El libro que revela el conocimiento de Dios
Cuando Jehová colocó al primer hombre sobre la tierra, lo primero que hizo fue darle instrucciones, para que pudiera llevar adelante la comisión que Dios tenía para él:
“Además, los bendijo Dios y les dijo Dios: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra.” (Gén. 1:28).
Lo que ocurrió a continuación es historia y Jehová creyó oportuno, ante la nueva situación creada, dar otras instrucciones y ponerlas por escrito, para su preservación en el tiempo. Y si algo está claro, a tenor de lo que estamos viendo a nuestro alrededor, es que solo es razonable que nuestro amoroso Creador haya provisto un libro para instrucción y guía de la humanidad. Porque ¿no le parece a usted y a pesar del considerable conocimiento tecnológico del ser humano, que el hombre está necesitado de orientación y guía, en este confuso y desconcertante mundo en el que vivimos? Bien, pues el libro que contiene tal orientación y guía, lo conocemos como La Biblia. Ya hace más de dos mil quinientos años, un profeta e historiador escribió:
“No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso”. (Jer. 10:23).
Hoy, la veracidad de estas palabras es más obvia que nunca y por ello, el historiador canadiense William H. McNeill afirmó en su momento:
“La aventura del hombre en la Tierra ha consistido en una serie casi ininterrumpida de crisis y quebrantamientos del orden social establecido.”
Pero si bien es cierto que la Biblia satisface todas nuestras necesidades en lo que respecta a dirección adecuada se refiere, es cierto que a muchas personas les parece complicada cuando empiezan a examinarla. Es un libro extenso y algunas de sus partes no son fáciles de entender y exigiendo por ello, esfuerzo del lector en cuestión. Pero si usted recibiera un documento oficial en el que se detallase lo que tiene que hacer para recibir una valiosa herencia, ¿no dedicaría tiempo a estudiarlo minuciosamente, a pesar del esfuerzo que ello implicara? Y si ciertos apartados le resultaran difíciles de comprender, ¿no es cierto que procuraría la ayuda de algún entendido en la materia, para que le ayudara a ello? Luego, ¿por qué no hacer lo mismo con la Biblia? (Hech. 17:11). Lo que está en juego es mucho más que una herencia material. Como aprendimos en el artículo anterior a este, titulado “Tiene a su alcance un feliz porvenir”, el conocimiento de Dios puede llevarle a disfrutar de una vida sin fin, o vida eterna. Examinemos pues, el libro que revela el conocimiento de Dios. Primero presentaremos algunos datos generales y luego analizaremos razones por las que muchas personas bien informadas creen que la Biblia es, efectivamente, la Palabra inspirada de Dios.
La Biblia está compuesta por un total de 66 libros agrupados en dos secciones, que suelen denominarse “Antiguo Testamento” y “Nuevo Testamento”. Treinta y nueve de los libros se escribieron mayormente en hebreo y forman parte del primer grupo y los veintisiete restantes, en griego y que se incluyen en el segundo grupo; las Escrituras Hebreas, de Génesis hasta Malaquías, abarcan la creación y los primeros tres mil quinientos años de la historia humana. Al examinar esta sección de la Biblia, observamos la relación de Dios con los israelitas, desde el siglo XVI a.E.C., cuando se constituyeron en nación, hasta el siglo V a.E.C., que es donde acaba su registro. Las Escrituras Griegas, por otra parte, de Mateo hasta el último libro de las Escrituras, Revelación (o Apocalipsis), se centran en las enseñanzas y actividades de Jesucristo y sus discípulos durante el siglo I E.C. Hay quienes afirman que el “Antiguo Testamento” es para los judíos y el “Nuevo Testamento” para los cristianos; no obstante, 2 Tim. 3:16 especifica que “toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa”. Por consiguiente, un adecuado estudio de las Escrituras debe incluir toda la Biblia...... en realidad, ambas partes se complementan, combinándose de manera armoniosa para desarrollar un mismo tema general.
