martes, 19 de octubre de 2010

Contrarréplica a Apologista

El pasado día 12 de este mes de Octubre, me sorprendió un artículo en el que se me aludía directamente y titulado “Estar con Cristo ¿qué implica esta frase?” En el mismo, se incluía un pequeño fragmento de una de mis publicaciones y en la que citaba el pasaje de Lucas 23: 39-43, en donde Jesús le promete al malhechor que estaba muriendo a su lado, que estaría con él (o sea, con Jesús) en el paraíso. Pero, ¿por qué mi sorpresa? Pues por varias razones: en primer lugar, porque ese artículo, lo colgué en el blog el 29 de Abril pasado y lo cual significa, que nos acercamos casi al medio año de haber sido publicado y que, puestos a replicar algo, los hay de más recientes y jugosos, en los que también cito del mismo pasaje y además, de forma más amplia y explícita. En segundo lugar, porque en ese contexto, solo citaba como de refilón el pasaje citado y en un tema en el que hablaba, básicamente, del entorno en que serán devueltas a la vida las personas que resuciten y que en nada se parecerá, a este lamentable y denigrado planeta que actualmente estamos padeciendo. Luego nada que ver, con la connotación que le da Apologista en su escrito de réplica y que se refiere intrínsecamente, al lugar que ocupara dicho personaje en el reino y que es donde está el meollo del asunto y a lo que yo, repito, no me refería en absoluto en ese momento.

Pero entrando ya en la cuestión, queda claro que el propio Mario Olcese y autor del escrito, reconoce en su réplica que efectivamente, lo único que le promete Jesús al malhechor, en el citado pasaje, es que estaría con él en el paraíso, nada más:

Es cierto que Jesús no le dijo al “ladrón bueno” algo así como: “Estarás gobernando conmigo en mi reino” o “Serás parte de mi gabinete de gobierno”, pero sí le dijo: “Estarás conmigo en el paraíso”. (Negritas mías).

Entonces si no le dijo eso, es porque sencillamente no quería decírselo y por lo tanto, en su respuesta, Jesús dijo aquello que precisamente sí quería decir. No nos olvidemos de que estamos hablando del hijo de Dios y que aun estando en una situación en extremo dramática, estoy convencidísimo de que dijo exactamente aquello que tenía que decir. Sin embargo y a pesar de ese implícito reconocimiento, parece que el autor de ese artículo de réplica y buscándole cinco pies al gato, se supone que para conseguir que el citado pasaje diga lo que realmente no dice, se mete en lo que parece ser un complicado análisis semántico/filológico, acerca del término “conmigo” e intentar con ello que las palabras de Jesús digan aquello, que por supuesto, él no tenía ni la más mínima intención de decir; es más, que de ninguna manera podía decir, como más adelante quedará demostrado.

Pero en fin, de entrada y dejando aparte algunas matizaciones que, como he dicho, haré más adelante, yo entiendo que la respuesta de Jesús, razonablemente tendría que estar en línea con la solicitud que se le estaba formulando, luego…… ¿qué era en realidad, lo que dicho personaje recababa de Jesús? Y es que el tener una idea clara de lo que realmente estaba pidiendo el malhechor, nos ayudará a entender el verdadero sentido de la orientación que Jesús dio a su respuesta; luego veamos qué es lo que se pidió:

Y le dijo: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.” (Luc. 23:42).

Entonces, si no entendemos mal, el malhechor en cuestión le pidió a Jesús simplemente que se acordara de él, pero…... ¿cuándo y por qué? Pues el “cuándo” tenía que ver con el momento de la futura resurrección de los muertos y en la que evidentemente creía dicho personaje, lo cual se deduce de la petición formulada y con el deseo evidente y eso tiene que ver con el “porqué”, de que Jesús, simplemente, le devolviera a la vida en ese futuro. Y por lo tanto, en ese sentido lógica y razonablemente, tuvo que haber ido orientada la respuesta de Jesús: que se acordaría del malhechor, cuando ya entronizado en su reino, procediera a la resurrección de los muertos y que lo levantaría de nuevo a la vida sin más, porque eso en concreto y no otra cosa, era lo que llevaba implícita la petición.

