lunes, 8 de octubre de 2012

Pero…… ¿en qué evangelio debemos de creer?

¡...... y creed en el evangelio!”. Probablemente esas fueron las primeras palabras que Jesús pronunció relacionadas con el “reino de Dios”, ya que el primer versículo del evangelio de Marcos hace referencia a este inicio de la actividad proclamadora de Jesús, cuando declara: “El principio del evangelio de Jesucristo” y siendo en el verso 15, que leemos las palabras que dan inicio a este artículo. Ahora bien ¿qué es exactamente aquello en lo que se supone que debemos de creer? Simplemente ¿cuál es el verdadero evangelio? ¿De qué realmente estaba hablando Jesús, cuando inició la predicación del “evangelio del reino de Dios”? Y aun siendo ello muy triste, la realidad es que la inmensa mayoría de quienes profesan actualmente el cristianismo, no saben las respuestas de estas elementales preguntas y algunas otras, también relacionadas con el verdadero significado del evangelio que predicó Jesús. Y eso es una lógica consecuencia, del continuo bombardeo por parte de la mayoría de organizaciones religiosas así como de la mayoría de autores en temas bíblicos, básicamente por algunos “entendidos” que publican en Internet, que con sus afirmaciones acerca del sentido de la expresión “el evangelio del reino de Dios”, casi han dado a entender algo parecido a como si esta frase en si misma fuera la causa de salvación. Porque se hartan de hablarnos del evangelio de reino de Dios; o de que Jesús vino expresamente a predicar el evangelio; o que si los apóstoles también lo predicaron; o que si el que cree en el evangelio será salvo…… y cosas parecidas. Pero absolutamente nada de lo que realmente es en sí mismo dicho evangelio, o sea, del beneficio que este reportará a la humanidad obediente, según fue señalado por Dios a través de sus profetas (Hech. 3:21). 

Y ya advertimos de antemano, que no es nuestra pretensión impartir ningún tipo de enseñanza, ni condicionar la opinión de nadie, sino simplemente el tratar de racionalizar las cosas o ponerlas en su justo sitio y no dramatizarlas, como hacen la mayoría de esos “genios” de la interpretación bíblica y dándoles con ello, una significación que de ninguna manera tienen. Por lo tanto, empezaremos considerando algunos aspectos que nos ayudarán a colocar una buena base para poder entender de qué estamos hablando; y para lo cual, empezaremos por averiguar el significado de la palabra “evangelio”, así como de la expresión “reino” y ya a partir de ahí, centrarnos ya en lo realmente importante y que no es otra cosa que el plantearnos la siguiente cuestión ¿que vino entonces a anunciar Jesús realmente? Veamos y siempre simplificando la cuestión al máximo que nos permitan nuestras neuronas: la expresión “evangelio” en castellano, proviene del latín “evangelĭum” y que a su vez, se origina del vocablo griego “evangelion” (εὐαγγέλιον) y que significa “buenas nuevas” o en su defecto, “buenas noticias”; de igual manera la palabra “reino”, básicamente hace referencia a un “gobierno”…… no olvidemos que Jesús era el heredero legal al trono del reino de David y que este reino, no fue en su momento más que la representación terrestre de algo muchísimo más elevado: una gobernación por Jehová sobre Su pueblo y delegada en esa agencia terrestre: 

Y Salomón empezó a sentarse sobre el trono de Jehová como rey en lugar de David su padre y a hacerlo con éxito y todos los israelitas le fueron obedientes.” (1 Sam. 29:23). 

Luego a tenor de lo expuesto, lo correcto sería decir que Cristo vino a anunciar “las buenas noticias del gobierno de Dios”; por lo tanto, vamos a intentar a la luz de las Escrituras, el llegar a conclusiones esclarecedoras y para ello, empezaremos analizando el pasaje en donde se hallan esas palabras citadas: 

Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, 15 diciendo: El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio.” (Mar. 1:14-15). 

