jueves, 8 de noviembre de 2012

¿Qué ocurrirá con nosotros, en la ya cercana “gran Tribulación”?

Y en el sobreentendido que al decir “nosotros”, nos estamos refiriendo a todas aquellas personas que contando con el favor del Altísimo, sobrevivirán a la citada “gran Tribulación” por venir (y entre las que esperamos estar, lógicamente) y de las que se nos habla en Rev. 7:13-14:

Y, en respuesta, uno de los ancianos me dijo: “Estos que están vestidos de la larga ropa blanca, ¿quiénes son y de dónde vinieron?”. 14 De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.”

Ya establecida esta necesaria premisa, aclaratoria de lo que vamos a tratar en este artículo y quedando claro en ella, que estaríamos hablando de “sobrevivientes” de dicho evento y circunstancia fundamental para aclarar el tema objeto de debate, pasemos ahora al desarrollo del mismo. Y es que estaríamos hablando de un asunto muy interesante, a la vez que controvertido y con el añadido, que no es un tema ciertamente bien comprendido por los “entendidos” de turno, que les dan a esas personas mencionadas cualquier destino menos el que realmente tienen: porque las tales personas y en su condición de “sobrevivientes” de la “gran tribulación” (y repetimos, no olviden ese “pequeño” detalle de que estamos hablando de “sobrevivientes”) y que da paso de manera inmediata a un período de tiempo de mil años de gobernación divina, son por pura lógica los primeros súbditos de ese gobierno instaurado por Jehová (Dan. 2:44) y que ubicado aquí en la tierra, se nos anuncia como “el reino de Dios”.

Y con la instauración del cual, inicia dicho período de tiempo, durante el que se producirá la tan esperada resurrección de los muertos (Hech. 24:15) y que de manera progresiva pasarán a engrosar las filas de esos primeros súbditos mencionados, a la par que se producirá la “restauración de todas las cosas” y que por boca de Sus “profetas de tiempo antiguo” (Hech. 3:21), nos han sido prometidas por nuestro Creador, eso es, el recuperar la condición de perfección, tanto física, como mental y por supuesto espiritual del ser humano y con ello, la posibilidad de poder vivir de nuevo eternamente: en definitiva, el volver a la misma situación de la que disfrutaban nuestros primeros padres Adán y Eva antes del pecado; y visto desde esta óptica, uno empieza a pensar…… a valorar distintas posibilidades y acaba concluyendo, que estaríamos hablando de algo bastante razonable.

Pero hete aquí y por aquello de que la alegría en casa del pobre suele durar más bien poco, nos salen esos “genios” modernos de la interpretación bíblica y que pertenecientes a distintos segmentos religiosos existentes en nuestros días, nos cuentan aquello tan “psicodélico” de que seremos arrebatados (evento conocido como “teoría del rapto”) o “raptados” al inicio de la septuagésima semana profética de Dan. 9:27 (algo de lo que les hablaremos más adelante en este escrito, no se preocupen) para ser llevados al cielo y ante la presencia del Divino (nada más y nada menos ¡por pedir, que no quede!) y que se conoce como el rapto “pre-tribulacional”…… y por tanto, fuera ya del alcance de dicha “gran tribulación”; obviamente al final de los siete años mencionados (algunos incluso y ya en el colmo del disparate, como el evangelista Sr. Doug Batchelor, afirman que tal regreso ocurre después de transcurrido el milenio), serán devueltos los arrebatados a esta tierra para, ya en condición de seres inmortales, pasar a reinar junto a Cristo en el citado “reino de Dios”.

Y para que no decaiga la fiesta, están otros que defienden una barbaridad parecida, solo diferente en cuanto a tiempo, pues nos afirman que dicho “rapto” se producirá a la mitad de dicha séptima semana (o rapto midi-tribulacional) y por lo que también el personal sería librado de enfrentar dicha “gran tribulación” y, por supuesto, también llevado al cielo para allí esperar el momento en que, acabado dicho “sarao” por estos lares, ser devueltos a esta tierra y ocupar tan encumbrado puesto, que repetimos, tiene que ver con el fungir de inmortales reyes y sacerdotes en ese venidero “reino de Dios”.

