domingo, 14 de julio de 2013

El extraño caso de Mat. 27:52-53


O lo que es lo mismo, la importancia del contexto escritural en la capacidad personal para el entendimiento del texto sagrado, aunque a veces tal parece que nos lo ponen realmente difícil. Porque si en el artículo anterior hablábamos de Juan 1:1 como texto conflictivo, por ahí aparece otro pasaje que también “se las trae” (como diría nuestro castizo de guardia), un tanto “rarito” y al que vamos a intentar darle un poco de sentido, siempre usando nuestras “armas” preferidas para esos menesteres, como son la capacidad de leer correctamente y luego razonar con lógica y sentido común sobre aquello que se lee, no sin antes y como acabamos de mencionar, de haberlo pasado por el cedazo del contexto general del registro sagrado.

Y es que algo que saben aquellos que con cierta asiduidad siguen este blog, tiene que ver con la importancia que damos a dicho contexto escritural, como método infalible para determinar la veracidad de determinados pasajes y que a veces resultan ya de entrada totalmente incomprensibles, acabando por sumirnos en la más profunda de las perplejidades. Y ello viene a cuento, de que buscando determinada información para uno de nuestros artículos, nos topamos con la explicación que se daba de uno de esos pasajes “raritos” que nos llenó de sorpresa, no tanto por la explicación que del tal se nos ofrecía (que también), sino por el pasaje en sí mismo y que por mucho tiempo había pasado totalmente desapercibido para nosotros, pues es una porción escritural que ahí está y que puesto que no tiene relación directa con ningún tema bíblico que precise de su asistencia para aclarar algo (más bien lo que hace y si nos lo permiten ustedes, es enredar más las cosas), es un pasaje en el que muy pocas personas han reparado…… y estaríamos hablando de Mat. 27:52-53 y en dónde se lee como sigue:

Se abrieron los sepulcros y muchos cuerpos de hombres santos que habían muerto se levantaron; 53 y salidos de los sepulcros después de la resurrección de él (de Jesús), fueron a la santa ciudad y aparecieron a muchos.” (Versión RVA 1989). (Acotación nuestra).

Honestamente afirmamos, que aunque entendemos lo que nos dice, no tenemos ni la menor idea de lo que se nos está hablando, ni con que se relaciona y lo qué es más, de que pinta ahí dicho pasaje; porque lo que el tal nos dice en síntesis, es que en el momento de morir Jesús y como consecuencia del fuerte terremoto que siguió inmediatamente a su fallecimiento, los sepulcros fueron abiertos (antiguamente en Israel, la mayoría de sepulcros estaban excavados en la roca), sus “moradores” expulsados de los mismos y según se nos da a entender, vueltos de nuevo a la vida y que entrando en Jerusalén, fueron vistos por muchas personas…… este es el resumen de lo que se nos relata en ese pasaje y que hasta donde nosotros entendemos, sencillamente nos parece un disparate. Pero no es menos es cierto, sin embargo, que muchos son los autores de artículos bíblicos que sostienen la veracidad de ese supuesto acontecimiento y apoyándose para ello en Efe. 4:8, en donde nos afirman dichos “entendidos”, que el propio Pablo reconoce como real esa resurrección de “santos”, según entienden de las siguientes palabras:

Por lo cual él dice: “Cuando ascendió a lo alto se llevó cautivos; dio dádivas en hombres”.”

