Pero antes de pasar a explicarles la nueva “genialidad” de dicho caballero y que es obvio, repetimos, que no sabe ni por dónde le sopla el aire en asuntos de la Biblia y siempre según se deduce de sus extraños y erráticos planteamientos, les haremos un pequeño resumen de algunas de las cuestiones que aún tiene pendientes de aclararnos, porque veamos: ese señor continúa “enseñando” entre otros disparates parecidos, que los Abraham, David, Moisés, Noé, Isaac, Jacob, Daniel, etc. etc. etc., también reinarán en el gobierno milenario al lado de Jesucristo, en calidad de inmortales reyes y sacerdotes…… pero continúa sin aclararnos el significado de Sal. 45:16 y que a nuestro entender, dice totalmente lo contrario y del que un día se comprometió a hacernos “un análisis exhaustivo”, pues según la opinión que el Sr. Olcese mantiene, dicho pasaje no desmiente en absoluto el que esos personajes puedan reinar en un futuro junto a Cristo; y pasaje en el que leemos lo siguiente:
“En lugar de tus antepasados (o “padres” según versiones) llegará a haber tus hijos, a quienes nombrarás príncipes en toda la tierra.” (Acotación nuestra).
Y planteamiento que a nuestro entender sí desmiente la enseñanza de dicho caballero, pues si con respecto de Jesús, esos antepasados o padres pasan a convertirse en sus “hijos” que no en sus “hermanos”, es evidente que esos personajes no llegan a adquirir la condición de Hijos adoptivos de Dios (de lo contrario serían reconocidos como hermanos de Cristo) y por lo que no pueden heredar el reino en calidad de inmortales reyes y sacerdotes. Por lo tanto, el Sr. Olcese y antes de continuar con esa majadería, tendría que aclarar el sentido correcto de ese pasaje mencionado y cuestión que le planteamos hace ya mucho tiempo, sin que hasta el momento haya dicho esta boca es mía…… como no sea para contradecirse a sí mismo y como demostramos en nuestro artículo del 09/05/13, en donde bajo el título “¡Y el Sr. “Ingeniero” continúa mintiendo…… y haciendo el ridículo, claro!”, aprovechábamos su afirmación en el sentido que las mujeres no pueden participar en el gobierno de reino de Dios (lo cual es cierto), para desarrollar la idea hasta su máximo exponente y llegar a demostrarle que de ser cierta su afirmación (y lo es), los citados personajes del AT tampoco pueden hacerlo. Y nos permitimos sugerirles que lean dicho artículo y siempre en el bien entendido que no lo hayan hecho ya, pues el razonamiento presentado en el mismo es la evidente constatación de que cuando se analiza cualquier porción del texto sagrado hasta sus últimas consecuencias, siempre desde la lógica y sentido común más racionales, se pueden sacar los más insospechados argumentos y al grado que son totalmente irrebatibles; pero veamos más.
También se ratifica ese “ingeniero de la teología”, en el hecho de que no serán solo 144.000 los miembros que conformarán el venidero gobierno del reino de Dios, pues según nos afirma en algunos de sus videos que tratan sobre el tema, si bien esto es algo que se “podría deducir” del texto escritural, lo cierto es que la literalidad de tal expresión no aparece en ningún lugar de las Escrituras, por lo que ello no puede ser así…… claro, cuando un teólogo de la “talla” del Sr. Olcese razona de esta manera, poco más se puede rascar para hacerle entrar en razón. Y es que a modo de ejemplo, podríamos señalar que no hace falta que en las Escrituras se nos advierta “literalmente” de lo incorrecto de tirar nuestra basura en el patio del vecino, para saber que esto es algo que no se debe de hacer; porque cuando uno capta el principio contenido en la llamada la regla áurea de “hacer a los demás, lo que desearías que los demás te hicieran a ti”, queda claro que dicha acción es incorrecta, pues a nadie se le ocurre desear que el vecino le tire la porquería en su patio trasero…… en todo caso y volviendo a donde estábamos, dicho caballero sigue sin responder a nuestra objeción en el sentido de que lo literal de esa cantidad, es precisamente lo que se nos señala en Rev. 14:1, a la luz del Sal. 2:5-6:
Rev. 14:1: “Y vi y, ¡miren!, el Cordero de pie sobre el monte Sión (ya como rey) y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tienen escritos en sus frentes el nombre de él y el nombre de su Padre.” (Acotación nuestra).
Sal. 2:5-6: “En aquel tiempo les hablará en su cólera y en su ardiente desagrado los perturbará, 6 diciendo: “Yo, sí, yo, he instalado a mi rey sobre Sión, mi santa montaña.”
