domingo, 1 de agosto de 2010

Cuando el absurdo supera los límites

Y es que cuando lo creíamos tener todo más o menos visto, en cuanto a disparates publicados en Internet acerca de las Escrituras, nos hemos encontrado con un artículo que nos ha dejado estupefactos. Tanto es así, que lo hemos tenido que leer varias veces para convencernos de que efectivamente, decía aquello que nosotros estábamos entendiendo que decía. El artículo en cuestión y del que recomendamos su lectura, aunque solo sea para que se den cuenta de hasta dónde puede llegar el absurdo, viene firmado por el Dr. Javier Rivas Martínez y titulado: “La nueva creación de Dios (cielos nuevos y tierra nueva)” (24/07/10). Y ahora permítannos una pequeña reflexión: en lo personal, para nosotros y dicho sea con todo respeto, como si a ese señor la da por decir que llueve “hacia arriba”, ya que es muy dueño de afirmar lo que le parezca. Lo que ocurre, es que cuando estamos hablando de la Biblia, cualquier cosa que se diga acerca de su contenido y que proceda además de una persona, que se identifica como “erudito y maestro bíblico” (según aparece en su blog, como pié de una de sus fotos), la cosa ya es un poco más seria. Porque tiene que ver con el transmitir algún tipo de enseñanza y eso ya es harina de otro costal, dado que lo que está haciendo dicho caballero con sus afirmaciones, es sencillamente impartir enseñanza. Y como ustedes ya saben, porque así lo hemos manifestado desde un principio, nuestro blog está creado con la finalidad de desenmascarar las falsas enseñanzas y consecuentemente a los que las imparten, o sea, a los falsos maestros (2 Ped. 2:1). Y es obvio que el Sr. Rivas Martínez, es un falso maestro...... y disculpen que seamos tan francos en nuestras afirmaciones, pero es que dicho caballero da toda la sensación de no tener ni idea de lo que dice la Biblia, es más, después de lo que acabamos de leer, estamos casi convencidos de ello. O sea, que pasemos a analizar algo de lo que en dicho artículo se menciona y juzguen ustedes mismos (los párrafos han sido transcritos tal cual, luego no somos responsables de las faltas de ortografía); de entrada y para darnos una idea de por dónde va la cosa, leamos Rev. 21:1:

Y vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo anterior y la tierra anterior habían pasado y el mar ya no existe.”

Y ahora, fíjense en la interpretación tan particular que hace de la parte final de dicho pasaje:

«Y el mar ya no existía más», significa que la nueva creación no contará con océanos, con mares literales, habiendo sidos éstos eliminados como parte de la antigua creación, y porque esta fuente de inumerables y variadas riquezas dejará de tener una importancia vital. El mar continurá existiendo en el Reino Milenario (léase Ez. 47:8, que es un verso escatológico-milenario).

Ha quedado claro ¿no? O sea, según él y para después del milenio (eso parece deducirse), los mares y océanos, puesto que ya no serán necesarios, suponemos que porque ya habrán cumplido su función de guardar los muertos que hay en ellos y consecuentemente ya no harán falta, entonces desaparecerán: serán eliminados, porque dejarán de tener “una importancia vital”. Miren que hemos leído burradas, pero como esta les aseguramos que no; porque ese caballero, que afirma ser médico, luego se supone que tendrá estudios universitarios (a pesar de todo, nos negamos a creer que el título se lo hayan regalado en una tómbola), habrá estudiado algo acerca de lo que conocemos como “el ciclo del agua”. Y dicho sea a grandes rasgos, ya que tampoco somos expertos en la materia, parece ser que si no existieran mares y océanos, dicho ciclo se iría a hacer puñetas (rogamos sepan disculpar tan vulgar expresión) y nos quedaríamos sin agua para beber. Porque claro, sin mares y océanos y hasta donde nosotros sabemos, no habría evaporación de sus aguas y por tanto, condensación en forma de nubes; consecuentemente, tampoco su distribución tierras adentro y posterior caída en forma de agua o nieve, transformada en hielo a grandes alturas y con su posterior deshielo, con lo que lógicamente entonces, tampoco habría lagos, ríos, manantiales, depósitos de aguas subterráneas o acuíferos y que son en última instancia, abastecimientos de agua dulce .….. en fin, que de ser las cosas como las afirma esta “quintaesencia” de la interpretación bíblica, ya nos vemos a todos bebiendo Coca-Cola. Sin embargo y para información de ese “licenciado”, nos permitimos señalarle que, dada la forma que tiene de manifestarse la vida en este rincón del Universo, llamado planeta Tierra, sin agua no hay vida...... así de simple.

Es cierto que nosotros y a diferencia de ese caballero, no disponemos de estudios superiores, pero nuestro sentido común, lógica y capacidad de razonar, así como la necesaria capacidad de leer correctamente, nos dicen que esa afirmación es un disparate como un piano y que no resiste un mínimo análisis bíblico. Porque veamos: la opinión de Jehová, al término de su obra creativa y que culminó con la aparición en la escena terrestre de la primera pareja humana, fue la siguiente:

Después de eso vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, era muy bueno. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día sexto.” (Gén. 1:31).

