro.
La vida de Jesucristo: Las Escrituras Hebreas contienen muchas profecías que se cumplieron en el nacimiento, el ministerio, la muerte y la resurrección de Jesús. Por ejemplo, con más de setecientos años de antelación Miqueas predijo que el Mesías, o Cristo, nacería en Belén. (Miq. 5:2; Luc. 2:4-7); Isaías, contemporáneo de Miqueas, predijo que al Mesías lo golpearían y le escupirían (Isa. 50:6; Mat. 26:67). Con quinientos años de adelanto, Zacarías profetizó que el Mesías sería traicionado por treinta piezas de plata (Zac. 11:12; Mat. 26:15) y con más de mil años de anterioridad, David predijo una serie de circunstancias relacionadas con la muerte del Mesías Jesús (Sal. 22:7-8, 18; Mat. 27:35, 39-43). Y con unos cinco siglos de antelación, la profecía de Daniel reveló cuándo aparecería el Mesías y cuándo se produciría su muerte (Dan. 9:24-27)...... y estas no son más que una pequeña muestra de las muchas profecías que se cumplieron en Jesucristo.
Por otra parte, ya se han cumplido muchas otras profecías bíblicas de largo alcance y de las que nosotros en nuestros días, somos testigos de ellas. Pero quizás usted se pregunte ¿qué tiene que ver esto con mi vida? Y nosotros respondemos que mucho, porque veamos: si alguien le hubiera estado diciendo la verdad por muchos años ¿dudaría de pronto de esa persona cuando le dijera algo nuevo y aparentemente increíble? Por supuesto que no, respondería usted...... luego si Dios ha dicho la verdad en toda la Biblia ¿no debería esto acrecentar su confianza en las promesas que contiene, como son sus profecías respecto a un venidero paraíso terrestre? Eso desde luego, sería lo razonable ¿no es cierto? Y es que podemos tener la misma confianza que tuvo Pablo, uno de los discípulos de Jesús del siglo primero, quien escribió que “Dios no puede mentir” (Tito 1:2). Además, cuando leemos las Escrituras y ponemos por obra su consejo, experimentamos una mejora en nuestra vida en general y que es evidencia de una sabiduría que el ser humano no puede alcanzar por sí mismo, pues la Biblia es el libro que revela el conocimiento de Dios que lleva a la vida eterna.
A medida que avance en su investigación de las Escrituras, si usted nos continúa leyendo y por supuesto, si sigue nuestro consejo de comprobar por usted mismo si lo que le decimos es verdad o no, probablemente irá aprendiendo cosas que difieran de lo que se le enseñó en el pasado. Puede que incluso descubra que algunas de las costumbres religiosas más entrañables para usted y que en su familia se han mantenido por generaciones, quizás no le agradan a Dios. Aprenderá también, que las normas de Dios respecto al bien y el mal, son muy superiores a las que imperan en este mundo permisivo. Quizás entienda, que al contrario de lo que dice el mundo inmoral en el que estamos viviendo, sobre la tolerancia y “comprensión” hacia el mundo homosexual, lejos de ser una muestra de “madurez social”, no es más que la aceptación de una práctica aberrante y condenada por Jehová:
“¡Qué! ¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen. Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, 10 ni ladrones, ni personas dominadas por la avidez, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios.” (1 Cor. 6:9-10).
O quizás y por poner otro ejemplo, también muy al día, entender que aceptar la idea tal y como se nos presenta, de que el aborto es un derecho de la mujer, o sea, otro logro de una sociedad adelantada, no es precisamente lo que el Creador de la vida tiene entendido:
“Tus ojos vieron hasta mi embrión y en tu libro todas sus partes estaban escritas, respecto a los días en que fueron formadas y todavía no había una entre ellas.” (Sal. 139:16).
Luego lo que queda claro, es que desde el mismo momento de la concepción, para Dios esa vida ya cuenta y destruirla, se convierte en un asesinato; cierto que al principio esto pueda parecerle abrumador, pero tenga paciencia...... recuerde que usted examina las Escrituras con el propósito de hallar el conocimiento de Dios y no para imponer el del hombre. Por lo tanto, lo razonable solo sería el admitir la posibilidad de que el consejo bíblico requiera que usted haga ciertas modificaciones o ajustes en su modo de pensar y actuar, porque realmente de eso se trata:
“Y cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios.” (Rom. 12:2).
También es posible que algunos amigos y parientes bienintencionados, se opongan a que usted vaya, de forma progresiva, ajustando su forma de ver las cosas a cómo la ve Dios y según lee en Su Palabra, pero Jesús dijo:
“En cuanto a todo aquel, pues, que confiese unión conmigo delante de los hombres, yo también confesaré unión con él delante de mi Padre que está en los cielos; pero en cuanto a cualquiera que me repudie delante de los hombres, yo también lo repudiaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mat. 10:32-33).
Quizás teman que sus nuevas ideas, lo conviertan para las personas de su entorno, algo parecido a un “bicho raro” y apartado del “progresista” modo de pensar del mundo actual; pero no olvide en donde acaba el pensar del mundo:
“Además, el mundo va pasando y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:17).
La Biblia nos exhorta de la siguiente manera:
“Como criaturas recién nacidas, desarrollen el anhelo por la leche no adulterada que pertenece a la palabra” (1 Ped. 2:2).
Un recién nacido necesita el alimento que le provee su madre y pide con insistencia que se le satisfaga esa necesidad ¿no es cierto? Del mismo modo, nosotros necesitamos el conocimiento que procede de Dios, luego no ceje en su esfuerzo de ir adquiriendo dicho conocimiento, mediante una progresiva consideración del texto bíblico; desarrolle por lo tanto, “el anhelo” por la Palabra de Dios, no abandonando su regular consideración de las Escrituras y si puede ser, póngase la meta de leer una porción de ellas diariamente: vea el resultado de hacerlo así:
“Feliz es el hombre que no ha andado en el consejo de los inicuos y en el camino de los pecadores no se ha parado y en el asiento de los burladores no se ha sentado. 2 Antes bien, su deleite está en la ley de Jehová y día y noche lee en su ley en voz baja. 3 Y ciertamente llegará a ser como un árbol plantado al lado de corrientes de agua, que da su propio fruto en su estación y cuyo follaje no se marchita y todo lo que haga, tendrá éxito.” (Sal. 1:1-3).
MABEL
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domingo, 13 de junio de 2010
Tiene a su alcance un feliz porvenir
Recesión económica; desempleo galopante; violencia racial y de género; terrorismo; cantidad de conflictos bélicos en numerosas y distintas áreas del globo; desastres medio ambientales por todas partes, bien sean provocados por el hombre o por causas naturales; el peligro cada día más cercano de un conflicto bélico de consecuencias inimaginables en Oriente Medio y un largo etc., conforman el triste entorno en el que nos vemos envueltos diariamente. Por ello, entendemos como razonable, que cuando usted a leído la frase que da título a este comentario, se haya quedado boquiabierto y se le haya pasado por la cabeza aquello de: “¿Pero estos…... de qué van?
Sin embargo, no podemos dejar de reconocer, que no nos encontramos cómodos en ese ambiente, sencillamente porque el hombre fue creado para otra cosa. Por eso, reaccionamos positivamente y nos emocionamos ante el abrazo cariñoso de una persona amada; por otra parte, espontáneas y animadas risas surgen durante una buena comida o tertulia en compañía de amigos queridos...... además y si los tiene ¿no es feliz usted de contemplar a sus hijos jugar contentos y confiados? Claro que sí, porque ¿quién no aprecia y valora estas cosas, verdad? Porque son momentos como estos los que alegran la vida de cualquiera, aunque, sin embargo y para muchos, la inmensa mayoría probablemente, la vida parece ser una sucesión interminable de problemas de toda índole, como hemos comentado al inicio. No obstante y si ese es su caso, cobre ánimo, porque la voluntad de Dios es que usted y sus seres queridos, gocen de felicidad indefinida en condiciones óptimas y en un entorno maravilloso. Y antes de desechar esa idea como absurda, permita que le expliquemos un poco de que va la cosa; de entrada, no deberíamos de considerarlo una imposibilidad, pues es Dios, “que no puede mentir” (Tito 1:2), quien se lo promete y le ofrece además, el medio para alcanzar ese feliz porvenir: conocimiento.
Y nos referimos a una clase especial de conocimiento muy superior a la sabiduría humana. Es “el mismísimo conocimiento de Dios” (Prov. 2:5). Hace casi dos mil años, uno de los escritores de la Biblia dijo:
“Toda casa es construida por alguien, pero el que ha construido todas las cosas es Dios” (Heb. 3:4).
Piense por un momento, en el conocimiento que debe poseer el Hacedor de todas las cosas, cuando la Biblia nos dice de Él, por ejemplo, que cuenta todas las estrellas y hasta las llama por su nombre (Sal. 147:4). Figúrese lo que eso supone, puesto que hay cientos de miles de millones de estrellas en nuestra galaxia (entre los 200 y 400 mil millones) y según recientes estudios, los astrónomos afirman que existen más de cien mil millones de galaxias más. Y aunque no pretendemos hacer de este artículo, una clase magistral de astronomía, permítannos una mínima información, para que llegue a comprender el poder de Jehová.
A nuestra galaxia, la Vía Láctea, se la ha llamado una galaxia espiral gigante. Y es un nombre muy apropiado, ya que la gran inmensidad de esta enorme y brillante girándula que gira majestuosamente en la negrura del espacio, es realmente asombrosa para la mente humana. Si pudiésemos colocarnos en un extremo de nuestra galaxia y enviar un rayo de luz hacia el extremo opuesto, esa luz tardaría más de 100.000 años en atravesarla y eso que viajaría a la impresionante velocidad de 300.000 kilómetros por segundo. En otras palabras, la Vía Láctea tiene un diámetro de 100.000 años luz; pero no nos hagamos ilusiones: nuestra galaxia es más bien “modestita”.
Porque la galaxia espiral vecina llamada Andrómeda, sin ir más lejos, es más de dos veces mayor que nuestra querida Vía Láctea y puede contener más de 600.000 millones de estrellas. Pero eso no es todo; los astrónomos descubrieron allá por los años setenta, una galaxia descomunal a la que se llamó (en honor a su descubridor) Markarian 348, cuyo diámetro es unas trece veces mayor que el de nuestra Vía Láctea y por lo cual su diámetro es de alrededor de 1.300.000 años luz. O sea, toda esa burrada de kilómetros, viajando a la velocidad de la luz y que como hemos dicho, es de 300.000 kms., por segundo (realmente 299.792,458 kms./seg.). Y toda esa porción de espacio, llena de estrellas, lo cual significaría que sacando una proporcionalidad con las dimensiones de nuestra galaxia y considerando que nuestra galaxia tuviera solo 200 mil millones de estrellas, Markarián debería de tener cerca de tres billones de soles.
Sin embargo, hasta la inmensa Markarian 348 parecería pequeña al lado de la galaxia que recientemente (años 90) se ha descubierto en el centro de un cúmulo de galaxias llamado Abell 2029. Los científicos creen que se trata de la mayor galaxia que jamás han visto y es más de 60 veces mayor que la nuestra. Mide unos 6 millones de años luz de ancho y alberga la prodigiosa cantidad de alrededor de 100 billones (un 1 seguido de catorce ceros) de estrellas. Según un informe publicado en The New York Times, es también una de las galaxias más luminosas que jamás se ha observado.; y según dijo uno de sus admirados descubridores: “Es una galaxia muy grande y perfectamente organizada”.
