Los dos grupos o clases
Como es conocido por la inmensa mayoría de personas interesadas en temas bíblicos, los Testigos de Jehová se distinguen de otras organizaciones religiosas (entre otras cosas), por su particular entendimiento acerca del pasaje de Rev. 7:4 y 9 y en el que dividen a los cristianos en dos grupos: uno de reducido tamaño (144.000) y que tiene que gobernar, desde el cielo y durante el reinado milenario de Cristo y otro grupo, compuesto de una gran muchedumbre, incontable (verso 9) y que residiendo en la Tierra, se beneficiará de las bondades de dicho gobierno. En eso a grandes rasgos, consiste esta enseñanza fundamental. Pero hay que decir también, que el 99.99% de los “entendidos” en la materia y que nosotros hayamos podido leer en Internet, están totalmente en contra. Tanto en lo que hace referencia al número de gobernantes (afirman que es un número simbólico), como en la división de los cristianos en dos grupos. Y señalemos que en esta ocasión, solo pasaremos a analizar la existencia o no, de dos grupos o clases como tales y no la literalidad o simbología del numerito en cuestión. Y para ello, en lugar de sofisticados conocimientos teológicos o diplomaturas sobre disciplinas varias en el tema, que no poseemos, usaremos nuestros conocidos recursos y que tienen que ver con la lógica, el sentido común, la capacidad de razonar y por supuesto, el saber leer correctamente.
Esta oposición a tal doctrina de los TJ, por parte de esos “expertos” en la interpretación bíblica, se apoya fundamentalmente en dos ideas: la primera, que cuando uno se bautiza en el nombre de Jesucristo y mediante inmersión, automáticamente, recibe el Espíritu Santo de adopción como Hijo de Dios y que lo lleva a gobernar con Cristo, por lo tanto, no hay lugar para esa división de la que hablan los TJ. Y otra, en la interpretación que hacen de Juan 5:28-29 y en la que según ellos, se nos habla de una primera resurrección para vida y otra, una segunda, al cabo de mil años para condenación o destrucción eterna. Claro, si tenemos en cuenta que los que participan de esa primera resurrección y según Rev. 20:6, gobernarán con Cristo durante esos mil años, pues blanco y en botella: todos los cristianos son Hijos de Dios y han de gobernar con Cristo en el milenio y en consecuencia, tampoco eso apoya la idea de una división en dos grupos. Y a nosotros, que dichas dos enseñanzas nos parecen un disparate como la copa de un pino y sin ningún tipo de apoyo bíblico (algo hemos publicado al respecto y no nos ha sido rebatido), no vamos sin embargo, a discutirlas en este momento. Nos limitaremos tan solo a formular una pregunta: ¿qué ocurriría, si realmente y contrario a lo que opinan esa inmensa mayoría de “expertos”, sí existieran dos grupos o clases? Pues ocurriría, que esas dos creencias básicas citadas y en las que se apoyan para negar tal posibilidad, quedarían probadas falsas de toda falsedad y todos esos “expertos” quedarían señalados como “falsos maestros” (2 Ped. 2:1). Por lo tanto, a eso vamos a dedicar este estudio: a intentar demostrar que efectivamente, hay dos grupos diferentes, ya a partir del momento de iniciarse el milenio y no solo uno, como de forma incomprensible y contra toda lógica, se nos quiere hacer creer.
Nosotros de entrada, negamos a esos señores “entendidos” en las Escrituras, la mayor: la idea de los dos grupos, no nace de los TJ, sino que se da en la Biblia. Lo único que ellos hacen sencillamente, es señalar el lugar donde en las Escrituras se hace tal afirmación. Porque quién nos habla de dos grupos, es Rev. 7:4 por una parte, al mencionar un grupo concreto de 144.000 integrantes y el versículo 9 del mismo capítulo, que nos habla de una “grande muchedumbre”, en este caso incontable y que consecuentemente, para nada tiene que ver con el grupo del versículo 4. Porque poco importa en este momento, el hecho de que en este primer grupo cuantificado (144.000), dicho número sea real o en su caso, simbólico, como afirman esos “expertos”; la cuestión es que a efectos de relato bíblico, se hace una notable distinción con respecto del segundo grupo que, lejos de estar cuantificado, lo que se nos dice de él es “que ningún hombre podía contar” o sea, exactamente todo lo contrario. Luego el mismo pasaje, ya nos ayuda a establecer una clara diferencia entre ambos grupos de personas.
