lunes, 9 de diciembre de 2013

El “desconocido” libro de Job.


Uno de los libros “perdidos” de las Escrituras es el libro de Job, pues quizás es el menos mencionado por los autores bíblicos y por supuestísimo, el menos leído por el cristiano de a pie y para quién no tiene atractivo alguno, cuando resulta que en el mismo se encierra la clave del porqué la persona que desea servir a Dios y seguir los pasos de Su Hijo Jesucristo, el ejemplo o modelo perfecto (1 Ped. 2:21), lo tiene tan “crudo” para llevar a buen término dicho propósito. Y aunque todo el libro es bellísimo, por las interesantes conversaciones mantenidas entre cinco actores principales, eso es, Job por una parte, Elifaz el temanita, Bildad el suhita y Zofar el naamatita por otra y ya en una tercera, por el joven Elihú, la cosa cobra su máximo esplendor cuando interviene Jehová y pone las cosas en su sitio, llamando “al orden” a los cuatro primeros. Pero dicho lo cual, centrémonos en los dos primeros capítulos del citado libro y en dónde se encuentra el “meollo” de la cuestión que hoy nos ocupa, viendo en primer lugar lo que nos cuenta el relato acerca de quién era el personaje en cuestión:

Sucedió que en la tierra de Uz hubo un hombre cuyo nombre era Job; y aquel hombre resultó sin culpa y recto y temeroso de Dios y apartado del mal. 2 Y llegaron a nacerle siete hijos y tres hijas. 3 Y su ganado llegó a ser siete mil ovejas y tres mil camellos y quinientas yuntas de reses vacunas y quinientas asnas, junto con una servidumbre muy grande; y aquel hombre llegó a ser el más grande de todos los orientales.” (Job 1:1-3).

No obstante, esta idílica situación de hombre afortunado y tenedor de la aprobación divina, estaba por llegar a su fin debido a un suceso ocurrido en la región celestial y a la que el ser humano no tiene acceso, pero que nuestro Creador y en su bondad inmerecida pone a nuestro alcance, para que tengamos información de primera mano del porque nos ocurre lo que nos ocurre a aquellos que aplicamos en nuestras vidas el consejo divino. Y que muchos, por falta de dicha información (no porque esta no esté disponible y como acabamos de señalar, sino porque no se han preocupado de buscarla), se encuentran totalmente perplejos ante lo que les viene encima y como señaló el apóstol Pedro “como si algo extraño les sobreviniera” (1 Ped. 4:12), cuando eso es de lo que nos pone sobre aviso el registro escritural; dicho lo cual, continuemos con el relato de cómo se le complicó la vida al bueno de Job:

Ahora bien, llegó a ser el día en que los hijos del Dios verdadero entraban para tomar su puesto delante de Jehová (estaríamos hablando de una reunión asamblearia celestial) y hasta Satanás procedió a entrar allí mismo entre ellos. 

7 Entonces Jehová dijo a Satanás: “¿De dónde vienes?”. Ante esto, Satanás contestó a Jehová y dijo: “De discurrir por la tierra y de andar por ella”. 8 Y Jehová pasó a decir a Satanás: “¿Has fijado tu corazón en mi siervo Job, que no hay ninguno como él en la tierra, un hombre sin culpa y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?”. 

9 Ante esto, Satanás contestó a Jehová y dijo: “¿Ha temido Job a Dios por nada? 10 ¿No has puesto tú mismo un seto protector alrededor de él y alrededor de su casa y alrededor de todo lo que tiene en todo el derredor? La obra de sus manos has bendecido y su ganado mismo se ha extendido en la tierra. 11 Pero, para variar, sírvete alargar la mano y toca todo lo que tiene y ve si no te maldice en tu misma cara”.

12 Por consiguiente, Jehová dijo a Satanás: “¡Mira! Todo lo que tiene está en tu mano. ¡Solo que contra él mismo no alargues la mano!”. De manera que Satanás salió de ante la persona de Jehová.” (Job 1:6-12). (Acotación nuestra).

