El valor de una respuesta
Antes de pasar a explicarles el porqué del título de este artículo, permítanme una aclaración, un tanto extensa ciertamente, pero que creo pertinente para ponernos en situación. Veamos: uno de los problemas más acuciantes a los que se enfrentó el apóstol Pablo, fue sin duda alguna el de los “falsos maestros” citados en las Escrituras y no tanto, evidentemente, por lo que a él directamente le pudieran afectar, sino por cómo podían afectar a otras personas en su intento de alcanzar un conocimiento correcto, acerca de Jehová y su propósito. Pablo era consciente de la necesidad de un conocimiento pleno de la verdad, como voluntad expresa del Altísimo:
“Esto es bueno y aceptable delante de Dios nuestro Salvador, 4 quien quiere que todos los hombres sean salvos y que lleguen al conocimiento de la verdad.” (1 Tim. 2:3-4).
Y no es asunto de tomarse a la ligera dicho consejo, ya que en cierta ocasión Jesús y dirigiéndose a sus discípulos, dijo lo siguiente:
“Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.” (Juan 17:3).
Luego, haciendo un compendio de los dos textos, nos damos cuenta que el tener un conocimiento de la verdad con respecto del propósito de nuestro Creador y el papel que en el mismo juega su Hijo Jesucristo, es fundamental para poder conseguir la vida eterna. Y la influencia de los falsos maestros, con sus falsas enseñanzas, evidentemente era y continúa siendo, nociva para la consecución de este logro. Con eso en mente, es fácil entender la preocupación de Pablo, así como la de Pedro o Juan, entre otros, acerca de la proliferación de los falsos maestros en su día y por el peligro que ellos significaban:
“Sin embargo, llegó a haber también falsos profetas entre el pueblo, como también habrá falsos maestros entre ustedes. Estos mismísimos introducirán calladamente sectas destructivas y repudiarán hasta al dueño que los compró, trayendo sobre sí mismos destrucción acelerada.” (2 Ped. 2:1).
Luego la consecuencia, sería la proliferación de enseñanzas divisivas y por tanto, destructivas; y por si se pregunta para cuándo había de suceder todo esto, no tiene más que leer lo que dijo Pablo:
“Sin embargo, la expresión inspirada dice definitivamente que en períodos posteriores algunos se apartarán de la fe, prestando atención a expresiones inspiradas que extravían y a enseñanzas de demonios.” (1 Tim. 4.1).
Y aunque en principio esos tiempos posteriores, empezaron a tomar cuerpo sobre el final del primer siglo, ya en pleno declive de la vida de los apóstoles y que alcanzó su máximo esplendor, a partir de la muerte del último de ellos (Juan), también es cierto que Jesús profetizó lo mismo, pero corregido y aumentado, cuando dio respuesta a una pregunta de sus discípulos y que tenía relación directa con nuestros actuales tiempos. Analicémoslo con un poco de atención, dada su importancia para nosotros y veamos lo que ocurrió.
“Estando él sentado en el monte de los Olivos, se acercaron a él los discípulos privadamente y dijeron: “Dinos: ¿Cuándo serán estas cosas y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas? 4 Y en contestación, Jesús les dijo: “Cuidado que nadie los extravíe; 5 porque muchos vendrán sobre la base de mi nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo” y extraviarán a muchos.” (Mat. 24:3-5).
A continuación, Jesús les pasa a referir otras circunstancias calamitosas que se producirían y en una secuencia progresiva que terminaría con la destrucción de aquella parte de la humanidad, que hasta el último momento, manifestara una actitud rebelde hacia su Creador. Ahora bien ¿se han fijado, cuál fue la primera cosa de la que Jesús les dijo que tenían que guardarse? …… del peligro de ser extraviados; pero ¿como consecuencia de qué y de quiénes? Pues según el versículo 5, de los muchos que vendrían sobre la base de su nombre, o sea, identificándose como “ungidos” o representantes de Él y cuyo resultado final sería que “extraviarán a muchos” y consiguiendo, como dijo Pablo a Timoteo, “que algunos se apartaran de la fe”.
