¿Es Cristo “mediador” ante Jehová, de “todos” los hombres?
Y seguro que ya se estará oliéndose usted, querido lector, por dónde va de nuevo la cosa: pues sí y por aquello de “variar” un poco, analizaremos otro polémico artículo que ha publicado Apologista Mario Olcese; y es que no hay uno en que no de la nota…… “con lo majíco que está callaíco”, que diría un baturro aragonés (que traducido significa “con lo guapo que está calladito”). Y es que en esta ocasión, el tema que pasa a poner en la picota el amigo Apologista, tiene que ver con una afirmación de los TJ acerca de que “en un sentido estrictamente bíblico, Jesús es el “mediador” solo para cristianos ungidos”, eso es (aclaramos nosotros), del grupo de los que con Cristo han de gobernar en calidad de reyes y sacerdotes en el reino de Dios…… y planteamiento en el que una vez más, los TJ tienen toda la razón del mundo y D. Mario, también una vez más, hace gala de una supina ignorancia acerca del contenido escritural.
Y es que dicho caballero, en su video/artículo titulado “La Watchtower miente descaradamente cuando dice que Cristo es mediador solo de la manada pequeña o los 144.000”, publicado el día 16 del corriente mes de Marzo, califica tal afirmación de absurda, peligrosa y satánica enseñanza de la organización de los TJ y que según nos precisa, encontramos publicada en la revista “La Atalaya” del 15/11/79 (largo nos lo fía dicho caballero, desde luego) de su edición en inglés y en la versión española del 1 de Abril del 79, pág. 31…… pequeño lapsus del Sr. Olcese, porque dicha información se encuentra en la misma fecha y página de la citada revista, pero del año 1980 y en el apartado de “Preguntas de los lectores”. Después de citar de esta última publicación, el Sr. Olcese se reafirma en su posición de que la afirmación sobre un Jesús “mediador” solo de los cristianos “ungidos” o adoptados como Hijos de Dios, es algo muy grave y una herejía de marca mayor, para a continuación pasar a decir lo siguiente:
“…… y es que Jesucristo, nuestro señor, no murió solamente por un grupo pequeño de creyentes, sino que murió por todos; especialmente muere por aquellos que le aceptan y creen en él y su evangelio. Estas personas, que han creído en el Señor Jesús, que han aceptado a Jesús como su salvador y han abrazado su mensaje o evangelio del reino, pueden contar con Jesús como mediador…” (Negritas nuestras).
Y nos preguntamos nosotros ¿qué tendrá que ver “la gimnasia con la magnesia” o el “chorizo de Cantimpalo con correr la Maratón”, con el que Jesús mediara en un pacto y que además, muriera en sacrificio por todos los hombres? Porque en realidad, nada tiene que ver el que Jesús muriera o diera su vida por todos aquellos que llegaran en su momento a ejercer fe en él (Juan 3:16), con el que eso lo convirtiera en mediador de todos ellos. Y es que en las Escrituras se nos presenta esta circunstancia como un “rescate”, pues en 1 Tim. 2:6 leemos y refiriéndose a Jesús, que “se dio a sí mismo en rescate por todos” y no como una “mediación” en un pacto y que es lo que se está discutiendo aquí; por lo que estaríamos hablando de dos cosas totalmente distintas y por tanto, separadas entre sí. Por lo que como mínimo el Sr. Olcese, tendría que tener la precaución, antes de usar determinado término para montar un artículo, abrir un diccionario y documentarse un poco acerca del significado del vocablo en cuestión; y es que el sentido etimológico del término “mediador”, hace referencia a “alguien que se interpone entre dos o más partes en desacuerdo o conflicto, a fin de reconducir la situación; agente intermediario o medianero”. Pero que no tiene nada que ver con el término que se aplica también a Jesucristo y algo que hay que tener en cuenta, que es el de “rescatador” y cuya raíz verbal “rescatar”, significa etimológicamente el de “dar algo en cambio, para recobrar a persona, objeto, o derecho perdido o usurpado”; y habiendo hecho Jesús las dos cosas: por una parte, “mediar” en un pacto establecido entre Dios y otros hombres (inicialmente con los apóstoles) y por otra, dar su vida como “rescate” correspondiente por todos…… eso es, la humanidad en general. Y acciones que como ya hemos mencionado, nada tienen que ver la una con la otra, luego estaríamos hablando de cosas totalmente distintas; dicho lo cual y puesto que estamos hablando de la Biblia, miremos las cosas desde el punto de vista bíblico y veamos con ello, que sacamos en claro.