Luego vemos que Su creación le satisfacía plenamente, ahora bien...... ¿había mares y océanos formando parte de esa creación y que mereció la aprobación de su Creador? Sí, según Gén. 1:20-23:

Y Dios pasó a decir: “Enjambren las aguas un enjambre de almas vivientes y vuelen criaturas voladoras por encima de la tierra sobre la faz de la expansión de los cielos”. 21 Y Dios procedió a crear los grandes monstruos marinos y toda alma viviente que se mueve, los cuales las aguas enjambraron según sus géneros y toda criatura voladora alada según su género. Y llegó a ver Dios que era bueno. 22 Con eso los bendijo Dios y dijo: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen las aguas en las cuencas de los mares y háganse muchas las criaturas voladoras en la tierra”. 23 Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día quinto.”

Luego los mares y océanos, con su sobreabundante diversidad de vida y especies de todo tipo, no se formaron como consecuencia del Diluvio del tiempo de Noé, cuando “…… fueron rotos todos los manantiales de la vasta profundidad acuosa y las compuertas de los cielos fueron abiertas.” (Gén. 7:11b), sino que se crearon antes y como parte de la perfecta creación de Dios. Quizás aumentaron en algo su tamaño, o se formaron algunos lagos que no existían con anterioridad (la fisonomía de la tierra, evidentemente cambió por el peso del agua acumulada) pero en esencia, los mares y océanos como tales, formaban parte del propósito creativo de Jehová y que recordemos, fue considerado como de “muy bueno”. Luego ¿por qué tendría Jehová que rectificar parte de su creación? ¿No nos muestra el pasaje citado, que Él mismo la había bendecido? Por otra parte, tenemos que la Tierra tiene que permanecer para siempre:

Tu fidelidad es para generación tras generación. Has fijado sólidamente la tierra, para que siga subsistiendo (Sal. 119:90).

Luego ¿por qué no los mares y océanos, que en definitiva son parte esencial de la Tierra y de la vida como la conocemos? Otra cosa sería, el que Jehová devolviera algunas de esas aguas a su posición original a modo de dosel envolvente para la tierra, como era en un principio y creando un efecto invernadero, manteniendo así una temperatura agradable en toda su superficie; pero de entrada no hay razón para que rectifique parte de su creación, quitando mares y océanos. No olvidemos las palabras de Isa. 45:18:

Porque esto es lo que ha dicho Jehová, el Creador de los cielos, Él, el Dios verdadero, el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, que la formó aun para ser habitada: “Yo soy Jehová y no hay ningún otro.”

Y si la creó para ser habitada, con mares y océanos incluidos y además, le pareció “muy bueno” ¿qué razón habría para eliminarlos? ¿Cuál sería el beneficio para la tierra y sus habitantes? Es más ¿de dónde saca dicho caballero tan disparatada idea? Lo que ocurre aparentemente, es que ese señor no tiene ni idea de qué significa el pasaje de Rev. 21:1 y de ahí su extravagante interpretación.

Porque ¿podría dicho caballero darnos una mínima explicación, de a qué se refiere la Biblia, cuando habla de nuevos cielos y de una nueva tierra? Tengamos en cuenta que la expresión “nuevos cielos y nueva tierra”, aparece solo cuatro veces en las Escrituras y en ninguno de esos lugares, tiene que ver con los cielos o tierra literales. Esos pasajes son los siguientes: Isa. 65:17; 66:22-24; 2 Ped. 3:13 y Rev. 21:1. Y somos conscientes de que puede parecer una exageración, pero es que a juzgar por la interpretación tan disparatada que ha hecho acerca del “mar que ya no existe”, estamos convencidos que no tiene ni la más ligera idea de lo que significa dicho pasaje de Rev. 21:1. Entonces ¿cómo podríamos entender esas palabras?; leamos de nuevo el texto en cuestión:

Y vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo anterior y la tierra anterior habían pasado y el mar ya no existe.”

Fijémonos de entrada, que mientras el nuevo cielo y nueva tierra, sustituyen al cielo y tierra anteriores, el mar al que se hace referencia, no es sustituido sino que deja de existir. De ello se podría deducir, que el Dr. Rivas y aplicando su particular lógica de tomar dicho texto de forma literal, afirme que mares y océanos al no tener sustitutos, pasarán a formar parte en el nuevo mundo, del baúl de los recuerdos. Y suponemos que es así, porque no se nos ocurre otra cosa que pueda justificar dicho planteamiento; ahora bien ¿nos permite la lógica y el sentido común, tomar ese pasaje de forma literal y llegar a semejante conclusión? Pues no, ni la lógica, ni el sentido común, ni el más elemental conocimiento del registro bíblico nos permiten hacer eso.

Veamos: algo que todos sabemos o deberíamos de saber, es que la Biblia se interpreta a sí misma y que por lo tanto, no hay necesidad de que nosotros le busquemos cinco pies al gato. Ese pasaje de Rev. 21:1 y que hace referencia directa a las palabras de 2 Pedro 3:13, tiene que ver con lo que se dice en Isa. 65:17:

Porque, ¡miren!, voy a crear nuevos cielos y una nueva tierra; y las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón.”