O en su defecto “creed en las buenas noticias”; luego la comisión divina recibida por Jesucristo, era la predicación de las “buenas noticias” del gobierno de Dios…… y de ninguna otra cosa. Y esas buenas noticias hacían referencia en primer lugar, a la restauración del reino de David sobre la tierra, en manos de su heredero legal (Jesús) y por supuesto, a las cosas que ese gobierno de Dios haría (o hará) a favor de las personas obedientes al mismo; por lo tanto, ese es el “evangelio” en el que debemos creer: lo que ese gobierno restaurado de Dios en la tierra hará por la humanidad obediente y no en cualquier otra cosa que se nos diga, producto de una falsificación o sustituto ideado por el hombre. Pero para poder creer en las cosas que ese gobierno hará por el ser humano, primero se nos tiene que explicar de qué cosas estaríamos hablando; al respecto, veamos unas palabras del apóstol Pablo que son muy esclarecedoras para fijar el punto en cuestión: 

Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Más si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciaren otro evangelio diferente del que os hemos predicado, sea anatema (o sea, maldito). Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si algún hombre os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gal. 1:6-9). (Acotación nuestra). 

Y fijémonos en el hecho de que Pablo afirmó que no había otro evangelio, sino lo que pretendían muchos era pervertirlo o adulterarlo, o sea y de alguna manera, cambiar el sentido de lo enseñado por Jesús, de tal manera que nos fuera imposible creer en el verdadero…… por desconocerlo: o sea, hablarnos de otras cosas, que no son de las que Jesús nos habló; y tan grave le parecía a Pablo ese pervertir o adulterar el evangelio de Cristo, que deseaba que aquél o aquellos que cometieran semejante tropelía, fueran malditos de Dios. Y es que es una grave responsabilidad, que no se debe tomar a la ligera, el transmitir a otros un mensaje distorsionado acerca del verdadero evangelio del reino de Dios, predicado por Jesús…… sin embargo, hay algunos que incluso afirman del propio apóstol Pablo, que este enseñó un evangelio adicional o diferente del enseñado por Jesús, aunque es claro que él jamás hizo eso. Y es que, irónicamente, el propio Jehová usó a Pablo para que pronunciara una “maldición” sobre cualquier hombre, ángel o incluso un apóstol, que tergiversara dicho contenido y advirtiendo por tanto, en contra de aquellos que enseñaran tales falsas enseñanzas: 

Más si aún nosotros (los apóstoles)…… os anunciamos otro evangelio diferente…… sea anatema” (Gal. 1:8). (Acotación nuestra). 

Luego si él hubiese hecho esto, literalmente habría estado pronunciando una maldición ¡sobre sí mismo! Pero la realidad es que no fue así y por lo que en definitiva, de lo que nos advierte ese pasaje bíblico, es del hecho que se nos puede estar enseñando un evangelio distinto del que predicó Jesús y sus apóstoles, con grave perjuicio para nuestro futuro; pero…… ¿y cómo se hace para enseñar un evangelio distinto del que predicó Jesús? Pues sencillamente, enseñando algo que no enseñó Jesús y lo cual vamos a ilustrar con algunos ejemplos: 

Cuando a usted se le quiere hacer creer que los que gobernarán con Cristo en el reino, serán “millones, miles de millones”…… eso es algo que no enseñó Jesús y que transmite una idea distorsionada de lo que será el reino de Dios, a la par que puede generar en algunas personas falsas esperanzas, como la de creer que un día llegarán a gobernar con Cristo en ese reino, cuando eso no es verdad…… porque lo que Jesús dijo, sencillamente fue esto: 

No teman, rebaño pequeño, porque su Padre ha aprobado darles el reino.” (Luc. 12:32). 

Pero es que además, en Rev. 14:1 y por medio de una visión, a Juan le fue mostrado que los que gobernarán con Cristo en ese reino, serán 144.000…… eso por lo menos, es lo que nos cuenta Juan. Y ya prescindiendo de que esta cantidad sea simbólica o literal (no vamos a entrar ahora en esta discusión), la cuestión es que estaríamos hablando de un pequeña cantidad de miembros y que contrasta significativamente con la “gran muchedumbre que ningún hombre podía contar” de sobrevivientes de la “gran tribulación” por venir y que serán los primeros súbditos de ese reino (Rev. 7:9; 14). Luego según las Escrituras, estaríamos hablando de dos grupos distintos y con una ostensible diferencia en cuanto a cantidad y privilegio; uno de reducido tamaño que gobernará en dicho reino y otro inmenso en su multitud, que serán los primeros súbditos del mismo; por lo tanto…… algo no cuadra en esa enseñanza de los “millones, miles de millones” que han de reinar con Cristo y por lo que a usted le están enseñando otro “evangelio”, en definitiva, algo que no enseñó Jesús. 

