La Biblia y el ajedrez
Y por supuesto que entendemos su perplejidad y asombro, ante semejante titular, pero les rogamos que nos dejen explicar. No que nosotros asemejemos una cosa a la otra, lo que evidentemente sería ofensivo para el libro sagrado y nada más lejos de nuestra intención, por supuesto. Pero sí nos permitimos hacer una observación o más bien, una pequeña semblanza, acerca de la intrínseca relación existente entre aquellos que nos la quieren “interpretar”, con tan conocido y culto juego. Y cuando nos referimos a lo de interpretar, no estamos hablando de las personas que han trabajado en la noble tarea de a partir de los textos originales, interpretarlos y traducirlos a los respectivos idiomas que hoy conocemos y poniendo por tanto a nuestra libre disposición, tan valioso contenido. No, no, nada de eso; sino que de quién estamos hablando, es de aquellos que a partir de esas traducciones, pretenden “explicarnos” el significado de lo que leemos en el relato sagrado y siempre según, faltaría más, su particular punto de vista. O sea, estamos hablando de esa multitud de “eruditos y maestros bíblicos” que pululan por la red (Internet), todos ellos y según propia afirmación, con el sello de “ungidos” y que en definitiva significa, elegidos o escogidos por Dios para hablarnos en su Nombre. Convencidos de tal circunstancia o nombramiento, se lanzan raudos y veloces a “aclararnos” que cuando Jehová en Su Palabra nos dice A, realmente lo que nos quiere decir es B. Y por ello, el razonamiento que les queremos presentar.
Probablemente si a usted le pidieran que de forma rápida y a bote-pronto, diera una imagen ilustrativa del tan culto y hermoso juego del ajedrez, nos hablaría de dos personas situadas una frente a la otra, con un tablero cuadriculado entre ambas, lleno de figuritas y…… pensando, siempre pensando. Y es que en un juego en el que cuando una pieza ha sido movida, ya no hay posibilidad de rectificar y que dicho movimiento, es esencial para determinar un posterior movimiento ganador del adversario, el pensar un poco y si puede ser, siempre un poco más que el rival, suele dar alguna que otra satisfacción. Luego de los tales movimientos, tanto de una parte como de la otra, o sea, de entre blancas y negras (todo sea para hablar con propiedad), depende el resultado final de una partida. Por lo tanto, el pensar de forma analítica es parte fundamental del juego; por ello un jugador antes de cambiar la posición de cualquiera de las piezas que en un momento determinado tiene a su disposición, analiza atentamente las probables consecuencias del movimiento a efectuar.
Para ello, un buen jugador y antes de mover una pieza, baraja distintas posibles jugadas alternativas y las consiguientes réplicas que su adversario puede darle a cada una de ellas, lo cual implica una capacidad mental impresionante. Porque claro, si dicho jugador tiene ante sí, pongamos por ejemplo, la posibilidad de cinco movimientos alternativos y que cada uno de ellos a su vez, puede generar una determinada cantidad de réplicas por parte de su adversario, digamos también cinco por cada una de las posibles opciones, ello obliga a nuestro jugador, a pensar en una serie de contra-réplicas, para cada una de esas réplicas y así hasta donde su mente alcance (cuanto más, más posibilidades de ganar), con lo cual imagínense la de movimientos que tiene que controlar dicho caballero, si no quiere perder el match. En fin, que más o menos la cosa es así y por supuesto, pedimos excusas a los buenos jugadores y aficionados al ajedrez, por nuestra rudimentaria y cavernícola forma de explicarlo, pero es que tampoco somos aquello que se dice demasiado expertos en el juego en cuestión.
Y es que simplemente lo que deseamos que se entienda y como moraleja, es que uno solo se entera de si sus movimientos han sido correctos, por el resultado final que de ellos se deriva. Hay un principio bíblico que nos habla de ello:
“……. de todos modos, la sabiduría queda probada justa por sus obras (o sea, los resultados conseguidos)”. (Mat. 11:19). (Acotación nuestra).
Y sin que nuestro tema vaya por ahí, este es un principio que nos muestra, que lo acertado o no de un movimiento o conjunto de movimientos, en este caso en el bello juego del ajedrez, queda probado por el resultado que al final se consigue. Y lo mismo ocurre en cualquier faceta de la vida, como por ejemplo y de eso estamos hablando, en la de cualquier planteamiento acerca del significado de algún determinado pasaje bíblico y en el que solo un analítico desarrollo y consecuente resultado final de la citada idea expuesta, nos puede probar lo acertado (o no) de ella. Luego y partiendo de esa premisa, vamos a analizar uno de esos “movimientos”, en un imaginario e hipotético tablero bíblico y siendo uno de los más llamativos, el que tiene que ver con la interpretación de Juan 5:28-29 y pasaje en donde leemos lo siguiente:
“No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz 29 y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio.”
Y ahora veamos la interpretación que se le da a dicho pasaje:
“La Biblia revela indiscutiblemente que habrá «dos resurrecciones»:
La primera: llamada «resurrección para vida».
La segunda: llamada «resurrección de juicio», «de condenación».”
Y el argumento que apoya semejante teoría, lo pueden leer en el artículo “La Biblia si dice esto: que habrá dos resurrecciones”, publicado en el blog del Dr. Javier Rivas Martínez, el 4 de Febrero del año en curso y compartido por un largo etc., por lo que antes de entrar en materia, permítannos señalar que no deseamos de ninguna manera personalizar en el Sr. Rivas, sino que nos dirigimos básicamente a todas aquellas personas que sostengan tal creencia. Dicho esto, veamos que se nos quiere decir con la afirmación transliterada: en la “primera” resurrección y que es “para vida”, participan todas aquellas personas que en cualquier momento de la historia han fallecido en el favor de Jehová, lo cual incluye tanto a personajes del AT (los Abraham, Jacob, David, Daniel, etc., etc.), como a los del NT (entiéndase Juan el Bautista, los 12 apóstoles, Pablo, Felipe, Bernabé y tantos otros), así como a otras personas, que sin ser mencionadas en el registro sagrado y por su conducta piadosa, hubieran contado con el beneplácito del Creador en el momento de su muerte y eso hasta el día de hoy. Y de lo que se podría considerar como una segunda resurrección, a acontecer mil años después de la primera (dato tan interesante, como sorprendente y si se nos permite, disparatado) y ya “para condenación”, participarían todas aquellas personas de todos los tiempos, que hayan muerto sin tener el favor de Jehová y merecedoras por tanto, de destrucción eterna en el “lago de fuego” (Rev. 20:15). Y este es, dicho sea en términos ajedrecísticos, el “movimiento” de tan “doctos entendidos” en la materia (Sres. Rivas y demás) y en defensa de tan sorprendente interpretación del pasaje de Juan 5:28-29. Pero no obstante y para saber de lo correcto o no de la misma, vamos a analizar las “réplicas” mediante las cuales se pudiera neutralizar dicho “movimiento”:
1º Los notables del AT, no pueden participar de la primera resurrección, porque esa resurrección es únicamente para aquellas personas que han de co-gobernar con Cristo durante el reinado milenio, según Rev. 20:6:
“Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.”
Y resulta que esos personajes citados no pueden formar parte de dicho gobierno del reino, porque no reúnen los dos requisitos básicos e imprescindibles impuestos por Jesús:
“Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:5).
Y obviamente no podían reunirlos, porque los tales requisitos, el nacer del agua y el nacer del espíritu, solo estuvieron al alcance de cualquier persona que los deseara, a partir del Pentecostés de 33 E.C. y fecha para la cual, ya hacía centenares de años que los citados personajes habían muerto y por lo tanto, inalcanzables para ellos. Luego si no pueden ser gobernantes con Cristo, no pueden participar tampoco de esa primera resurrección.
2º Por otra parte y si la cosa fuera como afirman los Sres. Rivas y compañía, estaría incluido entre los participantes en esa primera resurrección y que repetimos, es solo para los que han de reinar con Cristo, el propio Juan el Bautista. Pero personaje del que sin embargo el propio Jesús afirmó y sin lugar dudas, que no estaría en ese gobierno del reino:
“En verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él.” (Mat. 11:11).
Luego, si el menor en el reino es mayor que Juan, él obviamente no puede estar allí y por lo tanto, no puede participar de la primera resurrección.
3º Y este argumento, además, nos lleva de nuevo a los notables del AT y que se verían también afectados por esa palabras de Jesús, pues si entre los nacidos de mujer, no había sido levantado uno mayor que Juan el bautizante, obviamente los tales notables eran menores que él; luego si con ser Juan mayor que ellos, no fue incluido entre los futuribles para formar parte de ese gobierno, cuanto menos aquellos que eran menores que él.
4º Pero si los notables del AT por una parte y Juan el Bautista (según Jesús) por otra, no pueden participar como miembros en ese gobierno del reino, resulta que según Rev. 20:6, no pueden tampoco ser levantados en la primera resurrección y lo cual nos lleva de forma irremediable, al disparate de tener que colocarlos en la segunda de esas dos resurrecciones, al cabo de mil años y para destrucción eterna. O que nos digan esos “ilustrados” caballeros, dónde nos los colocan.
5º Otro caso parecido, sería el del malhechor arrepentido que murió ajusticiado al lado de Jesús y que por razones obvias, tampoco estaba en posesión de los requisitos citados en Juan 3:5 y que recordemos, según Jesús eran de obligado cumplimiento para acceder al reino en calidad de gobernante. Luego ello lo excluye también de esa primera resurrección y lo coloca en la segunda para destrucción eterna, pero claro, el caso es que Jesús le aseguro que estaría con él en el paraíso; luego ¿qué hacemos también con dicho personaje?
6º Además, suponiendo (y que ya es mucho suponer) que la conclusión de esos “entendidos” fuera correcta, nos encontraríamos con la siguiente y disparatada situación: si todos los justos se levantaran en la primera resurrección, todos adquirirían la condición de gobernantes en el reino y con lo cual, nos encontraríamos durante el milenio con una tierra llena de gobernantes, pero sin nadie a quien gobernar, ya que la segunda resurrección se produce mil años después y para destrucción eterna.
7º Por otra parte y según Rev. 20:6, los participantes de esa primera resurrección, no solo serán reyes adjuntos a Cristo, sino que también se les conceden los atributos de sacerdotes y lo cual implica en esencia una acción mediadora, pero…… ¿entre quiénes se establecería dicha mediación? Tendríamos que suponer, según se deduce de 1 Tim. 2:5 y por asimilación, que entre Dios y los hombres; pero es que durante esos mil años, no habrá sobre la tierra hombres por los cuales mediar. No olvidemos que esos primeros resucitados, son levantados ya con la inmortalidad, luego aprobados por el propio Jehová y por lo tanto, no necesitan de ninguna labor mediadora. Es más, ellos son precisamente el instrumento usado por el Altísimo para mediar, pero…… ¿con quién? Luego ¿sobre quiénes derramarán su benefactora función sacerdotal, durante ese período de mil años? Deberíamos de pensar, que Jehová les ha dotado de esa facultad o capacidad, para algún fin o propósito en concreto…… ¿o no?
8º Pero además, es que si la segunda resurrección es para juicio con resultado de destrucción eterna, para aquellos que participen de ella ¿sobre qué base son juzgadas esas personas resucitadas y echadas posteriormente al lago de fuego? Por las cosas que hicieron antes de morir, es evidente que no, según el apóstol Pablo:
“Porque el que ha muerto ha sido absuelto de su pecado.” (Rom. 6:7).
Otras traducciones usan “liberado”, “eximido”, “redimido”, “libertado” y que nos transmiten la misma idea. Por otra parte, no pueden ser juzgados por lo que han hecho después de resucitar, porque no habrán tenido tiempo material de hacer nada, ni bueno ni malo. Luego ¿de qué cargos o pecados se les acusa?
9º Por último, si las cosas fueran como apuntan dichos caballeros ¿nos podrían explicar, qué propósito o función tiene el Reino de Dios? ¿Qué sucesos estarían por producirse, durante ese período milenario y que pudieran responder a las expectativas levantadas? ¿Quién, por otra parte, se beneficiará de esa función sacerdotal de los miembros de ese gobierno milenario? Además ¿cómo es posible, que después de todo un conjunto de libros (la Biblia al completo) que tienen como tema central, el Reino de Dios y después de que Jesús fuera enviado expresamente a predicarlo (Luc. 4:43), aún nos tengamos que estar planteando estas cuestiones? ¿Es que tanto la Biblia como Jesús, han fallado de forma estrepitosa en la comisión de ponernos al tanto del porqué del Reino de Dios, o es que el planteamiento del Sr. Rivas y grupo afín, todos “eruditos y maestros” bíblicos, es un puro disparate? ¿Se han dado cuenta que con su incomprensible interpretación de Juan 5:28-29, vacían de contenido ese período milenario que conocemos como el Reino de Dios?
Porque lo que queda claro es que, ante los medios desplegados, nos tendríamos que saber todos al “dedillo” las cosas a producirse durante ese milenio, pero sin embargo y “gracias” a la capacidad interpretativa de dichos “entendidos”, ahí tenemos a estas alturas y ya a punto de ser establecido dicho período milenario, esas dudas aún sin resolver y que por supuesto, agradeceríamos que nos las despejaran, aunque sinceramente dudamos que lo hagan; es más: estamos convencidos de que no lo van a hacer. Y para que no quede ninguna duda, nos estamos dirigiendo a los señores que forman parte de ese entorno compuesto por los Rivas, Olcese, Morales, Dávila, Buzzard, etc. y que hasta donde nosotros sabemos, de momento no han presentado ninguna objeción a semejante interpretación de Juan 5:28-29, por lo cual debemos considerar que estarán de acuerdo con ella.
Bien, dicho esto y continuando con el símil ajedrecístico, esos son nuestros “movimientos” de réplica a esa jugada iniciada por tan “ilustrados” caballeros. Quedamos pendientes, por tanto, de su jugada alternativa.
MABEL
domingo, 31 de octubre de 2010
miércoles, 27 de octubre de 2010
¿Y por qué tenemos que creerles?
Según un reciente artículo publicado por Apologista Mario Olcese, bajo el título de “Yo soy un ungido…. ¿y usted?” y que es el mismo que publicó el 19 de Enero de 2008 (con otro título), el amigo Mario se reafirma en la idea de que es un “ungido” y que nos permitimos recordarles a nuestros queridos lectores, que eso eleva a uno a la categoría de Hijo de Dios, por tanto hermano de Jesucristo y consecuentemente, heredero/co-gobernante en el Reino y por si ello fuera poco, la inmortalidad como propina. Como pueden ustedes apreciar, por pedir que no quede; pero nosotros que somos los “pepito grillo” de esta historia y que en más de una ocasión, desde este blog le hemos rebatido dicha afirmación, le continuamos planteando la misma cuestión: ¿nos lo puede demostrar? Porque claro, pensamos que semejante suceso y por la tremenda importancia del mismo, evidentemente precisa de algo más tangible que una mera afirmación personal. Y eso no significa que dudemos de lo honesto de su convicción, que no es el caso; sencillamente afirmamos que no existen a día de hoy personas enviadas por Dios sobre la tierra y que es lo que significa básicamente ser un “ungido” (una persona enviada por Dios, con un propósito determinado), ya que de ser ello así y como así ha sucedido siempre, según el registro bíblico, tendrían que haber manifestaciones visibles del poder de Dios. Pero por otra parte si le pedimos que nos pruebe su supuesta condición, tampoco le estamos pidiendo algo del otro jueves, sino que sencillamente lo que hacemos es seguir su ejemplo. Porque vean la pregunta y subsiguiente planteamiento, que hacía dicho caballero en el último párrafo del artículo “¿Quiénes son los 144.000 de Apocalipsis 7:4 y 14:1?” del 25 de Abril del 2007 y que reproducimos tal cual:
“¿Cómo sabe un "T.J" que es un miembro de los 144,000 y no de la "GRAN MULTITUD" y viceversa? Bueno, aquí aparece el subjetivismo puro. Yo, como ex-"T.J", me hacía la misma pregunta. Una vez le pregunté a uno de la clase de la Iglesia o de los 144,000, lo siguiente: ¿cómo sabe usted que es de la clase ungida?, y me contestó: “Yo siento un llamado celestial" o "Mi corazón me dice que mi paradero final y eterno está en el cielo y no en la tierra". ¡Punto final! Caramba dije: ¡qué fácil es saber si uno es miembro de la iglesia! Como si nuestro destino final dependiera de lo que a uno le guste o le parezca. Los más de los "T.J" dicen no sentir el deseo de vivir en el cielo sino en la tierra. A éstos les corresponde vivir en la tierra, pues así lo han decidido ellos en su corazón. ¡Qué tontería! ¿Acaso se han olvidado los "T.J" que engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; y quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9). ¿Acaso no recordamos que el Diablo suele usar "el corazón" de los hombres para engañarlos? (Ver Juan 13:2). Por tanto, debemos basarnos en lo que realmente dice la Biblia sobre algún asunto, y no en nuestras propias elucubraciones.”
Sin embargo y muy a pesar de lo afirmado en esa última frase del citado párrafo, acerca de lo necesario de basarse en lo que dice la Biblia sobre el asunto y no según propias elucubraciones para determinar uno su condición (digamos espiritual), veamos una afirmación del Sr. Olcese, categórica donde las haya y que encontramos en el artículo “No toquéis a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas” (párrafo tres), del 7 de Septiembre de 2007 y que de nuevo, transliteramos tal cual:
“Yo soy un UNGIDO del Señor, y nadie debe o puede tocarme a mí, o a usted, si en verdad es un cristiano, sin tener luego que pagar un precio muy caro. Yo me considero un UNGIDO del Señor, y si usted no se considera así, entonces usted no ha entendido lo que significa ser un cristiano o un ungido.” (Negritas nuestras).
Luego y resumiendo, lo que el Sr. Olcese nos viene a decir, es que él se considera a sí mismo un ungido y si no nos lo creemos…… pues eso, que nos den; porque resulta que el problema está en nosotros, que no entendemos nada de nada. Y nos tendrá que reconocer dicho caballero, que cómo mínimo y por aquello de ser suaves, es víctima del mismo subjetivismo que les imputa a los ungidos de los TJ, porque ¿cómo ha averiguado él, de forma tan convincente, su condición de “ungido”? Es cierto que él afirma estar convencido de su pertenencia, pero ¿no le podría engañar su corazón lo mismo que, según dice, les ocurre a los TJ? Porque estos, les aseguramos a ustedes, tienen el mismo convencimiento personal que el Sr. Olcese y que por otra parte, no hay razón objetiva alguna para dudar que ello sea así. ¿O es que a él no le aplican las palabras de Jer. 17:9 y su corazón está “blindado”, frente a un engaño potencialmente perverso? ¿O quizás inmune, a las peligrosas maquinaciones del diablo? Si Satanás ya consiguió influir en el corazón de un discípulo directo de Jesús, según Juan 13:2 (y solo citamos textos que él mismo usa), ¿se cree a salvo de dicha maligna influencia el Sr. Olcese? Porque claro, el que dicho caballero se considere a sí mismo, como depositario de semejante privilegio (ser un “ungido”), lo pone exactamente en la misma posición que los TJ (entre otros) y que de forma tan vehemente critica. Porque debemos de tener en cuenta, por otra parte, que aunque nos diga apoyarse en las Escrituras para llegar a semejante convencimiento, no es menos cierto, que los textos que usa el Sr. Olcese para avalar su afirmación de pertenencia, son exactamente los mismos que usan los miembros supuestamente “ungidos” de dicha organización, secta o como quieran llamarla y de la que, dicho sea de paso, los dos autores de este blog fuimos miembros por más de treinta años cada uno, por lo que fíjense si sabremos de qué les estamos hablando. Luego y resumiendo ¿por qué sí tenemos que creerle a él y a los TJ no?