Lo que Satanás puso en cuestión, realmente, era que la fidelidad de Job hacia el Altísimo era debida, no a un deseo sincero del personaje en cuestión de agradar a Dios, sino a que este buen hombre se sentía “recompensado” por Jehová debido a su actitud de apego a las normas divinas; a partir de ahí y ya con el permiso divino, dicho siniestro personaje (Satanás, no Job ¡siempre hay algún despistadillo por ahí!) se puso en acción y eso es lo que se nos cuenta que ocurrió:

Y llegó un mensajero a Job y procedió a decir: “Las reses vacunas mismas estaban arando y las asnas pastando al lado de ellas 15 cuando vinieron los sabeos haciendo una incursión y tomándolas y a los servidores los derribaron a filo de espada; y yo logré escapar, yo solo, para informártelo”. 

16 Mientras este todavía estaba hablando, llegó aquel y procedió a decir: “El mismísimo fuego de Dios cayó de los cielos y fue ardiendo entre las ovejas y los servidores y comiéndoselos; y yo logré escapar, yo solo, para informártelo”. 

17 Mientras ese todavía estaba hablando, llegó otro y procedió a decir: “Los caldeos formaron tres partidas y fueron lanzándose contra los camellos y tomándolos y a los servidores los derribaron a filo de espada; y yo logré escapar, yo solo, para informártelo”. 

18 Mientras este otro todavía estaba hablando, llegó otro más y procedió a decir: “Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito (ver versículos 4-5). 19 Y, ¡mira!, vino un gran viento de la región del desierto y se puso a golpear las cuatro esquinas de la casa, de manera que esta cayó sobre los jóvenes, y murieron. Y yo logré escapar, yo solo, para informártelo”. 

20 Y Job procedió a levantarse y a rasgar su vestidura sin mangas y a cortarse el cabello de la cabeza y a caer en tierra e inclinarse 21 y decir: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. Jehová mismo ha dado y Jehová mismo ha quitado. Continúe siendo bendito el nombre de Jehová. 22 En todo esto Job no pecó, ni atribuyó nada impropio a Dios.” (Job 1:14-22). (Acotación nuestra).

Tengamos en cuenta la desesperación de Job en ese instante, dado que en un corto espacio de tiempo había recibido noticias que cambiaban radicalmente su vida en un antes y un después…… y lo que fácilmente le podría llevar y como así fue posteriormente, a pensar que puesto que él era justo, no había razón para que “Jehová” (esa era la percepción que tenía Job del asunto) se ensañara con él de esa manera; pero dado que a pesar de todo Job continuó manteniendo su integridad para con Dios, la cosa no se quedó ahí y por lo que volveremos a la región celestial y veamos que ocurrió a continuación:

Después llegó a ser el día en que los hijos del Dios verdadero entraban para tomar su puesto delante de Jehová y Satanás también procedió a entrar allí mismo entre ellos para tomar su puesto delante de Jehová. 

2 Entonces Jehová dijo a Satanás: “¿Y tú, de dónde vienes?”. Ante esto, Satanás respondió a Jehová y dijo: “De discurrir por la tierra y de andar por ella”. 3 Y Jehová pasó a decir a Satanás: “¿Has fijado tu corazón en mi siervo Job, que no hay ninguno como él en la tierra, un hombre sin culpa y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? Todavía está reteniendo firmemente su integridad, aunque tú me incitas contra él para que me lo trague sin causa”. 4 Pero Satanás respondió a Jehová y dijo: “Piel en el interés de piel y todo lo que el hombre tiene lo dará en el interés de su alma. 5 Para variar, sírvete alargar la mano y toca hasta su hueso y su carne y ve si no te maldice en tu misma cara”. 

6 Por consiguiente, Jehová dijo a Satanás: “¡Allí está en tu mano! ¡Solo ten cuidado con su alma (o con “su vida”) misma!”. 7 De manera que Satanás salió de ante la persona de Jehová e hirió a Job con un divieso maligno desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. 8 Y él procedió a tomar para sí un fragmento de vasija de barro con el cual rasparse; y estaba sentado en medio de ceniza. 

9 Finalmente su esposa le dijo: “¿Todavía estás reteniendo firmemente tu integridad? ¡Maldice a Dios y muere!”. 10 Pero él le dijo: “Como habla una de las mujeres insensatas, tú también hablas. ¿Aceptaremos solamente lo que es bueno de parte del Dios verdadero y no aceptaremos también lo que es malo?”. En todo esto Job no pecó con sus labios.” (Job 2:1-8).