Decir de entrada, que el entendimiento por parte de esos autores de las palabras de Pablo es como mínimo manifiestamente mejorable y por aquello de ser suaves, pues en las mismas el apóstol ni remotamente se refería a este acontecimiento que estamos analizando, sino a otra cosa que no viene ahora al caso. Y para probar que ello es así, noten que mientras Pablo supuestamente afirma que Jesús “se llevó” con él a cautivos, eso es, que se los llevó con él al cielo, en el pasaje objeto de análisis no se nos dice nada parecido, sino que lo que se nos dice es que cuando Jesús resucitó, los supuestos “resucitados” entraron en Jerusalén y se manifestaron a mucha gente. Pero es que además y si ustedes leen los versos 9 y 10, verán que allí Pablo dice que puesto que Jesús fue el único que “descendió” del cielo, también fue el único que ascendió al cielo, lo que descarta totalmente la idea de acompañamiento alguno en su viaje al Padre; y error producido, por no haberse leído esos señores el contexto de ese verso ocho (o sea, el 9 y el 10) y haberlo dado por bueno, sencillamente porque decía aquello que les interesaba que dijera para mantener su planteamiento y algo que es muy común, entre aquellos que presumen de “entendidos” en el conocimiento escritural…… y a eso se le llama, sacar un texto de su contexto.

Por lo que nosotros continuamos pensando que algo raro ocurre con ese pasaje, porque analizado con un poco de lógica y sentido común y siempre desde el necesario contraste con el contexto general de las Escrituras (que es la verdadera vara de medir sobre la veracidad de cualquier pasaje bíblico), resulta ser en conjunto un auténtico disparate; y es cierto que sobre dicha porción de Mat. 27:52-53 se dan todo tipo de interpretaciones cuando buscas un poco más de información, pues mientras unos lo definen como una resurrección adelantada (unas primicias) de algunos de los “ungidos” que en un futuro gobernarán con Cristo en el reino milenario, otros dicen que son los 24 ancianos de Rev. 4:4 y que representan al entero grupo de aquellos elegidos que en un futuro reinarán con Cristo por mil años. Por supuesto, que seguramente habrá más interpretaciones acerca de ello y todas ellas tan disparatadas como estas; y es que cuando se intenta interpretar un pasaje que en sí mismo ya es un total contrasentido y que solo porque está ahí, ya parece que haya que decir algo sobre él, ocurren esas cosas. Sin embargo nosotros, desde este blog y conscientes de que ello comporta algún riesgo, nos decantamos por afirmar que dicho pasaje no tiene sentido alguno tal como está vertido y de ahí la duda, de si el contenido del mismo se ajusta al contenido del manuscrito original o no…… y que sinceramente creemos que no, a menos que alguien nos demuestre lo contrario.

Y es que debemos de tener en cuenta, que cuando leemos la Biblia no estamos realmente haciendo tal cosa, sino que lo que estamos haciendo es leer el resultado de copias, de otras copias, de más copias, que a su vez, fueron copiadas de otras copias de los manuscritos originales de la Biblia y todas ellas transcritas a mano, por un espacio de tiempo de más o menos 1.400 años, momento en el que apareció la imprenta. Luego un simple e involuntario error en un signo ortográfico, de uno de los primeros copistas del texto sagrado (por poner un ejemplo) corregido y aumentado en el tiempo, podría llegar a derivar en que un texto que leemos hoy, nada tenga que ver con su versión original y como nos maliciamos que ocurre, con el que nos ocupa hoy. Añadámosle a eso y a través de los siglos, las distintas “conveniencias” (que también es el caso) de algunos de sus traductores u organizaciones religiosas que avalaban y financiaban dichas traducciones (no nos olvidemos de este “pequeño” detalle) y verán lo razonable de nuestra objeción; pero claro, quizás el sincero y voluntarioso estudiante de la Biblia, sobre todo el principiante en estas lides (como todos hemos sido, en nuestros inicios), podría objetar lo siguiente: ¿Pero no nos dice Jehová, en Rev. 22:18-19, que no se puede quitar o añadir algo a Su Palabra? Pues no, querido amigo, ahí no nos dice esto; y si no se lo cree, acompáñenos en la lectura de esa porción escritural, con un mínimo de atención:

Estoy dando testimonio a todo el que oye las palabras de la profecía de este rollo: Si alguien hace una añadidura a estas cosas, Dios le añadirá a él las plagas que están escritas en este rollo; 19 y si alguien quita algo de las palabras del rollo de esta profecía, Dios le quitará su porción de los árboles de la vida y de la santa ciudad, cosas de las cuales se ha escrito en este rollo.”