Por otra parte ¿en que basa Apologista su arriesgada afirmación de que si uno no se considera un “ungido”, es porque no ha entendido lo que significa ser cristiano? ¿Nos podría explicar el Sr. Olcese, qué realmente significa para él, el ser cristiano? Porque no está nada claro, ese argumento que se desprende de su afirmación, en el sentido de que la palabra “cristiano” tenga el mismo significado que la palabra “ungido” y que, aseveramos nosotros, se parecen como un huevo a una castaña. Porque además con su planteamiento, está afirmando que aquellas personas que no nos consideramos como “elegidos” por Dios, para tan alto privilegio de gobernar con su Hijo en el reino, no nos hemos enterado de la película, acerca de lo que significa ser cristiano ¿o no es así? ¿No será tal vez, que el que no se ha enterado de qué va la cosa, es el propio Sr. Olcese? Porque la realidad, es que la citada afirmación del caballero en cuestión, acerca de su pertenencia al grupo de ungidos (o miembros de la Iglesia de Cristo) y a tenor de los dos párrafos de su autoría que hemos transliterado, de ninguna manera es más creíble que la de cualquier otro, sea TJ o no; a menos eso sí, de que nos lo pueda probar de una manera razonable. Y que por otra parte, por supuestísimo que puede haber seguidores de Jesucristo, o sea, cristianos, sin necesidad de ser “ungidos”. Es más, estamos en condiciones de afirmar y para conocimiento del Sr. Olcese, que ese estado de “no ungimiento”, es la condición natural del cristiano y que lo excepcional, es ser un “elegido” o “escogido” y que es lo que realmente significa el término “ungido”. O sea, exactamente todo lo contrario de lo que cree y enseña el Sr. Olcese.
Pero volviendo a lo de poder demostrarlo, una forma de hacerlo, sería probar que en su caso se hacen realidad las siguientes palabras de Jesús:
“Y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen las buenas nuevas a toda la creación. 16 El que crea y sea bautizado será salvo, más el que no crea será condenado. 17 Además, estas señales acompañarán a los que crean: Mediante el uso de mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas, 18 y con las manos tomarán serpientes y si beben algo mortífero no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y estos sanarán.” (Mar. 16:15-18).
Y eso, al menos y hasta donde sabemos, algo que no está al alcance del Sr. Olcese pero que sin embargo, queda claro que eso fue lo que dijo precisamente Jesús y que por lo tanto, se debiera de requerir de aquellos que afirman ser sus “ungidos”. Y es que no debemos olvidar, que esas fueron sus últimas palabras (según Marcos) antes de ascender al cielo y que hasta donde nos consta, no han sido rectificadas. Luego, si continúan estando en vigor y esas muestras de poder, nadie alcanza a poderlas manifestar, pues nadie a día de hoy y por mucho que lo afirme e intente convencernos de ello, es un “ungido” de Dios. Entonces, ¿cómo solventan esta “pequeña” cuestión, las personas que se consideran como tales, en este caso el Sr. Olcese?
Pues diciendo que hoy día, ya no hacen falta dichas manifestaciones poderosas para probar la condición de uno como escogido de Dios y la cual afirmación, ¡faltaría más!, es en lo único en que están de acuerdo los distintos “ungidos” de todos los sectores. Pero curiosamente de estas palabras de Jesús, al parecer para ellos ya obsoletas, lo único que no han considerado prescrito, es aquello que sí les interesa y que está contenido en el versículo 16: “El que crea y sea bautizado será salvo…...” Y eso sí se lo aplica el Sr. Olcese (y compañía), como ha reflejado en sus artículos hasta la saciedad; pero claro, se le olvida que Jesús inicia el siguiente verso 17 diciendo que las citadas señales acompañarían a los que creyeran y afirmación que tiene cierto parecido a lo que en física se denomina, reacción causa/efecto. Luego un verso (el 16) es consustancial con el otro (el 17), ya que ambos están estrechamente relacionados: entonces, o está en vigor el contenido de todo el pasaje, o no lo está dicho pasaje al completo. Entonces si hay actualmente creyentes verdaderos (entiéndase ungidos), tienen que existir las citadas manifestaciones de poder señaladas por Jesús y si no se pueden dar dichas manifestaciones, es que a día de hoy no existen personas ungidas: tan simple como eso. Y permítasenos repetir la idea de que puede haber cristianos, sin necesariamente tener que ser “ungidos”, circunstancia que no hay que olvidar para poder entender correctamente muchas de las cosas que nos dicen las Escrituras y no liarnos, como desafortunadamente suele ocurrir con algunos no demasiado versados en el tema, víctimas de esas más que dudosas afirmaciones.
Pero es que aun aceptando ese planteamiento, o sea, el no necesitarse de tales manifestaciones de poder para ser reconocido uno (o una, por supuesto) como persona “ungida”, según las Escrituras todavía quedaría algo que les puede ayudar a identificarse como tales y que lógicamente, deberíamos de exigirles. Vean que nos lo explica el propio Sr. Olcese en el primer artículo señalado y objeto de este debate, en su quinto párrafo y que en parte dice lo siguiente, también transliterado tal cual:
“Ahora bien, “Ungidos con el Espíritu Santo” resalta otras bendiciones colaterales que Dios nos añade cuando nos entrega el Espíritu Santo, PERO LO MÁS IMPORTANTE ES QUE NOS GUÍA A LA VERDAD (Ver Juan 16:13). NADIE PUEDE SER GUIADO A LA VERDAD SIN EL ESPÍRITU OBRANDO EN ÉL.” (Negritas nuestras).
Luego uno tendría que estar de acuerdo, tras esta declaración de parte, que toda afirmación sobre temas bíblicos que de esas personas procediera, tendría que ajustarse perfectamente a la verdad escritural y sin alterar en absoluto su sentido o significado, ya que en definitiva serían guiadas por el único y mismo espíritu que guió a los que la escribieron. Por lo tanto y ya pensando que el Sr. Olcese tendría que estar de acuerdo, en aquello que el mismo publica, vamos a continuar por ese camino que él nos ha marcado. En el citado artículo del 25 de Abril de 2007 y en su párrafo cinco, se nos dice literalmente lo siguiente:
“Otro detalle: Los "T.J" sostienen que la GRAN MULTITUD ("las otras ovejas") tienen un destino terrenal, en tanto que los 144,000 tienen un destino celestial (Ver "Esto Significa Vida Eterna", págs.237 y 238). Pero la Biblia es clara cuando dice que ambos grupos están FRENTE AL TRONO Y FRENTE AL CORDERO (Apocalipsis 7:9-15 y Apocalipsis 14:1-5). Pero los "T.J" sostienen que estar frente a Dios y frente al Cordero puede tener una connotación simbólica de "aprobación" en el caso de la GRAN MULTITUD, y no necesariamente que estén literalmente frente a Dios como si sucede con los 144,000.”
O sea, que según el Sr. Olcese, el supuesto espíritu de verdad que como “ungido” posee, le dice que la Biblia es clara cuando dice en los citados textos, que ambos grupos están literalmente frente al trono en el cielo. Pero resulta que la cosa de ninguna manera parece estar tan clara, nos permitimos señalarle, porque sencillamente la Biblia y más concretamente en esos dos textos, no dice absolutamente nada de eso. Y pese a que Apologista cita en el párrafo transcrito, de Rev. 7 y 14, es en este último capítulo 14 en donde comete el error de situar a los 144.000, posicionados ante el trono, porque sencillamente lo lee mal (no encontramos otra explicación) y lo cual demuestra que lejos de estar guiado por el espíritu de verdad que debería de caracterizar a un “ungido”, lo que al menos aparentemente resulta ser, es un “falso maestro”, porque ya nos contara cómo llega a semejante conclusión. Y es que la Biblia de ninguna manera y en ningún sitio, sitúa a los 144.000 ni a la gran muchedumbre físicamente delante del citado trono y en el cielo; luego ya tenemos la primera discrepancia, entre el espíritu que supuestamente obra en el “ungido” Sr. Olcese y el espíritu que guió a los escritores bíblicos. Porque tengamos en cuenta y para no perdernos, que la revelación a Juan tenía como propósito el explicarle, mediante visión, aquellas cosas que en un futuro tenían que acontecer aquí en la Tierra, no en el cielo. Y básicamente, desde el capítulo seis y en que todo lo que se nos narra a partir de ahí, o bien ocurre en la tierra, o bien desde la perspectiva de la tierra. Veamos en primer lugar, Rev. 7:9:
“Después de estas cosas vi y, ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos.”
Noten por favor, que nada en este pasaje, nos indica que esta presencia delante del trono, ocurra en el cielo. Y es que no tiene por qué ser necesariamente así, dado que hay infinidad de textos que nos muestran que todos constantemente y aun estando físicamente sobre la tierra, estamos delante del Trono de Jehová, como reconoció el propio escritor de Hebreos (4:13):
“Y no hay creación que no esté manifiesta a la vista de él, sino que todas las cosas están desnudas y abiertamente expuestas (personas incluidas) a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.” (Acotación nuestra).
Y por si no le parecen demasiado concluyentes esas palabras, veamos que dice el propio Jehová:
“¿O puede cualquier hombre estar ocultado en escondrijos y yo mismo no verlo?”, es la expresión de Jehová. ¿No lleno realmente yo mismo los cielos y la tierra? es la expresión de Jehová? (Jer. 23:24).
Luego es obvio que todos y de forma objetiva, estamos permanentemente delante Jehová sin necesidad de movernos de esta tierra, como es el caso que nos ocupa. Y conste, repetimos, que hay innumerable cantidad de textos que nos transmiten dicha idea y lo cual nos permite señalarle al Sr. Olcese, que eso no lo dicen los TJ, sino que está escrito en la Biblia. Y que la escena relatada de Rev. 7:9, ocurre aquí en la tierra, queda probado cuando más adelante en el versículo 14, se le explica a Juan quiénes son esa “gran muchedumbre” que contempla en la visión:
“De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.”
Luego estamos hablando de las personas que pasan con vida a través de la “gran tribulación” aquí en la tierra y entran directamente al reino milenario de Cristo sin experimentar la muerte, por lo cual no pueden estar en el cielo y que además en ningún sitio se nos dice, ni mínimamente se nos sugiere, que fueran transferidas a dicho lugar, ya que obviamente no pueden estar en él según 1 Cor. 15:50; luego ¿de dónde se saca esta idea? El resto de versos, del 10 al 15, continúan haciendo referencia a los mismos personajes, o sea, a esta gran muchedumbre, si bien para nada nos hablan de los 144.000. Recordemos por otra parte, que en las Escrituras solo en dos sitios, se nos menciona acerca de ese reducido grupo: en Rev. 7:4, en donde se nos da un número o cantidad y en Rev. 14:1-5, en donde se nos dice dónde están y se nos dan algunas de sus características. Luego ahora veamos donde están estos 144.000, según Rev. 14:1-3, que es en los únicos versículos en donde podemos averiguar en qué sitio o lugar se hallan ubicados y versos que vamos a analizar individualmente; pero veamos el verso 1:
“Y vi y, ¡miren!, el Cordero de pie sobre el monte Sión y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tienen escritos en sus frentes el nombre de él y el nombre de su Padre.”
Luego lo que Juan estaba viendo en el momento de esta visión en concreto, era el cumplimiento de las palabras de Jehová, registradas en el Salmo 2:6: “…… diciendo: “Yo, sí, yo, he instalado a mi rey sobre Sión, mi santa montaña”.” Ahora bien, ¿dónde estaba o está, ese monte Sión? Pues aquí en la Tierra, cerca de Jerusalén y donde en la antigüedad estaba ubicado el trono, llamado de Jehová (1 Crón. 29:23) y en el cual se sentaba un rey delegado, mediante el que Dios gobernaba sobre su pueblo Israel. Pero ¿porque estamos tan seguros de que la acción que estaba contemplando Juan en ese momento, transcurría aquí en la tierra? Pues no solo porque, como hemos dicho, las cosas mostradas a Juan tenían por marco la Tierra, ni siquiera por la ubicación geográfica de dicho monte aquí en la misma, sino por lo que se nos dice el siguiente versículo a considerar, el número 2 y que es muy concluyente:
“Y oí un sonido procedente del cielo como el sonido de muchas aguas y como el sonido de fuerte trueno; y el sonido que oí fue como el de cantantes que se acompañan con el arpa, tocando sus arpas.”
Otras traducciones vierten “Y oí un sonido del cielo…...”, pero que tiene la misma connotación: el sonido evidentemente tenía que proceder de un lugar distinto del que estaba desarrollándose la escena contemplada por Juan y que como hemos dicho, era aquí en la tierra. Luego en ese momento y en la profética visión, los 144.000, comandados por Jesucristo, estaban en la tierra y pre-figurativamente ocupando ya su posición como gobierno entrante o en funciones y no en el cielo y que es de donde procedía dicho sonido de cantantes que se acompañaban con arpas. Pero veamos el interesante versículo 3 y que nos lleva a formularnos una lógica pregunta:
“Y están cantando como si fuera una canción nueva delante del trono y delante de las cuatro criaturas vivientes y de los ancianos; y nadie pudo aprender aquella canción sino los ciento cuarenta y cuatro mil, que han sido comprados de la tierra.”
Pero ¿quiénes estaban cantando? ¿Quiénes eran esos que delante del trono de Jehová y en el cielo, estaban cantando una canción que solo los 144.000, podían aprender? Porque aquí es donde se produce la confusión, ya que casi todo el mundo mundial, Olcese incluido y a tenor de su afirmación, entiende sin lugar a dudas que los que están cantando son los 144.000. Pero recordemos que en el contexto de dicha visión, ellos se encontraban situados sobre el terrenal monte Sión y el sonido procedía de otro sitio en el que ellos no estaban: del cielo. Luego ellos de ninguna manera, podían estar en el cielo cantando y que eso es lo que nos dice una lectura correcta del pasaje, luego ¿quiénes eran los que estaban cantando delante del trono? Los 144.000 evidentemente no, ya que ellos, repetimos, no estaban en el cielo, sino en la tierra sobre el monte Sión y en el ejercicio de sus funciones gubernamentales, por lo cual y al igual que Juan, como mucho solo podían oírla. Luego ¿quién cantaba? Pues los cantantes que se acompañaban con arpa y que eran los que sí estaban delante del Trono de Jehová y que dicho sea de paso, si usted lee los capítulos 4 y 5 de Revelación y en donde Juan nos explica lo que vio en el cielo, notará que si bien nos habla de las 4 criaturas vivientes, de los 24 ancianos a su alrededor y de un sinnúmero de ángeles alabando al Creador, de ninguna manera Juan, que tan meticuloso es en explicarnos la apariencia de esos personajes y detalles adyacentes, nos dice absolutamente nada de los 144.000, ni de la gran muchedumbre como grupos diferentes situados frente al trono: sencillamente, no los vio porque no estaban allí, de lo contrario se trataría de un olvido imperdonable.
Y es que una cosa es lo que Juan vio en el cielo y otra muy distinta, las cosas que le mostraron y que tenían que ocurrir en la tierra. Pero es que por otra parte, resulta que los 144.000 de ninguna manera podían estar cantando dicha canción, como dicen los “entendidos”, por la sencilla razón de que no la conocían, ya que el texto nos dice claramente que ellos eran los únicos que podían aprenderla. O sea y para aclarar la idea, ellos estaban aprendiendo la canción que otros y en otro lugar, estaban cantando. Y ya puestos a ir más allá, resulta que según Rev. 5:8-10, los que están cantando son los cuatros seres vivientes y los 24 ancianos y coro al que posteriormente, se añaden las miríadas de miríadas de ángeles que también están alrededor del trono. Sin embargo y en ese contexto, el más absoluto silencio acerca de los 144.000 o la “gran muchedumbre”, uniéndose a ese coro celestial. Es más, una lectura atenta y analítica de los versículos 13 y 14 de ese capítulo cinco de Revelación, nos muestra lo disparatado de la interpretación del Sr. Olcese.
Luego evidentemente, de ninguna manera nos dicen los pasajes de Rev. 7:9-15 y 14:1-5, nada que tenga que ver con la presencia literal y física ante el trono de Jehová en el cielo, del grupo de los 144.000 ni de la gran muchedumbre y lo cual nos lleva a concluir, que Mario Olcese está en un grave error. Porque todo, absolutamente todo lo que ocurre en el libro de Revelación y que tenga relación con la tierra, tiene por escenario a la misma tierra. Y es grave, porque si ello es así como nosotros afirmamos, está enseñando algo que no es verdad y por lo tanto, el citado espíritu de verdad no está obrando en él, por lo que solo podemos concluir, que no es un “ungido”, por mucho que él nos lo asegure. Porque recordemos su propia afirmación: “Nadie puede ser guiado a la verdad, sin el espíritu obrando en él.” Luego si la interpretación y posterior razonamiento por él expuesto, de los citados textos de Rev. 7:9-15 y 14:1-5, no se ajusta a la verdad y evidentemente no lo hacen, es prueba concluyente de no tiene dicho espíritu obrando en él, porque está diciendo lo contrario de lo que dice la Biblia; luego blanco y en botella: no puede ser un ungido, sino que es un impostor. Y que quede claro que no le damos al término “impostor”, ninguna connotación peyorativa, sino que simplemente nos referimos a la persona que dice ser algo que realmente no es; y sin que ello signifique, por supuestísimo, la existencia de mala fe o mala intención y de lo que estamos completamente seguros que no es así.
Pero por si acaso nos equivocáramos en nuestra conclusión y que todo podría ser, hay que concederle como mínimo, el beneficio de la duda y darle la oportunidad de que nos muestre a todos, su capacidad de interpretación de las Escrituras y que, según Juan 16:13, toda persona ungida debe de poseer y algo en lo que el Sr. Olcese estará de acuerdo, ya que el texto citado lo saca a colación él mismo. Veamos entonces: ¿nos podría explicar D. Mario, en que resurrección, será levantado Juan el Bautista? Si realmente es un “ungido” o miembro de la Iglesia de Cristo, no debería de tener ningún problema en respondernos a dicha cuestión, como en su día no lo tuvieron Pedro, Pablo, Juan, etc., para resolver distintas objeciones que les fueron presentadas (sobre todo a Pablo) y que por supuesto, disfrutaban del mismo espíritu de verdad ¿no es así? Porque vale que el Sr. Olcese nos diga que las obras poderosas ya no son necesarias, puesto que la verdad está perfectamente establecida por la completa Escritura y que no precisa por tanto, de señales poderosas que la acompañen. Hasta ahí y con un cierto esfuerzo por nuestra parte, podríamos llegar; pero eso es una cosa y otra muy distinta, que el que afirma ser un “ungido” no tenga que demostrarlo; por lo tanto y como mínimo, algo tendrá que hacer para que nos podamos creer su afirmación de pertenencia al grupo ungido, ya que su única y personal afirmación no nos vale. Y es que resulta y esta es la gravedad del asunto, que hay una gran diferencia entre creerse una enseñanza de un “ungido” contrastado y reconocido por Jehová como tal, que nos hable en Su nombre y guiado por el espíritu de verdad y que en consecuencia, nos podamos creer lo que nos dice (como por ejemplo Pablo), a creernos la de cualquiera que en un momento dado le da la ventolera de afirmar su ungimiento y que sin poseer dicho espíritu, nos enseñe cualquier barbaridad, como es el caso.
Porque vamos a tener que recordarle al Sr. Olcese la máxima bíblica de que “…… por boca de dos o tres testigos, sea establecido todo asunto” (Mat. 18:16) y que por lo tanto, su único testimonio no es suficiente. Y es que el primero en aplicarse a sí mismo dicha regla y precisamente para probar su “ungimiento” como Hijo de Dios, fue el propio Jesús con estas palabras:
“Si yo solo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.” (Juan 5:31).
