¿Eres Hijo de Dios?
Hace unos días, se publicó un artículo en el blog de Apologista titulado “Testigo de Jehová: ¿Eres un hijo de Dios” y en que al final del mismo y sin venir a cuento, eso por lo menos entiendo yo, se me aludía de forma directa en los siguientes términos:
“A Armando López Golart, y a otros ex- Testigos de Jehová decepcionados, les digo que Dios les está ofreciendo la posibilidad de ser parte de su familia… no rechacen esta maravillosa oportunidad … ¡Mañana puede ser tarde!”.
Bien, aunque excuso decir que agradezco tan buenos deseos, no obstante y por alusiones, voy a formular algunas pequeñas objeciones que se me ocurren ante el planteamiento del citado artículo. Vaya en primer lugar, que no sé quién es el autor del mismo al no estar firmado, pero puesto que se ha publicado en el blog de D. Mario Olcese, voy a aceptar que él es el autor de dicho escrito y a él me voy a dirigir.
De entrada, no estoy para nada de acuerdo con dicho planteamiento y él lo sabe porque muchas veces hemos intercambiado opiniones discrepantes acerca de ello. Según el Sr. Olcese, el destino último de cada cristiano es el de convertirse en hijo de Dios y en el bien entendido de que estos, los que son Hijos de Dios, son en consecuencia hermanos de Cristo y por tanto, herederos del Reino en calidad de gobernantes del mismo; al menos, eso es lo que nos explica Pablo:
“Y si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.” (Rom. 8:17).
Pero de ser la cosa tal como la plantea D. Mario, aquí se nos presenta un problema y es el siguiente: servidor lleva sirviendo a Jehová desde que tenía 27 años, que fue cuando me bauticé como Testigo de Jehová. Cierto es, que en un principio en un lugar equivocado (lo reconozco) hasta mi expulsión de dicha secta, de ello hará ya casi ocho años, pero que nada tiene que ver el que estuviera en un momento determinado, en el lugar equivocado, con la sinceridad de mi corazón en cuanto a mi deseo de servirle y puesto que Jehová ve lo que es el corazón, eso le consta. (1 Sam. 16:7). Desde mi expulsión y hasta este momento, en el que voy a cumplir los 65 años, es cierto que he tenido que reconsiderar algunos puntos acerca de lo se me había enseñado durante dicha militancia. Pero hechas las oportunas correcciones, el caso es y para resumir, que yo continuo amando a Jehová, ejerciendo fe en el sacrificio redentor de Cristo, cifrando toda mi esperanza en la cercana venida del reino de Dios, a instaurarse aquí en la tierra y en la restauración de todas las cosas, según el propósito original de nuestro Creador. O sea que, básicamente, creo lo mismo que el Sr Olcese y sin embargo, lejos de pensar que voy a gobernar con Cristo, el deseo de mi corazón es el de vivir en ese paraíso restaurado aquí en la tierra, como súbdito de dicho reino, poder tener una familia que ame a Jehová y disfrutar de las bendiciones que serán derramadas sobre nosotros y siempre por supuesto, estando a Su servicio.
Y el que yo piense de esta manera, no me descalifica en absoluto como buen cristiano a pesar de la afirmación de D. Mario y al grado de merecer destrucción eterna en el “lago de fuego”; lo que ocurre es que dicho caballero, comete un error de bulto en el argumento que usa como base para dar cuerpo a su planteamiento: que la potestad de ser reconocido como hijo de Dios, depende de cada uno de nosotros, cuando en realidad, la Biblia no dice esto. Y que eso es lo que pretende hacernos creer, lo confirman las siguientes palabras registradas en uno de sus párrafos, en el citado artículo:
“Sin embargo, Dios nos da la oportunidad de ser adoptados para ser hijos suyos.”