De entrada, hay que considerar que el término “mediador”, según nos informa la citada publicación de los TJ del 1 de Abril de 1980 y lo cual es cierto, aparece solo seis veces en las Escrituras Griegas Cristianas o Nuevo Testamento y en ellas siempre se usa (prestemos atención a este detalle) con relación al establecimiento de un pacto formal entre dos partes. O sea, que nunca se usa en el sentido de interceder o el mediar a favor de uno necesitado de ello, con respecto de un tercero que pueda solventar la papeleta, como incomprensiblemente nos quiere vender el Sr. Olcese…… y es que no sabemos de dónde saca la idea, pues el contexto general de las Escrituras no apunta en esa dirección. Término además el de “mediador”, con el que se aluden exclusivamente a Moisés y a Jesús, como veremos a continuación y siempre relacionados con el establecimiento de un pacto y no con la labor de interceder a favor de nadie:
“Entonces ¿por qué la Ley? Fue añadida para poner de manifiesto las transgresiones, hasta que llegara la descendencia (Jesús) a quien se había hecho la promesa; y fue transmitida mediante ángeles por mano de un mediador (Moisés). 20 Ahora bien, no hay mediador cuando se trata de una sola persona, mas Dios es uno solo.” (Gál. 3:19-20). (Acotaciones nuestras).
Viendo pues que Moisés, fue el “mediador” o intermediario de lo que se conoce comúnmente como “El pacto de la Ley Mosaica” y que da nombre genérico a la primera parte de la Biblia, eso es, el Antiguo Testamento (un testamento no es otra cosa que un pacto), veamos cuál es el significado de la expresión “pacto”, pues en función de eso quedarían delimitadas las responsabilidades del “mediador” del mismo y lo cual nos ayudará a entender el tema objeto de debate; y que según el diccionario de la RAE, el término “pacto”, significa lo siguiente:
“Concierto o tratado entre dos o más partes, que se comprometen a cumplir lo estipulado.”
Luego puesto que en esta figura se contemplan responsabilidades de cumplimiento por ambas partes, nada en esas palabras indica que ello haga referencia a la figura de un “intercesor” y cuya función, según la RAE de la Lengua y que exponemos a continuación, es totalmente diferente:
“Hablar en favor de alguien para conseguirle un bien o librarlo de un mal.”
Por lo que como vemos, nada tiene que ver esa definición con el ejercicio de mediar en un pacto, pues ya hemos visto lo que ello significa. Pero pongamos un ejemplo práctico de lo que queremos decirle: Imagínese, querido lector, a un comerciante que quiere iniciar un negocio y precisa contratar un edifico para tal fin; entonces acude a una oficina inmobiliaria que alquila locales y que han puesto a su disposición, distintos propietarios. Encontrado el local ideal para sus necesidades, nuestro comerciante acepta la condiciones del alquiler del mismo, añade las suyas propias si procede y firma el contrato o pacto, que a su vez, es llevado por parte de la agencia inmobiliaria a la firma por parte del propietario del local y que, una vez aceptadas las demandas del arrendador, firma el documento y con lo que queda establecido el “pacto” o contrato y de obligado cumplimiento por ambas partes; y pacto en el que han intervenido tres protagonistas: el arrendador, el arrendatario y el mediador del contrato o pacto, la agencia inmobiliaria. Y ahí acaba la función del intermediario o mediador del pacto en cuestión, de tal manera que si surgen dificultades posteriores para el cumplimento de dicho contrato por parte del arrendador, no tiene ninguna responsabilidad el mediador del citado pacto o contrato, de interceder ante el arrendatario en favor del arrendador…… ya es asunto entre las dos partes contratantes ante un juez.