Luego, estará de acuerdo con nosotros el Sr. Olcese, en el sentido de que Jesús lo podría haber dicho más alto, pero más claro imposible; por ello y a pesar de que ya tenía el testimonio de su Padre Celestial por una parte (Luc. 3:22) y tuvo el del propio Juan el bautizante por otra (Juan 1:34), no contento con eso, aportó el de sus obras poderosas:
“Pero yo tengo el testimonio mayor que el de Juan, porque las obras mismas que mi Padre me asignó realizar, las obras mismas que yo hago, dan testimonio acerca de mí, de que el Padre me despachó.” (Juan 5:36).
Y conste que estamos hablando ¡del hijo de Dios! nada más y nada menos; sin embargo, el Sr. Olcese incomprensiblemente pretende que nos creamos lo de su ungimiento, sencillamente con su simple afirmación y para más inri, a pesar de haberles criticado a los presuntos “ungidos” de los TJ, tal como hemos leído, el hecho de pretender lo mismo...... y no nos negarán que la cosa tiene guasa. Por lo tanto, algo tendrá que hacer para convencernos y lo menos que podría hacer para ello, pensamos nosotros, es explicarnos con claridad las Escrituras y despejarnos cualquier duda que podamos tener acerca del registro sagrado, ya que eso va implícito en el mandato de Jesús de predicar el reino y al que como supuesto “ungido”, no se puede negar. Dicho lo cual, repetimos la pregunta que tiene que ver con un tema que no tenemos nada claro: ¿en qué resurrección será levantado, Juan el Bautista?
¿Y porque precisamente esta pregunta? Pues porque responda lo que responda, quedará probado que efectivamente no es un “elegido” o ungido y que significa lo mismo. ¿Y por qué, diga lo que diga, quedará probado que no es un “ungido? Bien, si nos lo permiten, eso se lo explicaremos cuando el Sr. Olcese nos responda a dicha pregunta, cosa que puede hacer en tan solo dos renglones…… si nos la responde, claro. El Dr. Javier Rivas Martínez, “erudito y maestro bíblico”, según se auto-define en sus blogs, fue incapaz de hacerlo.
MABEL
Según un reciente artículo publicado por Apologista Mario Olcese, bajo el título de “Yo soy un ungido…. ¿y usted?” y que es el mismo que publicó el 19 de Enero de 2008 (con otro título), el amigo Mario se reafirma en la idea de que es un “ungido” y que nos permitimos recordarles a nuestros queridos lectores, que eso eleva a uno a la categoría de Hijo de Dios, por tanto hermano de Jesucristo y consecuentemente, heredero/co-gobernante en el Reino y por si ello fuera poco, la inmortalidad como propina. Como pueden ustedes apreciar, por pedir que no quede; pero nosotros que somos los “pepito grillo” de esta historia y que en más de una ocasión, desde este blog le hemos rebatido dicha afirmación, le continuamos planteando la misma cuestión: ¿nos lo puede demostrar? Porque claro, pensamos que semejante suceso y por la tremenda importancia del mismo, evidentemente precisa de algo más tangible que una mera afirmación personal. Y eso no significa que dudemos de lo honesto de su convicción, que no es el caso; sencillamente afirmamos que no existen a día de hoy personas enviadas por Dios sobre la tierra y que es lo que significa básicamente ser un “ungido” (una persona enviada por Dios, con un propósito determinado), ya que de ser ello así y como así ha sucedido siempre, según el registro bíblico, tendrían que haber manifestaciones visibles del poder de Dios. Pero por otra parte si le pedimos que nos pruebe su supuesta condición, tampoco le estamos pidiendo algo del otro jueves, sino que sencillamente lo que hacemos es seguir su ejemplo. Porque vean la pregunta y subsiguiente planteamiento, que hacía dicho caballero en el último párrafo del artículo “¿Quiénes son los 144.000 de Apocalipsis 7:4 y 14:1?” del 25 de Abril del 2007 y que reproducimos tal cual:
“¿Cómo sabe un "T.J" que es un miembro de los 144,000 y no de la "GRAN MULTITUD" y viceversa? Bueno, aquí aparece el subjetivismo puro. Yo, como ex-"T.J", me hacía la misma pregunta. Una vez le pregunté a uno de la clase de la Iglesia o de los 144,000, lo siguiente: ¿cómo sabe usted que es de la clase ungida?, y me contestó: “Yo siento un llamado celestial" o "Mi corazón me dice que mi paradero final y eterno está en el cielo y no en la tierra". ¡Punto final! Caramba dije: ¡qué fácil es saber si uno es miembro de la iglesia! Como si nuestro destino final dependiera de lo que a uno le guste o le parezca. Los más de los "T.J" dicen no sentir el deseo de vivir en el cielo sino en la tierra. A éstos les corresponde vivir en la tierra, pues así lo han decidido ellos en su corazón. ¡Qué tontería! ¿Acaso se han olvidado los "T.J" que engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; y quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9). ¿Acaso no recordamos que el Diablo suele usar "el corazón" de los hombres para engañarlos? (Ver Juan 13:2). Por tanto, debemos basarnos en lo que realmente dice la Biblia sobre algún asunto, y no en nuestras propias elucubraciones.”
Sin embargo y muy a pesar de lo afirmado en esa última frase del citado párrafo, acerca de lo necesario de basarse en lo que dice la Biblia sobre el asunto y no según propias elucubraciones para determinar uno su condición (digamos espiritual), veamos una afirmación del Sr. Olcese, categórica donde las haya y que encontramos en el artículo “No toquéis a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas” (párrafo tres), del 7 de Septiembre de 2007 y que de nuevo, transliteramos tal cual:
“Yo soy un UNGIDO del Señor, y nadie debe o puede tocarme a mí, o a usted, si en verdad es un cristiano, sin tener luego que pagar un precio muy caro. Yo me considero un UNGIDO del Señor, y si usted no se considera así, entonces usted no ha entendido lo que significa ser un cristiano o un ungido.” (Negritas nuestras).
Luego y resumiendo, lo que el Sr. Olcese nos viene a decir, es que él se considera a sí mismo un ungido y si no nos lo creemos…… pues eso, que nos den; porque resulta que el problema está en nosotros, que no entendemos nada de nada. Y nos tendrá que reconocer dicho caballero, que cómo mínimo y por aquello de ser suaves, es víctima del mismo subjetivismo que les imputa a los ungidos de los TJ, porque ¿cómo ha averiguado él, de forma tan convincente, su condición de “ungido”? Es cierto que él afirma estar convencido de su pertenencia, pero ¿no le podría engañar su corazón lo mismo que, según dice, les ocurre a los TJ? Porque estos, les aseguramos a ustedes, tienen el mismo convencimiento personal que el Sr. Olcese y que por otra parte, no hay razón objetiva alguna para dudar que ello sea así. ¿O es que a él no le aplican las palabras de Jer. 17:9 y su corazón está “blindado”, frente a un engaño potencialmente perverso? ¿O quizás inmune, a las peligrosas maquinaciones del diablo? Si Satanás ya consiguió influir en el corazón de un discípulo directo de Jesús, según Juan 13:2 (y solo citamos textos que él mismo usa), ¿se cree a salvo de dicha maligna influencia el Sr. Olcese? Porque claro, el que dicho caballero se considere a sí mismo, como depositario de semejante privilegio (ser un “ungido”), lo pone exactamente en la misma posición que los TJ (entre otros) y que de forma tan vehemente critica. Porque debemos de tener en cuenta, por otra parte, que aunque nos diga apoyarse en las Escrituras para llegar a semejante convencimiento, no es menos cierto, que los textos que usa el Sr. Olcese para avalar su afirmación de pertenencia, son exactamente los mismos que usan los miembros supuestamente “ungidos” de dicha organización, secta o como quieran llamarla y de la que, dicho sea de paso, los dos autores de este blog fuimos miembros por más de treinta años cada uno, por lo que fíjense si sabremos de qué les estamos hablando. Luego y resumiendo ¿por qué sí tenemos que creerle a él y a los TJ no?
Por otra parte ¿en que basa Apologista su arriesgada afirmación de que si uno no se considera un “ungido”, es porque no ha entendido lo que significa ser cristiano? ¿Nos podría explicar el Sr. Olcese, qué realmente significa para él, el ser cristiano? Porque no está nada claro, ese argumento que se desprende de su afirmación, en el sentido de que la palabra “cristiano” tenga el mismo significado que la palabra “ungido” y que, aseveramos nosotros, se parecen como un huevo a una castaña. Porque además con su planteamiento, está afirmando que aquellas personas que no nos consideramos como “elegidos” por Dios, para tan alto privilegio de gobernar con su Hijo en el reino, no nos hemos enterado de la película, acerca de lo que significa ser cristiano ¿o no es así? ¿No será tal vez, que el que no se ha enterado de qué va la cosa, es el propio Sr. Olcese? Porque la realidad, es que la citada afirmación del caballero en cuestión, acerca de su pertenencia al grupo de ungidos (o miembros de la Iglesia de Cristo) y a tenor de los dos párrafos de su autoría que hemos transliterado, de ninguna manera es más creíble que la de cualquier otro, sea TJ o no; a menos eso sí, de que nos lo pueda probar de una manera razonable. Y que por otra parte, por supuestísimo que puede haber seguidores de Jesucristo, o sea, cristianos, sin necesidad de ser “ungidos”. Es más, estamos en condiciones de afirmar y para conocimiento del Sr. Olcese, que ese estado de “no ungimiento”, es la condición natural del cristiano y que lo excepcional, es ser un “elegido” o “escogido” y que es lo que realmente significa el término “ungido”. O sea, exactamente todo lo contrario de lo que cree y enseña el Sr. Olcese.
Pero volviendo a lo de poder demostrarlo, una forma de hacerlo, sería probar que en su caso se hacen realidad las siguientes palabras de Jesús:
“Y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen las buenas nuevas a toda la creación. 16 El que crea y sea bautizado será salvo, más el que no crea será condenado. 17 Además, estas señales acompañarán a los que crean: Mediante el uso de mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas, 18 y con las manos tomarán serpientes y si beben algo mortífero no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y estos sanarán.” (Mar. 16:15-18).
Y eso, al menos y hasta donde sabemos, algo que no está al alcance del Sr. Olcese pero que sin embargo, queda claro que eso fue lo que dijo precisamente Jesús y que por lo tanto, se debiera de requerir de aquellos que afirman ser sus “ungidos”. Y es que no debemos olvidar, que esas fueron sus últimas palabras (según Marcos) antes de ascender al cielo y que hasta donde nos consta, no han sido rectificadas. Luego, si continúan estando en vigor y esas muestras de poder, nadie alcanza a poderlas manifestar, pues nadie a día de hoy y por mucho que lo afirme e intente convencernos de ello, es un “ungido” de Dios. Entonces, ¿cómo solventan esta “pequeña” cuestión, las personas que se consideran como tales, en este caso el Sr. Olcese?
Pues diciendo que hoy día, ya no hacen falta dichas manifestaciones poderosas para probar la condición de uno como escogido de Dios y la cual afirmación, ¡faltaría más!, es en lo único en que están de acuerdo los distintos “ungidos” de todos los sectores. Pero curiosamente de estas palabras de Jesús, al parecer para ellos ya obsoletas, lo único que no han considerado prescrito, es aquello que sí les interesa y que está contenido en el versículo 16: “El que crea y sea bautizado será salvo…...” Y eso sí se lo aplica el Sr. Olcese (y compañía), como ha reflejado en sus artículos hasta la saciedad; pero claro, se le olvida que Jesús inicia el siguiente verso 17 diciendo que las citadas señales acompañarían a los que creyeran y afirmación que tiene cierto parecido a lo que en física se denomina, reacción causa/efecto. Luego un verso (el 16) es consustancial con el otro (el 17), ya que ambos están estrechamente relacionados: entonces, o está en vigor el contenido de todo el pasaje, o no lo está dicho pasaje al completo. Entonces si hay actualmente creyentes verdaderos (entiéndase ungidos), tienen que existir las citadas manifestaciones de poder señaladas por Jesús y si no se pueden dar dichas manifestaciones, es que a día de hoy no existen personas ungidas: tan simple como eso. Y permítasenos repetir la idea de que puede haber cristianos, sin necesariamente tener que ser “ungidos”, circunstancia que no hay que olvidar para poder entender correctamente muchas de las cosas que nos dicen las Escrituras y no liarnos, como desafortunadamente suele ocurrir con algunos no demasiado versados en el tema, víctimas de esas más que dudosas afirmaciones.
Pero es que aun aceptando ese planteamiento, o sea, el no necesitarse de tales manifestaciones de poder para ser reconocido uno (o una, por supuesto) como persona “ungida”, según las Escrituras todavía quedaría algo que les puede ayudar a identificarse como tales y que lógicamente, deberíamos de exigirles. Vean que nos lo explica el propio Sr. Olcese en el primer artículo señalado y objeto de este debate, en su quinto párrafo y que en parte dice lo siguiente, también transliterado tal cual:
“Ahora bien, “Ungidos con el Espíritu Santo” resalta otras bendiciones colaterales que Dios nos añade cuando nos entrega el Espíritu Santo, PERO LO MÁS IMPORTANTE ES QUE NOS GUÍA A LA VERDAD (Ver Juan 16:13). NADIE PUEDE SER GUIADO A LA VERDAD SIN EL ESPÍRITU OBRANDO EN ÉL.” (Negritas nuestras).
Luego uno tendría que estar de acuerdo, tras esta declaración de parte, que toda afirmación sobre temas bíblicos que de esas personas procediera, tendría que ajustarse perfectamente a la verdad escritural y sin alterar en absoluto su sentido o significado, ya que en definitiva serían guiadas por el único y mismo espíritu que guió a los que la escribieron. Por lo tanto y ya pensando que el Sr. Olcese tendría que estar de acuerdo, en aquello que el mismo publica, vamos a continuar por ese camino que él nos ha marcado. En el citado artículo del 25 de Abril de 2007 y en su párrafo cinco, se nos dice literalmente lo siguiente:
“Otro detalle: Los "T.J" sostienen que la GRAN MULTITUD ("las otras ovejas") tienen un destino terrenal, en tanto que los 144,000 tienen un destino celestial (Ver "Esto Significa Vida Eterna", págs.237 y 238). Pero la Biblia es clara cuando dice que ambos grupos están FRENTE AL TRONO Y FRENTE AL CORDERO (Apocalipsis 7:9-15 y Apocalipsis 14:1-5). Pero los "T.J" sostienen que estar frente a Dios y frente al Cordero puede tener una connotación simbólica de "aprobación" en el caso de la GRAN MULTITUD, y no necesariamente que estén literalmente frente a Dios como si sucede con los 144,000.”
O sea, que según el Sr. Olcese, el supuesto espíritu de verdad que como “ungido” posee, le dice que la Biblia es clara cuando dice en los citados textos, que ambos grupos están literalmente frente al trono en el cielo. Pero resulta que la cosa de ninguna manera parece estar tan clara, nos permitimos señalarle, porque sencillamente la Biblia y más concretamente en esos dos textos, no dice absolutamente nada de eso. Y pese a que Apologista cita en el párrafo transcrito, de Rev. 7 y 14, es en este último capítulo 14 en donde comete el error de situar a los 144.000, posicionados ante el trono, porque sencillamente lo lee mal (no encontramos otra explicación) y lo cual demuestra que lejos de estar guiado por el espíritu de verdad que debería de caracterizar a un “ungido”, lo que al menos aparentemente resulta ser, es un “falso maestro”, porque ya nos contara cómo llega a semejante conclusión. Y es que la Biblia de ninguna manera y en ningún sitio, sitúa a los 144.000 ni a la gran muchedumbre físicamente delante del citado trono y en el cielo; luego ya tenemos la primera discrepancia, entre el espíritu que supuestamente obra en el “ungido” Sr. Olcese y el espíritu que guió a los escritores bíblicos. Porque tengamos en cuenta y para no perdernos, que la revelación a Juan tenía como propósito el explicarle, mediante visión, aquellas cosas que en un futuro tenían que acontecer aquí en la Tierra, no en el cielo. Y básicamente, desde el capítulo seis y en que todo lo que se nos narra a partir de ahí, o bien ocurre en la tierra, o bien desde la perspectiva de la tierra. Veamos en primer lugar, Rev. 7:9:
“Después de estas cosas vi y, ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos.”
Noten por favor, que nada en este pasaje, nos indica que esta presencia delante del trono, ocurra en el cielo. Y es que no tiene por qué ser necesariamente así, dado que hay infinidad de textos que nos muestran que todos constantemente y aun estando físicamente sobre la tierra, estamos delante del Trono de Jehová, como reconoció el propio escritor de Hebreos (4:13):
“Y no hay creación que no esté manifiesta a la vista de él, sino que todas las cosas están desnudas y abiertamente expuestas (personas incluidas) a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.” (Acotación nuestra).
Y por si no le parecen demasiado concluyentes esas palabras, veamos que dice el propio Jehová:
“¿O puede cualquier hombre estar ocultado en escondrijos y yo mismo no verlo?”, es la expresión de Jehová. ¿No lleno realmente yo mismo los cielos y la tierra? es la expresión de Jehová? (Jer. 23:24).
Luego es obvio que todos y de forma objetiva, estamos permanentemente delante Jehová sin necesidad de movernos de esta tierra, como es el caso que nos ocupa. Y conste, repetimos, que hay innumerable cantidad de textos que nos transmiten dicha idea y lo cual nos permite señalarle al Sr. Olcese, que eso no lo dicen los TJ, sino que está escrito en la Biblia. Y que la escena relatada de Rev. 7:9, ocurre aquí en la tierra, queda probado cuando más adelante en el versículo 14, se le explica a Juan quiénes son esa “gran muchedumbre” que contempla en la visión:
“De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.”
Luego estamos hablando de las personas que pasan con vida a través de la “gran tribulación” aquí en la tierra y entran directamente al reino milenario de Cristo sin experimentar la muerte, por lo cual no pueden estar en el cielo y que además en ningún sitio se nos dice, ni mínimamente se nos sugiere, que fueran transferidas a dicho lugar, ya que obviamente no pueden estar en él según 1 Cor. 15:50; luego ¿de dónde se saca esta idea? El resto de versos, del 10 al 15, continúan haciendo referencia a los mismos personajes, o sea, a esta gran muchedumbre, si bien para nada nos hablan de los 144.000. Recordemos por otra parte, que en las Escrituras solo en dos sitios, se nos menciona acerca de ese reducido grupo: en Rev. 7:4, en donde se nos da un número o cantidad y en Rev. 14:1-5, en donde se nos dice dónde están y se nos dan algunas de sus características. Luego ahora veamos donde están estos 144.000, según Rev. 14:1-3, que es en los únicos versículos en donde podemos averiguar en qué sitio o lugar se hallan ubicados y versos que vamos a analizar individualmente; pero veamos el verso 1:
“Y vi y, ¡miren!, el Cordero de pie sobre el monte Sión y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tienen escritos en sus frentes el nombre de él y el nombre de su Padre.”
Luego lo que Juan estaba viendo en el momento de esta visión en concreto, era el cumplimiento de las palabras de Jehová, registradas en el Salmo 2:6: “…… diciendo: “Yo, sí, yo, he instalado a mi rey sobre Sión, mi santa montaña”.” Ahora bien, ¿dónde estaba o está, ese monte Sión? Pues aquí en la Tierra, cerca de Jerusalén y donde en la antigüedad estaba ubicado el trono, llamado de Jehová (1 Crón. 29:23) y en el cual se sentaba un rey delegado, mediante el que Dios gobernaba sobre su pueblo Israel. Pero ¿porque estamos tan seguros de que la acción que estaba contemplando Juan en ese momento, transcurría aquí en la tierra? Pues no solo porque, como hemos dicho, las cosas mostradas a Juan tenían por marco la Tierra, ni siquiera por la ubicación geográfica de dicho monte aquí en la misma, sino por lo que se nos dice el siguiente versículo a considerar, el número 2 y que es muy concluyente:
“Y oí un sonido procedente del cielo como el sonido de muchas aguas y como el sonido de fuerte trueno; y el sonido que oí fue como el de cantantes que se acompañan con el arpa, tocando sus arpas.”