Luego y según Apologista, parece que es usted el que decide y en función de dicha oportunidad, ser Hijo de Dios o no; sin embargo, constantemente leemos en las cartas de Pablo y otros, expresiones tales como “elegidos”, “escogidos” “llamados” o “ungidos” y que nada tienen que ver con la toma de una decisión personal, sino con la decisión de un tercero, en esta caso, Jehová. Veamos cómo nos lo explica Pablo, según Rom. 9:15-16:
“Porque a Moisés dice: “Tendré misericordia de quien tenga misericordia y mostraré compasión a quien muestre compasión”. 16 Así, pues, no depende del que desea ni del que corre, sino de Dios, que tiene misericordia.”
Y veamos como hace Jehová para señalar a aquellos que han sido escogidos por Él para la tan alta comisión de gobernar con su Hijo:
“Ahora bien, porque ustedes son hijos, Dios ha enviado el espíritu de su Hijo a nuestros corazones y este clama: “¡Abba, Padre!”.” (Gál. 4:6).
Luego es Dios quien toma la iniciativa, enviando Su Espíritu sobre aquellos que Él escoge y así de esta manera, reconocen estos su nueva condición de Hijos de Dios; pero no quiere decir esto, que aquellos que no manifiestan ser de tal condición, son por ello menos cristianos: sencillamente que no han recibido tal llamamiento, eso es todo. Y siendo cierto que todo cristiano, puede ser “elegido”, de ninguna manera significa, que todos los cristianos serán elegidos y que es el mensaje que se nos quiere transmitir.
Ahora bien, a partir de ahí la pregunta es la siguiente: puesto que no me considero un Hijo de Dios, ni por tanto hermano de Cristo y por ello, no seré gobernante en el reino ¿quiere decir esto que mi nombre no estará inscrito en ese “libro de la vida”, como da a entender Mario Olcese en este artículo? ¿Será mi fin entonces, por desear vivir en ese paraíso como súbdito y no como gobernante, el lago de fuego o muerte eterna tal como apunta dicho autor? Pero ¿es que acaso no es esto lo que Jehová ha prometido a la humanidad obediente, o sea, la restauración del paraíso y no otra cosa? ¿O es que nuestro Creador se lo ha pensado mejor y hora nos quiere hacer a todos reyes y sacerdotes, durante el milenio? Luego ¿estaríamos hablando de una restauración (Hech. 3:21), o de una nueva creación (2 Cor. 5:17)? Porque de ser así como dice Mario, que todos tenemos que ser reyes y sacerdotes...... ¿sobre quién reinaríamos y a favor de quienes ejerceríamos labores sacerdotales durante el milenio? Y no olvidemos la importancia que en esa cuestión tiene, la forma tan personal con la que Mario y al igual que otros muchos, como el Dr. Javier Rivas Martínez, interpretan Juan 5:28-29 y que es en donde está el meollo de la cuestión. Y lo cual nos lleva a comprobar, cómo la incorrecta interpretación de un pasaje bíblico, en este caso el citado de Juan, puede llevar a planteamientos tan erróneos como el que estamos considerando.
Y sin embargo, es el propio Mario y en el artículo anterior a este que estamos comentando, titulado “Una reflexión sobre el vocablo ‘restaurar’.”, el que nos estimula a esperar eso, o sea, la esperanza de vivir en un paraíso, al enseñarnos el significado del término “restaurar” y lo que este significa en el contexto bíblico. Pero es que además ¿qué es lo que le prometió Jesús, el día que fue vilmente ejecutado, a uno de los delincuentes que junto a él estaba agonizando? Veamos las palabras que le dirigió:
“Y pasó a decir: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino”. 43 Y él le dijo: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el paraíso.” (Luc. 23:42-43).