Entonces, si nuestro cerebro no es capaz siquiera de empezar a captar la inmensidad de estos grupos de estrellas ni de las vastas distancias implicadas ¿qué puede decirse entonces, de la fuerza creadora y organizadora que hay detrás de todo ello?:
“Levanten los ojos a lo alto y vean. ¿Quién ha creado estas cosas? Es Aquel que saca el ejército de ellas aun por número, todas las cuales él llama aun por nombre.” (Isa. 40:26).
Luego, si la creación es magníficamente imponente e impresionante, ¿podemos imaginarnos, cuánto más imponente e impresionante debe ser su Creador? Veamos cómo lo intentó reflejar Salomón:
“Pero ¿verdaderamente morará Dios sobre la tierra? ¡Mira! Los cielos, sí, el cielo de los cielos, ellos mismos no pueden contenerte; ¡cuánto menos, pues, esta casa que yo he edificado!” (1 Rey. 8:27).
Pero el poderoso conocimiento de Jehová, también nos alcanza a nosotros, pues según palabras de Jesús, hasta “los mismísimos cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados.” (Mat. 10:30). Puesto que en vista de que Dios también lo sabe todo acerca de nosotros ¿quién sino Él puede dar las mejores respuestas a las preguntas más importantes de la vida? ¿Quién cree usted, que está en mejores condiciones para ayudarnos a adquirir ese conocimiento que nos puede facilitar el acceder a ese futuro tan esperanzador?
Imagínese a dos intrépidos senderistas que se internan en el espeso bosque con la meta de llegar a determinado punto. Uno confía en su experiencia e intuición, mientras el otro se ha habilitado de un completo plano, en donde hay señaladas determinadas cotas que debe de encontrar en su camino y que le ayudarán a llegar a su destino. Al tiempo debido, este último llega con éxito a su destino, mientras el primero aún anda perdido en el bosque. Luego, ¿no sería lógico que Dios nos hubiera proporcionado instrucciones para guiarnos en ese intrincado y peligroso bosque que es la vida? Y con el agravante, de que tenemos a un enemigo de mucho cuidado, que no desaprovecha ninguna oportunidad para fastidiarnos:
“Mantengan su juicio, sean vigilantes. Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien.” (1 Ped. 5:8).
Y tal vez sepa que eso es precisamente lo que la Biblia afirma ser: un libro de instrucción y guía procedente de nuestro Creador y concebido para impartir el conocimiento de Dios y ayudarnos a salvar esos peligros que nos acechan:
“Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, 17 para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra.” (2 Tim. 3:16).
Si tal afirmación es cierta, piense en los muchos tesoros de conocimiento que debe haber en ese libro. Prov. 2:1-5, por otra parte, nos insta a buscar sabiduría, a ahondar por conseguirla como haríamos para encontrar un inmenso tesoro escondido, pero no en el terreno del razonamiento humano, vano y sin fundamento, sino en la Palabra de Dios:
“Tu palabra es una lámpara para mi pie y una luz para mi vereda.” (Sal. 119:105).
Y exactamente eso es el conocimiento contenido en la Palabra de Dios, una luz que nos ayuda a cruzar este valle de confusión y oscuridad en el que está convertido este mundo en el cual penamos. Si indagamos en ella, hallaremos “el mismísimo conocimiento de Dios” y puesto que Dios comprende nuestras limitaciones y necesidades, su enseñanza es la apropiada para ayudarnos a vivir felices y en paz. (Sal. 103:14; Isa. 48:17). Además, el conocimiento de Dios nos ofrece buenas y emocionantes noticias. Y si no, vean las palabras de Jesucristo, reconocido personaje histórico, quién aludió claramente a esta faceta del conocimiento de Dios cuando dijo:
“Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3).
Imagínese: ¡conocimiento que lleva a vida eterna! Y no descarte enseguida la idea de una vida eterna pensando que no es más que una ilusión...... más bien al contrario, pause un momento y deténgase a reflexionar en algunos detalles del cuerpo humano. Por ejemplo, está magníficamente dotado para saborear, oír, oler, ver y palpar. ¡Y cuántas cosas hay en la Tierra que recrean nuestros sentidos!, veamos: alimentos deliciosos, el placentero trino de los pájaros, la fragancia de las flores, paisajes hermosos y compañerismo agradable; por otra parte, poseemos también un cerebro extraordinario que supera al ordenador más avanzado y que nos permite apreciar todas esas cosas y gozar de ellas. ¿Piensa usted que nuestro Creador quiere que muramos y nos veamos privados de semejante bienestar? Entonces, ¿para qué nos ha capacitado para ello? Veamos cómo lo expreso David:
“Te elogiaré porque de manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho. Tus obras son maravillosas, como muy bien percibe mi alma.”(Sal. 139:14).
Luego, ¿no sería mucho más razonable concluir que él desea que vivamos felices y disfrutemos de la vida para siempre? Pues bien, eso es precisamente lo que el conocimiento de Dios puede significar para usted: vivir y disfrutar de la vida para siempre. La información que da la Biblia acerca del futuro de la Tierra y de sus habitantes, podría resumirse en una sola palabra: “paraíso”. Jesucristo se refirió a él cuando dijo a un hombre moribundo: “Estarás conmigo en el paraíso” (Luc. 23:43). La mención del paraíso seguramente hizo recordar a aquel hombre el estado de felicidad en que se encontraban nuestros primeros padres, Adán y Eva, cuando principiaron; y es que cuando Dios los creó, eran perfectos y vivían en un parque ajardinado que él mismo había planificado y creado, al que se le llamó adecuadamente “el jardín de Edén”, nombre que significa “placer”.
Era un jardín precioso, un verdadero paraíso y un buen número de los bellos árboles que crecían en él producían frutos deliciosos. Cuando Adán y Eva exploraban su entorno, bebían de las limpias y frescas aguas mientras libremente recogían el fruto de los árboles para su sustento, no teniendo, por otra parte, causa alguna para sentir inquietud ni temor; ni siquiera los animales representaban una amenaza, pues Dios los había colocado bajo el dominio amoroso del hombre y la mujer. Además, la primera pareja humana tenía una salud radiante y si permanecían obedientes a Dios, les aguardaba un porvenir feliz y eterno; por otra parte, se les asignó el gratificante trabajo de atender su maravilloso hogar paradisíaco y recibieron el mandato divino de “llenar la Tierra y sojuzgarla”. Efectivamente, Adán y Eva y sus descendientes debían extender los límites del Paraíso hasta convertir todo el planeta en un lugar de belleza y placer. (Gén. 1:28).
No obstante, cuando Jesús mencionó el Paraíso, no pretendía que aquel hombre moribundo pensara en el pasado remoto. No; Jesús hablaba de un futuro y que ha llegado en este momento de nuestras vidas, luego ya es inmediato; y es que él sabía de ese futuro, en sus días todavía lejano, en que todo nuestro hogar terrestre se convertiría en un paraíso, pues sabía que Dios, sin falta, realizaría su propósito original para la humanidad y para la Tierra (Isa. 55:10-11.). Efectivamente, volverá a haber un paraíso en este planeta Tierra y ….. ¿qué lo caracterizará? Dejemos que responda la Palabra de Dios, la Biblia y en la que leemos que según la promesa de Dios, ya no habrá enfermedad ni vejez ni muerte.
“En aquel tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos mismos de los sordos serán destapados. En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo, y la lengua del mudo clamará con alegría.” (Isa. 35:5-6)
Tan eso será así, que no habrá persona que pueda decir “estoy enfermo”:
“Y ningún residente dirá: “Estoy enfermo”. La gente que more en [la tierra] constará de los que habrán sido perdonados por su error.” Y la razón de todo ello se deberá a lo siguiente: “Dios mismo estará con la humanidad. Y limpiará toda lágrima de sus ojos y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Rev. 21:3-4).
El crimen, la violencia y la iniquidad habrán desaparecido para siempre.
“Los malhechores mismos serán cortados (…..), solo un poco más de tiempo y el inicuo ya no será; (.....) él no será. Pero los mansos mismos poseerán la tierra.” (Sal. 37:9-11).
Jehová se preocupará de actuar apropiadamente para que la Tierra quede libre de personas violentas y agresivas:
“En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella.” (Prov. 2:22).
Por toda la Tierra reinará la paz, para disfrute de sus habitantes.
“Dios hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza.” (Sal. 46:9).
Por otra parte, ello implicaría la necesidad de que solo personas pacíficas y de buena condición habitaran en ella:
“El justo brotará y la abundancia de paz, hasta que la luna ya no sea.” (Sal. 72:7).
Y ¿qué hay de esos derechos tan pomposamente mencionados por el hombre, en el articulado del documento sobre los Derechos Humanos, sobre la vivienda digna, un trabajo digno, etc., etc., pero que nunca ha podido hacer realidad? En ese paraíso sí se garantizarán esos derechos y todos tendrán vivienda y trabajo agradable.
“Ciertamente edificarán casas y las ocuparán (…..). No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá. Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo; y la obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal. No se afanarán para nada, ni darán a luz para disturbio.” (Isa. 65:21-23).
Otro derecho al que sí por fin tendrá acceso el ser humano bajo esa nueva administración que Jehová va a establecer aquí en la tierra, el reino de Dios, es el derecho a la alimentación. Jamás se volverá a repetir el vergonzante y bochornoso espectáculo, de la existencia de casi 1.020 millones de personas en peligro de muerte por inanición, o sea, de hambre, ya que en ese paraíso en que será convertida la tierra, Jehová proveerá alimento saludable en abundancia.
“Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia.” (Sal. 72:16).
“La tierra misma ciertamente dará su producto; Dios, nuestro Dios, nos bendecirá.” (Sal. 67:6).
Vivir eternamente en una Tierra paradisíaca producirá gran placer.
“Los justos mismos poseerán la tierra y residirán para siempre sobre ella.” (Sal. 37:29).
Porque otra de las cosas que desaparecerá, será la vejez y con ella sus múltiples limitaciones y como no, la muerte inexorable que a ella sigue:
“Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil.” (Job 33:25).
“Él realmente se tragará a la muerte para siempre y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro. Y el oprobio de su pueblo quitará de toda la tierra, porque Jehová mismo lo ha hablado” (Isa. 25:8).
Efectivamente, todo en ese Paraíso irradiará felicidad y contentamiento:
“El desierto y la región árida se alborozarán y la llanura desértica estará gozosa y florecerá como el azafrán.” (Isa. 35:1).
Si realmente le atrae la perspectiva de vivir en el Paraíso, no permita que nada lo disuada de adquirir el conocimiento de Dios. Jehová ama a la humanidad y traerá los cambios necesarios para que la Tierra se convierta en un paraíso:
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
Ahora bien, piense en lo siguiente: si usted tuviera el poder de acabar con los sufrimientos y las injusticias que tanto imperan en el mundo ¿no lo haría? ¿Deberíamos entonces, esperar menos de Dios? La Biblia habla en términos muy gráficos de un tiempo en que Dios eliminará este sistema político conflictivo y lo sustituirá por un gobierno justo y perfecto:
“Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.” (Dan. 2:44).
Pero la Biblia, no solo se limita a decirnos lo que va a suceder, también nos muestra lo que hemos de hacer para sobrevivir y pasar al prometido nuevo mundo de Dios (2 Ped. 3:13; 1 Juan 2:17).
El conocimiento de su Creador, puede beneficiarle muchísimo también ahora; las preguntas más profundas e inquietantes de la vida se responden en ese libro tan apreciado por unos y tan vilipendiado por otros y que conocemos como La Biblia. Aceptar la dirección que esta ofrece, le ayudará a hacerse amigo de Dios, lo cual, aparte de ser un gran privilegio, le llevará a gozar de su protección en los dramáticos momentos finales de este perverso sistema actual de cosas:
“…... busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado Su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente se les oculte en el día de la cólera de Jehová.” (Sof. 2:3; Sal. 91).