Luego de lo que aquí se nos habla, es de las consecuencias que comporta el llevar a cabo esa felonía, o sea, el voluntariosamente alterar el sentido de un pasaje en un sentido u otro, para beneficio propio…… el mero hecho de que las Escrituras contemplen una respuesta adecuada a dicha delictiva actitud, ya es indicativo de que la posibilidad de llevar a cabo tal acción continúa estando ahí y que como en algunas traducciones se observa, es un mal bastante extendido. Súmenle a ello, la lógica incidencia del error humano y se darán cuenta del porqué, muchos recomendamos constantemente tener muy en cuenta el contexto general del registro sagrado, para llegar a un correcto entendimiento acerca del sentido razonable de cualquier texto…… y que no se trataría de otra cosa, más que de comparar lo que nos dice un pasaje determinado, con lo que de ese tema se nos habla en distintas partes de la Biblia, pues eso es el contexto general.

Porque afortunadamente ese contexto general es lo único que no puede ser alterado, ya que para ello se tendría que cambiar el registro bíblico de arriba a abajo y eso es imposible, porque entonces ya no estaríamos hablando de la Biblia, sino de otra cosa muy distinta; por lo tanto, si se ajustan tanto el pasaje como el entendimiento que del mismo tenemos, a lo contrastado con el resto de las Escrituras, es correcto el pasaje y también nuestro entendimiento acerca de este…… y si por el contrario no es así, algo raro pasa: o que nosotros no damos con la “tecla” o que el texto del que se trate sea una “castaña pilonga” como es el caso que nos ocupa. En llegando a este caso, solo hay una cosa que no podemos hacer y que es el dudar de la Palabra de Dios; pues tenemos que tener la completa seguridad de que esta, jamás se contradice…… por lo que el error o bien está en nosotros, o bien en la porción bíblica que estemos analizando y por las razones que ya les hemos apuntado.

Y eso es lo que nos ocurre con el pasaje que estamos considerando de Mateo 27:52-53, ya que este no cuadra con el resto del contenido bíblico, porque veamos: de entrada, tenemos la circunstancia de que la figura de los “santos” o “ungidos” que como tal “clase” tenían que gobernar con Cristo en el reino de Dios (Dan. 7:18), todavía no existía en el momento de la muerte de este, pues no fue sino hasta 50 días después de producido dicho acontecimiento y merced al derramamiento del espíritu santo ocurrido en el Pentecostés de 33 E.C. sobre los apóstoles, reconociéndolos como Hijos adoptivos de Dios, por tanto hermanos de Jesucristo y en consecuencia, herederos del reino como gobernantes en el mismo, cuando apareció esta clase de personas identificadas como los “santos”, o “elegidos” o en todo caso, de los llamados “ungidos” y considerados por Dios como Sus Hijos adoptivos. Por otra parte, un hecho de tal magnitud y que algunos estudiosos califican de “histórico”, tendría que haber dejado una huella indeleble entre sus contemporáneos y por supuestísimo, en el registro escrito que dejaron los evangelistas; como así lo hicieron, por ejemplo, con las resurrecciones realizadas por Jesús (la hija de Jairo, el hijo de la viuda de Naín y la de Lázaro), la de Pedro resucitando a Tabita (o Dorcas), o la de Pablo, sobre un joven llamado Eutico y por supuesto, la del mismísimo Jesús.