Por lo que a nosotros se nos ocurre pensar, que una actitud coherente en una persona medio “normalita” sería que antes de insistir en esta enseñanza (o en cualquiera de las que le tenemos objetadas), aclarara ese extremo y en el bien entendido de que mientras no lo haga, queda inhabilitado para proferir opinión sobre tema bíblico alguno, pues queda claramente demostrado que no está capacitado para ello…… porque si como “teólogo” que afirma ser, es incapaz de responder a estas simples objeciones que le planteamos desde este blog ¡apaga y vámonos, que diría el castizo! Como de igual manera queda incapacitado, no ya tanto en su condición de supuesto teólogo (que también), sino como de persona con una total carencia de sentido común para razonar con lógica sobre las cosas que se le plantean, por el hecho de que continúe afirmando (y que ya es de aurora boreal) que la “gran muchedumbre”, eso es, los sobrevivientes de la “gran tribulación” (Rev. 7:9; 14) también reinarán con Cristo en el gobierno del reino, cuando solo pueden hacer esto y a tenor del texto sagrado, aquellos que participan de la llamada “primera” resurrección:
“Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos (luego no sobre otros) la muerte segunda no tiene autoridad (lo que significa la inmortalidad), sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.” (Rev. 20:6). (Acotaciones nuestras).
Y claro, nuestra objeción va en el sentido de que dado que estamos hablando de sobrevivientes, luego de personas que no han muerto sino que pasan con vida al reino de Dios, obviamente estas no pueden participar de resurrección alguna y mucho menos de la “primera”, que es la que da la inmortalidad y el derecho de uno para fungir como rey y sacerdote en el reino de Dios…… por lo que si la Biblia no nos miente, es de todo punto imposible que esas personas que sobreviven a la “gran tribulación”, puedan ejercer de reyes al lado de Jesucristo. Y este razonamiento que entiende cualquier tonto de pueblo, es incapaz de ser asimilado por ese “genio de la teología” y que cuya única defensa ante muestra objeción, entendemos que para vergüenza suya, es dar la callada por respuesta; pero dicho lo cual y retomando el tema que nos ha impulsado a redactar este escrito, nos encontramos ahora con que nos publica un nuevo video criticando a los TJ, bajo el título “¿Perfección en el reino de Cristo? ¡Pero sí Isaías 65:20 dice lo contrario, señores del Esclavo!” (13/07/13) y que a modo de entradilla del mismo, nos menciona lo siguiente:
“En la revista La Atalaya del 1 de Setiembre del 2013, pág. 6 los Testigos de Jehová citan Apo. 21:3,4 para sostener que en el milenio, durante el gobierno de Cristo, se gozará de perfección y que no habrá dolor, sufrimiento, ni cosas malas, porque habrán quedado en el pasado.”
Queda claro entonces, que dicho “teólogo” no comparte el planteamiento de los TJ, como se demuestra palmariamente en el transcurso de su exposición…… excusamos decir, que de nuevo los TJ tienen razón en el sentido de que las cosas son así como las presentan y el Sr. Olcese, como siempre, está completamente equivocado y demostrando una vez más ser un completo ignorante, al menos en cuanto a temas bíblicos se refiere. Y si entramos en este debate, no es solo por llevarle la contraria, sino porque en algunos de nuestros últimos artículos hemos defendido dicha postura, no porque la sostengan los TJ, sino porque nosotros también entendemos que así es el asunto…… y como somos un poco malpensados (¡cosas de la edad, ya saben ustedes!), nos barruntamos que con ese video, más que responder a esos señores, lo que está haciendo ese caballero es de forma indirecta el rebatir nuestras argumentaciones en tales artículos. Porque, el que el Sr. Olcese se meta con esos señores ¡pues ni tan mal!, allá ellos y que con su pan se lo coman ambas partes…… pero que se meta con nosotros (aunque sea indirectamente) e intente desvirtuar cualquiera de nuestros planteamientos, un indocumentado de esa categoría que nunca ha sido capaz de alcanzar a responder de manera consistente y ajustada a la verdad a ninguno de nuestros razonamientos, pues como diría el castizo “ni él podría subir tan alto, ni nosotros caer tan bajo”. En todo caso y por si “las moscas”, nuestra intención es la de defender la veracidad de nuestras afirmaciones, ante cualquiera que directa o indirectamente las ponga en entredicho y de ahí que salgamos al trapo del planteamiento que presenta dicho caballero, en el video mencionado; señalado lo cual, vamos a ver cómo se “luce” el personaje con sus afirmaciones en esa grabación, eso sí, resumiéndolas al máximo, habida cuenta que ustedes pueden visionar el mismo en la página de YouTube de dicho autor, si así lo consideran oportuno.