Así, podrá llegar a gozar de la paz que solo Él puede dar (Rom. 15:13, 33), pues al empezar a obtener este conocimiento vital, usted estará acometiendo la empresa más importante y remuneradora de su vida. Nunca le pesará haber optado por adquirir el “conocimiento de Dios” que lleva a vida eterna...... y hemos dicho que es la Biblia el libro que contiene dicho conocimiento de Dios. Ahora bien, ¿cómo sabemos que no es un libro de sabiduría humana, sino algo muy superior?...... pero eso y si les parece, lo abordaremos en una próxima consideración.
MABEL
Recesión económica; desempleo galopante; violencia racial y de género; terrorismo; cantidad de conflictos bélicos en numerosas y distintas áreas del globo; desastres medio ambientales por todas partes, bien sean provocados por el hombre o por causas naturales; el peligro cada día más cercano de un conflicto bélico de consecuencias inimaginables en Oriente Medio y un largo etc., conforman el triste entorno en el que nos vemos envueltos diariamente. Por ello, entendemos como razonable, que cuando usted a leído la frase que da título a este comentario, se haya quedado boquiabierto y se le haya pasado por la cabeza aquello de: “¿Pero estos…... de qué van?
Sin embargo, no podemos dejar de reconocer, que no nos encontramos cómodos en ese ambiente, sencillamente porque el hombre fue creado para otra cosa. Por eso, reaccionamos positivamente y nos emocionamos ante el abrazo cariñoso de una persona amada; por otra parte, espontáneas y animadas risas surgen durante una buena comida o tertulia en compañía de amigos queridos...... además y si los tiene ¿no es feliz usted de contemplar a sus hijos jugar contentos y confiados? Claro que sí, porque ¿quién no aprecia y valora estas cosas, verdad? Porque son momentos como estos los que alegran la vida de cualquiera, aunque, sin embargo y para muchos, la inmensa mayoría probablemente, la vida parece ser una sucesión interminable de problemas de toda índole, como hemos comentado al inicio. No obstante y si ese es su caso, cobre ánimo, porque la voluntad de Dios es que usted y sus seres queridos, gocen de felicidad indefinida en condiciones óptimas y en un entorno maravilloso. Y antes de desechar esa idea como absurda, permita que le expliquemos un poco de que va la cosa; de entrada, no deberíamos de considerarlo una imposibilidad, pues es Dios, “que no puede mentir” (Tito 1:2), quien se lo promete y le ofrece además, el medio para alcanzar ese feliz porvenir: conocimiento.
Y nos referimos a una clase especial de conocimiento muy superior a la sabiduría humana. Es “el mismísimo conocimiento de Dios” (Prov. 2:5). Hace casi dos mil años, uno de los escritores de la Biblia dijo:
“Toda casa es construida por alguien, pero el que ha construido todas las cosas es Dios” (Heb. 3:4).
Piense por un momento, en el conocimiento que debe poseer el Hacedor de todas las cosas, cuando la Biblia nos dice de Él, por ejemplo, que cuenta todas las estrellas y hasta las llama por su nombre (Sal. 147:4). Figúrese lo que eso supone, puesto que hay cientos de miles de millones de estrellas en nuestra galaxia (entre los 200 y 400 mil millones) y según recientes estudios, los astrónomos afirman que existen más de cien mil millones de galaxias más. Y aunque no pretendemos hacer de este artículo, una clase magistral de astronomía, permítannos una mínima información, para que llegue a comprender el poder de Jehová.
A nuestra galaxia, la Vía Láctea, se la ha llamado una galaxia espiral gigante. Y es un nombre muy apropiado, ya que la gran inmensidad de esta enorme y brillante girándula que gira majestuosamente en la negrura del espacio, es realmente asombrosa para la mente humana. Si pudiésemos colocarnos en un extremo de nuestra galaxia y enviar un rayo de luz hacia el extremo opuesto, esa luz tardaría más de 100.000 años en atravesarla y eso que viajaría a la impresionante velocidad de 300.000 kilómetros por segundo. En otras palabras, la Vía Láctea tiene un diámetro de 100.000 años luz; pero no nos hagamos ilusiones: nuestra galaxia es más bien “modestita”.
Porque la galaxia espiral vecina llamada Andrómeda, sin ir más lejos, es más de dos veces mayor que nuestra querida Vía Láctea y puede contener más de 600.000 millones de estrellas. Pero eso no es todo; los astrónomos descubrieron allá por los años setenta, una galaxia descomunal a la que se llamó (en honor a su descubridor) Markarian 348, cuyo diámetro es unas trece veces mayor que el de nuestra Vía Láctea y por lo cual su diámetro es de alrededor de 1.300.000 años luz. O sea, toda esa burrada de kilómetros, viajando a la velocidad de la luz y que como hemos dicho, es de 300.000 kms., por segundo (realmente 299.792,458 kms./seg.). Y toda esa porción de espacio, llena de estrellas, lo cual significaría que sacando una proporcionalidad con las dimensiones de nuestra galaxia y considerando que nuestra galaxia tuviera solo 200 mil millones de estrellas, Markarián debería de tener cerca de tres billones de soles.
Sin embargo, hasta la inmensa Markarian 348 parecería pequeña al lado de la galaxia que recientemente (años 90) se ha descubierto en el centro de un cúmulo de galaxias llamado Abell 2029. Los científicos creen que se trata de la mayor galaxia que jamás han visto y es más de 60 veces mayor que la nuestra. Mide unos 6 millones de años luz de ancho y alberga la prodigiosa cantidad de alrededor de 100 billones (un 1 seguido de catorce ceros) de estrellas. Según un informe publicado en The New York Times, es también una de las galaxias más luminosas que jamás se ha observado.; y según dijo uno de sus admirados descubridores: “Es una galaxia muy grande y perfectamente organizada”.
Entonces, si nuestro cerebro no es capaz siquiera de empezar a captar la inmensidad de estos grupos de estrellas ni de las vastas distancias implicadas ¿qué puede decirse entonces, de la fuerza creadora y organizadora que hay detrás de todo ello?:
“Levanten los ojos a lo alto y vean. ¿Quién ha creado estas cosas? Es Aquel que saca el ejército de ellas aun por número, todas las cuales él llama aun por nombre.” (Isa. 40:26).
Luego, si la creación es magníficamente imponente e impresionante, ¿podemos imaginarnos, cuánto más imponente e impresionante debe ser su Creador? Veamos cómo lo intentó reflejar Salomón:
“Pero ¿verdaderamente morará Dios sobre la tierra? ¡Mira! Los cielos, sí, el cielo de los cielos, ellos mismos no pueden contenerte; ¡cuánto menos, pues, esta casa que yo he edificado!” (1 Rey. 8:27).
Pero el poderoso conocimiento de Jehová, también nos alcanza a nosotros, pues según palabras de Jesús, hasta “los mismísimos cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados.” (Mat. 10:30). Puesto que en vista de que Dios también lo sabe todo acerca de nosotros ¿quién sino Él puede dar las mejores respuestas a las preguntas más importantes de la vida? ¿Quién cree usted, que está en mejores condiciones para ayudarnos a adquirir ese conocimiento que nos puede facilitar el acceder a ese futuro tan esperanzador?
Imagínese a dos intrépidos senderistas que se internan en el espeso bosque con la meta de llegar a determinado punto. Uno confía en su experiencia e intuición, mientras el otro se ha habilitado de un completo plano, en donde hay señaladas determinadas cotas que debe de encontrar en su camino y que le ayudarán a llegar a su destino. Al tiempo debido, este último llega con éxito a su destino, mientras el primero aún anda perdido en el bosque. Luego, ¿no sería lógico que Dios nos hubiera proporcionado instrucciones para guiarnos en ese intrincado y peligroso bosque que es la vida? Y con el agravante, de que tenemos a un enemigo de mucho cuidado, que no desaprovecha ninguna oportunidad para fastidiarnos:
“Mantengan su juicio, sean vigilantes. Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien.” (1 Ped. 5:8).
Y tal vez sepa que eso es precisamente lo que la Biblia afirma ser: un libro de instrucción y guía procedente de nuestro Creador y concebido para impartir el conocimiento de Dios y ayudarnos a salvar esos peligros que nos acechan:
“Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, 17 para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra.” (2 Tim. 3:16).
Si tal afirmación es cierta, piense en los muchos tesoros de conocimiento que debe haber en ese libro. Prov. 2:1-5, por otra parte, nos insta a buscar sabiduría, a ahondar por conseguirla como haríamos para encontrar un inmenso tesoro escondido, pero no en el terreno del razonamiento humano, vano y sin fundamento, sino en la Palabra de Dios:
“Tu palabra es una lámpara para mi pie y una luz para mi vereda.” (Sal. 119:105).
Y exactamente eso es el conocimiento contenido en la Palabra de Dios, una luz que nos ayuda a cruzar este valle de confusión y oscuridad en el que está convertido este mundo en el cual penamos. Si indagamos en ella, hallaremos “el mismísimo conocimiento de Dios” y puesto que Dios comprende nuestras limitaciones y necesidades, su enseñanza es la apropiada para ayudarnos a vivir felices y en paz. (Sal. 103:14; Isa. 48:17). Además, el conocimiento de Dios nos ofrece buenas y emocionantes noticias. Y si no, vean las palabras de Jesucristo, reconocido personaje histórico, quién aludió claramente a esta faceta del conocimiento de Dios cuando dijo:
“Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3).
Imagínese: ¡conocimiento que lleva a vida eterna! Y no descarte enseguida la idea de una vida eterna pensando que no es más que una ilusión...... más bien al contrario, pause un momento y deténgase a reflexionar en algunos detalles del cuerpo humano. Por ejemplo, está magníficamente dotado para saborear, oír, oler, ver y palpar. ¡Y cuántas cosas hay en la Tierra que recrean nuestros sentidos!, veamos: alimentos deliciosos, el placentero trino de los pájaros, la fragancia de las flores, paisajes hermosos y compañerismo agradable; por otra parte, poseemos también un cerebro extraordinario que supera al ordenador más avanzado y que nos permite apreciar todas esas cosas y gozar de ellas. ¿Piensa usted que nuestro Creador quiere que muramos y nos veamos privados de semejante bienestar? Entonces, ¿para qué nos ha capacitado para ello? Veamos cómo lo expreso David:
“Te elogiaré porque de manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho. Tus obras son maravillosas, como muy bien percibe mi alma.”(Sal. 139:14).
Luego, ¿no sería mucho más razonable concluir que él desea que vivamos felices y disfrutemos de la vida para siempre? Pues bien, eso es precisamente lo que el conocimiento de Dios puede significar para usted: vivir y disfrutar de la vida para siempre. La información que da la Biblia acerca del futuro de la Tierra y de sus habitantes, podría resumirse en una sola palabra: “paraíso”. Jesucristo se refirió a él cuando dijo a un hombre moribundo: “Estarás conmigo en el paraíso” (Luc. 23:43). La mención del paraíso seguramente hizo recordar a aquel hombre el estado de felicidad en que se encontraban nuestros primeros padres, Adán y Eva, cuando principiaron; y es que cuando Dios los creó, eran perfectos y vivían en un parque ajardinado que él mismo había planificado y creado, al que se le llamó adecuadamente “el jardín de Edén”, nombre que significa “placer”.