¿Y en qué contexto fueron pronunciadas estas palabras? Pues en el momento en que el pueblo judío fue liberado de Babilonia y devuelto a su tierra de Israel. Y hasta donde sabemos, Jehová en ese momento, literalmente no creó otra tierra con otros cielos ¿no es cierto? Entonces ¿qué significaban estas palabras? Evidentemente nada que ver con algo literal, ya que cuando Isaías predijo esa restauración, como podemos leer en el capítulo 65 del libro que lleva su nombre, se centró concretamente en las condiciones que reinarían cuando los israelitas regresaran a su tierra natal; en Isa. 65:17-19, leemos lo siguiente:

Porque, ¡miren!, voy a crear nuevos cielos y una nueva tierra; y las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón. 18 Pero alborócense y estén gozosos para siempre en lo que voy a crear. Porque, ¡miren!, voy a crear a Jerusalén una causa para gozo y a su pueblo una causa para alborozo. 19 Y ciertamente estaré gozoso en Jerusalén y me alborozaré en mi pueblo; y ya no se oirá más en ella el sonido de llanto ni el sonido de un lastimero clamor.”

Tenemos que admitir que Isaías describió condiciones que serían mucho mejores que las que los judíos seguramente conocieron y vivieron mientras permanecían cautivos en Babilonia: predijo gozo y alborozo. Ahora analicemos la expresión “nuevos cielos y una nueva tierra” y que es la primera de las cuatro veces que aparece esta frase en la Biblia y teniendo los cuatro pasajes una relación directa con nuestro futuro, ya que son proféticos.

El cumplimiento inicial de Isa. 65:17-19 tuvo que ver con los judíos de la antigüedad, quienes, como Isaías había predicho con exactitud unos doscientos años antes, regresaron a su tierra natal y en donde restablecieron la adoración verdadera (Esd. 1:1-4; 3:1-4). Luego es obvio que regresaron a una tierra que se hallaba en este mismo planeta, la tierra de sus antepasados y no en otro lugar del universo; este hecho puede ayudarnos a analizar lo que Isaías quiso decir por “nuevos cielos y una nueva tierra”. Pero no tenemos que especularlo, tal y como hemos dicho, porque la misma Biblia aclara lo que Isaías quiso decir, pues en la Biblia, la palabra “tierra” no siempre se refiere a nuestro globo terráqueo; por ejemplo, Sal. 96:1 dice literalmente: “Cante a Jehová, toda la tierra”; por su parte el Sal. 66:4, también literalmente dice:

¡Toda la tierra te adorará y cantará a ti! ¡Cantarán a tu nombre!

Sin embargo, sabemos que nuestro planeta, la tierra firme y los inmensos océanos que contiene, no pueden ni adorar ni cantar...... es la gente quien adora o canta; luego tanto el Sal. 96:1, como el Sal. 66:4, se refieren a la gente de la tierra y siendo este, el sentido que se le da al término “tierra” en el pasaje de Isaías. Pero Isa. 65:17 también menciona “nuevos cielos”; luego entonces y si “la tierra” representaba en ese contexto a una nueva sociedad de personas en el suelo natal de los judíos ¿qué se entendería por “nuevos cielos”? Una reputada Enciclopedia Teológica (de McClintock y Strong), dice lo siguiente:

Cuando la palabra cielo se menciona en una visión profética, significa [...] el conjunto de los poderes gobernantes [...] que están por encima de sus súbditos y los gobiernan, tal como el cielo natural está por encima de la tierra y la gobierna.

En cuanto a la expresión combinada “cielo y tierra”, dicha Enciclopedia explica que “en lenguaje profético, la expresión significa la condición política de personas de diferentes rangos. El cielo es la soberanía; la tierra son los súbditos: hombres que son gobernados por sus superiores.” Y en línea perfectamente, con lo que se sobreentiende del relato de Isa. 65:17-19.

Cuando los judíos regresaron a su tierra natal, entraron en lo que podríamos considerar como un nuevo orden de cosas; tuvieron un nuevo cuerpo gobernante en el que Zorobabel, descendiente del rey David, era el gobernador y siendo Josué, por otra parte, el sumo sacerdote (Ageo 1:1; 12; 2:21). Estos (y sus colaboradores), como gobierno, pasaron a constituir los “nuevos cielos”, pero ¿por encima de qué? Pues por encima de una “nueva tierra”, o sea, la nueva sociedad limpia de personas obedientes a Dios, que habían regresado a su tierra natal a fin de reconstruir Jerusalén y su templo para reiniciar la adoración verdadera a Jehová. Por tanto y en este plano, verdaderamente hubo unos “nuevos cielos” y “una nueva tierra” en el cumplimiento que vivieron los judíos en aquel tiempo; no obstante y para una información más precisa y documentada, les recomendamos un excelente artículo de Apologista Mario Olcese, que con el título “Nuevos cielos y nueva Tierra: ¿Qué significa realmente?”,se publicó el 28/01/2010.

