domingo, 29 de diciembre de 2013
¿Se ha preguntado usted alguna vez…… cuán cerca estamos del cumplimiento de Dan. 9:27?
Cuestión esta de primerísima importancia, ya que en ese momento dará inicio el acontecimiento más esperado por millones de personas, pues culminará dicho evento con la aparición de un ser que traerá la paz y la justicia en la tierra y lo que comportará la destrucción del “mundo” o sistema de cosas, tal como lo conocemos a día de hoy: el islam espera a su Mahdi, los judíos al “Ungido” de Jehová y los cristianos, el regreso de su “Salvador” Jesucristo y que, aunque parezca imposible y si no entramos en más detalles, estaríamos hablando de prácticamente lo mismo (Mat. 12:21)…… pero puesto que nosotros somos cristianos o lo que es lo mismo, nos identificamos como seguidores de Jesucristo, no podemos por menos que hablar en clave cristiana y lo que nos llevará a apoyar nuestro planteamiento en las páginas de la Biblia.
Es cierto, por otra parte, que la inmensa mayoría de denominaciones de la llamada cristiandad han soslayado la pregunta que da pie a este escrito, diciendo que lo que hay que hacer es seguir las pisadas de Cristo, eso es, vivir una vida piadosa basada en la conducta ejemplar de este y cuando tenga que venir lo esperado…… pues eso: ya vendrá. Obviamente, dicha respuesta y que no nos aclara nada, sirve para enmascarar el hecho de que no tienen ni la más remota idea de cuándo se va a producir dicha venida o regreso del personaje en cuestión y que nos solvente, no solo nuestros problemas, sino los de la entera humanidad, pues más dolor, amargura y quebranto de los que existen actualmente en el mundo, ya parece que exceden a lo que es asumible por el ser humano. Es más, yendo un poquitín más lejos, resulta que para algunas organizaciones de la cristiandad (TJ por ejemplo) esa semana 70 de Dan. 9:27, ya aconteció en el primer siglo y por lo que es imposible que la esperen para nuestros días.
Por lo que los autores de este blog, nos hemos estado cuestionando si sería posible que las Escrituras nos dieran una clave que nos aproximara al cuándo de dicho esperado cumplimiento y que contribuya a fortalecer nuestra esperanza, algo que no consigue esa constante cantinela de que “cuando tenga que venir, ya vendrá” y por lo que solo nos queda esperar…… porque claro, resulta que las Escrituras nos dicen lo siguiente:
“Porque todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras, tengamos esperanza.” (Rom. 15:4).
Entonces la fuente de nuestra esperanza, tiene que ver con la instrucción que mediante las Escrituras recibimos y que nos lleva a la “demostración evidente de realidades aunque no se contemplen” (Hebr. 11:1) y por lo que entendemos desde este blog, que la Biblia debería de darnos alguna información al respecto, pues no en balde dijo Jesús aquello de “manténganse alerta, pues no saben en qué día viene su Señor” (Mat. 24:42)…… siendo el caso de que una cosa es que no lo sepamos, pero otra muy distinta el que no hagamos todo lo posible para averiguarlo y lo cual estaría relacionado con el estar “alerta”, eso es, debidamente informados de dónde estamos situados en la corriente del tiempo. No pasemos por alto, el hecho de que Daniel pudo averiguar por adelantado el momento en que los judíos serían liberados de la esclavitud en Babilonia, según se nos relata en el libro que lleva el nombre de dicho profeta, gracias a una investigación personal de las profecías bíblicas con las que contaban en ese momento y que hablaban de dicha cuestión:
“…… en el primer año de reinar él, yo mismo, Daniel, discerní por los libros el número de los años acerca de los cuales la palabra de Jehová había ocurrido a Jeremías el profeta, para cumplir las devastaciones de Jerusalén, a saber, setenta años.” (Dan. 9:2).
Luego es obvio que este pudo poner en antecedentes a sus compatriotas, del momento ya cercano de su liberación, mediante una investigación cuidadosa de los escritos que en ese tiempo obraban en su poder y permitir con ello, que cada uno tomara con tiempo su propia decisión (abandonar Babilonia y regresar a Jerusalén o no hacerlo) y por tanto, empezar a arreglar las cosas para ello y con todo lo que eso significaba de empezar a establecer distancias o romper lazos, con aquél sistema de cosas alejado del Dios Altísimo. Y sin pretender ser tan exactos como Daniel, la cuestión que nos planteamos es si en las Escrituras actuales tenemos información fiable que nos indique para cuándo nos tenemos que preparar para afrontar dichos tiempos e iniciar con ello nuestro distanciamiento de la sociedad en la que estamos inmersos (aquellos que aún no lo hayan hecho, por supuesto), con todas sus perniciosas y repugnantes prácticas.
Porque imagínese por un momento, querido amigo que nos lee, que alguien le dijera que para dentro de 6 meses (por decir algo) va a producirse un acontecimiento que marcará el inicio de los siete últimos años de este embrutecido sistema mundial, a ser seguido por el reino de Dios y con ello, la total liberación de todos los males que nos aquejan a los seres humanos, muerte incluida…… ¿cómo se sentiría usted en cuanto a su esperanza? ¿No es cierto que se vería mucho más fortalecida, lo que le llevaría a “erguir y alzar su cabeza” (Luc. 21:28), pues ya tendría la “certeza” de que su liberación de este inicuo sistema de cosas y destinado a ser barrido por completo, está a la vuelta de la esquina pues ya tiene fecha? Pues eso es lo que vamos a intentar averiguar en este escrito, dado que entendemos que dicha información tiene que encontrarse en un sitio u otro de las Escrituras, pues Jehová nunca hace nada sin advertir antes a sus siervos de cuándo y cómo va a actuar (Amós 3:7); de hecho, tenemos registrada en los escritos sagrados la profecía de las 70 semanas de Dan. 9:24-27 y en dónde se nos da la siguiente información:
“Hay setenta semanas que han sido determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para poner fin a la transgresión, para acabar con el pecado, para hacer expiación por el error, para introducir la justicia para tiempos indefinidos, para imprimir un sello sobre visión y profeta y para ungir el Santo de los Santos (eso es, para el establecimiento del reino de Dios). 25 Y debes saber y tener la perspicacia, que desde la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén hasta Mesías el Caudillo, habrá siete semanas, también sesenta y dos semanas (eso es, las 70 semanas determinadas estaban divididas en tres partes: 7+62+1=70, no necesariamente correlativas). Ella (Jerusalén) volverá y será realmente reedificada, con plaza pública y foso, pero en los aprietos de los tiempos.
26 Y después de las sesenta y dos semanas Mesías será cortado, con nada para sí. Y a la ciudad y al lugar santo, el pueblo de un caudillo que viene los arruinará. Y el fin del tal será por la inundación. Y hasta el fin habrá guerra; lo que está decidido es desolaciones.
27 Y él tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana; y a la mitad de la semana hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva. Y sobre el ala de cosas repugnantes habrá el que cause desolación; y hasta un exterminio, la misma cosa que se ha decidido irá derramándose también sobre el que yace desolado.” (Acotaciones nuestras).
Pero siendo cierto que con dicha profecía se hacía de Israel el reloj profético de Jehová, no es menos cierto que parece no encajar en nuestro intento de averiguar en dónde nos encontramos en la corriente del tiempo y que nos tiene que llevar a discernir, precisamente, cuando se cumple ese versículo 27 que tiene que ver con el inicio de dicha 70 semana o, cómo ya hemos señalado, de los últimos 7 años del mundo tal como lo conocemos. Sí se nos dice en cambio, que ese período de tiempo se dividirá de la siguiente manera: tres años y medio en que los genuinos seguidores actuales de Jesucristo y que aunque parezca extraño “haberlos ahílos”, dirigidos por un “resto ungido” por aparecer (Rev. 6:9-11), estaremos llevando a cabo la predicación de Mat. 24:14 anunciando el establecimiento del reino de Dios (Rev. 14:6-7), e invitando a las personas a “subirse al carro” y con ello acceder al mismo en calidad de súbditos; acabada dicha predicación a los 1260 días de su inicio (Rev. 11:3), será seguida por los restantes tres años y medio en que se producirá la “gran tribulación” o “día de la ira -o furor- de Dios” (Rev. 7:14; Sof. 1:14-18). En ella y mientras los que acepten dicho ofrecimiento serán ocultados o protegidos milagrosamente (Isa. 26:20; Sof. 2:2-3; Salmo 91) del castigo al que será sometida la humanidad desobediente, pues dicho furor no va dirigido contra los miembros que aceptarán de buena gana la proposición divina de formar parte del numeroso grupo de los súbditos del reino en manos de Cristo (Rev. 7:9; 14), sino contra los que la hayan rechazado, por lo que estos serán los que recibirán el “justo” castigo divino, pues es contra ellos con quién Jehová está indignado:
“Esto toma en cuenta que es justo por parte de Dios, pagar con tribulación a los que les causan tribulación, 7 pero, a ustedes que sufren la tribulación (eso es, a los que son fieles seguidores de Cristo), con alivio juntamente con nosotros al tiempo de la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles 8 en fuego llameante, al traer él venganza sobre los que no conocen a Dios (obviamente porque no han querido) y sobre los que no obedecen (luego las conocen) las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús. 9 Estos mismos sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna de delante del Señor y de la gloria de su fuerza.” (2 Tes. 1:6-9). (Acotaciones nuestras).
Y retomando el punto en donde estábamos, si hemos dicho que esta profecía de Dan. 9:24-27 en principio no nos encaja en nuestra búsqueda, es porque si bien esta nos habla del cómo inicia y del que ocurre en el espacio de tiempo de esos 7 últimos años, no nos explica en qué momento estamos ahora situados en la corriente del tiempo, eso es, si cerca o lejos del cumplimiento de dicho evento; pues habrán observado del relato de Daniel, que la semana 69 se cierra con la muerte de Jesús y momento en el que se abre un “paréntesis” temporal y al que Jesús llamó “los tiempos señalados de las naciones”:
“…… y caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por las naciones, hasta que se cumplan los tiempos señalados de las naciones (o “gentiles” según versiones).” (Luc. 21:24). (Acotación nuestra).
Tiempo que parece ser que ya se ha cerrado, como les mostraremos a continuación, aunque los hechos de la semana 70 aún estén por producirse: sin embargo y aunque no lo parezca, estas palabras de Jesús nos abren dos vías de investigación por las que intentar averiguar cuándo llegará ese evento tan esperado, el cual marcará el tiempo para la puesta en marcha del juicio divino; y que para que el resultado de esta investigación fuera creíble, tendrían que confluir dichas dos líneas de investigación en el mismo punto…… aunque solo fuera por cumplir con aquella máxima bíblica que nos dice que por boca “de dos o tres testigos, se establezca todo asunto” (Mat. 18:16), en este caso, por dos razonamientos convergentes en su resolución final; con esa premisa en mente, empecemos por la primera línea de investigación y veamos si esos tiempos de las naciones, efectivamente se han terminado y qué significa ello para nosotros.
Porque esas palabras del Hijo de Dios, registradas en Luc. 21:24 y que tienen estrecha relación con la profecía de Daniel mencionada, iniciaron con la destrucción en el año 70 E.C. de Jerusalén y tuvieron su máxima expresión en el año 135 E.C., con la expulsión total del pueblo judío de su territorio Israel, como consecuencia del último intento de los judíos de lograr la independencia del Imperio Romano; e intento de rebelión liderado por Simón bar Kojba (que asumió el título de “el Mesías”) y evento que, conocido como “La Rebelión de Bar Kojba”, está históricamente documentado y universalmente reconocido como el hecho que determinó la Diáspora (o dispersión) del pueblo judío por todo el mundo de manera definitiva. Recordemos y a título de anécdota, que la tierra donde éste evento ocurrió era en ese entonces conocida como la provincia romana de Judea, por lo que no existe mención alguna en las Escrituras ni documento seglar de la época, en el sentido de que en esa zona existiera algún lugar llamado “Palestina” antes de ése tiempo; y si ese nombre salió a la palestra, fue causado por el “rebote” que se cogió el emperador romano Adriano con la nación judía por sus constantes amotinamientos, por lo que “ni corto ni perezoso” decidió eliminar el nombre de Israel y de Judá de la faz de la tierra, para que no hubiera más memoria del país que pertenecía a aquél pueblo rebelde.
Expulsó de ella a sus habitantes naturales (los judíos) y determinó severos castigos si alguno regresaba a la misma; y su empeño de borrar todo recuerdo de esa nación de la historia, le llevó a incluso cambiar el nombre de aquella provincia romana, por lo que al hombre se le ocurrió acudir a la historia antigua con el objetivo de hallar un nombre que pudiera ser apropiado para ella: y se enteró entonces, que en su momento un pueblo extinto que era desconocido en tiempos romanos, recordado como “los filisteos”, habitó una vez en esa área y siendo además enemigos irreconciliables de los israelitas y…… ¡eureka, je l’ai troubé!, exclamó exultante el romano (nos imaginamos que lo diría en latín, claro). Por lo tanto y según las crónicas de la época, el emperador en cuestión se sacó de la manga el nuevo nombre “Filistina” (y que posteriormente pasó a llamarse por su nombre actual “Palestina”), a sabiendas de que con ese nombre metería “el dedo en el ojo” a los judíos, pues como antiguos rivales eran odiados por estos.