Otras traducciones vierten “Y oí un sonido del cielo…...”, pero que tiene la misma connotación: el sonido evidentemente tenía que proceder de un lugar distinto del que estaba desarrollándose la escena contemplada por Juan y que como hemos dicho, era aquí en la tierra. Luego en ese momento y en la profética visión, los 144.000, comandados por Jesucristo, estaban en la tierra y pre-figurativamente ocupando ya su posición como gobierno entrante o en funciones y no en el cielo y que es de donde procedía dicho sonido de cantantes que se acompañaban con arpas. Pero veamos el interesante versículo 3 y que nos lleva a formularnos una lógica pregunta:
“Y están cantando como si fuera una canción nueva delante del trono y delante de las cuatro criaturas vivientes y de los ancianos; y nadie pudo aprender aquella canción sino los ciento cuarenta y cuatro mil, que han sido comprados de la tierra.”
Pero ¿quiénes estaban cantando? ¿Quiénes eran esos que delante del trono de Jehová y en el cielo, estaban cantando una canción que solo los 144.000, podían aprender? Porque aquí es donde se produce la confusión, ya que casi todo el mundo mundial, Olcese incluido y a tenor de su afirmación, entiende sin lugar a dudas que los que están cantando son los 144.000. Pero recordemos que en el contexto de dicha visión, ellos se encontraban situados sobre el terrenal monte Sión y el sonido procedía de otro sitio en el que ellos no estaban: del cielo. Luego ellos de ninguna manera, podían estar en el cielo cantando y que eso es lo que nos dice una lectura correcta del pasaje, luego ¿quiénes eran los que estaban cantando delante del trono? Los 144.000 evidentemente no, ya que ellos, repetimos, no estaban en el cielo, sino en la tierra sobre el monte Sión y en el ejercicio de sus funciones gubernamentales, por lo cual y al igual que Juan, como mucho solo podían oírla. Luego ¿quién cantaba? Pues los cantantes que se acompañaban con arpa y que eran los que sí estaban delante del Trono de Jehová y que dicho sea de paso, si usted lee los capítulos 4 y 5 de Revelación y en donde Juan nos explica lo que vio en el cielo, notará que si bien nos habla de las 4 criaturas vivientes, de los 24 ancianos a su alrededor y de un sinnúmero de ángeles alabando al Creador, de ninguna manera Juan, que tan meticuloso es en explicarnos la apariencia de esos personajes y detalles adyacentes, nos dice absolutamente nada de los 144.000, ni de la gran muchedumbre como grupos diferentes situados frente al trono: sencillamente, no los vio porque no estaban allí, de lo contrario se trataría de un olvido imperdonable.
Y es que una cosa es lo que Juan vio en el cielo y otra muy distinta, las cosas que le mostraron y que tenían que ocurrir en la tierra. Pero es que por otra parte, resulta que los 144.000 de ninguna manera podían estar cantando dicha canción, como dicen los “entendidos”, por la sencilla razón de que no la conocían, ya que el texto nos dice claramente que ellos eran los únicos que podían aprenderla. O sea y para aclarar la idea, ellos estaban aprendiendo la canción que otros y en otro lugar, estaban cantando. Y ya puestos a ir más allá, resulta que según Rev. 5:8-10, los que están cantando son los cuatros seres vivientes y los 24 ancianos y coro al que posteriormente, se añaden las miríadas de miríadas de ángeles que también están alrededor del trono. Sin embargo y en ese contexto, el más absoluto silencio acerca de los 144.000 o la “gran muchedumbre”, uniéndose a ese coro celestial. Es más, una lectura atenta y analítica de los versículos 13 y 14 de ese capítulo cinco de Revelación, nos muestra lo disparatado de la interpretación del Sr. Olcese.
Luego evidentemente, de ninguna manera nos dicen los pasajes de Rev. 7:9-15 y 14:1-5, nada que tenga que ver con la presencia literal y física ante el trono de Jehová en el cielo, del grupo de los 144.000 ni de la gran muchedumbre y lo cual nos lleva a concluir, que Mario Olcese está en un grave error. Porque todo, absolutamente todo lo que ocurre en el libro de Revelación y que tenga relación con la tierra, tiene por escenario a la misma tierra. Y es grave, porque si ello es así como nosotros afirmamos, está enseñando algo que no es verdad y por lo tanto, el citado espíritu de verdad no está obrando en él, por lo que solo podemos concluir, que no es un “ungido”, por mucho que él nos lo asegure. Porque recordemos su propia afirmación: “Nadie puede ser guiado a la verdad, sin el espíritu obrando en él.” Luego si la interpretación y posterior razonamiento por él expuesto, de los citados textos de Rev. 7:9-15 y 14:1-5, no se ajusta a la verdad y evidentemente no lo hacen, es prueba concluyente de no tiene dicho espíritu obrando en él, porque está diciendo lo contrario de lo que dice la Biblia; luego blanco y en botella: no puede ser un ungido, sino que es un impostor. Y que quede claro que no le damos al término “impostor”, ninguna connotación peyorativa, sino que simplemente nos referimos a la persona que dice ser algo que realmente no es; y sin que ello signifique, por supuestísimo, la existencia de mala fe o mala intención y de lo que estamos completamente seguros que no es así.
Pero por si acaso nos equivocáramos en nuestra conclusión y que todo podría ser, hay que concederle como mínimo, el beneficio de la duda y darle la oportunidad de que nos muestre a todos, su capacidad de interpretación de las Escrituras y que, según Juan 16:13, toda persona ungida debe de poseer y algo en lo que el Sr. Olcese estará de acuerdo, ya que el texto citado lo saca a colación él mismo. Veamos entonces: ¿nos podría explicar D. Mario, en que resurrección, será levantado Juan el Bautista? Si realmente es un “ungido” o miembro de la Iglesia de Cristo, no debería de tener ningún problema en respondernos a dicha cuestión, como en su día no lo tuvieron Pedro, Pablo, Juan, etc., para resolver distintas objeciones que les fueron presentadas (sobre todo a Pablo) y que por supuesto, disfrutaban del mismo espíritu de verdad ¿no es así? Porque vale que el Sr. Olcese nos diga que las obras poderosas ya no son necesarias, puesto que la verdad está perfectamente establecida por la completa Escritura y que no precisa por tanto, de señales poderosas que la acompañen. Hasta ahí y con un cierto esfuerzo por nuestra parte, podríamos llegar; pero eso es una cosa y otra muy distinta, que el que afirma ser un “ungido” no tenga que demostrarlo; por lo tanto y como mínimo, algo tendrá que hacer para que nos podamos creer su afirmación de pertenencia al grupo ungido, ya que su única y personal afirmación no nos vale. Y es que resulta y esta es la gravedad del asunto, que hay una gran diferencia entre creerse una enseñanza de un “ungido” contrastado y reconocido por Jehová como tal, que nos hable en Su nombre y guiado por el espíritu de verdad y que en consecuencia, nos podamos creer lo que nos dice (como por ejemplo Pablo), a creernos la de cualquiera que en un momento dado le da la ventolera de afirmar su ungimiento y que sin poseer dicho espíritu, nos enseñe cualquier barbaridad, como es el caso.
Porque vamos a tener que recordarle al Sr. Olcese la máxima bíblica de que “…… por boca de dos o tres testigos, sea establecido todo asunto” (Mat. 18:16) y que por lo tanto, su único testimonio no es suficiente. Y es que el primero en aplicarse a sí mismo dicha regla y precisamente para probar su “ungimiento” como Hijo de Dios, fue el propio Jesús con estas palabras:
“Si yo solo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.” (Juan 5:31).
Luego, estará de acuerdo con nosotros el Sr. Olcese, en el sentido de que Jesús lo podría haber dicho más alto, pero más claro imposible; por ello y a pesar de que ya tenía el testimonio de su Padre Celestial por una parte (Luc. 3:22) y tuvo el del propio Juan el bautizante por otra (Juan 1:34), no contento con eso, aportó el de sus obras poderosas:
“Pero yo tengo el testimonio mayor que el de Juan, porque las obras mismas que mi Padre me asignó realizar, las obras mismas que yo hago, dan testimonio acerca de mí, de que el Padre me despachó.” (Juan 5:36).
Y conste que estamos hablando ¡del hijo de Dios! nada más y nada menos; sin embargo, el Sr. Olcese incomprensiblemente pretende que nos creamos lo de su ungimiento, sencillamente con su simple afirmación y para más inri, a pesar de haberles criticado a los presuntos “ungidos” de los TJ, tal como hemos leído, el hecho de pretender lo mismo...... y no nos negarán que la cosa tiene guasa. Por lo tanto, algo tendrá que hacer para convencernos y lo menos que podría hacer para ello, pensamos nosotros, es explicarnos con claridad las Escrituras y despejarnos cualquier duda que podamos tener acerca del registro sagrado, ya que eso va implícito en el mandato de Jesús de predicar el reino y al que como supuesto “ungido”, no se puede negar. Dicho lo cual, repetimos la pregunta que tiene que ver con un tema que no tenemos nada claro: ¿en qué resurrección será levantado, Juan el Bautista?
¿Y porque precisamente esta pregunta? Pues porque responda lo que responda, quedará probado que efectivamente no es un “elegido” o ungido y que significa lo mismo. ¿Y por qué, diga lo que diga, quedará probado que no es un “ungido? Bien, si nos lo permiten, eso se lo explicaremos cuando el Sr. Olcese nos responda a dicha pregunta, cosa que puede hacer en tan solo dos renglones…… si nos la responde, claro. El Dr. Javier Rivas Martínez, “erudito y maestro bíblico”, según se auto-define en sus blogs, fue incapaz de hacerlo.
MABEL
jueves, 21 de octubre de 2010
¿Es correcto criticar?
Y la pregunta tiene relación con un correo anónimo que hemos recibido, en los siguientes términos y que como siempre, transcribimos tal cual lo recibimos:
“te dedicas a ayudar a los demas a disipar dudas, o ser mas del monton a criticar lo que no aceptamos de otros??... que Dios tiene tu, si no es el del Padre Dios de Amor,,..
Es nocivo criticar , no defiendo a ningun postulado”
Y en fin, ya nos disculparán el comentario, pero el autor de este correo, lo que es el Nobel de Literatura desde luego no se lo lleva. Pero no obstante y a pesar de que tampoco tenemos por costumbre el responder a correos anónimos, nos permitimos hacer una excepción con este ya que trata de un asunto, sobre el que recibimos bastantes, llamémosles quejas. Por lo tanto, dicho correo nos viene al pelo como excusa necesaria para este escrito y en el que confiamos conseguir poner el tema en claro.
Porque una de las acusaciones más comunes que recibimos, es la de que no hacemos más que criticar los temas de otros publican, en lugar de publicar nuestros propios estudios y con ello contribuir a esparcir el mensaje bíblico. Y a esa acusación se añade la coletilla, eso ya por parte de los afectados, de que solo nos cebamos con determinados autores en particular, sobre otros que no parecen merecer nuestra atención. Aunque también es verdad que sobre esta segunda afirmación, cierto que con algunos matices, hasta podríamos estar de acuerdo, porque claro, es que a todo lo que se publica en Internet no llegamos y por otra parte, encontrar blogs que despierten la atención o el interés de uno, tampoco es fácil. Por ello es razonable que nos fijemos, por ejemplo, con el de Apologista Mario Olcese, porque es justo reconocer que no solo es el más activo de todos los que conocemos, sino que casi todo lo que se publica en el, discrepancias aparte, es interesante y llama la atención porque abarca una amplia variedad de temas. Y a ello, súmenle el hecho de que está asociado (digámoslo así) con el de Lavasori, que si bien es monotemático (solo trata de los TJ), es muy riguroso en sus afirmaciones y por lo tanto indiscutibles, lo cual convierte ambos blogs, en muy recomendables para ser visitados. Por cierto, desde este blog nuestra más sincera felicitación a Mario por el notable aumento de audiencia registrado y que tratándose como se trata de temas religiosos, no demasiado seguidos por el público en general, no hace sino que aumentar el mérito. Lo dicho Mario, muchísimas felicidades.
Y otro con el que también solemos discrepar con frecuencia, es el Dr. Javier Rivas Martínez y que si bien su página “www.ladoctrinadedios.blogspot.com” no es tan prolífica como la de Apologista, se las pinta solo para decir cosas de lo más pintorescas. Y con alguno más, ya en menor querencia, como el pastor Dawlin Ureña, que dirige la página “www.antesdelfin.com”, o también con el sorprendente Sr. Félix Guttmann, que dirige “www.caminoluz.org” y que hasta el momento, se lleva el premio gordo del disparate. A partir de ahí, es donde entramos nosotros en nuestra labor, aparentemente crítica y no demasiado bien entendida por la mayoría. Pero dado que no estamos de acuerdo con el hecho que lo que estamos haciendo sea criticar, veamos que nos dice el diccionario de la RAE, acerca de esa acción: “Censurar, notar, vituperar las acciones o conducta de alguien.” Y es obvio que no es eso lo que hacemos o al menos, no es lo que pretendemos hacer, ya que si ustedes nos van siguiendo, estarán de acuerdo que lo único que hacemos o intentamos conseguir, repetimos, es sencillamente contrastar distintas enseñanzas bíblicas que se publican, con lo que de las mismas se afirma en las Escrituras y siempre apoyándonos en distintos de sus textos para probar nuestra aseveraciones y que hasta el momento, dicho sea de paso, no discutidos ni rectificados en ningún caso...... pensamos que por algo será.
Pero también es cierto además, que jamás hemos ocultado nuestras intenciones, porque la entradilla o declaración de intenciones que abre nuestros blogs (2), es muy transparente:
“Este blog tiene como objetivo, el analizar algunas afirmaciones que aparecen publicadas en distintas páginas de Internet y que, al menos aparentemente, no se ajustan al sentido de lo escrito en el Libro Sagrado. No es nuestra intención el impartir enseñanza o crear doctrina, sino el hacer un análisis reflexivo de algunas afirmaciones un tanto dudosas, por medio de contrastarlas con el texto bíblico y contribuir de esta manera, a un mayor entendimiento de la verdad revelada por nuestro Creador.”
Creemos que está bastante claro ¿no? Pues por lo visto aún quedan personas, como nuestro amable comunicante, que no se han enterado de que va la cosa, pero en fin, pensamos que con el tiempo y una caña…… pues eso. Y es que nos resistimos a publicar estudios que pretendan enseñar o establecer doctrina y por lo tanto, contribuyan a crear opinión, sencillamente por el hecho de que no solo nosotros, carecemos de la capacidad necesaria para meternos en dicho berenjenal, sino porque no hay necesidad de enseñar nada: ya está todo enseñado:
“Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, 17 para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra.” (2 Tim. 3:16-17).
Luego lo que hay que hacer, es entenderlo y eso, razonando con lógica y sentido común, a la par de leer con determinada corrección, está al alcance de cualquiera; entonces vemos que el estar uno capacitado y equipado para toda buena obra, que le consiga el favor del Altísimo, no depende de que determinados “iluminados” nos cuenten estrafalarias enseñanzas, sino de un sincero deseo de aprender de Jehová y de empezar a leer la Biblia con atención. Ya el Creador y en función del esfuerzo y sinceridad de cada cual, proveerá según considere oportuno:
“Sigan pidiendo y se les dará; sigan buscando y hallarán; sigan tocando y se les abrirá. 8 Porque todo el que pide recibe y todo el que busca halla y a todo el que toca se le abrirá.” (Mat. 7:7-8).
Y claro que es apropiado el conocer distintas opiniones para contrastar con las que uno tiene e intercambiar pareceres, lo cual redunda en el enriquecimiento de nuestra capacidad personal; pero siempre y cuando quien tenga la última palabra, sea la Biblia.
Y eso es lo que hacemos nosotros, que después de haber leído un determinado escrito, lo comprobamos mediante contraste con las Escrituras, para saber si lo que en dicho documento se afirma, está de acuerdo o no, con lo que estas dicen acerca del tema en cuestión. Y si no entendemos que eso sea así, pues en vez de callarnlo lo denunciamos públicamente, con lo cual ponemos sobre aviso al incauto navegante (léase persona de buena fe), para que no sea engañado por esa pléyade de falsos maestros que andan sueltos por ahí y acerca de los cuales ya nos advirtió el apóstol Pedro que aparecerían, según se fueran acercando los últimos días:
“Sin embargo, llegó a haber también falsos profetas entre el pueblo, como también habrá falsos maestros entre ustedes……” (2 Pedro 2:1).
Porque note que ya el propio Jesús, de lo primero que advirtió a sus discípulos tras su famosa pregunta de Mat. 24:3, fue del peligro que representarían esa personas para sus seguidores:
“Y en contestación, Jesús les dijo: “Cuidado que nadie los extravíe; 5 porque muchos vendrán sobre la base de mi nombre, diciendo: ‘Yo soy el Cristo’, y extraviarán a muchos.”
O sea, que esas personas que afirmarían hablar en su nombre, extraviarían a muchos y que el mismo hecho de que se nos pusiera sobre aviso de esa circunstancia, como primera gran dificultad que tendríamos que enfrentar, ya nos habla del peligro que ello implicaría, evidentemente, en lo que tiene que ver con nuestra relación con el Creador. Y quede claro, que Jesús no hablaba en broma.
Pero por otra parte, también al denunciar dicha situación estamos dando la oportunidad a esos errados “maestros” de que reconsideren sus afirmaciones y puedan rectificar, o en su defecto y si tienen razón en las tales, que nos rectifiquen a nosotros, ya que tanto hay para dar como para tomar. Pero por el momento y hasta donde nosotros sabemos, no ha ocurrido ni una cosa ni la otra, porque por una parte, no tienen la suficiente humildad para reconocer el error y por la otra, no tienen los argumentos que sustenta la verdad, para demostrar que tienen razón. Y es que una cosa es publicar para personas de pocos conocimientos bíblicos, que normalmente se dejan impresionar por el despliegue propagandístico acerca de los tantos y cuantos títulos y diplomas en conocimientos varios afirman poseer los citados autores, lo que les lleva a creerse todo lo que les cuentan y otra cosa muy distinta, que lo que uno escribe y publica, sea leído por alguien que sepa de qué va la película. Porque tal parece que el dudar de lo que nos proponen, lo consideran casi como una ofensa y con lo cual, de seguir así, se llegaría a la esperpéntica situación de la que nos habla el refranero español “En el país de los ciegos, el tuerto es el rey”.
Luego otra cosa ya es, que se les plante alguien delante con un texto bíblico en la mano y les diga que lo que afirman, no es lo que dice el texto en cuestión y si no, que lo demuestren. Y eso les molesta, en primer lugar porque no están acostumbrados a ello y en segundo lugar, porque consideran inconcebible que unos descamisados como nosotros, que carecemos de estudios superiores, les digamos que están equivocados. Por ello, a falta de poder demostrar que tienen razón en sus planteamientos (porque no la tienen), recurren al insulto más barriobajero, en menoscabo evidentemente de su propia reputación y prestigio, ya que sabido es, que la primera víctima de un insulto, es el que lo profiere. Como el caso del Dr. Javier Rivas Martínez, que nos ha puesto a bajar de un burro, porque es su momento y ante su particular interpretación del pasaje de Juan 5:28-29, le pedimos que si ello era como el afirmaba, que nos explicara entonces en cuál de esas dos resurrecciones de las que nos habla el citado pasaje, nos colocaba a Juan el Bautista. Pues bien, hasta el momento, aún no ha respondido a la pregunta en cuestión y ya les decimos que no lo va a hacer, porque sencillamente no puede; a menos claro está, que reconozca públicamente que su interpretación del citado pasaje de Juan, es totalmente incorrecta. Pero claro, como decía D. Quijote a su fiel escudero “Con la Iglesia hemos topado, querido Sancho” (en este caso, con el orgullo, claro). Y aunque personalicemos en el Sr. Rivas (solo él es el que nos ha insultado), lo mismo hacemos extensivo a los Apologista Mario Olcese, Anthony Buzzard, Alexander Dávila, Luciano Morales, Mauro Apolo González y otros de ese entorno, a los que creemos enterados de esa controversia y que por ser de igual forma de pensar (al menos no la han rebatido), también se invitó en su día a responder a dicha pregunta. Excusamos decir que con idéntico resultado, aunque todos ellos imparten enseñanzas a través de Internet…… y es que aquí cuando las cosas parecen ponerse tiesas, nadie abre la boca.