Porque no parece lógico ni por supuesto se entendería, que el malhechor estuviera solicitando en ese momento, algo parecido a un puesto de prominencia y que dada la situación personal por la que en ese instante estaba pasando (ajusticiado por delincuente), tampoco es que estuviera en la mejor posición para demandar tal cosa, ¿no es cierto? Luego razonablemente, lo que le estaría pidiendo a Jesús era sencillamente, que a pesar de su degradada y pecaminosa condición en ese dramático momento en el que iba a morir, lo tuviera en cuenta o se acordara de él en la resurrección (que era creencia fundamental entre los judíos) y perdonando sus pecados, le devolviera la vida; conclusión esta, que todos podríamos aceptar perfectamente. Por lo tanto, preguntémonos ¿por qué tendría que haber ido Jesús un paso más allá, ofreciendo algo, en este caso un puesto de gobernante, que nadie le estaban pidiendo y que además, de ninguna manera le podía ofrecer al malhechor, por razones que más adelante explicaré? Y este razonamiento que solo es lógico y de sentido común, se intenta tergiversar en un complicado y enrevesado ejercicio semántico/filológico acerca del sentido o supuesto significado de determinadas expresiones, de una manera un tanto rebuscada y cuya única aparente finalidad, es la de que el pasaje en cuestión diga algo que no dice y apoye una determinada y más que dudosa teoría.

Pero también estoy sorprendido por la circunstancia de que ese tema planteado por Apologista, que tiene que ver con los que gobernarán con Cristo y que es lo que subyace realmente debajo de la cuestión que ahora nos ocupa, lo he usado como argumento central en muchos otros artículos y en uno tan reciente, como es el del pasado 14 de Septiembre y titulado “No es eso Sr. Olcese…… no es eso” y del que dicho caballero y pesar de ser aludido directamente, aún no ha dicho absolutamente nada. Pero dado que el Sr. Olcese no tiene la obligación de leer todo aquello que publicamos (faltaría más), no tengo inconveniente en repetirle el por qué dicho malhechor, no puede participar en el gobierno del reino y ya de paso, porque tampoco lo pueden hacer los notables del AT, así como mucho menos Juan el Bautista y del que casi me olvido.

Sin embargo, permítanme en primer lugar, hacer una pequeña aclaración: no es cierto como afirma el amigo Mario en su réplica, que yo haya dicho que los que gobernarán con Cristo serán una “manada pequeña”……. no, no: eso lo dijo Jesús a instancias de su Padre Celestial, no yo. Yo lo único que hago es contraponer esa afirmación del Hijo de Dios y que yo considero como cierta y que expresa con claridad meridiana lo que Jesús quiso decir, con la de los “millones, miles de millones” que según el Sr. Olcese, tienen que gobernar con Él y en una más que discutible afirmación. Tan discutible, como que es radicalmente contraria a lo afirmado por Jesús que, se me ocurre suponer, algo debería saber del tema (Jesús, por supuesto). Pero continuando con el caso que nos ocupa, vean lo que deduce la fértil imaginación del Sr. Olcese, de la frase contenida en la respuesta de Jesús: “Estarás conmigo, en el paraíso”:

Ese vocablo “conmigo” indica una cercanía o una relación muy estrecha con Cristo. Cuando un rey le dice a alguno: “Estarás conmigo en mi reino”, uno entiende que estará muy cerca del rey, ya sea en su palacio, o en su trono mismo.” (Negritas mías).

Y quede claro que me admira tanta imaginación, así como la especial capacidad de “entender” las cosas del amigo Olcese, aunque no deja de ser una forma muy subjetiva e interesada de intentar que las cosas digan lo que no dicen. Pero también es asombrosa, la habilidad que tiene para, con un pequeño “retoque”, tergiversar el sentido de una idea y es que de entrada, Jesús de ninguna manera dijo “Estarás conmigo, en mi reino”, sino que lo que dijo fue “Estarás conmigo en el paraíso” y que es algo completamente distinto, como demostraré dentro de unos pocos párrafos, cuando cite de otra genialidad interpretativa del Sr. Olcese, que una vez más, nos hace una hábil demostración de cómo se puede ajustar el sentido de una frase, a lo que a uno le interesa.

