lunes, 16 de agosto de 2010

El arte de reflexionar...... y la Biblia

Si usted busca en un diccionario la palabra “reflexionar”, leerá que significa “Considerar detenidamente algo”. Y eso le anima a usted, por lo menos lo intenta, a analizar con atención cualquier tipo de información que se ponga a su alcance, bien sea de forma impresa, por palabra o mediante imagen. En todo caso, la finalidad última de la misma es transmitirle una idea o mensaje y que de alguna manera, condiciona o puede condicionar su vida. A usted se le intenta convencer, por ejemplo y mediante tales medios, desde el dentífrico que tiene que usar, hasta cual es el mejor candidato político que tiene que elegir (en un sistema democrático, obviamente) para que le “arregle” la vida, pasando por el automóvil que le hará ser la envidia de su vecindario, o el lugar más idóneo donde pasar sus vacaciones y sí mucho nos apura, hasta de cuál es la pareja ideal para usted, si aún no la tiene, por supuesto. Y siendo estas cosas relativamente importantes en el día a día de una persona, le vamos a hablar de otra determinada información que puede llegar hasta usted, muchísimo más importante y sobre todo, determinante, ya que la misma sí tiene repercusión directa en cómo dirige usted su vida y en las consecuencias que de ello va a derivar. Le estamos hablando de la información que nos habla de los propósitos de Dios para con su creación humana y registrados en Su Palabra, La Biblia. Sobre esa información, sí es urgente y necesario reflexionar con seriedad: en ello y sin ánimo de exagerar, nos va la vida a cada uno. Por eso Jesús en su momento, nos aconsejó lo siguiente: “Por lo tanto, presten atención a cómo escuchan……” (Luc. 8:18a). Veamos.

Cuando Jesús estuvo aquí en la Tierra, dijo unas palabras que como mínimo, nos tendrían que hacer pensar un poco. Las encontramos en Juan 8:32 y dicen así: “…… y conocerán la verdad y la verdad los libertará.” Luego y quedándonos con la idea primaria de esa frase, entendemos que el conocer la verdad (no una mentira, una media verdad o una verdad adulterada), reporta grandes beneficios para aquellos que lo consiguen. Pero resulta que Jesús también nos habló de la aparición, durante los últimos días de la existencia de este sistema de cosas tal y como lo conocemos y que tienen que ver con los tiempos actuales, de una gran cantidad de personas que afirmarían hablar en su nombre:

Respondió Jesús y les dijo: Mirad que nadie os engañe; 5 porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: "Yo soy el Cristo" y engañarán a muchos.” (Mat. 24:4-5).

Y recordemos que en ese contexto, Jesús daba atención a sus discípulos, acerca de una pregunta que le formularon y cuya respuesta tenía que ver con señales en forma de sucesos, que de forma progresiva iban a ocurrir en la Tierra y que culminarían con su segunda venida. Luego, a continuación de las palabras citadas y continuando con el versículo 6, Jesús pasa a enumerar los dramáticos acontecimientos que iba a enfrentar la humanidad.

Luego reflexionemos detenidamente sobre lo que nos quieren decir esas palabras del pasaje de Mateo. De entrada, vemos que del primer peligro que Jesús nos alerta, con ser muy graves los que tenían que venir, es el de ser engañados; ahora bien, la pregunta es: engañados ¿por quién y sobre qué? Pues en lo que respecta al quién, evidentemente por aquellos que afirmarían venir en su nombre y que si usted presta un poco de atención, se dará cuenta de que todos aquellos que hoy nos hablan del propósito de Dios para la humanidad, en cualquier medio de difusión, afirman sin lugar a dudas ser personas “escogidas” o “ungidas” por Dios, o sea, venir en su nombre y de esos, es de los que precisamente Jesús nos advirtió. ¿Y sobre qué nos podrían engañar? Pues ya que afirman venir en “su nombre”, evidentemente nos pueden engañar (de hecho lo consiguen sobre muchos), acerca del mensaje que Jesús vino a transmitir y que conocemos como “evangelio” y lo cual significa sencillamente, buenas nuevas o buenas noticias, como usted prefiera. Y que no es casualidad, que sea en estos tiempos, cuando proliferen ese tipo de personas, ya que el libre acceso a un medio de difusión como es Internet, permite que hasta algún descerebrado se meta a maestro bíblico y se crea “señalado” por el dedo de Dios. Y siendo cierto que cada uno de ellos afirma ser un verdadero “ungido”, en detrimento de otros que, faltaría más, son falsos e impostores, eso nos crea a nosotros, los que vemos el espectáculo a cierta distancia, un problema de identificación, ¿no es así?