Pero volviendo al pacto que Jehová hizo a través de Moisés (este en calidad de mediador o intermediario) con el pueblo de Israel y puesto que ese pacto en el que entraron en el monte Sinaí, no fue sin defecto debido a la imperfección de los israelitas, así como la del propio mediador (Moisés), era necesario para el adelanto del propósito de Jehová, la consecución de algo mejor (Hebr. 8:6-9). Por consiguiente, nuestro Creador, se propuso un “nuevo pacto” en el que el privilegio de entrar a formar parte del mismo, habría de ofrecerse de entrada, solo a la nación del Israel natural y que es con quien Jehová había establecido el pacto mediado por Moisés (Éxo. 19:5-8); por ello, más de seiscientos años antes que este nuevo pacto fuera inaugurado por medio de otro mediador, Jehová ya lo adelantó por medio del profeta Jeremías:
“¡Mira! Vienen días, es la expresión de Jehová y ciertamente celebraré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto; 32 no uno como el pacto que celebré con sus antepasados en el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, el cual pacto mío ellos mismos quebrantaron, aunque yo mismo los poseía como dueño marital, es la expresión de Jehová. 33 Porque este es el pacto que celebraré con la casa de Israel después de aquellos días, es la expresión de Jehová: Ciertamente pondré mi ley dentro de ellos y en su corazón la escribiré; y ciertamente llegaré a ser su Dios y ellos mismos llegarán a ser mi pueblo.” (Jer. 31:31-33).
Luego ya tenemos a las dos partes que intervendrían en ese pacto futuro: Jehová por un lado y “la casa de Israel” por el otro. Y llega el momento en que aparece el mediador prometido, Jesús y por lo que es asunto de saber, con quién establece el “nuevo pacto” anunciado por Jehová:
“Sin embargo, ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas; 29 y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino, 30 para que coman y beban a mi mesa en mi reino y se sienten sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.” (Luc. 22:28-30).
Luego el pacto fue establecido de entrada con una pequeña representación de israelitas, eso es, con los apóstoles de Jesús y nadie más, a pesar de que Jesús tenía muchos más discípulos que le seguían; y pacto que se sustanció, cuando en Pentecostés de 33 E.C. fue derramado el espíritu santo sobre aquellos doce fieles seguidores de Jesús, o lo que es lo mismo y según les había prometido un Jesús ya resucitado (momentos antes de ascender al cielo), cuando recibieron el bautismo en espíritu santo y lo que les confería la condición de Hijos adoptivos del Altísimo:
“Y estando reunido con ellos, les dio las órdenes: “No se retiren de Jerusalén, sino sigan esperando lo que el Padre ha prometido, acerca de lo cual oyeron de mí; 5 porque Juan, en verdad, bautizó con agua, pero ustedes (luego solo aquellos que habían participado del pacto, no otros) serán bautizados en espíritu santo no muchos días después de esto”.” (Hech. 1:4-5). (Acotación nuestra).
¿Y porque sabemos que ese derramamiento de espíritu santo, significaba el reconocimiento como Hijos adoptivos de Dios de aquellos doce hombres, apóstoles de Jesús? Pues porque el propio Jesús, después de haber resucitado, así lo reconoció:
“Jesús le dijo: “Deja de colgarte de mí. Porque todavía no he ascendido al Padre. Pero ponte en camino a mis hermanos y diles: Asciendo a mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes”.” (Juan 20:17)
Luego blanco y en botella: esas personas pasaban a convertirse en Hijos adoptivos de Dios y por lo tanto, en los hermanos menores del primogénito Jesucristo (Rom. 8:29), lo que implicaba el ser dotados de los mismos poderes que su hermano mayor tuvo en vida; por ello las palabras de Jesús, después de su resurrección:
“…… pero recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes y serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea y en Samaria y hasta la parte más distante de la tierra”. 9 Y después que hubo dicho estas cosas, estando ellos mirando, fue elevado y una nube se lo llevó de la vista de ellos.” (Hech. 1:8-9).
