domingo, 29 de diciembre de 2013
¿Se ha preguntado usted alguna vez…… cuán cerca estamos del cumplimiento de Dan. 9:27?
Cuestión esta de primerísima importancia, ya que en ese momento dará inicio el acontecimiento más esperado por millones de personas, pues culminará dicho evento con la aparición de un ser que traerá la paz y la justicia en la tierra y lo que comportará la destrucción del “mundo” o sistema de cosas, tal como lo conocemos a día de hoy: el islam espera a su Mahdi, los judíos al “Ungido” de Jehová y los cristianos, el regreso de su “Salvador” Jesucristo y que, aunque parezca imposible y si no entramos en más detalles, estaríamos hablando de prácticamente lo mismo (Mat. 12:21)…… pero puesto que nosotros somos cristianos o lo que es lo mismo, nos identificamos como seguidores de Jesucristo, no podemos por menos que hablar en clave cristiana y lo que nos llevará a apoyar nuestro planteamiento en las páginas de la Biblia.
Es cierto, por otra parte, que la inmensa mayoría de denominaciones de la llamada cristiandad han soslayado la pregunta que da pie a este escrito, diciendo que lo que hay que hacer es seguir las pisadas de Cristo, eso es, vivir una vida piadosa basada en la conducta ejemplar de este y cuando tenga que venir lo esperado…… pues eso: ya vendrá. Obviamente, dicha respuesta y que no nos aclara nada, sirve para enmascarar el hecho de que no tienen ni la más remota idea de cuándo se va a producir dicha venida o regreso del personaje en cuestión y que nos solvente, no solo nuestros problemas, sino los de la entera humanidad, pues más dolor, amargura y quebranto de los que existen actualmente en el mundo, ya parece que exceden a lo que es asumible por el ser humano. Es más, yendo un poquitín más lejos, resulta que para algunas organizaciones de la cristiandad (TJ por ejemplo) esa semana 70 de Dan. 9:27, ya aconteció en el primer siglo y por lo que es imposible que la esperen para nuestros días.
Por lo que los autores de este blog, nos hemos estado cuestionando si sería posible que las Escrituras nos dieran una clave que nos aproximara al cuándo de dicho esperado cumplimiento y que contribuya a fortalecer nuestra esperanza, algo que no consigue esa constante cantinela de que “cuando tenga que venir, ya vendrá” y por lo que solo nos queda esperar…… porque claro, resulta que las Escrituras nos dicen lo siguiente:
“Porque todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras, tengamos esperanza.” (Rom. 15:4).
Entonces la fuente de nuestra esperanza, tiene que ver con la instrucción que mediante las Escrituras recibimos y que nos lleva a la “demostración evidente de realidades aunque no se contemplen” (Hebr. 11:1) y por lo que entendemos desde este blog, que la Biblia debería de darnos alguna información al respecto, pues no en balde dijo Jesús aquello de “manténganse alerta, pues no saben en qué día viene su Señor” (Mat. 24:42)…… siendo el caso de que una cosa es que no lo sepamos, pero otra muy distinta el que no hagamos todo lo posible para averiguarlo y lo cual estaría relacionado con el estar “alerta”, eso es, debidamente informados de dónde estamos situados en la corriente del tiempo. No pasemos por alto, el hecho de que Daniel pudo averiguar por adelantado el momento en que los judíos serían liberados de la esclavitud en Babilonia, según se nos relata en el libro que lleva el nombre de dicho profeta, gracias a una investigación personal de las profecías bíblicas con las que contaban en ese momento y que hablaban de dicha cuestión:
“…… en el primer año de reinar él, yo mismo, Daniel, discerní por los libros el número de los años acerca de los cuales la palabra de Jehová había ocurrido a Jeremías el profeta, para cumplir las devastaciones de Jerusalén, a saber, setenta años.” (Dan. 9:2).