Fijémonos y ello es de vital importancia para aquellos que somos fieles a Dios, que si bien Este autorizó a Satanás a tocar hasta el físico de Job, le puso una restricción y que tenía que ver con no ponerle frente a la muerte…… lo que significa, que si bien el Diablo puede usar todo lo que tenga a su alcance para “darnos el día”, eso es, para someternos a prueba y lo que incluye a familiares directos (vean como actuó la esposa de Job, en un momento tan delicado). Y siendo cierto que no se nos plaga con úlceras o diviesos malignos que afecten nuestro físico, como en el caso de Job, no es menos cierto que los sufrimientos por los que pasamos a través del tiempo nos afectan emocionalmente y de ahí a que nuestro organismo se resienta al cabo del tiempo…… pero en cualquier caso, no se le permite llegar al grado de probarnos enfrentándonos a la pérdida de la vida, como en el caso de aquellos que tienen que reinar con Cristo. Por lo que queda claro y siempre a nuestro entender, que Job prefiguró a aquellos que siendo seguidores de Cristo, tenemos la esperanza de acceder al reino de Dios como súbditos del mismo y no como reyes (algo imposible, según muchos “entendidos” en la materia), pues a estos sí le concedió Jehová a Satanás y a diferencia de los primeros, el que les pudiera probar hasta el grado de enfrentarlos a la muerte en su resistencia a no violar la voluntad divina; y algo que en su momento ya Jesús les señaló a sus más directos seguidores del primer siglo, con las siguientes palabras:

Simón, Simón, ¡mira! Satanás ha demandado tenerlos para zarandearlos como a trigo.” (Luc. 22:31).

Y que ello tenía que ser así, queda probado no solo por el trato que sufrió Jesús, sino por las palabras que este y en la Revelación a Juan, dijo acerca de aquellos que con él tenían que participar del gobierno del reino, en el sentido de que su aguante había de llegar hasta sufrir la misma muerte en defensa de su lealtad a Dios:

Al que venza, le concederé sentarse conmigo en mi trono, así como yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.” (Rev. 3:21).

La pregunta, por tanto, sería ¿y cómo venció Jesús, para sentarse en el trono de Jehová? Pues sencillamente y como todos sabemos, aguantando hasta la misma muerte en un madero de ejecución; de hecho y en Rev. 20:4, a Juan se le muestran a aquellos que ocuparán los tronos del reino, como los que “fueron ejecutados con hacha (o “asesinados”, según versiones) por el testimonio que dieron de Jesús y por hablar acerca de Dios.”

 De ahí que en palabras de Pablo y que sabía muy bien de lo que hablaba, leamos lo siguiente:

Porque si hemos sido unidos con él en la semejanza de su muerte (asesinados por su integridad), ciertamente también seremos unidos con él en la semejanza de su resurrección (eso es, en gloriosos cuerpos inmortales).” (Rom. 6:5). (Acotaciones nuestras).

Es cierto que hay algunos indoctos por ahí y que se las dan de “ungidos”, que afirman que con esas palabras tan claras y concretas, Pablo no quería señalar una igualdad de muerte con Jesús, sino otra cosa distinta; sin embargo, que lo que quería decir Pablo en sus palabras es exactamente lo que nosotros proponemos, queda claro cuando uno lee Fil. 3:10-11:

“…… a fin de conocerlo a él y el poder de su resurrección y una participación en sus sufrimientos, sometiéndome a una muerte como la de él (no tanto por la “forma” de ejecución, sino por la “razón” de la misma, eso es, una muerte de sacrificio o martirio, en defensa de su integridad a Dios), 11 para ver si de algún modo puedo alcanzar la resurrección más temprana (la de Rev. 20:6 y que solo sufriendo una muerte en sacrificio se puede acceder a ella, según palabras de Jesucristo ya leídas) de entre los muertos.” (Acotaciones nuestras).