Era un jardín precioso, un verdadero paraíso y un buen número de los bellos árboles que crecían en él producían frutos deliciosos. Cuando Adán y Eva exploraban su entorno, bebían de las limpias y frescas aguas mientras libremente recogían el fruto de los árboles para su sustento, no teniendo, por otra parte, causa alguna para sentir inquietud ni temor; ni siquiera los animales representaban una amenaza, pues Dios los había colocado bajo el dominio amoroso del hombre y la mujer. Además, la primera pareja humana tenía una salud radiante y si permanecían obedientes a Dios, les aguardaba un porvenir feliz y eterno; por otra parte, se les asignó el gratificante trabajo de atender su maravilloso hogar paradisíaco y recibieron el mandato divino de “llenar la Tierra y sojuzgarla”. Efectivamente, Adán y Eva y sus descendientes debían extender los límites del Paraíso hasta convertir todo el planeta en un lugar de belleza y placer. (Gén. 1:28).
No obstante, cuando Jesús mencionó el Paraíso, no pretendía que aquel hombre moribundo pensara en el pasado remoto. No; Jesús hablaba de un futuro y que ha llegado en este momento de nuestras vidas, luego ya es inmediato; y es que él sabía de ese futuro, en sus días todavía lejano, en que todo nuestro hogar terrestre se convertiría en un paraíso, pues sabía que Dios, sin falta, realizaría su propósito original para la humanidad y para la Tierra (Isa. 55:10-11.). Efectivamente, volverá a haber un paraíso en este planeta Tierra y ….. ¿qué lo caracterizará? Dejemos que responda la Palabra de Dios, la Biblia y en la que leemos que según la promesa de Dios, ya no habrá enfermedad ni vejez ni muerte.
“En aquel tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos mismos de los sordos serán destapados. En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo, y la lengua del mudo clamará con alegría.” (Isa. 35:5-6)
Tan eso será así, que no habrá persona que pueda decir “estoy enfermo”:
“Y ningún residente dirá: “Estoy enfermo”. La gente que more en [la tierra] constará de los que habrán sido perdonados por su error.” Y la razón de todo ello se deberá a lo siguiente: “Dios mismo estará con la humanidad. Y limpiará toda lágrima de sus ojos y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Rev. 21:3-4).
El crimen, la violencia y la iniquidad habrán desaparecido para siempre.
“Los malhechores mismos serán cortados (…..), solo un poco más de tiempo y el inicuo ya no será; (.....) él no será. Pero los mansos mismos poseerán la tierra.” (Sal. 37:9-11).
Jehová se preocupará de actuar apropiadamente para que la Tierra quede libre de personas violentas y agresivas:
“En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella.” (Prov. 2:22).
Por toda la Tierra reinará la paz, para disfrute de sus habitantes.
“Dios hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza.” (Sal. 46:9).
Por otra parte, ello implicaría la necesidad de que solo personas pacíficas y de buena condición habitaran en ella:
“El justo brotará y la abundancia de paz, hasta que la luna ya no sea.” (Sal. 72:7).
Y ¿qué hay de esos derechos tan pomposamente mencionados por el hombre, en el articulado del documento sobre los Derechos Humanos, sobre la vivienda digna, un trabajo digno, etc., etc., pero que nunca ha podido hacer realidad? En ese paraíso sí se garantizarán esos derechos y todos tendrán vivienda y trabajo agradable.
“Ciertamente edificarán casas y las ocuparán (…..). No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá. Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo; y la obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal. No se afanarán para nada, ni darán a luz para disturbio.” (Isa. 65:21-23).
Otro derecho al que sí por fin tendrá acceso el ser humano bajo esa nueva administración que Jehová va a establecer aquí en la tierra, el reino de Dios, es el derecho a la alimentación. Jamás se volverá a repetir el vergonzante y bochornoso espectáculo, de la existencia de casi 1.020 millones de personas en peligro de muerte por inanición, o sea, de hambre, ya que en ese paraíso en que será convertida la tierra, Jehová proveerá alimento saludable en abundancia.
“Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia.” (Sal. 72:16).
“La tierra misma ciertamente dará su producto; Dios, nuestro Dios, nos bendecirá.” (Sal. 67:6).
Vivir eternamente en una Tierra paradisíaca producirá gran placer.
“Los justos mismos poseerán la tierra y residirán para siempre sobre ella.” (Sal. 37:29).
Porque otra de las cosas que desaparecerá, será la vejez y con ella sus múltiples limitaciones y como no, la muerte inexorable que a ella sigue:
“Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil.” (Job 33:25).
“Él realmente se tragará a la muerte para siempre y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro. Y el oprobio de su pueblo quitará de toda la tierra, porque Jehová mismo lo ha hablado” (Isa. 25:8).
Efectivamente, todo en ese Paraíso irradiará felicidad y contentamiento:
“El desierto y la región árida se alborozarán y la llanura desértica estará gozosa y florecerá como el azafrán.” (Isa. 35:1).
Si realmente le atrae la perspectiva de vivir en el Paraíso, no permita que nada lo disuada de adquirir el conocimiento de Dios. Jehová ama a la humanidad y traerá los cambios necesarios para que la Tierra se convierta en un paraíso:
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
Ahora bien, piense en lo siguiente: si usted tuviera el poder de acabar con los sufrimientos y las injusticias que tanto imperan en el mundo ¿no lo haría? ¿Deberíamos entonces, esperar menos de Dios? La Biblia habla en términos muy gráficos de un tiempo en que Dios eliminará este sistema político conflictivo y lo sustituirá por un gobierno justo y perfecto:
“Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.” (Dan. 2:44).
Pero la Biblia, no solo se limita a decirnos lo que va a suceder, también nos muestra lo que hemos de hacer para sobrevivir y pasar al prometido nuevo mundo de Dios (2 Ped. 3:13; 1 Juan 2:17).
El conocimiento de su Creador, puede beneficiarle muchísimo también ahora; las preguntas más profundas e inquietantes de la vida se responden en ese libro tan apreciado por unos y tan vilipendiado por otros y que conocemos como La Biblia. Aceptar la dirección que esta ofrece, le ayudará a hacerse amigo de Dios, lo cual, aparte de ser un gran privilegio, le llevará a gozar de su protección en los dramáticos momentos finales de este perverso sistema actual de cosas:
“…... busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado Su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente se les oculte en el día de la cólera de Jehová.” (Sof. 2:3; Sal. 91).
Así, podrá llegar a gozar de la paz que solo Él puede dar (Rom. 15:13, 33), pues al empezar a obtener este conocimiento vital, usted estará acometiendo la empresa más importante y remuneradora de su vida. Nunca le pesará haber optado por adquirir el “conocimiento de Dios” que lleva a vida eterna...... y hemos dicho que es la Biblia el libro que contiene dicho conocimiento de Dios. Ahora bien, ¿cómo sabemos que no es un libro de sabiduría humana, sino algo muy superior?...... pero eso y si les parece, lo abordaremos en una próxima consideración.
MABEL
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viernes, 11 de junio de 2010
Cuando la Tierra esté llena del conocimiento de Jehová
Imaginémonos por un momento a un artista, un escultor por ejemplo, que acaba de culminar una preciosa obra. El hombre considera, quizás con razón, que es una escultura muy buena, una verdadera obra maestra; pero lamentablemente y durante la noche, un rival suyo, celoso, la estropea. Es comprensible que el artista en cuestión se duela mucho al ver lo sucedido y que piense, cuán justo sería que el autor de semejante acto vandálico fuera castigado; y puede imaginarse, por otra parte, cuánto se esfuerza en restaurar su obra para que recobre su anterior belleza.
Pues bien, Jehová y al igual que el artista de la ilustración, realizó en su momento una obra maestra al preparar la Tierra y colocar en ella a la raza humana. Después de crear al hombre y la mujer, como cumbre de su obra maestra, Dios manifestó su complacencia diciendo que todo lo que había hecho en la Tierra era “muy bueno” (Gén. 1:31). Adán y Eva eran hijos de Dios y consecuentemente, Él los amaba: eran Su creación y había preparado un futuro feliz y glorioso para ellos:
“Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó. 28 Además, los bendijo Dios y les dijo Dios: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra” (Gén. 1:27-28).
Jehová había colocado al hombre en un hermoso jardín o paraíso, diseñado y plantado por Él mismo y comisionando a la primera pareja humana a extender dicho paraíso de placer por todo el planeta y siendo el caso, que de haber mantenido lealtad a su Creador, habrían podido vivir eternamente en ese entorno y gozando además, de la perfección física, mental y espiritual de la que los había dotado Jehová (Gén. 2:17). Pero aun siendo cierto que un “enemigo” actuó, ya que fue Satanás el que los indujo a rebelarse y por ello, la perfecta y maravillosa creación de Dios resultó dañada, ciertamente no lo fue de forma irreparable.
Y aunque Dios decidió de forma inmediata hacer los pertinentes ajustes para reconducir la situación, lo cierto es que temporalmente esa vida perfecta de la que gozaba el hombre cambió radicalmente:
“Y a Adán dijo: “Porque escuchaste la voz de tu esposa y te pusiste a comer del árbol respecto del cual te di este mandato: “No debes comer de él”, maldito está el suelo por tu causa. Con dolor comerás su producto todos los días de tu vida. 18 Y espinos y cardos hará crecer para ti y tienes que comer la vegetación del campo. 19 Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás.”
Tristemente y debido a su falta de aprecio, Adán perdió aquél hogar paradisíaco, quedó sujeto al sufrimiento, la enfermedad, a los estragos de la vejez y finalmente, a la muerte...... resumiendo, que la vida de la que en un día disfruto, nada tenía que ve con la que acabó viviendo: la primera, era la vida que “realmente lo es”, según nos menciona Pablo en 1 Tim. 6:19, pero la segunda no. Y es que a nuestra breve y atribulada existencia, no puede llamársele de ninguna manera “la vida que realmente lo es”, pues dista mucho del propósito original de Jehová: la vida que realmente lo es y que Dios desea para todos nosotros, es “vida eterna” en las mismas condiciones perfectas que disfrutaron Adán y Eva (Juan 3:16; Hech. 3:21).
Teniendo esto presente, pasemos ahora a considerar la importancia que para nosotros tiene el conocer esta información acerca de la persona y de los planes de Dios para con nosotros y con este propósito, ya Jesús nos habló acerca de la estrecha relación existente, entre la vida eterna y el conocimiento de Dios:
“Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.” (Juan 17:3).
Pero también es cierto, que dicho conocimiento conlleva una responsabilidad ante Jehová:
“Por lo tanto, si uno sabe hacer lo que es correcto y sin embargo, no lo hace, es para él un pecado.” (Sant. 4:17).
Pero piense en las bendiciones que usted tendrá si adquiere y utiliza ese conocimiento para conseguir la vida eterna. En su Palabra (la Biblia), Jehová Dios nos da una hermosa descripción de cómo será la vida en esa Tierra paradisíaca que tan próxima está; por supuesto, no debe ser el deseo de una recompensa lo que nos lleve a servir a Dios y ajustarnos a sus preceptos, sino más bien, el amor que hacía a Él sentimos, por ser quién es. Amor que no se puede desarrollar, a menos que tengamos ese conocimiento de Él, dado que es una máxima ampliamente aceptada, que solo se ama aquello que se conoce y por ello, el primer y más grande mandamiento, según el propio Hijo de Dios, es el siguiente:
“Jesús contestó: “El primero es: Oye, oh Israel, Jehová nuestro Dios es un solo Jehová, 30 y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” (Mar. 12:29-30).
Además, algo que es muy importante saber, es que la vida no se gana sirviendo a Jehová: la vida eterna es un regalo de Dios:
“Porque el salario que el pecado paga es muerte, pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor.” (Rom. 6:23).