Por otra parte, quizás usted lleve años asistiendo a servicios religiosos y tal vez haya oído leer en voz alta pasajes de la Biblia, o incluso puede ser que haya leído personalmente algunas de sus secciones, lo cual sería excelente; pero ¿sabe que toda la Biblia, desde Génesis hasta Revelación, sigue un mismo hilo argumental? Sí, efectivamente, un único y armonioso tema entrelaza todas sus páginas...... y ¿cuál es?, probablemente se pregunte usted. Pues la vindicación del derecho que Dios tiene de gobernar a la humanidad y la realización de su amoroso propósito mediante el establecimiento de su reino, en manos de su Hijo Jesucristo y que más adelante veremos cómo cumplirá Dios dicho propósito.
Pero la Biblia, no solo nos revela cuál es el propósito de Dios, sino que también nos habla acerca de su personalidad: por ejemplo, de ella aprendemos que Dios tiene sentimientos y que le importan las decisiones que tomamos:
“¡Cuán a menudo se rebelaban contra él en el desierto, lo hacían sentirse herido en el desierto árido! 41 Y vez tras vez ponían a Dios a prueba y causaban dolor aun al Santo de Israel.” (Sal. 78:40-41).
De ahí que este sea su consejo para el ser humano:
“Sé sabio, hijo mío y regocija mi corazón, para que pueda responder al que me está desafiando con escarnio.” (Prov. 27:11).
Con lo cual vemos que nuestras actitudes, pueden influir en la disposición de Sus sentimientos: podemos regocijarle o hacerle sentirse herido, según qué decisiones tomemos en cada momento. También se nos habla de la consideración con la que nos trata, debido a nuestra condición caída, siendo el caso que es compasivo con nosotros:
“Jehová es misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa. 9 No por todo tiempo seguirá señalando faltas, ni hasta tiempo indefinido se quedará resentido. 10 No ha hecho con nosotros aun conforme a nuestros pecados; ni conforme a nuestros errores ha traído sobre nosotros lo que merecemos. 11 Porque así como los cielos son más altos que la tierra, su bondad amorosa es superior para con los que le temen. 12 Tan lejos como está el naciente del poniente, así de lejos ha puesto de nosotros nuestras transgresiones. 13 Como un padre muestra misericordia a sus hijos, Jehová ha mostrado misericordia a los que le temen.” (Sal. 103:8-13).
Si usted lee con atención estas palabras, no podrá por menos que sentir un profundo y emocionado agradecimiento. Y Jehová tiene una buena razón para tratarnos así y que tiene que ver con la amorosa comprensión que le inspiramos: “...... pues él mismo conoce bien la formación de nosotros y se acuerda de que somos polvo.” (Sal. 103:14). ¿Le queda alguna duda de Sus maravillosas cualidades? ¿No es esta la clase de Dios que usted desea adorar?
Sin embargo, también la Biblia como libro de consejo y guía, es el instrumento mediante el cual nuestro Creador nos da una idea clara de cuáles son las normas fijadas por Él, para nosotros; y aunque a veces estas se presentan como leyes, por lo general aparecen reflejadas en principios comunicados mediante lecciones prácticas. Dios hizo que se pusieran por escrito para nuestro beneficio algunos acontecimientos de la historia del antiguo pueblo de Israel y que son relatos francos que indican lo que sucede cuando se obra en conformidad con el propósito de Dios, así como los lamentables resultados de actuar con independencia de el; veamos un ejemplo, de las consecuencias de pasar por alto los consejos de Jehová.
En el capítulo 11 del primer libro de los Reyes, leemos la narración de un hecho histórico de rebelón contra Jehová y que derivó en nefastas consecuencias para el pueblo de Israel:
“Y el rey Salomón mismo amó a muchas esposas extranjeras junto con la hija de Faraón, a moabitas, ammonitas, edomitas, sidonias e hititas, 2 de las naciones de las que Jehová había dicho a los hijos de Israel: “Ustedes no deben meterse entre ellas y ellas mismas no deben meterse entre ustedes; verdaderamente inclinarán el corazón de ustedes a seguir a los dioses de ellas”. A ellas se adhirió Salomón para amarlas. 3 Y llegó a tener setecientas esposas, princesas y trescientas concubinas; y poco a poco sus esposas le inclinaron el corazón.”