Pero hay aún una tercera vía y quizás por aquello de que no hay dos sin tres, conocida como rapto “post-tribulacional” y en dónde estaríamos hablando de un “arrebatamiento” al final de dicha séptima semana y por lo que, a diferencia de los dos planteamientos anteriores, nos “pillaría el toro” o lo que es lo mismo, tendríamos que enfrentar los graves sucesos de la “gran tribulación” y que, culminando con la batalla de “Armagedón”, acabará con el mundo tal como lo conocemos, para dar inicio al tan esperado “reino de Dios”.

Dicha tercera posibilidad, se apoya fundamentalmente en los capítulos 2 y 3 del libro de Revelación, en dónde en diversos pasajes de ambos capítulos, Jesucristo menciona y dirigiéndose a sus más directos seguidores, que “al que venza”, le serían dadas diversas prebendas, como el reinar con él y con la inmortalidad concedida…… por lo que se supone, que ese “vencer” tiene que ver con el superar con éxito, las terribles dificultades por las que pasará la humanidad en ese trágico momento y que como hemos dicho, se conoce como la “gran tribulación”. Pero en todo caso y escoja usted la opción que prefiera y siempre según dichos “genios” de la interpretación bíblica, esos “sobrevivientes” de la mencionada “gran tribulación” de Rev. 7:14, tienen como destino último el reinar con Jesucristo en su reino milenario y ya como seres inmortales. Pero que a nuestro entender (ya nos disculparán ustedes, que seamos tan “tiquismiquis”), dichas tres opciones y entre otras razones de menor cuantía, se enfrentan a un problema algo “complicadillo” de resolver y que hasta el momento nadie nos ha aclarado (¡y miren que lo hemos planteado veces!), que tiene que ver con la siguiente cuestión: para reinar con Cristo y en condición de inmortalidad, hay que participar inexcusablemente de la llamada “primera resurrección” y de la que se nos habla en Rev. 20:6:

Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos (eso es, sobre aquellos que participan de la misma) la muerte segunda no tiene autoridad (lo que significa la inmortalidad), sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.” (Acotaciones nuestras).

Luego queda meridianamente claro y a tenor del registro escritural, que la condición de inmortal rey y sacerdote, solo la adquieren aquellos que participan de esa llamada “primera” resurrección y lo cual desvirtúa todas esas teorías del rapto, pues el denominador común en todas ellas es que los “raptados” o “arrebatados” o como quiera que se les llame, pasan “a reinar” con Cristo y ya revestidos de “inmortalidad” en el reino milenario…… cuando sorprendentemente es el caso, que las Escrituras nos están hablando de sobrevivientes de dicha “gran tribulación”, luego de personas que pasan con vida a través de la misma…… eso es, personas que no han muerto y por lo tanto, no pueden participar de ningún tipo de resurrección: ni de la llamada “primera”, ni de la que le seguirá a continuación y ya dentro del milenio y que es el único vehículo (dicha “primera” resurrección) que lleva a uno a reinar con Jesucristo y disfrutar de la inmortalidad…… siempre y cuando, claro está, las Escrituras no nos mientan.

Y circunstancia la señalada (no el que las Escrituras nos mientan, algo por demás imposible, sino la anterior), que nos devuelve a la cuestión primera y objeto de análisis en este artículo, en el sentido de qué va a ocurrir con aquellos que siendo fieles a Jehová, nos encontremos ante esa situación calamitosa y que se nos describe como de “gran tribulación”; pues según hemos leído, al apóstol Juan se le dice que “salimos” de ella, pero que no sabemos cómo, ni cuándo, ni dónde. Y para averiguarlo, no tenemos más remedio que dirigirnos a los ejemplos de juicios pasados de Dios sobre el hombre y que están registrados en las Escrituras (de hecho, la “gran tribulación” no es otra cosa que un mega-juicio de Dios), pues son las propias Escrituras las que nos recomiendan ese camino a seguir:

Porque todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.” (Rom. 15:4).

Entonces entendemos que la esperanza nos viene dada por lo que está contenido en las Escrituras y que fue escrito para instruirnos, eso es, para que tomáramos ejemplo de ello, por lo que es en ellas en dónde tenemos que buscar la información requerida…… en este caso, en el sentido de averiguar qué será realmente de nosotros, partiendo de un análisis correcto lo que ocurrió en sucesos anteriores. Y algo que nos queda claro, si así lo hacemos, que una constante en todos los casos de juicio divino, es que siempre Jehová ha mantenido a sus leales apartados de los mismos, pues no es en contra de estos que van sus acciones punitivas; pero veamos algunos relatos que nos hablan de ello, por demás conocidos por todos.