Luego es obvio que este pudo poner en antecedentes a sus compatriotas, del momento ya cercano de su liberación, mediante una investigación cuidadosa de los escritos que en ese tiempo obraban en su poder y permitir con ello, que cada uno tomara con tiempo su propia decisión (abandonar Babilonia y regresar a Jerusalén o no hacerlo) y por tanto, empezar a arreglar las cosas para ello y con todo lo que eso significaba de empezar a establecer distancias o romper lazos, con aquél sistema de cosas alejado del Dios Altísimo. Y sin pretender ser tan exactos como Daniel, la cuestión que nos planteamos es si en las Escrituras actuales tenemos información fiable que nos indique para cuándo nos tenemos que preparar para afrontar dichos tiempos e iniciar con ello nuestro distanciamiento de la sociedad en la que estamos inmersos (aquellos que aún no lo hayan hecho, por supuesto), con todas sus perniciosas y repugnantes prácticas.
Porque imagínese por un momento, querido amigo que nos lee, que alguien le dijera que para dentro de 6 meses (por decir algo) va a producirse un acontecimiento que marcará el inicio de los siete últimos años de este embrutecido sistema mundial, a ser seguido por el reino de Dios y con ello, la total liberación de todos los males que nos aquejan a los seres humanos, muerte incluida…… ¿cómo se sentiría usted en cuanto a su esperanza? ¿No es cierto que se vería mucho más fortalecida, lo que le llevaría a “erguir y alzar su cabeza” (Luc. 21:28), pues ya tendría la “certeza” de que su liberación de este inicuo sistema de cosas y destinado a ser barrido por completo, está a la vuelta de la esquina pues ya tiene fecha? Pues eso es lo que vamos a intentar averiguar en este escrito, dado que entendemos que dicha información tiene que encontrarse en un sitio u otro de las Escrituras, pues Jehová nunca hace nada sin advertir antes a sus siervos de cuándo y cómo va a actuar (Amós 3:7); de hecho, tenemos registrada en los escritos sagrados la profecía de las 70 semanas de Dan. 9:24-27 y en dónde se nos da la siguiente información:
“Hay setenta semanas que han sido determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para poner fin a la transgresión, para acabar con el pecado, para hacer expiación por el error, para introducir la justicia para tiempos indefinidos, para imprimir un sello sobre visión y profeta y para ungir el Santo de los Santos (eso es, para el establecimiento del reino de Dios). 25 Y debes saber y tener la perspicacia, que desde la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén hasta Mesías el Caudillo, habrá siete semanas, también sesenta y dos semanas (eso es, las 70 semanas determinadas estaban divididas en tres partes: 7+62+1=70, no necesariamente correlativas). Ella (Jerusalén) volverá y será realmente reedificada, con plaza pública y foso, pero en los aprietos de los tiempos.
26 Y después de las sesenta y dos semanas Mesías será cortado, con nada para sí. Y a la ciudad y al lugar santo, el pueblo de un caudillo que viene los arruinará. Y el fin del tal será por la inundación. Y hasta el fin habrá guerra; lo que está decidido es desolaciones.
27 Y él tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana; y a la mitad de la semana hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva. Y sobre el ala de cosas repugnantes habrá el que cause desolación; y hasta un exterminio, la misma cosa que se ha decidido irá derramándose también sobre el que yace desolado.” (Acotaciones nuestras).
Pero siendo cierto que con dicha profecía se hacía de Israel el reloj profético de Jehová, no es menos cierto que parece no encajar en nuestro intento de averiguar en dónde nos encontramos en la corriente del tiempo y que nos tiene que llevar a discernir, precisamente, cuando se cumple ese versículo 27 que tiene que ver con el inicio de dicha 70 semana o, cómo ya hemos señalado, de los últimos 7 años del mundo tal como lo conocemos. Sí se nos dice en cambio, que ese período de tiempo se dividirá de la siguiente manera: tres años y medio en que los genuinos seguidores actuales de Jesucristo y que aunque parezca extraño “haberlos ahílos”, dirigidos por un “resto ungido” por aparecer (Rev. 6:9-11), estaremos llevando a cabo la predicación de Mat. 24:14 anunciando el establecimiento del reino de Dios (Rev. 14:6-7), e invitando a las personas a “subirse al carro” y con ello acceder al mismo en calidad de súbditos; acabada dicha predicación a los 1260 días de su inicio (Rev. 11:3), será seguida por los restantes tres años y medio en que se producirá la “gran tribulación” o “día de la ira -o furor- de Dios” (Rev. 7:14; Sof. 1:14-18). En ella y mientras los que acepten dicho ofrecimiento serán ocultados o protegidos milagrosamente (Isa. 26:20; Sof. 2:2-3; Salmo 91) del castigo al que será sometida la humanidad desobediente, pues dicho furor no va dirigido contra los miembros que aceptarán de buena gana la proposición divina de formar parte del numeroso grupo de los súbditos del reino en manos de Cristo (Rev. 7:9; 14), sino contra los que la hayan rechazado, por lo que estos serán los que recibirán el “justo” castigo divino, pues es contra ellos con quién Jehová está indignado:
“Esto toma en cuenta que es justo por parte de Dios, pagar con tribulación a los que les causan tribulación, 7 pero, a ustedes que sufren la tribulación (eso es, a los que son fieles seguidores de Cristo), con alivio juntamente con nosotros al tiempo de la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles 8 en fuego llameante, al traer él venganza sobre los que no conocen a Dios (obviamente porque no han querido) y sobre los que no obedecen (luego las conocen) las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús. 9 Estos mismos sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna de delante del Señor y de la gloria de su fuerza.” (2 Tes. 1:6-9). (Acotaciones nuestras).