O cuando alguien le enseña que los notables del AT (los Abraham, Moisés, Isaac, David, Daniel, etc.), gobernarán como reyes y sacerdotes con Cristo en el reino milenario, de nuevo algo no cuadra porque eso no se ajusta a lo que dijo Jesús…… y es que con respecto de aquellos que con él tenían que gobernar, estableció dos imprescindibles requisitos: 

Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”.” (Juan 3:5). 

Y es obvio que esos notables o santos del AT, no pudieron acceder de ninguna manera a esos dos requisitos (el nacer del agua y el nacer del espíritu), ya que los mismos solo estuvieron accesibles a partir del Pentecostés de 33 E.C. y para ese tiempo, hacía siglos que esos personajes habían muerto. Pero es que además, si en su momento esos personajes del AT ya hubieran tenido acceso a gobernar con Cristo, según afirman algunos de esos “entendidos” para poder salirse del “embolao” en el que se han metido con semejante aseveración...... ¿para qué entonces establecer dichos requisitos, si solo con dejar las cosas como estaban, había más que suficiente? Luego, o Jesús nos mintió, o a usted le están enseñando otro “evangelio”…… de nuevo, algo que Jesús no dijo

O cuando a usted se le explica que en Juan 5:28-29, Jesús afirmó que hay dos resurrecciones, una para salvación o vida eterna al inicio del milenio, para todos los “justos” y una segunda resurrección al fin de los mil años de gobernación por Cristo, para destrucción eterna de los “injustos”, una vez más aquí hay algo que no encaja. Porque entonces y si ello fuera así, resultaría que Jesús no podría llevar a cabo durante el milenio, la comisión que le ha sido encomendada por su Padre Celestial; veamos: 

“...... y para que él (Jehová) envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, 21 a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.” (Hech. 3:20-21). (Acotación nuestra). 

Y dado que la citada “restauración”, solo puede ver con devolver al ser humano a la misma condición de perfección de la que disfrutaban nuestros primeros padres Adán y Eva (antes del pecado), los números continúan sin cuadrarnos. Porque los que participan de la primera resurrección y para salvación o vida eterna, ya se levantan como perfectos e inmortales Hijos de Dios, según Rev. 20:6: 

Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.” 

Y siendo eso así, se nos plantean dos cuestiones: la primera, es que esas personas ya no necesitan ningún tipo de restauración y la segunda, es que si no hay otra resurrección hasta el fin de los mil años (y además para destrucción eterna) ¿sobre quiénes se llevaría a cabo dicha “restauración”?…… o dicho de otra manera: ¿en favor de quiénes, se derramarían los beneficios de la condición sacerdotal de esos gobernantes? Recordemos que la función de la figura del sacerdote, siempre ha sido la de mediar entre Dios y el hombre (1 Tim. 2:5); pero si no hay durante el milenio, hombres por los que mediar, como sería el caso…… pues eso, que queda claro que de nuevo le están enseñando otro “evangelio” distinto del que enseñó Jesús, porque este nunca dijo algo semejante. 

Luego todo considerado, veamos ahora que fue lo que realmente anunció Jesús y para, como hemos dicho, desmitificar un poco la cosa; porque tal parece que se nos quiere dar a entender y según muchos “iluminados”, que Jesús vino a anunciar algo nuevo o novedoso y que los judíos no sabían. Para ello, analicemos el siguiente pasaje y notemos algo interesante…… a la vez que sorprendente: 

Porque digo que Cristo realmente llegó a ser ministro de los circuncisos a favor de la veracidad de Dios, para confirmar las promesas que Él hizo a los antepasados de ellos……” (Rom. 15:8). 

Luego podríamos decir, que en realidad Jesús no vino a explicarnos nada nuevo o al menos, nada que no supieran los miembros del pueblo judío, pues los profetas ya habían anunciado con anterioridad el propósito de Jehová de restaurar el reino o gobernación de Dios y las cosas que este haría a favor de la humanidad, como veremos a continuación. En Jesús, sencillamente, se puso de manifiesto el cumplimiento de muchas de esas profecías y es en ese sentido, que él fue una confirmación de las promesas de Jehová, por medio de sus profetas “de tiempo antiguo” (Hech. 3:21)...... no solo de aquellas que estaban centradas en el propio Jesús y que cumplió cabalmente, sino obviamente de todas las restantes: 

Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; y el regir principesco vendrá a estar sobre su hombro. Y por nombre se le llamará Maravilloso Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” (Isa. 9:11). 