Porque aún a pesar de reconocer que Jesús no dijo nada que implicara pertenencia alguna en el gobierno del reino, del malhechor en cuestión y cosa que realmente no hizo, Mario Olcese se esfuerza en hacernos creer lo contrario, mediante el intentar explicarnos lo que significa o se pretende decir, con expresiones como “estar con” o “conmigo”; o en su defecto, intentando hacernos entender su versión de lo que nos quiere decir un rey cuando nos dice algo, aunque lo que pretende que entendamos que nos dice, nada tenga que ver con lo que realmente nos está diciendo. En fin, tendrán que concluir conmigo, que un tanto “rebuscadillo” el argumento en cuestión, si lo está. Pero para abreviar y dado que mis conocimientos, por mucho, no son tan amplios como los de mi interlocutor, vamos al asunto de fondo y en el que intentaré explicar al Sr. Olcese, siempre según las Escrituras y no con dudosos recursos filosófico/semántico/filológicos, quienes sí pueden y quiénes no pueden gobernar con Cristo en el Reino de Dios, apoyándome en textos bastante claros y explícitos. Y por lo tanto, omitiré entrar en discusiones acerca del significado de tal o cual expresión, contrario a como hace Apologista y cuyo argumento, según yo veo las cosas y dicho sea de paso, no se sostiene ni con alfileres. Y es que la realidad es tozuda y sobre todo, cuando lo que estamos hablando está apoyado por textos bíblicos y cuyo significado, es perfectamente demostrable. Luego y de forma resumida, puesto que ya bastante he hablado de este tema, veamos que nos dice el registro bíblico, por ejemplo, de la situación de Juan el Bautista; ya más adelante nos ocuparemos del malhechor al que Jesús le prometió estar en el paraíso.

Según se lee en Mat. 11:11, el propio Jesús afirmó de manera categórica y que no dejaba lugar a dudas, que el tal Juan no estará en el reino en calidad de gobernante con Cristo:

En verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él.”

Luego analizando esas palabras de Jesús con atención, lo que se deduce de ellas es que es absolutamente imposible que Juan el Bautista pueda formar parte de los miembros de ese gobierno del reino; así de sencillo. Porque la lógica y el sentido común nos dicen, que si el menor en ese reino de los cielos, o sea, el último de la fila y para entendernos, era mayor que Juan el Bautista, es obvio que este, de ninguna manera puede estar entre ellos…… ¿o sí? Y eso no requiere de un gran entendimiento ni de un amplio despliegue de conocimientos filológicos acerca del significado de palabra alguna: es sencillamente leer de manera correcta un texto bíblico y desarrollarlo de forma razonable.

Ahora bien, lo que ocurriría de ser cierta esa conclusión a la que nos lleva la anterior reflexión, es que nos encontraríamos con una derivada importantísima y es que en consecuencia y por extensión, los notables del AT, los Abraham y compañía también se verían afectados por las palabras de Jesús, no pudiendo tampoco gobernar con Cristo en su reino, mal les pese a los señores Olcese, Rivas y otros, que con gran empeño defienden tan dudoso planteamiento. Y es que una vez más, el razonar con lógica y sentido común y por supuesto, el leer de forma correcta, nos lleva al siguiente y razonable argumento: si como dijo Jesús, entre los “nacidos de mujer” no había sido levantado uno “mayor” (o más importante) que Juan el Bautista, es obvio que éste era mayor o más importante, que los Abraham y resto de notables del AT; luego si aún con ser mayor, Juan no fue incluido entre los futuribles para gobernar con Cristo, con muchísima menos razón lo serían entonces, aquellos que eran considerados, en comparación, menores que él, ¿o no es así? Luego de nuevo, la conclusión lógica a la que hay que llegar, es que dichos personajes no estarán tampoco formando parte del reino en calidad de gobernantes. ¿Es correcta la conclusión o no, D. Mario?

Y ya por último ¿qué hay del malhechor arrepentido, que murió al lado de Jesús? Por una parte, es cierto que recibió la promesa de Jesús de que estaría con él en el paraíso, pero ¿en calidad de qué? Veamos que nos dice D. Mario, en una porción del artículo que me dedica:

Del mismo modo, cuando Jesús le dijo al “buen ladrón”: “estarás CONMIGO en el paraíso (=reino)”, lo que le quiso decir era que aquel ladrón estaría asociado estrechamente con él en su paraíso o reino, y no meramente, como supone López, que entraría en el reino o paraíso como un súbdito más en una tierra lejana del imperio.” (Negritas mías).