Y retomando el punto en donde estábamos, si hemos dicho que esta profecía de Dan. 9:24-27 en principio no nos encaja en nuestra búsqueda, es porque si bien esta nos habla del cómo inicia y del que ocurre en el espacio de tiempo de esos 7 últimos años, no nos explica en qué momento estamos ahora situados en la corriente del tiempo, eso es, si cerca o lejos del cumplimiento de dicho evento; pues habrán observado del relato de Daniel, que la semana 69 se cierra con la muerte de Jesús y momento en el que se abre un “paréntesis” temporal y al que Jesús llamó “los tiempos señalados de las naciones”:
“…… y caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por las naciones, hasta que se cumplan los tiempos señalados de las naciones (o “gentiles” según versiones).” (Luc. 21:24). (Acotación nuestra).
Tiempo que parece ser que ya se ha cerrado, como les mostraremos a continuación, aunque los hechos de la semana 70 aún estén por producirse: sin embargo y aunque no lo parezca, estas palabras de Jesús nos abren dos vías de investigación por las que intentar averiguar cuándo llegará ese evento tan esperado, el cual marcará el tiempo para la puesta en marcha del juicio divino; y que para que el resultado de esta investigación fuera creíble, tendrían que confluir dichas dos líneas de investigación en el mismo punto…… aunque solo fuera por cumplir con aquella máxima bíblica que nos dice que por boca “de dos o tres testigos, se establezca todo asunto” (Mat. 18:16), en este caso, por dos razonamientos convergentes en su resolución final; con esa premisa en mente, empecemos por la primera línea de investigación y veamos si esos tiempos de las naciones, efectivamente se han terminado y qué significa ello para nosotros.
Porque esas palabras del Hijo de Dios, registradas en Luc. 21:24 y que tienen estrecha relación con la profecía de Daniel mencionada, iniciaron con la destrucción en el año 70 E.C. de Jerusalén y tuvieron su máxima expresión en el año 135 E.C., con la expulsión total del pueblo judío de su territorio Israel, como consecuencia del último intento de los judíos de lograr la independencia del Imperio Romano; e intento de rebelión liderado por Simón bar Kojba (que asumió el título de “el Mesías”) y evento que, conocido como “La Rebelión de Bar Kojba”, está históricamente documentado y universalmente reconocido como el hecho que determinó la Diáspora (o dispersión) del pueblo judío por todo el mundo de manera definitiva. Recordemos y a título de anécdota, que la tierra donde éste evento ocurrió era en ese entonces conocida como la provincia romana de Judea, por lo que no existe mención alguna en las Escrituras ni documento seglar de la época, en el sentido de que en esa zona existiera algún lugar llamado “Palestina” antes de ése tiempo; y si ese nombre salió a la palestra, fue causado por el “rebote” que se cogió el emperador romano Adriano con la nación judía por sus constantes amotinamientos, por lo que “ni corto ni perezoso” decidió eliminar el nombre de Israel y de Judá de la faz de la tierra, para que no hubiera más memoria del país que pertenecía a aquél pueblo rebelde.