Conviene que meditemos en esa vida, porque la esperanza del paraíso puesta ante nosotros, nos recuerda la clase de Dios que es Jehová, el amoroso “remunerador de los que le buscan solícitamente” (Heb. 11:6). Por ello, si mantenemos viva la esperanza en nuestra mente y corazón, nos costará muchísimo menos aguantar las dificultades que este mundo gobernado por Satanás nos impone:
“La cólera de Jehová no se volverá atrás hasta que él haya llevado a cabo y hasta que haya realizado las ideas de su corazón. En la parte final de los días ustedes darán su consideración a ello con entendimiento.” (Jer. 23:20).
Y puesto que según todos los indicios, ya estamos en esa parte final de esos días, centremos nuestra atención seguidamente en la esperanza bíblica de vida eterna en el futuro Paraíso terrestre; ahora bien ¿cómo será la vida cuando la Tierra esté llena del conocimiento de Dios? (Isa. 11:9b).
Cuando se cumpla el tiempo determinado, Jehová Dios destruirá el actual sistema de cosas inicuo y que de acuerdo al calendario profético, vemos que el mundo se aproxima rápidamente a lo que la Biblia llama Har-Magedón, o Armagedón. Y aunque a algunas personas este término quizás les haga pensar en un holocausto nuclear provocado por naciones en guerra, nada tiene que ver con ello, pues como indica Rev. 16:14-16, Armagedón es “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” y una guerra en la que participan “los reyes de toda la tierra habitada”, es decir, todas las naciones por una parte y el Hijo de Jehová Dios, su Rey designado Jesucristo, por la otra y que pronto entrarán en batalla y siendo el desenlace absolutamente seguro: todos los que se opongan al reino de Dios y que formen parte del sistema inicuo de Satanás, serán eliminados. (Rev. 19:11-20:3). Únicamente sobrevivirán los que se mantengan leales a Jehová (Sof. 2:3).
Pero imagínese que usted ha sobrevivido a ese cataclismo, lo cual sinceramente deseamos ¿no le mueve un poquitín la curiosidad por saber cómo será la vida en la Tierra, en el nuevo mundo (o “nueva tierra”) que Dios ha prometido? (2 Ped. 3:13). Y la verdad es que no hay razón para especular, pues la Biblia nos da una perspectiva por adelantado y lo que nos dice acerca de ello, es muy emocionante. De entrada y como ya hemos considerado, se inhabilitará a Satanás y sus demonios, es decir, serán encerrados en un abismo de inactividad durante el Reinado Milenario de Jesucristo; luego esas perversas criaturas ya no seguirán acechándonos, causando problemas y tratando de empujarnos a cometer actos de infidelidad contra Dios (Rev. 20:1-3).
Otra bendición de la que seremos receptores, es que también desaparecerá toda clase de enfermedad:
“Y ningún residente dirá: “Estoy enfermo”. La gente que more en la tierra constará de los que habrán sido perdonados por su error.” (Isa. 33:24).
Entonces los cojos podrán ponerse de pie, caminar, correr y saltar, pues tendrán piernas fuertes y sanas. Después de haber vivido durante años en un mundo de silencio, los sordos oirán los alegres sonidos de su entorno...... los ciegos se sobrecogerán al ver aparecer ante sus ojos un mundo de formas y colores de un hermoso entorno, totalmente distinto al que conocemos ahora, porque hasta el medio ambiente se beneficiará de la obra regeneradora de Dios mediante su Hijo Jesucristo:
“En aquel tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos y los oídos mismos de los sordos serán destapados. 6 En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo y la lengua del mudo clamará con alegría. Pues en el desierto habrán brotado aguas y torrentes en la llanura desértica. 7 Y el suelo abrasado por el calor se habrá puesto como un estanque lleno de cañas; y el suelo sediento, como manantiales de agua. En el lugar de habitación de los chacales, un lugar de descanso para ellos, habrá hierba verde con cañas y papiros.” (Isa. 35:5-7).
Y más aún: ¡Por fin podrán contemplar el rostro de sus seres amados! Y puede que entonces se les nuble la vista momentáneamente, a causa de las lágrimas de alegría, pero esa…... ya es otra cuestión.
¡Imagínese! Ya no harán falta lentes, ni muletas, ni bastones, ni medicinas, ni clínicas dentales, ni hospitales; nunca más habrá depresión ni enfermedades emocionales que priven de felicidad a la gente, ni ningún niño estará enfermo. Incluso los estragos causados por la edad avanzada o vejez, desaparecerán:
“Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil.” (Job 33:25).
Estaremos más sanos y fuertes y en la plenitud de nuestra juventud. Todas las mañanas y tras una noche de sueño apacible y reparador, despertaremos con energías renovadas, llenos de vigor y con ganas de empezar un nuevo día de vida apasionante y de trabajo satisfactorio y remunerador.
Los supervivientes del Armagedón, junto con aquellas personas que vayan resucitando, tendrán mucho trabajo agradable que hacer, puesto que tendrán que reemprender la tarea que apenas inició Adán: convertir la Tierra en un paraíso. Se eliminará todo vestigio del viejo sistema contaminado y donde antes había barrios insalubres y tierra arruinada, habrá parques, huertos y frondosos bosques; además, todo el mundo dispondrá de una vivienda agradable, cómoda y a su gusto:
“Y ciertamente edificarán casas y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. 22 No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá. Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo; y la obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal.” (Isa. 65:21-22).
Con el paso del tiempo, las zonas paradisíacas de la Tierra se extenderán y unirán gradualmente, hasta que todo el globo terráqueo alcance la elevada norma de belleza que el Creador fijó en el jardín de Edén. ¡Qué satisfacción dará participar en esa labor de restaurar la Tierra!
A diferencia de lo que ocurre actualmente y para no perjudicar el medio ambiente, todas las tareas se efectuarán siguiendo la dirección divina, por lo que el hombre estará en paz con los animales y ya no los matará sin piedad, al grado de casi acabar con especies enteras, sino que cuidará bien de ellos, pues habrá vuelto a asumir la administración responsable de la Tierra que en su momento fue delegada en Adán. Imagínese por un momento, ver comer juntos a lobos y corderos, leones y becerros; luego los animales salvajes, serán totalmente inofensivos para con los de su raza y lo que es más, no siendo ya un peligro para el ser humano:
“Y el lobo realmente morará por un tiempo con el cordero, y el leopardo mismo se echará con el cabrito, y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos. 7 Y la vaca y la osa mismas pacerán; sus crías se echarán juntas. Y hasta el león comerá paja justamente como el toro. 8 Y el niño de pecho ciertamente jugará sobre el agujero de la cobra; y sobre la abertura para la luz de una culebra venenosa realmente pondrá su propia mano un niño destetado.” (Isa. 11:6-8).
Ya no existirán hombres crueles y violentos que perturben la tranquilidad del nuevo mundo:
“En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella.” (Prov. 2:22).
El hambre, esa plaga silenciosa y silenciada, que a día de hoy tiene a más de 1.000 millones de personas al borde de la muerte por inanición, 1.000 millones de seres humanos y que se dice pronto, será cosa del pasado:
“Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia.” (Sal. 72:16).
En Isa. 11:9, se nos explica el por qué no se hará daño alguno en todo el planeta:
“La tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar”.
Estas palabras se refieren evidentemente a los seres humanos, pues los animales no pueden, obviamente, adquirir el “conocimiento de Jehová” y efectuar cambios, ya que no han sido creados con esa capacidad y se rigen por el instinto. Ahora bien, el conocimiento de nuestro Creador sí cambia a las personas y quizás usted, conozca a personas ya que han efectuado cambios en sus vidas al aplicar dicho conocimiento de Dios en sus vidas. De hecho, por todo el mundo hay miles de personas a las que las difíciles circunstancias por las que actualmente estamos enfrentando y que cumplen profecía, les ha hecho reflexionar acerca de este asunto e intentar adquirir ese conocimiento dador de vida del que nos habla Juan 17:3, mediante un estudio personal y concienzudo de las Escrituras y llevándolas a efectuar, como hemos señalado, cambios significativos en sus vidas. Algunas de ellas se asocian con algún tipo de organización religiosa, otras sin embargo no, pero en todas se manifiestan las palabras de Heb. 4:12:
“Porque la palabra de Dios es viva y ejerce poder (“es eficaz”, según versiones) y es más aguda que toda espada de dos filos y penetra hasta dividir entre alma y espíritu y entre coyunturas y su tuétano y puede discernir pensamientos e intenciones del corazón.” (Acotación nuestra).
Lo cual también señala al tiempo en que todas las personas del mundo, no solo unos miles, se habrán despojado por completo de sus características agresivas o violentas y vivirán pacíficamente para siempre. Pero...... ¿qué hay de la muerte, ese implacable enemigo que siempre nos gana la partida?; veámoslo:
“Él realmente se tragará a la muerte para siempre y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro. Y el oprobio de su pueblo quitará de toda la tierra, porque Jehová mismo lo ha hablado.” (Isa. 25:8).
¿Se imagina qué maravilloso será, cuando la Tierra esté llena del conocimiento de Dios? Y es que bajo la dirección del Rey Jesucristo y sus corregentes asociados, se llevará a cabo un extenso programa educativo, en el que se usarán nuevos “rollos” y que seguramente serán nuevas instrucciones escritas procedentes de Dios para educar a los habitantes de la Tierra. (Rev. 20:12). La humanidad no aprenderá más la guerra, sino que la paz será la norma y todas las armas destructivas desaparecerán para siempre (Sal. 46:9), a la vez que a todos los componentes de esa nueva sociedad humana, se les enseñará a tratar a su prójimo con amor, respeto y dignidad. La humanidad llegará a ser una familia unida y jamás volverán a existir barreras divisivas que obstaculicen la unidad y la hermandad (Sal. 133:1-3). Ya nunca más nadie tendrá que cerrar con llave su casa por temor a los ladrones, porque la paz reinará en todo corazón, en todo hogar y en todo rincón de la Tierra (Miq. 4:4).
Por otra parte, durante ese milenio tendrá lugar el más maravilloso acontecimiento jamás experimentado por la humanidad: la resurrección de los muertos. Todos aquellos que estén en la memoria de Jehová, tanto justos como injustos, volverán a la vida y se les ofrecerá la oportunidad y la ayuda necesaria para poder alcanzar en un futuro y al final de los mil años, el derecho a la vida eterna. En lugar de oír informes de guerras, desastres y muerte, los bendecidos de Jehová recibirán maravillosas noticias sobre la resurrección y será sencillamente emocionante enterarse al debido tiempo de ellos, del regreso de hombres y mujeres fieles como Abel, Noé, Abrahán, Sara, Job, Moisés, Rahab, Rut, David, Daniel, Elías, Ester….. y tantos otros de los que hoy leemos en las Escrituras, que son ejemplos a seguir por nosotros. Cuántos detalles aclaratorios de hechos históricos interesantes conoceremos, cuando esos resucitados aporten sus vivencias sobre muchos de los relatos bíblicos y acerca de los cuales tenemos puntos oscuros; y a la vez, que tanto ellos como los justos que hayan muerto en tiempos anteriores a nuestra era, también querrán conocer detalles acerca de cómo fue el fin del sistema de Satanás y de cómo Jehová santificó su santo nombre y vindicó su soberanía...... y eso, usted podrá explicárselo personalmente si está allí.