En el caso de Noé y su familia, si bien es cierto que vivieron una época de cierta dificultad y que podríamos considerar como de “tribulación” (como nosotros actualmente) durante el tiempo que emplearon en construir el arca, pues no olvidemos que Jehová trajo juicio según le dijo a Noé “porque la tierra está llena de violencia como resultado de ellos (eso es, de las personas que en ese momento moraban en ella); y, ¡mira!, voy a arruinarlos junto con la tierra” y con la que se montó, la que se montó, no es menos cierto sin embargo, que cuando vino sobre aquella generación impenitente el juicio de Dios, eso es, el conocido como “Diluvio Universal” y lo que podríamos considerar como el equivalente a una “gran tribulación”, ya Noé y familia habían sido puestos a buen recaudo, o lo que es lo mismo, completamente alejados y a salvo de dicha trágica situación…… luego no enfrentaron dicho dramático evento, porque el juicio no era contra ellos que, a diferencia del resto, habían sido obedientes a su Creador, sino en contra de aquellos que no lo habían sido. Y esa, como hemos mencionado, es una constante en los juicios de Jehová y que se ha visto repetida a lo largo de toda la historia bíblica: las dificultades generadas por determinada situación, las afrontan todos sin excepción…… pero cuando ya se pone Dios a actuar directamente sobre aquellos que le desobedecen, lógicamente protege a aquellos que le obedecen y dejándolos al margen de los acontecimientos; pero veamos dos casos más, que nos confirman dicho extremo.

En el año 587 a. E.C., Jehová usó a los ejércitos de Babilonia, bajo el reinado de Nabucodonosor, para ejecutar juicio sobre Su pueblo Israel y que culminó después de una brutal masacre, con la deportación de unos pocos sobrevivientes a la lejana Babilonia…… aunque antes de eso, Dios dio una última oportunidad a los que, confiando en Él, se quisieran salvar; pero veamos cómo se desarrollaron los hechos desde su inicio:

Y Jeremías procedió a decirles: Esto es lo que dirán a Sedequías: 4 Esto es lo que ha dicho Jehová el Dios de Israel: “Mira, voy a volver en dirección contraria las armas de guerra que están en las manos de ustedes (luego dejaría de tener éxito su resistencia frente a los caldeos), con las cuales están peleando contra el rey de Babilonia y los caldeos que los tienen sitiados fuera del muro; y ciertamente reuniré a estos en medio de esta ciudad. 5 Y yo mismo ciertamente pelearé contra ustedes con mano extendida y con brazo fuerte y con cólera y con furia y con gran indignación. 6 Y de veras golpearé a los habitantes de esta ciudad, tanto a hombre como a bestia. De una gran peste morirán”. 

7 “Y después de eso, es la expresión de Jehová, daré a Sedequías el rey de Judá y a sus siervos y al pueblo y a los que en esta ciudad queden de la peste, de la espada y del hambre, en la mano de Nabucodonosor el rey de Babilonia, aun en la mano de los enemigos de ellos y en la mano de los que están buscando su alma; y él ciertamente los herirá a filo de espada. No les tendrá lástima, ni mostrará compasión ni tendrá misericordia alguna.” (Jer. 21:3-7).

Por lo que la perspectiva no tenía nada de halagüeña; sin embargo, antes que Jehová empezara a pelear personalmente contra Su propio pueblo (hasta ese momento, solo era una confrontación entre dos ejércitos opuestos) y a llevar a cabo Su resolución, dio la siguiente oportunidad a los moradores de Jerusalén:

Y a este pueblo dirás: Esto es lo que ha dicho Jehová: “Aquí pongo delante de ustedes el camino de la vida y el camino de la muerte. 9 El que se quede sentado en esta ciudad (o que no hiciera caso a la admonición divina) morirá a espada y del hambre y de la peste; pero el que esté saliendo y realmente se pase (o se entregue, haciendo caso a lo dicho por Jehová) a los caldeos que los tienen sitiados seguirá viviendo; y su alma ciertamente llegará a ser suya como despojo.” (Jer. 21:8-9). (Acotaciones nuestras).

