martes, 4 de marzo de 2014

El valor incalculable del contexto escritural.


Y es que desde este blog hemos repetido hasta la saciedad, el inmenso valor para entender las Escrituras que tiene no solo el saber leer correctamente, sino hacerlo teniendo siempre en cuenta el contexto bíblico, eso es, teniendo en cuenta lo que en otros lugares de la Biblia se nos dice acerca de un mismo tema, evento puntual o personaje del que se trate. Veremos como en el caso que vamos a exponerles, dicho contexto nos ayudará a resolver una inteligente pregunta que se nos ha hecho llegar y lo que ya demuestra que la persona que la ha formulado, lee con mucha atención; porque en el correo recibido se nos decía lo siguiente:

Quisiera hacerle una consultita respecto al artículo "120 ungidos"; lo estuve leyendo y me pareció muy explicativo y veraz, pero me surgió una duda respecto a esta parte, donde se nos cita lo siguiente: 

“Pero Pedro se puso de pie con los once y levantó la voz y les hizo esta expresión: “Varones de Judea y todos ustedes los que son habitantes de Jerusalén, séales conocido esto y presten oído a mis dichos. 15 Estos (refiriéndose a sus once compañeros y por tanto, incluyéndose él mismo, pero no a más personas), de hecho, no están borrachos, como suponen ustedes, pues es la hora tercera del día”.” (Hech. 2:14-15). (Acotación nuestra). 

Mi duda surge respecto a que si Felipe estaba, o no entre los once y si es el mismo Felipe que bautizo en agua a los habitantes de samaria, pero que no los pudo bautizar en espíritu santo, ya que tuvo que llamar a Pedro y Juan para que le impartiera dicho bautismo. Entonces la pregunta sería: Si Felipe estuvo en el pentecostés 33, en ese momento con los once ¿Por qué no podía impartir el bautismo en espíritu Santo? Es extraño este asunto.” (Negritas nuestras).

Última parte de este correo sobre el que queremos hacer una pequeña matización sin demasiada importancia, pues en nada cambia el sentido de las cosas; pero en este blog tenemos por costumbre, el ajustarnos al máximo al sentido de lo escrito para no perder en ningún momento la orientación de dicho registro: nada parece haber en las Escrituras, que nos indique que fue Felipe el que demandó la ayuda apostólica en esa situación, sino que lo que leemos en la escritura y en cualquier versión que se quiera elegir, va en el mismo sentido:

Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había aceptado la palabra de Dios, les despacharon a Pedro y a Juan; 15 y estos bajaron y oraron para que recibieran espíritu santo. 16 Porque todavía no había caído sobre ninguno de ellos, sino que solo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces se pusieron a imponerles las manos, y ellos empezaron a recibir espíritu santo.” (Hech. 8:14-17).

Luego todo da a entender, que estaríamos hablando de una iniciativa personal de los apóstoles, que al tener informes de lo ocurrido en Samaria decidieron mandar una comisión para poner las cosas en su sitio y lo que nos llevaría, a la segunda ocasión registrada en las Escrituras en que los apóstoles usaban su autoridad para bautizar en espíritu santo, eso es, el transferir a otros el ungimiento como Hijos de Dios y con ello, los poderes derivados de dicha condición. Pero dicho esto y volviendo al tema que nos ocupa, es cierto que la pregunta que se nos formula tiene su miga, porque resulta que entre los apóstoles figuraba un tal Felipe, según la relación que de estos nos dan las Escrituras:

Los nombres de los doce apóstoles son estos: Primero, Simón, al que llaman Pedro y Andrés su hermano; y Santiago, hijo de Zebedeo y Juan su hermano; 3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el recaudador de impuestos; Santiago hijo de Alfeo y Tadeo; 4 Simón el cananita y Judas Iscariote, el que más tarde lo traicionó.” (Mat. 10:2-4).

Nuestro amable comunicante también nos señala que ha buscado distintas fuentes de información y encontrándose con que en la inmensa mayoría de ellas se señala que el tal Felipe sí podía bautizar en espíritu santo y lo que nos podría llevar a pensar que el mencionado personaje era el apóstol aludido, algo que desmiente totalmente el registro escrito; pero veamos cómo nos lo explica nuestro amigo comunicante:

Y se me parte el cráneo, ya que buscando información prácticamente todos afirman que Felipe si podía impartir dicho Bautismo, menos usted, su amigo Mabel, en el artículo: UNA REFLEXIÓN SOBRE HECH. 9:17 y la biblia, que nos dan a entender, que él (Felipe) no podía impartir dicho bautismo en espíritu Santo.” (Negritas nuestras).