Fue de esta manera que la nación de Israel y en cumplimiento de la advertencia de Dios (Lev. 26:31-33), desapareció como nación y su tierra paso a estar por siglos, pisoteada bajo la dominación de “las naciones”. El emperador Adriano hizo esto con el propósito concreto de eliminar todo vestigio de la memoria de la historia judía y con lo que los antiguos romanos, así como las generaciones subsiguientes hasta llegar a los modernos “palestinos” y en connivencia de las naciones árabes de alrededor, han escenificado el cumplimiento de la profecía escritural que declara lo siguiente:
“Contra tu pueblo astutamente continúan su habla confidencial; y conspiran contra aquellos a quienes ocultas. 4 Han dicho: “Vengan y raigámoslos para que no sean nación, para que el nombre de Israel no sea recordado más”.” (Salmo 83:3-4).
Lo que hace de esto que acabamos de relatarles y que no parece ser más que la simple explicación de un suceso aparentemente “sin importancia” del pasado, se convierta en el punto focal que nos hablaría de la inminente venida del momento que estamos esperando, o sea, esos siete últimos años del mundo como lo conocemos y de lo que ya les hemos hablado, pues veamos qué se nos dice en las Escrituras acerca de la en su momento extinta nación de Israel y que nos permitirá empezar a cuadrar el círculo; para ello, accederemos a una profecía que encontramos en Isa. 68:8-9 y transcrita de la versión NTV:
“¿Acaso alguien ha visto algo tan extraño como esto? ¿Quién ha oído hablar de algo así? ¿Acaso ha nacido una nación en un solo día? ¿Acaso ha surgido un país en un solo instante? Pero para cuando le comiencen los dolores de parto a Jerusalén, a ya habrán nacido sus hijos. 9 ¿Llevaría yo a esta nación al punto de nacer, para después no dejar que naciera? -pregunta el Señor-. ¡No! Nunca impediría que naciera esta nación- dice su Dios-.”
No olvidemos que Israel como nación había nacido siglos antes en el desierto de Sinaí, o sea antes de que se escribieran dichas palabras, por lo que en las mismas se nos tiene que estar hablando de un acontecimiento futuro o “segundo” nacimiento de Israel como ente nacional. Y cumplimiento de la profecía en cuestión, que tuvo su momento álgido un 14 de Mayo de 1.948, cuando fue declarado el estado de Israel como nación independiente, lo que nos lleva a unas importantísimas palabras de Jesús y dichas en el contexto de las señales que habrían de preceder a su segunda venida (Mat. 24:3), que no han sido precisamente bien interpretadas por muchos y relacionadas con el hecho de que, según hemos visto en la profecía de Daniel, el reloj profético de Jehová es Israel:
“Ahora bien, aprendan de la higuera como ilustración este punto: Luego que su rama nueva se pone tierna y brota hojas, ustedes saben que el verano está cerca. 33 Así mismo también ustedes, cuando vean todas estas cosas, sepan que él está cerca (luego se estaba refiriendo a su segunda venida), a las puertas. 34 En verdad les digo que de ningún modo pasará esta generación (se supone que la que vivía en ese inicial rebrotar del pueblo de Dios en 1.948 y que aún está viva) hasta que sucedan todas estas cosas. 35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras de ningún modo pasarán.” (Mat. 24:32-35). (Acotaciones nuestras).
Permítannos un pequeño inciso, para señalar un dato curioso y que de ser así, añadiría fuerza a nuestro planteamiento: la mayoría de cronologías bíblicas coinciden en un dato significativo, pues nos dicen que el patriarca Abrahán nació en el año 1.948 después de la creación de Adán y personaje con el que virtualmente nació el pueblo de Israel, pues nos dice la Escritura que este pueblo salió “de los lomos de Abrahán” (Hebr. 7:5), en función del pacto que Jehová estableció con él…… y “casualmente” la nación de Israel “renació” precisamente en el año 1.948 E.C.; bien, ahí lo dejamos como una simple anécdota.
Volviendo a donde estábamos, no olvidemos que en su momento Jesús y en varias ocasiones prefiguró a Israel a una higuera, básicamente en el episodio conocido como de la parábola de la “higuera que no daba fruto” (Luc. 13:6-9), por lo que es evidente que nos encontraríamos ante el cumplimiento de la profecía de Isa. 68:8-9 que acabamos de mencionar, en el sentido de que la “higuera” rebrotaría y evento del que como hemos visto, Jesús relaciona con aquella generación que habría contemplado el cumplimiento de ese profético rebrotar, al decir que de “ninguna manera” pasaría ésta, hasta ver el cumplimiento completo de todas las cosas por él mencionadas en la señal dada. Y tomando como referencia siempre al contexto bíblico y que a nuestro entender, para algo está, vemos que este nos señala que la vida de una generación y desde el punto de vista de Dios, se extiende por unos 70 u 80 años aproximadamente (Sal. 90:10)…… por ejemplo, uno de los autores de este blog ya cuenta con esos 80 años señalados y lo que quiere decir, que para cuando ocurrió ese suceso de la nueva aparición de Israel como nación, tenía 15 años y por lo que forma parte de esa generación que no puede pasar (a menos que Jesús nos mintiera, o que nosotros nos equivoquemos al aplicar Mat. 24:32-35), hasta que ocurran “todas las cosas”.
Es cierto que ese tema de la “generación” susodicha, los TJ lo han desvirtuado en gran manera con la cantidad de errores que han cometido a lo largo de su corta historia; pero no es menos cierto que el error lo han cometido al adelantarse en más de cien años al cumplimiento de la profecía en su conjunto y de ahí que les hayan fallado “tantos palos”…… pero la realidad, es la realidad y esta nos muestra que Jesús dijo esas palabras con referencia al rebrotar de la “higuera” Israel y ello ocurrió en el 1.948 de nuestra Era, como está claramente constatado en los organismos oficiales pertinentes y por lo que esa tiene que ser la “generación” aludida. Por lo que la pregunta es la siguiente: si estamos en lo cierto y no hay que descartar dicha posibilidad (algún día se han de cumplir esas palabras de Jesús) ¿cuánto nos faltaría para el inicio de dicha semana 70 de Dan. 9:27 y partiendo de la base, que esos siete años son los que cierran el ciclo de 6.000 de historia del ser humano sobre la tierra? Obviamente, un cortísimo espacio de tiempo.
Bien, aparentemente resuelta la primera vía o línea de investigación que nos hemos propuesto y que nos puede dar acceso a la consecución de nuestro empeño, metámonos en la segunda, eso es, cuán adentrados estamos en la corriente del tiempo según la cronología bíblica y cuyo resultado nos tendría que cuadrar con el que acabamos de exponer; veamos por tanto, esta segunda opción que tenemos a mano y apoyándonos en unos datos por todos reconocidos y que nos llevan al mismo momento de la creación, eso es, al libro de Génesis. Porque todos sabemos o deberíamos de saber, que según dicho registro todo lo que existe se creó en unos espacios de tiempo llamados “días” y que el registro escritural divide en siete; de ellos se nos dice que los seis primeros de esos períodos corresponden al propio acto de la creación y siendo el séptimo de ellos, el destinado por Jehová Dios a “descansar” de su obra creativa, es decir, que a partir de ese momento ya Dios cesó de crear cosas:
“Después de eso vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, era muy bueno. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día sexto.
2 Así quedaron terminados los cielos y la tierra y todo su ejército (eso es, la creación material como un todo). 2 Y para el día séptimo Dios vio terminada su obra que había hecho y procedió a descansar en el día séptimo de toda su obra que había hecho.” (Gén. 1:31; 2:1-2). (Acotación nuestra).
También sabemos por la información bíblica y ahí está la clave de la cuestión, que dichos espacios de tiempo creativo llamados días, constaban de 7.000 años cada uno y partiendo de la siguiente afirmación, pues otra cosa que sabemos, es que la obra creativa terminó con la creación del ser humano, eso es, de Adán y Eva…… luego si tenemos su genealogía, podemos averiguar el número de años que han pasado desde el momento de su creación, hasta nuestros días y conociendo así, si en realidad los citados “días creativos” constaron de 7.000 años cada uno, o no: para eso nos apoyamos en el hecho de que Jehová es un Dios de orden (1 Cor. 14:33), por lo que cada uno de esos espacios de tiempo que Él denomina “días” tuvieron que tener la misma duración, sea esta la que sea. Y es que si ello fuera así y el período de descanso de Dios, razonablemente, fuera un “día” también de 7.000 años y sabiendo de cierto que los últimos mil son los dedicados al reino milenial de Cristo, tenemos que colocarnos en los siete años antes de llegar al años 6.000 de la creación de Adán, eso es, en el año 5.993 desde la creación del primer ser humano hasta nuestros días, pues tenemos que encajar los últimos siete años de la semana 70 de Dan. 9:27 y que preceden al inicio del séptimo milenio o reinado de Cristo; y momento en el que tienen que empezar los sucesos que llevarán al fin del estado de cosas como lo hemos conocido siempre…… de ahí la importancia, de averiguar dónde estamos situados en este momento en la corriente del tiempo.
A partir de ahí, tenemos distintas cronologías, como la de los judíos actuales y que nos sitúan a día de hoy, en Diciembre del año 5.774 a. E.C. desde la creación del primer ser humano, eso es, que para el cumplimiento de los 6.000 años aún nos restarían 226…… lo que significaría que las palabras de Jesús en Mat. 24:32-35, acerca de la generación que “no pasaría” a partir del “rebrote” de la simbólica “higuera” (Israel), no tendrían demasiado sentido; si a ello le sumamos que el judaísmo ortodoxo no acepta el NT, pues no creen en Jesús como el Mesías de Jehová, es obvio que su cronología (al no tener en cuenta el factor Jesús) no puede ser tomada en consideración. Pero es que además, concurre la circunstancia de que posteriores revisiones a dicha cronología por parte de reputados rabinos, muestran cierta deficiencia en la misma y por lo que se pasa a situar la creación de Adán para el 3.983 a.E.C. y lo cual ya “afina” un poco más la cosa, pues la acerca más a las cronologías más verosímiles hasta el momento.
Tenemos por ejemplo, la llamada “Cronología de Ussher” del siglo XVII, formulada por James Ussher (enero 1581 a 21 marzo 1656), Arzobispo anglicano del Condado de Armagh (Irlanda del Norte) y que fijó la creación de Adán sobre el año 4.004 a.E.C. También tenemos la cronología de los TJ, probablemente la más usada, que sitúa dicho evento creativo para el 4.026 a.E.C. y por lo que parece que se desfasa en unos 22 años; pero dado que para su desarrollo han usado como uno de sus puntos de referencia la caída de Jerusalén ante Nabucodonosor, según ellos en el 607 y siendo que los estudios más avanzados la colocan en el año 587 a.E.C., lo que hay que hacer es quitar esa diferencia de 20 años a esa fecha del 4026 y con lo que nos quedamos con 4.006 años para la creación de Adán y por tanto, en la práctica idéntica a la anterior. Pero por otra parte, también tenemos un bloque de otras cronologías que nos lo fían un poco más largo, como la del monje benedictino conocido como Beda el Venerable (672 a 735) y que situó dicha creación para 3952 a.E.C.; o la del contemporáneo del Arzobispo Ussher, Joseph Justus Scaliger que la situó en 3949 a. C. y que es anterior a la del eclesiástico inglés y erudito rabínico, John Lightfoot (marzo de 1602 a diciembre de 1675) y que la situó un poco más lejana en el tiempo, al apuntar que la creación comenzó el año 3929 a.E.C.
Ante ese panorama y dado que dicen que en el centro está la virtud, entre las que nos sitúan dicho evento creativo sobre el año 4.004/6 a.C. y las que nos lo colocan sobre los 50 o 70 años antes y como acabamos de ver, nos quedamos con la fecha de 3.983 a.C. mencionada en primer lugar y empezar a trabajar a partir de ella, dado que nos parece la más razonable. Porque si usamos las dos primeras (partiendo la diferencia) y sumamos 4.005+2013, ello nos situaría en el año 6018 y dado que como les hemos dicho, la fecha para el inicio de la profética semana 70 de Dan. 9:27 (siete años) tendría que ser el 5.993 después de la creación del primer hombre para cuadrar el sexto milenio de descanso para Jehová, a ser seguido del séptimo para el reino de Dios, resulta que en principio y dado que aún no ha iniciado dicha semana de años (7), resulta que ya nos hemos pasado 25 años (6.018+7= 6.025) del momento en que dicha profecía de Daniel tenía que haberse cumplido. Y si por el contrario tomáramos la segunda opción, también partiendo la diferencia y con lo que nos quedaríamos con el año 3.960 para la creación de Adán, nos encontraríamos que 3.960+2013 nos llevan al año 5.973 desde la creación, eso es, que a la generación señalada por Jesús, le quedarían aún 20 años (y ya descontados los 7 de Dan. 9:27) para ver el final de “estas cosas”…… lo que nos llevaría a una generación de 100 años y eso no es lo que nos dicen las Escrituras, pues entendemos nosotros que estas nos están dando pistas de por dónde va la cosa ¿o alguien podría explicarnos, porqué Dios nos da el dato de una generación como de entre 70 a 80 años, teniendo en cuenta que en Palabra de Dios, la Biblia, hasta una simple tilde tiene su debida importancia? ¿Sería entendible en un Dios de orden, una cantidad puesta a “ojo de buen cubero”?