Sin embargo y sorprendentemente, no hay ni el más mínimo rastro de este acontecimiento en ninguna otra parte de las Escrituras, ni ninguna mención de ello registrado en la historia seglar por algún historiador o cronista de la época, como por ejemplo, Tácito, Suetonio, Flavio Josefo o Plinio el Joven. Pero el más sorprendente silencio sobre dicho acontecimiento, lo encontramos en la encendida defensa que Pablo realizó acerca de la resurrección, según 1 Cor. 15 y que si bien hace referencia a la de Cristo, en ningún instante menciona nada acerca de otra multitudinaria resurrección y de cuya veracidad, de haber ocurrido en realidad, aún podrían certificar en ese momento muchas personas de Jerusalén: “...... y salidos de los sepulcros, después de la resurrección de él, fueron a la santa ciudad y aparecieron a muchos.” (Verso 53). Y tengamos en cuenta que de haberse producido algo semejante, Pablo de ninguna manera habría desaprovechado la oportunidad de citar de ello y así dar más peso a sus argumentos en defensa de la resurrección de los muertos…… sin embargo, silencio total y absoluto sobre dicha cuestión, por parte del citado personaje.

Cierto es, que algunos autores actuales y para sostener una explicación mínimamente razonable, afirman que la resurrección de dichos “santos” nada tenía que ver con las siguientes, en el sentido de que fueran para vida eterna o para juicio y que esas personas, al igual que Lázaro y los demás citados, volvieron a morir. Pero es que resulta que según Rev. 20:6, los “santos” que tienen que reinar con Jesucristo y de estos es de los que se nos está hablando en dicho pasaje, se levantan ya con inmortalidad concedida...... luego si esos personajes volvieron a morir ¿de qué resurrección se nos está hablando? Luego ¿qué finalidad tenía tal supuesta resurrección? ¿Para qué se llevó a cabo dicha resurrección y siempre en el bien entendido, que dicho pasaje fuera el relato de un acontecimiento verdadero? Porque aun aceptando cualquiera de los diversos argumentos señalados con anterioridad y que pudieran dar autenticidad de este hecho, quedaría la cuestión de porque algo tan espectacular e insólito como una resurrección masiva y que habría removido los cimientos de la propia Jerusalén, no hubiera sido mencionado en ningún momento por los autores de los restantes tres evangelios, así como por el metódico Lucas en el libro de su autoría, Hechos de los Apóstoles…… por tanto es del todo punto incomprensible que de producirse semejante evento, no haya constancia de ello ni en el registro bíblico, ni en las crónicas de la época; sin embargo, sorprendentemente así es la cosa, pues nada de nada se nos habla de ello en ningún sitio y por lo que fuera de toda duda, queda claro que dicha resurrección no ocurrió. Además del hecho de que dicho pasaje no parece apuntar en esa dirección, porque hay otra circunstancia que hace que sea el propio pasaje el que se contradiga a sí mismo; y que para constatar dicha circunstancia, consideremos de nuevo Mat. 27, pero ahora partiendo del versículo 50 hasta el 53 y en la misma versión RVA 1989:

Pero Jesús clamó otra vez a gran voz y entregó el espíritu. 51 Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y las rocas se partieron. 52 Se abrieron los sepulcros y muchos cuerpos de hombres santos que habían muerto se levantaron; 53 y salidos de los sepulcros después de la resurrección de él (la de Jesús), fueron a la santa ciudad y aparecieron a muchos.” (Acotación nuestra).

De esta lectura se desprende, que de haberse producido la resurrección de algunos “santos” de los que tenían que reinar con Cristo, como sostienen la mayoría de autores bíblicos, esta tuvo que acontecer en el mismo instante de la muerte de Jesús; luego y a bote pronto, nos encontramos que ni la futura resurrección de Rev. 20:6 y que acontece en la segunda venida de Jesucristo, sería la primera resurrección, ni Jesucristo podría ser considerado las primicias (Jesús resucitó tres días después de esa supuesta resurrección de “santos”), según el orden establecido por Pablo, bajo inspiración divina:

Pero cada uno en su orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.” (1 Cor. 15:23).

