lunes, 4 de octubre de 2010


La Biblia y la capacidad para entenderla



Una de las cuestiones más controvertidas acerca de la Biblia, desde tiempos inmemoriales, tiene que ver con la capacidad intrínseca de cada persona para poderla entender correctamente. Y tal parece ser que dicha posibilidad, a tenor de lo que continuamente leemos en distintas publicaciones especializadas, continúa solo estando al alcance de aquellos afortunados poseedores de elevados estudios en teología, hermenéutica y disciplinas afines, así como de un suficiente conocimiento de las lenguas originales en que se escribió el texto sagrado, básicamente el hebreo y el griego. Ello se desprende, repetimos, de todo aquello que leemos acerca del tema y que está escrito mayoritariamente por personas cualificadísimas, generalmente con elevados conocimientos teológicos y que cuando tienen que discrepar, siempre acuden a sofisticados argumentos que giran invariablemente alrededor de los citados elevados conocimientos y estableciendo aparentemente, una barrera infranqueable para los “curritos” de a pie, que nos quedamos con cara de bobos cuando los leemos, porque sencillamente no entendemos nada de lo que dicen. Claro, ello nos lleva a pensar a los que no poseemos los citados conocimientos, que el entendimiento de las Escrituras, es algo accesible solo para unos pocos privilegiados y siendo algo inalcanzable para el resto. E incluso podríamos ir un poco más allá, ya que en nuestro caso, cuando hemos presentado objeciones sobre algunas enseñanzas aparecidas en Internet y en las que, obviamente, no estamos de acuerdo, en más de una ocasión han sido consideradas como de poca importancia o no siendo atendidas, por el mero hecho (suponemos) de no atesorar dichos conocimientos, o sea, que no tenemos ni voz ni voto entre tan “selecta clase”. Y como desde este blog no estamos de acuerdo con esa línea de pensamiento y mucho menos de actitud, aprovechamos la circunstancia de un correo recibido, para publicar algo sobre el tema.


Porque el pasado día 21 del mes de Septiembre, recibimos el siguiente comentario y que por supuesto, como es nuestra costumbre, lo transcribimos tal cual lo recibimos:

Me imagino Sr. López que Usted domina los idiomas hebreo y el griego y por lo tanto sus estudios son fidedignos de tener en cuenta. De lo contrario seguirían siendo estudios como todos los que se escuhan en las iglesias llamadas evangelicas, donde cada pastor es un teologo o lo que se lee en cada página cristiana, donde todo el que hace un estudio es un teologo. En cada página cada uno tiene la verdad y por eso hay miles de verdades diferentes. El contestar las pregunatas que Usted le hace al SR. Guttmann no dice que usted tiene la verdad, usted solo contesta lo que mismo pregunta, es como preguntar quien soy yo, y si no se quien soy yo, estoy pedido.”

El mismo tiene que ver, con un artículo que publicamos hace ya un tiempo (05/03/2010) y titulado “Respondiendo el Sr. Felix Guttmann” y en el que, como bien indica su título, respondíamos a determinadas preguntas que en su momento nos planteó dicho caballero. Y dado que el citado artículo/respuesta y hasta donde nosotros sabemos, no fue debidamente atendido, nos olvidamos del tema hasta que caímos en la cuenta de que, sorprendentemente, era el artículo más leído (y lo continúa siendo) de todos los que hemos publicado y siempre según el registro que nuestro blog lleva de las visitas recibidas. Y sinceramente no entendemos el por qué, ya que algunos bastante más interesantes que el mencionado hemos escrito, pero que sin embargo, no han tenido tanto “éxito”. Pero en fin, ese es el caso y esa al parecer, la razón del correo recibido, correo que por supuesto pasamos a responder de la manera más entendible, dentro de nuestras posibilidades. Visto ya lo que nos dice D. José (ese es el nombre, al parecer, de nuestro amable comunicante) iniciamos la réplica, no sin antes por supuesto, agradecerle a dicho caballero su atención al leernos, al tiempo que le presentamos nuestros respetos. Vamos ahora sí, con nuestra respuesta.

De entrada, decirle a nuestro amable comunicante, que ni un servidor y al que se dirige, ni mi compañero y coautor de este blog, Manuel Bel Bordes (permítanme que hable en nombre de los dos), tenemos conocimiento de los citados idiomas que apunta, ni somos teólogos, ni por supuesto, estamos en posesión de estudios superiores de cualquier otro tipo. Nuestros únicos instrumentos de trabajo, por llamarlos de alguna manera, son la lógica, el sentido común, la capacidad de razonar y si lo quiere añadir, la cualidad de saber leer correctamente. Y por lo menos hasta donde nosotros alcanzamos, capacidades más que suficientes para llegar a obtener un claro entendimiento del mensaje contenido en el registro sagrado; al menos, esa es la idea que parece subyacer tras las siguientes palabras de Jesús:

En aquella ocasión Jesús tomó la palabra y dijo: “Te alabo públicamente, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios e intelectuales y las has revelado a los pequeñuelos (o personas de escasos recursos intelectuales).” (Mat. 11:25). (Acotación nuestra).