Y es que en esencia, lo que nos viene a decir el Sr. Olcese es que los TJ están equivocados al afirmar que durante el milenio o reino de Dios instaurado en la tierra, se gozará de perfección y que cosas como el dolor, la lágrimas, el sufrimiento por causa alguna habrán desaparecido e incluso la muerte, resultante del pecado heredado ya no existirá y afirmación para la cual, los TJ se apoyan en Rev. 21:3-4; veamos pues, que nos dice el citado pasaje:
“Con eso, oí una voz fuerte desde el trono decir: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad y él residirá con ellos y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. 4 Y limpiará toda lágrima de sus ojos y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”.”
Es obvio que estas palabras en sí mismas no pueden ser más claras y que cuando se hagan realidad, ni el dolor, ni los lamentos causados por nuestra imperfección, ni siquiera la muerte existirán, pues como bien leemos “las cosas anteriores” serán cosas del pasado, eso es, que todo lo que estamos acostumbrados a ver y padecer, será olvidado porque ya no existirá (Isa. 65:17); ahora bien ¿cómo puede ser y si estas palabras son tan claras y entendibles, que el Sr. Olcese niegue la mayor y nos diga que durante el milenio, continuarán existiendo la imperfección, el pecado y la muerte? Pues sencillamente por un asunto de pura perspectiva: el citado caballero y en un nuevo ejercicio de incapacidad intelectual a los que nos tiene acostumbrados, coloca el cumplimiento de dichas palabras para después del período de mil años de gobierno teocrático (minuto 8’20 de grabación), eso es, que para el fin del reinado milenario de Jesucristo, es cuando coloca dicho caballero la aparición de los “nuevos cielos y una nueva tierra” del versículo 1 del capítulo mencionado y con ello, lógicamente, todo lo que le sigue a continuación:
“Y vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo anterior y la tierra anterior habían pasado y el mar ya no existe.” (Rev. 21:1).
Claro, cuando una persona habla de aquello que no sabe, por muy “teólogo” que afirme ser, se cometen estos errores; es más, cuando a uno ya se le ha explicado la cuestión y ni siquiera se ha dignado a considerar la objeción recibida y mucho menos responder a la misma, es cuando ocurren estas cosas. Porque resulta que ya en su momento y en un intercambio de artículos en el que nos vimos envueltos con dicho personaje, ya explicábamos el significado de este pasaje mencionado, en nuestro artículo “El misterio del “gran trono blanco” ¿antes...... o después del milenio?” (29/01/12) y sin que el susodicho, hiciera la menor observación a nuestro planteamiento. Sin embargo, nos permitimos aseverar que estamos ante algo más complejo por parte de ese caballero que el no conocer determinados conceptos bíblicos, como pudiera ser el ignorar el significado bíblico de las expresiones “nuevos cielos” o “nueva tierra” y es que la cosa ya tendría que ver, con la más absoluta carencia de un mínimo y elemental sentido de la lógica. Porque si las cosas fueron como nos las expone el Sr. Olcese y los TJ realmente estuvieran equivocados en su planteamiento y nosotros con ellos…… ¿nos podría explicar dicho caballero, que labor se esperaría que hicieran Jesucristo y asociados en el gobierno del reino de Dios, durante esos mil años de gobernación? Máxime teniendo en cuenta que lo que Jesús recomendó encarecidamente a sus seguidores, fue el buscar “el reino” y cifrar toda su confianza en el mismo (Mat. 6:33), por lo que tendríamos que imaginar que alguna razón poderosa habría para ello, siempre teniendo en cuenta que es el tema central de la Biblia; por otra parte, hasta donde nosotros sabemos y si no entendemos mal el pasaje de Hech. 3:20-21, resulta que Jehová envía de nuevo a Jesucristo a la tierra con una comisión determinada y concreta, para llevarla a cabo en un momento perfectamente establecido en la corriente del tiempo; pero veamos el contenido de dicho pasaje y que es fundamental para entender de qué estamos hablando:
“…… y para que él envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, 21 a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.”