Luego afirmar, como hacen esos señores, que los dos grupos son un todo y lo mismo, nos parece que es no tener ni idea de lo que están leyendo. Sin embargo, argumentos con el fin de demostrar tal afirmación, evidentemente los hay, lo que ocurre es que cuando uno lee algunos de los títulos que dan origen a los mismos, se empieza a preguntar que puede salir de ahí y a juzgar por el enunciado de esos mismos títulos, porque desde luego, el colmo de la coherencia, no son; en fin, juzguen ustedes mismos:
“La muchedumbre incalculable de 144.000, viene de la Gran Tribulación”, luego ¿si es incalculable, que tiene que ver con los 144.000, que es un número perfectamente delimitado y calculado? (Rev. 7:5-8). Pero veamos este otro:
“¿Pueden ser los 144.000 de Apocalipsis 7 y 14, la misma grande muchedumbre? ¡Las evidencias muestran que sí!” y lo cual, nos plantea otra pregunta: ¿qué evidencias se pueden argumentar, para probar que un número ya contado de 144.000, pueda ser una gran muchedumbre “que ningún hombre podía contar”? O veamos este otro:
“Los 144.000 sellados de Apocalipsis, son una grande muchedumbre” y que de nuevo, nos encontramos con lo mismo, pues si estamos hablando de un grupo de 144.000, luego indudablemente ya están contados, ¿cómo pueden ser entonces y a la vez, una gran muchedumbre que no se podía contar?
En fin, lean si lo desean esos artículos y ya nos explicarán. Nos permitimos señalar, que están publicados en uno de los blogs de referencia en la Red, en cuanto a temas bíblicos se refiere: Apologista.wordpress.com. Por cierto, hasta donde nosotros sabemos, dichos temas no han sido rebatidos por nadie (nosotros somos la honrosa excepción), luego habría que pensar que el resto de “entendidos” en temática bíblica estarán de acuerdo con la idea, ¿no es cierto? Sin embargo y a la luz del registro bíblico, como que la cosa no cuadra demasiado y más bien, huele a disparate.
Veamos otra razón de porque eso no puede ser así: mientras que los primeros reciben un sello que denota propiedad o pertenencia, los segundos no son sellados, lo cual no nos negarán, es una diferencia significativa, ya que lo que se nos muestra, es que hay un grupo de sellados y otro, que no lo son, luego, ¿son dos grupos, o no? Y ya sabemos que esto es de “Perogrullo”, pero esto es lo que nos dice el registro escrito, a menos claro está, que fuera un involuntario “olvido” del ángel que transmitió la revelación. Por otra parte, todos estamos de acuerdo en que ese primer grupo, sean una cantidad literal o simbólica y que pudiera en consecuencia, abarcar a más o menos personas, son los que van a gobernar con Cristo en el reino, en calidad de reyes y sacerdotes y que en el momento de su resurrección, ya reciben la inmortalidad (Rev. 20:6). Vean sin embargo y en agudo contraste con ese primer grupo, lo que se nos dice del segundo, o sea, de la “gran muchedumbre” del versículo 9:
“Ya no tendrán hambre ni tendrán más sed, ni los batirá el sol ni ningún calor abrasador, 17 porque el Cordero, que está en medio del trono, los pastoreará y los guiará a fuentes de aguas de vida. Y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos.” (Rev. 7:16-17).
Luego a todas luces, no podemos estar hablando de un mismo grupo, ya que leyendo atentamente dicho pasaje, vemos que este hace referencia a personas que necesitan y a diferencia de las primeras, ser “pastoreadas” y además, “guiadas” a unas determinadas fuentes de “aguas de vida”. Cosa que en absoluto necesitan, los co-gobernantes con Jesucristo, ya que como hemos visto en Rev. 20:6, resucitan a una condición de inmortalidad, por lo que no precisan de ser guiados a ninguna fuente de aguas de vida, porque ellos ya tienen vida en sí mismos y no dependen por lo tanto de una provisión externa. Luego obviamente, aquí estamos hablando de dos grupos, claramente diferenciados mal les pese a esos señores “entendidos”: unos que tienen inmortalidad, al igual que Jesucristo y otros que no la tienen y que necesitan ser ayudados para conseguir la vida eterna. ¿O no es eso lo que leemos? Luego solo es razonable pensar, que los primeros son los que tienen que gobernar con Cristo y los segundos, los que se benefician de las bondades de ese gobierno, o sea, los súbditos del mismo.