Por lo tanto y hasta llegando al extremo de aceptar la acusación de la que somos objeto, o sea de que criticamos adiestro y siniestro, el hecho es que de ninguna manera seríamos nosotros los que criticaríamos, sino las propias Escrituras que son las que realmente contradicen las distintas opiniones sujetas a contraste. Por ejemplo, cuando nosotros afirmamos que la enseñanza de D. Mario Olcese en el sentido de que los gobernantes con Cristo en el Reino de Dios, serán millones, miles de millones, es un disparate como la copa de un pino, no es porque nosotros personalmente tengamos otra idea...... es sencillamente porque Jesús y a instancias de su Padre Celestial (Juan 12:49), afirmo algo totalmente contrario según registra Lucas 12:32:
“No teman, rebaño pequeño, porque su Padre ha aprobado darles el reino.”
Y no nos negarán, que ¡hombre! como una pequeña diferencia entre una cosa y la otra si la hay y queremos pensar nosotros, que algo sabría Jehová acerca de la idea que quería transmitirnos ¿o es que quería confundirnos? Por lo tanto y lejos de criticar, lo único que hemos hecho ha sido señalar la discrepancia entra ambas afirmaciones y esperar que Apologista dé una explicación convincente de su argumento, nada más. Continuaremos esperando…….
Porque resulta, que si es en las Escrituras en las que nos apoyamos para formular nuestra objeciones y nuestros argumentos resultan irrebatibles, quien realmente corrige y critica planteamientos incorrectos porque van más allá de las cosas escritas (1 Cor. 4:6), es el propio Jehová con su Palabra, no nosotros. En consecuencia, quién se está enfrentando a dichos caballeros en sus erráticas afirmaciones, no somos nosotros y que no dejamos de ser simplemente, meros transmisores de una información contenida en la Biblia. Luego volviendo a la pregunta que da título a este comentario, en el sentido de lo correcto o no, de hacer crítica, la respuesta tiene que ser afirmativa cuando dicha crítica es constructiva, o sea, que su finalidad no sea la de meter el dedo en el ojo al adversario dialectico. Pero cuando se trata de desenmascarar enseñanzas tendentes “a extraviar”, como dijo Jesús, por supuesto que es apropiado, porque ¿qué hizo entonces Jesús, cuando enfrentándose a los fariseos, dirigentes del pueblo judío y sacando a la luz sus engañosas y fraudulentas enseñanzas, les llamó “serpientes y prole de víboras”? ¿Se le podría acusar de “criticón”? ¿O más bien estaba contribuyendo a la difusión de la correcta, limpia y pura enseñanza que proviene de nuestro Creador, en defensa y beneficio de las víctimas de esos “falsos profetas” y ministros de Satanás? Nosotros excusamos el pronunciarnos, luego ustedes deciden……
Entonces si Jesús es el dechado y ejemplo a seguir (1 Pedro 2:21) para todo cristiano, nosotros con nuestras denuncias estaríamos haciendo lo correcto y que, por otra parte, si estamos usando sus propias palabras para hacerlo, resulta que en última instancia es el propio Jesucristo quien continua metiendo a esa gente en vereda. Y aunque nos quieran callar a nosotros, la realidad es que si no somos nosotros los que denunciamos, serán otros (Luc. 19:40) y si no, vean con lo que nos hemos encontrado en el propio blog de Apologista. Y es que contrario a lo que este defiende, junto al Sr. Rivas y otros en el sentido de que los santos de todos los tiempos (los del AT y los del NT, lo que incluiría a Juan el Bautista), reinaran con Cristo y participando por lo tanto de la primera resurrección, se ha levantado una voz en apoyo a nuestra tesis contrario a ello. Y esta aparece en el artículo de un tal Wes Bridel titulado “¿Qué evangelio predicaron Jesús y los apóstoles?”, publicado el día 17 de este mes de Octubre y que inicia con las siguientes palabras:
“La Escritura es muy clara sobre cuál es la naturaleza de las buenas noticias. Nosotros podemos mirar a las palabras de Cristo o la de los Apóstoles tempranos para ver esto. Incluso Juan el Bautista, que no heredó el reino, predicó de su llegada por Jesús.”
Luego ya tenemos a otro autor que está de acuerdo con nosotros, en que dicho personaje no gobernará con Cristo. Y si Juan el Bautista no heredó el reino, o sea, no puede ser un gobernante del reino, lógicamente no podrá participar de la primera resurrección, destinada expresamente para esas personas...... pero si según Olcese y compañía, la segunda resurrección es para condenación y destrucción eterna, la pregunta continúa en pie ¿qué hacemos con Juan, del que Jesús dijo expresamente que no estaría en ese gobierno del reino (Mat. 11:11)? Pero la cuestión de fondo, es que el problema va bastante más allá de temas puntuales, ya que tiene que ver con el cumplir o no con lo que es la voluntad de Jehová:
“Esto es excelente y acepto a vista de nuestro Salvador, Dios, 4 cuya voluntad es que hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto (pleno, o completo, según versiones) de la verdad.” (1 Tim. 2:3-4).
¿Y podría usted cumplir con la voluntad del Altísimo, de conocer la verdad de forma plena, completa o de forma exacta, si la información que le llegara fuera en parte fraudulenta y engañosa? Pues evidentemente no, pero eso es lo que ocurriría, si no estuviéramos aquellos que nos convertimos en los “pepito grillo” de esta historia.
MABEL
Y la pregunta tiene relación con un correo anónimo que hemos recibido, en los siguientes términos y que como siempre, transcribimos tal cual lo recibimos:
“te dedicas a ayudar a los demas a disipar dudas, o ser mas del monton a criticar lo que no aceptamos de otros??... que Dios tiene tu, si no es el del Padre Dios de Amor,,..
Es nocivo criticar , no defiendo a ningun postulado”
Y en fin, ya nos disculparán el comentario, pero el autor de este correo, lo que es el Nobel de Literatura desde luego no se lo lleva. Pero no obstante y a pesar de que tampoco tenemos por costumbre el responder a correos anónimos, nos permitimos hacer una excepción con este ya que trata de un asunto, sobre el que recibimos bastantes, llamémosles quejas. Por lo tanto, dicho correo nos viene al pelo como excusa necesaria para este escrito y en el que confiamos conseguir poner el tema en claro.
Porque una de las acusaciones más comunes que recibimos, es la de que no hacemos más que criticar los temas de otros publican, en lugar de publicar nuestros propios estudios y con ello contribuir a esparcir el mensaje bíblico. Y a esa acusación se añade la coletilla, eso ya por parte de los afectados, de que solo nos cebamos con determinados autores en particular, sobre otros que no parecen merecer nuestra atención. Aunque también es verdad que sobre esta segunda afirmación, cierto que con algunos matices, hasta podríamos estar de acuerdo, porque claro, es que a todo lo que se publica en Internet no llegamos y por otra parte, encontrar blogs que despierten la atención o el interés de uno, tampoco es fácil. Por ello es razonable que nos fijemos, por ejemplo, con el de Apologista Mario Olcese, porque es justo reconocer que no solo es el más activo de todos los que conocemos, sino que casi todo lo que se publica en el, discrepancias aparte, es interesante y llama la atención porque abarca una amplia variedad de temas. Y a ello, súmenle el hecho de que está asociado (digámoslo así) con el de Lavasori, que si bien es monotemático (solo trata de los TJ), es muy riguroso en sus afirmaciones y por lo tanto indiscutibles, lo cual convierte ambos blogs, en muy recomendables para ser visitados. Por cierto, desde este blog nuestra más sincera felicitación a Mario por el notable aumento de audiencia registrado y que tratándose como se trata de temas religiosos, no demasiado seguidos por el público en general, no hace sino que aumentar el mérito. Lo dicho Mario, muchísimas felicidades.
Y otro con el que también solemos discrepar con frecuencia, es el Dr. Javier Rivas Martínez y que si bien su página “www.ladoctrinadedios.blogspot.com” no es tan prolífica como la de Apologista, se las pinta solo para decir cosas de lo más pintorescas. Y con alguno más, ya en menor querencia, como el pastor Dawlin Ureña, que dirige la página “www.antesdelfin.com”, o también con el sorprendente Sr. Félix Guttmann, que dirige “www.caminoluz.org” y que hasta el momento, se lleva el premio gordo del disparate. A partir de ahí, es donde entramos nosotros en nuestra labor, aparentemente crítica y no demasiado bien entendida por la mayoría. Pero dado que no estamos de acuerdo con el hecho que lo que estamos haciendo sea criticar, veamos que nos dice el diccionario de la RAE, acerca de esa acción: “Censurar, notar, vituperar las acciones o conducta de alguien.” Y es obvio que no es eso lo que hacemos o al menos, no es lo que pretendemos hacer, ya que si ustedes nos van siguiendo, estarán de acuerdo que lo único que hacemos o intentamos conseguir, repetimos, es sencillamente contrastar distintas enseñanzas bíblicas que se publican, con lo que de las mismas se afirma en las Escrituras y siempre apoyándonos en distintos de sus textos para probar nuestra aseveraciones y que hasta el momento, dicho sea de paso, no discutidos ni rectificados en ningún caso...... pensamos que por algo será.
Pero también es cierto además, que jamás hemos ocultado nuestras intenciones, porque la entradilla o declaración de intenciones que abre nuestros blogs (2), es muy transparente:
“Este blog tiene como objetivo, el analizar algunas afirmaciones que aparecen publicadas en distintas páginas de Internet y que, al menos aparentemente, no se ajustan al sentido de lo escrito en el Libro Sagrado. No es nuestra intención el impartir enseñanza o crear doctrina, sino el hacer un análisis reflexivo de algunas afirmaciones un tanto dudosas, por medio de contrastarlas con el texto bíblico y contribuir de esta manera, a un mayor entendimiento de la verdad revelada por nuestro Creador.”
Creemos que está bastante claro ¿no? Pues por lo visto aún quedan personas, como nuestro amable comunicante, que no se han enterado de que va la cosa, pero en fin, pensamos que con el tiempo y una caña…… pues eso. Y es que nos resistimos a publicar estudios que pretendan enseñar o establecer doctrina y por lo tanto, contribuyan a crear opinión, sencillamente por el hecho de que no solo nosotros, carecemos de la capacidad necesaria para meternos en dicho berenjenal, sino porque no hay necesidad de enseñar nada: ya está todo enseñado:
“Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, 17 para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra.” (2 Tim. 3:16-17).
Luego lo que hay que hacer, es entenderlo y eso, razonando con lógica y sentido común, a la par de leer con determinada corrección, está al alcance de cualquiera; entonces vemos que el estar uno capacitado y equipado para toda buena obra, que le consiga el favor del Altísimo, no depende de que determinados “iluminados” nos cuenten estrafalarias enseñanzas, sino de un sincero deseo de aprender de Jehová y de empezar a leer la Biblia con atención. Ya el Creador y en función del esfuerzo y sinceridad de cada cual, proveerá según considere oportuno:
“Sigan pidiendo y se les dará; sigan buscando y hallarán; sigan tocando y se les abrirá. 8 Porque todo el que pide recibe y todo el que busca halla y a todo el que toca se le abrirá.” (Mat. 7:7-8).
Y claro que es apropiado el conocer distintas opiniones para contrastar con las que uno tiene e intercambiar pareceres, lo cual redunda en el enriquecimiento de nuestra capacidad personal; pero siempre y cuando quien tenga la última palabra, sea la Biblia.
Y eso es lo que hacemos nosotros, que después de haber leído un determinado escrito, lo comprobamos mediante contraste con las Escrituras, para saber si lo que en dicho documento se afirma, está de acuerdo o no, con lo que estas dicen acerca del tema en cuestión. Y si no entendemos que eso sea así, pues en vez de callarnlo lo denunciamos públicamente, con lo cual ponemos sobre aviso al incauto navegante (léase persona de buena fe), para que no sea engañado por esa pléyade de falsos maestros que andan sueltos por ahí y acerca de los cuales ya nos advirtió el apóstol Pedro que aparecerían, según se fueran acercando los últimos días:
“Sin embargo, llegó a haber también falsos profetas entre el pueblo, como también habrá falsos maestros entre ustedes……” (2 Pedro 2:1).
Porque note que ya el propio Jesús, de lo primero que advirtió a sus discípulos tras su famosa pregunta de Mat. 24:3, fue del peligro que representarían esa personas para sus seguidores:
“Y en contestación, Jesús les dijo: “Cuidado que nadie los extravíe; 5 porque muchos vendrán sobre la base de mi nombre, diciendo: ‘Yo soy el Cristo’, y extraviarán a muchos.”
O sea, que esas personas que afirmarían hablar en su nombre, extraviarían a muchos y que el mismo hecho de que se nos pusiera sobre aviso de esa circunstancia, como primera gran dificultad que tendríamos que enfrentar, ya nos habla del peligro que ello implicaría, evidentemente, en lo que tiene que ver con nuestra relación con el Creador. Y quede claro, que Jesús no hablaba en broma.
Pero por otra parte, también al denunciar dicha situación estamos dando la oportunidad a esos errados “maestros” de que reconsideren sus afirmaciones y puedan rectificar, o en su defecto y si tienen razón en las tales, que nos rectifiquen a nosotros, ya que tanto hay para dar como para tomar. Pero por el momento y hasta donde nosotros sabemos, no ha ocurrido ni una cosa ni la otra, porque por una parte, no tienen la suficiente humildad para reconocer el error y por la otra, no tienen los argumentos que sustenta la verdad, para demostrar que tienen razón. Y es que una cosa es publicar para personas de pocos conocimientos bíblicos, que normalmente se dejan impresionar por el despliegue propagandístico acerca de los tantos y cuantos títulos y diplomas en conocimientos varios afirman poseer los citados autores, lo que les lleva a creerse todo lo que les cuentan y otra cosa muy distinta, que lo que uno escribe y publica, sea leído por alguien que sepa de qué va la película. Porque tal parece que el dudar de lo que nos proponen, lo consideran casi como una ofensa y con lo cual, de seguir así, se llegaría a la esperpéntica situación de la que nos habla el refranero español “En el país de los ciegos, el tuerto es el rey”.
Luego otra cosa ya es, que se les plante alguien delante con un texto bíblico en la mano y les diga que lo que afirman, no es lo que dice el texto en cuestión y si no, que lo demuestren. Y eso les molesta, en primer lugar porque no están acostumbrados a ello y en segundo lugar, porque consideran inconcebible que unos descamisados como nosotros, que carecemos de estudios superiores, les digamos que están equivocados. Por ello, a falta de poder demostrar que tienen razón en sus planteamientos (porque no la tienen), recurren al insulto más barriobajero, en menoscabo evidentemente de su propia reputación y prestigio, ya que sabido es, que la primera víctima de un insulto, es el que lo profiere. Como el caso del Dr. Javier Rivas Martínez, que nos ha puesto a bajar de un burro, porque es su momento y ante su particular interpretación del pasaje de Juan 5:28-29, le pedimos que si ello era como el afirmaba, que nos explicara entonces en cuál de esas dos resurrecciones de las que nos habla el citado pasaje, nos colocaba a Juan el Bautista. Pues bien, hasta el momento, aún no ha respondido a la pregunta en cuestión y ya les decimos que no lo va a hacer, porque sencillamente no puede; a menos claro está, que reconozca públicamente que su interpretación del citado pasaje de Juan, es totalmente incorrecta. Pero claro, como decía D. Quijote a su fiel escudero “Con la Iglesia hemos topado, querido Sancho” (en este caso, con el orgullo, claro). Y aunque personalicemos en el Sr. Rivas (solo él es el que nos ha insultado), lo mismo hacemos extensivo a los Apologista Mario Olcese, Anthony Buzzard, Alexander Dávila, Luciano Morales, Mauro Apolo González y otros de ese entorno, a los que creemos enterados de esa controversia y que por ser de igual forma de pensar (al menos no la han rebatido), también se invitó en su día a responder a dicha pregunta. Excusamos decir que con idéntico resultado, aunque todos ellos imparten enseñanzas a través de Internet…… y es que aquí cuando las cosas parecen ponerse tiesas, nadie abre la boca.
Por lo tanto y hasta llegando al extremo de aceptar la acusación de la que somos objeto, o sea de que criticamos adiestro y siniestro, el hecho es que de ninguna manera seríamos nosotros los que criticaríamos, sino las propias Escrituras que son las que realmente contradicen las distintas opiniones sujetas a contraste. Por ejemplo, cuando nosotros afirmamos que la enseñanza de D. Mario Olcese en el sentido de que los gobernantes con Cristo en el Reino de Dios, serán millones, miles de millones, es un disparate como la copa de un pino, no es porque nosotros personalmente tengamos otra idea...... es sencillamente porque Jesús y a instancias de su Padre Celestial (Juan 12:49), afirmo algo totalmente contrario según registra Lucas 12:32:
“No teman, rebaño pequeño, porque su Padre ha aprobado darles el reino.”
Y no nos negarán, que ¡hombre! como una pequeña diferencia entre una cosa y la otra si la hay y queremos pensar nosotros, que algo sabría Jehová acerca de la idea que quería transmitirnos ¿o es que quería confundirnos? Por lo tanto y lejos de criticar, lo único que hemos hecho ha sido señalar la discrepancia entra ambas afirmaciones y esperar que Apologista dé una explicación convincente de su argumento, nada más. Continuaremos esperando…….
Porque resulta, que si es en las Escrituras en las que nos apoyamos para formular nuestra objeciones y nuestros argumentos resultan irrebatibles, quien realmente corrige y critica planteamientos incorrectos porque van más allá de las cosas escritas (1 Cor. 4:6), es el propio Jehová con su Palabra, no nosotros. En consecuencia, quién se está enfrentando a dichos caballeros en sus erráticas afirmaciones, no somos nosotros y que no dejamos de ser simplemente, meros transmisores de una información contenida en la Biblia. Luego volviendo a la pregunta que da título a este comentario, en el sentido de lo correcto o no, de hacer crítica, la respuesta tiene que ser afirmativa cuando dicha crítica es constructiva, o sea, que su finalidad no sea la de meter el dedo en el ojo al adversario dialectico. Pero cuando se trata de desenmascarar enseñanzas tendentes “a extraviar”, como dijo Jesús, por supuesto que es apropiado, porque ¿qué hizo entonces Jesús, cuando enfrentándose a los fariseos, dirigentes del pueblo judío y sacando a la luz sus engañosas y fraudulentas enseñanzas, les llamó “serpientes y prole de víboras”? ¿Se le podría acusar de “criticón”? ¿O más bien estaba contribuyendo a la difusión de la correcta, limpia y pura enseñanza que proviene de nuestro Creador, en defensa y beneficio de las víctimas de esos “falsos profetas” y ministros de Satanás? Nosotros excusamos el pronunciarnos, luego ustedes deciden……
Entonces si Jesús es el dechado y ejemplo a seguir (1 Pedro 2:21) para todo cristiano, nosotros con nuestras denuncias estaríamos haciendo lo correcto y que, por otra parte, si estamos usando sus propias palabras para hacerlo, resulta que en última instancia es el propio Jesucristo quien continua metiendo a esa gente en vereda. Y aunque nos quieran callar a nosotros, la realidad es que si no somos nosotros los que denunciamos, serán otros (Luc. 19:40) y si no, vean con lo que nos hemos encontrado en el propio blog de Apologista. Y es que contrario a lo que este defiende, junto al Sr. Rivas y otros en el sentido de que los santos de todos los tiempos (los del AT y los del NT, lo que incluiría a Juan el Bautista), reinaran con Cristo y participando por lo tanto de la primera resurrección, se ha levantado una voz en apoyo a nuestra tesis contrario a ello. Y esta aparece en el artículo de un tal Wes Bridel titulado “¿Qué evangelio predicaron Jesús y los apóstoles?”, publicado el día 17 de este mes de Octubre y que inicia con las siguientes palabras:
“La Escritura es muy clara sobre cuál es la naturaleza de las buenas noticias. Nosotros podemos mirar a las palabras de Cristo o la de los Apóstoles tempranos para ver esto. Incluso Juan el Bautista, que no heredó el reino, predicó de su llegada por Jesús.”