Pero podemos solucionar esta cuestión, partiendo de dos premisas: la primera y más importante por supuesto, es que a día de hoy y de momento, Dios no tiene a nadie en la Tierra que le represente y la segunda, hacer caso a lo que Jesús nos aconsejó: prestar mucha atención a cómo escuchamos, o lo que es lo mismo, reflexionar con detenimiento y a la luz de las Escrituras, sobre la veracidad de sus enseñanzas y que determinarán si son, o no, verdaderos representantes de Jehová. Veamos por ejemplo, una de ellas, en la cual está de acuerdo el 99.99% de todos eso señores que se auto-proclaman “ungidos” y que nos la ofrecen como genuina enseñanza de Jesús y que tiene que ver, con la esperanza de la resurrección. En Juan 5:28-29, se nos dice lo siguiente:

No os asombréis de esto, porque vendrá la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz 29 y saldrán, los que hicieron el bien para la resurrección de vida, pero los que practicaron el mal para la resurrección de condenación.”

Y según esos señores, lo que nos quiso decir Jesús, ya que en su nombre afirman hablar, es que habrá una primera resurrección para aquellos que tienen el favor de Dios, para vida y una segunda al cabo de mil años, para condenación o destrucción eterna de aquellos que no lo tienen. Pero claro, usted que siguiendo la sugerencia que nos hizo Jesús, está reflexionando atentamente sobre lo que le están contando, se da cuenta de que algo no cuadra; porque lo que en ese pasaje estamos leyendo, es que al sonido de la voz salen todos y no, ahora unos y pasados mil años, otros. Eso no lo dice el pasaje, es más, ni siquiera lo da a entender, ya que Jesús lo único que dice es “que vendrá la hora”, pero no nos dice ni cuando, ni cómo, ni dónde. Luego de lo que aquí se nos estaría hablando, según una correcta lectura del mismo y leyéndolo tal cual está escrito, es de una sola resurrección con dos retribuciones distintas, una de vida y otra de muerte y dependiendo naturalmente, de la actitud de cada individuo, lo cual estaría de acuerdo, con lo dicho por Pablo en Hechos 24:15:

“…… y tengo esperanza en cuanto a Dios, esperanza que estos mismos también abrigan, de que va a haber resurrección así de justos como de injustos.”

Y en donde por cierto, tampoco se aprecia por ningún lado, la existencia de un período de mil años entre ambas resurrecciones. Y lo mismo aplica a Dan. 12:2, que también usan esos señores para apoyar su disparatado planteamiento. Luego, ¿de dónde sacan el argumento, de los mil años intermedios? Pero leamos ahora Rev. 20:4-6:

Y vi tronos y hubo quienes se sentaron en ellos y se les dio poder para juzgar. Sí, vi las almas de los que fueron ejecutados con hacha por el testimonio que dieron de Jesús y por hablar acerca de Dios y los que no habían adorado ni a la bestia salvaje ni a su imagen y que no habían recibido la marca sobre la frente ni sobre la mano. Y llegaron a vivir y reinaron con el Cristo por mil años. 5 (Los demás de los muertos no llegaron a vivir sino hasta que se terminaron los mil años.) Ésta es la primera resurrección. 6 Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.”

Y como pueden observar, el tal argumento tiene su base en la primera frase del verso 5 y que nada tiene que ver en esa porción del pasaje, con una resurrección física, porque de lo que se nos habla, es de la calidad de la tal resurrección y no siendo otra cosa, que una simple acotación explicativa. Pero los pormenores de esa circunstancia se los contaremos en un próximo estudio y en el que nos limitaremos concretamente a analizar ese pasaje. Pero ahora, pasemos al meollo del asunto y limitémonos a ver qué pasaría, de aceptar como buena la teoría interpretativa de esos señores, acerca de esas dos resurrecciones separadas, según ellos, por un espacio de tiempo de mil años.