Y siendo el caso planteado, más o menos lo que les ocurre a los TJ, cuando colocan el final de este sistema de cosas para el año 2.034 (última “genialidad”), pues acorralados por sus disparatados errores en las fechas de la venida del juicio de Dios, ya lo sitúan ¡46 años después del año 6.000!, eso es, 25 que ya llevan de desfase en este finalizado 2.013 y como hemos visto, más los 21 que faltan hasta el año 2.034, que dan el total de 46 años. Porque claro, o creemos en las Escrituras o no creemos en ellas…… y si creemos en ellas, estos son los cálculos que estas nos permiten hacer para “nuestra instrucción” (Rom. 15:4; ahora bien ¿qué ocurre si nos quedamos con la fecha de 3.983 para el momento de la creación de Adán? Pues que 3.983+2.013=5.996…… pero aunque los números son mucho más razonables, alguien podría objetar que tampoco se ajusta a la fecha deseada, pues solo faltarían 4 para el año 6.000, cuando en realidad nos tendrían que faltar 7 para poder alojar la semana 70 de Dan. 9:27, eso es, siete años; pero a diferencia de los anteriores cálculos, tal inconveniente es fácilmente solventable, porque hay que tener en cuenta lo del año 0 (pues la cronología pasa de -1 a +1 sin año de transición) y año que tendríamos que restar a los 2.013 actuales, contados a partir de Cristo, con lo que la suma sería 3.983+2.012=5.995 y lo que nos reduciría la cuestión a solo 2 años de desfase…… y ahí es ya donde entramos en el verdadero meollo de la cuestión.
Porque si han estado atentos y no se han mareado con tanto número, habrán percibido que todas las cronologías parten de la creación de Adán como inicio del día de descanso de Jehová y momento preciso en que inicia la cuenta atrás de los 6.000 primeros años del citado día sabático de Dios, cuando eso no es cierto: porque Jehová no inició su día de descanso, sino hasta después de haber creado a Eva y por lo que tenemos ahí unos años “bailando”, pues no sabemos cuánto tiempo después de haber creado a Adán, se llevó a cabo la creación de la mujer (última creación divina) y momento en el que realmente inició el Altísimo su día de “descanso”; pero veamos que nos dice la Biblia al respecto:
“Ahora bien, Jehová Dios estaba formando del suelo toda bestia salvaje del campo y toda criatura voladora de los cielos y empezó a traerlas al hombre para ver lo que llamaría a cada una; y lo que el hombre la llamaba, a cada alma viviente, ese era su nombre. 20 De modo que el hombre iba dando nombres a todos los animales domésticos y a las criaturas voladoras de los cielos y a toda bestia salvaje del campo, pero para el hombre no se halló ayudante como complemento de él. 21 Por lo tanto Jehová Dios hizo caer un sueño profundo sobre el hombre y, mientras este dormía, tomó una de sus costillas y entonces cerró la carne sobre su lugar. 22 Y Jehová Dios procedió a construir de la costilla que había tomado del hombre una mujer y a traerla al hombre.” (Gén. 2:19-22).
Luego dado que el poner nombre a los animales implicaba cierto grado de observación sobre sus comportamientos (los nombres eran descriptivos), habría que pensar que se necesitaría algún tiempo para llevar adelante dicha tarea, aunque no sabemos cuántas especies había en el jardín de Edén y por lo tanto, lo dilatado de dicho espacio temporal; pero el caso es que en un momento del transcurso del mismo, Adán se dio cuenta de que mientras los animales se podían reproducir mediante la unión de un macho con una hembra, él no tenía “una ayudante” que le complementara para esa función y de ahí, que Jehová la trajera hasta él a una mujer…… en todo caso, estaríamos hablando de cierto lapsus temporal en el que el hombre estuvo sin compañía humana en el citado jardín y del que ignoramos su duración. Por otra parte, hay algunos que dicen que también contaría el tiempo existente entre que fueron aparejados y que estuvieron en el jardín sin tener descendencia y que a nuestro entender sería mínimo, pues veamos: como seres humanos perfectos, cuando fueron creados ya estaban físicamente dotados para engendrar hijos, eso es, que no había necesidad de un proceso de desarrollamiento físico hasta alcanzar la edad adulta para tal cometido; pero es que además, la orden de Jehová fue “sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra” y lo que implicaría el tomar acción en acatar la orden divina.
Pero ello significaría que antes de que pudieran engendrar un hijo ya se cometió el pecado (que de ser así, habría nacido perfecto, no nos olvidemos de ese “pequeño” detalle) y circunstancia que nos lleva a razonar que la estancia de Eva en el paraíso fue efímera, pues no le dio tiempo de concebir dentro del jardín de Dios, pues el primer hijo se concibió fuera ya de este. Por lo que ese tiempo de unos dos años que quedan en punta (no se puede descartar la posibilidad que fuera un poco más de tiempo) de la cuenta que hemos realizado, son fácilmente absorbibles, pues fueron los que el primer hombre permaneció sin compañía en dicho entorno; no olvidemos que éste había sido preparado para vivir eternamente y las cosas, probablemente en ese contexto, se sucedían con menos rapidez de la que actualmente le damos nosotros, en nuestro intento de “aprovechar” los pocos años de vida que tenemos por delante y lo que nos lleva a vivir muy “deprisa”…… en todo caso y como en la línea de investigación anterior, estaríamos hablando de un corto espacio de tiempo existente para el cumplimiento de Dan. 9:27.
Bien, siendo que parece ser que las dos líneas de investigación emprendidas nos conducen a un mismo punto, eso es, a la existencia de un cortísimo plazo de tiempo para el cumplimiento de dicha profecía…… ¡aquí lo dejamos nosotros! Sí, sí, ya sabemos que nos dirán que en definitiva tampoco les hemos aclarado gran cosa con respecto de la fecha concreta del acontecimiento mencionado…… pero es que sencillamente no la sabemos. Pero lo que sí hemos hecho, es poner a su alcance unas claves que suelen pasar desapercibidas para el común de los mortales que leen las Escrituras y que al igual que a nosotros, esperamos les muevan a ustedes a investigar, primero, si lo que les hemos contado se ajusta a la realidad de los hechos conocidos y, segundo y siempre en el bien entendido de que nuestro error y en el caso de haberlo, haya sido mínimo, a sacar sus propias conclusiones en cuán cerca estamos ya de nuestra salvación y que inicia en esa decisiva profética semana 70 de Dan. 9:27…… y, obviamente, prepararse para ello. Nosotros, por si acaso y por aquello de que “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”…… ¡pues eso, que ya nos estamos poniendo en situación!
MABEL
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domingo, 22 de diciembre de 2013
La nueva “gamberrada” de Apologista Mario Olcese.
Si usted, querido amigo que nos lee y como tantos otros, se ha visto sorprendido últimamente por la ausencia de escritos en esta página, criticando las “gansadas” que Apologista Mario Olcese suele contar por artículos o videos publicados (con alguna rara excepción y oportunamente señalada por el autor material de los temas escritos en este blog, u séase aquí el menda -Armando López Golart- y servidor de ustedes o, en su defecto y como suele llamarme D. Mario, “el españolillo matador”), no crea que ha sido debido al buen hacer de dicho caballero y que me haya llevado a estar de acuerdo con sus postulados, sino que ha sido fruto del hecho que ya he dado a ese señor por amortizado, eso es, que ha sido tan brutal el descenso de su popularidad y pérdida de prestigio en la Red, que ha dejado de ser un referente entre las páginas que publican artículos bíblicos…… entonces ¡para qué perder el tiempo ¿no creen?! Prueba de ello, es que desde hace bastante ídem, dicho autor “malvive” en YouTube, mediante insulsos y repetitivos temas en contra de los TJ, actividad que hasta los tontos de pueblo en España y cuando no tienen nada mejor que hacer…… ¡pues haaala! a meterse con los TJ.
Claro, el problema de dicho caballero, ignorante del contenido escritural hasta las mismísimas “cachas”, es que usando las flagrantes contradicciones de la Sociedad Wachtower pretende aclarar puntos de la Biblia y con ello, impartir enseñanzas a todas luces equivocadas; por ejemplo: es cierto que hay un gran desbarajuste de entendimiento entre lo que los TJ afirman acerca de su clase “ungida”, con relación a los de su clase de las “otras ovejas” y tema del que últimamente ha estado tratando ese señor. Pero ello no significa en modo alguno, que el reino de Dios y según las Escrituras, no se componga por una parte, de una “clase” dirigente o gobernante compuesta de 144.000 miembros que acompañará a Jesucristo en dicho gobernar (Rev. 14:1 vs. Sal. 2:5-6) y por otra, de una “clase” diferente que serán los súbditos o gobernados por los primeros (Rev. 7:9; 14) y por tanto, de distinta condición que estos …… en definitiva “dos clases” y que son los dos distintos y únicos grupos de personas en los que se divide un reino a la usanza y como siempre se ha entendido: una minoría gobernante, que ejerce su condición de tal sobre una inmensa mayoría que es gobernada y a los que se conoce como “súbditos” del reino en cuestión.
Ahora bien, puesto que los TJ cometen ese error de aplicación (que no de interpretación y que no es lo mismo), ya que se adjudican a sí mismos una profecía aún por cumplirse y en la que se han adelantado por más de cien años; de ahí que les fallen tanto los números, pues la realidad es que actualmente no existe “ungido” alguno sobre la tierra (Apologista y por mucho que “chifle” tampoco lo es), ni persona alguna que se pueda identificar como miembro de la “gran muchedumbre”. Pero D. Mario y basándose en ese error mayúsculo de los mencionados TJ, ya entiende y así lo enseña, que lo de las dos “clases” ni siquiera se menciona en la Biblia y lo que me lleva a mí, a formular aquella pregunta tan clásica de “¡Qué ver tendrá, el regaliz con el tocino!”; y es que en definitiva lo que ocurre, es que nos encontramos ante una nueva demostración de la presbicia escritural del caballero en cuestión, u séase, que no tiene ni puñetera idea de lo que habla…… a menos eso sí, que nos pueda explicar de manera razonable, de cuántos grupos se hace mención en Rev. 7:4; 9 y en donde a Juan, en una visión, se le muestra el reino y a los que del mismo formarán parte.
Pero como resulta que no hay dos sin tres, el amigo Mario y siguiendo en su habitual línea de “aciertos”, se ha descolgado con una afirmación de aquellas que hacen época ¡vamos, que el hombre “sa pasao siete pueblos”! qué diría nuestro amigo el castizo, cuando en el video publicado el pasado día 13 del corriente mes de Diciembre bajo el título de “CRISTO FUE HECHO SEMEJANTE EN TODO A SUS PAISANOS (Hb.2:17)...¡PERO LA WT DICE QUE NO!” afirmó sin lugar a duda alguna que Jesucristo no era un hombre perfecto…… sí, sí, han leído ustedes bien: Jesús no era un hombre “perfecto” y por lo que obviamente, su cuerpo era tan imperfecto como el de sus seguidores y según propias palabras de D. Mario, que pueden oír en dicha grabación desde el minuto 4’55 al 5’45. Claro, cuando uno que como un servidor no se considera un “ungido” o Hijo de Dios, como sí afirma serlo el personaje en cuestión y por tanto, guiado por el espíritu santo…… ¡ah, que ustedes no sabían que ese “genio” de la teología se las da de ser un “ungido” y de recibir revelaciones directas del espíritu santo! ¡Vaya por Dios…… y yo con estos pelos y sin haberles informado! Pero no se preocupen que todo tiene arreglo y rápidamente les pongo en antecedentes para que se vayan poniendo al día, acerca de con quién se juegan “los cuartos”; y para que vean que no les miento, fíjense en lo que en su momento dijo dicho “caballero” y a poco de iniciar su andadura en Internet (posición que ha mantenido en el tiempo), eso es, el 07/09/2007 bajo el título “No toquéis a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas” y en donde en su párrafo 3, nos decía lo siguiente:
“Yo soy un UNGIDO del Señor, y nadie debe o puede tocarme a mí, o a usted, si en verdad es un cristiano, sin tener luego que pagar un precio muy caro. Yo me considero un UNGIDO del Señor, y si usted no se considera así, entonces usted no ha entendido lo que significa ser un cristiano o un ungido.” (Negritas mías).