Lo que nos lleva a pedirle a ese “genio” en el entendimiento de las Escrituras, que nos explique el sentido de dichas palabras, porque si bien este pasaje apoya totalmente el planteamiento formulado por los TJ, se da totalmente de bofetadas con el del Sr. Olcese. Y es que lo que se desprende del pasaje transcrito, es, primero, que Jehová no envía a Su Hijo sino hasta el momento o tiempo de la restauración y circunstancia que coincide, con el establecimiento del milenio o reino de Dios aquí en la tierra (Dan. 2:44)…… luego de entrada, vemos que ya hay una restauración a efectuar durante ese período de tiempo y todos sabemos que restaurar, no es otra cosa que el devolver algo a su condición original; y segundo, que las cosas a restaurar las había anunciado el Altísimo a la humanidad ya mucho antes, por medio de Sus “santos profetas de tiempo antiguo”. Luego en las Escrituras que comprenden el llamado AT, están todas aquellas cosas que serán restauradas durante el gobierno de Cristo en la tierra, pues para eso es este enviado de nuevo a la misma y que tienen que ver con el devolver las cosas a como estaban en los tiempos de Adán y Eva antes del pecado…… como era por ejemplo, la perfección física:
“En aquel tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos y los oídos mismos de los sordos serán destapados. 6 En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo y la lengua del mudo clamará con alegría. Pues en el desierto habrán brotado aguas y torrentes en la llanura desértica. 7 Y el suelo abrasado por el calor se habrá puesto como un estanque lleno de cañas; y el suelo sediento, como manantiales de agua. En el lugar de habitación de los chacales, un lugar de descanso para ellos, habrá hierba verde con cañas y papiros.” (Isa. 35:5-7).
Excusamos decir que con la expresión “En aquél tiempo”, se hace referencia al período milenario o reino de Dios y no a un tiempo posterior a este…… no olvidemos que el reino de Dios es el punto focal de las Escrituras y única esperanza de la humanidad; entonces de lo que se nos está hablando en este pasaje y como hemos dicho, es que dentro de ese espacio de tiempo de mil años, se producirá una total restauración física de las personas (al tiempo que una restauración medioambiental), al grado que hasta las personas ancianas que sobrevivan a la “gran tribulación” por venir y por ello, pasen a la “nueva tierra” con vida, experimentarán directamente sobre sus cuerpos la maravillosa promesa divina que encontramos en Job 33:25:
“Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil.”
Con lo que nos encontramos, que no solo personas ancianas volverán a ver relucir sus carnes con la frescura de su juventud, sino que recuperarán el vigor potencial que tenían en sus años mozos…… y todo eso ocurrirá en el tiempo “de la restauración de todas las cosas”, que “casualmente” y contrario a lo afirmado por ese “teólogo de pizarrín”, coincide con el período del reinado de mil años por Jesucristo aquí en la tierra, pues para eso lo envió Su padre Celestial: para que cumpliera con todas las promesas que Este anunció a la humanidad, transmitidas “por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo”; ahora bien ¿también cesará la muerte de las personas durante ese período de tiempo? Pues también y aunque el Sr. Olcese diga lo contrario, pues el contexto del pasaje ya mencionado de Job y del que tomaremos concretamente los versos 23 y 24, apoyan nuestra aseveración:
“Si existe para él un mensajero, un vocero, uno de entre mil, para informar al hombre su rectitud, 24 entonces lo favorece y dice: “¡Líbralo de bajar al hoyo! ¡He hallado un rescate!”.”
Luego estas palabras del propio Jehová, apuntan a un momento en el futuro en el que la muerte dejará de existir y que coincide, repetimos, con el establecimiento del reino y que es cuando el rescate (obviamente el sacrificio redentor de Jesucristo) cobra todo su máximo exponencial y en virtud del cual, el hombre es librado de la pesada carga del pecado y con ello, la muerte adámica eliminada; por lo que aquellos que pasen vivos a la nueva tierra, ya reciben el premio de ser eximidos de experimentar la muerte derivada del pecado heredado, pues Jehová Dios ya proporcionó el mencionado “rescate”, al ofrecer a Su propio Hijo Jesucristo en sacrificio. Y que ello es así, se nos explica en un texto un tanto desconocido para la mayoría de los mortales y que aplica a ese período milenario, el cual encontramos en Isa. 33:24:
“Y ningún residente dirá: “Estoy enfermo”. La gente que more en la tierra constará de los que habrán sido perdonados por su error.”