Cierto es, que la aplicación que hacen esos señores TJ de tal situación, es un disparate: ni ellos tienen el monopolio de los 144.000, ni estos gobiernan desde el cielo, ni los únicos que van a pasar al nuevo orden son “su gran muchedumbre” de más/menos siete millones de afiliados y lo que es más, ni siquiera la obra de predicación que están llevando a cabo, tiene nada que ver con la que se hace referencia en Mat. 24:14 y que aún no ha comenzado. Y que dudamos mucho, por razones que no vienen al caso, pero que están en la mente de todos, que el Altísimo escogiera a semejante colectivo (y nos referimos a su clase dirigente) para representarle aquí en la Tierra. Lo que sí está claro, es que en esencia tienen razón: son realmente dos grupos de personas perfectamente delimitados en las Escrituras, en donde uno y de reducido tamaño, según propias palabras de Jesús (Luc. 12:32), gobierna y otro que muchísimo más numeroso, es gobernado. Ya otra cosa es la interesada aplicación que de ello hacen y en la que, como hemos dejado claro, no estamos en absoluto de acuerdo. Dicho esto, veamos otras razones por la cuales se prueba que realmente hay dos grupos distintos, con dos opciones distintas. Veamos más pruebas de ello.
Leamos ahora unos pasajes que nos hablan de unas personas que fueron “escogidas”, por ejemplo: Rom. 8:33; 11:7; Col. 3:12; 2 Tim. 2:10; Tito 1:1; 1 Ped. 1:1 entre otros. En esos pasajes, se usan las expresiones “escogidos” o “elegidos”, según las distintas traducciones que usemos. Ahora bien, ¿qué significan esas expresiones? Según el diccionario de la RAE, la palabra “escoger” se define de la siguiente manera: “Tomar o elegir una o más cosas o personas entre otras.” Vemos entonces, que dicha palabra significa separar, en este caso a personas, unas de entre otras; ahora bien ¿quiénes son unas y quienes son las otras? Y no se sorprendan por la pregunta, porque tiene su sentido. Porque según entienden los comentaristas bíblicos citados y tal como les hemos comentado, el pasaje de Juan 5:28-29 y en una más que dudosa interpretación, nos habla de una primera resurrección para vida y una segunda al cabo de mil años (no olvidemos ese “pequeño” detalle), para destrucción eterna; pero de ser eso así, ¿tendría sentido en ese contexto, el uso de la palabra “escoger”? ¿O es que Jehová “escoge” a aquellos que quiere salvar, de entre aquellos que quiere destruir? No, si recordamos Hech. 10:34-35 y que nos muestra que en este caso Jehová, no escoge, sino que actúa en justa correspondencia, según el comportamiento de la persona en cuestión:
“Ante aquello, Pedro abrió la boca y dijo: “Con certeza percibo que Dios no es parcial, 35 sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto.”
Ampliemos un poco más, averiguando por ejemplo, que nos dice dicho diccionario de la palabra “elegir”: “Escoger, preferir a alguien o algo para un fin.” O sea, que según el diccionario, vemos que en el cuadro ya entra la preferencia por unos con respecto a otros; pero planteémonos la misma cuestión del párrafo anterior: ¿sería razonable emplear el término “preferencia” por parte de Dios, entre personas aceptas y merecedoras de vida, con respecto de otras inicuas y por tanto, merecedoras de destrucción eterna? No demasiado según el argumento presentado en dicho párrafo, ya que lo razonable, más que tener una preferencia hacia la persona justa, lo razonable es hacer justicia y dar a cada uno lo que se merece y que es lo que hace Jehová, según el pasaje citado de Hech. 10:34-35, ¿no es cierto? Entonces lo que se deduce de todo ello, es que el sentido primario de ambas expresiones, tiene que ver con el de entre iguales, “escoger” o “elegir” a algunos para un fin determinado, o sea y para ajustarnos al tema, de entre seguidores de Jesucristo y amadores de Jehová, escoger o elegir a algunos de entre ellos, para un fin o comisión determinada, lo cual ya nos lleva inevitablemente a la formación de dos grupos: el de los elegidos y el de aquellos que no han sido elegidos, pero estando ambos grupos, compuestos por cristianos. Pero veamos un ejemplo del primer siglo y que corrobora esta idea y que tiene que ver con el “escoger” o “elegir”, en este caso, a los apóstoles:
“En el transcurso de aquellos días él salió a la montaña a orar y pasó toda la noche en oración a Dios. 13 Pero cuando se hizo de día llamó a sí a sus discípulos y escogió doce de entre ellos, a los cuales también dio el nombre de “apóstoles.” (Luc. 6:12-13).