Estos hombres y mujeres fieles, así como aquellos que sobrevivan a la “gran tribulación” (Mat. 24:21), serán de mucha ayuda durante esta segunda fase de la resurrección, cuando se vayan soltando de las cadenas de la muerte a miles de millones de “injustos”. La mayor parte de la humanidad jamás tuvo la oportunidad de conocer a Jehová, pues Satanás “cegó su mente” (2 Cor. 4:4), pero la obra del Diablo será desbaratada. Los injustos regresarán a una Tierra hermosa en la que reinará la paz y en la que personas bien organizadas (las que hemos citado), los recibirán para enseñarles acerca de Jehová y su Hijo reinante, Jesucristo. Cuando los miles de millones de resucitados lleguen a conocer y amar a su Creador, el conocimiento de Jehová llenará la Tierra de una manera sin precedentes.
¡Y cuánta alegría producirá la resurrección! Porque, ¿quién no ha sufrido a causa de la muerte, nuestro gran enemigo? Es más, ¿quién no se ha sentido destrozado cuando la enfermedad, la vejez, un accidente o algún acto violento se ha cobrado la vida de un ser querido y ha roto así el lazo de amor o amistad que le unía a esa persona? Imagínese, entonces, el júbilo que habrá en el paraíso cuando de forma progresiva vayan apareciendo personas y reuniéndose con los suyos. Madres y padres, hijos e hijas, amigos y parientes correrán a abrazarse, riendo y llorando de alegría...... ¿se ve usted allí, formando parte de ese comité de recepción).
¡¡Perfección!! ¿Se ha preguntado alguna vez, qué supondrá ser perfectos? Supondrá ni más ni menos que volver a vivir como vivían Adán y Eva antes de pecar contra Jehová Dios; supondrá volver a vivir “la vida que realmente lo es”, mencionada por Pablo, ya que los seres humanos perfectos se conformarán plenamente a las elevadas normas de Dios, tanto a nivel físico, como mental, emocional, moral y espiritual, es decir, en todo aspecto imaginable. ¿Quiere decir esto que todas las personas serán idénticas? En absoluto, ya que la misma creación de Jehová (los árboles, las flores y los animales), nos enseñan que a él le gusta la variedad. Los seres humanos perfectos tendrán personalidades, habilidades y talentos distintos y gozando todos ellos de la vida tal y como Dios se propuso en un principio. Rev. 20:5 dice:
“Los demás de los muertos no llegaron a vivir sino hasta que se terminaron los mil años”.
Y evidentemente eso no significa que su resurrección acontezca al fin de los mil años, como erróneamente afirman algunos “maestros” de la Escrituras, sino que al igual que la gran muchedumbre de supervivientes del Armagedón, los resucitados no llegarán a vivir en el sentido pleno de la palabra, hasta que habiendo alcanzado la perfección, al final de los mil años consigan superar la última prueba...... pero veamos cómo será la cosa.
Al final de esos mil años, el objetivo se habrá cumplido y la humanidad habrá sido devuelta al mismo estado de perfección del que disfrutaron en su momento Adán y Eva. Entonces será cuando la humanidad perfecta se enfrentará a una última prueba, ya que al final del Milenio se soltará del abismo a Satanás y sus demonios por un tiempo breve y se les permitirá un último intento de apartar a la gente de Jehová (Rev. 20:7-10). Tendrán la oportunidad, al igual que nuestros primeros padres, de hacer uso de su libre albedrío y decidir a quién se deciden sujetar: si a Jehová o a su opositor Satanás. De forma lamentable y según nos cuenta el registro bíblico, muchas personas de nuevo antepondrán los deseos impropios al amor a Dios, pero esa rebelión será sofocada rápidamente: Jehová ejecutará de inmediato a todos aquellos rebeldes junto con Satanás y todos sus demonios, con lo cual habrán desaparecido para siempre todos los malhechores (Rev. 20:7-10).
Los que amen a Jehová Dios y vivan en la Tierra paradisíaca tendrán toda la eternidad por delante y de ninguna manera podemos siquiera, imaginar la felicidad que sentirán ¿será usted uno de ellos? Los logros del hombre perfecto en las artes, las ciencias o en cualquier otra disciplina, superarán por mucho a las mejores obras de los mayores maestros de este mundo decadente, lo cual no es de extrañar, pues la humanidad será perfecta y dispondrá de tiempo ilimitado y capacidades ilimitadas: imagínese lo que se podrá hacer siendo perfectos. Piense también en lo que usted y el resto de la humanidad aprenderán acerca de la creación de Jehová, desde los miles de millones de galaxias que hay en el universo hasta las minúsculas partículas subatómicas. Todo lo que logre el ser humano redundará en gloria y alabanza de nuestro amoroso Padre celestial, Jehová (Sal. 150:1-6). Por lo tanto, no pensemos que entonces la vida será aburrida, sino todo lo contrario: con el paso del tiempo será cada vez más interesante; recuerde que el conocimiento de Dios no tiene fin:
“¡Oh la profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos!” (Rom. 11:33).
Por lo tanto y por toda la eternidad, siempre habrá cosas que aprender y nuevos horizontes que explorar:
“Todo lo ha hecho bello a su tiempo. Aun el tiempo indefinido ha puesto en el corazón de ellos, para que la humanidad nunca descubra la obra que el Dios verdadero ha hecho desde el comienzo hasta el fin.” (Ecl. 3:11).
Recuerdo en cierta ocasión y con motivo de un discurso público que tuve que dar, para poder transmitir el significado de este texto me inventé una ilustración (no sé si muy lograda, pero funcionó), a la que siempre cito como “La Teoría de las líneas convergentes y divergentes”. Como usted sabe, las líneas convergentes son aquellas que partiendo de puntos separados en el espacio, a medida que van avanzando se van acercando hasta converger (o encontrarse) en un mismo punto...... por el contrario, las líneas divergentes son aquellas que partiendo de un mismo punto, al avanzar en dicho espacio, se van separando cada vez más y teniendo ante sí por ello, un horizonte cada vez más amplio.
Pues bien, si aplicamos esta teoría al ser humano, nos encontramos con lo siguiente: cuando un hombre nace, tiene ante sí un inmenso espacio de tiempo y cosas por hacer, luego las líneas que delimitan su vida, por decirlo de alguna manera, se encuentran muy separadas. Pero a medida que va aumentando en años y su vida va pasando, dichas líneas se van acercando hasta que convergen en un solo punto, evidentemente en el momento de la muerte de esa persona y ahí se acaba todo. Sin embargo, cuando una persona conoce y entabla una relación con su Creador, parte de un punto cero ¿no es cierto? Y a medida que va progresando en esta relación, esas líneas imaginarias se van separando de tal manera, que cada pasito que vamos avanzando en el conocimiento de nuestro Creador, más separadas están las trayectorias de esas líneas y consecuentemente, más amplio es el horizonte que nos queda por explorar y más son las cosas que nos quedan por aprender de nuestro Dios. Luego usted, está caminando hacia el infinito o la vida eterna, como prefiera y cuanto más avance en su conocimiento de Jehová, muchísimo más le quedará por aprender: o sea, cuanto más avance usted, mucho más separadas le quedarán siempre las líneas y resultando que lo que tiene ante sí, ese infinito, es sencillamente el conocimiento de Jehová, inalcanzablemente alto para el ser humano. ¿Entiende la idea, verdad? Pero al continuar aprendiendo de Jehová Dios, usted seguirá viviendo, no solo por unos cuantos años, sino ¡para siempre! (Sal. 22:26). ¿Acaso un futuro dichoso en una Tierra paradisíaca, no merece todo el esfuerzo o los sacrificios que pueda hacer ?; por supuesto que sí. Pues bien, Jehová le ofrece la llave de ese magnífico futuro: el conocimiento de Dios...... ¿la utilizará usted?
Si ama a Jehová, hacer Su voluntad le será un placer:
“En hacer tu voluntad, oh Dios mío, me he deleitado y tu ley está dentro de mis entrañas.” (Sal. 40:8). ¡Cuántas bendiciones experimentará al seguir ese camino! Si utiliza el conocimiento de Dios, no solo llegará a vivir en un futuro cercano “la vida que lo es realmente”, sino que podrá disfrutar de una vida más feliz incluso en este mundo turbulento, porque usted tendrá una esperanza real y verdadera, cimentada en la promesa de Dios “que no puede mentir” (Tito 1:2). Y las recompensas futuras son incalculables, pues el conocer a su Creador, es lo que le llevará a vida eterna; y ahora, más que nunca, es el tiempo favorable para actuar, por lo que es solo apropiado que se resuelva a vivir con arreglo a ese conocimiento de Dios. Demuestre su amor y lealtad a Jehová y honre Su Santo Nombre a pesar de cualquier dificultad y pruebe que Satanás es un mentiroso. A su vez, Jehová Dios, la Fuente de toda sabiduría y conocimiento verdaderos, se complacerá en usted desde lo más profundo de su corazón y le amará para siempre (Jer. 31:3; Sof. 3:17) y le otorgará Su bendición.
Ahora bien, todo considerado, la pregunta es la siguiente: ¿de verdad dedica usted el necesario tiempo y esfuerzo, para adquirir el verdadero conocimiento de Dios? En fin, si nos perdona la inmodestia, le diremos que en nuestra opinión y si usted, es una de esas personas que nos va leyendo asiduamente y sobre todo, haciendo caso a nuestro consejo de ir comprobando en su propia Biblia si lo que decimos es verdad, está en la dirección correcta.
MABEL
Imaginémonos por un momento a un artista, un escultor por ejemplo, que acaba de culminar una preciosa obra. El hombre considera, quizás con razón, que es una escultura muy buena, una verdadera obra maestra; pero lamentablemente y durante la noche, un rival suyo, celoso, la estropea. Es comprensible que el artista en cuestión se duela mucho al ver lo sucedido y que piense, cuán justo sería que el autor de semejante acto vandálico fuera castigado; y puede imaginarse, por otra parte, cuánto se esfuerza en restaurar su obra para que recobre su anterior belleza.
Pues bien, Jehová y al igual que el artista de la ilustración, realizó en su momento una obra maestra al preparar la Tierra y colocar en ella a la raza humana. Después de crear al hombre y la mujer, como cumbre de su obra maestra, Dios manifestó su complacencia diciendo que todo lo que había hecho en la Tierra era “muy bueno” (Gén. 1:31). Adán y Eva eran hijos de Dios y consecuentemente, Él los amaba: eran Su creación y había preparado un futuro feliz y glorioso para ellos:
“Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó. 28 Además, los bendijo Dios y les dijo Dios: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra” (Gén. 1:27-28).
Jehová había colocado al hombre en un hermoso jardín o paraíso, diseñado y plantado por Él mismo y comisionando a la primera pareja humana a extender dicho paraíso de placer por todo el planeta y siendo el caso, que de haber mantenido lealtad a su Creador, habrían podido vivir eternamente en ese entorno y gozando además, de la perfección física, mental y espiritual de la que los había dotado Jehová (Gén. 2:17). Pero aun siendo cierto que un “enemigo” actuó, ya que fue Satanás el que los indujo a rebelarse y por ello, la perfecta y maravillosa creación de Dios resultó dañada, ciertamente no lo fue de forma irreparable.
Y aunque Dios decidió de forma inmediata hacer los pertinentes ajustes para reconducir la situación, lo cierto es que temporalmente esa vida perfecta de la que gozaba el hombre cambió radicalmente:
“Y a Adán dijo: “Porque escuchaste la voz de tu esposa y te pusiste a comer del árbol respecto del cual te di este mandato: “No debes comer de él”, maldito está el suelo por tu causa. Con dolor comerás su producto todos los días de tu vida. 18 Y espinos y cardos hará crecer para ti y tienes que comer la vegetación del campo. 19 Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás.”