Entonces vemos la correlación existente entre los beneficios recibidos por el ser humano en la “nueva tierra” o reino de Dios, con el haber sido perdonados por nuestra transgresión heredada de nuestros primeros padres, mediante el sacrifico de rescate de Jesucristo. Ahora bien, si todo parece cuadrar con tanta precisión ¿en qué se apoya Apologista Mario Olcese, para decirnos que durante el milenio continuarán existiendo la imperfección, el pecado y la muerte? Pues en un solo texto bíblico…… sí, sí, queridos amigos, han leído bien: en un solo texto; eso es, que ese señor al que le habrán oído repetir en un montón de ocasiones aquello de que “un texto fuera de su contexto, es solo un pretexto”, ahora resulta que usa un solo texto totalmente apartado de su contexto natural, para apuntalar su disparatada afirmación. Pero lo que es más grave, es que el pasaje en cuestión es el de Isa. 65:20 y con lo que nos encontramos con el sinsentido de que un texto de la profecía de Isaías y que es en dónde más extensamente se habla del cumplimiento durante el milenio de las promesas divinas de restauración, es usado para negar todo lo dicho en ella y lo que nos llevaría a concluir, que la profecía de Isaías es contradictoria en sí misma…… y todo, porque como nos tiene acostumbrados ese “genio de la teología” que es Apologista Ingº Mario Olcese Sanguineti, coge un texto que dice lo que el necesita que diga para la ocasión y sin detenerse a analizar su contexto (el caso expuesto es evidencia de ello), lo usa para desmontar todas las promesas divinas de las que se nos habla en el contexto del libro de Isaías. Porque resulta que dicho contexto está dirigiendo el foco de atención para el cumplimiento de las promesas divinas, directamente al período de tiempo que comprende el reino de mil años de Dios, mientras que en el colmo del disparate, ese caballero nos dice que todas esas promesas son para después de pasado dicho milenio; pero ¿qué tal que veamos qué es lo que se nos dice en Isa. 65:20?:
“Ya no llegará a haber de aquel lugar un niño de pecho de unos cuantos días de edad, ni un viejo que no cumpla sus días; porque uno morirá como simple muchacho, aunque tenga cien años de edad; y en cuanto al pecador, aunque tenga cien años de edad se invocará el mal contra él.” (Isa. 65:20).
Pero puesto que queremos que no quede duda alguna sobre nuestra argumentación, veremos también como vierte dicho texto, la traducción bíblica que usa ese caballero y que es la RV 1960:
“No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito.”
Luego parece que las dos versiones más o menos vienen a decir lo mismo y por lo que tenemos que acudir al razonamiento lógico, para discernir el pensamiento que se nos quiere transmitir con este pasaje y que, obviamente, es ignorado totalmente por ese aprendiz de teólogo; y para ello, nada mejor que acudir al momento en que fueron dichas tales palabras y averiguar lo que significaron para ese entonces y alcanzar con ello, a entender el paralelismo profético que se nos quiere transmitir, ahora en nuestros tiempos. Y es que cuando se cumplieron por primera vez estas palabras en el pueblo de Isaías (a su regreso del destierro en Babilonia), significaron que incluso los bebés se hallaban a salvo, pues ya no había enemigos que invadieran la tierra, como lo habían hecho en un tiempo los babilonios, para matar o llevarse a los niños de pecho lejos de sus madres, o segar la vida de hombres en la flor de la vida, etc. (2 Crón. 36:17; 20); en todo caso, dichas palabras proféticas significaron seguridad para aquellos regresados del destierro en Babilonia. Por lo que en el tiempo actual, en donde diversas circunstancias nos colocan prácticamente en la misma condición de inseguridad en cuanto a preservar la vida ante cualquier circunstancia adversa, como tenían aquellas personas de la antigüedad, lo que nos aseguran esas palabras de Isa. 65:20 y al igual que en su momento aseguraron a aquellos regresados de Babilonia, es que en el nuevo mundo venidero o reino de Dios, la gente estará a salvo de toda contingencia, incluida la muerte y tendrá seguridad completa en todo aspecto y por lo que podrá disfrutar de la vida plenamente. Que la idea va por ahí, nos queda mucho más claro cuando leemos el pasaje de Isa. 65:20 en una versión que nos suele sacar de muchos apuros, máxime cuando nos encontramos con algún texto “rebelde” o difícil de entender, como pudiera ser el mencionado…… y que no es otra que la Traducción en lenguaje actual, que vierte dicho texto de la siguiente manera:
“No habrá niños que mueran al nacer, ni ancianos que mueran antes de tiempo. Morir a los cien años será morir joven; no llegar a esa edad será una maldición.”