Notemos que Jesús, no los escogió a todos, aunque según el pasaje, todos eran discípulos suyos. Luego de nuevo vemos, que de un solo grupo de seguidores de Jesús y que incluía a todos sus discípulos, se formaron dos: el de los doce apóstoles escogidos por Jesús y con una tarea concreta (dirigir y organizar la predicación) y por otra parte, el de aquellos no escogidos, pero también discípulos y que quedaron en sujeción a los primeros como directos colaboradores. Luego lo que aquí se hizo, fue establecer un modelo: y es que mientras todos los escogidos o elegidos han de ser discípulos o seguidores de Cristo, no todos los discípulos o seguidores de Jesucristo, serán escogidos o elegidos para la comisión de gobernar con Cristo. Lo cual permite, como ha quedado claro, que puedan existir personas que siendo cristianas, no tengan el llamado celestial como Hijos de Dios (Gál. 4:6-7) y sin que por ello y como dice nuestro amigo Apologista Mario Olcese, pasen a convertirse en hijos de Satanás. De eso nada, lo único que ocurre es que pertenecen al innumerable grupo de cristianos que no son escogidos para reinar con Cristo y no en función de un caprichoso deseo de Jehová, sino en atención a determinadas actitudes y cualidades...... luego parece que el argumento queda claro ¿no? Y perdonen que nos hagamos repetitivos, pero la simple existencia de un grupo de cristianos “escogidos”, ya es consustancial con la idea de un segundo grupo de cristianos “no escogidos”, pero no por ello menos cristianos o seguidores de Jesucristo.
Hay que tener en cuenta, que en un principio, a todos los miembros que se fueron integrando al grupo de seguidores de Jesús y mediante intervención de los apóstoles, se fue transmitiendo dicho Espíritu Santo de adopción como Hijos de Dios (para más información, lean nuestro artículo “Falsas enseñanzas”). Ya con la muerte del último apóstol (Juan), en 98/99 E.C., dicha posibilidad y de forma temporal, llegó a su fin...... y no que aquellas personas fueran mejores que otras y entre las que nos podríamos contar nosotros hoy en día; No, sencillamente que estuvieron en el lugar correcto en el momento adecuado, eso es todo. Recuerden que en Rev. 20:4b, leemos lo siguiente:
“Estos fueron comprados de entre la humanidad como primicias para Dios y para el Cordero.”
Y todos sabemos que significa la expresión “primicias”: son los primeros frutos de una cosecha mayor y eso fue, lo que significaron esos primeros miembros agregados a ese primer grupo que conforman los “escogidos” por Jehová. Grupo que no ha sido completado aún, a tenor de lo que leemos en Rev. 6:11:
“Y a cada uno de ellos se dio una larga ropa blanca; y se les dijo que descansaran por un poco de tiempo más, hasta que se completara también el número de sus co-esclavos y de sus hermanos que estaban a punto de ser muertos, como ellos también lo habían sido.”
¿Y de donde saldrá ese resto, aún por aparecer y que tiene que completar ese número o cantidad determinada por Dios? Pues razonablemente, del grupo de seguidores que Jesucristo tiene en la Tierra actualmente y del que “escogerá” o “elegirá” a esa cantidad desconocida por aparecer en el momento oportuno. Una vez completada dicha cantidad, los que queden y que no habrán sido escogidos, conformaran ese segundo grupo del que nos hablan las escrituras en Rev. 7:9, en el momento de iniciarse el milenio...... y que todos ellos, aunque no escogidos, continúan siendo cristianos, queda claro en Rev. 7:14:
“De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.”