Expulsó de ella a sus habitantes naturales (los judíos) y determinó severos castigos si alguno regresaba a la misma; y su empeño de borrar todo recuerdo de esa nación de la historia, le llevó a incluso cambiar el nombre de aquella provincia romana, por lo que al hombre se le ocurrió acudir a la historia antigua con el objetivo de hallar un nombre que pudiera ser apropiado para ella: y se enteró entonces, que en su momento un pueblo extinto que era desconocido en tiempos romanos, recordado como “los filisteos”, habitó una vez en esa área y siendo además enemigos irreconciliables de los israelitas y…… ¡eureka, je l’ai troubé!, exclamó exultante el romano (nos imaginamos que lo diría en latín, claro). Por lo tanto y según las crónicas de la época, el emperador en cuestión se sacó de la manga el nuevo nombre “Filistina” (y que posteriormente pasó a llamarse por su nombre actual “Palestina”), a sabiendas de que con ese nombre metería “el dedo en el ojo” a los judíos, pues como antiguos rivales eran odiados por estos.
Fue de esta manera que la nación de Israel y en cumplimiento de la advertencia de Dios (Lev. 26:31-33), desapareció como nación y su tierra paso a estar por siglos, pisoteada bajo la dominación de “las naciones”. El emperador Adriano hizo esto con el propósito concreto de eliminar todo vestigio de la memoria de la historia judía y con lo que los antiguos romanos, así como las generaciones subsiguientes hasta llegar a los modernos “palestinos” y en connivencia de las naciones árabes de alrededor, han escenificado el cumplimiento de la profecía escritural que declara lo siguiente:
“Contra tu pueblo astutamente continúan su habla confidencial; y conspiran contra aquellos a quienes ocultas. 4 Han dicho: “Vengan y raigámoslos para que no sean nación, para que el nombre de Israel no sea recordado más”.” (Salmo 83:3-4).
Lo que hace de esto que acabamos de relatarles y que no parece ser más que la simple explicación de un suceso aparentemente “sin importancia” del pasado, se convierta en el punto focal que nos hablaría de la inminente venida del momento que estamos esperando, o sea, esos siete últimos años del mundo como lo conocemos y de lo que ya les hemos hablado, pues veamos qué se nos dice en las Escrituras acerca de la en su momento extinta nación de Israel y que nos permitirá empezar a cuadrar el círculo; para ello, accederemos a una profecía que encontramos en Isa. 68:8-9 y transcrita de la versión NTV:
“¿Acaso alguien ha visto algo tan extraño como esto? ¿Quién ha oído hablar de algo así? ¿Acaso ha nacido una nación en un solo día? ¿Acaso ha surgido un país en un solo instante? Pero para cuando le comiencen los dolores de parto a Jerusalén, a ya habrán nacido sus hijos. 9 ¿Llevaría yo a esta nación al punto de nacer, para después no dejar que naciera? -pregunta el Señor-. ¡No! Nunca impediría que naciera esta nación- dice su Dios-.”
No olvidemos que Israel como nación había nacido siglos antes en el desierto de Sinaí, o sea antes de que se escribieran dichas palabras, por lo que en las mismas se nos tiene que estar hablando de un acontecimiento futuro o “segundo” nacimiento de Israel como ente nacional. Y cumplimiento de la profecía en cuestión, que tuvo su momento álgido un 14 de Mayo de 1.948, cuando fue declarado el estado de Israel como nación independiente, lo que nos lleva a unas importantísimas palabras de Jesús y dichas en el contexto de las señales que habrían de preceder a su segunda venida (Mat. 24:3), que no han sido precisamente bien interpretadas por muchos y relacionadas con el hecho de que, según hemos visto en la profecía de Daniel, el reloj profético de Jehová es Israel:
“Ahora bien, aprendan de la higuera como ilustración este punto: Luego que su rama nueva se pone tierna y brota hojas, ustedes saben que el verano está cerca. 33 Así mismo también ustedes, cuando vean todas estas cosas, sepan que él está cerca (luego se estaba refiriendo a su segunda venida), a las puertas. 34 En verdad les digo que de ningún modo pasará esta generación (se supone que la que vivía en ese inicial rebrotar del pueblo de Dios en 1.948 y que aún está viva) hasta que sucedan todas estas cosas. 35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras de ningún modo pasarán.” (Mat. 24:32-35). (Acotaciones nuestras).