Y decisión que no era nada fácil de tomar, en vista de la fama que tenían los caldeos acerca de la crueldad con la que “obsequiaban” a sus prisioneros y además, del trato que los propios judíos daban a sus desertores (si los pillaban, claro)…… sin embargo y protegidas por Jehová, esas personas que obedecieron confiando en Él, fueron las únicas que resultaron escapar con vida (en definitiva, lo más importante) de tan brutal destrucción y el equivalente también, a una “gran tribulación” en aquellos días. En todo caso observamos, que si bien las dificultades iniciales (o llamémosle “tribulación”) propias de un cerco las sufrieron todos los habitantes de Jerusalén, cuando la cosa se puso de “color hormiga” (eso es, marrón oscuro, tirando a negro), Jehová maniobró para sacar a sus fieles de ese entorno conflictivo que derivó en una brutal masacre o “gran tribulación” y preservó sus vidas.

Pero veamos ahora un suceso más cercano, como por ejemplo, fue el caso en el año 66 E.C. para los seguidores de Jesús dentro de Jerusalén y en el primer cerco que los ejércitos romanos sometieron a dicha ciudad, lo que podríamos valorar como una “tribulación” o dificultades graves; pero incomprensiblemente, cuando los soldados de Roma estaban a punto de tomar la ciudad y en una decisión inexplicable, aún no entendida por ningún estratega militar actual, su general al mando, Cestio Galo, ordenó la retirada…… proporcionando con ello y de forma milagrosa, la ocasión para que aquellos que tenían presente la advertencia dada por Jesús en su momento, tomaran acción:

Además, cuando vean a Jerusalén cercada de ejércitos acampados (ya lo habían visto), entonces sepan que la desolación de ella se ha acercado. 21 Entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas y los que estén en medio de Jerusalén retírense y los que estén en los lugares rurales no entren en ella; 22 porque estos son días para hacer justicia, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.” (Luc. 21:20-22). (Acotación nuestra).

Por lo que puesto que esos seguidores de Jesús, en cuanto vieron las orejas al lobo (año 66 E.C.) y aprovechando el “impasse” producido por la sorprendente retirada de las tropas romanas, empezaron a poner tierra de por medio y abandonando Jerusalén, se dirigieron a las lejana tierras de Pela, se libraron del desastre ocurrido en el año 70 con el regreso de los ejércitos romanos (esta vez, al mando del general Tito) y que, en cumplimiento de las palabras de Jesús con respecto de Jerusalén y en lo que ya fue una “gran tribulación” para el pueblo judío, esta fue totalmente arrasada y con un saldo de más de un millón de muertos y casi cien mil cautivos, que tampoco es que tuvieran mejor suerte en los circos romanos…… pero aquellos que hicieron caso a la advertencia de Jesús (en definitiva, un medio de salvar de Jehová), ya estaban fuera de los límites de la zona de los hechos y ni se enteraron de ello.

Y es que según el registro bíblico, repetimos, en tiempos de conflicto por un juicio de Jehová, Éste siempre y de una forma u otra, ha mantenido a sus leales lejos de la zona de peligro y por tanto, resguardados de todo mal…… y que podríamos citar, como un ejemplo más de ello, la situación del pueblo de Israel bajo la esclavitud de Egipto y que en el momento de su liberación, mientras fue también afectado por las incómodas tres primeras plagas, no así por las mortíferas siete restantes y de las que fueron milagrosamente librados. Experiencia que pueden ustedes leer, en un artículo que bajo el título “Usted…… y las diez plagas de Egipto” se publicó en este blog el 17/03/12; pues bien, algo parecido es lo que de nuevo va a ocurrir y a tenor de los siguientes pasajes bíblicos, pues con la citada “gran tribulación” no estaríamos hablando de otra cosa sino de un juicio directo de nuestro Creador, contra la humanidad desobediente…… y acerca del cual, ya Jehová nos adelanta qué medidas piensa tomar con respecto de aquellos que optemos por obedecerle:

Isa. 26:20: “Anda, pueblo mío, entra en tus cuartos interiores y cierra tus puertas tras de ti. Escóndete por solo un momento hasta que pase la denunciación.”

Sof. 2:2-3: “Antes que el estatuto dé a luz algo, antes que el día haya pasado justamente como el tamo, antes que venga sobre ustedes la cólera ardiente de Jehová, antes que venga sobre ustedes el día de la cólera de Jehová, 3 busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado Su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente se les oculte en el día de la cólera de Jehová.”