Luego si en Rev. 21:1, los “nuevos cielos” hacen referencia a una nueva forma de gobierno y la “nueva tierra”, a una renovada sociedad humana, ¿qué significaría en ese contexto “el mar” que deja de existir? Veamos: en Jer. 50:42, se compara el sonido de los que atacaron Babilonia con “el mar que está bullicioso”; por consiguiente, cuando predijo que “el mar” subiría sobre Babilonia, debió referirse a la “inundación” figurativa, de tropas de ataque bajo los medos y los persas y de ninguna manera, a un mar literal:

El mar (“las aguas”, según versiones) ha subido aun sobre Babilonia. Por la multitud de sus olas ha sido cubierta.” (Jer. 51:42). (Acotación nuestra).

Isaías, por otra parte, asemejó a las personas inicuas de la Tierra, o sea, las masas alejadas de Dios, al “mar que está siendo agitado” cuando dijo:

Pero los inicuos son como el mar que está siendo agitado, cuando no puede calmarse, cuyas aguas siguen arrojando alga marina y fango.” (Isa. 57:20).

En Rev. 17:1, como otro ejemplo más, se nos muestra a la “gran ramera” sentada sobre “muchas aguas”, mientras que en el versículo 15, se dice que las “aguas” sobre las que está sentada Babilonia la Grande (la gran ramera) significan “pueblos y muchedumbres y naciones y lenguas”; Isaías también profetizó en cuanto a la simbólica “mujer” de Dios, Sión, diciendo:

Porque a ti se dirigirá la riqueza del mar; los recursos mismos de las naciones vendrán a ti.” (Isa. 60:1; 5).

Luego estas palabras que evidentemente relacionan el mar con los recursos de las naciones, significan que muchas personas de entre las multitudes (semejantes a un mar) de esas naciones de la Tierra, se volverían hacia la adoración verdadera.

También Daniel describió cuatro “bestias” que salieron “del mar” y reveló que simbolizaban reyes o reinos políticos, lo cual evidencia que no estaba hablando de un mar literal, sino que salieron de entre la humanidad (Dan. 7:2-3; 17; 23), ya que el mar literal no produce reyes o reinos ¿no es cierto? De manera similar, Juan habló de una “bestia salvaje que ascendía del mar”, o sea, de la extensa parte de la humanidad que está separada de Dios; el que se mencione en ese pasaje unas diademas y un trono, indicaría que esta bestia que sale del “mar” simboliza una organización política, luego de forma evidente, tiene que tener su origen en el mar simbólico de la humanidad y no en un mar literal (Rev. 13:1-2). Y puesto que es el mismo Juan, el que en Rev. 21:1 nos dice que vio en visión el tiempo en que habría “un nuevo cielo y una nueva tierra” (que ya hemos visto cuál es su significado) y en el mismo contexto, nos habla de un “mar” que deja de existir, es obvio que lejos de referirse a un mar literal, se refiere a un mar figurado y que hace referencia como hemos comentado, a las masas turbulentas de personas alejadas de Dios y que en un futuro ya cercano, serán barridas y dejaran de existir, como consecuencia del juicio que Jehová ejecutará sobre ellas. Por eso, en dicho pasaje el “mar” citado, no tiene sustituto dado que al igual que el cielo y tierra “anteriores” (gobiernos imperfectos y humanidad desobediente), no es aprovechable y por lo tanto, destruido eternamente. Luego queridos amigos, dejen de preocuparse, que los que puedan o podamos, llegar a vivir bajo esos “nuevos cielos y nueva tierra”, en donde la justicia tendrá su morada eterna (2 Ped. 3:13), podrán seguir disfrutando de los deliciosos productos que Jehová bondadosamente creó para nuestro disfrute en los mares, océanos y ríos, tales como diversas clases de pescados, mariscos, etc. sin ningún tipo de problema...... y si nos lo permiten, les recomendamos la langosta con un poquitín de salsa picante que está deliciosa. Fuera ya de bromas y aclarado convenientemente Rev. 21:1, continuemos con otro argumento estrafalario que nos plantea el Sr. Rivas Martínez y que tiene que ver con su especial cronología del libro de Revelación.

Según dicho autor afirma en ese mismo artículo objeto de análisis y refiriéndose al relato de Revelación “hay una perfecta y clara hilación cronológica entre un acontecimiento y otro”. Luego según él y en una secuencia continuada (párrafo 2 de su artículo), los hechos se suceden de esta manera: el cap. 19 de Revelación, termina con la venida y victoria de Jesucristo y por tanto, la eliminación de la bestia y el falso profeta (versos 19-21). El cap. 20 se inicia con el apresamiento de Satanás en cadenas y posterior lanzamiento al abismo, por mil años (versos 1-3); luego, le sigue la toma de posesión de sus tronos de aquellos que con Cristo han de gobernar en el milenio y que prefigura la instauración del reino milenario aquí en la Tierra (versos 4-6). Y ahora prestemos atención: como secuencia cronológica a seguir a continuación, tan entendido caballero nos coloca los versículos del 7 al 10 y que dicen así:

Ahora bien, luego que hayan terminado los mil años, Satanás será soltado de su prisión 8 y saldrá a extraviar a aquellas naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, para reunirlos para la guerra. El número de estos es como la arena del mar. 9 Y avanzaron sobre la anchura de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada. Pero descendió fuego del cielo y los devoró. 10 Y el Diablo que los estaba extraviando fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde ya estaban tanto la bestia salvaje como el falso profeta; y serán atormentados día y noche para siempre jamás.”