Pero como antes he apuntado, yo dudo mucho de que fuera eso que afirma el Sr. Olcese, la idea que Jesús pretendía transmitirle al malhechor y que me parece, un interesado exceso de imaginación de dicho caballero. Pero dejando eso aparte, veamos algo que no acabo de entender y que en principio, supone una clara tergiversación del significado de una palabra, evidentemente para cambiar el sentido de las cosas y que en este caso tiene que ver, con la supuesta relación de la palabra “paraíso”, con la palabra “reino”. Porque si se fijan en ese fragmento del artículo del Sr. Olcese, como aquél que no quiere la cosa y para hábilmente ir condicionando la mente del lector, establece lo siguiente: paraíso igual a reino. Bien, pero entonces y si “paraíso” es igual a “reino” ¿porque Jesús no le ofreció al malhechor, estar con él en el “reino”? Porque la solicitud del malhechor se planteó de la siguiente forma:

Y pasó a decir: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino”.

¿Y cómo respondió Jesús? Pues de esta manera:

Y él le dijo: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso.” (Luc. 23:43).

Luego, ¿por qué no respondió Jesús “…estarás conmigo en mi reino” y que parece estar más acorde con la formulación de la pregunta? Pues porque no es verdad que sean equivalentes y se puedan usar indistintamente; por ello y precisamente, para no dar lugar a confusión, respondió Jesús tal como respondió. Y que ello tiene que ser así, queda claro por el hecho de que Jesús de ninguna manera podía darle al malhechor un puesto de gobernante, cosa que demostraré más adelante; por lo tanto, tenía que ofrecerle algo que no implicara co-gobernabilidad. Por eso le dijo que estaría con él en el “paraíso” y no en el “reino”, que sí tendría esa implicación. Luego de esta manera Jesús mostró, que ambas expresiones, lejos de ser iguales o equivalentes, son totalmente distintas: o sea, que Jesús sabía perfectamente lo que decía y porqué lo decía.

Y es que si según el Sr. Olcese, ambas expresiones son equivalentes como por ejemplo, “Reino de Dios” lo es a “Reino de los Cielos” y que sí se usan indistintamente, ¿cómo es que nunca dijo Jesús a sus discípulos, por ejemplo: “... el paraíso de Dios, se ha acercado”? ¿O porque no dijo a los irreductibles fariseos, “... el paraíso de los cielos los ha alcanzado”? ¿O porque en sus parábolas, nunca empezó diciendo “El paraíso de Dios es semejante a…...”? ¿O por qué no dijo nunca Jesús, que él vino (o mando ir) “... a predicar las buenas nuevas del paraíso de Dios”? Pues porque diga lo que diga el Sr. Olcese, ni en broma son lo mismo: en esencia, cuando hablamos de un “paraíso”, nos referimos a un lugar, en este caso un bello jardín y cuando hablamos de un “reino”, nos referimos a un régimen de cosas, en este caso un sistema de gobierno presidido por un rey. Y es que uno puede fácilmente entender que le hablen, bien del reino animal, del reino mineral o del reino vegetal, pero no que le hablen del paraíso animal, del paraíso mineral o del paraíso vegetal. Luego de ninguna manera, estamos hablando de dos términos de igual significado y por tanto equivalentes, lo cual vemos en otro pequeño ejemplo: ¿diría usted, querido lector “el paraíso de Dios, convertirá la Tierra en un reino”? ¿Tendría lógica esa frase? ¿O más bien lo correcto es decir “el reino de Dios, convertirá la Tierra en un paraíso”? ¿Cuál es la forma apropiada, en función del significado de cada una de esas dos palabras, de expresar la idea de forma correcta y entendible? Usted tiene la decisión, querido amigo: ¿significan lo mismo, las dos palabras?; según el diccionario no, pero……