Luego en el mismo momento de aparecer dicho heredero legal al trono de David, aquellos judíos ya tenían ante sí la confirmación palpable y evidente de la veracidad de la promesa que Jehová, a través del profeta Samuel, había hecho al citado personaje y por extensión, al resto del personal: 

Y tu casa y tu reino ciertamente serán estables hasta tiempo indefinido delante de ti; tu mismísimo trono llegará a ser un trono firmemente establecido hasta tiempo indefinido. 17 Conforme a todas estas palabras y conforme a toda esta visión, fue como Natán habló a David.” (2 Sam. 7:16-17). 

Jesús escenificó dicha confirmación, a la par que reafirmó su identidad como heredero legítimo del rey David, al entrar en Jerusalén a lomos de una humilde bestia de carga (un asno), como parece ser que era preceptivo en los reyes de Israel (1 Rey.33-39; Zac. 9:9) y siendo reconocido y aclamado por las muchedumbres como tal: 

La mayor parte de la muchedumbre tendió sus prendas de vestir exteriores en el camino, mientras otros se pusieron a cortar ramas de los árboles y a tenderlas por el camino. 9 En cuanto a las muchedumbres, los que iban delante de él y los que seguían, clamaban: “¡Salva, rogamos, al Hijo de David! ¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová! ¡Sálvalo, rogamos, en las alturas!” (Mat. 21:8-9). 

Entonces esa aparición del heredero legal al trono de David, confirmaba la promesa de Jehová a los antepasados de aquellos judíos, a la vez que certificaba el seguro cumplimiento de las demás promesas del Altísimo y que necesitaban de esa primera (la aparición de dicho heredero legal) para su continuidad, para general beneficio de la humanidad caída; entre ellas y en orden de importancia, como instrumento fundamental, el establecimiento efectivo del reino restaurado de Dios en la Tierra: 

Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.” (Dan. 2:44).

Y veamos ahora, algunas de las promesas que Jehová hizo a los antepasados de los judíos del tiempo de Jesús (también y por extensión, a todos nosotros hoy) y que se llevarán a cabo durante el período de ese reino o gobierno milenario, en manos de Jesucristo y gobernantes asociados: 

Salmo 37:11: “Pero los mansos mismos poseerán la tierra y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” 

Salmo 72:7: “En sus días el justo brotará y la abundancia de paz hasta que la luna ya no sea.” 

Ahora bien, es obvio que para ello no tendrían que existir las guerras ¿verdad? Pues vean cual es la promesa de Jehová: 

Salmo 46:9: “Hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego.” 

Miqueas 4:3: “Y él ciertamente dictará el fallo entre muchos pueblos y enderezará los asuntos respecto a poderosas naciones lejanas. Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzarán espada, nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” 

Pero sería muy difícil gozar de esta paz a plenitud, si uno estuviera afectado por alguna enfermedad, defecto físico o por la misma vejez, que tantas limitaciones nos impone. Pues no se preocupe, porque también eso será atendido: 

Isaías 33:24: “Y ningún residente dirá: “Estoy enfermo”. La gente que more en la tierra constará de los que habrán sido perdonados por su error”.” 

Isaías 35:5-6: “En aquel tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos y los oídos mismos de los sordos serán destapados. 6 En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo y la lengua del mudo clamará con alegría….” 

Job 33:25: “Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil.” 

Pero quizás usted se pregunte, como se podrá disfrutar a cabalidad de esas bendiciones, cuando vemos por toda la tierra una desertización galopante; sequías brutales; mares, ríos, lagos y otras diversas fuentes de agua contaminadas por el hombre; la protectora capa de ozono quebrantada y tantos y tantos otros aspectos nocivos que afectan directamente nuestra calidad de vida. Pero de nuevo no se preocupe, que Jehová, mediante su reino delegado, también dará atención a ese problema: 

Isaías 35:6-7: “…... Pues en el desierto habrán brotado aguas y torrentes en la llanura desértica. 7 Y el suelo abrasado por el calor se habrá puesto como un estanque lleno de cañas; y el suelo sediento, como manantiales de agua. En el lugar de habitación de los chacales, un lugar de descanso para ellos, habrá hierba verde con cañas y papiros.” 