Luego seguidamente y siempre según su sorprendente interpretación, o sea, transcurridos ya esos mil años, aparecería el Gran Trono Blanco (verso 11) y posteriormente de forma correlativa, todo el resto de acontecimientos que le siguen y que analizaremos más adelante. De momento pausemos aquí y veamos qué es lo que acaba de ocurrir, casi sin darnos cuenta.

Tengamos presente en primer lugar, que el Reino de Dios es el instrumento o suceso más importante dentro del propósito restaurador de Jehová; tanto es así, que es el tema central alrededor del que se mueven las Escrituras y acorde con ello, veamos para qué, básicamente, fue enviado Jesús y según sus propias palabras:

Pero él les dijo: “También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado.” (Luc. 4:43).

Ese reino, tiene que ver con un espacio de tiempo de mil años que será presidido por Jesucristo como Rey y un número de gobernantes asociados, que el propio Jesús en su momento, calificó como de “rebaño pequeño” (Luc. 12:32). Y tiempo durante el cual se supone, se debe de llevar a cabo “la restauración de todas las cosas” de Hech. 3:21 (para eso regresa Jesucristo según el propio texto), lo que implicaría sin lugar a dudas, la realización de los hechos más asombrosos y espectaculares jamás vividos por el ser humano en toda su historia. Repetimos entonces la idea: el reino de Dios y que se extiende por mil años en el tiempo, es el tema alrededor del que gira toda la Escritura; sin embargo y debido a esa disparatada interpretación cronológica del “ínclito” Dr. Rivas, que parece no enterarse de la película, tan crucial acontecimiento desaparece prácticamente de la Biblia, ya que de forma sorprendente, no se nos dice nada de la labor que lleva a cabo dicho reino durante ese milenio. Porque aunque no se lo crean, dicho señor ha conseguido que de un plumazo, desaparezca del registro bíblico del libro de Revelación, cualquier referencia a la actividad desarrollada por ese reino de Cristo aquí en la Tierra durante esos mil años...... y que se dice pronto.

Y por si dudan de ello, recapitulemos y veamos: nos dice ese caballero en su artículo, que después de la instauración de ese reino (Rev. 20: 4-6), ya nos trasladamos y en virtud de los siguientes versículos del 7 al 10, al término de los mil años y a seguir lógicamente, con el soltado de Satanás, la rebelión de Gog, la aparición del Gran Trono Blanco, la instauración de los nuevos cielos y la nueva tierra, etc., etc. Esa es la secuencia cronológica de los hechos, según tan preclaro entendido en el arte de la interpretación bíblica y con lo cual nos encontramos, que desde Rev. 20:7 hasta 22:21 (y final de las Escrituras), todo lo que ocurre ya es posterior al período del reino milenario de Cristo. Ahora bien, ¿nos podría responder el Sr. Rivas, qué pasa entonces, en esos mil años transcurridos entre los versículos 6 y 7? ¿Por qué no nos cuenta, qué sucesos ocurren durante ese espacio de tiempo de duración del reinado milenario? ¿Es que son sucesos intrascendentes, durante un espacio de tiempo intrascendente de mil años de duración y por lo tanto, no hace falta señalarlos? ¿Pero...... no es ese período de mil años del reinado de Cristo, el tema central de las Escrituras, a la vez que la comisión principal de Jesús durante su estancia aquí en la Tierra y el período de tiempo, en que han de ser restauradas todas las cosas, para beneficio de la humanidad? Entonces ¿por qué no se nos habla nada de ello? ¿Por qué de pronto la Biblia, silencia cualquier actividad llevada a cabo por dicho reino, durante esos mil años que separan, repetimos, el versículo 6 del 7? ¿Ustedes entienden eso como algo lógico? Y es que lógico en sí mismo, claro que no lo es.

Lo que sí se produce, es la consecuencia lógica de la ignorancia en materia bíblica por parte de ese señor que sencillamente no sabe dónde tiene su mano derecha, en ese terreno. Y es que por si no lo sabe, el registro escrito de la Biblia abarca desde el inicio de la Creación, hasta ese momento en que al final de los mil años de gobierno Teocrático por Cristo, Satanás es soltado e intenta de nuevo extraviar a la humanidad, Jehová interviene personalmente y aquél es destruido para siempre, junto a los que le han seguido...... punto, se acabó. Todo, absolutamente todo lo que está registrado en la Biblia, ocurre dentro del espacio de tiempo delimitado por esos dos acontecimientos. Luego la Biblia no nos habla absolutamente nada, pero absolutamente nada, de acontecimientos a producirse después de Rev. 20:7-10, repetimos, absolutamente nada. Luego entonces, ¿qué hacemos con el contenido de Rev. 20:11, hasta 22:21 y que el Sr. Rivas, nos coloca para después del milenio? Pero es que eso, evidentemente “no pue zé y ademá e impozible” (traducido: “no puede ser y además es imposible”), que diría el castizo y famoso torero español “Guerrita”.