O esto otro, publicado el 29 de Marzo 2008 en un artículo que llevaba el título “¡Todos los bautizados somos “Cristos”!”:
“Ahora bien, “Ungidos con el Espíritu Santo” resalta otras bendiciones colaterales que Dios nos añade cuando nos entrega el Espíritu Santo, PERO LO MÁS IMPORTANTE ES QUE NOS GUÍA A LA VERDAD (Ver Juan 16:13). NADIE PUEDE SER GUIADO A LA VERDAD SIN EL ESPÍRITU OBRANDO EN ÉL.” (Negritas mías).
Observen que habla en primera persona y lo que significa, que reconoce tener el espíritu santo operativo sobre él; de hecho unos meses antes, eso es, el 28/08/2007, en el tema “Consejos oportunos para miles de testigos de Jehová desanimados” y hablando de la liberación que había supuesto para él, el salirse de dicha secta (como, por otra parte, para cualquiera de los que hemos tenido la fortuna de haberlo conseguido), hacía la siguiente y presuntuosa afirmación:
“Al contrario, soy un hombre muy feliz y dichoso, ya que por fin tengo la libertad que no gozan ellos para escribir y tener mi sitio web donde puedo exponer mis creencias personales y mis “descubrimientos” bíblicos según me lo revela el Espíritu de Dios. Sólo el Espíritu de Dios nos guía a la verdad.” (Negritas mías).
Aproximadamente un año después, el 30 de Marzo del 2008, publicaba el artículo “Mi llamado para anunciar el evangelio del reino” y en el que después de un primer párrafo “glorioso”, firmaba dicho artículo de la siguiente manera:
“Su servidor,
Ing° Mario A Olcese (Apologista)
Embajador Plenipotenciario del Reino de Dios”
Y fórmula que empleó también en varias cabeceras de artículos en esa época, como por ejemplo, en este escrito del 30/03/2008:
“USTED DEBE SER APTO PARA EL REINO DE DIOS
Por Ing° Mario A Olcese (Apologista)
Embajador Plenipotenciario del Reino de Dios”
Palabras que ahora ha traducido a música, pues solo hay que oír la banda sonora “hollywoodiense” con la que abre sus videos en YouTube y al más puro estilo de “mega estrella” del celeuloide; pues bien, esa es la “joyita” que con tanto énfasis afirma ser un Hijo de Dios y por tanto, “guiado” por el espíritu divino (Rom. 8:14) y que nos acaba de decir (quiero suponer que en una nueva “revelación” del espíritu santo de Dios) que Jesús no tenía un cuerpo perfecto. Y claro, uno que no se da tantas ínfulas como ese caballero, pues no me creo ser un Hijo de Dios, ni que el espíritu santo me susurre al oído secretos sagrados, ni nada que se le parezca (¡qué quieren ustedes, no todos hemos nacido “en la calle Mayor”, como el Sr. Olcese!), lo primero que se me ocurre ante tan “divina revelación” es preguntarme ¿para qué sirvió entonces, todo el “follón” montado alrededor de Jesús desde su nacimiento hasta su muerte, si resulta que este no tenía un cuerpo perfecto, sino imperfecto como tenemos todos y lo cual quiere decir, ni más no menos, que “cualquiera” hubiera podido dar su cuerpo como rescate por el resto de humanidad, o sea, habría podido conseguir el mismo resultado que él obtuvo y sin tanta “escandalera”? El problema está, en que eso no es lo que nos dicen las Escrituras, acerca de si un hombre con un cuerpo imperfecto y como D. Mario nos afirma que tuvo Jesús, podía haber rescatado a la humanidad del pecado:
“…… ni uno de ellos puede de manera alguna redimir siquiera a un hermano, ni dar a Dios un rescate por él (eso es, para uno mismo); 8 y el precio de redención del alma de ellos (de la humanidad) es tan precioso (o tan elevado) que ha cesado hasta tiempo indefinido (eso es, imposible de alcanzar), 9 para que todavía viva para siempre y no vea el hoyo.” (Sal. 49:7-9). (Acotaciones mías).
Luego lo que queda claro de estas palabras, es que el ser humano por sí mismo no podía proporcionar un “rescate” de la condena a muerte que nos transmitió el pecado heredado de Adán, lo nos lleva a preguntarnos ¿por qué eso así? y que solo tiene una respuesta: mientras que Adán era un ser “perfecto” y puesto que a partir de él, ya todos sus descendientes nacieron con la “tara” o “mancha” del pecado, eso es, en “imperfección”, era completamente imposible pagar el precio que se ajustara a la ley divina:
“Pero si ocurre un accidente mortal, entonces tienes que dar alma por alma, 24 ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, 25 marca candente por marca candente, herida por herida, golpe por golpe.” (Éxo. 21:23-25).
O lo que es lo mismo, lo aportado en compensación por el perjuicio o daño causado, tenía que ser equivalente al objeto o valor sujeto a rescate, eso es, la vida “perfecta” que se perdió y a tenor de lo que leemos en 1 Tim. 2:5-6:
“Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, un hombre, Cristo Jesús, 6 que se dio a sí mismo como rescate correspondiente (eso es, de igual valor a lo que se había perdido) por todos... de esto ha de darse testimonio a sus propios tiempos particulares.” (Acotación mía).
Ello nos llevaría a considerar qué es lo que se perdió con Adán y para lo cual, tenemos que retrotraernos al libro de Génesis y en donde en su capítulo uno y a partir del tercer día creativo en donde empezó ya propiamente la creación terrestre, la expresión divina al concluir el día tercero, cuarto y quinto fue “Y vio Dios que era bueno”. Sin embargo, al concluir el sexto día y en donde había sido creado el hombre, la expresión divina cambió sustancialmente, pues Jehová exclamó:
“Después de eso vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, era muy bueno. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día sexto.”
Luego tendríamos que llegar a la conclusión, de que dicha exclamación en boca del Altísimo, no podía significar otra cosa que lo creado hasta ese momento era sencillamente “perfecto”…… incluido el cuerpo de Adán; de hecho, eso es lo que entendemos de Deut. 32:4:
“La Roca, perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia. Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia: justo y recto es él.”
Por lo que solo se puede concluir que Adán como ser humano creado por Dios, tenía un cuerpo sencillamente “perfecto”, tanto mental como físicamente y que no se deterioraba con el paso del tiempo, ya que Jehová lo había creado para vivir para siempre y funcionando como un reloj de precisión…… algo que solo la desobediencia a las normas establecidas por Su Creador podría alterar y, de ahí, la advertencia divina:
“Y también impuso Jehová Dios este mandato al hombre: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. 17 Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás”.” (Gén. 2:16-17).
Y todos sabemos que Adán no murió el mismo día que pecó y fue expulsado del Edén, sino que vivió hasta los 930 años y entretanto engendró “hijos e hijas” (Gén. 5:4-5)…… luego ¿qué había ocurrido? Pues que a partir del momento en que se cometió el pecado de desobediencia, para Jehová Adán ya estaba muerto, pues el cuerpo perfecto de este sufrió una alteración y a partir de la cual, empezó a deteriorarse progresivamente hasta acabar en la muerte y su regreso al lugar de donde había sido sacado, eso es, al polvo de la tierra y lo que significaba la muerte eterna: lo que conllevó que ese “deterioro” en el estado de perfección que en su momento disfrutó nuestro primer padre y que como consecuencia de la desobediencia, llevó a este a la muerte, es lo que Adán y al igual que un molde defectuoso, “transmitió” a sus descendientes y que conocemos como “imperfección”. Ello nos lleva a concluir que el “cuerpo” perfecto de Adán y preparado para vivir eternamente, es lo que se perdió y de ahí que su descendencia ya “imperfecta” no pudiera recuperar; de hecho, lo que se nos dice en Rom. 5:12 no es otra cosa que la que acabo de afirmar:
“Por eso, así como por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y la muerte mediante el pecado; y así la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos habían pecado (por la herencia recibida).” (Acotación mía).
Luego antes del pecado no existía la muerte ni la corrupción y derivadas ambas de la “imperfección” en la que sumió el pecado a la humanidad; pero volviendo al Sr. Olcese, vemos que para sostener su infumable afirmación en el sentido de que Jesús no tenía un cuerpo perfecto, usa el texto de Hebr. 2:17 para demostrar que Jesús era “en todo igual” a sus seguidores, texto que transcribiré de la misma traducción que usa el Sr. Olcese:
“Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.” (RV 1960).
Ya después de citar Hebr. 4:15 y que analizaremos más adelante, pasa a apoyar su discurso en Rom. 8:3, en dónde leemos lo siguiente y que dicho caballero nos ofrece en distintas versiones, con el objetivo de “apuntalar” su disparata afirmación:
RV 1960: “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne.”
TLA: “Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no era capaz de hacer, ni podría haber hecho, porque nadie puede controlar sus deseos de hacer lo malo. Dios envió a su propio Hijo, y lo envió tan débil como nosotros, los pecadores. Lo envió para que muriera por nuestros pecados. Así, por medio de él, Dios destruyó al pecado.”
LBLA: “Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo: enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne.”
BLP: “Es decir, lo que era imposible para la ley a causa de la debilidad humana, lo llevó a cabo Dios enviando a su propio Hijo que compartió nuestra condición pecadora y, a fin de eliminar el pecado, dictó sentencia condenatoria contra el pecado a través de su naturaleza mortal.”
NTV: “La ley de Moisés no podía salvarnos, porque nuestra naturaleza pecaminosa es débil. Así que Dios hizo lo que la ley no podía hacer. Él envió a su propio Hijo en un cuerpo como el que nosotros los pecadores tenemos; y en ese cuerpo, Dios declaró el fin del dominio que el pecado tenía sobre nosotros mediante la entrega de su Hijo como sacrificio por nuestros pecados.”
A partir de ahí y considerado todo lo leído, puesto que ninguno de sus seguidores a los que Jesús fue hecho “a semejanza” era perfecto, ese “genio” de la teología deduce que este no podía tener un cuerpo perfecto y a diferencia que sus apóstoles que eran “imperfectos” (y algo que ya les he señalado)…… pero claro, tenemos que tener en cuenta y como hemos visto, que la imperfección es causada por el pecado (Rom. 12:5) y que según el pasaje de Hebr. 4:15 que hemos citado, pero que no hemos transcrito, ésta era la condición de Jesús con respecto del pecado:
“Porque no tenemos como sumo sacerdote a uno que no pueda condolerse de nuestras debilidades, sino a uno que ha sido probado en todo sentido igual que nosotros, pero sin pecado.”
Luego si no hay pecado, no hay imperfección, pues la línea que delimita entre la perfección y la imperfección es sencillamente el pecado: un hombre nacido en pecado (cualquiera de nosotros) es imperfecto, mientras que un hombre nacido sin pecado (Jesús) es un hombre perfecto y en el bien entendido de que “un hombre” es un “cuerpo” físico y todo lo que este contiene, bien sea de orden moral, espiritual, intelectual, etc.…… y es que no nos podemos sustraer a lo que leemos en Hebr. 7:26:
“Porque tal sumo sacerdote nos era apropiado: leal, sin engaño, incontaminado, separado de los pecadores y llegado a ser más alto que los cielos.”
Entonces y puesto que Jesús no tenía pecado, no podía tener un cuerpo “imperfecto” y lo que nos lleva a pedirle al “genio” en cuestión, que antes de pronunciarse en cuanto al significado de un texto bíblico aprenda a leer, como mínimo, pues no se ha enterado de lo que ha leído; porque de entrada y algo que se puede encontrar en cualquier diccionario, es que la expresión “semejante” no significa “igual a…”, sino “parecido a…”. Por lo que cuando leemos en Rom. 8:3 y leemos eso de que Dios envió a Su Hijo “en semejanza de carne de pecado” se estaba refiriendo a la semejanza física (dos piernas, dos brazos, dos ojos, dos orejas, una nariz, pelo, etc. etc. etc.) y no en el sentido de que ese cuerpo fuera depositario del pecado y como nos aclara lejos de toda duda el pasaje ya leído de Hebr. 4:15, ya que en su engendramiento no intervino hombre alguno y que es el único que puede transmitir el pecado. Tengamos en cuenta que lo hace el organismo de la mujer es “moldear” o dar “forma” a esa fuerza vida que el varón ha introducido en su matriz mediante su esperma, mantenerla y finalmente, traerla al mundo dando a luz…… luego es el varón el que transmite el pecado y no la mujer, que lo único que hace y por decirlo de una manera que nos entendamos, es recibir en su cuerpo ese producto seminal ya contaminado por el pecado y gestionar el desarrollo del mismo; de ahí, lo que leemos en Luc. 1:34-35:
“Pero María dijo al ángel: “¿Cómo será esto, puesto que no estoy teniendo coito con varón alguno?”. 35 En respuesta, el ángel le dijo: “Espíritu santo vendrá sobre ti y poder del Altísimo te cubrirá con su sombra (eso es, haría la función de varón). Por eso, también, lo que nace será llamado santo (o “limpio de pecado”), Hijo de Dios.” (Acotaciones mías).