Permítannos un pequeño inciso, para señalar un dato curioso y que de ser así, añadiría fuerza a nuestro planteamiento: la mayoría de cronologías bíblicas coinciden en un dato significativo, pues nos dicen que el patriarca Abrahán nació en el año 1.948 después de la creación de Adán y personaje con el que virtualmente nació el pueblo de Israel, pues nos dice la Escritura que este pueblo salió “de los lomos de Abrahán” (Hebr. 7:5), en función del pacto que Jehová estableció con él…… y “casualmente” la nación de Israel “renació” precisamente en el año 1.948 E.C.; bien, ahí lo dejamos como una simple anécdota.
Volviendo a donde estábamos, no olvidemos que en su momento Jesús y en varias ocasiones prefiguró a Israel a una higuera, básicamente en el episodio conocido como de la parábola de la “higuera que no daba fruto” (Luc. 13:6-9), por lo que es evidente que nos encontraríamos ante el cumplimiento de la profecía de Isa. 68:8-9 que acabamos de mencionar, en el sentido de que la “higuera” rebrotaría y evento del que como hemos visto, Jesús relaciona con aquella generación que habría contemplado el cumplimiento de ese profético rebrotar, al decir que de “ninguna manera” pasaría ésta, hasta ver el cumplimiento completo de todas las cosas por él mencionadas en la señal dada. Y tomando como referencia siempre al contexto bíblico y que a nuestro entender, para algo está, vemos que este nos señala que la vida de una generación y desde el punto de vista de Dios, se extiende por unos 70 u 80 años aproximadamente (Sal. 90:10)…… por ejemplo, uno de los autores de este blog ya cuenta con esos 80 años señalados y lo que quiere decir, que para cuando ocurrió ese suceso de la nueva aparición de Israel como nación, tenía 15 años y por lo que forma parte de esa generación que no puede pasar (a menos que Jesús nos mintiera, o que nosotros nos equivoquemos al aplicar Mat. 24:32-35), hasta que ocurran “todas las cosas”.
Es cierto que ese tema de la “generación” susodicha, los TJ lo han desvirtuado en gran manera con la cantidad de errores que han cometido a lo largo de su corta historia; pero no es menos cierto que el error lo han cometido al adelantarse en más de cien años al cumplimiento de la profecía en su conjunto y de ahí que les hayan fallado “tantos palos”…… pero la realidad, es la realidad y esta nos muestra que Jesús dijo esas palabras con referencia al rebrotar de la “higuera” Israel y ello ocurrió en el 1.948 de nuestra Era, como está claramente constatado en los organismos oficiales pertinentes y por lo que esa tiene que ser la “generación” aludida. Por lo que la pregunta es la siguiente: si estamos en lo cierto y no hay que descartar dicha posibilidad (algún día se han de cumplir esas palabras de Jesús) ¿cuánto nos faltaría para el inicio de dicha semana 70 de Dan. 9:27 y partiendo de la base, que esos siete años son los que cierran el ciclo de 6.000 de historia del ser humano sobre la tierra? Obviamente, un cortísimo espacio de tiempo.
Bien, aparentemente resuelta la primera vía o línea de investigación que nos hemos propuesto y que nos puede dar acceso a la consecución de nuestro empeño, metámonos en la segunda, eso es, cuán adentrados estamos en la corriente del tiempo según la cronología bíblica y cuyo resultado nos tendría que cuadrar con el que acabamos de exponer; veamos por tanto, esta segunda opción que tenemos a mano y apoyándonos en unos datos por todos reconocidos y que nos llevan al mismo momento de la creación, eso es, al libro de Génesis. Porque todos sabemos o deberíamos de saber, que según dicho registro todo lo que existe se creó en unos espacios de tiempo llamados “días” y que el registro escritural divide en siete; de ellos se nos dice que los seis primeros de esos períodos corresponden al propio acto de la creación y siendo el séptimo de ellos, el destinado por Jehová Dios a “descansar” de su obra creativa, es decir, que a partir de ese momento ya Dios cesó de crear cosas:
“Después de eso vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, era muy bueno. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día sexto.
2 Así quedaron terminados los cielos y la tierra y todo su ejército (eso es, la creación material como un todo). 2 Y para el día séptimo Dios vio terminada su obra que había hecho y procedió a descansar en el día séptimo de toda su obra que había hecho.” (Gén. 1:31; 2:1-2). (Acotación nuestra).