Y nuestra afirmación queda respaldada por las situaciones tan raras e incomprensibles, esperpénticas diríamos, que se producirían de seguir el disparatado “orden” cronológico que el Dr. Rivas propone. Por ejemplo, él coloca los “nuevos cielos y nueva tierra” (Rev. 21:1) y en virtud de Rev. 20:7-10, según su “lógica” cronología, después de finalizado dicho reinado milenario y nos dice lo siguiente, en el cuarto párrafo y en referencia a Rev. 21:1:


“...... Indudablemente este «cambio» se refiere a una «nueva creación», porque el apóstol Juan «vio un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más»

Y permítannos enfatizar el asunto: nos está hablando de algo que ocurre después de finalizado el milenio; pero siendo esto así ¿se puede saber entonces, qué hicieron durante el milenio, Jesucristo y sus gobernantes asociados? Porque según el registro bíblico cronológico del Sr. Rivas, es inmediatamente después de instaurados los “nuevos cielos y nueva tierra” y que a su vez, no lo olvidemos, son establecidos después (párrafo 2) de finalizado el milenio y de efectuarse el juicio del Gran Trono Blanco (Rev. 20:11-15), que se producen lo acontecimientos de Rev. 21:1-4:

Y vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo anterior y la tierra anterior habían pasado, y el mar ya no existe. 2 Vi también la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde Dios y preparada como una novia adornada para su esposo. 3 Con eso, oí una voz fuerte desde el trono decir: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad y él residirá con ellos y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. 4 Y limpiará toda lágrima de sus ojos y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Rev. 21:3-4).

O sea, que durante dicho reino milenario, han continuado existiendo la muerte, el llanto, el lamento, el dolor…… Porque claro, si Jehová los quita después de terminado el milenio, significa que durante el tal, esas cosas han continuado existiendo como hasta ahora ¿o no es eso así? Pero no se crean que los despropósitos, como consecuencia de tan “sagaz y clarividente interpretación”, se acaban ahí. Nada de eso, porque vean lo que nos dicen lo siguientes versículos 5 al 8 de ese cap. 21 de Revelación y recuerden que, según este “genio” de la interpretación bíblica, estamos situados ya, después del milenio:

Y Aquel que estaba sentado en el trono dijo: “¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas”. También, dice: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”. 6 Y me dijo: “¡Han acontecido! Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. A cualquiera que tenga sed le daré de la fuente del agua de la vida gratis. 7 Cualquiera que venza heredará estas cosas y yo seré su Dios y él será mi hijo. 8 Pero en cuanto a los cobardes y los que no tienen fe y los que son repugnantes en su suciedad y asesinos y fornicadores y los que practican espiritismo, e idólatras y todos los mentirosos, su porción será en el lago que arde con fuego y azufre. Esto significa la muerte segunda.

O sea, que después de transcurridos los tan cacareados y esperados mil años del Reino de Dios, al final tiene que venir el que está sentado en el trono (suponemos que Jehová), a enmendar las cosas y haciéndolas todas nuevas, porque el milenio aparentemente ha sido un fracaso, un tiempo perdido, ya que según el versículo 8, aún continúa habiendo en la tierra y después de mil años de gobierno teocrático por Cristo, gente sin fe, repugnantes, asesinos, fornicadores, espiritistas, idólatras y mentirosos...... en fin, todo un exitazo. Y conste que todo lo que hemos mencionado, es la secuencia cronológica de los hechos, según nos la presenta el Dr. Rivas y no nada que nos hayamos inventado nosotros. Pero que esto no puede ser tal como nos lo pinta el Sr. Rivas, nos lo muestra Pablo en 1 Cor. 15:24-26:

En seguida, el fin, cuando él entrega el reino a su Dios y Padre, cuando haya reducido a nada todo gobierno y toda autoridad y poder. 25 Porque él tiene que reinar hasta que Dios haya puesto a todos los enemigos debajo de sus pies. 26 Como el último enemigo, la muerte ha de ser reducida a nada.

Luego lo que entendemos aquí, es que en el momento de acabar su reinado y que dura mil años, Jesucristo tiene que haber eliminado ya a todos los enemigos, muerte incluida, restauradas todas las cosas y convertida la tierra en un paraíso, siendo solo entonces, que entrega de nuevo el reino a su Dios y Padre. Pero si para cuando Cristo entrega el reino al fin de su reinado de mil años, todos los enemigos ya tienen que haber sido vencidos, puestos a sus pies y la tierra convertida en un paraíso ¿qué pintaría ahí, que Jehová después del milenio, aún tuviera que ir limpiando lágrimas, llanto, dolor y sobre todo, la muerte? Y es que el planteamiento del Dr. Rivas es un disparate de tal calibre, que no hay por donde cogerlo. Es cierto que en su penúltimo párrafo, nos dice lo siguiente:

La antigua creación será «renovada» en la Era Milenaria, y los cielos nuevos y la tierra nueva, «santificada» (2 P. 3:10-13).” (Negritas nuestras).