Y si ustedes se han fijado, una constante actual y en fiel cumplimiento de las palabras de Jesús, es que nos aparecen “ungidos” hasta debajo de las piedras, al menos todos aquellos que publican en Internet, se consideran de tal condición y por tanto, representantes de Cristo en la Tierra y por supuesto, con capacidad de enseñar el “verdadero evangelio” Pero, ¿se ajustan sus respectivas enseñanzas, a la verdad dadora de vida de la Palabra de Dios, la Biblia? Tendríamos que decir de entrada, que algunas de ellas incluso difieren bastante con respecto de otras, ya que por ejemplo, la enseñanza sobre la teoría del Rapto del licenciado Dawlin A. Ureña, es fuertemente contestada por Apologista Mario Olcese, J. Rivas Martínez y otros cercanos a ese entorno, sin embargo, todos afirman ser “ungidos”. Entre esos dos señores citados y a modo de otro ejemplo, tenemos que mientras el primero afirma que los 144.000 de Rev. 7:4 y la grande muchedumbre del versículo 9, son un todo y la misma cosa, el segundo, el Dr. Rivas afirma que son dos grupos perfectamente diferenciados el uno del otro, en función de la fórmula gramatical empleada. Y sin embargo, faltaría más, los dos afirman ser “ungidos”.
Por otra parte ¿son bíblicas las enseñanzas de los “millones, miles de millones” de co-gobernantes con Cristo; o la adopción “automática” como Hijo de Dios, después del bautismo en inmersión y en nombre de Jesucristo; o la disparatada interpretación del pasaje de Juan 5:28-29, acerca de las dos resurrecciones, una para los salvos (la primera) y otra al cabo de mil años, para destrucción de los injustos? Evidentemente no, por lo menos nadie hasta el momento, ha sido capaz de argumentar a la contra, las objeciones que nosotros desde este blog, continuamente hemos presentado en el sentido de que estas enseñanzas no tienen apoyo bíblico y son por tanto, falsas y tendentes a extraviar. Y todas esas enseñanzas provienen, no obstante, de personas que sin lugar a dudas afirman ser “ungidas”. Pero sin embargo, resulta que para esos señores no tiene ningún sentido la exhortación de Jehová (su Padre Celestial), mediante Pablo y en los siguientes términos:
“Ahora los exhorto, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que todos hablen de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes, sino que estén aptamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar.” (1 Cor. 1:10).
O sea, que cuando Pablo en 1 Cor. 14:8, habló sobre la necesidad de no emitir distintos y desconcertantes toques de trompeta (entiéndase enseñanzas), se estaba refiriendo a la 9ª Sinfonía de Beethoven, más o menos. Y conste que no es asunto para hacer bromas, porque estaríamos hablando de peligrosos falsos maestros y cuyas enseñanzas, falsas por supuesto y no originadas en la Palabra de Verdad de Jehová, son engañosas, divisivas y tendentes a extraviar. Y no estamos diciendo que ésta sea la intención de esos caballeros, ni muchísimo menos; lo que estamos diciendo, es que la falta de entendimiento en las Escrituras y cuando uno escribe de ellas, es muy bien aprovechada por Satanás y convirtiéndose por tanto, el resultado de ello y como dijo Pablo en 1Tim. 4:1, en “enseñanzas de demonios”. Dicho esto, ahora sí, pasemos a explicar el porqué de la frase que da título a este artículo.
El día uno de este mes de Agosto, se publicó en este blog el artículo “Cuando el absurdo supera los límites” y que se montó, como consecuencia de uno que leímos en la Red y firmado por el Dr. Javier Rivas Martínez, que a mí personalmente me pareció disparatado, lo cual no significa que realmente lo fuera, sino que a mí me lo pareció y en consecuencia, consideré oportuno replicarlo. Ya al final del mismo, en principio añadí un corto y último párrafo, en el que decía ponerme a disposición del Sr. Rivas, por si “necesitaba” alguna otra aclaración, al tiempo que afirmaba, que conociéndolo como le conozco, lejos de responder con algún argumento de más o menos peso a mis objeciones, lo que haría (de hacer algo), sería insultarme. Eso era más o menos lo que yo expresaba en ese corto párrafo y aunque finalmente decidí no publicarlo, por aquello de no meter innecesariamente el dedo en ojo ajeno y no provocar, lo que aconteció a continuación dejó probado cuán acertado que estaba yo en esa reflexión; vean sino, lo que recibí en un correo personal, el día 2 de Agosto:
Autor : Javicho Rivas (IP: 201.143.10.174 , 201.143.10.174.dsl.dyn.telnor.net)
E-mail : javier_2400@hotmail.com
URL :
Whois : http://ws.arin.net/cgi-bin/whois.pl?queryinput=201.143.10.174
Comentario:
Armando, que persona tan complicada y contradictoria eres, en serio. Me asombra que creas todos esos cuentos chinos inventados por tu alucinante mente descarriada y que escribes tan temerariamente. No vale la pena estar gastando letras para refutarte todas tus superfluas necedades. Para subir la barda, que no es muy alta, solamente se requiere una escalera chica y no un haz de luz para que logres encaramarte sobre ella. Te haces la vida muy pesada con tus ideas torcidas y personales. Bueno, sigue en tus locas convicciones, ya Dios te arreglara'. Como le platicaba a Mario, en lo cual acordamos, has dejado por fuera la WT. pero por dentro no la has dejado de venerar.