En primer lugar, lo que nos dice el versículo 6 de ese pasaje de Rev. 20, es que las personas que participan de esa primera resurrección, resucitan ya con el derecho a la vida eterna, puesto que “la muerte segunda no tiene autoridad sobre ellos”, lo que nos muestra, que ya disfrutan de la plena aprobación del Altísimo. Por otra parte, también se nos dice que por mil años, gobernarán con Cristo en calidad de reyes y sacerdotes, dos atributos concedidos por Jehová y que se supone, para ser usados sobre alguien. O sea y para entendernos: que han de reinar durante mil años sobre alguien, así como que durante ese tiempo, han de extender los beneficios de su labor sacerdotal, también sobre alguien. Vemos por otra parte, que esos personajes aparecen en el momento de tomar posesión “de sus tronos”, según el inicio del verso 4, lo cual nos indicaría que estamos en el preciso momento de dar comienzo a dicho período milenario. Luego la pregunta que se nos plantea, es la siguiente: si solo es al final de esos mil años que se produce una segunda resurrección y que es además, para condenación o destrucción eterna, ¿sobre quiénes reinan como reyes y sobre quien ejercen su labor sacerdotal, durante esos mil años? Y si ahí ya se nos presenta un problema, la cosa no hace más que empezar, porque veamos cómo se nos plantea otro.

Y es que siguiendo el consejo de Jesús, de prestar atención a “cómo escuchamos”, nos hemos detenido por un momento, en averiguar cuál era la labor de un sacerdote en tiempos pre-cristianos y nos ha salido esto: antes de que se fundara la congregación cristiana, los sacerdotes eran para los verdaderos adoradores de Dios los representantes de Jehová ante el pueblo y los encargados de instruirlo acerca de Él y Sus leyes. A su vez, representaban al pueblo ante Dios mediante la presentación de sacrificios, intercesiones y ruegos. Heb. 5:1 dice a este respecto:

Todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es nombrado a favor de los hombres sobre las cosas que tienen que ver con Dios, para que ofrezca dádivas y sacrificios por los pecados”.

Luego la burrada interpretativa de esos señores aumenta de tamaño y color, porque veamos: si Jehová capacita a esas personas salidas de una primera resurrección, para una labor sacerdotal y mediadora durante ese período de mil años, ello solo puede significar que durante ese tiempo han de aparecer personas que no teniendo aún el favor de Jehová, precisarán de su labor sacerdotal y mediadora para alcanzarlo, ¿o no es así? Porque la única explicación razonable por la cual Jehová podría dotar con esos atributos sacerdotales, a los que con Cristo han de gobernar, sería para que los usaran en beneficio de alguien y con un propósito determinado. Y que razonablemente solo podría ser, el de restaurar a esos “alguien” de nuevo a Su favor, de lo contrario ¿qué sentido tendría el que se les hubiera investido de los tales atributos? Pero claro, recordemos que esos “Cristos”, nos hablan de una resurrección para vida al inicio del milenio, para los justos y otra al término de los mil años, de condenación eterna para los injustos. Entonces, ¿de dónde saldrán esas personas que se han de beneficiar de los citados servicios sacerdotales, durante ese período de tiempo? Y ahí dejamos la cuestión, para ver si alguno de esos “ungidos” que nos hablan “en nombre” de Jesucristo, tiene a bien resolvernos esos dos “pequeños” problemas.

Pero es que ahí no acaba la cosa, ya que por otra parte y aceptando como cierta dicha enseñanza, nos encontramos con otro sinsentido: ¿sobre qué base, son condenadas a destrucción eterna en el “lago de fuego”, esas personas que aparecen en la segunda resurrección al final de los mil años? Por lo que hicieron mientras estaban con vida, desde luego no, porque con su muerte ya han pagado la culpa. Para ver que eso es así, leamos en principio las palabras de Jehová a Adán, según Gén. 2:17:

“Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás

Y lo cual nos muestra, en primer lugar, que la muerte es lo contrario de la vida, ya que de lo que se le advierte a Adán, es de que se le quitaría aquello que poseía, como pago por el mal cometido. Y si Adán antes de su creación no existía, si le quitaban la vida que Jehová le había dado, como pago por el pecado, volvería a la condición anterior, o sea, a la no existencia; luego una cosa, la vida, es la contraria de la otra, la muerte. Pero también nos muestra, que ese era entonces el precio a pagar por el pecado: la pérdida de la vida o la vuelta a la no existencia. Y confirmando lo correcto de la conclusión a la que hemos llegado, leemos que “el salario que el pecado paga es muerte…..” (Rom. 6:33a); luego cuando uno muere, ha liquidado ya su deuda y por tanto queda libre, absuelto, liberado o redimido de su pecado, según la traducción que usted use y a tenor de lo que de nuevo Pablo nos cuenta en el verso 7, de ese mismo capítulo: “Porque el que ha muerto, ha sido absuelto de su pecado.” Luego repetimos la pregunta: ¿sobre qué base entonces, se levanta a personas de la muerte y se las lleva directamente a un juicio de condenación, con resultado de destrucción eterna? ¿De qué pecado o delito se les acusa y castiga? Otra cuestión, que esos “portavoces” de Jesucristo nos tendrían que aclarar.