Luego todos esos sobrevivientes, han aceptado en sus vidas el sacrificio redentor de Jesucristo, ejerciendo fe en Él y por lo tanto, son considerados cristianos o seguidores de Jesucristo. Entonces, nada más lejos de la realidad, que la afirmación (ya citada) de Apologista Mario Olcese en el sentido de que si uno no es Hijo de Dios y por lo tanto, gobernante en ese Reino, solo le queda el ser considerado como hijo de Satanás. Porque eso es lo que dijo acerca de mi persona, por el hecho de que no me considero llamado a tan alta responsabilidad, en un artículo publicado el 10/07/2010 y en el que hacía referencia a los TJ y en el que de paso y por aquello de que “el Pisuerga pasa por Valladolid” (como decimos en España, para señalar que uno aprovecha la ocasión), se me atizaba a mí también. Está por demás afirmar, que desde este blog se le respondió adecuadamente, en un artículo titulado: “Hijos de Dios…… ¿o del diablo?” (14/07/10) y al que aún, no se ha dado respuesta.
Y es que lo miremos por donde lo miremos, no podemos eludir la evidencia de que efectivamente hay dos grupos. Uno que gobierna y uno que lógicamente es gobernado, porque veamos: si Jesucristo es ungido como Rey y tiene a un conjunto de personas que bajo su dirección, han de gobernar con él como reyes y sacerdotes, por un período de mil años y que se conoce como “el reino de Dios”, evidentemente tiene que haber alguien sobre quién reinar o gobernar durante ese período de tiempo...... al menos eso es lo que nos dicen la lógica, la razón y el sentido común. Y si la disparatada interpretación que hacen los mencionados “expertos” de Juan 5:28-29 fuera cierta, ¿sobre quiénes gobernarían entonces, esos “escogidos”?...... y lo que es más importante ¿sobre quiénes llevarían a cabo su función sacerdotal? No olvidemos que esos títulos o capacidades, se los ha dado el propio Jehová y que lógicamente (se nos ocurre a nosotros), para algo se los habrá dado ¿o no es así, queridos “entendidos”? Y si hemos enfatizado lo de la actividad sacerdotal, es por lo que ello tiene de aclaratorio en el caso que nos ocupa; veamos.
Antes de que se fundara la congregación cristiana, los sacerdotes eran para los verdaderos adoradores de Dios, los representantes de Jehová ante el pueblo y los encargados de instruirlo acerca de Él y Sus leyes. A su vez, representaban al pueblo ante Dios mediante la presentación de sacrificios, intercesiones y ruegos; por ejemplo, en Heb. 5:1 dice a este respecto:
“Todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es nombrado a favor de los hombres sobre las cosas que tienen que ver con Dios, para que ofrezca dádivas y sacrificios por los pecados.”
Luego la función sacerdotal de esos “escogidos”, dirigidos por el Gran Sumo Sacerdote Jesucristo, será la de intermediar entre Dios y los hombres, además de instruirlos en los nuevos requisitos exigidos por Dios para alcanzar la vida eterna (Rev. 20:12). Esa será su función sacerdotal; ahora bien ¿sobre quiénes, podrán impartir dichos beneficios, si durante mil años aquí en la tierra y según la citada interpretación de Juan 5:28-29 por parte de esos caballeros, solo estarán esos reyes y sacerdotes? Porque refresquemos un poco la idea: si por una parte todos los justos que participan de la primera resurrección, se convierten según Rev. 20:6, en reyes y sacerdotes y con vida inmortal y por otra parte, si solo después de los mil años es cuando acontece una segunda resurrección para destrucción de los injustos...... ¿quiénes entonces, habitan la tierra durante ese tiempo del reino milenario? ¿Quiénes se benefician, por tanto, de los atributos como reyes y sacerdotes, con los que Jehová ha investido a dichos personajes? Luego lógicamente, es necesario que aparte de ese grupo gobernante ya identificado, exista otro, necesitado de esos servicios sacerdotales mencionados, de lo contrario ¿para qué creó Jehová, dichos atributos?