Luego de nuevo nos muestra Pablo aquí, que no tenía ni la más remota idea de semejante acontecimiento y con lo cual, podemos observar el desajuste entre ambos pasajes, eso es, de Rev. 20:6 y 1 Cor. 15:23, con Mat. 27:52-53; pero hay otro dato, por demás curioso e inexplicable: si seguimos el relato de forma cronológica de los acontecimientos de Mat. 27:50-53, tenemos que si bien dichos personajes “resucitan” en el mismo momento de morir Jesús, resulta que no salen de los sepulcros, ni aparecen públicamente, hasta tres días después de ser resucitados y coincidiendo con la resurrección de Jesús...... ¿tendría eso algún tipo de lógica? Evidentemente no, luego vemos que todo lo que rodea a este pasaje, como que es un poco forzado, extraño y rocambolesco: en definitiva, incoherente y contradictorio dentro del contexto bíblico. Por eso nosotros nos decantamos por pensar, que dicho texto ha sido deformado en el transcurso del tiempo, hasta quedar en ese sinsentido del que estamos hablando; no obstante, la TNM de los TJ y a diferencia del resto de las distintas versiones bíblicas a las que hemos tenido acceso y que traducen dicho pasaje según lo hemos transcrito, vierte Mat. 27:50-53 de la siguiente manera:

De nuevo clamó Jesús con voz fuerte, y cedió su espíritu. 51 Y, ¡mire!, la cortina del santuario se rasgó en dos, de arriba abajo y la tierra tembló y las masas rocosas se hendieron. 52 Y las tumbas conmemorativas se abrieron y muchos cuerpos de los santos que se habían dormido fueron levantados 53 (y algunas personas, saliendo de entre las tumbas conmemorativas después que él fue levantado, entraron en la ciudad santa) y se hicieron visibles a mucha gente.”

Noten el paréntesis aclaratorio del versículo 53, en un intento por parte de los TJ (queremos imaginar), de hacer más razonable, lógico y entendible el pasaje de Mat. 27:52-53, pero que en todo caso no pasa de ser una mera hipótesis voluntariosa, porque no existe posibilidad alguna de contrastar dichas palabras en ningún otro lugar de las Escrituras, o en su defecto, con algún tipo de información de la época sobre un acontecimiento de tal magnitud y que nos permitiera saber qué realmente es lo que pasó...... al menos, hasta donde nosotros entendemos.

Por lo tanto y puesto que queda abierto el campo a la especulación, nosotros vamos a aportar nuestro granito de arena, amparándonos eso sí, en lo que entendemos como un razonamiento lógico y de sentido común del contexto general de las Escrituras, aventurando por ello que lo que ocurrió fue lo siguiente: como consecuencia del violento terremoto que se produjo en el momento de la muerte de Jesús (v. 54), el terreno se resquebrajó y con él, las tumbas excavadas en la roca a modo de nichos (costumbre en Israel) fueran rotas violentamente y lo que hizo que los cadáveres contenidos en ellas fueran expulsados al exterior, quedando expuestos a la vista de los que por allí pasaban…… los cuales entrando en Jerusalén, fueron los que explicaron el dantesco espectáculo a los habitantes de la misma y con los que se toparon al entrar en ella. Y esa es la opción más razonable que se nos ocurre y que creemos que es lo que la versión TNM de los TJ quieren dar a entender al personal, para dar sentido a un pasaje que no tiene ninguno, al menos tal como es vertido en la inmensa mayoría de las traducciones bíblicas que tenemos a mano.

No obstante y como la citada versión también tiene sus fallos, de nuevo queda validada la idea de que para un correcto entendimiento de lo que realmente nos quieren decir las Escrituras, nada como el ajustarse a los contextos, tanto el más inmediato al pasaje del que se trate, así como de su relación con el contexto general del registro escritural…… ello, junto a una buena técnica de lectura y una no menos valiosa capacidad de razonar con lógica y sentido común sobre aquello que se ha leído, nos permitirá, no solo entender el contenido del mensaje divino, sino el “descifrar” algunos pasajes que como el analizado, tal parece que fueron escritos aposta para “darnos el día”.

MABEL


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