Circunstancia esta y ya que viene de paso, que prueba la diferente exigencia que se les hace a aquellos a los que a nuestro entender, repetimos, prefiguró Job y que serían los súbditos del reino de Dios, con respecto de aquellos que gobernarían junto a Cristo en el mismo. Y la cual tendría que hacer reflexionar a aquellos que afirman que no existen dos “clases” de personas con dos distintas retribuciones (unos pocos que gobernarán, sobre unos muchos que serán gobernados), porque lo que vemos es exactamente lo contrario: mientras a los primeros Dios los entrega en manos del opositor para que los pruebe hasta la muerte (si no mueren asesinado por su fe, no heredan el reino en calidad de inmortales reyes y sacerdotes, según Rev. 20:4; 6), los segundos somos salvaguardados por Jehová y Satanás no puede tocarnos “un pelo” (de lo contrario ya no quedaríamos ni uno)…… y dándose la circunstancia de que todos, tanto los unos como los otros, son simplemente seguidores de Jesús. Y es que no hay diferencia alguna entre los Pedro, Juan, Pablo y compañía, con los que actualmente somos seguidores de Jesucristo, salvo en que ellos estuvieron en el lugar apropiado, en el momento oportuno y el resto nacimos años o siglos después de que dicha oportunidad de reinar con Cristo, fuera ofertada a la humanidad…… que ello es así, queda claro por el hecho de que el “resto ungido” por aparecer, prefigurado por los “dos testigos” de Rev. 11:3 y depositarios de grandísimos poderes, será escogido de entre los actuales seguidores del Hijo de Dios ¡más prueba que esta no creemos que haya!

Volviendo al tema central de este escrito y que tiene que ver con el relato de Job, lo que ha quedado claro es que todos seremos probados de una u otra forma por Satanás, en su intento de que nos apartemos de nuestra fe. Y aunque no se le permite, en nuestro caso, llegar al límite de enfrentarnos con la muerte, no es menos cierto que si nos somete a prueba es porque sabe que podemos sucumbir a la misma, pues de lo contrario no lo haría…… de ahí que, vez tras vez, lo intente de diversas maneras como lo hizo con el bueno de Job e incluso en el caso de Jesucristo (Luc. 4:13). En definitiva y dado que la prueba no podemos soslayarla, ello nos lleva a preguntarnos cómo hacer para aguantarla sin que esta se nos lleve por delante; veamos para ello, unas palabras de Pablo que nos animan a profundizar más en las Escrituras:

Porque todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado, fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras, tengamos esperanza.” (Rom. 15:4).

Luego la pregunta que nos podríamos plantear, es la siguiente: ¿hay en la Escrituras algún relato de “tiempo pasado”, que nos lleve a entender lo que hay que hacer para salir victoriosos en nuestro particular enfrentamiento, ante un rival tan poderoso como es Satanás? Por supuesto que lo hay, pues mientras en el relato de Job se nos enseña que nuestro enemigo tiene un límite impuesto por Jehová y lo que nos da cierto margen de maniobra, hay otro que nos habla de la táctica a usar en ese enfrentamiento y que, encontrándose en 1 Sam. 17:1-58, nos habla de lo que conocemos como la victoria de David contra Goliat; y relato que marcando un antes y un después en la historia de Israel, fue preservado en las Escrituras y como hemos leído en las palabras de Pablo, para “nuestra instrucción” si lo analizamos con el detenimiento requerido. Historia que va más allá de lo que siempre se nos ha contado, eso es, de la victoria del débil sobre el poderoso…… y va más allá, dado que lo que se nos cuenta es porqué el débil venció al poderoso; y es que desde luego, para hablarnos solo de la valentía de David, no creemos que el tal relato fuera guardado en el libro sagrado, por lo que algún sentido práctico y aplicativo debe de tener para nosotros a día de hoy.

Y es que si el caso de Job nos es extremadamente instructivo, igualmente este episodio de la vida de la nación de Israel y protagonizado por el pastor David, cuya enseñanza práctica trasciende al relato en sí mismo…… por ello, queridos amigos y dado que el tema tiene “tela”, le dedicaremos un capítulo aparte para tratarlo en profundidad; mientras tanto, recréense con esa joya que es el libro de Job y sáquenle el máximo provecho.

MABEL

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