Recordemos que los componentes del grupo gobernante, ya no necesitan de dichos benéficos servicios, porque ellos ya están aprobados y por tanto, al igual que Jesucristo, gozan de la inmortalidad. Luego ¿nos pueden explicar esos señores “expertos” en la interpretación bíblica y según su particular visión de las cosas, sobre quiénes serían derramados tales beneficios? A ver si alguno de ellos (y que son muchos), es capaz de despejar dicha incógnita y partiendo de la base, por supuesto, que Jehová ha creado todo ese “tinglao” para algo. Y aunque no sabemos con qué nuevo disparate nos sorprenderán, lo que está claro y desde la más elemental lógica y sentido común, es que si se crea un “reino” con su correspondiente gobierno y se le da un margen de actuación de mil años, en este cuadro evidentemente nos falta algo: un segundo grupo sobre el que actuar y a ser gobernado ¿o no están de acuerdo? Luego inevitablemente tiene que haber dos grupos para iniciar el milenio: uno que gobierna y extiende los tales beneficios y otro que es gobernado y que los recibe. Solo así tiene sentido el reino de Dios, en el propósito de Jehová y solo es asunto de lógica y sentido común; porque resumamos y para enfatizar la idea: si todos los justos, bien sea que procedan de la gran tribulación o de la primera resurrección (y siempre según D. Mario), han de gobernar con Cristo como reyes y sacerdotes y solo después de mil años, se levantan los injustos para ser condenados y destruidos eternamente en “el lago de fuego” (Rev. 20:15), ¿para qué hacen falta reyes y sacerdotes durante el milenio? Y ahí dejamos la pregunta, para ver si alguien se atreve a responderla.
Luego, aquellos “entendidos” que ponen en duda la existencia de dos grupos y que son legión, criticando a los TJ de mentir y de tergiversar las Escrituras en este asunto, resulta que los que están completamente equivocados son ellos y si se equivocan en eso tan simple, que solo implica el razonar con un poco de lógica y sentido común, pues también pueden estar equivocados (que lo están) en lo del ungimiento automático después del bautismo en agua, así como en las dos resurrecciones de Juan 5:28-29 y en un montón de cosas más, porque sencillamente, son falsos maestros en quienes no está el Espíritu de la verdad:
“Cuando llegue el ayudante que yo enviaré a ustedes del Padre, el espíritu de la verdad, que procede del Padre, ese dará testimonio acerca de mí.” (Juan 15:26).
Texto muy usado por esos personajes y que se aplican a sí mismos, faltaría más; sin embargo esas personas, con sus más que dudosas afirmaciones, contrarias como hemos visto a la lógica de lo afirmado en el registro bíblico, no solo no están dando el “testimonio acerca de él”, que de tener dicho Espíritu tendrían que estar dando, sino que sus enseñanzas son tendentes a extraviar:
“Sin embargo, la expresión inspirada dice definitivamente que en períodos posteriores algunos se apartarán de la fe, prestando atención a expresiones inspiradas que extravían y a enseñanzas de demonios.” (1Tim. 4:1).
Y la consecuencia de ese prestar atención a esas enseñanzas que extravían, es la de que uno puede ser apartado de la fe. Porque el que ellos, enfáticamente, declaren ser “ungidos” y en consecuencia, estar en posesión de dicho espíritu de verdad y entendimiento, ello no significa que sea así. Según Jesús “por sus frutos” se conocerán; en este caso, por sus escritos (Mat. 7:15-16).
Y conste que para no complicarles más la cosa a esos señores (tampoco hay que abusar), no hemos hablado de los Abraham, Noé, Lot, Isaac, David, Daniel, etc., etc., que no siendo cristianos (no recibieron el bautismo de agua y de Espíritu Santo de Juan 3:5), no pueden por tanto, formar parte de esa primera resurrección. Pero siendo el caso que colocarlos en la segunda resurrección para condenación, sería pasarse siete pueblos, a ver si conseguimos que algún día (conste que lo hemos pedido hasta la saciedad), esos señores nos expliquen en dónde los metemos. Y en fin, nosotros ahí lo dejamos, no sin antes recomendarles que hagan un pequeño esfuerzo y comprueben por ustedes mismos, si lo que les hemos contado, se ajusta a lo que está escrito, aunque solo sea por aquello de que (en nuestro caso) “el mejor escribano comete un borrón”.
MABEL
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