Tristemente y debido a su falta de aprecio, Adán perdió aquél hogar paradisíaco, quedó sujeto al sufrimiento, la enfermedad, a los estragos de la vejez y finalmente, a la muerte...... resumiendo, que la vida de la que en un día disfruto, nada tenía que ve con la que acabó viviendo: la primera, era la vida que “realmente lo es”, según nos menciona Pablo en 1 Tim. 6:19, pero la segunda no. Y es que a nuestra breve y atribulada existencia, no puede llamársele de ninguna manera “la vida que realmente lo es”, pues dista mucho del propósito original de Jehová: la vida que realmente lo es y que Dios desea para todos nosotros, es “vida eterna” en las mismas condiciones perfectas que disfrutaron Adán y Eva (Juan 3:16; Hech. 3:21).
Teniendo esto presente, pasemos ahora a considerar la importancia que para nosotros tiene el conocer esta información acerca de la persona y de los planes de Dios para con nosotros y con este propósito, ya Jesús nos habló acerca de la estrecha relación existente, entre la vida eterna y el conocimiento de Dios:
“Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.” (Juan 17:3).
Pero también es cierto, que dicho conocimiento conlleva una responsabilidad ante Jehová:
“Por lo tanto, si uno sabe hacer lo que es correcto y sin embargo, no lo hace, es para él un pecado.” (Sant. 4:17).
Pero piense en las bendiciones que usted tendrá si adquiere y utiliza ese conocimiento para conseguir la vida eterna. En su Palabra (la Biblia), Jehová Dios nos da una hermosa descripción de cómo será la vida en esa Tierra paradisíaca que tan próxima está; por supuesto, no debe ser el deseo de una recompensa lo que nos lleve a servir a Dios y ajustarnos a sus preceptos, sino más bien, el amor que hacía a Él sentimos, por ser quién es. Amor que no se puede desarrollar, a menos que tengamos ese conocimiento de Él, dado que es una máxima ampliamente aceptada, que solo se ama aquello que se conoce y por ello, el primer y más grande mandamiento, según el propio Hijo de Dios, es el siguiente:
“Jesús contestó: “El primero es: Oye, oh Israel, Jehová nuestro Dios es un solo Jehová, 30 y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” (Mar. 12:29-30).
Además, algo que es muy importante saber, es que la vida no se gana sirviendo a Jehová: la vida eterna es un regalo de Dios:
“Porque el salario que el pecado paga es muerte, pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor.” (Rom. 6:23).
Conviene que meditemos en esa vida, porque la esperanza del paraíso puesta ante nosotros, nos recuerda la clase de Dios que es Jehová, el amoroso “remunerador de los que le buscan solícitamente” (Heb. 11:6). Por ello, si mantenemos viva la esperanza en nuestra mente y corazón, nos costará muchísimo menos aguantar las dificultades que este mundo gobernado por Satanás nos impone:
“La cólera de Jehová no se volverá atrás hasta que él haya llevado a cabo y hasta que haya realizado las ideas de su corazón. En la parte final de los días ustedes darán su consideración a ello con entendimiento.” (Jer. 23:20).
Y puesto que según todos los indicios, ya estamos en esa parte final de esos días, centremos nuestra atención seguidamente en la esperanza bíblica de vida eterna en el futuro Paraíso terrestre; ahora bien ¿cómo será la vida cuando la Tierra esté llena del conocimiento de Dios? (Isa. 11:9b).
Cuando se cumpla el tiempo determinado, Jehová Dios destruirá el actual sistema de cosas inicuo y que de acuerdo al calendario profético, vemos que el mundo se aproxima rápidamente a lo que la Biblia llama Har-Magedón, o Armagedón. Y aunque a algunas personas este término quizás les haga pensar en un holocausto nuclear provocado por naciones en guerra, nada tiene que ver con ello, pues como indica Rev. 16:14-16, Armagedón es “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” y una guerra en la que participan “los reyes de toda la tierra habitada”, es decir, todas las naciones por una parte y el Hijo de Jehová Dios, su Rey designado Jesucristo, por la otra y que pronto entrarán en batalla y siendo el desenlace absolutamente seguro: todos los que se opongan al reino de Dios y que formen parte del sistema inicuo de Satanás, serán eliminados. (Rev. 19:11-20:3). Únicamente sobrevivirán los que se mantengan leales a Jehová (Sof. 2:3).
Pero imagínese que usted ha sobrevivido a ese cataclismo, lo cual sinceramente deseamos ¿no le mueve un poquitín la curiosidad por saber cómo será la vida en la Tierra, en el nuevo mundo (o “nueva tierra”) que Dios ha prometido? (2 Ped. 3:13). Y la verdad es que no hay razón para especular, pues la Biblia nos da una perspectiva por adelantado y lo que nos dice acerca de ello, es muy emocionante. De entrada y como ya hemos considerado, se inhabilitará a Satanás y sus demonios, es decir, serán encerrados en un abismo de inactividad durante el Reinado Milenario de Jesucristo; luego esas perversas criaturas ya no seguirán acechándonos, causando problemas y tratando de empujarnos a cometer actos de infidelidad contra Dios (Rev. 20:1-3).
Otra bendición de la que seremos receptores, es que también desaparecerá toda clase de enfermedad:
“Y ningún residente dirá: “Estoy enfermo”. La gente que more en la tierra constará de los que habrán sido perdonados por su error.” (Isa. 33:24).
Entonces los cojos podrán ponerse de pie, caminar, correr y saltar, pues tendrán piernas fuertes y sanas. Después de haber vivido durante años en un mundo de silencio, los sordos oirán los alegres sonidos de su entorno...... los ciegos se sobrecogerán al ver aparecer ante sus ojos un mundo de formas y colores de un hermoso entorno, totalmente distinto al que conocemos ahora, porque hasta el medio ambiente se beneficiará de la obra regeneradora de Dios mediante su Hijo Jesucristo:
“En aquel tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos y los oídos mismos de los sordos serán destapados. 6 En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo y la lengua del mudo clamará con alegría. Pues en el desierto habrán brotado aguas y torrentes en la llanura desértica. 7 Y el suelo abrasado por el calor se habrá puesto como un estanque lleno de cañas; y el suelo sediento, como manantiales de agua. En el lugar de habitación de los chacales, un lugar de descanso para ellos, habrá hierba verde con cañas y papiros.” (Isa. 35:5-7).
Y más aún: ¡Por fin podrán contemplar el rostro de sus seres amados! Y puede que entonces se les nuble la vista momentáneamente, a causa de las lágrimas de alegría, pero esa…... ya es otra cuestión.
¡Imagínese! Ya no harán falta lentes, ni muletas, ni bastones, ni medicinas, ni clínicas dentales, ni hospitales; nunca más habrá depresión ni enfermedades emocionales que priven de felicidad a la gente, ni ningún niño estará enfermo. Incluso los estragos causados por la edad avanzada o vejez, desaparecerán:
“Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil.” (Job 33:25).
Estaremos más sanos y fuertes y en la plenitud de nuestra juventud. Todas las mañanas y tras una noche de sueño apacible y reparador, despertaremos con energías renovadas, llenos de vigor y con ganas de empezar un nuevo día de vida apasionante y de trabajo satisfactorio y remunerador.
Los supervivientes del Armagedón, junto con aquellas personas que vayan resucitando, tendrán mucho trabajo agradable que hacer, puesto que tendrán que reemprender la tarea que apenas inició Adán: convertir la Tierra en un paraíso. Se eliminará todo vestigio del viejo sistema contaminado y donde antes había barrios insalubres y tierra arruinada, habrá parques, huertos y frondosos bosques; además, todo el mundo dispondrá de una vivienda agradable, cómoda y a su gusto:
“Y ciertamente edificarán casas y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. 22 No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá. Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo; y la obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal.” (Isa. 65:21-22).
Con el paso del tiempo, las zonas paradisíacas de la Tierra se extenderán y unirán gradualmente, hasta que todo el globo terráqueo alcance la elevada norma de belleza que el Creador fijó en el jardín de Edén. ¡Qué satisfacción dará participar en esa labor de restaurar la Tierra!
A diferencia de lo que ocurre actualmente y para no perjudicar el medio ambiente, todas las tareas se efectuarán siguiendo la dirección divina, por lo que el hombre estará en paz con los animales y ya no los matará sin piedad, al grado de casi acabar con especies enteras, sino que cuidará bien de ellos, pues habrá vuelto a asumir la administración responsable de la Tierra que en su momento fue delegada en Adán. Imagínese por un momento, ver comer juntos a lobos y corderos, leones y becerros; luego los animales salvajes, serán totalmente inofensivos para con los de su raza y lo que es más, no siendo ya un peligro para el ser humano:
“Y el lobo realmente morará por un tiempo con el cordero, y el leopardo mismo se echará con el cabrito, y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos. 7 Y la vaca y la osa mismas pacerán; sus crías se echarán juntas. Y hasta el león comerá paja justamente como el toro. 8 Y el niño de pecho ciertamente jugará sobre el agujero de la cobra; y sobre la abertura para la luz de una culebra venenosa realmente pondrá su propia mano un niño destetado.” (Isa. 11:6-8).
Ya no existirán hombres crueles y violentos que perturben la tranquilidad del nuevo mundo:
“En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella.” (Prov. 2:22).
El hambre, esa plaga silenciosa y silenciada, que a día de hoy tiene a más de 1.000 millones de personas al borde de la muerte por inanición, 1.000 millones de seres humanos y que se dice pronto, será cosa del pasado:
“Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia.” (Sal. 72:16).
En Isa. 11:9, se nos explica el por qué no se hará daño alguno en todo el planeta:
“La tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar”.
Estas palabras se refieren evidentemente a los seres humanos, pues los animales no pueden, obviamente, adquirir el “conocimiento de Jehová” y efectuar cambios, ya que no han sido creados con esa capacidad y se rigen por el instinto. Ahora bien, el conocimiento de nuestro Creador sí cambia a las personas y quizás usted, conozca a personas ya que han efectuado cambios en sus vidas al aplicar dicho conocimiento de Dios en sus vidas. De hecho, por todo el mundo hay miles de personas a las que las difíciles circunstancias por las que actualmente estamos enfrentando y que cumplen profecía, les ha hecho reflexionar acerca de este asunto e intentar adquirir ese conocimiento dador de vida del que nos habla Juan 17:3, mediante un estudio personal y concienzudo de las Escrituras y llevándolas a efectuar, como hemos señalado, cambios significativos en sus vidas. Algunas de ellas se asocian con algún tipo de organización religiosa, otras sin embargo no, pero en todas se manifiestan las palabras de Heb. 4:12:
“Porque la palabra de Dios es viva y ejerce poder (“es eficaz”, según versiones) y es más aguda que toda espada de dos filos y penetra hasta dividir entre alma y espíritu y entre coyunturas y su tuétano y puede discernir pensamientos e intenciones del corazón.” (Acotación nuestra).
Lo cual también señala al tiempo en que todas las personas del mundo, no solo unos miles, se habrán despojado por completo de sus características agresivas o violentas y vivirán pacíficamente para siempre. Pero...... ¿qué hay de la muerte, ese implacable enemigo que siempre nos gana la partida?; veámoslo:
“Él realmente se tragará a la muerte para siempre y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro. Y el oprobio de su pueblo quitará de toda la tierra, porque Jehová mismo lo ha hablado.” (Isa. 25:8).