Rev. 11:18: “…… y para causar la ruina de los que están arruinando la tierra.” 

Y no pase cuidado, que esa paz que Jehová nos ofrece, no se verá ensombrecida por la falta de un trabajo remunerador y satisfaciente, de una vivienda apropiada o carencia alguna de alimentos, con los que sustentar su vida y la de sus seres queridos: 

Isaías 65:21-22: “Y ciertamente edificarán casas y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. 22 No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá. Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo; y la obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal.” 

Miqueas 4:4: “Y realmente se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera y no habrá nadie que los haga temblar; porque la boca misma de Jehová de los ejércitos lo ha hablado.” 

Salmos 72:16: “Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia.” 

Tan abundante y completa será esta paz proveniente de nuestro Dios Jehová, durante ese reino milenario, que se extenderá también al reino animal y a la relación de estos con el hombre: 

Isaías 11:6-8: “Y el lobo realmente morará por un tiempo con el cordero y el leopardo mismo se echará con el cabrito y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos. 7 Y la vaca y la osa mismas pacerán; sus crías se echarán juntas. Y hasta el león comerá paja justamente como el toro. 8 Y el niño de pecho ciertamente jugará sobre el agujero de la cobra; y sobre la abertura para la luz de una culebra venenosa realmente pondrá su propia mano un niño destetado.” 

Pero por otra parte, ¿no sería lamentable que esas bendiciones se acabaran con la muerte de uno? Por supuesto y por eso mismo, la muerte tampoco existirá: 

Isaías 25:8: “Él realmente se tragará a la muerte para siempre y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro. Y el oprobio de su pueblo quitará de toda la tierra, porque Jehová mismo lo ha hablado.” 

1 Cor. 15:26: “Como el último enemigo, la muerte ha de ser reducida a nada.” 

Rev. 21:4: “Y limpiará toda lágrima de sus ojos y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” 

Y finalmente, el más grande de los acontecimientos que hayan de producirse durante ese período milenario del reino…… la resurrección de los muertos: 

Daniel 12:2: “Y habrá muchos de los que están dormidos en el suelo de polvo que despertarán, estos a vida de duración indefinida y aquellos a oprobios y a aborrecimiento de duración indefinida.” 

Juan 5:28-29: “No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz 29 y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio.” 

Hechos 24:15: “…... y tengo esperanza en cuanto a Dios, esperanza que estos mismos también abrigan, de que va a haber resurrección así de justos como de injustos.” 

Y todas esas personas que irán resucitando de forma progresiva, así como los sobrevivientes de la “gran tribulación” (Rev. 7:9; 14) en su calidad de primeros súbditos de ese reino de Dios por venir, experimentarán el cumplimiento de esas profecías en sus propios cuerpos durante ese período milenario, al tiempo que irán recibiendo también ayuda espiritual mediante los oficios sacerdotales de esos gobernantes del reino; de tal modo, que para el final del milenio se habrá alcanzado la total “restauración” prometida: el ser humano volverá a ser perfecto, tanto física, como psíquica, como espiritualmente, tal como en su momento y antes del pecado lo fueron Adán y Eva…… y al igual que ellos, con la vida eterna en mira. Todo eso es lo que ocurrirá durante el transcurso de esos mil años del reinado de Dios por Jesucristo (y asociados) y acontecimientos que conforman el grueso de esas “buenas noticias del gobierno de Dios”, que Jesús y seguidores “recordaron” a los judíos y enseñaron a los gentiles. O sea, eso y no otra cosa (la que sea), es el contenido del “evangelio del reino de Dios” que Jesús instó a creer; ahora bien…… ¿se lo cree usted? 