Luego ya tenemos el “nuevo pacto” en marcha y que contaba en ese momento, con Jehová por un lado y los doce apóstoles por otro, como partes contratantes (por decirlo de alguna manera) y teniendo a Jesús, como “mediador”. No olvidemos que Jehová hacía esta oferta de poder reinar junto a Cristo en Su reino, a cambio de que los que aceptaran dicha proposición (pues estas eran las condiciones del pacto), dejaran todos sus intereses terrenales a un lado y se dedicaran exclusivamente al apostolado, tal como demuestran los siguientes pasajes:
“Andando a lo largo del mar de Galilea, vio a dos hermanos: Simón, a quien llaman Pedro y Andrés su hermano, que bajaban una red de pescar en el mar, pues eran pescadores. 19 Y les dijo: “Vengan en pos de mí y los haré pescadores de hombres”. 20 Abandonando en seguida las redes, le siguieron. 21 Al seguir adelante de allí también, vio a otros dos que eran hermanos: Santiago, hijo de Zebedeo y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, remendando sus redes y los llamó. 22 Ellos, dejando en seguida la barca y a su padre, le siguieron.” (Mat. 4:18-22).
Y circunstancia que queda resumida, con la pregunta que por boca de Pedro, le formularon los apóstoles:
“Entonces Pedro le dijo en respuesta: “¡Mira! Nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido; ¿qué habrá para nosotros, realmente?”. 28 Jesús les dijo: “En verdad les digo: En la re-creación, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso, ustedes los que me han seguido también se sentarán sobre doce tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel. 29 Y todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o tierras, por causa de mi nombre, recibirá muchas veces más y heredará la vida eterna.” (Mat. 19:27-29).
Y siendo este por tanto, el pacto en el que medió Jesús: Jehová ofrecía algo, a cambio de algo y ambas partes se comprometían a cumplir con su compromiso…… y dicho sea para aclarar un poco más la idea que pretendemos establecer. Ya más adelante, los apóstoles empezaron a ampliar el número de miembros de ese pacto, al transmitir ese espíritu de adopción como Hijos de Dios a otras personas (posteriormente ya a personas no israelitas o gentiles, a causa de la falta de fe del pueblo judío), mediante la imposición de manos y algo que solo podían llevar a cabo los doce apóstoles; pues aquellos que recibían dicho espíritu de adopción de manos de los mismos, si bien podían desarrollar los mismo poderes que estos, no podían ya, sin embargo, transmitir dicho espíritu a otros. Y ello significaba que con la muerte del último de los apóstoles, finalizaría la ampliación de los miembros participantes de dicho pacto; y si alguien quiere más información al respecto, puede considerar nuestro artículo “No es eso, Sr. Olcese…… no es eso” (14/09/10).
Pero ¿qué implicaba la muerte de Jesús? El Sr. Olcese nos dice en su video/artículo que Jesús murió por todos y en lo que estamos totalmente de acuerdo de acuerdo, pues eso es precisamente lo que Jesús nos dijo:
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
Pero eso es una cosa y el mediar en un pacto entre Jehová y otros seres humanos, en este caso los doce apóstoles y ofreciéndoles la posibilidad de llegar a ser Sus Hijos adoptivos, es otra cosa totalmente distinta y que nada tiene que ver con lo que nos dice el Sr. Olcese, en el sentido que ello convierte a Jesucristo en el mediador universal. Y es cierto que D. Mario usa 2 Tim. 2:5 para defender su planteamiento de que Cristo es mediador por todos, lo cual nos lleva a analizar dicho pasaje para ver que nos dice realmente, pero añadiéndole el verso 6, para tener una perspectiva completa de lo que realmente quiso decir Pablo:
“Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, un hombre, Cristo Jesús, 6 que se dio a sí mismo como rescate correspondiente por todos... de esto ha de darse testimonio a sus propios tiempos particulares.”