Luego vemos que el proceder erróneo y rebelde de Salomón, por otra parte el hombre más sabio que ha existido, lo llevo a una complicada situación ante su Creador, como se explica en los siguientes versículos:
“Y al tiempo en que envejeció Salomón aconteció que sus esposas mismas habían inclinado el corazón de él a seguir a otros dioses; y su corazón no resultó completo para con Jehová su Dios como el corazón de David su padre. 5 Y Salomón empezó a ir tras Astoret, la diosa de los sidonios y tras Milcom, la cosa repugnante de los ammonitas. 6 Y Salomón empezó a hacer lo que era malo a los ojos de Jehová y no siguió de lleno a Jehová como David su padre.”
Efectivamente: Salomón cayó en el grave pecado de la idolatría y ello con nefastas consecuencias, tanto para él, como para la nación de Israel y que vemos en los siguientes versos, del 9 al 11:
“Y Jehová llegó a estar enojado con Salomón, porque su corazón se había inclinado a alejarse de Jehová el Dios de Israel, el que se le había aparecido dos veces. 10 Y respecto a esta cosa le mandó que no se fuera tras otros dioses; pero él no había guardado lo que Jehová había mandado. 11 Jehová ahora dijo a Salomón: “Por motivo de que esto ha sucedido contigo y no has guardado mi pacto y mis estatutos que te impuse como mandato, sin falta arrancaré el reino de sobre ti y ciertamente lo daré a tu siervo.”
A partir de ese momento y según dicho relato, Salomón e Israel no volvieron a disfrutar de un solo momento de paz, hasta que en tiempos de Rehoboam, hijo y sucesor de Salomón, el reino de Israel y tal como había dicho Jehová, fue dividido: diez tribus siguieron a Jeroboán, que estableció su capital en Samaria y dos se quedaron con Rehoboam, que gobernaba desde Jerusalén.
Sin embargo, las cosas pueden ser muy distintas cuando hay un sincero deseo de acercarse a Dios; veamos el ejemplo de unas personas que reconsideraron su mal proceder ante Jehová y decidieron cambiar:
“Además, entraron en un pacto de que buscarían a Jehová el Dios de sus antepasados con todo su corazón y con toda su alma; 13 que a cualquiera que no buscara a Jehová el Dios de Israel se le diera muerte, fuera pequeño o grande, fuera hombre o mujer. 14 De modo que juraron a Jehová con voz alta y con gozosa gritería y con las trompetas y con cuernos. 15 Y todo Judá se entregó a regocijo debido a lo que se había jurado; porque era con todo su corazón como habían jurado y con pleno placer de parte de ellos como lo habían buscado, de modo que él se dejó hallar por ellos; y Jehová continuó dándoles descanso todo en derredor.” (2 Cró. 15:12-15).
La lectura de tales relatos de la vida real, seguramente debería de hacer mella en nuestro corazón y si tratamos de visualizar los sucesos que leemos, lograremos identificarnos con las personas que los vivieron y así entender mejor lo que se nos cuenta de ellas. Así podremos beneficiarnos de los buenos ejemplos y eludir las trampas en las que cayeron los que obraron mal, porque no olvide que con este propósito fueron escritos estos registros:
“Pues bien, estas cosas siguieron aconteciéndoles como ejemplos y fueron escritas para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado.” (1 Cor. 10:11).
Sin embargo, hay una pregunta importante que requiere respuesta: ¿cómo podemos estar seguros de que Dios realmente inspiró lo que leemos en la Biblia?
Seguramente habrá observado que muchos libros de consejo quedan desfasados a los pocos años de ser publicados...... ¿pero a sucedido lo mismo con la Biblia? Tengamos en cuenta que es muy antigua y ya han pasado casi dos milenios desde que se escribieron sus palabras finales; de ahí que algunos piensen que no es aplicable a esta época moderna y de tecnologías tan sofisticadas. Pero por otra parte, si la Biblia es inspirada de Dios, su consejo debería estar siempre al día, prescindiendo de su antigüedad y por lo cual, la Sagrada Escritura debería seguir siendo
“...... provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra.” (2 Tim. 3:16-17).