No es menos cierto que Jesús, aparte de la divulgación de esas buenas noticias que hemos reseñado, junto a algunos ejemplos demostrativos (sanó enfermos, devolvió la vista a los ciegos, o el habla y oído a los sordomudos, expulsó demonios y levanto muertos) y como pequeño anticipo de lo que acontecería a escala inmensamente mayor durante su futuro reinado, en su ministerio puso adicionalmente sobre la mesa una incomparable oportunidad: la de formar parte de aquella minoría (Luc. 12:32), que en su momento tendrían que gobernar con él en ese reinado milenario, como Hijos adoptivos de Jehová y en cumplimiento de la promesa de Dios hecha a sus antepasados, eso es, el sacar de entre el pueblo judío a aquellos futuros reyes y sacerdotes o “nación santa” (Éxo. 19:5-6). Y oportunidad que nada tenía que ver con ser el más listo de la clase, o el más prominente o el tener “enchufe”, sino sencillamente con el estar entre los primeros que aceptaron a Jesús y creyeron en su “evangelio”. Esas personas fueron “compradas de entre la humanidad como primicias para Dios y para el Cordero” según Rev. 14:4b; y como seguro que usted sabe, querido amigo, las primicias no son más que la pequeña parte de un todo, por ejemplo, los primeros frutos de una larga cosecha…… de lo primero que a usted se le ocurra. Pues bien, esas personas se contaron entre los primeros seguidores de Jesús y por ello recibieron ciertos privilegios, que no recibiremos el resto de los mortales: sencillamente, ellos estuvieron en el lugar adecuado, en el momento oportuno. 

Por lo tanto y a modo de resumen desmitificador, tenemos que decir que, lejos de lo que se nos quiere dar a entender, en el sentido de ser “el reino” en sí mismo, causa directa de la salvación y por lo tanto, meta última del cristiano, eso no es más que otro “evangelio” que se nos está contando y por lo tanto, falso. Porque el “reino” (gobernantes incluidos), no es más que el “instrumento” que usa Jehová para la consecución de un logro: la restauración de todas las cosas habidas en un momento anterior (Hech. 3:21). Prueba de que eso es como se lo afirmamos, la tenemos en el hecho de que mientras al ser humano que reciba de sus beneficios, se le ofrece la vida eterna como perspectiva, el citado reino o gobierno y como cualquier instrumento, tiene fecha de caducidad: mil años…… después de transcurridos los cuales y alcanzados los objetivos propuestos, Jesucristo devuelve a Su Padre Celestial el control sobre las cosas y el reino como tal, desaparece de la escena: 

Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. 25 Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. 26 Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. 27 Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. 28 Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.” 1 Cor. 15:24-28). 

Luego ese reino o gobierno de Dios mediante Jesucristo y cumplido ya su objetivo, llegará a su fin y será clausurado, porque ya no se requerirá jamás de él. Por lo tanto, lo verdaderamente importante, no es el reino de Dios en sí mismo (con serlo y mucho) y que repetimos, es solo el instrumento necesario para la consecución de un logro, sino lo que este gobierno o reino conseguirá o hará en favor del ser humano y lo cual es el verdadero “evangelio” o la “buena noticia” que hay que difundir...... porque eso es exactamente lo que vino a pregonar Jesús: las buenas noticias de las buenas cosas que ese gobierno de Dios a través de su persona, hará por la humanidad obediente. Y somos conscientes que todo lo explicado, en un momento de tantos avances tecnológicos y con el hombre dominando el átomo, pueden sonar un poco (o un mucho) a cosas banales y fuera de lugar…… pero no es menos cierto, que unas palabras pronunciadas hace más de 3.000 años, tienen la misma vigencia en nuestros días, que en ese entonces: 

Todo esto he visto y hubo un aplicar mi corazón a toda obra que se ha hecho bajo el sol, durante el tiempo que el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo.” (Ecle. 8:9). 

Dicho esto, no nos queda sino rogarle una vez más, querido lector, que no se fie demasiado de lo que le decimos y haga sus propias averiguaciones, en el sentido de si lo que le explicamos se ajusta a lo que usted lee y entiende en su propio ejemplar de las Escrituras…... o no. Y es que como le hemos dicho al principio, no es nuestra intención ni el enseñar ni el crear opinión y por lo que nos limitamos simplemente, cuando leemos (básicamente en Internet) determinada información que no nos cuadra, a poner en práctica lo mismo que le aconsejamos a usted: contrastamos lo leído con lo que buenamente entendemos que dice la Biblia al respecto y una vez sacadas las oportunas conclusiones, las publicamos para aviso a navegantes…… y que cada uno decida lo que más le convenga. 

MABEL

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