También sabemos por la información bíblica y ahí está la clave de la cuestión, que dichos espacios de tiempo creativo llamados días, constaban de 7.000 años cada uno y partiendo de la siguiente afirmación, pues otra cosa que sabemos, es que la obra creativa terminó con la creación del ser humano, eso es, de Adán y Eva…… luego si tenemos su genealogía, podemos averiguar el número de años que han pasado desde el momento de su creación, hasta nuestros días y conociendo así, si en realidad los citados “días creativos” constaron de 7.000 años cada uno, o no: para eso nos apoyamos en el hecho de que Jehová es un Dios de orden (1 Cor. 14:33), por lo que cada uno de esos espacios de tiempo que Él denomina “días” tuvieron que tener la misma duración, sea esta la que sea. Y es que si ello fuera así y el período de descanso de Dios, razonablemente, fuera un “día” también de 7.000 años y sabiendo de cierto que los últimos mil son los dedicados al reino milenial de Cristo, tenemos que colocarnos en los siete años antes de llegar al años 6.000 de la creación de Adán, eso es, en el año 5.993 desde la creación del primer ser humano hasta nuestros días, pues tenemos que encajar los últimos siete años de la semana 70 de Dan. 9:27 y que preceden al inicio del séptimo milenio o reinado de Cristo; y momento en el que tienen que empezar los sucesos que llevarán al fin del estado de cosas como lo hemos conocido siempre…… de ahí la importancia, de averiguar dónde estamos situados en este momento en la corriente del tiempo.
A partir de ahí, tenemos distintas cronologías, como la de los judíos actuales y que nos sitúan a día de hoy, en Diciembre del año 5.774 a. E.C. desde la creación del primer ser humano, eso es, que para el cumplimiento de los 6.000 años aún nos restarían 226…… lo que significaría que las palabras de Jesús en Mat. 24:32-35, acerca de la generación que “no pasaría” a partir del “rebrote” de la simbólica “higuera” (Israel), no tendrían demasiado sentido; si a ello le sumamos que el judaísmo ortodoxo no acepta el NT, pues no creen en Jesús como el Mesías de Jehová, es obvio que su cronología (al no tener en cuenta el factor Jesús) no puede ser tomada en consideración. Pero es que además, concurre la circunstancia de que posteriores revisiones a dicha cronología por parte de reputados rabinos, muestran cierta deficiencia en la misma y por lo que se pasa a situar la creación de Adán para el 3.983 a.E.C. y lo cual ya “afina” un poco más la cosa, pues la acerca más a las cronologías más verosímiles hasta el momento.
Tenemos por ejemplo, la llamada “Cronología de Ussher” del siglo XVII, formulada por James Ussher (enero 1581 a 21 marzo 1656), Arzobispo anglicano del Condado de Armagh (Irlanda del Norte) y que fijó la creación de Adán sobre el año 4.004 a.E.C. También tenemos la cronología de los TJ, probablemente la más usada, que sitúa dicho evento creativo para el 4.026 a.E.C. y por lo que parece que se desfasa en unos 22 años; pero dado que para su desarrollo han usado como uno de sus puntos de referencia la caída de Jerusalén ante Nabucodonosor, según ellos en el 607 y siendo que los estudios más avanzados la colocan en el año 587 a.E.C., lo que hay que hacer es quitar esa diferencia de 20 años a esa fecha del 4026 y con lo que nos quedamos con 4.006 años para la creación de Adán y por tanto, en la práctica idéntica a la anterior. Pero por otra parte, también tenemos un bloque de otras cronologías que nos lo fían un poco más largo, como la del monje benedictino conocido como Beda el Venerable (672 a 735) y que situó dicha creación para 3952 a.E.C.; o la del contemporáneo del Arzobispo Ussher, Joseph Justus Scaliger que la situó en 3949 a. C. y que es anterior a la del eclesiástico inglés y erudito rabínico, John Lightfoot (marzo de 1602 a diciembre de 1675) y que la situó un poco más lejana en el tiempo, al apuntar que la creación comenzó el año 3929 a.E.C.