Pero fijémonos en que la idea básica que nos transmiten los tres pasajes, va en el sentido de que no habrán “ancianos” que mueran antes de tiempo; y para captar la idea tras esas palabras, no nos queda más remedio que ver las cosas desde el punto de vista de las Escrituras y variar un poco nuestra perspectiva de las mismas: en primer lugar, tenemos que entender que no se nos está hablando de ancianos en los términos en los que hoy entendemos que es un anciano, eso es, una persona decrépita, llena de arrugas y achaques, tambaleante e insegura y ya al límite de su vida, sino que se nos está hablando de seres humanos totalmente perfectos que acumularán cientos de años de vida, al grado que un hombre con cien años, será considerado prácticamente como un simple “muchachito”…… de lo contrario, lo anunciado en Job 33:25, en el sentido que nuestra carne recobrará la frescura de la juventud y nuestro cuerpo el vigor juvenil, sería mentira. Y puesto que la Biblia no miente y el planteamiento que estamos desarrollando, se ajusta perfectamente a los textos mostrados, ello quiere decir que estamos en el camino correcto…… por lo tanto, continuemos con la exposición de nuestra idea; y lo cual nos lleva a analizar el significado de esa expresión de que no habrá personas o “ancianos” que mueran “antes de tiempo”. Por lo que la primera pregunta sería antes ¿de qué tiempo? Y siendo la respuesta del todo obvia, cuando la Biblia se analiza desde la perspectiva de Jehová y sin la pretensión de que esta se ajuste a nuestra particular forma de entenderla, como ocurre en el caso del Sr. Olcese, sino con la idea de ajustar nuestro punto de vista al contenido escritural.
Porque uno de los muchos detalles que se le pasan por alto el Sr. Olcese y de ahí que diga tantas burradas, es que nuestro Creador ya nos avisa con siglos de antelación de que una vez entremos en ese restaurador período milenario de perfección y en el que incluso la muerte como producto del pecado “ya no será más” (Rev. 21:4), tenemos un límite de mil años en donde prepararnos para la prueba final con la suelta de Satanás (Rev. 20:7-8) y en donde uno tendrá que tomar acción, en el sentido de qué decisión tomar ante la propuesta satánica y por la que obviamente será recompensado: vida eterna si la elección es la correcta y destrucción eterna si no es así, tal como ocurrió en el caso de Adán y Eva. Por lo tanto esa expresión “ni ancianos que mueran antes de tiempo”, se tiene que referir a que las personas no morirán antes de que transcurran esos mil años que Jehová ha decretado para la restauración de la humanidad obediente y que en función del rescate pagado por su hijo, el Altísimo puede legalmente eximir a dicha humanidad del tener que morir por el pecado adámico…… ya otra cosa, es que la muerte de alguna persona durante el milenio, ocurra como castigo directo de Jehová, por la actitud impenitente de algunos que no aceptarán el sujetarse al gobierno teocrático decretado por el Altísimo sobre la tierra…… y por lo que más que hablar en términos de muerte, tendríamos que estar hablando términos de destrucción eterna para esas personas.
Es en este sentido, que en el pasaje de Isa. 65:20 se nos dice que morir a lo cien años y tiempo suficiente para ver los “andares” de una persona, será una maldición y sin embargo, morir a esa edad, será prácticamente para el rebelde pecador, como el morir como un simple “muchachito”, pues en condiciones normales los hombres tienen que vivir el tiempo suficiente para llegar a la conclusión del milenio y en donde ya allí, es cuando se dilucidará de una vez por todas el destino de todo ser humano sobre la tierra y según sea su respuesta a la prueba de Satanás…… ello decidirá si la vida de uno se prolonga por la eternidad o por el contrario y ante una respuesta alejada del propósito divino, es cortada en ese mismo momento y destruida eternamente; es por esta razón que los “ancianos” u hombres que acumulen cientos de años, no pueden morir antes del tiempo de mil años decretado por el Altísimo, o como dicen otras versiones analizadas, no pueden existir ancianos que “no cumplan sus días” pues sí o sí, tienen que llegar al final del milenio y quedar en disposición de afrontar la prueba final, para que se cumpla con ello el propósito divino para con el hombre. Es obvio por otra parte y como no podría ser de otra manera, pues Jehová nunca hace nada de lo que no nos haya advertido de antemano (Amos 3:7), que se nos señale en la profecía de Isaías lo que les ocurrirá a las personas que imprudentemente actúen en línea contraria al propósito divino, sea cual fuere su edad:
“Aunque se muestre favor al inicuo, simplemente no aprenderá justicia. En la tierra de derechura (eso es, durante el milenio o reino de Dios) actuará injustamente y no verá la eminencia de Jehová.” (Isa. 26:10). (Acotación nuestra).