Pero tenemos que tener en cuenta, que en las cinco ocasiones anteriores que Pablo uso la expresión “mediador”, lo hizo siempre con referencia expresa al nuevo pacto y a los que en ese entonces, estaban siendo introducidos al mismo y del cual Cristo era “intermediario”; por lo que no hay razón alguna para pensar, que Pablo le diera en ese pasaje mencionado a la expresión “mediador”, un sentido que abarcara a más personas de las que estaban involucradas en dicho pacto y cambiando con ello, el papel “mediador” de Jesucristo por el de “intercesor” general y algo de lo que no nos hablan las Escrituras. Por lo tanto, lo que habría de entenderse de ese pasaje completo, leído correctamente, es que Pablo señala, por una parte al hombre Jesucristo como representante legal de Jehová, para “mediar” entre Este y los hombres (obviamente de aquellos que entraron en esa relación contractual), un pacto por un reino (Luc. 22:28-30) y que implicaba para las personas envueltas en el mismo, el recibir la condición de Hijos adoptivos de Dios. Y que era lo que Jesús en realidad, vino a ofrecer en su primera venida a la tierra, pues todos estamos de acuerdo en que el objetivo prioritario de Jesús en ese momento, fue el buscar o seleccionar a aquellos que tenían que gobernar con él; luego lo que Pablo señala en la segunda parte del citado pasaje, eso es, en el versículo 6, es que también Jesús aparte de mediar en el pacto, vino a ser un “rescate” correspondiente por todos y algo que nada tiene que ver con el pacto que Jesús medió entre Jehová y sus apóstoles…… en el verso 5 nos habla de un Jesús “mediador” de un pacto y en el verso 6, de su faceta como “rescatador” de una humanidad condenada por el pecado y actividades que nada tienen que ver la una con la otra.
Y que eso es tal cual se lo decimos nosotros, queda probado, por el siguiente hecho; si bien el rescate de la sangre de Cristo y como dice Pablo, aplica a todos, no así el entrar en esa relación de pacto con Jehová, pues los pactos no tienen efectos retroactivos, aplicando por tanto solo a las partes que lo convalidan mediante su aceptación personal e intransferible…… y por una parte tenemos a los notables del AT, que murieron estando aún sujetos al pacto antiguo y no pudiendo por tanto, acceder a ese “nuevo pacto”, mientras que por otra, tenemos a todos los que siguieron ejerciendo fe en sacrificio redentor de Cristo, pero que nacieron después de la muerte del último apóstol y por lo tanto, encontraron cerrada ya la posibilidad de incorporarse al mismo…… y aunque por estos dos grupos también murió Jesús, sin embargo no estaban incluidos en el nuevo pacto; los unos porque murieron bastante antes de su establecimiento y los otros, porque cuando nacieron ya se había cerrado la oportunidad de acceder al mismo. Pues recordemos de nuevo que la única vía de acceso a dicho pacto por un reino, eran los apóstoles mediante la imposición de manos y por el que se transmitía el espíritu de adopción como Hijos de Dios, a aquellos sobre las que se imponían…… y por lo que esos dos grupos de personas citados, estaban fuera de ese “nuevo pacto”. Por eso el pasaje de 1 Tim. 2:5, no se le puede dar el sentido que le da D. Mario y se tiene que leer desde otra perspectiva y dentro de su propio contexto, eso es, incluyendo el verso 6 que es el que aclara la situación; y es que para interpretar un testo de las Escrituras correctamente, hay que ponerlo en contraste con el contexto más inmediato y el general de las mismas, para ver si realmente dice aquello que nosotros creemos que dice…… todo lo contrario de lo que con frecuencia hace el Sr. Olcese.