Y decir que un Hijo engendrado directamente por el propio Jehová, era imperfecto, ya merece calificativos un tanto gruesos…… ¡y para que me voy a andar con rodeos, si ustedes ya conocen como me las gasto y saben lo que pienso: de burro para arriba, oigan! Ahora bien, para entender de qué va la “película” hay que investigar un poco y desde la óptica correcta, porque ¿cómo fue, que envió Dios a su hijo en la “semejanza de la carne pecaminosa”, cómo hemos leído en Rom. 8:3?...... pues cuando lo hizo nacer de una mujer y, supuestamente, de un varón, ya que según las propias Escrituras Jesús era hijo “según se opinaba” (Luc. 3:23) de José y así quedó reflejado en el libro de las genealogías de Israel. Luego a todos los efectos y ante la opinión del “personal”, puesto que Jesús había nacido de un varón (José) y una mujer (María) ambos imperfectos, el resultado solo podía ser un hijo imperfecto…… y al permitir Jehová eso con Su Hijo, es por lo que se puede decir que Este lo envió en la “semejanza” (por nacimiento) a carne pecaminosa. De hecho, hay un pasaje que no solo confirma este extremo, sino que añade detalles adicionales que nos ayudan a entender el caso y que encontramos en Fil. 2:5-8, en donde Pablo nos explica lo siguiente:
“Mantengan en ustedes esta actitud mental que también hubo en Cristo Jesús, 6 quien, aunque existía en la forma de Dios (cómo Hijo de Dios, Jesús era un ser poderoso, tanto mental como físicamente), no dio consideración a una usurpación, a saber, que debiera ser igual a Dios (como sí hizo Adán). 7 No; antes bien, se despojó a sí mismo (o renunció a...) y tomó la forma de un esclavo y llegó a estar en la semejanza de los hombres. 8 Más que eso, al hallarse a manera de hombre, se humilló y se hizo obediente hasta la muerte, sí, muerte en un madero de tormento.” (Acotaciones mías).
El hecho de que se nos diga que Jesús existía “en la forma” de Dios, ya es suficiente para indicarnos que no era igual a cualquiera de sus contemporáneos, sino que allí había algo fuera de lo normal y que lo elevaba por encima de los seres imperfectos que le rodeaban: que ello era así, queda claro cuando se nos dice que “se despojó a sí mismo”, obviamente de algo que no tenían los demás (su condición divina), para poder llegar a estar en la “semejanza” de los hombres, eso es, en una aparente misma condición de pecador…… ¿y cuándo hizo Jesús esto? Pues sencillamente cuando acudió al bautismo; porque recordarán ustedes el intercambio de palabras habido en ese momento entre Jesús y Juan “el bautizante”:
“Entonces Jesús vino de Galilea al Jordán a Juan, para ser bautizado por él. 14 Pero este trató de impedírselo, diciendo: “Yo soy el que necesito ser bautizado por ti…… ¿y vienes tú a mí?”. 15 En respuesta Jesús le dijo: “Deja que sea, esta vez, porque de esa manera nos es apropiado llevar a cabo todo lo que es justo”. Entonces él dejó de impedírselo.” (Mat. 3: 13-15).
Pero ¿por qué objetó Juan? Pues porque el bautismo de Juan, era un “bautismo de arrepentimiento” de pecados (Mar. 1:4) y que se sustanciaba en un simbólico acto público de inmersión en agua y en el que el participante reconocía su condición de pecador contra Jehová Dios; y Juan, que sabía quién era Jesús, estaba al tanto de que este no tenía pecado y al contrario que él, que sí había nacido de un hombre y una mujer que tenían pecado, por tanto imperfectos, por lo que no tenía por qué someterse al bautismo. Luego al presentarse públicamente a dicho bautismo, Jesús simbólicamente “se despojó a sí mismo” y ante los que contemplaban la escena, de su condición exenta de pecado, para asumir ante todos la condición humana en el sentido de que el “también” era pecador y lo que se escenificó mediante el someterse al bautismo de Juan…… luego ante la opinión pública, Jesús pasó a no ser más que uno de tantos y por tanto “semejante” a carne pecaminosa; de ahí que los fariseos cogieran un buen “rebote” en su momento y quisieran apedrearlo, porque “se había hecho igual a Dios”:
“Otra vez los judíos alzaron piedras para apedrearlo. 32 Jesús les respondió: “Muchas obras excelentes les exhibí de parte del Padre. ¿Por cuál de esas obras me apedrean?”. 33 Los judíos le contestaron: “No por obra excelente te apedreamos, sino por blasfemia; sí, porque tú, aunque eres hombre, te haces a ti mismo un dios.” (Juan 10:31-33).
Ahora bien ¿qué se esperaba que ofreciera Jehová como rescate por el cuerpo perfecto que dilapidó Adán, sino que otro cuerpo perfecto y que el ser humano de ninguna manera podía ofrecer, pues todo descendiente a Adán nació con la mancha del pecado y por tanto, en cuerpos de imperfección? Recordarán lo que les hemos señalado al inicio de este escrito, en el sentido de como el Sal. 49:7-9 nos muestra que el ser humano no puede pagar un rescate por sí mismo, dado que lo que se exige es la ofrenda de un “cuerpo perfecto” y algo de lo que ningún ser humano dispone; lo que nos lleva a analizar de nuevo el pasaje de Rom. 8:3 y en el que como hemos dicho, básicamente se apoya esa “joya de la corona” de la interpretación bíblica que es Apologista Mario Olcese, cuando resulta que éste pasaje está diciendo todo lo contrario de lo que este afirma que dice, porque veamos que se nos cuenta en el mismo y tomado de la misma versión (NTV) que lo toma el “caballero” en cuestión:
“La ley de Moisés no podía salvarnos, porque nuestra naturaleza pecaminosa es débil. Así que Dios hizo lo que la ley no podía hacer (eso es, suministrar un cuerpo perfecto con el que efectuar el rescate). Él envió a su propio Hijo en un cuerpo como el que nosotros los pecadores tenemos (pero “sin pecado”, según Hebr. 4:15 y circunstancia que cambia radicalmente la situación); y en ese cuerpo, Dios declaró el fin del dominio que el pecado tenía sobre nosotros, mediante la entrega de su Hijo como sacrificio por nuestros pecados (y algo que no hubiera sido posible, de ser Jesús un hombre con pecado, eso es, imperfecto como el resto).” (Acotaciones mías).
Pero antes de empezar a desarrollar dicho pasaje y en una nueva confirmación de que toda la obra de Jehová es “perfecta”, veamos qué es lo que se nos dice sobre la Ley que Dios dio al pueblo de Israel, con respecto de estos:
“Mis decisiones judiciales deben poner por obra y mis estatutos deben guardar de modo que anden en ellos. Yo soy Jehová su Dios. 5 Y tienen que guardar mis estatutos y mis decisiones judiciales, los cuales, si el hombre los hace, entonces tendrá que vivir por medio de ellos. Yo soy Jehová.” (Lev. 18:4-5).
Entonces lo que se entiende de esas palabras, es que un hombre que fuera capaz de cumplir con la Ley de Dios dada por medio de Moisés, no tenía necesidad de ningún sacrificio propiciatorio añadido para continuar viviendo, pues eso es lo que leemos; sin embargo, Rom. 8:3 pone las cosas en su punto al decir que si bien la Ley “perfecta” de Dios no podía salvarnos, no era por defecto de esta, sino porque no había nadie que pudiera cumplirla…… de hecho, lo que Pablo afirmó, es que la ley fue “añadida para poner de manifiesto las transgresiones” (Gál. 3:19), eso es, que no podíamos cumplirla y por tanto nos hacíamos merecedores de muerte, a menos que hubiera una intervención de nuestro Creador; convendría recordar este respecto, que ya en su momento el Hijo de Dios dijo que él no había venido a destruir la ley, sino a “cumplirla” (Mat. 5:17) y algo que ningún ser humano podía hacer. De ahí, lo que nos continúa diciendo el pasaje de Rom. 8:3, en el sentido de que lo que la ley no podía hacer (no por culpa de la Ley en sí misma), lo hizo Jehová Dios al enviar a alguien “sin pecado”, luego un cuerpo perfecto, que fuera capaz de “cumplirla” y de ese modo propiciar un rescate “equivalente” a lo que se había perdido: un cuerpo perfecto, por un cuerpo perfecto; que eso es así, queda probado por lo que leemos en Heb. 10:5-10 y referido a Jesús:
“Por eso, cuando entra en el mundo, él dice: “Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me preparaste un cuerpo. 6 No aprobaste holocaustos ni ofrenda por el pecado. 7 Entonces dije yo: ¡Mira! He venido (en el rollo del libro está escrito de mí) para hacer tu voluntad, oh Dios”. 8 Después de primero decir: “No quisiste ni aprobaste sacrificios ni ofrendas ni holocaustos ni ofrenda por el pecado” -sacrificios que se ofrecen según la Ley (eso es, sacrificios animales) - 9 entonces realmente dice: “¡Mira! He venido para hacer tu voluntad”. Elimina lo primero para establecer lo segundo. 10 Por dicha “voluntad” hemos sido santificados mediante el ofrecimiento del cuerpo de Jesucristo una vez para siempre.” (Acotación mía).
Luego no queda duda alguna que lo que nos rescató del pecado, fue la entrega del “cuerpo” perfecto de Jesús…… y es que si ese cuerpo no hubiera sido “perfecto” y correspondiente al que se perdió, ni Pablo podría haber escrito lo que escribió, ni el Sr. Olcese no se podría considerar ahora “salvo” mediante el sacrificio de Jesús. Porque recordemos, que según el propio Pablo y citando de Ecle. 7:20 “no hay justo, ni siquiera uno” (Rom. 3:10)…… y en el bien entendido que “justo” es equivalente a “perfecto”; que ello es así, lo tenemos expuesto en las siguientes palabras de Pablo:
“Además, que por ley nadie es declarado justo para con Dios es evidente, porque “el justo vivirá a causa de la fe.” (Gál. 3:11).
Eso es, que a falta de un cuerpo perfecto que poder afrecer, nuestra fe en el sacrificio del cuerpo perfecto de Jesús es lo que nos da la condición de “justos” ante Dios y nos redime del pecado heredado; luego el nacimiento de Jesús, no fue simplemente un despliegue espectacular de poder divino, sino que sirvió para fines muy definidos: proveyó un ser humano “perfecto”, un “segundo” Adán (luego dos seres totalmente distintos al resto de la humanidad), alguien capaz de santificar el nombre de su Padre, borrar el oprobio que el primer ser humano perfecto había acarreado a ese nombre y así, probar lo falso del argumento de Satanás. Además Jesús, como hombre perfecto, suministraría una base legal (Éxo. 21:23) para rescatar a la humanidad obediente de las garras de los que hoy nos gobiernan como “reyes”, eso es, el pecado y la muerte; ahora bien ¿en qué sentido fue hecho Jesús “semejante” a sus hermanos, seres en ese momento “imperfectos” aquí en la tierra? Pues en el sentido de que siendo perfecto y por ello no sujeto a muerte, se ofreció a sufrir las mismas pruebas y penalidades a las que ellos posteriormente fueron sometidos y probados, llegando hasta el extremo de tener que dar la vida en defensa de su integridad a Dios, según nos vierte la NTV:
“Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo él nunca pecó.” (Hebr. 4:15).
Entonces y para enfatizar la cosa, si bien Jesús y por no tener pecado, no tenía por qué enfrentar dichas pruebas, tal como hemos leído en Fil. 2:8 en el sentido de que “al hallarse a manera de hombre, se humilló y se hizo obediente hasta la muerte”, eso es, que hasta el grado extremo se sometió a la consecuencias de la condición imperfecta humana y no siendo merecedor de ello…… de ahí que el sentido de la justicia divina se viera satisfecho (Éxo. 21:23-25), pues un ser humano “perfecto” había muerto para recuperar lo que otro ser humano “perfecto” había perdido en su momento; no olvidemos y para dar más peso a esta idea, lo que se expone en Sant. 3:2:
“Porque todos tropezamos muchas veces. Si alguno no tropieza en palabra, este es varón perfecto, capaz de refrenar también su cuerpo entero (o no incurrir en pecado).” (Acotación mía).
Y siendo esto es lo que se nos dice de Jesús, en 1 Ped. 2:21-22:
“De hecho, ustedes fueron llamados a este curso, porque hasta Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado (eso es, un modelo o ejemplo) para que sigan sus pasos con sumo cuidado y atención. 22 Él no cometió pecado, ni en su boca se halló engaño.” (Acotación mía).