Como mínimo, estaremos de acuerdo y a tenor de esa afirmación de Jesús, que no hay porque ser un “cerebrito” para tener un conocimiento correcto de la Palabra de Dios, sino que y sí mucho nos apuran, más bien se apunta a todo lo contrario si analizamos dicho texto con la debida atención. Por lo tanto, entendemos que las citadas cualidades que creemos poseer, son suficiente bagaje para terciar en cualquier polémica acerca de asuntos que tengan que ver con el tema que nos ocupa. Cierto es que machaconamente y como ya hemos mencionado, lo contrario a ello es lo que generalmente se nos quiere dar a entender, como por ejemplo y presuntamente hace nuestro comunicante, al supeditar lo más o menos valioso de la información publicada en este blog, con el tener conocimiento o no de determinadas materias, en este caso, conocimientos de hebreo y griego.

Y es por ello que nosotros, hemos empezado negando la mayor: nada, absolutamente nada, tiene que ver el conocimiento de las lenguas vernáculas en que fue escrita la Biblia originalmente (en arameo, hebreo y griego), u otro tipo de estudios superiores, para que un tema que sobre una porción de ella se escriba, sea considerado interesante o no y por lo tanto, susceptible de ser tenido en cuenta; pero ¿sobre qué base sostenemos esta afirmación? Pues lo intentaremos reflejar con el siguiente ejemplo: si determinada novela de éxito escrita en inglés, supongamos, se quiere traducir a otros idiomas (en este caso, al español) para con ello ampliar mercado y ganancias por supuesto, el texto resultante tiene que reflejar exactamente la misma historia, con los mismos detalles, matices y argumento de la novela en cuestión, solo que en otra lengua, de lo contrario estaríamos hablando de otra novela. Y puesto que ello debiera de ser así, no se entendería por tanto, que al lector español se le exigiera conocer el idioma inglés para asegurarse de que la traducción es correcta y así, disfrutar de la narración: se supone que otro, conocido como “el traductor”, ya lo ha hecho por él y si el trabajo ha sido bien realizado, el lector español leerá la misma historia que el lector inglés, sin necesidad de conocer dicho idioma. De hecho, esa es la finalidad de las traducciones ¿no es así D. José? Luego es razonable pensar, que con llegar a una comprensión clara del texto escrito de cualquier versión de las Escrituras en el idioma de uno, es más que suficiente para poder explicar o en su caso, si procede, discrepar de lo que sea, siempre que uno se ajuste al sentido correcto del texto sagrado y que le ha sido facilitado, mediante traducción.

Luego partiendo de esta base y para enfatizar la idea, tendríamos que suponer, que lo que hoy leemos en una Biblia (en el idioma que sea), se ajusta perfectamente a lo que su autor original quiso transmitir en su momento y por lo tanto, no nos hace ninguna falta conocer la lengua que hablaba dicho escritor: ya se nos ha facilitado una traducción a nuestro idioma, de lo que ese señor dijo, o quiso decir en su día. Por lo tanto, no es necesario, para un correcto entendimiento de lo que dicen las Escrituras, ni conocimiento de las lenguas originales, ni sesudos estudios teológicos, ni de otros conocimientos de disciplinas afines. Con disponer de una buena traducción y como ya hemos apuntado al principio, de la capacidad de razonar con lógica y sentido común, amén de la habilidad de saber leer correctamente, cualidades por demás al alcance de cualquier mortal aunque no se tengan estudios superiores, es más que suficiente. Otra cosa tiene que ver, por supuesto, con aquellas personas que tienen a su cargo el traducir de los idiomas originales o el verificar, en su caso, la exactitud y fiabilidad de estas traducciones...... pero eso ya es harina de otro costal y que para nada tiene que ver, con lo que estamos hablando.

Y es que de no ser las cosas así como nosotros las planteamos, tendríamos que concluir que el poder entender el mensaje divino registrado en las Escrituras, o en su defecto, escribir algo acerca del mismo y merecedor de ser tomado en cuenta, solo estaría al alcance de personas con elevados conocimientos y lejos por tanto, de aquellas que carecemos de ellos y con lo cual estaríamos siempre dependiendo de lo que otros nos contaran. Pero claro, es que resulta que la Biblia no fue dirigida precisamente a gente que destacara por la posesión de recursos intelectuales de altura, sino que fue dirigida a pastores, agricultores, pescadores y otras personas, más bien escasas de los citados recursos, pero con la seria obligación, por otra parte, de leerla y ponerla por obra, lo cual implicaba ineludiblemente el correcto entendimiento de la misma, por todos los miembros del pueblo de Dios y prescindiendo de su formación cultural:

Ahora bien, estos son el mandamiento, las disposiciones reglamentarias y las decisiones judiciales que Jehová su Dios ha mandado que se les enseñen, para que los pongan por obra en la tierra hacia la cual van a pasar allá para tomar posesión de ella; 2 a fin de que temas a Jehová tu Dios de modo que guardes todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te estoy mandando, tú y tu hijo y tu nieto, todos los días de tu vida y a fin de que tus días resulten largos. 3 Y tienes que escuchar, oh Israel y cuidar de ponerlos por obra, para que te vaya bien y para que ustedes lleguen a ser muchísimos, tal como Jehová el Dios de tus antepasados te ha prometido, respecto a la tierra que mana leche y miel.” (Deut. 6:1-3).