Entonces queda claro, que efectivamente y de forma “estrictamente bíblica”, Jesús solo fue mediador para las personas involucradas en el citado pacto y por tanto, de ninguna manera de aquellos que nada tienen o tenemos que ver con el mismo…… que por otra parte y según Jesús, los que entraron en dicho pacto fueron tan solo una pequeña o reducida cantidad de miembros (Luc. 12:32) que reinarían con él y que Rev. 14:1-3, nos cuantifica en 144.000. Pero el Sr. Olcese afirma al final de su exposición y a modo de resumen general de su exposición, que cualquiera puede acudir a la “mediación” de Jesucristo para que abogue al Padre en favor nuestro y con lo cual está difundiendo una enseñanza que no está contenida en la Biblia; porque veamos por quiénes en todo caso, aboga Jesucristo, según el apóstol Pablo:
“¿Quién es el que condenará? Cristo Jesús es aquel que murió, sí, más bien aquel que fue levantado de entre los muertos, que está a la diestra de Dios, que también aboga por nosotros.” (Rom. 8:34)
Ahora bien ¿quiénes son esos “nosotros”? Pues veamos a quienes iba dirigida la carta:
“…… pero que con poder fue declarado Hijo de Dios según el espíritu de la santidad mediante la resurrección de entre los muertos; sí, Jesucristo nuestro Señor, 5 mediante quien recibimos bondad inmerecida y un apostolado para que hubiera obediencia de fe entre todas las naciones respecto a su nombre, 6 entre las cuales naciones, ustedes también son los llamados para pertenecer a Jesucristo, 7 a todos los que están en Roma como amados de Dios, llamados a ser santos: Que tengan bondad inmerecida y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.” (Rom. 1:4-7).
Luego es obvio que el apóstol Pablo hacía referencia a aquellas personas de la congregación de Roma y que al igual que él, estaban en relación de pacto con Dios, pues se refiere a ellos como los depositarios de un “apostolado” y los “llamados a ser santos”. Y así, en todas y cada una de las cartas cruzadas entre aquellas personas que estaban en esa relación de pacto con Jehová y que si algo hay que nos dejan claro, es que Jesucristo aboga en favor de esas personas únicamente y circunstancia que nada tienen que ver con nosotros hoy. Pues recordemos que hemos dicho, que a partir de la muerte del último apóstol se acabó la tarea de incorporar nuevos elementos a ese pacto…… y eso hasta el día de hoy; por lo que actualmente, no existe nadie en la tierra que esté dentro de ese pacto y por el que Jesucristo pudiera abogar.
Pero entonces ¿qué hay del papel “intercesor” que D. Mario le adjudica a Jesucristo? Pues que tal papel, como tal, no existe en las Escrituras (hasta donde nosotros sabemos) y que D. Mario no sabe de lo que habla. Pero claro, quizás usted, querido lector, razonará de la siguiente manera: si por una parte Jesús nos instó a acudir a Dios en demanda de nuestras necesidades diarias (Mat. 6:9-13) y por la otra, por nuestra crasa imperfección no podemos acercarnos a nuestro Creador (Hab. 1:13), cuando precisamente resulta que Él y no otro, es el “oidor de la oración” a quién acudirá “gente de toda carne” (Sal. 65:2)…… ¿cómo se come esta ensalada? Pues muy fácil, querido amigo: usando el salvoconducto que nos permite llegar a nuestro Creador y que no es otro que la sangre derramada por Jesucristo (o sacrificio expiatorio) y pongamos un ejemplo: imagínese que usted, amigo que nos lee, tiene la necesidad de hablar con determinado personaje y que no reúne los requisitos necesarios para ello; y que para poder llegar ante el citado personaje, tiene que transitar ineludiblemente por un camino en el que hay un control que no va a pasar por alto sus carencias y no le va a permitir el paso…… y siendo en realidad este símil, el caso en que se encuentra la humanidad ante Dios.
Sin embargo, de pronto, alguien le dice: “Toma este salvoconducto y cuando te paren, lo presentas y verás cómo automáticamente se levantan las barreras y se te permite el paso.” Y siendo de nuevo este, el caso en el que nos encontramos todos……por lo que la cuestión queda circunscrita a saber cuál es el salvoconducto en cuestión; y algo que tiene que ver con el sacrificio redentor de Cristo o su sangre derramada a favor nuestro, en definitiva, el “rescate”:
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio (en sacrificio) a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16). (Acotación nuestra).