A pesar de todo lo que te hizo, no has tenido el valor de denunciarla. Muy raro el asunto; gato encerrado hay en esto.
Amor encontrado y enfermizo?
Yes!
Ay Armando, ay Armando.
Ahora bien, ¿dónde está el valor de esa respuesta?...... pues precisamente en el medio que se usó para formularla: un simple correo personal; y hecho que prueba a todas luces, que el Sr. Rivas nuevamente, acepta su incapacidad para poder esgrimir algún argumento, con el cuál poder rebatir mis planteamientos. Por ello en vez de escribir un artículo de réplica, rebatiéndolos punto por punto mediante oportuno apoyo bíblico, recurre de nuevo al insulto y ello en un discreto correo personal. O sea y resumiendo, que dicho caballero ha sido una vez más, incapaz de defender sus planteamientos, sencillamente porque no puede, pues de haber podido, con toda seguridad ya lo habría hecho y aunque solo fuera por el gusto de dejarme en evidencia. Y ahí está el valor de esa respuesta formulada como de tapadillo: el reconocimiento de facto, de que está equivocado y no puede demostrar lo contrario; y ahora, permítanme que me dirija directamente a ese caballero.
Porque vamos a ver si nos aclaramos Sr. Rivas: Yo, que jamás le he insultado, cosa en la que usted se ha prodigado y además ha conseguido, obviamente, que cada uno ocupe el lugar que le corresponde dentro de la escala social (yo soy incapaz de semejante actitud barriobajera), podré ser “complicado y contradictorio”; podré creer en cuentos chinos, producto de mi “alucinante mente descarriada”; podré hacerme la vida muy pesada con mis ideas “torcidas y personales” y podré hasta tener reminiscencias “watchtowerianas”, fíjese usted...... en fin, que una vez más, se lo acepto todo. Ahora bien, lo que de nuevo sí ha quedado claro como el agua, es que usted es incapaz de responder a mis planteamientos, con argumentos debidamente apoyados en textos bíblicos, así como no pudo responder a una simple pregunta acerca de un tema en el que hablábamos de Juan el Bautista y que en su día le formulé. Y no que dejara de hacerlo, como dice en este correo, porque “no vale la pena” estar gastando palabras sobre mi persona u opiniones y actitud que de ser cierta, yo le aceptaría; pero es que ese no es el caso, pues si no responde, es sencillamente porque no puede hacerlo ¿me ha entendido Dr. Rivas?...... porque no - puede - hacerlo, ¿le ha quedado claro? Y por si no es así, la pregunta en cuestión continúa en vigor y me permito recordarle, que quizás a sus lectores ya les empiece a mosquear el que se resista tanto, a responder una cuestión de pura implicación bíblica y por ello de interés general, para los mismos; máxime, cuando la respuesta procede de un “erudito y maestro bíblico” como usted, aunque sea para un “mandangas” como yo.
Porque la verdadera cuestión y por si no se ha dado cuenta, no es que me tenga que responder a mí, sino que tendría que hacerlo en atención a sus lectores y que como mínimo se merecen un respeto y por supuesto, una aclaración por su parte, acerca de cuál es su posicionamiento en dicha cuestión. Sin embargo usted y en una más que reprobable falta de respeto hacia los que le leen, ha dado la callada por respuesta y esperando que el paso del tiempo, que dicen que todo lo borra, cubra su incapacidad para dar esa respuesta. Pero fíjese que no, que ahí continúa dicha cuestión y que mientras usted no la solvente, está carente de cualquier solvencia para hablar de las cosas de Jehová, ya que está probando su condición de falso maestro. Y con usted, todos aquellos que conscientes de ese tema y que comparten su postura doctrinal, como los Sres. Olcese, Morales, Dávila, Apolos, etc., han sido incapaces de decir “esta boca es mía”; y si alguno de los citados no está al tanto de dicha controversia y que bien podría ser, pues que por favor me disculpe y no se dé por aludido.