Siendo esto así y teniendo en cuenta que Jehová jamás nos exigiría algo lejos de nuestras posibilidades, tenemos que aceptar, que un entendimiento correcto de las Escrituras está al alcance de cualquier persona que sinceramente desee obtenerlo, aun careciendo de formación superior...... y es que otra cosa no se entendería. Pero dejemos que sea el propio Autor del libro sagrado, Jehová Dios, el que nos explique cuál es el nivel de dificultad, para un correcto entendimiento de Su Palabra:

Porque este mandamiento que te estoy mandando hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. 12 No está en los cielos, para que se diga: “¿Quién ascenderá por nosotros a los cielos y nos lo conseguirá, para que nos deje oírlo para que lo pongamos por obra?”. 13 Tampoco está al otro lado del mar, para que se diga: “¿Quién pasará por nosotros al otro lado del mar y nos lo conseguirá, para que nos deje oírlo para que lo pongamos por obra?”. 14 Porque la palabra está muy cerca de ti, en tu propia boca y en tu propio corazón, para que la pongas por obra.” (Deut. 30:11-14).

Luego no es que nuestro Creador, nos proponga cosas imposibles de entender o conseguir, sino más bien al contrario, tenemos relativamente cerca el poder llevar a cabo dicha asignación. Tenemos la herramienta adecuada, perfectamente accesible a nuestras manos: La Biblia y dado que por otra parte, la capacidad/necesidad de dedicarle tiempo y atención, también depende de cada cual y siempre en función del interés que crea que merece el consejo de Jehová en la vida de uno, vemos que no se nos habla de nada que nos sea inaccesible, prescindiendo de cual sea nuestra formación intelectual.

Ahora bien, es cierto que se han cometido algunos errores involuntarios de transcripción y posiblemente, otros no tan involuntarios, durante los siglos en que el registro sagrado se ha ido transmitiendo a través de infinidad de copias, hechas a mano. Pero no es menos cierto, que si bien algún texto pueda verse adulterado con respecto del original, por tal circunstancia, hay algo que no puede ser adulterado de ninguna manera y que se conoce como el “contexto general de las Escrituras”, el cual nos permite en un momento dado, resolver cualquier duda interpretativa que se nos plantee y solo usando la lógica y el sentido común. Y es que es reconocido por todos los entendidos en la materia, que de ninguna manera puede el sentido de un texto determinado, invalidar el citado contexto general. Permítanos un ejemplo, citando de Rev. 5:9-10 y de una traducción tan reputada como la RVR 1960 y usada por la mayoría de autores, como traducción de referencia:

“…… y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; 10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes y reinaremos sobre la tierra.”

Fíjense en el detalle, de que los veinticuatro ancianos a los que se hace referencia en este pasaje, se reconocen a sí mismos, como los redimidos por Jesucristo y elegidos por tanto, para reinar con él durante el milenio. Sin embargo, en prácticamente la totalidad de las demás traducciones, dicho pasaje se vierte de la siguiente manera:

Y cantan una canción nueva y dicen: “Eres digno de tomar el rollo y de abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios personas de toda tribu y lengua y pueblo y nación, 10 e hiciste que fueran un reino y sacerdotes para nuestro Dios y han de reinar sobre la tierra.”

Notarán ustedes, que en esta ocasión, dichos veinticuatro ancianos ya no se atribuyen a sí mismos, el haber sido redimidos y elegidos para reinar con Cristo, sino que eso ya se lo adjudican a otros; luego estaremos todos de acuerdo, en que una versión dice exactamente lo contrario de la otra ¿no es así? Entonces ¿cómo se puede solucionar esa discrepancia? ¿Solamente poseyendo sesudos estudios teologales y disciplinas afines, o quizás con elevados conocimientos del griego en que fue escrito dicho texto? Pues no necesariamente, ya que razonando con lógica y sentido común y partiendo de una aplicada lectura del citado pasaje y contrastándolo con el mencionado contexto general de las Escrituras, se puede lograr llegar a una conclusión razonable. Por ejemplo, lo que Juan estaba viendo en ese momento, era algo que estaba en el cielo y que tenía que ver con el entorno directo del Altísimo, mientras que a él, lo que se le transmitió, fueron acontecimientos que tenían que ver y ocurrir en la tierra, luego en principio ninguna relación entre una cosa y la otra. Por otra parte, sabemos que los muertos no están en el cielo, además de que los escogidos por Dios para gobernar con Cristo, son levantados en una primera resurrección en el momento de la segunda venida de Este (que aún no se ha producido), no antes. Entonces y todo dicho muy por encima y sin profundizar (hay muchos más argumentos en ese sentido), vemos que la primera versión no puede ser correcta, ya que no cuadra con el citado contexto general. Y si nos permiten repetir el argumento, no hace falta para llegar a esa conclusión, conocimientos o estudios superiores, sino saber leer y razonar con lógica y sentido común. Y prueba de que lo que decimos es cierto, es que la misma traducción de la RV y en una versión posterior, la de 1989, corrigió el citado texto y siendo el tal, el que hemos transcrito.