Y con lo que se nos quiere señalar que muchas de las personas que irán resucitando durante ese período de tiempo, quizás se rebelarán contra el propósito divino y a las que no se les dará mucho tiempo para enmendar su conducta, sino que serán destruidas de inmediato para que no perturben la vida de aquellos que sí se ciñan a las normas divinas en busca de alcanzar la vida eterna al fin de los mil años…… de ahí la afirmación de Isa. 65:20, en el sentido de que uno “morirá” como un mero muchacho y asociando dicha expresión con el “pecador”, por lo que estaríamos hablando solo de muerte causada por un castigo judicial con resultado de destrucción eterna como máxima expresión de juicio divino sobre aquellos que se rebelen contra Dios en ese tiempo y de forma inmediata. Seguramente concordará con nosotros, querido lector, que ya con algunos datos más con los que trabajar y desde la perspectiva que estos nos dan, se va aclarando mucho más el significado del pasaje de Isa. 65:20, de nuevo en la versión Traducción en lenguaje actual:
“No habrá niños que mueran al nacer, ni ancianos que mueran antes de tiempo. Morir a los cien años será morir joven; no llegar a esa edad será una maldición.”
Mil años durante los que, insistimos, no existirá la muerte a causa del pecado, pues aplicará en toda su extensión durante ese tiempo del milenio, el beneficio de la muerte vicaria de Cristo y por lo que los muertos habidos en la historia de la humanidad, serán devueltos a la vida y siendo este el mayor atractivo o más importante logro del reino de Dios. Y eso que les acabamos de contar, es lo que realmente se nos está diciendo en Isa. 65:20 y no otra cosa, como sugiere el Sr. Olcese y que una vez más ha dejado patente no saber ni de lo que habla y que para todo un “teólogo” como afirma ser, no está nada mal; pero para que vean que la historia solo puede ser como se la contamos nosotros, vamos a imaginar por un momento que el planteamiento del Sr. Olcese es correcto…… sí, sí, ya sabemos que eso es mucho imaginar, pero ¡bien habrá que darle una oportunidad a ese aprendiz de teólogo, al igual que en España se la daban a un aprendiz de torero apodado “el platanito” ¿o no?! Luego pongámonos en esa tesitura, eso es, que Isa. 65:20 dice lo que el Sr. Olcese afirma que dice y que en consecuencia, el contenido de Rev. 21:1-4 aplica para después de transcurrido el milenio…… bien, pero como resulta que todos los planteamientos o teorías tienen sus derivadas, resulta que en este caso una de ellas nos llevaría a tener que aceptar que los versos que siguen a continuación de ese pasaje de Rev. 21:1-4, eso es, los versos del 5 al 8 también aplicarían para después del milenio: por lo que vamos a situarnos en el momento en que se dan por finalizados los mil años del reino de Dios y siendo esto con lo que nos encontraríamos:
“Y Aquel que estaba sentado en el trono dijo: “¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas”. También, dice: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”. 6 Y me dijo: “¡Han acontecido! Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. A cualquiera que tenga sed le daré de la fuente del agua de la vida gratis. 7 Cualquiera que venza heredará estas cosas y yo seré su Dios y él será mi hijo. 8 Pero en cuanto a los cobardes y los que no tienen fe y los que son repugnantes en su suciedad (homosexuales) y asesinos y fornicadores y los que practican espiritismo e idólatras y todos los mentirosos, su porción será en el lago que arde con fuego y azufre. Esto significa la muerte segunda”.” (Acotación nuestra).
U séase, que después de mil años de gobierno teocrático del reino de Dios sobre la tierra y tema central de las Escrituras, a la par que esperanza de la humanidad (¡no nos olvidemos de ese “pequeño” detalle!), resulta que Dios tiene que hacer nuevas todas las cosas porque el panorama con el que se encuentra al término del milenio es “pa mear y no echar gota” que diría nuestro amigo el castizo: nada más y nada menos que una tierra llena de personas sin fe, de homosexuales, de asesinos, fornicadores, espiritistas, idólatras, mentirosos, cobardes…… ¡vamos, lo mejorcito de cada casa! Luego en llegando aquí, la pregunta es obvia: ¿nos podría explicar ese “ingeniero de la teología”, que puñetas han hecho Jesucristo y sus acompañantes en el reino (y de los que ese caballero afirma ser parte), durante esos mil años “gobernando” sobre la tierra? ¿Cómo o en qué, han hecho uso de su condición de reyes y sacerdotes, para conseguir resultados tan catastróficos? Y con el problema añadido de que si las cosas son como nos las pinta el Sr. Olcese ¿qué explicación nos da ese caballero, de lo que vamos a leer a continuación?:
“En seguida, el fin, cuando él entrega el reino a su Dios y Padre, cuando haya reducido a nada todo gobierno y toda autoridad y poder. 25 Porque él tiene que reinar hasta que Dios haya puesto a todos los enemigos debajo de sus pies. 26 Como el último enemigo, la muerte ha de ser reducida a nada. 27 Porque Dios “sujetó todas las cosas debajo de sus pies”. Más cuando dice que todas las cosas han sido “sujetadas”, es evidente que esto es con la excepción de aquel que le sujetó todas las cosas. 28 Pero cuando todas las cosas le hayan sido sujetadas (eso es, todo bajo el perfecto control de Cristo), entonces el Hijo mismo también se sujetará a Aquel que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas para con todos.” (Acotación nuestra).