Por otra parte también le digo a dicho caballero, que yo no solo “supongo” que el citado malhechor se levantará de la muerte, como un súbdito más del reino, sino que lo afirmo categóricamente, siempre en función, no de dudosas elucubraciones semánticas personales y fuera de lugar, sino ciñéndome estrictamente a lo que dice la Biblia. Porque eso que dice el Sr. Olcese, acerca de la supuesta pertenencia del citado malhechor, al gobierno del reino, es un disparate como la copa de un pino y que no tiene apoyo bíblico de ningún tipo, sino todo lo contrario y muy a pesar, de su amplia disertación acerca de las bondades de las expresiones “estar con” o “conmigo”. Porque Jesús sencillamente, no podía haber prometido semejante disparate al citado personaje, a menos que se rectificara a sí mismo; y es que para que eso fuera como dice el Sr. Olcese, a mi entender con excesiva alegría y falta de rigurosidad, Jesús nos tendría que haber mentido antes de ese episodio con el malhechor.

Porque en cierta ocasión y de forma solemne, Jesús afirmó a un tal Nicodemo y de manera que no admitía ninguna duda, lo siguiente:

“Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:5).

Y noten por favor, aunque sea puramente anecdótico, que tampoco mencionó Jesús en esta ocasión, nada parecido a “…… no puede entrar en el paraíso de Dios”. Anécdota aparte, queda claro que esos dos requisitos y por razones obvias, dada la situación del personaje del que estamos hablando, un malhechor convicto y confeso, no sería del todo razonable que obraran en su poder. Pero es que hay otra circunstancia de mucho más peso, fundamental por otra parte, que deja perfectamente claro que todas esas personas citadas, a partir de las palabras de Jesús y lejos de cualquier asomo de duda, quedaban automáticamente eliminadas para acceder a tan alto privilegio. Porque ni Juan el bautizante, ni Abraham y demás notables del AT, ni el malhechor en cuestión, podían reunir esos dos requisitos imprescindibles, según palabras de Jesús, para gobernar con él en el Reino, o sea: el haber nacido del agua y el haber nacido del Espíritu: sencillamente porque los tales requisitos, solo estuvieron accesibles a partir del Pentecostés de 33 E.C. y lo por tanto, fuera del alcance de los citados personajes, que ya habían muerto para antes de esa fecha ¿o no son las cosas así, según el Sr. Olcese?

Pero claro, es que si yo tengo razón en mis afirmaciones y tal parece ser, al menos de momento y a la luz de los textos citados, aquí es donde empieza el verdadero problema a tan “entendidos e ilustrados” caballeros, los Olcese, Rivas y compaña. Problema que al menos y hasta donde yo sé, el “erudito y maestro bíblico” (así se auto-define en sus blogs) D. Javier Rivas Martínez, ha sido incapaz de resolverme y miren que he insistido en ello. Porque de ser las cosas como, de momento al menos parecen ser, esas personas de ninguna manera podrían participar de la primera resurrección, reservada solo para aquellos que tienen que compartir gobierno con Jesucristo, según Rev. 20:6:

Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.”

Luego ¿qué hacemos con ellas?, porque puesto que no pueden acceder al reino en calidad de gobernantes, como hemos visto, por lógica no pueden tampoco participar de esa primera resurrección, que está reservada solo para los que con Cristo han de gobernar. Pero claro, no olvidemos, que según los señores Olcese, Rivas y un amplio etc. y según una particular interpretación de Juan 5:28-29, la segunda resurrección de las dos que en ese pasaje se contemplan y a producirse mil años después de la primera (otra burrada y disculpen tan equina expresión), es para condenación o destrucción eterna de los inicuos en el lago de fuego. Y dado que no estamos hablando de personas inicuas (incluso el malhechor se había arrepentido), sino de todo lo contrario, no parece razonable que sean guardadas para tan destructiva resurrección, porque si así fuera, no solo se podría entender como un acto injusto de Jehová (cosa impensable), sino que ello implicaría además el que Jesucristo rompiera su compromiso con el malhechor; y ya yendo un poco más allá en el disparate, que el propio Jehová no cumpliera con las promesas hechas a Abraham y demás patriarcas. Y como tantas cosas raras son ya demasiadas, solo nos queda concluir, que esas personas tampoco pueden participar de esa segunda resurrección. Ahora bien, si no pueden hacerlo en la primera y tampoco parece razonable que lo hagan en la segunda ¿qué hacemos entonces, con todas ellas? Y es que aunque todo eso suene como una mala narración de ciencia/ficción, la realidad es que ya no les queda a esos caballeros otra resurrección que sacarse de la manga, por lo tanto…… ¿son capaces esos señores, de explicarnos cómo se come esta empanada, o sea, dónde metemos a esas personas? Y yo de entrada ya digo que no lo van a hacer, porque o bien acabarán insultándome o bien darán la callada por respuesta y si no, al tiempo.