Y podrían complementar dicha información, con la lectura del entero Salmo 91 y del que en su día publicamos un artículo titulado “Usted…… y el Salmo 91” (13/05/10), en una muestra de cómo Jehová protegerá a aquellos que le son fieles, en los críticos momentos que se avecinan y siendo el ejemplo de Noé, probablemente el más gráfico de todos. Pero dicho lo cual, quizás les interesará a ustedes y de hecho a eso íbamos, el averiguar cuál es la secuencia de los hechos que nos llevarán al nuevo mundo que nuestro Creador nos promete y en dónde seremos totalmente restaurados, tanto física, como mental y espiritualmente, así como también nuestro entorno medioambiental. Y es que por todos lados oímos que se acerca el fin del mundo, o el Apocalipsis (como prefieran) y que de pronto, o un “pedrusco” del tamaño de un campo de fútbol de esos que van rondando por nuestra cercanía planetaria nos dará en toda la cresta, o un descerebrado apretará un botoncito no adecuado en el momento más inoportuno y desencadenará un holocausto nuclear que acabará con la vida en la tierra, o que el Osama bin Laden de turno llevará a cabo un ataque terrorista de características biológicas que nos envenenará a todos…… y cosas por el estilo; y aumentando el “regocijo” del personal, fechas tan “emblemáticas” como el cercano 21 de Diciembre del año en curso y en donde se nos dice, más o menos, que serán desatados todos los horrores del averno.

También es cierto, por otra parte, que la mayoría de los “entendidos” en la materia nos dirigen al libro de Revelación, como el que nos tiene que desvelar el secreto de lo que va a ocurrir y algo que podríamos aceptar, pues es cierto que en el mismo se nos revelan las cosas que Dios va a hacer en contra de la humanidad rebelde…… pero quedémonos con este dato: de entrada en dicho libro no se nos habla de un juicio indiscriminado, sino selectivo, pues afectará solo a aquellos que se oponen a Jehová; y por otra parte, si bien en dicho libro se nos dice qué va a ocurrir, no se nos dice cuándo va a empezar la “fiesta” y que es en realidad lo que intentamos averiguar nosotros. Por lo que para ello, nos tenemos que ir a un libro escrito casi seiscientos y pico de años antes que la mencionada Revelación, en dónde se nos da la clave del asunto si lo analizamos con la debida atención; veamos que se nos dice en dicho libro y que no es otro que el libro profético de Daniel y que, explicado a grosso modo, las cosas sucedieron así:

A dicho profeta les es transmitido cierto mensaje por medio de una visión, que tiene que ver con el propósito de Jehová para un futuro distante y de lo cual el hombre, se entera más bien poco ¡para que nos vamos a engañar! (ya saben ustedes, la edad y todas esas cosas). El caso es que en vista de ello, Jehová le manda un ángel que le aclare las ideas al bueno de Daniel y lo cual hace al ángel, que identificado con el nombre de Gabriel, se pronuncia de la siguiente manera:

Y empezó a impartir entendimiento y a hablar conmigo y decir: “Oh Daniel, ahora he salido para hacerte tener perspicacia con entendimiento. 23 Al comienzo de tus súplicas salió una palabra y yo mismo he venido a dar informe, porque eres alguien muy deseable. Así que da consideración al asunto y ten entendimiento en la cosa vista

24 “Hay setenta semanas que han sido determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad (Israel y Jerusalén, respectivamente), para poner fin a la transgresión y para acabar con el pecado; y para hacer expiación por el error y para introducir la justicia para tiempos indefinidos y para imprimir un sello sobre visión y profeta…… y para ungir el Santo de los Santos. 25 Y debes saber y tener la perspicacia de que desde la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén hasta Mesías el Caudillo, habrá siete semanas, también sesenta y dos semanas.” (Dan. 9:22-25). (Acotación nuestra).