Pero es que resulta que peor nos lo pone, porque entonces ¿en qué quedamos? ¿No es siguiendo su orden cronológico, que ha quedado claro que es después de esos mil años de gobierno de Cristo, cuando Jehová aún tiene que ir limpiando lágrimas, dolor, llanto, muerte, teniendo que hacer nuevas todas las cosas y teniendo que lidiar con asesinos, fornicadores, idólatras, etc., etc.? Luego ¿qué creación es la que ha sido renovada durante esa Era Milenaria? Y por otra parte ¿que “nuevos cielos y nueva tierra” son santificados durante esa Era Milenaria, si según su propio orden cronológico, es después de ese milenio y después del juicio del Trono Blanco, que aparecen esos “nuevos cielos y nueva tierra”? Repetimos: eso según su orden cronológico, por lo tanto, si alguien lo entiende, que por favor nos lo explique.

Y es que semejante animalada, solo es el resultado de no tener ni idea de lo que se está diciendo. Y sinceramente, lo que más nos sorprende, no es el hecho en sí de que dicho personaje no se haya dado cuenta de las disparatadas consecuencias que se producen, a partir de su particular visión cronológica de las cosas, sino del hecho, de que Mario Olcese haya sido capaz de colgar semejante esperpento en su blog, sin darse cuenta de tales incongruencias ¿o es que a Mario le parece razonable el orden cronológico que plantea el Sr. Rivas? En fin, nos atrevemos a sugerir, que no estaría de más que se pronunciara al respecto y se posicionara, para beneficio de aquellos (muchísimos) que le leen. Porque si estamos hablando de una enseñanza falsa, tiene que salir a la palestra a rebatirla y si por el contrario somos nosotros los equivocados, nos tiene que rectificar adecuadamente. Todo para beneficio espiritual de aquellos que le siguen. Luego callado, no entendemos que pueda quedarse, máxime teniendo en cuenta que sus blogs son un referente en la Red.

La pregunta es cómo se puede enmendar semejante entuerto, porque esto, repetimos, es lo que sale del orden cronológico establecido por tan “brillante” erudito y maestro bíblico (así se hace llamar, recordemos, según su blog), pero que ha montado una de “agárrate y no te menees”, que es demasiado. No obstante, vamos a ver si nosotros podemos ayudarles a verlo claro y para ello ¿por qué no prueban, cuando lean el capítulo 20 de Revelación, de omitir los versículos del 7 al 10? Tómenlos como si fueran un inciso que se hace al iniciarse el milenio, con la toma de posesión de aquellos designados para gobernar con Cristo, para advertirnos por anticipado, de lo que pasará al cabo de los mil años después de ser abismado Satanás. O sea, como si fuera un simple acotamiento, que nada tiene que ver con lo que está ocurriendo o se está contando, sino de algo a ocurrir aún en un futuro. Y verán como todo cuadra perfectamente: Jesucristo y sus fuerzas angelicales, derrotan a la bestia y al falso profeta y destruyéndolos en el lago de fuego o muerte eterna y dando a sus destruidos seguidores como alimento a las aves carroñeras de los cielos (Rev. 19:19-21). A continuación y ya en Rev. 20, Satanás es encadenado y abismado (versos 1-3). Seguidamente y limpiado el ambiente, se produce la toma de posesión de sus respectivos tronos de los que junto a Cristo han de gobernar (versos 4-6).

A ello le sigue (verso 11), la impresionante manifestación del Gran Trono Blanco y del que en él está sentado, que preside dicho gobierno teocrático y que evidentemente es Jesucristo, porque es en quién Jehová ha delegado el juicio:

Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha encargado todo el juicio al Hijo.” (Juan 5:22).

También se nos habla de esta circunstancia en Hech. 17:31:

Porque ha fijado un día en que se propone juzgar la tierra habitada con justicia por un varón a quien ha nombrado y ha proporcionado a todos los hombres una garantía con haberlo resucitado de entre los muertos.”

Luego el que ocupa ese Trono y por tanto, preside sobre los otros tronos menores, no puede ser otro que Jesucristo y puesto que él es el Rey durante el período milenario, ese trono sobre el que está sentado, no puede aparecer al final de esos mil años. Ya establecido dicho gobierno, se inicia el milenio de la siguiente manera: “…… de delante de él huyeron la tierra y el cielo y no se halló lugar para ellos.” Y ahora, analicemos este pasaje.

Según lo considerado anteriormente en Isa. 65:17, los cielos hacen referencia a gobiernos, luego al establecerse dicho gobierno teocrático, lo que hace es sustituir a los anteriores gobiernos mundanos, mediante destruirlos:

Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.” (Dan. 2:44).

Entonces ya tendríamos aquí, un “nuevo cielo” que ha sustituido a otro, pero siguiendo tal paralelismo ¿qué hay de “la tierra”? Porque si bien podemos admitir que la pecadora sociedad actual será destruida en la “gran tribulación” de Mat. 24:21-22 y desaparecerá como “tierra”, recordemos que tiene que ser sustituida por otra “nueva tierra”, luego...... ¿de dónde la sacamos? Pues de las personas que sobreviven a esa gran tribulación, siendo el libro de Revelación en donde se nos confirma tal extremo:

Después de estas cosas vi y, ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos. 10 ……… 13 Y en respuesta, uno de los ancianos me dijo: “Estos que están vestidos de la larga ropa blanca, ¿quiénes son y de dónde vinieron?”. 14 De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.” (Rev. 7:9-14).