Y gracias por la información que me da en su correo, en el sentido de que usted y el Sr. Olcese, han dedicado un poco de su precioso tiempo a mi indigna persona, porque me ha dejado clara una pequeña sospecha que hacía días me rondaba por la cabeza. Y es que me resultaba muy extraño, que de pronto no se me respondiera a ninguna de las objeciones que de cuando en cuando, presentaba con motivo de algunos de sus artículos. Esa aclaración suya me hace suponer y solo es una suposición, que quizás hayan decidido, que puesto que no pueden rebatirlas, lo mejor sería no hacerme ni caso y así no ponerse en evidencia, a lo cual tienen perfectísimo derecho. Ahora bien, no olviden ninguno de ustedes, que si mis argumentos están correctamente fundados y apoyados por textos bíblicos bien interpretados y debidamente aplicados, el que les estaría reprobando por su forma de entender las Escrituras, no sería yo, sino que sería el propio Jehová mediante su Palabra. Y no me negarán, que la cosa tiene su seriedad, porque en caso de ser así, estarían ustedes rechazando el consejo divino; por lo tanto harían bien en centrarse en el mensaje y menos en el mensajero, ya que como saben, en cierta ocasión Jehová llegó a usar a una burra para reprobar a un profeta...... que repitiera de nuevo la experiencia, tampoco tendría mucho que extrañar.
Pero es que como ya le he dicho y que ahora digo también al Sr. Olcese y a todos aquellos que como ustedes, doctrinalmente piensan, no es a mí a quién tienen que responder cuando planteo objeciones, sino a sus lectores para que no sean extraviados por un “rescoldo watchtoweriano” como yo, porque claro, si no rebaten mis artículos, ellos podrían incluso llegar a pensar que tengo toda la razón y aunque solo fuera por aquello de que “el que calla, otorga”. Por ejemplo, en cuanto a mi artículo “Cuando el absurdo supera los límites”, nadie ha salido a la palestra, rebatiendo públicamente mis planteamientos, luego algo de razón tendré y lo cual le deja a usted en muy mal lugar. Y reconozco que es muy difícil que lo puedan hacer, ya que yo nunca hago una afirmación que no esté avalada por su correspondiente apoyo bíblico; ya otra cosa es, si interpreto algún texto de forma errónea, porque evidentemente es cierto que se puede dar el caso de algún texto mal interpretado y en consecuencia mal aplicado, por supuestísimo que sí o en su defecto y como consecuencia de lo dicho, algún argumento en el que no esté en lo cierto. Por lo tanto, yo le emplazo a usted y a todos los que se sientan aludidos en este comentario, que si los tales errores se han producido, por favor me los señalen y de no ser así, que desmonten con argumentos bíblicos y no con insultos (si puede ser), las dos cuestiones que planteo en el citado artículo. Le aseguro Dr. Rivas, que no será malgastar palabras: sus lectores, que deberían de merecerle un poco más respeto, se lo agradecerán.
Y rogando a los susodichos, sepan disculpar este inciso en el que me he dirigido al Dr. Rivas, permítanme una aclaración: desde ya hace mucho tiempo, no aceptamos comentarios en nuestros dos blogs. En primer lugar, porque no da tiempo a responder a todos adecuadamente y en segundo y más importante, es que así nos aseguramos que si alguien no está de acuerdo con lo que decimos y desea replicar, lo tiene que hacer vía artículo colgado en Internet, lo cual es una forma de, enriquecernos por una parte con otros puntos de vista y por otra, que quién eso quiera hacer, pues tiene que retratarse y no quedando por tanto, con la posibilidad de decir cualquier barbaridad, amparado en el anonimato.
Y excuso decir, que quedo a la espera de las oportunas respuestas que tengan a bien formular las personas aludidas, pero por favor: ¡basta ya de insultos! En definitiva, quién dijo que los que enseñan algo no acorde con las Escrituras, son falsos maestros no fui yo, fueron Jesús, Pedro y Pablo. Por lo tanto, solo tienen que desmontar mis argumentos a través del razonamiento bíblico y tan amigos; encima les estaré agradecidísimo por enseñarme. Y es que sinceramente, que tantos “ungidos” me pongan a parir (y ruego, queridos lectores que me perdonen el exceso), porque digo que están equivocados en algún punto, como que no me suena así como muy cristiano, que quieren que les diga...... al menos no me cuadra, con lo que dijo Pedro:
“De hecho, ustedes fueron llamados a este curso, porque hasta Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado para que sigan sus pasos con sumo cuidado y atención. 22 Él no cometió pecado, ni en su boca se halló engaño. 23 Cuando lo estaban injuriando, no se puso a injuriar en cambio. Cuando estaba sufriendo, no se puso a amenazar, sino que siguió encomendándose al que juzga con justicia.” (1 Ped. 2:21-23).
Y que eso se lo tenga que recordar a los tales “ungidos”, uno que no lo es …… en fin, que le vamos a hacer, pero no deja de tener su aquél.
Armando López Golart
martes, 10 de agosto de 2010
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