¿Se imagina qué maravilloso será, cuando la Tierra esté llena del conocimiento de Dios? Y es que bajo la dirección del Rey Jesucristo y sus corregentes asociados, se llevará a cabo un extenso programa educativo, en el que se usarán nuevos “rollos” y que seguramente serán nuevas instrucciones escritas procedentes de Dios para educar a los habitantes de la Tierra. (Rev. 20:12). La humanidad no aprenderá más la guerra, sino que la paz será la norma y todas las armas destructivas desaparecerán para siempre (Sal. 46:9), a la vez que a todos los componentes de esa nueva sociedad humana, se les enseñará a tratar a su prójimo con amor, respeto y dignidad. La humanidad llegará a ser una familia unida y jamás volverán a existir barreras divisivas que obstaculicen la unidad y la hermandad (Sal. 133:1-3). Ya nunca más nadie tendrá que cerrar con llave su casa por temor a los ladrones, porque la paz reinará en todo corazón, en todo hogar y en todo rincón de la Tierra (Miq. 4:4).
Por otra parte, durante ese milenio tendrá lugar el más maravilloso acontecimiento jamás experimentado por la humanidad: la resurrección de los muertos. Todos aquellos que estén en la memoria de Jehová, tanto justos como injustos, volverán a la vida y se les ofrecerá la oportunidad y la ayuda necesaria para poder alcanzar en un futuro y al final de los mil años, el derecho a la vida eterna. En lugar de oír informes de guerras, desastres y muerte, los bendecidos de Jehová recibirán maravillosas noticias sobre la resurrección y será sencillamente emocionante enterarse al debido tiempo de ellos, del regreso de hombres y mujeres fieles como Abel, Noé, Abrahán, Sara, Job, Moisés, Rahab, Rut, David, Daniel, Elías, Ester….. y tantos otros de los que hoy leemos en las Escrituras, que son ejemplos a seguir por nosotros. Cuántos detalles aclaratorios de hechos históricos interesantes conoceremos, cuando esos resucitados aporten sus vivencias sobre muchos de los relatos bíblicos y acerca de los cuales tenemos puntos oscuros; y a la vez, que tanto ellos como los justos que hayan muerto en tiempos anteriores a nuestra era, también querrán conocer detalles acerca de cómo fue el fin del sistema de Satanás y de cómo Jehová santificó su santo nombre y vindicó su soberanía...... y eso, usted podrá explicárselo personalmente si está allí.
Estos hombres y mujeres fieles, así como aquellos que sobrevivan a la “gran tribulación” (Mat. 24:21), serán de mucha ayuda durante esta segunda fase de la resurrección, cuando se vayan soltando de las cadenas de la muerte a miles de millones de “injustos”. La mayor parte de la humanidad jamás tuvo la oportunidad de conocer a Jehová, pues Satanás “cegó su mente” (2 Cor. 4:4), pero la obra del Diablo será desbaratada. Los injustos regresarán a una Tierra hermosa en la que reinará la paz y en la que personas bien organizadas (las que hemos citado), los recibirán para enseñarles acerca de Jehová y su Hijo reinante, Jesucristo. Cuando los miles de millones de resucitados lleguen a conocer y amar a su Creador, el conocimiento de Jehová llenará la Tierra de una manera sin precedentes.
¡Y cuánta alegría producirá la resurrección! Porque, ¿quién no ha sufrido a causa de la muerte, nuestro gran enemigo? Es más, ¿quién no se ha sentido destrozado cuando la enfermedad, la vejez, un accidente o algún acto violento se ha cobrado la vida de un ser querido y ha roto así el lazo de amor o amistad que le unía a esa persona? Imagínese, entonces, el júbilo que habrá en el paraíso cuando de forma progresiva vayan apareciendo personas y reuniéndose con los suyos. Madres y padres, hijos e hijas, amigos y parientes correrán a abrazarse, riendo y llorando de alegría...... ¿se ve usted allí, formando parte de ese comité de recepción).
¡¡Perfección!! ¿Se ha preguntado alguna vez, qué supondrá ser perfectos? Supondrá ni más ni menos que volver a vivir como vivían Adán y Eva antes de pecar contra Jehová Dios; supondrá volver a vivir “la vida que realmente lo es”, mencionada por Pablo, ya que los seres humanos perfectos se conformarán plenamente a las elevadas normas de Dios, tanto a nivel físico, como mental, emocional, moral y espiritual, es decir, en todo aspecto imaginable. ¿Quiere decir esto que todas las personas serán idénticas? En absoluto, ya que la misma creación de Jehová (los árboles, las flores y los animales), nos enseñan que a él le gusta la variedad. Los seres humanos perfectos tendrán personalidades, habilidades y talentos distintos y gozando todos ellos de la vida tal y como Dios se propuso en un principio. Rev. 20:5 dice:
“Los demás de los muertos no llegaron a vivir sino hasta que se terminaron los mil años”.
Y evidentemente eso no significa que su resurrección acontezca al fin de los mil años, como erróneamente afirman algunos “maestros” de la Escrituras, sino que al igual que la gran muchedumbre de supervivientes del Armagedón, los resucitados no llegarán a vivir en el sentido pleno de la palabra, hasta que habiendo alcanzado la perfección, al final de los mil años consigan superar la última prueba...... pero veamos cómo será la cosa.
Al final de esos mil años, el objetivo se habrá cumplido y la humanidad habrá sido devuelta al mismo estado de perfección del que disfrutaron en su momento Adán y Eva. Entonces será cuando la humanidad perfecta se enfrentará a una última prueba, ya que al final del Milenio se soltará del abismo a Satanás y sus demonios por un tiempo breve y se les permitirá un último intento de apartar a la gente de Jehová (Rev. 20:7-10). Tendrán la oportunidad, al igual que nuestros primeros padres, de hacer uso de su libre albedrío y decidir a quién se deciden sujetar: si a Jehová o a su opositor Satanás. De forma lamentable y según nos cuenta el registro bíblico, muchas personas de nuevo antepondrán los deseos impropios al amor a Dios, pero esa rebelión será sofocada rápidamente: Jehová ejecutará de inmediato a todos aquellos rebeldes junto con Satanás y todos sus demonios, con lo cual habrán desaparecido para siempre todos los malhechores (Rev. 20:7-10).
Los que amen a Jehová Dios y vivan en la Tierra paradisíaca tendrán toda la eternidad por delante y de ninguna manera podemos siquiera, imaginar la felicidad que sentirán ¿será usted uno de ellos? Los logros del hombre perfecto en las artes, las ciencias o en cualquier otra disciplina, superarán por mucho a las mejores obras de los mayores maestros de este mundo decadente, lo cual no es de extrañar, pues la humanidad será perfecta y dispondrá de tiempo ilimitado y capacidades ilimitadas: imagínese lo que se podrá hacer siendo perfectos. Piense también en lo que usted y el resto de la humanidad aprenderán acerca de la creación de Jehová, desde los miles de millones de galaxias que hay en el universo hasta las minúsculas partículas subatómicas. Todo lo que logre el ser humano redundará en gloria y alabanza de nuestro amoroso Padre celestial, Jehová (Sal. 150:1-6). Por lo tanto, no pensemos que entonces la vida será aburrida, sino todo lo contrario: con el paso del tiempo será cada vez más interesante; recuerde que el conocimiento de Dios no tiene fin:
“¡Oh la profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos!” (Rom. 11:33).
Por lo tanto y por toda la eternidad, siempre habrá cosas que aprender y nuevos horizontes que explorar:
“Todo lo ha hecho bello a su tiempo. Aun el tiempo indefinido ha puesto en el corazón de ellos, para que la humanidad nunca descubra la obra que el Dios verdadero ha hecho desde el comienzo hasta el fin.” (Ecl. 3:11).
Recuerdo en cierta ocasión y con motivo de un discurso público que tuve que dar, para poder transmitir el significado de este texto me inventé una ilustración (no sé si muy lograda, pero funcionó), a la que siempre cito como “La Teoría de las líneas convergentes y divergentes”. Como usted sabe, las líneas convergentes son aquellas que partiendo de puntos separados en el espacio, a medida que van avanzando se van acercando hasta converger (o encontrarse) en un mismo punto...... por el contrario, las líneas divergentes son aquellas que partiendo de un mismo punto, al avanzar en dicho espacio, se van separando cada vez más y teniendo ante sí por ello, un horizonte cada vez más amplio.
Pues bien, si aplicamos esta teoría al ser humano, nos encontramos con lo siguiente: cuando un hombre nace, tiene ante sí un inmenso espacio de tiempo y cosas por hacer, luego las líneas que delimitan su vida, por decirlo de alguna manera, se encuentran muy separadas. Pero a medida que va aumentando en años y su vida va pasando, dichas líneas se van acercando hasta que convergen en un solo punto, evidentemente en el momento de la muerte de esa persona y ahí se acaba todo. Sin embargo, cuando una persona conoce y entabla una relación con su Creador, parte de un punto cero ¿no es cierto? Y a medida que va progresando en esta relación, esas líneas imaginarias se van separando de tal manera, que cada pasito que vamos avanzando en el conocimiento de nuestro Creador, más separadas están las trayectorias de esas líneas y consecuentemente, más amplio es el horizonte que nos queda por explorar y más son las cosas que nos quedan por aprender de nuestro Dios. Luego usted, está caminando hacia el infinito o la vida eterna, como prefiera y cuanto más avance en su conocimiento de Jehová, muchísimo más le quedará por aprender: o sea, cuanto más avance usted, mucho más separadas le quedarán siempre las líneas y resultando que lo que tiene ante sí, ese infinito, es sencillamente el conocimiento de Jehová, inalcanzablemente alto para el ser humano. ¿Entiende la idea, verdad? Pero al continuar aprendiendo de Jehová Dios, usted seguirá viviendo, no solo por unos cuantos años, sino ¡para siempre! (Sal. 22:26). ¿Acaso un futuro dichoso en una Tierra paradisíaca, no merece todo el esfuerzo o los sacrificios que pueda hacer ?; por supuesto que sí. Pues bien, Jehová le ofrece la llave de ese magnífico futuro: el conocimiento de Dios...... ¿la utilizará usted?
Si ama a Jehová, hacer Su voluntad le será un placer:
“En hacer tu voluntad, oh Dios mío, me he deleitado y tu ley está dentro de mis entrañas.” (Sal. 40:8). ¡Cuántas bendiciones experimentará al seguir ese camino! Si utiliza el conocimiento de Dios, no solo llegará a vivir en un futuro cercano “la vida que lo es realmente”, sino que podrá disfrutar de una vida más feliz incluso en este mundo turbulento, porque usted tendrá una esperanza real y verdadera, cimentada en la promesa de Dios “que no puede mentir” (Tito 1:2). Y las recompensas futuras son incalculables, pues el conocer a su Creador, es lo que le llevará a vida eterna; y ahora, más que nunca, es el tiempo favorable para actuar, por lo que es solo apropiado que se resuelva a vivir con arreglo a ese conocimiento de Dios. Demuestre su amor y lealtad a Jehová y honre Su Santo Nombre a pesar de cualquier dificultad y pruebe que Satanás es un mentiroso. A su vez, Jehová Dios, la Fuente de toda sabiduría y conocimiento verdaderos, se complacerá en usted desde lo más profundo de su corazón y le amará para siempre (Jer. 31:3; Sof. 3:17) y le otorgará Su bendición.
Ahora bien, todo considerado, la pregunta es la siguiente: ¿de verdad dedica usted el necesario tiempo y esfuerzo, para adquirir el verdadero conocimiento de Dios? En fin, si nos perdona la inmodestia, le diremos que en nuestra opinión y si usted, es una de esas personas que nos va leyendo asiduamente y sobre todo, haciendo caso a nuestro consejo de ir comprobando en su propia Biblia si lo que decimos es verdad, está en la dirección correcta.
MABEL
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