Y si se me permite la sugerencia, todo es tan simple como saber si los textos bíblicos citados apoyan lo dicho o no y conste, que en mi argumentación solo he empleado tres, luego tan difícil la cosa no es; y dejémonos ya por otra parte, de disquisiciones semánticas y que no hacen más que liar un asunto, que bastante liado está ya. Porque de lo que se trata, es que si los tres textos usados están correctamente interpretados y bien aplicados, yo tengo toda la razón del mundo en mis planteamientos y el Sr. Olcese y compañía tienen ante sí un grave problema, que los debería llevar a replantearse algunas de sus enseñanzas. Y si por el contrario no es así y el que está equivocado soy yo, pues se me dice y tan amigos; pero eso sí, que se me explique al menos (y si puede ser sin insultos), en qué y porqué estoy equivocado, ya que no vale con una simple afirmación de que estoy en un error: eso hay que demostrarlo...... luego ¿dicen o no dicen los textos que he usado, aquello que yo afirmo que dicen? Y la cosa es así de fácil y además, eso es lo que hay que hacer si realmente se desea llegar a acuerdos positivos, unificando criterios y no el empezar con descalificaciones personales o en disquisiciones semánticas sin ningún valor objetivo, que nos envuelven en una espiral de confusión que a ninguna parte nos lleva y que nadie entiende. Y me gustaría señalar, que lo que menos me importa a mí es el tener la razón o ganar una supuesta batalla: lo que quiero es aprender y ampliar mi entendimiento de la Palabra de Dios y si soy capaz, transmitírselo a otras personas; pero a lo que no estoy dispuesto, es a que me quieran hacer comulgar con ruedas de molino y a que se vaya engañando al personal.

Porque tendrán que concordar conmigo, por ejemplo y ya que se ha sacado a colación, que hay una brutal diferencia (pero brutal) de significado, entre la “manada pequeña” mencionada por Jesús en Lucas 12:32 y la personal afirmación del Sr. Olcese, de “millones, miles de millones” de cogobernantes con Cristo. A eso es a lo que yo llamo hacer comulgar con ruedas de molino, o sea, hacerle tragar a uno, algo que no se puede tragar por lo disparatado y lo diga quién lo diga. Porque sin entrar en este momento, sobre quién tiene la razón, si Jesús o el Sr. Olcese y lo cual dejo a consideración de cada cual, lo que yo sí afirmo, es que una cosa está en las antípodas de la otra; o sea, como el día de la noche. Y es que no basta con que se diga algo: hay que probarlo de forma razonable, porque en el caso de estas dos afirmaciones, la verdad es que no pegan ni con cola y eso a pesar del intento de explicación, bastante mejorable por cierto, del Sr. Olcese en el último párrafo de su artículo de réplica. Porque de ninguna manera existen razones ni circunstancia alguna, que nos lleve a sacar la incomprensible conclusión a la que llega dicho caballero:

Pero lo cierto es que Jesús vino a los Suyos para buscar herederos de su reino, y éstos, por supuesto, eran una manada pequeña comparados con los gentiles del mundo entero. Pero una vez que la mayoría de Su pueblo natural rechazó la oferta del reino, Jesús llamó a los gentiles a través del ministerio de Pablo, y a éstos, les dijo: “Si sufrimos, también REINAREMOS con él; Si le negáremos, él también nos negará” (2 Timoteo 2:12). Así que una participación activa en el reino también le fue ofrecida a una grande multitud de conversos gentiles.” (Negritas mías).