Por otra parte, nos gustaría matizarle a D. José, que nosotros no escribimos (o al menos no lo pretendemos), con el ánimo de enseñar o impartir doctrina. Nosotros sencillamente lo que hacemos, es partiendo de la lectura de las mismas traducciones que leen otros, reflexionar sobre aquellas afirmaciones que consideramos equivocadas y que pueden desorientar a los potenciales lectores de quienes las formulan. Cierto es que como nuestro comunicante afirma, todos aquellos que escriben en Internet exponen su particular verdad y resultando ello en muchas “verdades”, tendentes a la confusión. Pero le aseguramos que no es así en nuestro caso, ya que nosotros y lejos de atribuirnos una verdad propia, tenemos muy claro que solo hay una verdad:

Santifícalos por medio de la verdad; tu palabra es la verdad.” (Juan 17:17).

Por ello, si nos honra con sus visitas a nuestro blog, se dará cuenta de que jamás hacemos (ni haremos) una afirmación que no esté respaldada por el correspondiente texto bíblico de apoyo. Claro que también es cierto que podemos mal interpretar algún pasaje y en consecuencia, incurrir en una aplicación quizás un tanto dudosa del mismo y que encantados, aceptaríamos cualquier corrección; pero hasta el momento, nadie ha podido rebatirnos la interpretación y posterior aplicación, de ninguno de los que hemos usado y que no han sido pocos. Ello parece indicar, que tan desencaminados no vamos, aunque no sepamos ni hebreo ni griego, ni seamos teólogos, ¿no le parece, D. Jose?

Y si se nos permiten algunos ejemplos de enseñanzas, como mínimo discutibles y todas ellas promulgadas por personas poseedoras de elevados conocimientos, veamos en primer lugar el controvertido caso de las dos resurrecciones de Juan 5.28-29 y tema sobre el que hemos objetado con firmeza, planteado por el D. Javier Rivas Martínez, en el sentido de que se nos hable allí de una primera resurrección para vida de los creyentes de todas las edades y otra de juicio o condenación eterna, al cabo de mil años, para los no creyentes. Y dicho caballero que es titulado en medicina, se reconoce así mismo, como investigador, erudito, evangelista y maestro bíblico...... luego todo menos un cualquiera. Sin embargo y en contraposición, aquí estamos nosotros que como ya hemos dicho, no sabemos hacer la o ni con un canuto; pero que sí sabemos leer y razonar con lógica y sentido común, sobre aquello que leemos.

Y es que si usted, D. José, analiza las consecuencias tan absurdas que tal conclusión genera, deberá de concordar con nosotros, que estamos hablando de un solemne disparate. Porque ello implicaría, que aquellas personas de todas las épocas que han muerto en el favor de Dios, desde Abel hasta nuestros días, han de participar de esa primera resurrección para vida y algo que apoya dicho caballero. Pero claro, es que Rev. 20:6 nos dice, que todos aquellos que toman parte en dicha primera resurrección, gobiernan con Cristo en su reino en calidad de reyes y sacerdotes, gozando ya de la inmortalidad. Luego si es como se nos afirma y todos los resucitados se convierten en gobernantes y hasta mil años después, no se produce otra resurrección y que para más inri, es para condenación o destrucción eterna ¿sobre quiénes gobernarán estos personajes, durante esos mil años? ¿Y a favor de quienes, ejercerán esos gobernantes su labor sacerdotal? Y en consecuencia ¿qué cosas van a ocurrir, durante ese período de tiempo? ¿Qué plan tiene Jehová durante ese período de tiempo, para el ser humano? Luego, no hacen falta elevados conocimientos, para darse cuenta que la interpretación que se hace de Juan 5:28-29 y dicho suavemente, no parece ser demasiado correcta ¿no es así, querido D. José? Esa dudosa interpretación del citado pasaje, la puede leer en el artículo publicado por el Sr. Rivas el 10/01/2008, titulado ¿Cuantas resurrecciones habrá?, aunque a raíz de nuestras discrepancias, incidió varias veces en el tema en posteriores escritos.