Pero vemos que el cómputo final se queda en 69 semanas (y tengamos en cuenta que estaríamos hablando de semanas de años y no de días), cuando en el verso 24 se nos habla de 70 y por lo que queda claro que nos falta una; pero también observamos que puesto que se nos da el número de semanas fraccionado en grupos, eso es, 7+62+obviamente, la 1 restante, estaríamos hablando de fracciones de tiempo que no necesariamente tendrían que ser correlativas (si bien es cierto, que las 7 primeras y las 62 siguientes, si lo fueron). Pero veamos que se nos dice de esa séptima semana y para ello, con el fin de tener una perspectiva lógica, leeremos Dan. 9:26-27:

Y después de las sesenta y dos semanas Mesías será cortado, con nada para sí. Y a la ciudad y al lugar santo el pueblo de un caudillo que viene los arruinará. Y el fin del tal será por la inundación. Y hasta el fin habrá guerra; lo que está decidido es desolaciones. 27 Y él tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana; y a la mitad de la semana hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva.”

Y según leemos, la muerte de Jesús se produjo después de cumplirse el segundo período de 62 semanas que, más las 7 del período precedente, sumaban 69…… luego faltaba una y de la que se nos habla en el verso 27, que aún y según nuestro entender, no se ha cumplido; recordemos que Jesús en su momento, dijo lo siguiente:

“…… y caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada (o pisoteada, o humillada) por las naciones, hasta que se cumplan los tiempos señalados de las naciones.” (Luc. 21:24). (Acotación nuestra).

Luego aquí se nos está hablando de un tiempo neutro, en el que Jehová no tomaría acción en lo que respecta de Su pueblo Israel y concretamente de Jerusalén (como capital del mismo), sino que sería dejada en manos de las naciones del mundo, hasta llegar a un tiempo determinado y que comprendía desde el final de la semana 69, hasta el momento del comienzo de la 70 y definitiva semana. Y para abreviar, diremos que con dicha séptima semana, de nuevo empieza la cuenta regresiva del tiempo que el Altísimo había decretado para su pueblo y que según el versículo 27, daría inicio con la firma de un pacto o tratado de paz por siete años (eso es, la semana completa), entre varias partes y auspiciado por un personaje, el “un caudillo que viene” del verso 26 y al que se conoce como “el Anticristo”. Y pacto que presumiblemente se establecerá entre Israel y los países árabes hoy en conflicto y con lo que empezarán, ahora ya sí, los últimos siete años del mundo como lo conocemos; pues al finalizar la semana 70 y como nos muestra el texto de Daniel, se pone fin “a la transgresión y para acabar con el pecado y para hacer expiación por el error y para introducir la justicia para tiempos indefinidos y para imprimir un sello sobre visión y profeta (o cerrar definitivamente todas las profecías, pues ya se habrían cumplido) y para ungir el Santo de los Santos” (versículo 24)…… luego es obvio que estaríamos hablando del reino de Dios ya instaurado. Pero rebobinando un poco, también hemos visto que a la mitad de dicha semana, el mismo personaje que auspicia el pacto de paz, rompe o viola el mismo…… por lo que la pregunta es pertinente ¿y dónde entramos nosotros, en este cuadro?

Pues como ya explicábamos con detalle en un anterior artículo titulado “El milenio…… y el predicador Sr. Doug Batchelor” (14/10/12), la aparición de dicho “caballero” (el Anticristo, no el Sr. Batchelor) es coincidente en el tiempo con la de un resto “ungido” o personas como los apóstoles de Jesús, dotados de extraordinarios poderes y prefiguradas por los “dos testigos” de Rev. 11:3-6, que darán inicio a la gran predicación anunciada por Jesús en Mat. 24:14…… y según el pasaje citado, por un espacio de tiempo limitado a 1.260 días, eso es, 42 meses o tres años y medio y que comprende, la primera parte de la semana 70 de Daniel y de la que se gozará de una relativa calma, a tenor de lo mencionado en Rev. 7:1-3, para propiciar con ello la predicación del citado mensaje divino:

Después de esto vi a cuatro ángeles de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, reteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que no soplara viento alguno (o no hubiera disturbio) sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol. 2 Y vi a otro ángel que ascendía del nacimiento del sol, teniendo un sello del Dios vivo; y clamó con voz fuerte a los cuatro ángeles a quienes estaba concedido hacer daño a la tierra y al mar 3 y dijo: “No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta después que hayamos sellado en la frente a los esclavos de nuestro Dios”.” (Acotación nuestra).