Y es que como argumento discutible, desde luego no está nada mal, porque veamos: según el Sr. Olcese, mientras la cosa estaba circunscrita a su pueblo, se mantenía lo de “manada pequeña”, pero una vez ya se extendió a los gentiles, se paso a una grande multitud, quedando en el olvido, se supone, lo de “manada pequeña”; pero ¿era eso es lo que quiso dar a entender Jesús en Luc. 12:32? Evidentemente no, ya que la voluntad de Jehová, tanto antes como después de que los gentiles entraran en el cuadro, continuó siendo, que el reino fuera entregado a un grupo pequeño de integrantes; al menos en la Escritura, no hay rectificación alguna en ese sentido. Y es que ¿qué tendrá que ver el que parte del pueblo judío rechazara a Jehová y que él los supliera con gentiles, para que dejaran de continuar siendo una “manada pequeña”, si este era el propósito del Creador, como afirmo Jesús?:

No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.”

O sea, Jehová se complació, en entregar el reino a un grupo reducido y no a una gran muchedumbre. Lo que sencillamente se hizo entonces, según la lógica y el sentido común, fue que al no cubrir el número deseado (el que fuera, pero en todo caso limitado), con miembros de su pueblo para constituir esa “manada pequeña”, se los suplió con gentiles, pero lógicamente, hasta completar el número determinado de antemano, no más allá. Y es que se supone que aunque hablemos de una manada pequeña, ésta sí o sí, tendría que constar de un número definido y concreto de miembros, cuya cantidad, razonablemente se ajustaría a esa definición, o sea, serían en definitiva pocos (en fin, me parece a mí). Luego aunque muchos de ellos (judíos) por su rechazo, fueran sustituidos por otros (gentiles), no por ello se tendría que alterar la cantidad y dejando de ser un grupo reducido, porque de lo que se está hablando es de una sustitución y no de una ampliación ¿o no es así?

Porque de lo contrario, sería muy difícil de entender, porqué en el olivo simbólico de Romanos 11, las ramas desgajadas son sustituidas por otras, pero nada se nos dice acerca de ramas añadidas:

Dirás, pues: “Algunas ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado.” (Rom. 11:18).

Lo que obviamente nos da a entender, que el número o cantidad de ramas del simbólico olivo y que representaba a ese grupo especial de elegidos o herederos del reino, la “manada pequeña”, debía de permanecer intacto: ni aumentar, ni disminuir. ¿O es que Jehová tuvo que cambiar de planes sobre la marcha, porque se encontró con un problema con el que no contaba? Y es que tal parece que se nos quiere decir con semejante afirmación, que cuando Jehová se propuso lo de conformar un grupo pequeño para gobernar con Su Hijo Jesucristo en el reino, no sabía lo que iba a ocurrir con su pueblo y claro, cuando se encontró con el marrón, tuvo que “tragarse” las palabras (que a instancia suya había pronunciado Jesús) de Luc. 12:32, e idear otro plan y olvidarse de lo de un pequeño grupo o “manada pequeña”. Y claro, ya puestos a modificar planes, pues que mejor que complacer al licenciado Olcese y cambiar a millones, miles de millones de co-gobernantes en el reino. Y es que todo es tan disparatado y demencial, que uno ya no sabe por dónde cogerlo...... porque y por curiosidad, estos señores ¿qué están leyendo, la Biblia o “Alí Babá y los cuarenta ladrones”?

Pero ahí ha soltado semejante dislate el Sr. Olcese y si uno se lo cree, bien y si no, pues con decir que es uno excremento residual watchtoweriano, asunto resuelto. Y estoy de acuerdo en que a muchas de las personas que han leído semejantes barbaridades, quizás se les habrán pasado por alto; pero es que bastante hacen con el esfuerzo de querer aprender, como para que encima les vayan contando semejantes chorradas; pero también se puede dar el caso de que quizás algunos sí las han notado, como yo por ejemplo. Y es que a pesar de mis limitaciones y de mí pasado como TJ…… ¡hombre! alguna “cosilla” sí sé, como por ejemplo, que el Sr. Olcese está totalmente equivocado. Y si no es así, que nos lo demuestre públicamente, explicándonos a todos en donde nos coloca al citado Juan el Bautista, a Abraham y compañía y al malhechor arrepentido; porque todo lo que no sea eso, no le sirve de nada. Y por cierto, no hace falta que le pida ayuda al Dr. Rivas, porque ese no lo sabe.

Armando López Golart

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