Recordamos que ya en su día y para demostrarle al Dr. Rivas que estaba (y está) equivocado en su interpretación de dicho pasaje, le formulamos una pregunta en el sentido de que si esto es así, como el afirma ¿en qué resurrección nos coloca entonces, a Juan el Bautista? Y pasamos a recordarle a tan erudito caballero, que Jesús dijo en su día y de manera que no dejaba lugar a dudas, que dicho personaje no estaría formando parte de ese gobierno del reino:

En verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él.” (Mat. 11:11).

Y claro, si el menor en dicho reino, ya era mayor que él, eso significaba evidentemente que Juan no estaría allí; luego según la teoría interpretativa del Sr. Rivas y teniendo en cuenta lo afirmado por Rev. 20:6, de que todos los participantes de esa primera resurrección, han de gobernar con Cristo en ese reino ¿dónde colocamos a Juan? Y la pregunta en cuestión continúa en pie, porque a día de hoy, aún no ha sido respondida y conste que se la formulamos en un escrito de fecha 6 de Febrero del año en curso, titulado “Las dos resurrecciones del Dr. Rivas”...... queremos pensar que por falta de tiempo no será.

Y conste que estamos hablando de un personaje que frecuentemente nos deslumbra con amplias y complicadas disertaciones sobre temas bíblicos y que en su día nos recomendó, para poder discutir con él (entendemos que para estar a su "altura"), el que nos aplicáramos en “teología de buen calibre”, o en “interlineales griegas y hebreas”, además de “estudios teológicos en escatología” y conocimientos de los que suponemos, él gozará. Sin embargo, sin disponer nosotros de los mismos y que ya a nuestra edad, tampoco es asunto de meternos en semejante berenjenal, resulta que dicho caballero, con todos sus estudios y sapiencias, ha sido (hasta el momento) incapaz de rebatir ni uno solo de los argumentos que sobre sus más que dudosas afirmaciones, desde esta página hemos publicado y eso a pesar de que en su blog se autocalifica (ya lo hemos señalado), como “erudito y maestro bíblico”. Sin embargo, a lo más que ha llegado es a descalificarnos mediante el barriobajero insulto personal; pero eso sí, de responder a la citada preguntita en su momento formulada, nada de nada. Y excusamos decir, que si lo desea, nuestro amable comunicante está también invitado a responderla, así como cualquier persona que pueda leer este artículo o en su defecto, esté al tanto del tema: partiendo de la interpretación que de Juan 5:28-29, hace el Dr. Rivas ¿en cuál de las dos resurrecciones colocamos a Juan el Bautista? A ver quién se decide.

Otro ejemplo, tiene que ver con un personaje también muy cualificado intelectualmente, el licenciado Mario Olcese (Apologista) y cuya enseñanza acerca de que en el mismo momento en que uno se bautiza por inmersión y en el nombre de Jesucristo, ya de forma automática se convierte en Hijo de Dios, por tanto en hermano de Cristo y consecuentemente, coheredero del reino, también hemos discutido intensamente. Y por si a alguien le interesa, recientemente hemos publicado un artículo titulado “No es eso, Sr. Olcese…… no es eso” (14/09/2010) y dedicado a este tema, en el que damos algunas razones de porque eso, a nuestro entender, no puede ser así y afirmación, que de momento aún no ha sido respondida por el citado autor. Y es que dicha enseñanza, que de por sí ya implicaría una ingente cantidad de gobernantes asociados con Cristo, queda agravada por el hecho de que a este número ya considerable, D. Mario y en línea con la teoría del D. Rivas, le suma al grupo en cuestión, a los notables del AT (los Abraham, Noé, David, etc.). Pero es que además y por si fueran pocos, le añade a dicho grupo de gobernantes asociados, a los miembros de la “gran muchedumbre que no se podía contar” (Rev. 7:9) de sobrevivientes de la “gran tribulación” de Rev. 7:14 y que según el Sr. Olcese, forman también parte del grupo (¿) de los 144.000 de Rev. 7:4 y 14:1, con lo cual el número total de los gobernantes del reino y según propia estimación del citado caballero, llegaría a ser el de “millones, miles de millones”. Lo que ocurre, es que las cuentas del Sr. Olcese, no parecen ir demasiado en línea con la afirmación de Jesús reflejada en Luc. 12:32:

No teman, rebaño pequeño, porque su Padre ha aprobado darles el reino.

Y cierto es, que nos podrían salir con aquello de que el significado de las palabras originales para “rebaño pequeño” no transmiten necesariamente la idea de un grupo reducido, pero esa es sin embargo, la transcripción que todas las versiones hacen de dicho pasaje. Siendo esto así, no hay más remedio que aceptar y según se lee, que al Padre le complació la idea de dar el gobierno del Reino, a un reducido grupo de personas y que nada tendría que ver, con los “millones, miles de millones”, de los que nos habla el Sr. Olcese...... luego aquí, alguien está equivocado, porque una cosa es exactamente la contraria de lo otra. Pero es que por otra parte, esos sesudos y documentados caballeros (que junto con otros, comparten dichas ideas), pasan por alto algo tan significativo, como que por ejemplo, los notables del AT, o sea, los David, Noé, Abraham, etc., no reúnen los dos requisitos indispensables establecidos por Jesús para acceder a dicho gobierno del reino, según Juan 3:5:

Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.”