Y es que un examen minucioso de dicho libro, nos revela que los principios bíblicos en el contenidos, son tan oportunos hoy como cuando se escribieron. En lo que respecta a la naturaleza humana, por ejemplo, la Biblia manifiesta una profunda comprensión, que es aplicable a todas las generaciones de la humanidad y el cual hecho, puede verse con facilidad en el Sermón del Monte de Jesús, recogido en los capítulos 5 a 7 del libro de Mateo. Dicho sermón impresionó tanto en su día al líder indio Mohandas Gandhi que, según se informa, le dijo a la persona que ejercía de virrey de la India (en ese tiempo colonia británica):
“Cuando su país y el mío obren en conformidad con las enseñanzas que Cristo comunicó en este Sermón del Monte, habremos resuelto no solo los problemas de nuestros respectivos países, sino los del mundo entero.”
Las enseñanzas de Jesús impresionaban e impresionan a la gente pensadora y con razón. En el mencionado Sermón del Monte, por ejemplo, indicó cómo se alcanza la felicidad verdadera; explicó la manera de resolver desacuerdos; enseñó la debida forma de orar; señaló qué actitud debe tenerse respecto a las necesidades materiales y dictó la regla áurea para fomentar las buenas relaciones interpersonales. También habló, entre otras cuestiones, de cómo detectar los engaños religiosos y de la manera de asegurarnos el futuro...... y todo eso, se diga lo que se diga, continúa estando de rigurosa actualidad.
Porque la Biblia expone claramente, tanto en el Sermón del Monte como en el resto de sus páginas, lo que hemos de hacer, o en su defecto evitar, para mejorar nuestras circunstancias en la vida. Su consejo es tan práctico, que cualquiera podría asumir las palabras de un educador, que tuvo que reconocer lo siguiente:
“A pesar de ser consejero de escuelas secundarias, poseer una licenciatura y un doctorado y haber leído un gran número de libros sobre salud mental y psicología, descubrí que el consejo bíblico con relación a asuntos como la felicidad en el matrimonio, la prevención de la delincuencia juvenil y el hacer y conservar amigos, es muy superior a cuanto leí y estudié en la universidad.”
Pero es que además de ser un libro práctico y actual, la Biblia también es confiable, porque, por ejemplo y aún cuando la Biblia no es un tratado científico, es científicamente exacta. Pensemos en que hubo una época en que el ser humano creía que la Tierra era plana, cuando el profeta Isaías ya la había calificado como un “círculo” (Isa. 40:22). Sin embargo, el concepto de una Tierra esférica no recibió amplia aceptación sino hasta cientos de años después del tiempo de Isaías. Por otra parte, Job 26:7, escrito hace más de tres mil años, dice que Dios está “colgando la tierra sobre nada”. Un escriturario comentó al respecto:
“Cómo supo Job la verdad demostrada por la astronomía, de que la Tierra está suspendida en el vacío, es una cuestión que no pueden esclarecer fácilmente los que niegan la inspiración de la Sagrada Escritura”.
Por otra parte, la forma de exponerse la información en la Biblia también fortalece nuestra confianza en este libro tan antiguo, pues a diferencia de los mitos, los sucesos que en ella se mencionan están vinculados a personas y fechas específicas (1 Rey. 14:25; Isa. 36:1; Luc. 3:1-2). Y mientras que los historiadores antiguos casi siempre exageraban las victorias de sus gobernantes y ocultaban sus derrotas y errores, los escritores de la Biblia eran francos y honrados, incluso cuando se trataba de los pecados graves que ellos mismos habían cometido (Núm. 20:7-13; 2 Sam. 12:7-14; 24:10). Pero veamos ahora, una característica fundamental de las Escrituras: las profecías.
Las profecías cumplidas son una prueba concluyente de que la Biblia es inspirada de Dios y es que en ella se contienen muchas de ellas que se han cumplido hasta en el más mínimo detalle y puesto que es obvio que no pudieron inventárselas simples hombres ¿cuál es pues, el origen de las mismas? Según la propia Biblia dice: “…... la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo” (2 Ped. 1:21), es decir, la fuerza activa de Dios; veamos algunos ejemplos.