Consideremos otro disparate que se produciría, de ser la tal enseñanza, como nos la pintan esos “ungidos” que afirman hablarnos en nombre de Jesucristo. Según Rev. 20:6, todos los que participan de esa primera resurrección, pasan a convertirse en gobernantes asociados con Jesucristo en ese reino milenario; sin embargo, el propio Jesucristo afirmó, que Juan el Bautizante no estaría en ese gobierno del reino; veamos:

En verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él.” (Mat. 11:11).

Y si de nuevo atendemos el consejo de Jesús y hacemos un ejercicio de reflexión sobre este pasaje, nos encontramos con lo siguiente: si entre los nacidos de mujer, no había uno mayor que Juan y sin embargo, el menor en dicho reino era mayor que él, ello significaría que Juan no estará entre esos gobernantes y por tanto, no participa de esa primera resurrección. Y la esperpéntica cuestión que se nos plantea, es que tendríamos que colocar a Juan en una segunda resurrección para destrucción eterna, porque claro, si solo hay dos y no puede participar en la primera …… pues ustedes mismos. Pero es que ese sinsentido, consecuencia de tan disparatada interpretación de Juan 5:28-29 por parte de esos “iluminados” voceros de Cristo, tiene otra derivada, porque ¿qué ocurre, si continuamos con nuestra reflexión sobre Mat. 11:11?

Pues que llegamos al siguiente punto: si según Jesús, Juan era el mayor entre los nacidos de mujer, lógicamente sería mayor, que los Noé, Lot, Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Josué, David, Isaías, Ezequiel, Daniel, Joel, Abel, Job, etc., etc., etc. Luego si esos personajes y según Jesús, eran menores que Juan, evidentemente ellos tampoco podrían participar de esa primera resurrección y en la que participan, recordémoslo, solo aquellos que han de reinar con Cristo. Entonces solo les queda un destino: la segunda resurrección para destrucción eterna en el lago de fuego y azufre. Y ustedes, probablemente a estas alturas de la película, ya empiezan a darse cuenta de la animalada interpretativa que nos están contado esos señores “ungidos” (o “Cristos”) con respecto de Juan 5:28-29, ¿no es así? Pero es que hay más razones, que nos reafirman en esa opinión (de que es una animalada, claro está), ya que si continuamos reflexionando y acudimos a otros textos que conocemos de las Escrituras y que tienen relación con este tema, veremos que Jesús en cierta ocasión, mencionó dos requisitos indispensables y sin los cuales, por tanto, no se podía acceder al reino en calidad de gobernante:

“Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:5).

Entonces vemos que Jesús, dejo la cosa meridianamente clara y sin lugar a dudas ¿no es así? Pero teniendo en cuenta, que los tales requisitos, solo estuvieron accesibles a partir del Pentecostés de 33 E.C., cuando fue derramado el Espíritu Santo sobre los doce apóstoles, lógicamente dichos requisitos no estaban en posesión de esos personajes citados del AT, con lo cual, no podían participar de ese gobierno del reino y por lo tanto, obviamente, ser levantados en una primera resurrección…… y solo nos queda otra resurrección: la segunda para destrucción eterna, luego, ¿qué hacemos, queridos “Cristos”? ¿Es razonable pensar, el que esas personas que murieron en el favor de Jehová, merezcan el juicio condenatorio de esa segunda resurrección? Evidentemente y según nuestra opinión, de ninguna manera, pero es que si seguimos el hilo conductor de la disparatada interpretación que esos señores hacen de Juan 5:28-29, eso es todo lo que nos sale. Y si no, que nos lo vuelvan a explicar bien explicado, para ver si conseguimos entender algo.