Y quedando claro que dichos dos requisitos, nacer del agua y nacer del espíritu, no estuvieron accesibles hasta después del Pentecostés de 33 E.C., tenemos que asumir que por razones de temporalidad (murieron como mínimo, 400 años antes de Jesús apareciera en la tierra), esos personajes no pudieron acceder a alcanzarlos. Pero es que además, Jesús estableció una línea divisoria perfectamente delimitada:

Pero desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos es la meta hacia la cual se adelantan con ardor los hombres y los que se adelantan con ardor se asen de él.” (Mat. 11:12).

Y aunque es cierto que hay cierta confusión respecto al contenido exacto de dicho pasaje, no es menos cierto, que en lo que hace referencia a cualquier asunto (el que fuera) que tuviera que ver con el reino, se estableció un punto de partida: “…... desde los días de Juan el Bautista.” Luego evidentemente, no aplicaba a las personas que habían vivido y muerto antes de esos días, como por ejemplo, los notables del AT. Pero es que si nos extendemos un poco más en nuestro ejercicio de razonamiento lógico y aplicación del sentido común, vemos que nos aumentan los problemas, si de nuevo analizamos Mat. 11:11 y esta vez, con un poco más de profundidad:

En verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él.”

Y es que ese pasaje, aparte de decirnos (como hemos señalado) que Juan el Bautista no gobernará con Cristo en el reino y lo cual lo aparta de forma definitiva de la primera resurrección, preparada solo para los que han de ser coronados como reyes y sacerdotes junto a Cristo, vemos que nos dice otra cosa: si entre los nacidos de mujer, no ha sido levantado uno mayor que Juan (obviamente en orden de importancia), este lógicamente sería mayor que los Abraham, Isaac, David, Daniel y compañía. Luego, si el menor en el reino de los cielos, era mayor que Juan y este a su vez, era mayor que cualquiera de los citados notables del AT, cuanto menos razonable sería, que estos pudieran acceder a gobernar con Cristo y por tanto, a participar de la primera resurrección…... ¿nos va siguiendo D. José? Entonces y siendo esto así, de nuevo se presenta la pregunta: ¿dónde colocamos, a todos esos personajes?

Pero ya puestos en harina, permítannos D. José, otro pequeño ejemplo de coherencia, lógica y sentido común, porque ¿qué hay del malhechor arrepentido que murió al lado de Jesús? Porque lo que está claro y por razones obvias, es que dicho personaje no reunía los dos requisitos indispensables para acceder a la gobernación del reino explicitados por Jesús, en Juan 3:5 y señalados con anterioridad. Luego dicho personaje, tampoco puede participar de una primera resurrección que, repetimos, es única y expresamente preparada, para aquellos que han de gobernar en calidad de reyes y sacerdotes con Jesucristo:

Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.” (Rev. 20:6).

Pero es que resulta, que según los Sres. Rivas, Olcese y compañía, solo nos queda una segunda resurrección para destrucción eterna...... sin embargo, la cuestión es que un Jesús agonizante le aseguró a ese malhechor, que “estaría con él en el paraíso” (Luc. 23:42-43). Luego ¿en qué resurrección nos colocan también a ese hombre?

Y otra cosa que también pasan por alto, los citados “intelectuales”, son dos porciones de las Escrituras que nos muestran que los sobrevivientes de la gran tribulación de Rev. 7:14, de ninguna manera, pueden formar parte de aquellos que tiene que gobernar con Cristo en el milenio. La primera de ellas, son unos textos que, incomprensiblemente y en una clara manifestación de que no saben ni lo que leen, usan para probar tal extremo. Se encuentran en Mat. 25:31; 34 y forman parte del relato que conocemos como la “ilustración de las ovejas y la cabras”:

31 Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono (……) 34 Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, ustedes que han sido bendecidos por mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo.”

Bien, dicho así y proviniendo de quién proviene la información, alguien con una actitud más bien crédula, lo aceptaría sin ningún problema; pero la realidad es que eso no es cierto, ya que se ha incurrido en un grave error: se han sacado textos de su contexto para apoyar una falsa enseñanza. Porque esos textos, forman parte de un todo como es una parábola y como tal hay que entenderlos, por lo tanto, no pueden ser utilizados independientemente de su contexto y hacer que digan algo para lo cual no han sido escritos. Luego vamos a analizarlos en su contexto y a ver que realmente nos dicen, leyendo de nuevo para ello el verso 31:

Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono.”