Y ese es el salvoconducto que nos permite libre acceso al Oidor de la oración, para exponerle nuestros asuntos: el ejercer fe en Jesucristo, a la vez que en Jehová y su propósito, siendo consustancial lo primero con lo segundo, pues eso es lo que dijo Jesús en su momento:
“Sin embargo, Jesús clamó y dijo: “El que pone fe en mí, no pone fe en mí solamente, sino también en el que me ha enviado”.” (Juan 12:44)
Por lo tanto y volviendo al punto central de la cuestión que nos plantea el Sr. Olcese, vemos que Jesucristo no hace las veces de intercesor ante su Padre Celestial en favor de los que quieren hacerle llegar su oración de petición o alabanza, sino que en su momento ahí quedó su sacrificio humano perfecto y que hace las veces de salvoconducto que permite acercarse al Creador en oración a todos…… obviamente a todos los que quieran hacer uso de él, por supuesto y que ya hemos dicho cuál es la manera de conseguirlo: el ejercer fe en dicho sacrificio y en la persona de Jesucristo. Y el Sr. Olcese que se vaya quitando de la cabeza esas majaderías de que todos somos “ungidos” o Hijos de Dios, pues desde la muerte de Juan se acabó la posibilidad de acceder a dicha condición y por lo que a partir de ese momento y hasta el día de hoy, no ha existido ni existe sobre la tierra nadie que posea dicha relación filial con el Altísimo; pues de lo contrario…… ¿por qué en Rev. 6:9-11, se nos habla de la futura aparición de un resto de esos Hijos de Dios y simbolizados en Rev. 11:3 por los “dos testigos”, si según D. Mario ya está la tierra llena de ellos y afirmando dicho caballero, el ser uno de tantos? Y ya sabemos que el Sr. Olcese no va a responder a esta cuestión, pues con repetirse como una cotorra en sus planteamientos, sin respetar el hecho de que los tiene objetados, tiene más que suficiente; total, si los que le leen son tontos y no se enteran…… pues eso.
Y nos permitimos señalar a nuestros lectores (a diferencia del Sr Olcese, nosotros sí les mantenemos correctamente informados), que ese resto de Hijos de Dios por aparecer, son los que pondrán en marcha la gran predicación de Mat. 24:14 y que por espacio de 1.260 días (tres años y medio, o primera parte de la profética semana 70 de Dan. 9:27) pondrá ante todo el mundo, la oportunidad de acogerse a la opción de pasar a formar parte de esa “gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar” y que sobreviviendo a la “gran tribulación” final (Rev. 7:9; 14), entrará con vida al reino de Dios. Porque no se crean la última ocurrencia de D. Mario publicada en su artículo del 22 del actual mes de Marzo “Lo que yo creo sobre los gobernantes y gobernados en el reino de Cristo”, en el sentido que el reino de Dios es algo parecido a un club privado que al que entra en él, ya consigue la inmortalidad y el reinar con Cristo en el mismo…… ¡no, no, no!, el reino de Dios no es eso ni por el forro y el Sr. Olcese no sabe de qué está hablando: el reino de Dios, es un espacio de tiempo de mil años de duración, en donde ocurrirán la cosas más fantásticas e inimaginables que a uno se le puedan ocurrir, sobre la humanidad obediente (no sobre la clase gobernante mencionada), eso es, la “restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo” (Hech. 3:21) y que para información adicional de lo que estamos hablando, pueden leer nuestro artículo “El “evangelio del reino de Dios”…… ¿qué es realmente?” (25/02/12). Y en donde la estrella invitada o lo que es lo mismo, para quién se montó toda la “fiesta”, no fue para esa pequeño grupo de gobernantes (que ya no necesitan ser restaurados de nada y además, son parte del montaje y no la razón del mismo), sino para la humanidad en general como súbditos benditos de Jehová (Mat. 25:34), eso es, los sobrevivientes de la “gran tribulación” y todos aquellos que posteriormente se irán levantando en la podríamos considerar como segunda resurrección, a ocurrir durante el milenio…… eso es el reino de Dios.
Y hasta aquí queridos amigos, toda la historia contada según la vemos nosotros y que nos lleva a afirmar, que los TJ tienen razón, cuando dicen que de forma “estrictamente bíblica” Jesús solo fue “mediador” (de un pacto) para unos pocos (Luc. 12:32) y no para la humanidad en general…… por lo que ya tenemos otra nueva chorrada que anotar, en el “haber” de D. Mario Olcese.
MABEL
domingo, 25 de marzo de 2012
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