Luego todo considerado, lo que sí queda claro, es que todos esos señores pertenecen a esa clase señalada en su momento por Jesús, de falsos ungidos o “Cristos”, maestros falsos y que sin pudor alguno, se arrogarían el hablar en su nombre y que en los días finales, aparecerían como las setas después de la lluvia y cuya enseñanza estaría orientada a engañar, enmascarando o tergiversando la verdad. Y es que en realidad, lo sepan o no (nosotros no imputamos intencionalidad), están al servicio de Satanás, apartando a las personas del verdadero significado de las Escrituras. Porque en lo relativo a esta enseñanza de Juan 5:28-29 que hemos analizado, ha quedado claro que esto no puede ser de ninguna manera lo que dice la Biblia, a la luz de las incongruentes y disparatadas situaciones que genera. Por lo tanto y de tener nosotros razón, cualquier enseñanza que proceda de esas personas, tiene que ser puesta en cuarentena, por la siguiente razón:

Cuando llegue el ayudante que yo enviaré a ustedes del Padre, el espíritu de la verdad, que procede del Padre, ese dará testimonio acerca de mí.” (Juan 15:26).

Luego vemos que Jesús prometió enviar a sus verdaderos seguidores, el Espíritu de la Verdad, que daría testimonio de Él, en el sentido de que estaba apoyándoles y cosa que se manifestaría por la veracidad del contenido de sus mensajes. Cuando dichos supuestos seguidores, como es el caso, no hablan la verdad, manifiestan no poseer dicho Espíritu de Verdad y por lo tanto, no gozar del apoyo de Jesucristo: son falsos maestros. Son sencillamente personas a las que Jesucristo en su momento, bien pudiera decirles aquello de......

No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre y en tu nombre expulsamos demonios y en tu nombre ejecutamos muchas obras poderosas?”. 23 Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obradores del desafuero.” (Mat. 7:21-23).

Y lo grave de la situación, es que podemos ser engañados por esas personas, a menos que seamos muy prudentes y cautelosos, en cuanto a aceptar ese tipo de enseñanzas fraudulentas y tengamos perfectamente claro, que solo se puede conseguir el favor de Jehová, si uno está al tanto de la verdad:

Santifícalos por medio de la verdad; tu palabra es la verdad.” (Juan 14:17).

Luego solo se alcanza la santificación o el ser aceptos a Dios, a través de la verdad. O sea y para entendernos: no a través de la enseñanzas disparadas que engendran esos engañosos y falsos maestros, sino a través de la lectura y del correspondiente reflexivo análisis del contenido bíblico y que le ayudará además, a desenmascarar a esos agentes de Satanás y no ser víctima de sus falsas enseñanzas. Judas los definió como a “rocas escondidas bajo agua en sus fiestas de amor mientras banquetean con ustedes, pastores que se apacientan a sí mismos sin temor; nubes sin agua llevadas de acá para allá por los vientos; árboles a finales del otoño, pero sin fruto, que han muerto dos veces, que han sido arrancados de raíz; 13 olas bravas del mar, que lanzan como espuma sus propias causas de vergüenza; estrellas sin rumbo fijo, para las cuales la negrura de la oscuridad permanece reservada para siempre.” (Judas 12-13)...... o ya nos explicarán, de qué nos estaba hablando Judas.

Por lo tanto uno, si quiere escapar de las artimañas de Satanás y que usa de esas personas para conseguir sus fines de extraviar, siga el consejo de Jesús: reflexione profundamente en lo que lee, contrástelo con las Escrituras y a partir de ahí, saque conclusiones. Y permítannos una pequeña aseveración: nosotros, los autores de este blog, no nos consideramos ungidos. No somos más que unas personas que como usted, leemos la Biblia porque nos gusta conocer y aprender de Jehová y que cualquier enseñanza al respecto, eso sí, la leemos con atención, pero la pasamos por el filtro de la lógica, del sentido común y del razonamiento coherente y siempre tomando como punto de referencia el contenido del registro bíblico. Por eso nos damos cuenta de las barbaridades que esos señores perpetran y por ello las podemos denunciar; y si estamos equivocados (no deja de ser una posibilidad), a ver quién de esos “Cristos” es capaz de explicar de forma razonable y sin insultar (sabemos porque lo decimos), las contradicciones que hemos puesto de relieve, en cuanto a esa concreta y disparatada enseñanza sobre Juan 5:28-29. Pero mucho nos tememos, que ninguno de ellos se pronunciará al respecto y con lo cual, por aquello de que “quién calla, otorga”, quedará probado que tenemos razón.

MABEL

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