Evidentemente se nos hace referencia a la venida y toma de posesión de Jesucristo como Rey nombrado por Jehová, pero ¿dónde están en ese momento, los que con Él tienen que gobernar, o sea, sus hermanos? Pues sentados en sus tronos de cogobernantes; pero ahora bien...... ¿cómo sabemos esto? Pues en primer lugar, porque cuando Cristo regresa y antes de tomar posesión de su trono, es recibido en el aire (1 Tes. 4:16-17), por los participantes de la primera resurrección y que junto a él, toman parte en la batalla de Armagedón:

Estos combatirán contra el Cordero, pero, porque es Señor de señores y Rey de reyes, el Cordero los vencerá; también, los llamados y escogidos y fieles que con él están lo harán.” (Rev. 17:14).

Luego es razonable pensar que cuando Cristo, después del tal evento, toma tierra (por usar una expresión) y accede a su trono de gloria, lo hace ya acompañado de todo su séquito de gobernantes asociados. Pero es que por otra parte y dado que esas personas resucitan ya investidas de inmortalidad, puesto que la muerte segunda “no tiene autoridad sobre ellos” (Rev. 20:6), eso significaría que ya han recibido juicio favorable del Altísimo y por tanto, ya no pueden ser sometidos a ningún otro juicio. Y de lo que se está hablando en Mat. 25:31-46, es precisamente de un juicio ¿o no es así? Ahora bien, si aceptamos eso…… ¿quiénes son las personas sujetas a juicio? Pues el versículo 32, nos lo dice claramente: las personas de las naciones:

Y todas las naciones serán reunidas delante de él y separará a la gente unos de otros, así como el pastor separa las ovejas de las cabras. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, pero las cabras a su izquierda.”

Pero ¿de qué naciones estaríamos hablando? Pues de las que en ese momento de juicio existan sobre la Tierra y que de ninguna manera, pueden incluir a los resucitados hermanos espirituales de Jesucristo, por razones obvias: ellos no formaban parte de ninguna de esas naciones, ya que ellos no existían en el momento anterior a su resurrección. Pero es que además ¿en función de qué, se lleva a cabo dicho juicio de separación y que resulta en lo expuesto en el verso 33? Pues en función de la actitud que esa gente de las naciones, han tenido precisamente para con los hermanos de Cristo (un pequeño resto de ellos por aparecer aún):

Entonces los justos (o los injustos en el otro caso) le contestarán con las palabras: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos extraño y te recibimos hospitalariamente, o desnudo y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo, o en prisión y fuimos a ti?’. 40 Y en respuesta el rey les dirá: En verdad les digo: Al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos hermanos míos, a mí me lo hicieron.” (Acotación nuestra).

Luego lo que aquí se nos dice, es que lo que unos (la gente de las naciones) hicieron o no hicieron, por otros (ese resto de hermanos de Jesucristo), determina el resultado del juicio. Por lo tanto y leído correctamente, de ninguna manera los unos, pueden ser los otros…… ¿o sí? Entonces solo la razón, la lógica y el sentido común nos dicen, que estamos hablando de dos grupos, claramente diferenciados y con el resultado de que, lo que un primer grupo ha hecho o en su defecto, no ha hecho, con respecto de un segundo grupo y que no pueden ser lo mismo, es lo que determina el resultado del juicio (si desean más información, lean “Las ovejas y las cabras del 20 de Junio de 2010).

Pero veamos la segunda razón, por la cual los sobrevivientes de la gran tribulación mencionada en el libro de Revelación, no pueden formar parte del grupo de los hermanos y cogobernantes con Cristo en el reino, reflejada en las siguientes palabras:

Ya no tendrán hambre ni tendrán más sed, ni los batirá el sol ni ningún calor abrasador, 17 porque el Cordero, que está en medio del trono, los pastoreará y los guiará a fuentes de aguas de vida. Y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos.” (Rev. 7:16-17).

Luego y a diferencia de los hermanos de Cristo, que ya han sido levantados inmortales, esos sobrevivientes tienen que ser aún, pastoreados y guiados a fuentes de aguas de vida, para poder alcanzar la vida eterna, la cual cosa ya tienen los hermanos de Cristo desde el mismo momento de su resurrección y por lo cual, no necesitan ser pastoreados ni guiados a ningún sitio. No olvidemos, por otra parte, que las expresiones “pastorear” y “guiar”, tienen que ver con una acción progresiva y continuada en el tiempo, algo que no necesitan los participantes de la primera resurrección, que repetimos, desde el mismo momento de ser resucitados, ya gozan de inmortalidad o vida eterna.