Ante ese panorama y dado que dicen que en el centro está la virtud, entre las que nos sitúan dicho evento creativo sobre el año 4.004/6 a.C. y las que nos lo colocan sobre los 50 o 70 años antes y como acabamos de ver, nos quedamos con la fecha de 3.983 a.C. mencionada en primer lugar y empezar a trabajar a partir de ella, dado que nos parece la más razonable. Porque si usamos las dos primeras (partiendo la diferencia) y sumamos 4.005+2013, ello nos situaría en el año 6018 y dado que como les hemos dicho, la fecha para el inicio de la profética semana 70 de Dan. 9:27 (siete años) tendría que ser el 5.993 después de la creación del primer hombre para cuadrar el sexto milenio de descanso para Jehová, a ser seguido del séptimo para el reino de Dios, resulta que en principio y dado que aún no ha iniciado dicha semana de años (7), resulta que ya nos hemos pasado 25 años (6.018+7= 6.025) del momento en que dicha profecía de Daniel tenía que haberse cumplido. Y si por el contrario tomáramos la segunda opción, también partiendo la diferencia y con lo que nos quedaríamos con el año 3.960 para la creación de Adán, nos encontraríamos que 3.960+2013 nos llevan al año 5.973 desde la creación, eso es, que a la generación señalada por Jesús, le quedarían aún 20 años (y ya descontados los 7 de Dan. 9:27) para ver el final de “estas cosas”…… lo que nos llevaría a una generación de 100 años y eso no es lo que nos dicen las Escrituras, pues entendemos nosotros que estas nos están dando pistas de por dónde va la cosa ¿o alguien podría explicarnos, porqué Dios nos da el dato de una generación como de entre 70 a 80 años, teniendo en cuenta que en Palabra de Dios, la Biblia, hasta una simple tilde tiene su debida importancia? ¿Sería entendible en un Dios de orden, una cantidad puesta a “ojo de buen cubero”?
Y siendo el caso planteado, más o menos lo que les ocurre a los TJ, cuando colocan el final de este sistema de cosas para el año 2.034 (última “genialidad”), pues acorralados por sus disparatados errores en las fechas de la venida del juicio de Dios, ya lo sitúan ¡46 años después del año 6.000!, eso es, 25 que ya llevan de desfase en este finalizado 2.013 y como hemos visto, más los 21 que faltan hasta el año 2.034, que dan el total de 46 años. Porque claro, o creemos en las Escrituras o no creemos en ellas…… y si creemos en ellas, estos son los cálculos que estas nos permiten hacer para “nuestra instrucción” (Rom. 15:4; ahora bien ¿qué ocurre si nos quedamos con la fecha de 3.983 para el momento de la creación de Adán? Pues que 3.983+2.013=5.996…… pero aunque los números son mucho más razonables, alguien podría objetar que tampoco se ajusta a la fecha deseada, pues solo faltarían 4 para el año 6.000, cuando en realidad nos tendrían que faltar 7 para poder alojar la semana 70 de Dan. 9:27, eso es, siete años; pero a diferencia de los anteriores cálculos, tal inconveniente es fácilmente solventable, porque hay que tener en cuenta lo del año 0 (pues la cronología pasa de -1 a +1 sin año de transición) y año que tendríamos que restar a los 2.013 actuales, contados a partir de Cristo, con lo que la suma sería 3.983+2.012=5.995 y lo que nos reduciría la cuestión a solo 2 años de desfase…… y ahí es ya donde entramos en el verdadero meollo de la cuestión.
Porque si han estado atentos y no se han mareado con tanto número, habrán percibido que todas las cronologías parten de la creación de Adán como inicio del día de descanso de Jehová y momento preciso en que inicia la cuenta atrás de los 6.000 primeros años del citado día sabático de Dios, cuando eso no es cierto: porque Jehová no inició su día de descanso, sino hasta después de haber creado a Eva y por lo que tenemos ahí unos años “bailando”, pues no sabemos cuánto tiempo después de haber creado a Adán, se llevó a cabo la creación de la mujer (última creación divina) y momento en el que realmente inició el Altísimo su día de “descanso”; pero veamos que nos dice la Biblia al respecto:
“Ahora bien, Jehová Dios estaba formando del suelo toda bestia salvaje del campo y toda criatura voladora de los cielos y empezó a traerlas al hombre para ver lo que llamaría a cada una; y lo que el hombre la llamaba, a cada alma viviente, ese era su nombre. 20 De modo que el hombre iba dando nombres a todos los animales domésticos y a las criaturas voladoras de los cielos y a toda bestia salvaje del campo, pero para el hombre no se halló ayudante como complemento de él. 21 Por lo tanto Jehová Dios hizo caer un sueño profundo sobre el hombre y, mientras este dormía, tomó una de sus costillas y entonces cerró la carne sobre su lugar. 22 Y Jehová Dios procedió a construir de la costilla que había tomado del hombre una mujer y a traerla al hombre.” (Gén. 2:19-22).