Del cual, ya proféticamente se había dicho esto:
“Y él hará su sepultura hasta con los inicuos y con la clase rica en su muerte, a pesar de que no había hecho violencia (no cometió ningún acto pecaminoso que requiriera el morir como un criminal) y no hubo engaño en su boca.” (Isa. 53:9). (Acotación mía)
Por lo que tenemos que estar hablando de un “cuerpo perfecto” en todos sus extremos, eso es, tanto en lo mental como en lo físico, a diferencia del resto de seres humanos y como nos decía un pasaje que ya hemos considerado, palabras que quizás se nos pasaron por alto y que recordaremos, transcrito de la versión BLP:
“Un sumo sacerdote así era el que nosotros necesitábamos: santo, inocente, incontaminado, sin connivencia con los pecadores y encumbrado hasta lo más alto de los cielos. 27 No como los demás sumos sacerdotes que necesitan ofrecer sacrificios a diario, primero por sus propios pecados y después por los del pueblo. Jesús lo hizo una vez por todas ofreciéndose a sí mismo. 28 La ley de Moisés, en efecto, constituye sumos sacerdotes a personas frágiles, mientras que la palabra de Dios, confirmada con juramento y posterior a la ley, constituye al Hijo sacerdote perfecto para siempre.” (Hebr. 7:26-28).
O lo que es lo mismo, Jesús no solo no tenía que ofrecer sacrificio a su favor como un sumo sacerdote imperfecto, sino que él mismo se ofreció como sacrificio propiciatorio y que fue aceptado por Dios…… lo que prueba fuera de toda duda, que Jesús y desde que nació, fue un ser “perfecto” tanto en mente como en cuerpo y de ahí que su Padre Celestial lo aprobara:
“Después que Jesús fue bautizado, inmediatamente salió del agua; y, ¡mire!, los cielos se abrieron y él (Juan “el bautizante”) vio descender como paloma el espíritu de Dios que venía sobre él (Jesús). 17 ¡Mire! También hubo una voz desde los cielos que decía: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado”.” (Mat. 3:16-17). (Acotaciones mías).
A partir de ahí y teniendo en cuenta que lo que se nos dice de Jehová es que es de ojos “tan puros” que ni siquiera puede “ver” lo que es malo (Hab. 1:13), decir que Jesús no era un ser “perfecto”…… pues eso ¡que me parece una “perfecta” gamberrada!
Armando López Golart
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lunes, 16 de diciembre de 2013
El relato de David y Goliat…… ¿qué “lecciones” prácticas nos transmite?
Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra, dijo unas palabras que pusieron sobre aviso a sus seguidores, acerca de lo que les esperaba si decidían seguirle, pues siendo cierto que los males que aquejan al mundo en general, son tantos como variados y a los que se tiene que enfrentar todo hijo de vecino en su día a día, no es menos cierto que adicional a esa tribulación propia del género humano en el vivir diario, el cristiano genuino carga con una persecución constante que busca socavar su fe e integridad al Dios verdadero…… y en un intento para “reciclarlo” en el defectuoso molde que voluntariamente acepta la inmensa mayoría de las personas, no solo de la llamada “cristiandad”, sino del resto de habitantes del planeta tierra y eso a lo que llamamos “sociedad”; pero veamos qué es lo que nos dijo Jesús:
“Si el mundo los odia, saben que me ha odiado a mí antes que los odiara a ustedes. 19 Si ustedes fueran parte del mundo, el mundo le tendría afecto a lo que es suyo. Ahora bien, porque ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he escogido del mundo, a causa de esto el mundo los odia.” (Juan 15:18-19).
Luego queda claro que es la condición de seguidor de Jesucristo y no otra cosa, la que lleva a uno a ser receptor directos del “odio” de las personas que nos rodean y que no comparten nuestra creencia; pero ¿y eso porque, si los que da tal manera nos identificamos, no nos metemos con nadie y cuando lo hacemos, es para darles una buena noticia procedente de Dios?...... pues por una cuestión muy simple: si una persona tiene la aprobación divina, porque se ajusta a sus directrices, es repelido u “odiado” por el mundo y por la razón que nos explicó el apóstol Pedro en su momento:
“Porque no continúan (los seguidores de Cristo) corriendo con ellos en este derrotero al mismo bajo sumidero de disolución, ellos están perplejos y siguen hablando injuriosamente de ustedes.” (1 Ped. 4:4). (Acotación nuestra).
Lo que viene a significar, que debido a que la conducta del fiel seguidor de Jesucristo es correcta y “contrasta” escandalosamente con la que esa inmensa mayoría mencionada despliega (2 Tim. 3:1-5), ello les “retrata” y en lugar de hacer un cambio en sus modos o formas de actuar, recurren a descalificar al que hace lo correcto, por todo medio a su alcance y en un intento de “matar al mensajero”, como si este fuera el culpable de la situación creada. Pero séale sabido, querido amigo que nos lee, que no es su vecino del quinto o los miembros de su comunidad (familiares incluidos) los que le “odian” sino Satanás, como quedo claro en nuestro anterior artículo “El “desconocido” libro de Job” (09/12/13) y del que este es continuación e idea que avalan las siguientes palabras de Pablo:
“Pónganse la armadura completa que proviene de Dios para que puedan estar firmes contra las maquinaciones del Diablo; 12 porque tenemos una lucha, no contra sangre y carne (eso es, no contra las personas que nos rodean y que en principio parecen ser las que nos atacan), sino contra los gobiernos, contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales.” (Efe. 6:11-12). (Acotación nuestra).
Lo que ocurre es que ese opositor a Dios y dado que no nos puede atacar de frente, usa todo lo que de nuestro entorno tiene a mano (amigos, familiares, vecinos, etc.) para “alegrarnos” la vida y elementos a los que usa como títeres o instrumentos en su propósito desestabilizador, al igual como en su momento, uso a una serpiente (Gén. 3:1-5) para amargarles “la fiesta” a nuestros primeros padres. Por lo que mucho de lo que nos acontece a los que somos fieles seguidores de Jesucristo (por ende fieles a Jehová) y que nos causa perturbación, bien sea la pérdida de empleo, algo frecuentísimo en la actual situación económica del mundo, o incomprensivas dificultades en el ámbito familiar (Luc. 12:52-53) y cualquier otra cosa “rara” que nos ocurra, tiene como instigador preeminente al maligno personaje mencionado y en manos de quién, según afirmó Juan en su momento “yace el mundo entero” (1 Juan 5:19). En todo caso, la realidad es que nos enfrentamos y al igual que el David de la antigüedad, a nuestro “Goliat” particular y ser poderosísimo, ante el que en apariencia (y también como en el caso del pastor David) tenemos todas las de perder…… pero puesto que el pastor y contra todo pronóstico, de un “cantazo” venció al poderoso guerrero filisteo, no estaría de más investigar un poco y analizar las claves de dicha victoria, viendo que cosas podemos entresacar del relato en cuestión y en provecho de nuestra particular batalla, partiendo de la premisa que se nos da en Rom. 15:4:
“Porque todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras, tengamos esperanza.”
Y es que de todos los relatos contenidos en las Escrituras, pocos han acabado calando tanto en la mente del “personal”, como la historia de David y Goliat y que se nos cuenta en capítulo 17 del primer libro de Samuel; y es que el tal relato ha trascendido el ámbito de lo religioso y siendo el caso que personas de las más diversas culturas y formas de religión en el mundo entero, han utilizado ese suceso ocurrido en el corazón de la Palestina antigua para ilustrar las luchas que cada día se producen entre el débil y el poderoso…… en todo caso, un relato que mantiene la esperanza a aquellos que tienen todas las de perder cuando se enfrentan a una fuerza superior y que les mantiene una mínima esperanza de sobreponerse al más grande; ahora bien ¿qué pasaría si todo lo que se nos ha contado de este relato, no fuera tan simplista como de entrada parece ser? Es más ¿qué pasaría si hubiera una razón lógica por la que David de un “cantazo” tumbó al “invencible” Goliat? Y lo que es más importante ¿qué sacamos en claro como enseñanza práctica, en cuanto a enfrentarnos a nuestro “Goliat” particular y en un intento de vencer en la pelea? Planteado lo cual, qué les parece si nos metemos “en harina” y empieza usted por leer en su personal ejemplar de las Escrituras el relato en cuestión (ya sabe, por aquello no tener que transcribir todo el capítulo de 1 Samuel y hacer de este escrito un artículo kilométrico); luego les invitamos que abran su ejemplar de las Escrituras por el primer libro de Samuel, colóquense en el capítulo 17 y vean lo que se nos relata…… ya una vez tomada conciencia de su contenido, analizaremos el mismo.
(……)
Bien, convencidos de que ya está usted y después de su lectura, en antecedentes de los hechos ocurridos, pasemos a analizarlos y a sacar algunas conclusiones sobre ellos: de entrada, el relato nos sitúa en los tiempos del Israel de Dios, aproximadamente allá por el año 1090 a.E.C. y bajo el reinado de Saúl; en esa ocasión el pueblo de Israel se enfrentaba a los filisteos y como se debería de esperar de siervos de Dios, aparentemente estaban preparados para afrontar dicha situación. Podemos imaginar la escena: por una parte, el ejército de Israel, armado y dispuesto para la batalla y a unos 1.500 metros de distancia, aproximadamente y justo enfrente de ellos, al ejército filisteo (v. 1-3); en ese momento el ejército filisteo no parecía muy diferente a cualquier otro ejército que Israel hubiese enfrentado y algo en lo que tenía cierta “experiencia”…… por lo que tal pudiera parecer que se trataba de una situación frecuente dentro de las circunstancias que se presentaban en esos tiempos y por lo que el pueblo de Dios, debiera de contar con la preparación y experiencia suficiente para superar el obstáculo. Pero hete aquí, que surgió un imprevisto que los tomó por sorpresa: de entre los componentes el ejército filisteo, salió un “tío” de prácticamente 3 metros de altura, con una armadura imponente y con un servidor delante de él, solo para llevarle el “escudo grande” que lo protegería de los dardos del enemigo ¡vamos, como un tanque “Panzer” a toda “pastilla” frente al “bravo” ejército de Israel!
Y encima poniéndose “chulo el gachó”, como diría nuestro amigo el castizo, pidiendo a alguien con agallas y con quién pelear, solventando así la cuestión por la vía rápida, sin excesivo derramamiento de sangre (v. 4-10); y práctica que según los historiadores era usual en esa época entre las naciones paganas (pero no así en Israel), ya que los ejércitos no eran partidarios de enfrentamientos que pudieran implicar grandes pérdidas de soldados, pues aunque vencieran en la batalla de que se tratare, quedaban debilitados numéricamente ante otros posibles rivales, además de que se quedaban sin los efectivos necesarios para mantener el orden dentro de los terrenos conquistados…… de hecho, la propuesta de Goliat en sí misma ya demuestra que dicha manera de actuar, bien pudiera ser cierta. Y “cachondeíto” que se mantuvo por espacio de cuarenta días (v. 16), mientras el “bravo y aguerrido” ejército israelí, “todo valor y audacia”, reaccionaba de la siguiente manera:
“Cuando Saúl y todo Israel oyeron estas palabras del filisteo, entonces se aterrorizaron y tuvieron muchísimo miedo.” (v. 11).
La pregunta solo puede ser la siguiente ¿qué estaba ocurriendo ahí, para que Israel quedara tembloroso y agarrotado ante el desafío de un solo hombre, imponente eso sí, pero hombre al fin y al cabo, cuando dicha nación había ganado magníficas batallas con la ayuda directa de su Dios Jehová? Para entender qué tan lejos llegó esa decepcionante reacción, con respecto de lo que Dios les había prometido en Su Palabra en casos similares, vamos a compararla con Lev. 26: 3; 7-8 y Josué 23:9-11, en donde se lee esto:
Lev. 26: 3; 6-8: “Si continúan andando en mis estatutos y guardando mis mandamientos y de hecho los ponen por obra (……) Y yo ciertamente pondré paz en el país y ustedes verdaderamente se acostarán, sin que nadie los haga temblar; y ciertamente haré que deje de estar en el país la bestia salvaje dañina y una espada no pasará por la tierra de ustedes. 7 Y ustedes ciertamente correrán tras sus enemigos y ellos verdaderamente caerán delante de ustedes a espada. 8 Y cinco de ustedes ciertamente correrán tras cien y cien de ustedes correrán tras diez mil y sus enemigos verdaderamente caerán delante de ustedes a espada.”
Josué 23:9-10: “Y Jehová expulsará de delante de ustedes naciones grandes y poderosas -en cuanto a ustedes, ningún hombre ha quedado de pie delante de ustedes hasta el día de hoy- 10 Un solo hombre de ustedes correrá tras mil, porque Jehová su Dios es el que está peleando por ustedes, tal como les ha prometido.”