Luego ya tenemos aquí la “nueva tierra” o nueva sociedad de personas obedientes al Creador y que se convierten en los primeros súbditos de ese gobierno del reino. Entonces vemos unos nuevos cielos y una nueva tierra, que han desplazado a los viejos y para los que “no se halló lugar”, significando dicha expresión, que no siendo aprovechables, sencillamente fueron destruidos eternamente...... así de simple y sencillo.

Entonces ¿qué viene a continuación? Pues fijado ya este principio, sucede el hecho más espectacular de todos los tiempos: la progresiva resurrección de todas aquellas personas que en su día fallecieron y que están en la memoria de nuestro Creador. En consecuencia y para tal acontecimiento, se abren nuevos rollos o libros de instrucciones (suponemos), tanto para la restauración física, como mental, emocional y sobre todo espiritual, de las personas y sobre cuya base, serán juzgadas las mismas al final del milenio. También es abierto un libro de la vida y en el que serán inscritos los nombres de aquellos que superen dicho juicio (versos 12-15). No que allí se ejecute un juicio propiamente dicho y a la usanza de lo que entendemos generalmente por un juicio, sino que según el aprovechamiento que de tales instrucciones haga cada uno durante ese período de tiempo, podrá o no, superar la última prueba a la que será sometida la humanidad (y de la que ya hemos hablado), ya alcanzada la total perfección a la manera de Adán y Eva. Porque habrá algunos, que aunque aprovechándose de los beneficios materiales impartidos por ese reino milenario, desatenderán los espirituales y que son precisamente aquellos que nos pueden ayudar a superar la prueba final. Esas personas, que serán engañadas por Satanás al igual que Adán y Eva lo fueron y numerosas “como la arena del mar”, son aquellas cuyos nombres no son escritos en el libro o rollo de la vida y son echadas en el “lago de fuego”.

Y de esa prueba final, es de la que se nos habla anticipadamente y a modo de advertencia para que no desaprovechemos el tiempo, en los versículos del 7 al 10 y a modo de aviso para navegantes; aquellos que sí superen dicha prueba, pues nada, continuarán viviendo eternamente en paz y felicidad y sin nada que les perturbe. Es en ese sentido que su resurrección, habrá sido para vida, mientras que para los otros, que no superan la prueba, habrá sido una resurrección para condenación (Juan 5:28-29); y todo estará en función, de cómo cada uno aproveche su nueva oportunidad. Sin olvidar por supuesto, que durante dicho período milenario, se dará la oportuna atención a las condiciones medio ambientales, restaurándose bosques, recuperándose la limpieza de tierra, mares, océanos, lagos, ríos, manantiales y descontaminándolos a todos ellos; se restaurará la protectora y actualmente maltrecha capa de ozono y en fin, devolviendo el planeta Tierra a un perfecto equilibrio ecológico y convirtiéndolo en un Paraíso. Y todo eso, es lo que se va a hacer durante esos mil años de gobierno del Reino de Dios aquí en la Tierra.

Y eso es a grandes rasgos, lo que nosotros consideramos una cronología aceptable de los hechos y que no crea situaciones absurdas y disparatadas como las que hemos considerado anteriormente. Y todo, producido por no saber aplicar la cuarta de las capacidades que nosotros siempre propugnamos: el saber leer correctamente. Porque cuando uno tiene sentido común, lógica, capacidad de razonar y sabe además leer correctamente, se da cuenta en seguida, que esos textos de Rev. 20:7-10, no tienen nada que ver en el contexto en que están colocados. Porque lo único que hacen, como hemos visto y si queremos incluirlos como parte del mismo relato, es distorsionar el sentido lógico del contexto general del relato en cuestión; luego por sentido común, lógica y un mínimo razonamiento, habrá que pensar que significan otra cosa y por lo tanto hay que descontextualizarlos, o sea, no tomarlos en cuenta en ese contexto, como parte integrante de ese relato que estamos considerando: sencillamente y de forma puntual, se refieren a otra cosa. Y es que entre otras cosas, saber leer, es esto.

Ahora bien, ya restablecida la importancia que tiene el reinado milenario y habiéndolo dotado nuevamente de contenido, amén del protagonismo que debe de tener, como instrumento principal de Jehová para beneficio de la humanidad, solo nos queda una pregunta que plantear...... ¿le parece a usted más razonable el resultado de nuestra visión cronológica, que la apuntada por el Dr. Rivas o por el contrario, entiende como más correcta la de él? Y para llegar a la respuesta apropiada, nada más aconsejable que mediante su propio ejemplar de las Escrituras, personalmente compare ambos puntos de vista y sacando las oportunas conclusiones, decida por cuál de ellas decantarse...... porque recuerde que nosotros, también nos podemos equivocar.

MABEL

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