Luego dado que el poner nombre a los animales implicaba cierto grado de observación sobre sus comportamientos (los nombres eran descriptivos), habría que pensar que se necesitaría algún tiempo para llevar adelante dicha tarea, aunque no sabemos cuántas especies había en el jardín de Edén y por lo tanto, lo dilatado de dicho espacio temporal; pero el caso es que en un momento del transcurso del mismo, Adán se dio cuenta de que mientras los animales se podían reproducir mediante la unión de un macho con una hembra, él no tenía “una ayudante” que le complementara para esa función y de ahí, que Jehová la trajera hasta él a una mujer…… en todo caso, estaríamos hablando de cierto lapsus temporal en el que el hombre estuvo sin compañía humana en el citado jardín y del que ignoramos su duración. Por otra parte, hay algunos que dicen que también contaría el tiempo existente entre que fueron aparejados y que estuvieron en el jardín sin tener descendencia y que a nuestro entender sería mínimo, pues veamos: como seres humanos perfectos, cuando fueron creados ya estaban físicamente dotados para engendrar hijos, eso es, que no había necesidad de un proceso de desarrollamiento físico hasta alcanzar la edad adulta para tal cometido; pero es que además, la orden de Jehová fue “sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra” y lo que implicaría el tomar acción en acatar la orden divina.
Pero ello significaría que antes de que pudieran engendrar un hijo ya se cometió el pecado (que de ser así, habría nacido perfecto, no nos olvidemos de ese “pequeño” detalle) y circunstancia que nos lleva a razonar que la estancia de Eva en el paraíso fue efímera, pues no le dio tiempo de concebir dentro del jardín de Dios, pues el primer hijo se concibió fuera ya de este. Por lo que ese tiempo de unos dos años que quedan en punta (no se puede descartar la posibilidad que fuera un poco más de tiempo) de la cuenta que hemos realizado, son fácilmente absorbibles, pues fueron los que el primer hombre permaneció sin compañía en dicho entorno; no olvidemos que éste había sido preparado para vivir eternamente y las cosas, probablemente en ese contexto, se sucedían con menos rapidez de la que actualmente le damos nosotros, en nuestro intento de “aprovechar” los pocos años de vida que tenemos por delante y lo que nos lleva a vivir muy “deprisa”…… en todo caso y como en la línea de investigación anterior, estaríamos hablando de un corto espacio de tiempo existente para el cumplimiento de Dan. 9:27.
Bien, siendo que parece ser que las dos líneas de investigación emprendidas nos conducen a un mismo punto, eso es, a la existencia de un cortísimo plazo de tiempo para el cumplimiento de dicha profecía…… ¡aquí lo dejamos nosotros! Sí, sí, ya sabemos que nos dirán que en definitiva tampoco les hemos aclarado gran cosa con respecto de la fecha concreta del acontecimiento mencionado…… pero es que sencillamente no la sabemos. Pero lo que sí hemos hecho, es poner a su alcance unas claves que suelen pasar desapercibidas para el común de los mortales que leen las Escrituras y que al igual que a nosotros, esperamos les muevan a ustedes a investigar, primero, si lo que les hemos contado se ajusta a la realidad de los hechos conocidos y, segundo y siempre en el bien entendido de que nuestro error y en el caso de haberlo, haya sido mínimo, a sacar sus propias conclusiones en cuán cerca estamos ya de nuestra salvación y que inicia en esa decisiva profética semana 70 de Dan. 9:27…… y, obviamente, prepararse para ello. Nosotros, por si acaso y por aquello de que “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”…… ¡pues eso, que ya nos estamos poniendo en situación!
MABEL
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