Entonces lo que nos aseguran dichas palabras y a tenor del contexto bíblico, es que en esa primera parte de la semana 70 (tres años y medio o 1.260 días) y como hemos dicho, la cosa estará calmada y lo que permitirá que se recojan, mediante dicha gran predicación, a aquellos que acepten las condiciones de Dios y que pasarán a formar parte de esa “gran muchedumbre” de personas que “ningún hombre podía contar” y de la que se nos habla en Rev. 7:9 y que se irán uniendo a dicha obra de predicar, sin ser molestados de manera alguna; terminado ese período de tiempo y en vista del desenvolvimiento de las cosas (el éxito de dicha predicación), el Anticristo se revuelve, rompe el pacto y hace matar a los miembros de ese resto “ungido” que han liderado la citada campaña de predicación, siempre según el siguiente pasaje:

Y cuando hayan terminado de dar su testimonio (eso es, al término de los 1.260 días y con lo que se acabará la oportunidad de escaparse del “follón” que se avecina), la bestia salvaje que asciende del abismo (un gobierno global emergente, de hechura humana) hará guerra contra ellos y los vencerá y los matará.” (Rev. 11:7). (Acotaciones nuestras).

Y momento que el Altísimo y en cumplimiento de Su promesa en los citados pasajes de Isa. 26:20; Sof. 2:2-3 y el Salmo 91, oculta, pone a cubierto…… en definitiva, sitúa lejos del alcance del Anticristo y del gobierno mundial que este comanda, así como de los trágicos acontecimientos por venir, a aquellos que han aceptado Su propuesta de vivir bajo Su gobernación en manos de Jesucristo; ahora bien, a partir de aquí ¿qué ocurrirá? Pues lo que se nos dice a continuación, en los versos 8-10 del capítulo 11 del libro de Revelación que estamos considerando:

Y sus cadáveres estarán en el camino ancho de la gran ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también el Señor de ellos fue fijado en el madero. 9 Y los de los pueblos y tribus y lenguas y naciones mirarán sus cadáveres por tres días y medio y no permiten que sus cadáveres sean puestos en una tumba. 10 Y los que moran en la tierra se regocijan sobre ellos y gozan y se enviarán regalos los unos a los otros, porque estos dos profetas atormentaron a los que moran en la tierra.”

Por lo que a nuestro entender y tomen esta afirmación con todas las cautelas del mundo (es una simple opinión), es en este momento y no cuando se firma el tratado de paz que da inicio a la semana 70 (según la opinión generalizada de los “entendidos” en la materia), cuando se cumplen las palabras de 1 Tes. 5:3:

Cuando los hombres estén diciendo: “¡Paz y seguridad!”, entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente, como el dolor de angustia a la mujer encinta; y no escaparán de ninguna manera.”

Y repetimos que se trata de una mera opinión personal, aunque basada en dos hechos clave: por una parte, destrucción “repentina” e “instantánea” que no ocurre cuando el “Anticristo” firma el pacto de paz, que además no es tal, ya que de lo que estaríamos hablando sería de una simple tregua de siete años y por lo tanto, no de algo definitivo que pueda provocar semejante proclamación…… pero es que además, lo que ocurre a continuación de firmado dicho acuerdo y lejos de ser una destrucción repentina, es la proclamación de un mensaje divino de esperanza y que facilita a los que lo acepten, el poder salvar su vida en un futuro inmediato. Sin embargo y ahí tenemos el segundo hecho clave, lo que hemos leído en Rev. 11:10, es que las naciones tienen gran regocijo, debido a que han sido muertos o destruidos, los molestos personajes que las “atormentaban” con dicho mensaje divino…… por lo que ya sí pueden vivir en “paz y seguridad” pues ya nadie va a perturbar más su existencia, con mensajes de juicio que no son de su agrado. Pero siendo en ese preciso momento, cuando ocurre lo siguiente y a diferencia de lo ocurrido cuando el “Anticristo” firmó el pacto o tregua en cuestión, siempre siguiendo el relato de Revelación:

Y después de los tres días y medio (de su muerte y exposición pública de sus cuerpos sin vida), espíritu de vida procedente de Dios entró en ellos y se pusieron de pie y gran temor cayó sobre los que los contemplaban. 12 Y oyeron una voz fuerte procedente del cielo decirles: “Suban acá”. Y subieron al cielo en la nube y sus enemigos los contemplaron. 13 Y en aquella hora ocurrió un gran terremoto y la décima parte de la ciudad cayó; y siete mil personas fueron muertas por el terremoto y los demás se atemorizaron y dieron gloria al Dios del cielo.” (Rev. 11:11-13). (Acotación nuestra).