Luego ya tenemos a otro autor que está de acuerdo con nosotros, en que dicho personaje no gobernará con Cristo. Y si Juan el Bautista no heredó el reino, o sea, no puede ser un gobernante del reino, lógicamente no podrá participar de la primera resurrección, destinada expresamente para esas personas...... pero si según Olcese y compañía, la segunda resurrección es para condenación y destrucción eterna, la pregunta continúa en pie ¿qué hacemos con Juan, del que Jesús dijo expresamente que no estaría en ese gobierno del reino (Mat. 11:11)? Pero la cuestión de fondo, es que el problema va bastante más allá de temas puntuales, ya que tiene que ver con el cumplir o no con lo que es la voluntad de Jehová:
“Esto es excelente y acepto a vista de nuestro Salvador, Dios, 4 cuya voluntad es que hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto (pleno, o completo, según versiones) de la verdad.” (1 Tim. 2:3-4).
¿Y podría usted cumplir con la voluntad del Altísimo, de conocer la verdad de forma plena, completa o de forma exacta, si la información que le llegara fuera en parte fraudulenta y engañosa? Pues evidentemente no, pero eso es lo que ocurriría, si no estuviéramos aquellos que nos convertimos en los “pepito grillo” de esta historia.
MABEL
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martes, 19 de octubre de 2010
Contrarréplica a Apologista
El pasado día 12 de este mes de Octubre, me sorprendió un artículo en el que se me aludía directamente y titulado “Estar con Cristo ¿qué implica esta frase?” En el mismo, se incluía un pequeño fragmento de una de mis publicaciones y en la que citaba el pasaje de Lucas 23: 39-43, en donde Jesús le promete al malhechor que estaba muriendo a su lado, que estaría con él (o sea, con Jesús) en el paraíso. Pero, ¿por qué mi sorpresa? Pues por varias razones: en primer lugar, porque ese artículo, lo colgué en el blog el 29 de Abril pasado y lo cual significa, que nos acercamos casi al medio año de haber sido publicado y que, puestos a replicar algo, los hay de más recientes y jugosos, en los que también cito del mismo pasaje y además, de forma más amplia y explícita. En segundo lugar, porque en ese contexto, solo citaba como de refilón el pasaje citado y en un tema en el que hablaba, básicamente, del entorno en que serán devueltas a la vida las personas que resuciten y que en nada se parecerá, a este lamentable y denigrado planeta que actualmente estamos padeciendo. Luego nada que ver, con la connotación que le da Apologista en su escrito de réplica y que se refiere intrínsecamente, al lugar que ocupara dicho personaje en el reino y que es donde está el meollo del asunto y a lo que yo, repito, no me refería en absoluto en ese momento.
Pero entrando ya en la cuestión, queda claro que el propio Mario Olcese y autor del escrito, reconoce en su réplica que efectivamente, lo único que le promete Jesús al malhechor, en el citado pasaje, es que estaría con él en el paraíso, nada más:
“Es cierto que Jesús no le dijo al “ladrón bueno” algo así como: “Estarás gobernando conmigo en mi reino” o “Serás parte de mi gabinete de gobierno”, pero sí le dijo: “Estarás conmigo en el paraíso”. (Negritas mías).
Entonces si no le dijo eso, es porque sencillamente no quería decírselo y por lo tanto, en su respuesta, Jesús dijo aquello que precisamente sí quería decir. No nos olvidemos de que estamos hablando del hijo de Dios y que aun estando en una situación en extremo dramática, estoy convencidísimo de que dijo exactamente aquello que tenía que decir. Sin embargo y a pesar de ese implícito reconocimiento, parece que el autor de ese artículo de réplica y buscándole cinco pies al gato, se supone que para conseguir que el citado pasaje diga lo que realmente no dice, se mete en lo que parece ser un complicado análisis semántico/filológico, acerca del término “conmigo” e intentar con ello que las palabras de Jesús digan aquello, que por supuesto, él no tenía ni la más mínima intención de decir; es más, que de ninguna manera podía decir, como más adelante quedará demostrado.
Pero en fin, de entrada y dejando aparte algunas matizaciones que, como he dicho, haré más adelante, yo entiendo que la respuesta de Jesús, razonablemente tendría que estar en línea con la solicitud que se le estaba formulando, luego…… ¿qué era en realidad, lo que dicho personaje recababa de Jesús? Y es que el tener una idea clara de lo que realmente estaba pidiendo el malhechor, nos ayudará a entender el verdadero sentido de la orientación que Jesús dio a su respuesta; luego veamos qué es lo que se pidió:
“Y le dijo: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.” (Luc. 23:42).
Entonces, si no entendemos mal, el malhechor en cuestión le pidió a Jesús simplemente que se acordara de él, pero…... ¿cuándo y por qué? Pues el “cuándo” tenía que ver con el momento de la futura resurrección de los muertos y en la que evidentemente creía dicho personaje, lo cual se deduce de la petición formulada y con el deseo evidente y eso tiene que ver con el “porqué”, de que Jesús, simplemente, le devolviera a la vida en ese futuro. Y por lo tanto, en ese sentido lógica y razonablemente, tuvo que haber ido orientada la respuesta de Jesús: que se acordaría del malhechor, cuando ya entronizado en su reino, procediera a la resurrección de los muertos y que lo levantaría de nuevo a la vida sin más, porque eso en concreto y no otra cosa, era lo que llevaba implícita la petición.
Porque no parece lógico ni por supuesto se entendería, que el malhechor estuviera solicitando en ese momento, algo parecido a un puesto de prominencia y que dada la situación personal por la que en ese instante estaba pasando (ajusticiado por delincuente), tampoco es que estuviera en la mejor posición para demandar tal cosa, ¿no es cierto? Luego razonablemente, lo que le estaría pidiendo a Jesús era sencillamente, que a pesar de su degradada y pecaminosa condición en ese dramático momento en el que iba a morir, lo tuviera en cuenta o se acordara de él en la resurrección (que era creencia fundamental entre los judíos) y perdonando sus pecados, le devolviera la vida; conclusión esta, que todos podríamos aceptar perfectamente. Por lo tanto, preguntémonos ¿por qué tendría que haber ido Jesús un paso más allá, ofreciendo algo, en este caso un puesto de gobernante, que nadie le estaban pidiendo y que además, de ninguna manera le podía ofrecer al malhechor, por razones que más adelante explicaré? Y este razonamiento que solo es lógico y de sentido común, se intenta tergiversar en un complicado y enrevesado ejercicio semántico/filológico acerca del sentido o supuesto significado de determinadas expresiones, de una manera un tanto rebuscada y cuya única aparente finalidad, es la de que el pasaje en cuestión diga algo que no dice y apoye una determinada y más que dudosa teoría.
Pero también estoy sorprendido por la circunstancia de que ese tema planteado por Apologista, que tiene que ver con los que gobernarán con Cristo y que es lo que subyace realmente debajo de la cuestión que ahora nos ocupa, lo he usado como argumento central en muchos otros artículos y en uno tan reciente, como es el del pasado 14 de Septiembre y titulado “No es eso Sr. Olcese…… no es eso” y del que dicho caballero y pesar de ser aludido directamente, aún no ha dicho absolutamente nada. Pero dado que el Sr. Olcese no tiene la obligación de leer todo aquello que publicamos (faltaría más), no tengo inconveniente en repetirle el por qué dicho malhechor, no puede participar en el gobierno del reino y ya de paso, porque tampoco lo pueden hacer los notables del AT, así como mucho menos Juan el Bautista y del que casi me olvido.
Sin embargo, permítanme en primer lugar, hacer una pequeña aclaración: no es cierto como afirma el amigo Mario en su réplica, que yo haya dicho que los que gobernarán con Cristo serán una “manada pequeña”……. no, no: eso lo dijo Jesús a instancias de su Padre Celestial, no yo. Yo lo único que hago es contraponer esa afirmación del Hijo de Dios y que yo considero como cierta y que expresa con claridad meridiana lo que Jesús quiso decir, con la de los “millones, miles de millones” que según el Sr. Olcese, tienen que gobernar con Él y en una más que discutible afirmación. Tan discutible, como que es radicalmente contraria a lo afirmado por Jesús que, se me ocurre suponer, algo debería saber del tema (Jesús, por supuesto). Pero continuando con el caso que nos ocupa, vean lo que deduce la fértil imaginación del Sr. Olcese, de la frase contenida en la respuesta de Jesús: “Estarás conmigo, en el paraíso”:
“Ese vocablo “conmigo” indica una cercanía o una relación muy estrecha con Cristo. Cuando un rey le dice a alguno: “Estarás conmigo en mi reino”, uno entiende que estará muy cerca del rey, ya sea en su palacio, o en su trono mismo.” (Negritas mías).
Y quede claro que me admira tanta imaginación, así como la especial capacidad de “entender” las cosas del amigo Olcese, aunque no deja de ser una forma muy subjetiva e interesada de intentar que las cosas digan lo que no dicen. Pero también es asombrosa, la habilidad que tiene para, con un pequeño “retoque”, tergiversar el sentido de una idea y es que de entrada, Jesús de ninguna manera dijo “Estarás conmigo, en mi reino”, sino que lo que dijo fue “Estarás conmigo en el paraíso” y que es algo completamente distinto, como demostraré dentro de unos pocos párrafos, cuando cite de otra genialidad interpretativa del Sr. Olcese, que una vez más, nos hace una hábil demostración de cómo se puede ajustar el sentido de una frase, a lo que a uno le interesa.
Porque aún a pesar de reconocer que Jesús no dijo nada que implicara pertenencia alguna en el gobierno del reino, del malhechor en cuestión y cosa que realmente no hizo, Mario Olcese se esfuerza en hacernos creer lo contrario, mediante el intentar explicarnos lo que significa o se pretende decir, con expresiones como “estar con” o “conmigo”; o en su defecto, intentando hacernos entender su versión de lo que nos quiere decir un rey cuando nos dice algo, aunque lo que pretende que entendamos que nos dice, nada tenga que ver con lo que realmente nos está diciendo. En fin, tendrán que concluir conmigo, que un tanto “rebuscadillo” el argumento en cuestión, si lo está. Pero para abreviar y dado que mis conocimientos, por mucho, no son tan amplios como los de mi interlocutor, vamos al asunto de fondo y en el que intentaré explicar al Sr. Olcese, siempre según las Escrituras y no con dudosos recursos filosófico/semántico/filológicos, quienes sí pueden y quiénes no pueden gobernar con Cristo en el Reino de Dios, apoyándome en textos bastante claros y explícitos. Y por lo tanto, omitiré entrar en discusiones acerca del significado de tal o cual expresión, contrario a como hace Apologista y cuyo argumento, según yo veo las cosas y dicho sea de paso, no se sostiene ni con alfileres. Y es que la realidad es tozuda y sobre todo, cuando lo que estamos hablando está apoyado por textos bíblicos y cuyo significado, es perfectamente demostrable. Luego y de forma resumida, puesto que ya bastante he hablado de este tema, veamos que nos dice el registro bíblico, por ejemplo, de la situación de Juan el Bautista; ya más adelante nos ocuparemos del malhechor al que Jesús le prometió estar en el paraíso.
Según se lee en Mat. 11:11, el propio Jesús afirmó de manera categórica y que no dejaba lugar a dudas, que el tal Juan no estará en el reino en calidad de gobernante con Cristo:
“En verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él.”
Luego analizando esas palabras de Jesús con atención, lo que se deduce de ellas es que es absolutamente imposible que Juan el Bautista pueda formar parte de los miembros de ese gobierno del reino; así de sencillo. Porque la lógica y el sentido común nos dicen, que si el menor en ese reino de los cielos, o sea, el último de la fila y para entendernos, era mayor que Juan el Bautista, es obvio que este, de ninguna manera puede estar entre ellos…… ¿o sí? Y eso no requiere de un gran entendimiento ni de un amplio despliegue de conocimientos filológicos acerca del significado de palabra alguna: es sencillamente leer de manera correcta un texto bíblico y desarrollarlo de forma razonable.
Ahora bien, lo que ocurriría de ser cierta esa conclusión a la que nos lleva la anterior reflexión, es que nos encontraríamos con una derivada importantísima y es que en consecuencia y por extensión, los notables del AT, los Abraham y compañía también se verían afectados por las palabras de Jesús, no pudiendo tampoco gobernar con Cristo en su reino, mal les pese a los señores Olcese, Rivas y otros, que con gran empeño defienden tan dudoso planteamiento. Y es que una vez más, el razonar con lógica y sentido común y por supuesto, el leer de forma correcta, nos lleva al siguiente y razonable argumento: si como dijo Jesús, entre los “nacidos de mujer” no había sido levantado uno “mayor” (o más importante) que Juan el Bautista, es obvio que éste era mayor o más importante, que los Abraham y resto de notables del AT; luego si aún con ser mayor, Juan no fue incluido entre los futuribles para gobernar con Cristo, con muchísima menos razón lo serían entonces, aquellos que eran considerados, en comparación, menores que él, ¿o no es así? Luego de nuevo, la conclusión lógica a la que hay que llegar, es que dichos personajes no estarán tampoco formando parte del reino en calidad de gobernantes. ¿Es correcta la conclusión o no, D. Mario?
Y ya por último ¿qué hay del malhechor arrepentido, que murió al lado de Jesús? Por una parte, es cierto que recibió la promesa de Jesús de que estaría con él en el paraíso, pero ¿en calidad de qué? Veamos que nos dice D. Mario, en una porción del artículo que me dedica:
“Del mismo modo, cuando Jesús le dijo al “buen ladrón”: “estarás CONMIGO en el paraíso (=reino)”, lo que le quiso decir era que aquel ladrón estaría asociado estrechamente con él en su paraíso o reino, y no meramente, como supone López, que entraría en el reino o paraíso como un súbdito más en una tierra lejana del imperio.” (Negritas mías).
Pero como antes he apuntado, yo dudo mucho de que fuera eso que afirma el Sr. Olcese, la idea que Jesús pretendía transmitirle al malhechor y que me parece, un interesado exceso de imaginación de dicho caballero. Pero dejando eso aparte, veamos algo que no acabo de entender y que en principio, supone una clara tergiversación del significado de una palabra, evidentemente para cambiar el sentido de las cosas y que en este caso tiene que ver, con la supuesta relación de la palabra “paraíso”, con la palabra “reino”. Porque si se fijan en ese fragmento del artículo del Sr. Olcese, como aquél que no quiere la cosa y para hábilmente ir condicionando la mente del lector, establece lo siguiente: paraíso igual a reino. Bien, pero entonces y si “paraíso” es igual a “reino” ¿porque Jesús no le ofreció al malhechor, estar con él en el “reino”? Porque la solicitud del malhechor se planteó de la siguiente forma:
“Y pasó a decir: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino”.
¿Y cómo respondió Jesús? Pues de esta manera:
“Y él le dijo: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso.” (Luc. 23:43).
Luego, ¿por qué no respondió Jesús “…estarás conmigo en mi reino” y que parece estar más acorde con la formulación de la pregunta? Pues porque no es verdad que sean equivalentes y se puedan usar indistintamente; por ello y precisamente, para no dar lugar a confusión, respondió Jesús tal como respondió. Y que ello tiene que ser así, queda claro por el hecho de que Jesús de ninguna manera podía darle al malhechor un puesto de gobernante, cosa que demostraré más adelante; por lo tanto, tenía que ofrecerle algo que no implicara co-gobernabilidad. Por eso le dijo que estaría con él en el “paraíso” y no en el “reino”, que sí tendría esa implicación. Luego de esta manera Jesús mostró, que ambas expresiones, lejos de ser iguales o equivalentes, son totalmente distintas: o sea, que Jesús sabía perfectamente lo que decía y porqué lo decía.
Y es que si según el Sr. Olcese, ambas expresiones son equivalentes como por ejemplo, “Reino de Dios” lo es a “Reino de los Cielos” y que sí se usan indistintamente, ¿cómo es que nunca dijo Jesús a sus discípulos, por ejemplo: “... el paraíso de Dios, se ha acercado”? ¿O porque no dijo a los irreductibles fariseos, “... el paraíso de los cielos los ha alcanzado”? ¿O porque en sus parábolas, nunca empezó diciendo “El paraíso de Dios es semejante a…...”? ¿O por qué no dijo nunca Jesús, que él vino (o mando ir) “... a predicar las buenas nuevas del paraíso de Dios”? Pues porque diga lo que diga el Sr. Olcese, ni en broma son lo mismo: en esencia, cuando hablamos de un “paraíso”, nos referimos a un lugar, en este caso un bello jardín y cuando hablamos de un “reino”, nos referimos a un régimen de cosas, en este caso un sistema de gobierno presidido por un rey. Y es que uno puede fácilmente entender que le hablen, bien del reino animal, del reino mineral o del reino vegetal, pero no que le hablen del paraíso animal, del paraíso mineral o del paraíso vegetal. Luego de ninguna manera, estamos hablando de dos términos de igual significado y por tanto equivalentes, lo cual vemos en otro pequeño ejemplo: ¿diría usted, querido lector “el paraíso de Dios, convertirá la Tierra en un reino”? ¿Tendría lógica esa frase? ¿O más bien lo correcto es decir “el reino de Dios, convertirá la Tierra en un paraíso”? ¿Cuál es la forma apropiada, en función del significado de cada una de esas dos palabras, de expresar la idea de forma correcta y entendible? Usted tiene la decisión, querido amigo: ¿significan lo mismo, las dos palabras?; según el diccionario no, pero……
Por otra parte también le digo a dicho caballero, que yo no solo “supongo” que el citado malhechor se levantará de la muerte, como un súbdito más del reino, sino que lo afirmo categóricamente, siempre en función, no de dudosas elucubraciones semánticas personales y fuera de lugar, sino ciñéndome estrictamente a lo que dice la Biblia. Porque eso que dice el Sr. Olcese, acerca de la supuesta pertenencia del citado malhechor, al gobierno del reino, es un disparate como la copa de un pino y que no tiene apoyo bíblico de ningún tipo, sino todo lo contrario y muy a pesar, de su amplia disertación acerca de las bondades de las expresiones “estar con” o “conmigo”. Porque Jesús sencillamente, no podía haber prometido semejante disparate al citado personaje, a menos que se rectificara a sí mismo; y es que para que eso fuera como dice el Sr. Olcese, a mi entender con excesiva alegría y falta de rigurosidad, Jesús nos tendría que haber mentido antes de ese episodio con el malhechor.
Porque en cierta ocasión y de forma solemne, Jesús afirmó a un tal Nicodemo y de manera que no admitía ninguna duda, lo siguiente:
“Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:5).