La caída de Babilonia: Isaías y Jeremías predijeron la caída de Babilonia ante los medos y los persas y siendo un dato notable, el que la profecía de Isaías sobre este acontecimiento, se escribió unos doscientos años antes de que Babilonia fuera conquistada. Los siguientes aspectos proféticos están bien documentados históricamente: se secó el río Éufrates desviando sus aguas hacia un lago artificial (Isa. 44:27; Jer. 50:38), las puertas de Babilonia que daban al río quedaron abiertas por descuido (Isa. 45:1) y un gobernante llamado Ciro llevó a cabo la conquista (Isa. 44:28).
El ascenso y caída del “rey de Grecia”: En una visión, Daniel vio que un macho cabrío derribaba a un carnero y le quebraba sus dos cuernos; a continuación, el gran cuerno del macho cabrío era quebrado y en su lugar aparecían otros cuatro (Dan. 8:1-8). A Daniel se le explicó:
“El carnero que tú viste que poseía los dos cuernos representa a los reyes de Media y Persia. Y el macho cabrío peludo representa al rey de Grecia; y en cuanto al gran cuerno que estaba entre sus ojos, representa al primer rey. Y puesto que ese fue quebrado, de modo que hubo cuatro que finalmente se levantaron en lugar de él, hay cuatro reinos de su nación que se pondrán de pie, pero no con su poder.” (Dan. 8:20-22).
Unos dos siglos después, en conformidad con esta profecía, el “rey de Grecia” (Alejandro Magno), derrocó al bicorne Imperio medo-persa. Alejandro murió en el año 323 a.E.C. y con el tiempo, le sucedieron cuatro de sus generales; sin embargo, ninguno de aquellos cuatro reinos resultantes tuvo el poder del imperio de Alejandro.
La vida de Jesucristo: Las Escrituras Hebreas contienen muchas profecías que se cumplieron en el nacimiento, el ministerio, la muerte y la resurrección de Jesús. Por ejemplo, con más de setecientos años de antelación Miqueas predijo que el Mesías, o Cristo, nacería en Belén. (Miq. 5:2; Luc. 2:4-7); Isaías, contemporáneo de Miqueas, predijo que al Mesías lo golpearían y le escupirían (Isa. 50:6; Mat. 26:67). Con quinientos años de adelanto, Zacarías profetizó que el Mesías sería traicionado por treinta piezas de plata (Zac. 11:12; Mat. 26:15) y con más de mil años de anterioridad, David predijo una serie de circunstancias relacionadas con la muerte del Mesías Jesús (Sal. 22:7-8, 18; Mat. 27:35, 39-43). Y con unos cinco siglos de antelación, la profecía de Daniel reveló cuándo aparecería el Mesías y cuándo se produciría su muerte (Dan. 9:24-27)...... y estas no son más que una pequeña muestra de las muchas profecías que se cumplieron en Jesucristo.
Por otra parte, ya se han cumplido muchas otras profecías bíblicas de largo alcance y de las que nosotros en nuestros días, somos testigos de ellas. Pero quizás usted se pregunte ¿qué tiene que ver esto con mi vida? Y nosotros respondemos que mucho, porque veamos: si alguien le hubiera estado diciendo la verdad por muchos años ¿dudaría de pronto de esa persona cuando le dijera algo nuevo y aparentemente increíble? Por supuesto que no, respondería usted...... luego si Dios ha dicho la verdad en toda la Biblia ¿no debería esto acrecentar su confianza en las promesas que contiene, como son sus profecías respecto a un venidero paraíso terrestre? Eso desde luego, sería lo razonable ¿no es cierto? Y es que podemos tener la misma confianza que tuvo Pablo, uno de los discípulos de Jesús del siglo primero, quien escribió que “Dios no puede mentir” (Tito 1:2). Además, cuando leemos las Escrituras y ponemos por obra su consejo, experimentamos una mejora en nuestra vida en general y que es evidencia de una sabiduría que el ser humano no puede alcanzar por sí mismo, pues la Biblia es el libro que revela el conocimiento de Dios que lleva a la vida eterna.