Sin embargo y digan lo que digan los “entendidos” actuales en una amplísima mayoría, las Escrituras son tajantes en el sentido de que el Felipe mencionado en el capítulo ocho del libro de Hechos de los Apóstoles (fuere quién fuere) no pudo impartir dicho bautismo y como reconoce nuestro comunicante a través de lo que lee en el registro sagrado; y siendo cierto también, que somos los únicos de tantos como escriben en Internet que afirmamos que a día de hoy no existen “ungidos” sobre la tierra, cuando vemos que todos esos autores que se auto-erigen en Hijos de Dios dicen lo contrario y afirmando además, que cualquiera que se bautice a día de hoy en el nombre de Jesucristo (eso es, aquellos que les siguen), ya es reconocido inmediatamente como tal y por lo que también está destinado a reinar con él en el milenio. Lo cual no deja de ser una salvajada como un templo y algo que se percibe cuando uno se hace la siguiente reflexión: si esto fuera así, ello significaría que la “iglesia” que dejó Cristo aquí en la tierra ha tenido continuidad en el tiempo hasta nuestros días; sin embargo, sorprendentemente, es público y notorio que desde el primer siglo en adelante desapareció de sobre la tierra toda capacidad de llevar a cabo obras poderosas como hacían en su momento los miembros de la misma…… y a pesar de que Jesucristo dijo esto:

Y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen las buenas nuevas a toda la creación. 16 El que crea y sea bautizado será salvo, más el que no crea será condenado. 17 Además, estas señales acompañarán a los que crean: Mediante el uso de mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas 18 y con las manos tomarán serpientes y si beben algo mortífero no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y estos sanarán”.

19 Entonces el Señor Jesús, después de haberles hablado, fue tomado arriba al cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Por consiguiente, ellos salieron y predicaron por todas partes, mientras el Señor obraba con ellos y apoyaba el mensaje por las señales que acompañaban a este.” (Mar. 16:15-20).

Luego la pregunta es obvia: si estamos hablando de la misma “iglesia” ¿por qué esos bautizados actuales no pueden desplegar dichos poderes como sus predecesores, si Jesús afirmó que sí lo harían? ¿Es que acaso resulta que todos esos “ungidos” que en nuestros días nos rodean por tierra, mar y aire, no creen en el mensaje que han recibido…… o más bien, resulta que el mensaje en el que creen no es el que apoya Jesucristo? Porque si estamos hablando de la misma “iglesia” y supuestamente del mismo mensaje o “evangelio” ¿por qué Jesucristo no la apoya ahora, como sí lo hizo en su momento? ¿O es que como decimos nosotros, no estamos más que ante una pandilla de “fantasmas” desvergonzados y títeres de Satanás, que intentan extraviar al “personal” (2 Ped. 2:1) y de ahí que Jesucristo no quiera saber nada de ellos?...... porque, o es eso, o resulta que Jesucristo nos mintió en esas palabras. Dicho lo cual, volvamos a la esencia de la cuestión que se nos ha presentado y en donde tendríamos que empezar por averiguar de qué Felipe estamos hablando…… si del que fue escogido como apóstol o del que se nos menciona en Hech. 6:5-6 y que recibió su ungimiento como Hijo de Dios a través de estos:

Y lo que se habló fue grato a toda la multitud y seleccionaron a Esteban, varón lleno de fe y de espíritu santo; y a Felipe y a Prócoro y a Nicanor y a Timón y a Parmenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía; 6 y los colocaron delante de los apóstoles y, después de haber orado, estos les impusieron las manos.”

Y que nos encontraríamos ante la primera transmisión de la condición de uno como Hijo de Dios y con los poderes que ella llevaba inherentes, es que solo se nos habla de la labor poderosa de Esteban, después de haber ocurrido dicha imposición de manos; no pasemos por alto el hecho de que dichas personas fueron escogidas por la multitud como varones que destacaban por sus cualidades espirituales y no por su obras poderosas, las cuales continuaban siendo llevadas a cabo solo por los apóstoles hasta ese mismo momento…… al menos, eso es lo que leemos:

Además, mediante las manos de los apóstoles continuaron efectuándose muchas señales y portentos presagiosos entre el pueblo; y todos estaban de común acuerdo en la columnata de Salomón (……) 17 Pero el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, la entonces existente secta de los saduceos, se levantaron llenos de celos 18 y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en el lugar público de custodia.” (Hech. 5:12; 17-18).