Luego las preguntas que se nos plantean y si las cosas son como afirma Mario, son las siguientes: ¿en calidad de qué, entonces, estará ese delincuente en el paraíso? ¿Cómo gobernante o como gobernado? ¿Está inscrito entonces el nombre de ese delincuente en el libro de la vida y por tanto, declarado ya Hijo de Dios? Porque no podemos pasar por alto, que ese personaje recibió la garantía de su presencia en el paraíso, del propio Jesucristo y según nuestro amigo Mario cita textualmente en ese artículo “si quieres entrar al reino, tu nombre tiene que estar escrito en el libro de la vida”, de lo contrario y en armonía con lo añadido a continuación “y si no, tu destino es este: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego (Apocalipsis 20:15)”. Y si solo los Hijos de Dios son los inscritos en ese libro de la vida, según el Sr. Olcese y puesto que hay más que razonables dudas de que ese malhechor pueda haber sido adoptado en ese momento como tal, la cosa que está un poco complicadilla, respecto al destino final de dicho personaje ¿no es cierto?...... pero no olvidemos que tiene la promesa del propio Jesús, de que estará en el paraíso con él.
En fin, esperamos que Mario nos sepa explicar cómo se puede solventar ese “pequeño” problema acerca del delincuente en cuestión y al que Jesús le hizo la promesa de estar en el paraíso y por lo que repetimos la pregunta ¿en condición de que estará, como gobernante o como súbdito? Y estoy convencido de que Mario sí responderá a esas interrogantes y no hará como el Dr. Javier Rivas Martínez, que aún tiene a sus lectores sobre ascuas, pensando en cuál resurrección de las dos que según su particular interpretación de Juan 5:28-29, se tienen que producir, nos coloca a Juan el Bautista. Pues lo que sí ha demostrado hasta ahora el citado caballero, es que insultando en un lince, pero a la hora de interpretar correctamente los textos bíblicos, como que la cosa le queda un poco grande. Y si no es así, cosa que estamos dispuestos a aceptar, que de una vez por todas de respuesta a esa pregunta que en su momento le formulamos desde este blog, para que los ignorantes como nosotros, podamos aprender y, aunque solo sea por aquello de enseñar al que no sabe, valdría la pena que se esforzara un poco ¿no lo creen así? Aunque sinceramente, tenemos nuestras dudas acerca de que lo haga; pero en fin, continuemos con D. Mario.
Y es que el Sr. Olcese, como antes hemos apuntado, también cree acerca de las dos resurrecciones de Juan 5:28-29, lo mismo que el Sr. Rivas y otros, una vez más cae en contradicción con sus propias ideas y si no, vean que dice en un párrafo del artículo que estamos considerando y en el que después de la afirmación “Naturalmente, el que no ha recibido a Cristo, no puede ser guiado por su Espíritu” (entendemos que mediante nacer de nuevo y según palabras de Jesús en Juan 3:5), D. Mario nos dice como sigue:
“Sólo los hijos de Dios pueden heredar el reino de los cielos. Esto va a ocurrir cuando se pase lista con el libro de la vida. En el libro de la vida se registran todos los nombres de todos los hombres que han recibido a Cristo, y por lo tanto, son hijos de Dios. En términos humanos, se podría decir que es como la libreta de familia, en donde aparecen los nombres de los padres y sus hijos legítimos.” (Negritas nuestras).
Pero claro, en primer lugar y siendo esto así, los Abraham y compañía, puesto que ellos no recibieron a Cristo, porque no “nacieron de nuevo” al no existir en su tiempo dicha oportunidad, no pueden ser declarados Hijos de Dios y por tanto sus nombres, no pueden estar inscritos en el libro de la vida, con las consecuencias ya apuntadas por el propio Mario, citando de Rev. 20:15. Y es que según Mario y permítannos que repitamos parte del último párrafo transcrito, para enfatizar el asunto:
“En el libro de la vida se registran todos los nombres de todos los hombres que han recibido a Cristo, y por lo tanto, son hijos de Dios.”