Y noten por favor, aunque sea puramente anecdótico, que tampoco mencionó Jesús en esta ocasión, nada parecido a “…… no puede entrar en el paraíso de Dios”. Anécdota aparte, queda claro que esos dos requisitos y por razones obvias, dada la situación del personaje del que estamos hablando, un malhechor convicto y confeso, no sería del todo razonable que obraran en su poder. Pero es que hay otra circunstancia de mucho más peso, fundamental por otra parte, que deja perfectamente claro que todas esas personas citadas, a partir de las palabras de Jesús y lejos de cualquier asomo de duda, quedaban automáticamente eliminadas para acceder a tan alto privilegio. Porque ni Juan el bautizante, ni Abraham y demás notables del AT, ni el malhechor en cuestión, podían reunir esos dos requisitos imprescindibles, según palabras de Jesús, para gobernar con él en el Reino, o sea: el haber nacido del agua y el haber nacido del Espíritu: sencillamente porque los tales requisitos, solo estuvieron accesibles a partir del Pentecostés de 33 E.C. y lo por tanto, fuera del alcance de los citados personajes, que ya habían muerto para antes de esa fecha ¿o no son las cosas así, según el Sr. Olcese?
Pero claro, es que si yo tengo razón en mis afirmaciones y tal parece ser, al menos de momento y a la luz de los textos citados, aquí es donde empieza el verdadero problema a tan “entendidos e ilustrados” caballeros, los Olcese, Rivas y compaña. Problema que al menos y hasta donde yo sé, el “erudito y maestro bíblico” (así se auto-define en sus blogs) D. Javier Rivas Martínez, ha sido incapaz de resolverme y miren que he insistido en ello. Porque de ser las cosas como, de momento al menos parecen ser, esas personas de ninguna manera podrían participar de la primera resurrección, reservada solo para aquellos que tienen que compartir gobierno con Jesucristo, según Rev. 20:6:
“Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.”
Luego ¿qué hacemos con ellas?, porque puesto que no pueden acceder al reino en calidad de gobernantes, como hemos visto, por lógica no pueden tampoco participar de esa primera resurrección, que está reservada solo para los que con Cristo han de gobernar. Pero claro, no olvidemos, que según los señores Olcese, Rivas y un amplio etc. y según una particular interpretación de Juan 5:28-29, la segunda resurrección de las dos que en ese pasaje se contemplan y a producirse mil años después de la primera (otra burrada y disculpen tan equina expresión), es para condenación o destrucción eterna de los inicuos en el lago de fuego. Y dado que no estamos hablando de personas inicuas (incluso el malhechor se había arrepentido), sino de todo lo contrario, no parece razonable que sean guardadas para tan destructiva resurrección, porque si así fuera, no solo se podría entender como un acto injusto de Jehová (cosa impensable), sino que ello implicaría además el que Jesucristo rompiera su compromiso con el malhechor; y ya yendo un poco más allá en el disparate, que el propio Jehová no cumpliera con las promesas hechas a Abraham y demás patriarcas. Y como tantas cosas raras son ya demasiadas, solo nos queda concluir, que esas personas tampoco pueden participar de esa segunda resurrección. Ahora bien, si no pueden hacerlo en la primera y tampoco parece razonable que lo hagan en la segunda ¿qué hacemos entonces, con todas ellas? Y es que aunque todo eso suene como una mala narración de ciencia/ficción, la realidad es que ya no les queda a esos caballeros otra resurrección que sacarse de la manga, por lo tanto…… ¿son capaces esos señores, de explicarnos cómo se come esta empanada, o sea, dónde metemos a esas personas? Y yo de entrada ya digo que no lo van a hacer, porque o bien acabarán insultándome o bien darán la callada por respuesta y si no, al tiempo.
Y si se me permite la sugerencia, todo es tan simple como saber si los textos bíblicos citados apoyan lo dicho o no y conste, que en mi argumentación solo he empleado tres, luego tan difícil la cosa no es; y dejémonos ya por otra parte, de disquisiciones semánticas y que no hacen más que liar un asunto, que bastante liado está ya. Porque de lo que se trata, es que si los tres textos usados están correctamente interpretados y bien aplicados, yo tengo toda la razón del mundo en mis planteamientos y el Sr. Olcese y compañía tienen ante sí un grave problema, que los debería llevar a replantearse algunas de sus enseñanzas. Y si por el contrario no es así y el que está equivocado soy yo, pues se me dice y tan amigos; pero eso sí, que se me explique al menos (y si puede ser sin insultos), en qué y porqué estoy equivocado, ya que no vale con una simple afirmación de que estoy en un error: eso hay que demostrarlo...... luego ¿dicen o no dicen los textos que he usado, aquello que yo afirmo que dicen? Y la cosa es así de fácil y además, eso es lo que hay que hacer si realmente se desea llegar a acuerdos positivos, unificando criterios y no el empezar con descalificaciones personales o en disquisiciones semánticas sin ningún valor objetivo, que nos envuelven en una espiral de confusión que a ninguna parte nos lleva y que nadie entiende. Y me gustaría señalar, que lo que menos me importa a mí es el tener la razón o ganar una supuesta batalla: lo que quiero es aprender y ampliar mi entendimiento de la Palabra de Dios y si soy capaz, transmitírselo a otras personas; pero a lo que no estoy dispuesto, es a que me quieran hacer comulgar con ruedas de molino y a que se vaya engañando al personal.
Porque tendrán que concordar conmigo, por ejemplo y ya que se ha sacado a colación, que hay una brutal diferencia (pero brutal) de significado, entre la “manada pequeña” mencionada por Jesús en Lucas 12:32 y la personal afirmación del Sr. Olcese, de “millones, miles de millones” de cogobernantes con Cristo. A eso es a lo que yo llamo hacer comulgar con ruedas de molino, o sea, hacerle tragar a uno, algo que no se puede tragar por lo disparatado y lo diga quién lo diga. Porque sin entrar en este momento, sobre quién tiene la razón, si Jesús o el Sr. Olcese y lo cual dejo a consideración de cada cual, lo que yo sí afirmo, es que una cosa está en las antípodas de la otra; o sea, como el día de la noche. Y es que no basta con que se diga algo: hay que probarlo de forma razonable, porque en el caso de estas dos afirmaciones, la verdad es que no pegan ni con cola y eso a pesar del intento de explicación, bastante mejorable por cierto, del Sr. Olcese en el último párrafo de su artículo de réplica. Porque de ninguna manera existen razones ni circunstancia alguna, que nos lleve a sacar la incomprensible conclusión a la que llega dicho caballero:
“Pero lo cierto es que Jesús vino a los Suyos para buscar herederos de su reino, y éstos, por supuesto, eran una manada pequeña comparados con los gentiles del mundo entero. Pero una vez que la mayoría de Su pueblo natural rechazó la oferta del reino, Jesús llamó a los gentiles a través del ministerio de Pablo, y a éstos, les dijo: “Si sufrimos, también REINAREMOS con él; Si le negáremos, él también nos negará” (2 Timoteo 2:12). Así que una participación activa en el reino también le fue ofrecida a una grande multitud de conversos gentiles.” (Negritas mías).
Y es que como argumento discutible, desde luego no está nada mal, porque veamos: según el Sr. Olcese, mientras la cosa estaba circunscrita a su pueblo, se mantenía lo de “manada pequeña”, pero una vez ya se extendió a los gentiles, se paso a una grande multitud, quedando en el olvido, se supone, lo de “manada pequeña”; pero ¿era eso es lo que quiso dar a entender Jesús en Luc. 12:32? Evidentemente no, ya que la voluntad de Jehová, tanto antes como después de que los gentiles entraran en el cuadro, continuó siendo, que el reino fuera entregado a un grupo pequeño de integrantes; al menos en la Escritura, no hay rectificación alguna en ese sentido. Y es que ¿qué tendrá que ver el que parte del pueblo judío rechazara a Jehová y que él los supliera con gentiles, para que dejaran de continuar siendo una “manada pequeña”, si este era el propósito del Creador, como afirmo Jesús?:
“No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.”
O sea, Jehová se complació, en entregar el reino a un grupo reducido y no a una gran muchedumbre. Lo que sencillamente se hizo entonces, según la lógica y el sentido común, fue que al no cubrir el número deseado (el que fuera, pero en todo caso limitado), con miembros de su pueblo para constituir esa “manada pequeña”, se los suplió con gentiles, pero lógicamente, hasta completar el número determinado de antemano, no más allá. Y es que se supone que aunque hablemos de una manada pequeña, ésta sí o sí, tendría que constar de un número definido y concreto de miembros, cuya cantidad, razonablemente se ajustaría a esa definición, o sea, serían en definitiva pocos (en fin, me parece a mí). Luego aunque muchos de ellos (judíos) por su rechazo, fueran sustituidos por otros (gentiles), no por ello se tendría que alterar la cantidad y dejando de ser un grupo reducido, porque de lo que se está hablando es de una sustitución y no de una ampliación ¿o no es así?
Porque de lo contrario, sería muy difícil de entender, porqué en el olivo simbólico de Romanos 11, las ramas desgajadas son sustituidas por otras, pero nada se nos dice acerca de ramas añadidas:
“Dirás, pues: “Algunas ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado.” (Rom. 11:18).
Lo que obviamente nos da a entender, que el número o cantidad de ramas del simbólico olivo y que representaba a ese grupo especial de elegidos o herederos del reino, la “manada pequeña”, debía de permanecer intacto: ni aumentar, ni disminuir. ¿O es que Jehová tuvo que cambiar de planes sobre la marcha, porque se encontró con un problema con el que no contaba? Y es que tal parece que se nos quiere decir con semejante afirmación, que cuando Jehová se propuso lo de conformar un grupo pequeño para gobernar con Su Hijo Jesucristo en el reino, no sabía lo que iba a ocurrir con su pueblo y claro, cuando se encontró con el marrón, tuvo que “tragarse” las palabras (que a instancia suya había pronunciado Jesús) de Luc. 12:32, e idear otro plan y olvidarse de lo de un pequeño grupo o “manada pequeña”. Y claro, ya puestos a modificar planes, pues que mejor que complacer al licenciado Olcese y cambiar a millones, miles de millones de co-gobernantes en el reino. Y es que todo es tan disparatado y demencial, que uno ya no sabe por dónde cogerlo...... porque y por curiosidad, estos señores ¿qué están leyendo, la Biblia o “Alí Babá y los cuarenta ladrones”?
Pero ahí ha soltado semejante dislate el Sr. Olcese y si uno se lo cree, bien y si no, pues con decir que es uno excremento residual watchtoweriano, asunto resuelto. Y estoy de acuerdo en que a muchas de las personas que han leído semejantes barbaridades, quizás se les habrán pasado por alto; pero es que bastante hacen con el esfuerzo de querer aprender, como para que encima les vayan contando semejantes chorradas; pero también se puede dar el caso de que quizás algunos sí las han notado, como yo por ejemplo. Y es que a pesar de mis limitaciones y de mí pasado como TJ…… ¡hombre! alguna “cosilla” sí sé, como por ejemplo, que el Sr. Olcese está totalmente equivocado. Y si no es así, que nos lo demuestre públicamente, explicándonos a todos en donde nos coloca al citado Juan el Bautista, a Abraham y compañía y al malhechor arrepentido; porque todo lo que no sea eso, no le sirve de nada. Y por cierto, no hace falta que le pida ayuda al Dr. Rivas, porque ese no lo sabe.
Armando López Golart
El pasado día 12 de este mes de Octubre, me sorprendió un artículo en el que se me aludía directamente y titulado “Estar con Cristo ¿qué implica esta frase?” En el mismo, se incluía un pequeño fragmento de una de mis publicaciones y en la que citaba el pasaje de Lucas 23: 39-43, en donde Jesús le promete al malhechor que estaba muriendo a su lado, que estaría con él (o sea, con Jesús) en el paraíso. Pero, ¿por qué mi sorpresa? Pues por varias razones: en primer lugar, porque ese artículo, lo colgué en el blog el 29 de Abril pasado y lo cual significa, que nos acercamos casi al medio año de haber sido publicado y que, puestos a replicar algo, los hay de más recientes y jugosos, en los que también cito del mismo pasaje y además, de forma más amplia y explícita. En segundo lugar, porque en ese contexto, solo citaba como de refilón el pasaje citado y en un tema en el que hablaba, básicamente, del entorno en que serán devueltas a la vida las personas que resuciten y que en nada se parecerá, a este lamentable y denigrado planeta que actualmente estamos padeciendo. Luego nada que ver, con la connotación que le da Apologista en su escrito de réplica y que se refiere intrínsecamente, al lugar que ocupara dicho personaje en el reino y que es donde está el meollo del asunto y a lo que yo, repito, no me refería en absoluto en ese momento.
Pero entrando ya en la cuestión, queda claro que el propio Mario Olcese y autor del escrito, reconoce en su réplica que efectivamente, lo único que le promete Jesús al malhechor, en el citado pasaje, es que estaría con él en el paraíso, nada más:
“Es cierto que Jesús no le dijo al “ladrón bueno” algo así como: “Estarás gobernando conmigo en mi reino” o “Serás parte de mi gabinete de gobierno”, pero sí le dijo: “Estarás conmigo en el paraíso”. (Negritas mías).
Entonces si no le dijo eso, es porque sencillamente no quería decírselo y por lo tanto, en su respuesta, Jesús dijo aquello que precisamente sí quería decir. No nos olvidemos de que estamos hablando del hijo de Dios y que aun estando en una situación en extremo dramática, estoy convencidísimo de que dijo exactamente aquello que tenía que decir. Sin embargo y a pesar de ese implícito reconocimiento, parece que el autor de ese artículo de réplica y buscándole cinco pies al gato, se supone que para conseguir que el citado pasaje diga lo que realmente no dice, se mete en lo que parece ser un complicado análisis semántico/filológico, acerca del término “conmigo” e intentar con ello que las palabras de Jesús digan aquello, que por supuesto, él no tenía ni la más mínima intención de decir; es más, que de ninguna manera podía decir, como más adelante quedará demostrado.
Pero en fin, de entrada y dejando aparte algunas matizaciones que, como he dicho, haré más adelante, yo entiendo que la respuesta de Jesús, razonablemente tendría que estar en línea con la solicitud que se le estaba formulando, luego…… ¿qué era en realidad, lo que dicho personaje recababa de Jesús? Y es que el tener una idea clara de lo que realmente estaba pidiendo el malhechor, nos ayudará a entender el verdadero sentido de la orientación que Jesús dio a su respuesta; luego veamos qué es lo que se pidió:
“Y le dijo: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.” (Luc. 23:42).
Entonces, si no entendemos mal, el malhechor en cuestión le pidió a Jesús simplemente que se acordara de él, pero…... ¿cuándo y por qué? Pues el “cuándo” tenía que ver con el momento de la futura resurrección de los muertos y en la que evidentemente creía dicho personaje, lo cual se deduce de la petición formulada y con el deseo evidente y eso tiene que ver con el “porqué”, de que Jesús, simplemente, le devolviera a la vida en ese futuro. Y por lo tanto, en ese sentido lógica y razonablemente, tuvo que haber ido orientada la respuesta de Jesús: que se acordaría del malhechor, cuando ya entronizado en su reino, procediera a la resurrección de los muertos y que lo levantaría de nuevo a la vida sin más, porque eso en concreto y no otra cosa, era lo que llevaba implícita la petición.
Porque no parece lógico ni por supuesto se entendería, que el malhechor estuviera solicitando en ese momento, algo parecido a un puesto de prominencia y que dada la situación personal por la que en ese instante estaba pasando (ajusticiado por delincuente), tampoco es que estuviera en la mejor posición para demandar tal cosa, ¿no es cierto? Luego razonablemente, lo que le estaría pidiendo a Jesús era sencillamente, que a pesar de su degradada y pecaminosa condición en ese dramático momento en el que iba a morir, lo tuviera en cuenta o se acordara de él en la resurrección (que era creencia fundamental entre los judíos) y perdonando sus pecados, le devolviera la vida; conclusión esta, que todos podríamos aceptar perfectamente. Por lo tanto, preguntémonos ¿por qué tendría que haber ido Jesús un paso más allá, ofreciendo algo, en este caso un puesto de gobernante, que nadie le estaban pidiendo y que además, de ninguna manera le podía ofrecer al malhechor, por razones que más adelante explicaré? Y este razonamiento que solo es lógico y de sentido común, se intenta tergiversar en un complicado y enrevesado ejercicio semántico/filológico acerca del sentido o supuesto significado de determinadas expresiones, de una manera un tanto rebuscada y cuya única aparente finalidad, es la de que el pasaje en cuestión diga algo que no dice y apoye una determinada y más que dudosa teoría.
Pero también estoy sorprendido por la circunstancia de que ese tema planteado por Apologista, que tiene que ver con los que gobernarán con Cristo y que es lo que subyace realmente debajo de la cuestión que ahora nos ocupa, lo he usado como argumento central en muchos otros artículos y en uno tan reciente, como es el del pasado 14 de Septiembre y titulado “No es eso Sr. Olcese…… no es eso” y del que dicho caballero y pesar de ser aludido directamente, aún no ha dicho absolutamente nada. Pero dado que el Sr. Olcese no tiene la obligación de leer todo aquello que publicamos (faltaría más), no tengo inconveniente en repetirle el por qué dicho malhechor, no puede participar en el gobierno del reino y ya de paso, porque tampoco lo pueden hacer los notables del AT, así como mucho menos Juan el Bautista y del que casi me olvido.
Sin embargo, permítanme en primer lugar, hacer una pequeña aclaración: no es cierto como afirma el amigo Mario en su réplica, que yo haya dicho que los que gobernarán con Cristo serán una “manada pequeña”……. no, no: eso lo dijo Jesús a instancias de su Padre Celestial, no yo. Yo lo único que hago es contraponer esa afirmación del Hijo de Dios y que yo considero como cierta y que expresa con claridad meridiana lo que Jesús quiso decir, con la de los “millones, miles de millones” que según el Sr. Olcese, tienen que gobernar con Él y en una más que discutible afirmación. Tan discutible, como que es radicalmente contraria a lo afirmado por Jesús que, se me ocurre suponer, algo debería saber del tema (Jesús, por supuesto). Pero continuando con el caso que nos ocupa, vean lo que deduce la fértil imaginación del Sr. Olcese, de la frase contenida en la respuesta de Jesús: “Estarás conmigo, en el paraíso”:
“Ese vocablo “conmigo” indica una cercanía o una relación muy estrecha con Cristo. Cuando un rey le dice a alguno: “Estarás conmigo en mi reino”, uno entiende que estará muy cerca del rey, ya sea en su palacio, o en su trono mismo.” (Negritas mías).
Y quede claro que me admira tanta imaginación, así como la especial capacidad de “entender” las cosas del amigo Olcese, aunque no deja de ser una forma muy subjetiva e interesada de intentar que las cosas digan lo que no dicen. Pero también es asombrosa, la habilidad que tiene para, con un pequeño “retoque”, tergiversar el sentido de una idea y es que de entrada, Jesús de ninguna manera dijo “Estarás conmigo, en mi reino”, sino que lo que dijo fue “Estarás conmigo en el paraíso” y que es algo completamente distinto, como demostraré dentro de unos pocos párrafos, cuando cite de otra genialidad interpretativa del Sr. Olcese, que una vez más, nos hace una hábil demostración de cómo se puede ajustar el sentido de una frase, a lo que a uno le interesa.