Entonces razonemos con lógica y sentido común, acerca de lo que hemos leído: si estas siete personas mencionadas y otros como ellos (según la inmensa mayoría de autores bíblicos), también hubieran estado llevando a cabo las obras poderosas que según el verso 12 solo hacían los apóstoles ¿por qué se puso en custodia solo a los apóstoles? Luego está claro que la conclusión lógica, no es otra que por ese entonces solo estos daban “problemas” con su actividad poderosa a la clase dirigente de los fariseos, mientras que esas personas empezaron de desarrollar esas facultades, cuando por mano de los tales recibieron la imposición de manos, eso es, cuando fueron bautizadas en espíritu santo por ellos y siendo por lo tanto, los primeros que adquirieron la condición de Hijos de Dios y los poderes que esta llevaba añadida, mediante la directa actuación sobre ellos de los apóstoles…… al menos, según se infiere del registro escritural. Pero dicho lo cual, veamos de qué Felipe estamos hablando y que está claro que no podía ser el apóstol conocido con ese nombre, pues el valioso contexto escritural nos da una información adicional y que descarta dicha posibilidad:

En aquel día se levantó gran persecución contra la congregación que estaba en Jerusalén; todos salvo los apóstoles fueron esparcidos por las regiones de Judea y de Samaria.” (Hech. 8:1).

Lo que vemos entonces, es que los apóstoles no salieron de Jerusalén a causa de dicha persecución y por lo que el Felipe mencionado, solo podía ser el que recibió de manos de los apóstoles la unción como Hijo de Dios; y algo que nos deja claro el siguiente pasaje:

No obstante, los que habían sido esparcidos iban por la tierra declarando las buenas nuevas de la palabra. 5 Felipe, uno de estos (eso es, de los que habían sido esparcidos, luego no podía ser el apóstol, pues ya hemos visto que estos no abandonaron Jerusalén), bajó a la ciudad de Samaria y se puso a predicarles al Cristo. 6 Las muchedumbres prestaban atención de común acuerdo a las cosas que Felipe decía, mientras escuchaban y miraban las señales que él ejecutaba. 7 Porque había muchos que tenían espíritus inmundos y estos clamaban con voz fuerte y salían. Además, muchos paralíticos y cojos fueron curados. 8 De modo que llegó a haber mucho gozo en aquella ciudad.” (Acotación nuestra).

Información adicional, nos corrobora que este poderoso personaje nada tenía que ver con el apóstol de dicho nombre, pues de él se nos dice lo siguiente, ya transcurrido algún tiempo después del suceso narrado (unos 20 años) y en uno de los viajes de Pablo:

Entonces completamos la navegación desde Tiro y llegamos a Tolemaida y saludamos a los hermanos y nos quedamos con ellos un día. 8 Al día siguiente, partimos y llegamos a Cesárea y entramos en casa de Felipe el evangelizador (luego no se le reconoce como apóstol), que era uno de los siete hombres (los mencionados en Hech. 6:5-6) y nos quedamos con él.” (Hech. 21:7-8). (Acotaciones nuestras).

Por lo que queda claro y como respuesta a la pregunta formulada por nuestro comunicante, que el tal Felipe no formaba parte de los doce que recibieron el bautismo de espíritu santo directamente de Jesucristo el Pentecostés de 33 E.C. y por lo que no tenía la autoridad de impartir dicho bautismo, como no la tuvieron jamás aquellos que recibieron dicho bautismo mediante la imposición de manos de los apóstoles; porque eso es lo que nos dicen las Escrituras, fundamentalmente en ese capítulo ocho del libro de Hechos de los Apóstoles, en dónde se nos habla de cómo se producían las cosas dentro de la primitiva congregación cristiana y que nos sirven de referente, pues esto es lo que leemos en las Escrituras:

Porque todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.” (Rom. 15:4).

Eso es, que ese relato del libro de Hechos de los Apóstoles, es una clara indicación de cómo funcionaban las cosas dentro de la congragación cristiana y por lo tanto, una muestra o patrón a seguir sobre cómo tenemos que entender nosotros lo que leemos…… o lo que es lo mismo, que es el valioso contexto escritural el que nos dice cómo son las cosas y no nuestro particular entendimiento de cómo estas podrían ser; y es que parafraseando a Santiago, se podría establecer que el contexto en las Escrituras, tiene el mismo valor que el timón de un gran barco:

¡Miren! Hasta los barcos, aunque son tan grandes y son impelidos por vientos recios, son dirigidos por un timón muy pequeño a donde la inclinación del timonel lo desea.” (Sant. 3:4).