Luego es obvio, que los nombres de Abraham, Isaac, Jacob, etc., no pueden estar inscritos en dicho libro, porque ellos no recibieron a Cristo: sencillamente, vivieron en otra época. Y por lo tanto, según Mario, les espera lo siguiente:
“Además, cualquiera a quien no se halló escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.” (Rev. 20:15). Interesante ¿no?
Pero es que el autor de este artículo, comete otro error y que tiene que ver con el uso de los textos, al no respetar el contexto en el que se hallan, porque nos habla del “libro de la vida”, relacionándolo con los Hijos de Dios, los cuales han de gobernar con Cristo. Y el problema surge, porque esas personas acceden a sus privilegiados puestos de gobernantes, antes de que aparezcan los libros entre los cuales está el libro de la vida (Rev. 20:12), ya que ellos toman posesión de sus cargos al iniciarse el milenio, o sea, después de que Satanás es derrotado y prendido en la batalla de Armagedón. Veamos de qué va el tema: según Rev. 19:19 a 20:3, se nos muestra la derrota de la bestia y el falso profeta, así como el apresamiento de Satanás y su confinamiento en el abismo por un espacio de mil años. Lo que se produce a continuación y según Rev. 20:4, es lo que podríamos considerar como la toma de posesión de esos hermanos de Cristo, de sus tronos correspondientes para empezar su cometido en el gobierno del Reino.
Pero resulta que como los Mario Olcese, Javier Rivas y compañía, entienden la secuencia de este cap. 20 como correlativa (evidentemente están equivocados), la aparición del gran Trono Blanco del versículo 11, se produciría al final del milenio ya que (siempre según ellos), los versículos del 7 al 10, establecen este lapsus de mil años. Y claro, es ahí en donde se le presenta a Mario el problema, porque el citado “libro de la vida”, aparece en el versículo 12, después de la aparición del gran Trono Blanco y de que se inicie la resurrección de los muertos:
“Vi también a los muertos, grandes y pequeños, que estaban de pie delante del trono y los libros fueron abiertos. Y otro libro fue abierto, que es el libro de la vida. Y los muertos fueron juzgados a base de las cosas escritas en los libros, de acuerdo a sus obras.”
Luego al susodicho libro de la vida y del que según Mario escribe en su artículo, lo que sigue:
“Sólo los hijos de Dios pueden heredar el reino de los cielos. Esto va a ocurrir cuando se pase lista con el libro de la vida. En el libro de la vida se registran todos los nombres de todos los hombres que han recibido a Cristo, y por lo tanto, son hijos de Dios.”
Por lo tanto, es a ese libro de la vida y que aparece en el contexto de Revelación, al que hay que acudir para comprobar quien está inscrito o no, para acceder al reino en calidad de Hijos de Dios y por tanto, como gobernantes del mismo. Pero claro, si la aparición del citado libro ocurre, como hemos visto, mil años después de establecido dicho Reino aquí en la tierra, algo nos falla. Porque si como Mario afirma, solo estos hijos de Dios pueden heredar el reino y solo, cuando se pase lista en el mencionado libro de la vida y que como hemos dicho, aparece después de que haya sido colocado el gran Trono Blanco, o sea, mil años después de que los hermanos de Cristo ya hayan recibido su galardón (ver Rev. 20: 4-6), ¿en qué “libro de la vida” se pasó lista para ver si se hallaban escritos sus nombres?
Y es que Mario y siempre según nuestro entender, cuando apoya una idea con un texto bíblico, no parece preocuparse demasiado si el contexto del mismo se lo permite o no. Veamos un ejemplo: en un párrafo del artículo que estamos considerando, dice lo siguiente:
“Como leímos anteriormente, dice que “a todos los que le recibieron… les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.”
Aquí Mario, está citando de Juan 1:12, que nos dice así:
“No obstante, a cuantos sí lo recibieron, a ellos les dio autoridad de llegar a ser hijos de Dios, porque ejercían fe en su nombre.”