La promesa de Dios era clarísima: si caminaban con Él, solo uno de ellos iba a ser suficiente para perseguir a mil y cien de ellos, harían correr a diez mil de sus enemigos o lo que es lo mismo, serían prácticamente invencibles y palabras que también están entre las que fueron escritas para nuestra instrucción…… sin embargo, en el caso que nos ocupa, lo que vemos es exactamente lo contrario: ¡un solo filisteo “acoquinó” a todo el ejército de Israel! Luego ¿qué había ocurrido, para que Israel diera el lamentable espectáculo de permitir que fuera vituperado el nombre de su propio Dios, siendo incapaces de reaccionar ante tamaña afrenta? Pues sencillamente que se habían apartado de Jehová y en consecuencia, Este les había abandonado a ellos…… afortunadamente, se produjo un cambio en la situación, cuando apareció David en escena y que a diferencia de sus hermanos, parece ser que debido a su juventud, no formaba parte del ejército de Israel; pero no adelantemos acontecimientos y sigamos el relato con el debido orden.
Tengamos en cuenta que Israel ya había combatido en su momento contra hombres de gran tamaño y había salido vencedor, pero eso había tenido lugar en tiempos de Moisés y Josué (Num. 13:32-33); pero para esa generación esto era desconocido y por tanto, algo nuevo y desafiador, por lo que ¿podría la confianza en su Dios, superar el asombro y darles el valor suficiente para luchar? Lo razonable sería pensar que sí, pero la situación iba de sorpresa en sorpresa: no solo se enfrentaban a un individuo impresionante (un “Panzer” con patas), sino que además se les proponía una forma nueva de decidir una batalla, que aunque era común para las naciones paganas y como ya hemos señalado, no así para el pueblo de Jehová y lo que les tenía totalmente agarrotados ¡pues a ver quién era el “guapo” que se enfrentaba a esa bestia!…… y este es el desafío al que tenía que responder el ejército de Israel y que encontramos en los versos 8 al 11. El relato es claro y diáfano acerca del impacto que causó esta nueva situación en el completo pueblo de Dios representado en ese momento por el ejército de Saúl: se “aterrorizaron” y tuvieron “muchísimo” miedo. Es cierto que como seres humanos, estamos sujetos a todo tipo de emociones, como el miedo o la incertidumbre y si estas no se controlan de manera adecuada, eso es, teniendo plena confianza en el poder de Dios, estas pueden paralizarnos al grado de poner en riesgo no solo nuestra condición espiritual, sino que al mismo tiempo tal pasividad nos hace presa fácil de nuestro Goliat particular, Satanás el Diablo y algo que bien podríamos tomar como una primera lección que aprendemos de este relato…… porque no olvidemos que en las Escrituras leemos lo siguiente:
“¿Te has mostrado desanimado en el día de la angustia? Tu poder será escaso.” (Prov. 24:10).
¿Se ha enfrentado usted a una prueba de tal envergadura, que le ha dejado perplejo y sin saber qué hacer? Entonces está experimentando el mismo sentir del ejército de Saúl; y es que cuando estamos conectados con el grupo de personas con las que compartimos la misma convicción en cuanto a la fe en las promesas de nuestro Creador y tenemos acceso a su consejo y apoyo, nos envalentonamos y nos sentimos preparados para la “pelea” (Efe. 6:12)…… pero cuando esta se lleva al terreno de lo individual, es decir, “al uno contra uno”, ¡qué difícil resulta seguir centrado ante las dificultades ¿verdad?! Pero continuemos con el relato que nos lleva a una serie de detalles que nos permitirán comprender a cabalidad el porqué del éxito de David, pues en los siguientes versículos, eso es, del 12 al 15 inclusive, se nos habla de una familia de siervos fieles y valientes al servicio de Dios y que era la familia de Jesé “el betlemita”; tanto él como sus hijos, entendían la responsabilidad de servir con valor en defender la soberanía de Dios y de ahí, que los tres hijos mayores se encontraran inmersos en el conflicto del que estamos hablando como soldados de Saúl, mientras que David, el más joven y probablemente por ello eximido de formar parte del ejército de Israel, atendía a las cuestiones de la casa, como era el cuidar de los rebaños de ovejas propiedad de su padre.
Entonces la Biblia revela algo que nos permite identificar la razón o propósito de esta prueba a la que se enfrentó Israel y que era consecuencia del desapego de Jehová a Su pueblo, dada la actitud alejada de Él por parte de la tal nación en ese momento. Y es que el que dicho filisteo siguiera presentándose temprano por la mañana y al atardecer y tomando su posición por cuarenta días (v. 16), nos permite deducir que Dios estaba permitiendo esta prueba a fin de refinar la fe del rey Saúl y de su ejército; recordemos que 40 días y 40 noches, fueron los designados por Jehová para la purificación de la tierra en el diluvio del día de Noé; por otra parte, 40 años fueron los designados para refinar a Moisés respecto de su comisión divina en Egipto y guiar al pueblo de Dios hacia la libertad; tenemos también los 40 años establecidos a vagar por un desierto “grande e inspirador de temor” (Deut. 8:15),como castigo a su falta de fe, al hacer más caso de los espías enviados a espiar la tierra de Canaán que a las animadoras palabras de Josué y Caleb…… y cuarenta días fueron los que Goliat estuvo dando la “matraca” al pueblo de Dios. Es cierto, que si bien tanto Saúl como su ejército no se habían paralizado por completo y a “trancas y barrancas” estaban haciendo frente a la situación, es obvio que ello era con más voluntad que acierto, ya que no tenía ningún resultado positivo y estaban perdiendo la partida; deducimos esto, por lo que leemos en el versículo 19, pues allí se nos dice que “Saúl y todos los demás hombres de Israel estaban en la llanura baja de Elah, peleando contra los filisteos”. Y es en ese contexto que se produce un hecho que tenía que cambiar las cosas, al entrar en escena el joven pastor que sí confiaba en Jehová y que por encargo que su padre, llevó provisiones a la línea de batalla para sus hermanos y al tiempo que se interesaba por la integridad física de estos…… y suceso que llevó al joven David, al marco de circunstancias en donde se produciría la epopeya más conocida del registro bíblico.
Ahora bien, en cuanto a que los israelitas estuvieran “peleando” contra los filisteos, no deja de ser un eufemismo, pues al estar aterrorizados y con miedo, peleaban de manera insegura e ineficiente y lo que es peor, sin el motivo apropiado, eso es, en defensa del nombre de su Dios y por ello, sin la convicción correcta de que como en otras grandes batallas libradas por Israel, Este no les fallaría. Pero el caso es que ese día 40 y completado el escarnio que Jehová permitió que le fuera infligido a Su pueblo, resulto ser diferente que los anteriores y que dio un giro copernicano a la situación; pero ¿cómo ocurrió? Veamos: resulta que el joven David, que se había desplazado al frente de batalla para saber de sus hermanos, mientras estaba hablando con estos presenció el desafió que de nuevo el filisteo Goliat lanzaba contra las filas del ejército del pueblo de Dios (v. 23); desafío que como llevaba ocurriendo por los 39 días anteriores, la respuesta continuó siendo la misma por parte del ejército israelí…… pero claro, David no era parte de esa organización paralizada por el miedo al hombre (Prov. 29:25), pues él tenía claras y bien definidas sus prioridades y obligaciones para con Dios. Y como muestra de verdadera sabiduría, primero escucho con atención el relato de los hechos acaecidos hasta ese momento, a fin de contar con suficiente información de tal manera que pudiese evaluar la situación y con ello, tomar una decisión correcta y ajustada a la misma (segunda lección para nosotros: una correcta evaluación de la prueba que estemos enfrentando y sus posibles alternativas, siempre desde el punto de vista de Dios, nos pueden llevar a tomar la decisión correcta para salir de ella) y que podemos leer en los versículos del 24 al 27, como siempre, ambos inclusives.
Las palabras de David en el verso 26, en el sentido de preguntarse quién era este filisteo incircunciso, para atreverse a desafiar con escarnio a las líneas de batalla del Dios vivo y sin que nadie le respondiera adecuadamente, demuestran sin lugar a duda alguna que David estaba indignado con la situación, básicamente con la actitud del ejército de Israel, empezando por el rey Saúl, pasando por sus hermanos y acabando por el último mozo de cuadras, pues ninguno tuvo las “agallas” suficientes para salir en defensa de Jehová…… y planteamiento del joven pastor que “molestó” a algunos. Porque veamos la iracunda reacción del hermano mayor de David que, atenazado por el miedo y probablemente, avergonzado de su cobarde actitud, en vez de reconsiderar esta, la tomó con su hermano menor poniéndolo “a caldo”:
“Y Eliab su hermano mayor llegó a oír cuando él hablaba con los hombres y la cólera de Eliab se enardeció contra David, de modo que dijo: “¿Para qué has bajado? ¿Y a cargo de quién dejaste aquellas pocas ovejas allá atrás en el desierto (¡bonito momento para acordarse de las ovejas!)? Yo mismo conozco bien tu presuntuosidad y la maldad de tu corazón, porque has bajado con el propósito de ver la batalla (o lo que es lo mismo, ver el ridículo que estaban haciendo)”. 29 A esto David dijo: “¿Qué he hecho yo ahora? ¿No era solo una palabra?” (v. 28-29). (Acotaciones nuestras).
Obviamente, Eliab se dio por aludido en su cobardía y descargó su ira contra David su hermano, reprochándole el hecho de que hubiera abandonado al rebaño de ovejas ¡cómo si las ovejas fueran más importantes que la situación de Israel en ese momento, dejando ya aparte lo que dicha situación significaba de oprobio y ofensa al mismo Dios de Israel! El caso es, que tanto David como el ejército de Israel con su rey y comandantes al frente, vieron y escucharon las mismas cosas…… sin embargo, su respuesta ante la situación fue totalmente diferente: así que, mientras que el pueblo se quedaba viendo al problema y lo evaluaba de acuerdo a lo que habían visto y oído, David tenía en mente la Palabra de Dios y evaluó el problema en línea con dicha palabra. De ahí, que mientras el pueblo se justificaba diciendo “quiénes somos nosotros, en comparación con Goliat”, David se preguntaba “¡quién era ese Goliat, en comparación de Dios!”. Luego una tercera lección que aprendemos, es que no es tanto lo que vemos, sino el cómo evaluamos lo que vemos; por lo que la pregunta que tenemos que hacernos es ¿evaluamos como el pueblo de Israel, la aparente realidad de un asunto desde un punto de vista meramente humano, o evaluamos esta y como hizo David, desde el punto de vista de Dios y mediante el uso de Su Palabra la Biblia?
Note querido amigo, por otra parte, que no solo la intención de David fue mal interpretada, sino que además se le imputaron malos motivos y maldad en el corazón, lo cual no desmoralizó al joven pastor, pues él sabía que no es la opinión de otras personas lo que define al individuo, sino que es la opinión que Dios tiene de cada uno de nosotros lo que nos define ante Él (probable cuarta lección que nos transmite el relato). Por eso David siguió insistiendo en su exhortación, hasta que perturbo al entero campamento y sus palabras llegaron a oídos de Saúl el rey, por lo que este le mando traer ante su presencia; ahora bien ¿cómo plantearía el asunto David al monarca? Pues con convicción y claridad y sobre todo, por la vía rápida, veamos:
“Y David procedió a decir a Saúl: “No se desplome en él (eso es, en Goliat) el corazón de hombre alguno. Tu siervo mismo irá y realmente peleará con este filisteo.” (v. 32). (Acotación nuestra).
Y aquí nos encontramos con otro rasgo desanimador a añadir a la oposición que David encontró en sus hermanos, proveniente en esta ocasión del que llevaba la delantera en “el pueblo de Dios”, pues Saúl descalifica a David por sus pocos años y por su poca experiencia en la vida militar…… pero ¿era cierto que David era “solo un muchacho” y sin experiencia en el combate? No parece ser así y aunque esta es la idea generalizada, si leemos lo que se nos dice en 1 Sam. 16:17-18:
“De modo que Saúl dijo a sus siervos: “Provéanme, por favor, un hombre que toque bien y tienen que traérmelo”. 18 Y uno de los servidores procedió a contestar y decir: “¡Mira! He visto que un hijo de Jesé el “betlemita”, es diestro en tocar y es un hombre valiente y poderoso y hombre de guerra y persona que habla con inteligencia y hombre bien formado y Jehová está con él”.”
¿Qué ocurría entonces? Sencillamente que entre David y Saúl había la misma divergencia de puntos de vista, del mismo modo que la había entre David y el pueblo de Israel. En consecuencia, para Saúl, David era incapaz de pelear contra Goliat ¿la razón?...... los hechos físicos, eso es, la situación vista desde la perspectiva del ojo humano: David era un muchacho, aunque bien plantado y valiente, como lo acredita su enfrentamiento con animales de la talla de un león o de un oso y que, obviamente, no eran de “peluche”; pero en todo caso un simple pastor ante los ojos de Saúl, por lo que ¿cómo podría tener éste oportunidad alguna, contra el “Panzer” al que se tenía que enfrentar, un guerrero además experimentado y fuertemente armado como Goliat? Pero por el otro lado, David no solo creía que podía pelear contra Goliat, sino que sabía que tenía que hacerlo porque el nombre de Jehová estaba envuelto en el asunto, por lo que también estaba seguro que le ganaría, pues él sí confiaba en el poder de Dios y en las promesas contenidas en Su Palabra (y una posible quinta lección a aprender)…… entonces, el planteamiento de David, totalmente contrario al de Saúl, era el de ¿cómo podría tener Goliat, oportunidad alguna frente a Jehová?