Y es esa pequeña pieza, comparativamente hablando y que en el estudio del texto sagrado equivale al “contexto” de este, la que nos dirige al entendimiento correcto por ese proceloso mar que son las Escrituras y que nos permiten a aquellos que la tenemos en cuenta, siempre ir en la misma línea y ajustada a la dirección correcta…… y de ahí, que nuestro comunicante reconozca que nosotros decimos lo contrario de lo que dicen la inmensa mayoría de autores bíblicos y sin que sean estos capaces de rebatir nuestros planteamientos con cierta solvencia, al menos hasta el momento: y es que mientras ellos ajustan el contenido escritural a su particular manera de ver las cosas, nosotros ajustamos nuestra manera de ver las cosas a lo que nos indica el registro escritural; de ahí que desde que empezamos con este blog, nuestros artículos siempre han ido en una sola dirección (siempre hemos dicho lo mismo), al contrario de muchísimos otros autores que hoy enseñan una cosa y mañana la contraria. Y para no ir más lejos, veamos el caso de un autor y que no es más que el fiel reflejo de lo que dicen la mayoría, que en un reciente video/artículo nos acaba de decir que el “anticristo” será probablemente un hebreo, renegado, eso sí, pero hebreo al fin y al cabo, cuando resulta que tiene publicados en su blog varios artículos que apuntan a que dicho personaje será de ascendencia asiria; cierto es que dichos escritos son de otros autores, pero no es menos cierto que los tiene publicados en su blog y sin anotación alguna que rebata dicha idea, por lo que habría que pensar que está de acuerdo con lo publicado…… desde luego a nosotros no se nos ocurriría ni por el forro, publicar en nuestro algo que fuera contrario a la línea editorial del mismo.

O como en cierto momento, dicho personaje también defendía que los notables del AT (los Abraham, Moisés, David, Daniel, etc. etc. etc.) reinarán junto a los santos del NT, para decirnos de pronto que solo lo harán (el reinar con Cristo) aquellos que enfrenten al “anticristo”, a la “bestia” y al “falso profeta” de Rev. 13 y no permitan el ser sellados con la “marca” de dicha “bestia” y para lo que usa como argumento demostrativo Rev. 20:4……evento, recuerden, que aún está en el futuro; ello, lógicamente, elimina de reinar con Cristo y de un plumazo, no solo a los mencionados notables del AT, sino a los mismísimos apóstoles de Jesús, pues estos no podrán enfrentar al “anticristo”, ni a la bestia, ni al falso profeta al haber muerto hace siglos y por lo que no podrán demostrar su fidelidad al grado de enfrentar la muerte antes que dejar ser marcados por la “bestia” y ganar con ello un trono al lado de Cristo en el reino de Dios. Disparate que coloca a su autor en un callejón sin salida, pues fue precisamente con estos, con los que Jesús estableció expresamente el pacto por un reino:

Sin embargo, ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas; 29 y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino, 30 para que coman y beban a mi mesa en mi reino y se sienten sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.” (Luc. 22:28-30).

¿Y por qué se produce ese zigzagueante entendimiento de decir hoy una cosa, mañana otra y pasado mañana, ni la una ni la otra, sino toda la contraria? Pues porque dicho caballero no tiene ni remota idea de lo que es contexto escritural, pues lo desconoce totalmente y lo que le lleva a publicar cada día, en función del pie con el que se levante. Porque en el caso que les hemos señalado sobre la procedencia del “anticristo”, hay dos pasajes que nos la muestran claramente, si uno tiene cierta idea de lo que se lleva entre manos; el primero es el siguiente:

Porque en aquel día (en la “gran tribulación” por venir) ellos rechazarán cada cual sus dioses de plata inútiles y sus dioses de oro que nada valen, que las manos de ustedes han hecho para ustedes como pecado. 8 Y el asirio (el “anticristo”) tiene que caer a espada, no la de un hombre; y una espada, no la del hombre terrestre, lo devorará (en clara alusión a la batalla de Armagedón y que peleará Jesucristo y sus leales, contra el “anticristo” y sus huestes)……” (Isa. 31:7-8). (Acotaciones nuestras).

Por lo que está claro que el personaje en cuestión tiene que ser de ascendencia asiria, pues eso es lo que nos dicen las Escrituras; pero es que además, tenemos otro pasaje que cuando uno lo entiende correctamente (para ello hay que saber leer y el autor mencionado no parece ser un experto en ello), corrobora la etnia de dicho personaje apocalíptico; veamos lo que se lee en Dan. 9:26-27:

Y después de las sesenta y dos semanas Mesías será cortado, con nada para sí. Y a la ciudad y al lugar santo, el pueblo de un caudillo que viene los arruinará. Y el fin del tal será por la inundación. Y hasta el fin habrá guerra; lo que está decidido es desolaciones. 