Estas palabras que encontramos en 1 Cor. 15:24-28, nos vienen a decir y resumiéndolo a una mínima expresión, que cuando al final del milenio Jesucristo entrega el poder del reino a su Padre Celestial, la tarea de restauración encomendada tiene que estar ya terminada y a la perfección. Tengamos en cuenta que según el versículo 24, el reino se entrega cuando ya se ha reducido a la nada “todo gobierno y toda autoridad y poder” y la muerte ya ha sido vencida (v. 26); luego es de todo punto imposible que al término de los mil años, nos enfrentásemos con el panorama reflejado en Rev. 21:5-8 y que es el que nos encontraríamos de ser las cosas como nos las pinta el “teólogo” Apologista Mario Olcese…… porque claro, si los versos 1 al 4 de ese capítulo 21 de Revelación o Apocalipsis, aplican para después del período milenial, obviamente los del 5 al 8 también deben hacerlo, pues son correlativos. Por lo que tendremos que ver, como ese indocumentado nos solventa ese follón en el que se ha metido y algo que por supuesto, queridos amigos que nos leen, no lo hará pues no tiene la capacidad necesaria pare ello; por lo que continuará a su bola y soltando “gansada” sobre “gansada”, eso sí, creyéndose el “nomber one” de la teología mundial. Aunque como siempre y fruto de su supina ignorancia, se olvida de unos acontecimientos registrados en las Escrituras y que le desmienten totalmente, pues los tales no eran más que un pequeño adelanto de lo que ocurriría en la próxima venida de Cristo, eso es, durante el reino de Dios; veamos cómo respondió Jesús a una pregunta que se le formuló…… y la información tan valiosa que en su respuesta nos dio, pues con ella nos mostró lo que ocurrido en su primera venida, no era más que una pequeña nuestra de lo que ocurrirá en el reino de Dios y en una escala sin precedentes:
“Pero Juan, habiendo oído en la cárcel acerca de las obras del Cristo, mandó por medio de sus propios discípulos 3 y le dijo: “¿Eres tú Aquel Que Viene, o hemos de esperar a uno diferente?”. 4 En respuesta, Jesús les dijo: “Vayan e informen a Juan lo que oyen y ven: 5 Los ciegos ven otra vez y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen y los muertos son levantados y a los pobres se declaran las buenas nuevas; 6 y feliz es el que no halla causa para tropiezo en mí.” (Mat. 11:2-6).
Y ese “adalid” de la teología que es Apologista Mario Olcese, tocando el violón y diciendo que durante el reino de Dios no sucederá nada de eso…… ¡genio, que es usted un genio, hombre!
Y por nuestra parte ahí lo dejamos, porque si nos ponemos a señalar los disparates interpretativos de ese “licenciado” en teología (¡será “parda” porque lo que es de la otra…!), acerca de Isa. 65:20, es como para empezar y no acabar; luego analicen las cosas que les hemos expuesto por ustedes mismos y si así lo tiene a bien, queridos lectores, quedándose con aquello que crean más razonable y rechazando aquello que no les cuadre. Nosotros, como siempre, solo nos hemos limitado a aportar nuestro granito de arena, en un intento de que el “personal” no sea engañado por esa patulea de “fantasmas iluminados” (el Sr. Olcese es un ejemplo de ello) pululando por ahí, que presuntuosamente se postulan como “ungidos”, esparciendo falsas enseñanzas y haciéndose con ello merecedores, de la reprobación del propio Jesucristo y en nombre de quién dicen “predicar”:
“Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre y en tu nombre expulsamos demonios y en tu nombre ejecutamos muchas obras poderosas?’. 23 Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obradores del desafuero.” (Mat. 7:22-23).
Pues eso…
MABEL
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