Luego estaríamos contemplando, a nuestro entender, el inicio de la “gran tribulación” y sucesos subsiguientes, de los que se nos hace una semblanza, entre otros relatos proféticos, en Sof. 1:14-18:

El gran día de Jehová está cerca. Está cerca y hay un apresurarse muchísimo de él. El sonido del día de Jehová es amargo. Allí un hombre poderoso da un grito. 15 Ese día es día de furor, día de angustia y de zozobra, día de tempestad y de desolación, día de oscuridad y de tenebrosidad, día de nubes y de densas tinieblas, 16 día de cuerno y de señal de alarma, contra las ciudades fortificadas y contra las elevadas torres de las esquinas. 17 Y ciertamente causaré angustia a la humanidad y ciertamente andarán como ciegos; porque han pecado contra Jehová. Y su sangre realmente será derramada como polvo y sus entrañas como el estiércol. 18 Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová; sino que por el fuego de su celo toda la tierra será devorada, porque él hará un exterminio, realmente uno terrible, de todos los habitantes de la tierra.”

Pero, volviendo al tema de este artículo ¿dónde estaremos en ese momento, los que hemos sido fieles a nuestro Dios? Pues sencillamente y como ya hemos dicho, aunque en este momento estemos pasando también como en los ejemplos mencionados, por un periodo de gran dificultad y equivalente de una época de “tribulación”, para cuando sea desatada la “gran tribulación” o acción directa de Jehová en contra de una humanidad desobediente y rebelde, nosotros estaremos bajo Su directa protección, por tanto a resguardo de todo mal, como lo estuvo Noé y siete personas más dentro del arca, que fueron obedientes a su Creador cuando aún era el tiempo para tomar decisiones correctas...... y recordemos que eso fue antes, en todos los juicios divinos que hemos analizado, que Jehová se pusiera “manos a la obra” en contra de aquellos que no le obedecieron. Y es que una vez Jehová se ha puesto en marcha, ya no hay posible vuelta atrás en la opción tomada por parte cualquier persona, eso es, un cambio de decisión a partir de “cuando ven” que la cosa va en serio, pues ya es demasiado tarde entonces para rectificar…… de ahí la importancia y como siempre se ha señalado desde este blog, de no esperar hasta el último momento para llevar a cabo la voluntad de nuestro Creador.

Para los que así piensan (y que son muchísimos), nos permitimos hacerles una pequeña observación de algo que se nos dice en el pasaje citado con anterioridad de Sof. 2:2-3 y que ante la posibilidad de que no se hayan dado cuenta de ello y se les haya pasado por alto, nos permitimos el hacérselo notar; y para ello, de nuevo transcribiremos dicho pasaje:

Antes que el estatuto dé a luz algo, antes que el día haya pasado justamente como el tamo, antes que venga sobre ustedes la cólera ardiente de Jehová, antes que venga sobre ustedes el día de la cólera de Jehová, 3 busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado Su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente se les oculte en el día de la cólera de Jehová.”

De entrada la “advertencia” divina (que tiene rango de mandato, pues viene directamente del Altísimo), es la de actuar antes de que los acontecimientos empiecen a tomar forma; y que ello es así, queda perfectamente establecido por el hecho que se nos dice que aquellos que serán ocultados o protegidos por Jehová de la inminente destrucción que se avecina, son aquellos que han hecho una práctica en su vida (lo cual y según cualquier diccionario, significa una “acción continuada en el tiempo”) y desde el mismo momento en que fueron advertidos o recibieron informe del propósito divino, de ajustar su conducta a las normas divinas requeridas, para alcanzar la salvación de lo que se nos está viniendo encima…… o sea, no dejar para “más adelante” y por aquello del “qué dirán mis vecinos” (lo que en sí mismo significa ya un claro acto de desobediencia a la voluntad expresa de Dios), el tomar acción y atender el requerimiento divino…… luego que nadie diga que no ha sido debidamente advertido.

Y en el bien entendido, por supuesto, que estamos simplemente dando nuestra personal interpretación de unos hechos por acontecer y según entendemos se desprenden del contenid0 escritural; por lo que sería aconsejable que cada uno y a título personal, hiciera su particular investigación sobre el asunto tratado y tomara sus propias decisiones…… y es que ya saben: cada uno responderá de sí mismo ante su Creador (Gál. 6:5).

MABEL

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