27 Y él (el caudillo mencionado que “viene”, eso es, el “anticristo”) tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana; y a la mitad de la semana hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva.” (Acotación nuestra).

Luego el “caudillo” en cuestión, solo puede ser un poderoso personaje que asumirá el rol de “anticristo”; pero noten que se nos dice “que el pueblo de un caudillo que viene”, eso es, la etnia o nación de la que procederá dicho caudillo, es el que arruinará “a la ciudad y al lugar santo”…… luego la pregunta es obligada ¿qué pueblo fue el que arruinó Jerusalén y su Templo? Obviamente, no fue el pueblo hebreo el que se arruinó a sí mismo en el año 70 E.C., por lo que el personaje en cuestión no puede ser de origen hebreo de ninguna manera y según nos indica el autor mencionado. Es cierto, por otra parte, que en los anales de la historia se escribe que fue el pueblo “romano” el que se llevó la gloria, pero hay que tener en cuenta ciertos datos históricos, al menos hasta donde nosotros los conocemos: al extender Roma su imperio y ante la dificultad de proveer tropas para cubrir todo el territorio conquistado, se empezó a contratar mercenarios nativos de los lugares que tenían bajo su dominio y a los que se les daba la ciudadanía romana, lo que conllevaba ciertos privilegios y que eran muy apreciados por el “personal”; por ello las legiones “romanas” que atacaron Jerusalén (la V Macedónica, la X Fretensis, la XII Fulminata y la XV Apollinaris) no eran de origen itálico, sino que estaban compuestas a excepción de sus oficiales de rango, de personas naturales del terreno y por lo tanto, de origen asirio (árabes, en definitiva), ya que las legiones que marcharon sobre Judea estaban acantonadas al norte de Israel y en el territorio que un día estuvo dominado por Asiria y por lo que la población era fundamentalmente de etnia asiria y que odiaban a Israel a muerte…… más o menos y salvando las distancias, algo parecido a lo que nos encontramos a día de hoy.

Entonces tenemos que el “pueblo”, como etnia, que peleo contra Israel no fueron las disciplinadas milicias itálicas y que dieron fama a Roma, sino levas de origen árabe y de ahí que a pesar de la orden expresa de su general Tito de no dañar el Templo bajo ningún concepto y evitar un excesivo derramamiento de sangre, dicha orden fue totalmente desobedecida al tener ese “pueblo” ante sí la ocasión de vengarse de los odiados judíos; solo eso puede explicar la brutalidad y ferocidad con que se emplearon las huestes invasoras, cuyas levas no pudieron ser contenidas ni por sus oficiales de alto rango, ni siquiera por una orden directa de su general. Luego de ese “pueblo” o etnia procederá el “anticristo” y por lo que, proponer que el personaje en cuestión puede ser de origen hebreo, es sencillamente ignorar el contexto bíblico.

Por lo que queda claro, que cuando uno se deja “dirigir” por ese simbólico timón que es el contexto escritural, en su navegar por ese proceloso mar que son las Escrituras en busca del entendimiento bíblico, el rumbo es unidireccional, firme y correcto; y ello nos ha permitido averiguar, que el Felipe de Hech. 8 no se contaba entre los apóstoles que recibieron el bautismo en espíritu santo del propio Jesucristo, sino entre los primeros que lo recibieron de manos de los apóstoles…… y por ello no pudo transmitir dicho bautismo a aquellos a los que había convertido y bautizado con agua. Si ello es así y así es según nos dicen las Escrituras, tampoco y siguiendo el mismo hilo argumental, pudo Ananías bautizar en espíritu santo a Pablo y extremo que nos ha sido discutido en alguna ocasión por el autor al que hemos hecho referencia; y es que si un poderoso Hijo de Dios como demostró ser Felipe no pudo hacer eso ¿cómo se puede entender que sí lo hubiera podido hacer con Pablo el tal Ananías? También, gracias a tan valioso “timón”, hemos podido llegar con éxito al final de nuestra singladura, averiguando que el personaje “anticristo” no puede ser un hebreo, como absurdamente se nos ha querido intentar hacer creer…… y es que lo dicho: si en nuestro viaje en pos del verdadero conocimiento bíblico, no nos dejamos guiar por ese maravilloso “timón” que es el contexto escritural, nunca llegaremos a buen puerto.

MABEL

No hay comentarios:

Publicar un comentario