Porque aún a pesar de reconocer que Jesús no dijo nada que implicara pertenencia alguna en el gobierno del reino, del malhechor en cuestión y cosa que realmente no hizo, Mario Olcese se esfuerza en hacernos creer lo contrario, mediante el intentar explicarnos lo que significa o se pretende decir, con expresiones como “estar con” o “conmigo”; o en su defecto, intentando hacernos entender su versión de lo que nos quiere decir un rey cuando nos dice algo, aunque lo que pretende que entendamos que nos dice, nada tenga que ver con lo que realmente nos está diciendo. En fin, tendrán que concluir conmigo, que un tanto “rebuscadillo” el argumento en cuestión, si lo está. Pero para abreviar y dado que mis conocimientos, por mucho, no son tan amplios como los de mi interlocutor, vamos al asunto de fondo y en el que intentaré explicar al Sr. Olcese, siempre según las Escrituras y no con dudosos recursos filosófico/semántico/filológicos, quienes sí pueden y quiénes no pueden gobernar con Cristo en el Reino de Dios, apoyándome en textos bastante claros y explícitos. Y por lo tanto, omitiré entrar en discusiones acerca del significado de tal o cual expresión, contrario a como hace Apologista y cuyo argumento, según yo veo las cosas y dicho sea de paso, no se sostiene ni con alfileres. Y es que la realidad es tozuda y sobre todo, cuando lo que estamos hablando está apoyado por textos bíblicos y cuyo significado, es perfectamente demostrable. Luego y de forma resumida, puesto que ya bastante he hablado de este tema, veamos que nos dice el registro bíblico, por ejemplo, de la situación de Juan el Bautista; ya más adelante nos ocuparemos del malhechor al que Jesús le prometió estar en el paraíso.
Según se lee en Mat. 11:11, el propio Jesús afirmó de manera categórica y que no dejaba lugar a dudas, que el tal Juan no estará en el reino en calidad de gobernante con Cristo:
“En verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él.”
Luego analizando esas palabras de Jesús con atención, lo que se deduce de ellas es que es absolutamente imposible que Juan el Bautista pueda formar parte de los miembros de ese gobierno del reino; así de sencillo. Porque la lógica y el sentido común nos dicen, que si el menor en ese reino de los cielos, o sea, el último de la fila y para entendernos, era mayor que Juan el Bautista, es obvio que este, de ninguna manera puede estar entre ellos…… ¿o sí? Y eso no requiere de un gran entendimiento ni de un amplio despliegue de conocimientos filológicos acerca del significado de palabra alguna: es sencillamente leer de manera correcta un texto bíblico y desarrollarlo de forma razonable.
Ahora bien, lo que ocurriría de ser cierta esa conclusión a la que nos lleva la anterior reflexión, es que nos encontraríamos con una derivada importantísima y es que en consecuencia y por extensión, los notables del AT, los Abraham y compañía también se verían afectados por las palabras de Jesús, no pudiendo tampoco gobernar con Cristo en su reino, mal les pese a los señores Olcese, Rivas y otros, que con gran empeño defienden tan dudoso planteamiento. Y es que una vez más, el razonar con lógica y sentido común y por supuesto, el leer de forma correcta, nos lleva al siguiente y razonable argumento: si como dijo Jesús, entre los “nacidos de mujer” no había sido levantado uno “mayor” (o más importante) que Juan el Bautista, es obvio que éste era mayor o más importante, que los Abraham y resto de notables del AT; luego si aún con ser mayor, Juan no fue incluido entre los futuribles para gobernar con Cristo, con muchísima menos razón lo serían entonces, aquellos que eran considerados, en comparación, menores que él, ¿o no es así? Luego de nuevo, la conclusión lógica a la que hay que llegar, es que dichos personajes no estarán tampoco formando parte del reino en calidad de gobernantes. ¿Es correcta la conclusión o no, D. Mario?
Y ya por último ¿qué hay del malhechor arrepentido, que murió al lado de Jesús? Por una parte, es cierto que recibió la promesa de Jesús de que estaría con él en el paraíso, pero ¿en calidad de qué? Veamos que nos dice D. Mario, en una porción del artículo que me dedica:
“Del mismo modo, cuando Jesús le dijo al “buen ladrón”: “estarás CONMIGO en el paraíso (=reino)”, lo que le quiso decir era que aquel ladrón estaría asociado estrechamente con él en su paraíso o reino, y no meramente, como supone López, que entraría en el reino o paraíso como un súbdito más en una tierra lejana del imperio.” (Negritas mías).
Pero como antes he apuntado, yo dudo mucho de que fuera eso que afirma el Sr. Olcese, la idea que Jesús pretendía transmitirle al malhechor y que me parece, un interesado exceso de imaginación de dicho caballero. Pero dejando eso aparte, veamos algo que no acabo de entender y que en principio, supone una clara tergiversación del significado de una palabra, evidentemente para cambiar el sentido de las cosas y que en este caso tiene que ver, con la supuesta relación de la palabra “paraíso”, con la palabra “reino”. Porque si se fijan en ese fragmento del artículo del Sr. Olcese, como aquél que no quiere la cosa y para hábilmente ir condicionando la mente del lector, establece lo siguiente: paraíso igual a reino. Bien, pero entonces y si “paraíso” es igual a “reino” ¿porque Jesús no le ofreció al malhechor, estar con él en el “reino”? Porque la solicitud del malhechor se planteó de la siguiente forma:
“Y pasó a decir: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino”.
¿Y cómo respondió Jesús? Pues de esta manera:
“Y él le dijo: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso.” (Luc. 23:43).
Luego, ¿por qué no respondió Jesús “…estarás conmigo en mi reino” y que parece estar más acorde con la formulación de la pregunta? Pues porque no es verdad que sean equivalentes y se puedan usar indistintamente; por ello y precisamente, para no dar lugar a confusión, respondió Jesús tal como respondió. Y que ello tiene que ser así, queda claro por el hecho de que Jesús de ninguna manera podía darle al malhechor un puesto de gobernante, cosa que demostraré más adelante; por lo tanto, tenía que ofrecerle algo que no implicara co-gobernabilidad. Por eso le dijo que estaría con él en el “paraíso” y no en el “reino”, que sí tendría esa implicación. Luego de esta manera Jesús mostró, que ambas expresiones, lejos de ser iguales o equivalentes, son totalmente distintas: o sea, que Jesús sabía perfectamente lo que decía y porqué lo decía.
Y es que si según el Sr. Olcese, ambas expresiones son equivalentes como por ejemplo, “Reino de Dios” lo es a “Reino de los Cielos” y que sí se usan indistintamente, ¿cómo es que nunca dijo Jesús a sus discípulos, por ejemplo: “... el paraíso de Dios, se ha acercado”? ¿O porque no dijo a los irreductibles fariseos, “... el paraíso de los cielos los ha alcanzado”? ¿O porque en sus parábolas, nunca empezó diciendo “El paraíso de Dios es semejante a…...”? ¿O por qué no dijo nunca Jesús, que él vino (o mando ir) “... a predicar las buenas nuevas del paraíso de Dios”? Pues porque diga lo que diga el Sr. Olcese, ni en broma son lo mismo: en esencia, cuando hablamos de un “paraíso”, nos referimos a un lugar, en este caso un bello jardín y cuando hablamos de un “reino”, nos referimos a un régimen de cosas, en este caso un sistema de gobierno presidido por un rey. Y es que uno puede fácilmente entender que le hablen, bien del reino animal, del reino mineral o del reino vegetal, pero no que le hablen del paraíso animal, del paraíso mineral o del paraíso vegetal. Luego de ninguna manera, estamos hablando de dos términos de igual significado y por tanto equivalentes, lo cual vemos en otro pequeño ejemplo: ¿diría usted, querido lector “el paraíso de Dios, convertirá la Tierra en un reino”? ¿Tendría lógica esa frase? ¿O más bien lo correcto es decir “el reino de Dios, convertirá la Tierra en un paraíso”? ¿Cuál es la forma apropiada, en función del significado de cada una de esas dos palabras, de expresar la idea de forma correcta y entendible? Usted tiene la decisión, querido amigo: ¿significan lo mismo, las dos palabras?; según el diccionario no, pero……
Por otra parte también le digo a dicho caballero, que yo no solo “supongo” que el citado malhechor se levantará de la muerte, como un súbdito más del reino, sino que lo afirmo categóricamente, siempre en función, no de dudosas elucubraciones semánticas personales y fuera de lugar, sino ciñéndome estrictamente a lo que dice la Biblia. Porque eso que dice el Sr. Olcese, acerca de la supuesta pertenencia del citado malhechor, al gobierno del reino, es un disparate como la copa de un pino y que no tiene apoyo bíblico de ningún tipo, sino todo lo contrario y muy a pesar, de su amplia disertación acerca de las bondades de las expresiones “estar con” o “conmigo”. Porque Jesús sencillamente, no podía haber prometido semejante disparate al citado personaje, a menos que se rectificara a sí mismo; y es que para que eso fuera como dice el Sr. Olcese, a mi entender con excesiva alegría y falta de rigurosidad, Jesús nos tendría que haber mentido antes de ese episodio con el malhechor.
Porque en cierta ocasión y de forma solemne, Jesús afirmó a un tal Nicodemo y de manera que no admitía ninguna duda, lo siguiente:
“Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:5).
Y noten por favor, aunque sea puramente anecdótico, que tampoco mencionó Jesús en esta ocasión, nada parecido a “…… no puede entrar en el paraíso de Dios”. Anécdota aparte, queda claro que esos dos requisitos y por razones obvias, dada la situación del personaje del que estamos hablando, un malhechor convicto y confeso, no sería del todo razonable que obraran en su poder. Pero es que hay otra circunstancia de mucho más peso, fundamental por otra parte, que deja perfectamente claro que todas esas personas citadas, a partir de las palabras de Jesús y lejos de cualquier asomo de duda, quedaban automáticamente eliminadas para acceder a tan alto privilegio. Porque ni Juan el bautizante, ni Abraham y demás notables del AT, ni el malhechor en cuestión, podían reunir esos dos requisitos imprescindibles, según palabras de Jesús, para gobernar con él en el Reino, o sea: el haber nacido del agua y el haber nacido del Espíritu: sencillamente porque los tales requisitos, solo estuvieron accesibles a partir del Pentecostés de 33 E.C. y lo por tanto, fuera del alcance de los citados personajes, que ya habían muerto para antes de esa fecha ¿o no son las cosas así, según el Sr. Olcese?
Pero claro, es que si yo tengo razón en mis afirmaciones y tal parece ser, al menos de momento y a la luz de los textos citados, aquí es donde empieza el verdadero problema a tan “entendidos e ilustrados” caballeros, los Olcese, Rivas y compaña. Problema que al menos y hasta donde yo sé, el “erudito y maestro bíblico” (así se auto-define en sus blogs) D. Javier Rivas Martínez, ha sido incapaz de resolverme y miren que he insistido en ello. Porque de ser las cosas como, de momento al menos parecen ser, esas personas de ninguna manera podrían participar de la primera resurrección, reservada solo para aquellos que tienen que compartir gobierno con Jesucristo, según Rev. 20:6:
“Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.”
Luego ¿qué hacemos con ellas?, porque puesto que no pueden acceder al reino en calidad de gobernantes, como hemos visto, por lógica no pueden tampoco participar de esa primera resurrección, que está reservada solo para los que con Cristo han de gobernar. Pero claro, no olvidemos, que según los señores Olcese, Rivas y un amplio etc. y según una particular interpretación de Juan 5:28-29, la segunda resurrección de las dos que en ese pasaje se contemplan y a producirse mil años después de la primera (otra burrada y disculpen tan equina expresión), es para condenación o destrucción eterna de los inicuos en el lago de fuego. Y dado que no estamos hablando de personas inicuas (incluso el malhechor se había arrepentido), sino de todo lo contrario, no parece razonable que sean guardadas para tan destructiva resurrección, porque si así fuera, no solo se podría entender como un acto injusto de Jehová (cosa impensable), sino que ello implicaría además el que Jesucristo rompiera su compromiso con el malhechor; y ya yendo un poco más allá en el disparate, que el propio Jehová no cumpliera con las promesas hechas a Abraham y demás patriarcas. Y como tantas cosas raras son ya demasiadas, solo nos queda concluir, que esas personas tampoco pueden participar de esa segunda resurrección. Ahora bien, si no pueden hacerlo en la primera y tampoco parece razonable que lo hagan en la segunda ¿qué hacemos entonces, con todas ellas? Y es que aunque todo eso suene como una mala narración de ciencia/ficción, la realidad es que ya no les queda a esos caballeros otra resurrección que sacarse de la manga, por lo tanto…… ¿son capaces esos señores, de explicarnos cómo se come esta empanada, o sea, dónde metemos a esas personas? Y yo de entrada ya digo que no lo van a hacer, porque o bien acabarán insultándome o bien darán la callada por respuesta y si no, al tiempo.
Y si se me permite la sugerencia, todo es tan simple como saber si los textos bíblicos citados apoyan lo dicho o no y conste, que en mi argumentación solo he empleado tres, luego tan difícil la cosa no es; y dejémonos ya por otra parte, de disquisiciones semánticas y que no hacen más que liar un asunto, que bastante liado está ya. Porque de lo que se trata, es que si los tres textos usados están correctamente interpretados y bien aplicados, yo tengo toda la razón del mundo en mis planteamientos y el Sr. Olcese y compañía tienen ante sí un grave problema, que los debería llevar a replantearse algunas de sus enseñanzas. Y si por el contrario no es así y el que está equivocado soy yo, pues se me dice y tan amigos; pero eso sí, que se me explique al menos (y si puede ser sin insultos), en qué y porqué estoy equivocado, ya que no vale con una simple afirmación de que estoy en un error: eso hay que demostrarlo...... luego ¿dicen o no dicen los textos que he usado, aquello que yo afirmo que dicen? Y la cosa es así de fácil y además, eso es lo que hay que hacer si realmente se desea llegar a acuerdos positivos, unificando criterios y no el empezar con descalificaciones personales o en disquisiciones semánticas sin ningún valor objetivo, que nos envuelven en una espiral de confusión que a ninguna parte nos lleva y que nadie entiende. Y me gustaría señalar, que lo que menos me importa a mí es el tener la razón o ganar una supuesta batalla: lo que quiero es aprender y ampliar mi entendimiento de la Palabra de Dios y si soy capaz, transmitírselo a otras personas; pero a lo que no estoy dispuesto, es a que me quieran hacer comulgar con ruedas de molino y a que se vaya engañando al personal.
Porque tendrán que concordar conmigo, por ejemplo y ya que se ha sacado a colación, que hay una brutal diferencia (pero brutal) de significado, entre la “manada pequeña” mencionada por Jesús en Lucas 12:32 y la personal afirmación del Sr. Olcese, de “millones, miles de millones” de cogobernantes con Cristo. A eso es a lo que yo llamo hacer comulgar con ruedas de molino, o sea, hacerle tragar a uno, algo que no se puede tragar por lo disparatado y lo diga quién lo diga. Porque sin entrar en este momento, sobre quién tiene la razón, si Jesús o el Sr. Olcese y lo cual dejo a consideración de cada cual, lo que yo sí afirmo, es que una cosa está en las antípodas de la otra; o sea, como el día de la noche. Y es que no basta con que se diga algo: hay que probarlo de forma razonable, porque en el caso de estas dos afirmaciones, la verdad es que no pegan ni con cola y eso a pesar del intento de explicación, bastante mejorable por cierto, del Sr. Olcese en el último párrafo de su artículo de réplica. Porque de ninguna manera existen razones ni circunstancia alguna, que nos lleve a sacar la incomprensible conclusión a la que llega dicho caballero:
“Pero lo cierto es que Jesús vino a los Suyos para buscar herederos de su reino, y éstos, por supuesto, eran una manada pequeña comparados con los gentiles del mundo entero. Pero una vez que la mayoría de Su pueblo natural rechazó la oferta del reino, Jesús llamó a los gentiles a través del ministerio de Pablo, y a éstos, les dijo: “Si sufrimos, también REINAREMOS con él; Si le negáremos, él también nos negará” (2 Timoteo 2:12). Así que una participación activa en el reino también le fue ofrecida a una grande multitud de conversos gentiles.” (Negritas mías).
Y es que como argumento discutible, desde luego no está nada mal, porque veamos: según el Sr. Olcese, mientras la cosa estaba circunscrita a su pueblo, se mantenía lo de “manada pequeña”, pero una vez ya se extendió a los gentiles, se paso a una grande multitud, quedando en el olvido, se supone, lo de “manada pequeña”; pero ¿era eso es lo que quiso dar a entender Jesús en Luc. 12:32? Evidentemente no, ya que la voluntad de Jehová, tanto antes como después de que los gentiles entraran en el cuadro, continuó siendo, que el reino fuera entregado a un grupo pequeño de integrantes; al menos en la Escritura, no hay rectificación alguna en ese sentido. Y es que ¿qué tendrá que ver el que parte del pueblo judío rechazara a Jehová y que él los supliera con gentiles, para que dejaran de continuar siendo una “manada pequeña”, si este era el propósito del Creador, como afirmo Jesús?:
“No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.”
O sea, Jehová se complació, en entregar el reino a un grupo reducido y no a una gran muchedumbre. Lo que sencillamente se hizo entonces, según la lógica y el sentido común, fue que al no cubrir el número deseado (el que fuera, pero en todo caso limitado), con miembros de su pueblo para constituir esa “manada pequeña”, se los suplió con gentiles, pero lógicamente, hasta completar el número determinado de antemano, no más allá. Y es que se supone que aunque hablemos de una manada pequeña, ésta sí o sí, tendría que constar de un número definido y concreto de miembros, cuya cantidad, razonablemente se ajustaría a esa definición, o sea, serían en definitiva pocos (en fin, me parece a mí). Luego aunque muchos de ellos (judíos) por su rechazo, fueran sustituidos por otros (gentiles), no por ello se tendría que alterar la cantidad y dejando de ser un grupo reducido, porque de lo que se está hablando es de una sustitución y no de una ampliación ¿o no es así?
Porque de lo contrario, sería muy difícil de entender, porqué en el olivo simbólico de Romanos 11, las ramas desgajadas son sustituidas por otras, pero nada se nos dice acerca de ramas añadidas:
“Dirás, pues: “Algunas ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado.” (Rom. 11:18).
Lo que obviamente nos da a entender, que el número o cantidad de ramas del simbólico olivo y que representaba a ese grupo especial de elegidos o herederos del reino, la “manada pequeña”, debía de permanecer intacto: ni aumentar, ni disminuir. ¿O es que Jehová tuvo que cambiar de planes sobre la marcha, porque se encontró con un problema con el que no contaba? Y es que tal parece que se nos quiere decir con semejante afirmación, que cuando Jehová se propuso lo de conformar un grupo pequeño para gobernar con Su Hijo Jesucristo en el reino, no sabía lo que iba a ocurrir con su pueblo y claro, cuando se encontró con el marrón, tuvo que “tragarse” las palabras (que a instancia suya había pronunciado Jesús) de Luc. 12:32, e idear otro plan y olvidarse de lo de un pequeño grupo o “manada pequeña”. Y claro, ya puestos a modificar planes, pues que mejor que complacer al licenciado Olcese y cambiar a millones, miles de millones de co-gobernantes en el reino. Y es que todo es tan disparatado y demencial, que uno ya no sabe por dónde cogerlo...... porque y por curiosidad, estos señores ¿qué están leyendo, la Biblia o “Alí Babá y los cuarenta ladrones”?
Pero ahí ha soltado semejante dislate el Sr. Olcese y si uno se lo cree, bien y si no, pues con decir que es uno excremento residual watchtoweriano, asunto resuelto. Y estoy de acuerdo en que a muchas de las personas que han leído semejantes barbaridades, quizás se les habrán pasado por alto; pero es que bastante hacen con el esfuerzo de querer aprender, como para que encima les vayan contando semejantes chorradas; pero también se puede dar el caso de que quizás algunos sí las han notado, como yo por ejemplo. Y es que a pesar de mis limitaciones y de mí pasado como TJ…… ¡hombre! alguna “cosilla” sí sé, como por ejemplo, que el Sr. Olcese está totalmente equivocado. Y si no es así, que nos lo demuestre públicamente, explicándonos a todos en donde nos coloca al citado Juan el Bautista, a Abraham y compañía y al malhechor arrepentido; porque todo lo que no sea eso, no le sirve de nada. Y por cierto, no hace falta que le pida ayuda al Dr. Rivas, porque ese no lo sabe.
Armando López Golart
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