Veamos ahora, la conclusión a la que llega Mario, de la lectura de ese texto:
“Esto se refiere a que debemos de recibir a Cristo en nuestras vidas para que seamos hijos de Dios.”
Pero vamos a ver ¿de quién estaba hablando el texto? Pues de las personas que en tiempos de Jesús y sus apóstoles, creyeron en él y de eso hace casi dos mil años, luego nada que nos haga pensar que nos pueda aplicar a nosotros hoy en día: Juan nos explica sencillamente lo que pasó en aquél tiempo, nada más ¿o es que el texto dice “a todos los que le recibirán...... les dará poder para ser hechos hijos de Dios”? No, la frase de Juan está en tiempo pasado, no en tiempo futuro y claro, lo razonable es pensar, que los tiempos verbales están para respetarlos ¿o no? Pero siempre ocurre lo mismo y es que para defender su condición de “ungido”, Mario usa un montón de textos sacados de las cartas escritas por Pablo u otros y que iban dirigidas a personas determinadas y en circunstancias determinadas. Esas cartas no fueron dirigidas a nosotros, aunque su lectura nos pueda ser instructiva, así como parte de las promesas a Israel por parte de Jehová, tampoco nos aplican a nosotros y sin embargo, sacamos una gran enseñanza de su contenido. Y es que no se puede, para defender una idea, no bíblica por cierto (la de que al bautizarse, automáticamente uno ya es declarado Hijo de Dios), usar cualquier texto que creamos apoya aquello que queremos afirmar, sin tener en cuenta ni el contexto, ni el destinatario del mensaje, ni las circunstancias en las que fue escrito. Y por último, una afirmación que me ha sorprendido:
“Si insistes en creer en que todo el mundo es hijo de Dios, o piensas que sólo Dios tiene 144,001 hijos, estarás creyendo en religiones falsas y juzgando que la Biblia es mentirosa, dadas las evidencias antes expuestas.”
Pero es que resulta que no siendo la Biblia mentirosa y por mucho que le pese a Mario, las Escrituras sí nos hablan de esa cantidad específica, concretamente en Rev. 7:4 y 14:1 y 3 y sin embargo, en ningún lugar de la Biblia se nos dice, es más, ni se nos da la más mínima idea de que dicho grupo de gobernantes asociados con Cristo, se componga de “millones, miles de millones” como defiende Mario en otros artículos publicados. Y siempre teniendo en cuenta, que a tenor de las palabras pronunciadas por Jesús, este de ninguna manera tenía eso entendido así y nos imaginamos que algo sabría del asunto ¿no?:
“No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.” (Luc. 12:32).
¿O es que Jesús no sabía de qué estaba hablando, cuando usó la expresión “manada pequeña”? En fin, otra cuestión que le dejo planteada a Mario y a ver qué explicación tiene.
De todas maneras, reitero mi agradecimiento por los buenos deseos, pero mi esperanza es una muy distinta a la de mi amigo Mario y de esa ingente cantidad de “ungidos” de toda creencia, sea del color que sea (dentro del cristianismo, por supuesto) y que todos afirman sin lugar a dudas, que ellos han sido “llamados” a gobernar con Cristo. Yo no voy a discutir ese extremo, allá ellos y su idea, lo único que afirmo, es que yo no siento en mi corazón este llamamiento. Por lo tanto mi pretensión, desde luego no va tan lejos y con que se me conceda el poder disfrutar del Paraíso como un simple súbdito de ese Reino, me doy por más que satisfecho. Según expone Mario Olcese en el artículo objeto de comentario, eso no es posible; según la Biblia y en mi opinión, si es posible. Luego hora les toca a ustedes y si lo desean, el coger sus ejemplares de las Escrituras y mediante investigación personal, dilucidar a que parte se decanta la balanza. Solo así, disfrutarán del correspondiente y provechoso beneficio espiritual.
Armando López Golart
viernes, 4 de junio de 2010
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