A medida que avance en su investigación de las Escrituras, si usted nos continúa leyendo y por supuesto, si sigue nuestro consejo de comprobar por usted mismo si lo que le decimos es verdad o no, probablemente irá aprendiendo cosas que difieran de lo que se le enseñó en el pasado. Puede que incluso descubra que algunas de las costumbres religiosas más entrañables para usted y que en su familia se han mantenido por generaciones, quizás no le agradan a Dios. Aprenderá también, que las normas de Dios respecto al bien y el mal, son muy superiores a las que imperan en este mundo permisivo. Quizás entienda, que al contrario de lo que dice el mundo inmoral en el que estamos viviendo, sobre la tolerancia y “comprensión” hacia el mundo homosexual, lejos de ser una muestra de “madurez social”, no es más que la aceptación de una práctica aberrante y condenada por Jehová:
“¡Qué! ¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen. Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres, 10 ni ladrones, ni personas dominadas por la avidez, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios.” (1 Cor. 6:9-10).
O quizás y por poner otro ejemplo, también muy al día, entender que aceptar la idea tal y como se nos presenta, de que el aborto es un derecho de la mujer, o sea, otro logro de una sociedad adelantada, no es precisamente lo que el Creador de la vida tiene entendido:
“Tus ojos vieron hasta mi embrión y en tu libro todas sus partes estaban escritas, respecto a los días en que fueron formadas y todavía no había una entre ellas.” (Sal. 139:16).
Luego lo que queda claro, es que desde el mismo momento de la concepción, para Dios esa vida ya cuenta y destruirla, se convierte en un asesinato; cierto que al principio esto pueda parecerle abrumador, pero tenga paciencia...... recuerde que usted examina las Escrituras con el propósito de hallar el conocimiento de Dios y no para imponer el del hombre. Por lo tanto, lo razonable solo sería el admitir la posibilidad de que el consejo bíblico requiera que usted haga ciertas modificaciones o ajustes en su modo de pensar y actuar, porque realmente de eso se trata:
“Y cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios.” (Rom. 12:2).
También es posible que algunos amigos y parientes bienintencionados, se opongan a que usted vaya, de forma progresiva, ajustando su forma de ver las cosas a cómo la ve Dios y según lee en Su Palabra, pero Jesús dijo:
“En cuanto a todo aquel, pues, que confiese unión conmigo delante de los hombres, yo también confesaré unión con él delante de mi Padre que está en los cielos; pero en cuanto a cualquiera que me repudie delante de los hombres, yo también lo repudiaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mat. 10:32-33).
Quizás teman que sus nuevas ideas, lo conviertan para las personas de su entorno, algo parecido a un “bicho raro” y apartado del “progresista” modo de pensar del mundo actual; pero no olvide en donde acaba el pensar del mundo:
“Además, el mundo va pasando y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:17).
La Biblia nos exhorta de la siguiente manera:
“Como criaturas recién nacidas, desarrollen el anhelo por la leche no adulterada que pertenece a la palabra” (1 Ped. 2:2).
Un recién nacido necesita el alimento que le provee su madre y pide con insistencia que se le satisfaga esa necesidad ¿no es cierto? Del mismo modo, nosotros necesitamos el conocimiento que procede de Dios, luego no ceje en su esfuerzo de ir adquiriendo dicho conocimiento, mediante una progresiva consideración del texto bíblico; desarrolle por lo tanto, “el anhelo” por la Palabra de Dios, no abandonando su regular consideración de las Escrituras y si puede ser, póngase la meta de leer una porción de ellas diariamente: vea el resultado de hacerlo así:
“Feliz es el hombre que no ha andado en el consejo de los inicuos y en el camino de los pecadores no se ha parado y en el asiento de los burladores no se ha sentado. 2 Antes bien, su deleite está en la ley de Jehová y día y noche lee en su ley en voz baja. 3 Y ciertamente llegará a ser como un árbol plantado al lado de corrientes de agua, que da su propio fruto en su estación y cuyo follaje no se marchita y todo lo que haga, tendrá éxito.” (Sal. 1:1-3).
MABEL
martes, 15 de junio de 2010
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