Lo que nos muestra, que ambos, tanto Saúl como David, tenían razones lógicas para creer lo que creían: uno se apoyaba en razones físicas y razonables desde el punto de vista humano, mientras que el otro tenía poderosas razones espirituales…… así, mientras uno hacía una evaluación de los hechos físicos (armas, peso, experiencia, envergadura, etc.) y razonables desde el punto de vista del hombre, el otro partía de un punto de vista totalmente espiritual, eso es, confianza absoluta en las promesas de Dios (importante sexta lección a tener en cuenta, ante una prueba severa). De ahí que el uno estuviera aterrado y temblando de miedo (v. 11), mientras el otro, confiando en Jehová, estaba lleno de coraje y presto para la batalla…… y que el joven pastor se decantó por la opción correcta, lo podemos ver a continuación, según los v. 40-51: David procedió a tomar su cayado en la mano y a escogerse cinco piedras lisas del valle torrencial y a ponerlas en su bolsa de pastor que le servía de receptáculo y llevaba en la mano su honda. Notemos que cuando David se ofrece a pelear contra el filisteo, el rey Saúl comete otro error y que una vez más demuestra su falta de confianza en Jehová, pues insta a David a utilizar su propia espada y armadura. El pastor responde con argumentos de peso para negarse a llevarlas, afirmando que le pesaban demasiado, dado que pertenecían a un hombre de mayor envergadura que él y más que una protección, se convertían en un estorbo (v. 38-39); luego lo que queda claro que David ya había planeado un plan adecuado a sus posibilidades para derribar al rival que tenía enfrente y usando su propia estrategia, pues si bien en el cuerpo a cuerpo tenías las de perder, no así en un enfrentamiento a distancia…… por lo que se deshizo de lo que cargas superfluas que le estorbaban y eligió el arma que en sus manos era demoledora: la honda y con “munición” cuidosamente elegida, lo que demuestra que no actuó de forma improvisada, sino de manera muy meditada (séptima lección para nosotros).
Por otra parte, David como siempre hizo gala de una visión espiritual única y le deja ver de nuevo al rey, que Jehová le dará la victoria en esta ocasión debido a que el único móvil que tiene para pelear contra Goliat, es santificar el nombre de Dios; y cuestión que nos sirve como octava lección, en el sentido de que para superar las pruebas a las que nos tengamos que enfrentar, no se necesitan largos años de experiencia (como tenía Saúl con respecto de David), sino únicamente es necesaria una fe sólida en Dios y un conocimiento exacto o pleno de su voluntad (Col. 3:10). Uno pensaría que ante semejante demostración de fe y confianza en Jehová, lo razonable es que el corazón del rey despertara de su letargo y asumiera su papel como cabeza del pueblo de Dios y ser él quien limpiara el oprobio del nombre de Jehová; después de todo, él era el más alto de los israelitas por cerca de 30 cm, lo cual lo pondría bastante por encima de los 2 mts. (de ahí que a David la armadura de Saúl le fuera pesada y engorrosa) y altura más que suficiente para hacerlo un contendiente digno de Goliat…… pero no fue así, por lo que una vez más, Saúl deja ver que no es el cabeza apropiado para dirigir el pueblo de Dios (de hecho, David ya había sido ungido como su sustituto). Dicho sea de otra manera, que el sentido de responsabilidad para con Dios, no es requisito privativo de aquellos que disfrutan de reconocimiento teocrático, sino que la espiritualidad es posesión de los que ven a Jehová Dios y a Jesucristo como personas reales, a la vez que se esfuerzan por conocer y conformarse a la voluntad divina; pero veamos cómo transcurre el enfrentamiento entre ambos contendientes, según nos lo relatan los versículos del 41 al 47.
Goliat, al ver a su contrincante, empezó a despreciarlo porque resultaba que era la antítesis del guerrero con el que el filisteo imaginaba encontrarse y probablemente, algo que le desconcertó, siendo que además en apariencia David iba desarmado y de ahí, la pregunta que le hace: “¿Soy yo un perro, para que vengas a mí con cayados?” (v. 43). Y siendo esta la respuesta de David:
“Tú vienes a mí con una espada y con una lanza y con una jabalina, pero yo voy a ti con el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de las líneas de batalla de Israel, a quien tú has desafiado con escarnio. 46 Este día Jehová te entregará en mi mano y yo, ciertamente, te derribaré y te quitaré la cabeza (……) 47 Y toda esta congregación sabrá que ni con espada ni con lanza salva Jehová, porque a Jehová pertenece la batalla y él tiene que darlos a ustedes en nuestra mano”.” (v. 45-47).
Y ya todos ustedes conocen el resto de la historia, de cómo Goliat, un descomunal filisteo que hizo temblar a todo el pueblo de Israel por cuarenta días, fue vencido por un muchacho cuya única arma física era una honda y cinco piedras…… y de las que solo uso una, o sea que el “niño”, donde “ponía el ojo, metía la piedra”. No obstante, resaltemos y como una teórica novena lección para nosotros, que David no fue a esa batalla basándose en sus armas físicas ni en sus habilidades personales, sino como hemos leído en el verso 45 “en el nombre de Jehová de los ejércitos”. Efectivamente, Goliat estaba fuertemente armado y era muy fuerte ¿y qué?...... ¿es que acaso era más fuerte que Jehová de los ejércitos? Obviamente no, por lo que la cuestión y ya entrando en el terreno de cómo enfrenta el cristiano actual su “Goliat” particular, no es tanto si disponemos de los medios físicos para enfrentar una situación, sino más bien, en si confiamos en el poder o el arma infalible que en cualquier situación dificultosa que se nos presente, se pone a nuestra disposición y que se llama “Jehová de los ejércitos”. No olvidemos que el “Goliat” que nos quiere complicar la vida, no es otro que Satanás en su intento de presionarnos para que nos alejemos de nuestro Creador y para lo cual, usa todo lo que tiene a su alcance y consciente de su superioridad, sobre aquellos que no tienen como “arma” salvadora el poder de Dios:
“El nombre de Jehová es una torre fuerte. A ella corre el justo y se le da protección.” (Prov. 18:10).
Es este un recurso que siempre nos está esperando: de hecho, estuvo ahí para el pueblo de Israel, todos los días que se pasaron temblando de miedo ante su Goliat particular; sin embargo, en vez de recurrir al mismo, buscaban la salvación una y otra vez en la “espada y la jabalina” (eso es, recursos humanos) y como esto no les “funcionaba” estaban aterrorizados. Y es que la oportunidad de vencer al Goliat al que nos enfrentamos los actuales seguidores de Jesucristo, eso es, a Satanás, radica en Jehová Dios (y por delegación, en Su Hijo) pues solo en Él hay verdadera seguridad y protección. Así que, o actuamos como David lo hizo, apoyándonos en la fuerza y poder de Dios, o buscamos seguridad en otro lado y que en este caso sería, el apoyarnos en la percepción humana de las cosas, así como el pueblo de Israel pretendía hacer en su momento, sin atender al consejo divino y que en Jer. 9:23-24, se nos resume de la siguiente manera:
“Esto es lo que ha dicho Jehová: “No se gloríe el sabio a causa de su sabiduría y no se gloríe el poderoso a causa de su poderío. No se gloríe el rico a causa de sus riquezas. 24 Pero el que se gloría, gloríese a causa de esta misma cosa: de tener perspicacia y de tener conocimiento de mí, que yo soy Jehová. Aquel que ejerce bondad amorosa, derecho y justicia en la tierra; porque en estas cosas de veras me deleito”, es la expresión de Jehová.”
Y es que una vez que se encontró frente a frente con Goliat, David se encaró a lo que muchos se encaran al enfrentarse a una prueba severa, a saber, la presbicia espiritual y que les incapacita para enfocar los problemas que les afectan personalmente de la manera correcta, eso es, desde el punto de vista de Dios; y es que son capaces de verlos, entenderlos en los demás y hasta de dar consejo, pero cuando son ellos los implicados se “desenfocan” de tal manera que les impide acertar en el golpe o acción que les conduzca a la victoria. Fácilmente David podía haber perdido de vista su objetivo principal y haberse concentrado más en el escudero, pues después de todo este es el que iba delante con el escudo y mientras este estuviera de pie protegiendo al gigante con el tal, habría pocas probabilidades de acertar un golpe; además, justo antes de que David entrara en acción la prueba se puso más dura para él, pues recibió escarnio procedente del gigante y amenazas y ofensas en contra de su fe y tendente a desestabilizarlo. Aquí es donde el relato cobra una tremenda importancia para aquellos que estamos atravesando por una difícil prueba y lo que podríamos considerar como una décima lección a tener en cuenta, al ver la actitud de David en ese momento: este no se desestabilizó ante ese momento crítico de prueba, sino más bien al contrario, sabía quién era su verdadero enemigo e iba totalmente confiado en obtener una aplastante victoria sobre él y atribuyendo ésta al poder y a la grandeza de Dios y no a sus propias capacidades. Y por ello, enfoco toda su atención únicamente en Goliat y no en lo que este tenía a su alrededor: y es que nuestro enemigo no es el vecino del quinto, ni los miembros de nuestra comunidad, familiares incluidos, ni el guardia que injustamente nos pone una multa, por mucho que todo eso nos haga la “puñeta”…… nuestro enemigo es Satanás, pues este es el que mueve todos los hilos y siendo los demás, simples marionetas en sus manos, por lo que el “pedruscazo” se lo tenemos que soltar a él.
Porque mientras Goliat corría y arremetía contra David, éste “actuó” y no se quedó paralizado por el miedo, sino que reaccionó adecuadamente, lanzó el proyectil y logro dar en el blanco…… lo que significa, entre otras cosas, que tenía una grandísima habilidad con el arma que usó, en este caso una honda, pues en aquella mole en movimiento (circunstancia que complicaba la cosa) solo había un pequeño lugar desprotegido en dónde poder poner el proyectil y que era en la frente del gigante; ahora bien, la pregunta es la siguiente: ¿tenemos nosotros la suficiente habilidad para manejar el “arma” que Jehová y a modo de protección, ha colocado en nuestras manos, para que podamos salir airosos del enfrentamiento con nuestro particular Goliat y que no es otro que Satanás el Diablo y quien está realmente detrás de cualquier fechoría que se nos haga? Y es que si bien la armadura que Saúl le ofreció a David, junto con una pesada espada, se convertía en una carga para este y por lo tanto, más que en un sistema de protección se convertía en un estorbo para la pelea, el equipamiento que a modo de armadura Jehová nos proporciona, resulta que a medida que nos lo vamos colocando, más poderosos nos convertimos para enfrentar al Goliat de turno:
“Estén firmes, por lo tanto, teniendo los lomos ceñidos con la verdad y teniendo puesta la coraza de la justicia 15 y teniendo calzados los pies con el equipo de las buenas nuevas de la paz. 16 Sobre todo, tomen el escudo grande de la fe, con el cual podrán apagar todos los proyectiles encendidos del inicuo. 17 También, acepten el yelmo de la salvación y la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios, 18 mientras que, con toda forma de oración y ruego, se ocupan en orar en toda ocasión en espíritu.” (Efe. 6:14-18).
Pero de eso, queridos amigos que nos leen, les hablaremos en otra ocasión analizando una por una cada parte de dicha “armadura” y que nos puede hacer invencibles ante Satanás, al igual como en su momento lo fue en joven pastor que, con una simple honda y en su zurrón, unas pocas piedras junto a un inmenso cargamento de confianza en Jehová su Dios, no solo quitó el oprobio de Israel, sino que nos enseñó que podemos salir victoriosos en nuestro particular enfrentamiento con el Goliat de nuestros días, eso es, Satanás el Diablo. Y siendo cierto que hemos señalado lo que nosotros entendemos como posibles lecciones prácticas, básicamente el que siempre tenemos que “tirar por elevación” cuando somos sometidos a prueba, eso es, no fijarnos tanto en quién nos mete el dedo en el ojo (hoy puede ser uno y mañana otro), sino en quién está detrás del que nos mete el dedo en el ojo (que siempre es el mismo) y con la misma finalidad con la que probó a Job, o sea, el apartarnos de la confianza en nuestro Dios y Creador Jehová, no es menos cierto que no es este uno de nuestros artículos más “gloriosos” y dada su complejidad; por ello les rogamos que nos ayuden con su “granito de arena” y se fijen, no tanto en aquello que les decimos en el mismo, sino más bien en aquello que pretendemos decirles…… y es que cada uno “da pa lo que da” ¡qué quieren ustedes que les digamos!
MABEL
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