Y todo esto D. José, leyendo de la misma fuente que ellos leen y sin conocer por nuestra parte, nada de hebreo o griego ni de poseer estudios superiores, en teología o disciplinas afines y a diferencia de los citados autores mencionados: solo leyendo atentamente y razonando con lógica y sentido común sobre lo leído. Luego la pregunta, sería la siguiente: ¿desmerece la ausencia de tales conocimientos, el peso de nuestras afirmaciones? No sabemos si eso a sus ojos será un impedimento para no dar crédito a las cuestiones que acabamos de plantear y que, dicho sea de paso, lamentaríamos profundamente; pero de todas formas, le recordamos que estamos abiertos a cualquier tipo de corrección ya que nosotros, lejos de querer enseñar, lo que queremos es aprender. Ahora bien, si usted leyera algo de lo que tenemos publicado, quizás estaría de acuerdo con nosotros que desde el punto de vista del razonamiento lógico, así como un mínimo de sentido común y partiendo de una correcta lectura de lo que nos dicen las Escrituras, nuestros argumentos tienen algo de razonables. Y nos permitimos resaltarle, que no hemos establecido ninguna verdad personal en absoluto, puesto que lo único que hemos hecho es contrastar determinadas enseñanzas, con lo que nos dicen las Escrituras y señalar las disparatadas incongruencias que se producen, como resultado de semejantes “verdades”. Y es que realmente poco importan los conocimientos que uno tenga, si sus afirmaciones se ajustan perfectamente al texto bíblico como creemos que es el caso...... al menos y hasta el momento, no han podido ser rebatidas ni por los autores citados, ni por ningún otro que nos haya podido leer. Y si es tan benevolente de permitirnos la petulancia, D. José, no nos van a poder rebatir ni eso que está leyendo ahora.

Por lo tanto, estamos convencidos de que cualquier persona que sinceramente desee aprender acerca de los propósitos que Dios para con su creación, tiene un instrumento completo en sí mismo y que ha sido puesto a nuestra disposición: se llama La Biblia. Esta, por si misma, tiene el suficiente potencial para preparar a una persona de la manera adecuada, para tener una correcta posición a los ojos de Jehová; vea sino, el poderos argumento que pone ante nosotros el apóstol Pablo:

Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, 17 para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra.” (2 Tim. 3:16-17).

O sea, que no necesitamos nada más, aunque es verdad que una ayudita nunca viene mal; pero también es cierto, que la responsabilidad última ante el Creador, según el propio Pablo, es de cada uno, ya “que cada uno llevará su propia carga de responsabilidad.” (Gál. 6:5).Por lo tanto, estamos muy de acuerdo con el intercambiar puntos de vista, además de leer publicaciones que nos hablen de temas bíblicos, pero recuerden siempre, que Jehová consideró como de noble condición, a unas personas que no se fiaban ni siquiera de aquello que les enseñaba una persona tan libre de sospecha, como era el apóstol Pablo:

Ahora bien, estos eran de disposición más noble que los de Tesalónica, porque recibieron la palabra con suma prontitud de ánimo y examinaban con cuidado las Escrituras diariamente en cuanto a si estas cosas eran así.” (Hech. 17:11).

Y de ninguna manera se nos dice que fueran personas de elevados conocimientos. Más bien al contrario, si de algo nos habla la Biblia, es que los seguidores de Jesús eran en conjunto, considerados como personas “iletradas y del vulgo” (Hech. 4:13) y lo cual no significaba que fueran ignorantes integrales, sino solo que no habían pasado por las escuelas rabínicas, lo cual sería el equivalente actual a tener estudios superiores...... como por ejemplo, tenía Pablo.

Y eso es todo. Esperamos haberle aclarado a nuestro amable comunicante, nuestra posición en el sentido de que más útil para la comprensión bíblica es el leer adecuadamente y el razonar con lógica y sentido común, cuando la fuerza motivadora es el deseo sincero de aprender de nuestro Creador, que cualquier titulación que uno pueda poseer. Y quede claro que no pretendemos decir con ello que no sea enriquecedor y deseable, el poseer un nivel intelectual elevado, ya que obviamente ello facilita nuestra capacidad de entendimiento; solo afirmamos, que no es un requisito indispensable para adquirir el tal entendimiento. Y nosotros, desde nuestra “ignorancia”, entendemos que los señores Rivas y Olcese (entre otros que defienden las tales enseñanzas), están absolutamente equivocados en sus planteamientos y que si bien no lo han aceptado ni explícita ni implícitamente, por lo menos no han entrado a rebatir nuestros argumentos. Aunque tan silente actitud algo nos tendría que indicar, puesto que si nosotros estamos en un error, lo más razonable es que nos ayudaran a salir de él, además que de esta manera contribuirían a disipar cualquier duda que pudiera haber surgido entre sus propios seguidores. Sin embargo, el dar la callada por respuesta, no parece que sea el mejor camino para contribuir a formar un juicio correcto...... pero eso sí, tienen todo el derecho.

Por otra parte, nuestras excusas por no atender la parte final de su correo, pero es que no creemos haberla entendido adecuadamente y por lo tanto, consideramos prudente el no pronunciarnos. De todas formas, quedamos a su entera disposición para cualquier cuestión u observación que tenga a bien formularnos acerca de nuestra exposición, ya que sería un placer el poder comunicarnos de nuevo.

MABEL

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