domingo, 31 de octubre de 2010

La Biblia y el ajedrez 

Y por supuesto que entendemos su perplejidad y asombro, ante semejante titular, pero les rogamos que nos dejen explicar. No que nosotros asemejemos una cosa a la otra, lo que evidentemente sería ofensivo para el libro sagrado y nada más lejos de nuestra intención, por supuesto. Pero sí nos permitimos hacer una observación o más bien, una pequeña semblanza, acerca de la intrínseca relación existente entre aquellos que nos la quieren “interpretar”, con tan conocido y culto juego. Y cuando nos referimos a lo de interpretar, no estamos hablando de las personas que han trabajado en la noble tarea de a partir de los textos originales, interpretarlos y traducirlos a los respectivos idiomas que hoy conocemos y poniendo por tanto a nuestra libre disposición, tan valioso contenido. No, no, nada de eso; sino que de quién estamos hablando, es de aquellos que a partir de esas traducciones, pretenden “explicarnos” el significado de lo que leemos en el relato sagrado y siempre según, faltaría más, su particular punto de vista. O sea, estamos hablando de esa multitud de “eruditos y maestros bíblicos” que pululan por la red (Internet), todos ellos y según propia afirmación, con el sello de “ungidos” y que en definitiva significa, elegidos o escogidos por Dios para hablarnos en su Nombre. Convencidos de tal circunstancia o nombramiento, se lanzan raudos y veloces a “aclararnos” que cuando Jehová en Su Palabra nos dice A, realmente lo que nos quiere decir es B. Y por ello, el razonamiento que les queremos presentar.

Probablemente si a usted le pidieran que de forma rápida y a bote-pronto, diera una imagen ilustrativa del tan culto y hermoso juego del ajedrez, nos hablaría de dos personas situadas una frente a la otra, con un tablero cuadriculado entre ambas, lleno de figuritas y…… pensando, siempre pensando. Y es que en un juego en el que cuando una pieza ha sido movida, ya no hay posibilidad de rectificar y que dicho movimiento, es esencial para determinar un posterior movimiento ganador del adversario, el pensar un poco y si puede ser, siempre un poco más que el rival, suele dar alguna que otra satisfacción. Luego de los tales movimientos, tanto de una parte como de la otra, o sea, de entre blancas y negras (todo sea para hablar con propiedad), depende el resultado final de una partida. Por lo tanto, el pensar de forma analítica es parte fundamental del juego; por ello un jugador antes de cambiar la posición de cualquiera de las piezas que en un momento determinado tiene a su disposición, analiza atentamente las probables consecuencias del movimiento a efectuar.

Para ello, un buen jugador y antes de mover una pieza, baraja distintas posibles jugadas alternativas y las consiguientes réplicas que su adversario puede darle a cada una de ellas, lo cual implica una capacidad mental impresionante. Porque claro, si dicho jugador tiene ante sí, pongamos por ejemplo, la posibilidad de cinco movimientos alternativos y que cada uno de ellos a su vez, puede generar una determinada cantidad de réplicas por parte de su adversario, digamos también cinco por cada una de las posibles opciones, ello obliga a nuestro jugador, a pensar en una serie de contra-réplicas, para cada una de esas réplicas y así hasta donde su mente alcance (cuanto más, más posibilidades de ganar), con lo cual imagínense la de movimientos que tiene que controlar dicho caballero, si no quiere perder el match. En fin, que más o menos la cosa es así y por supuesto, pedimos excusas a los buenos jugadores y aficionados al ajedrez, por nuestra rudimentaria y cavernícola forma de explicarlo, pero es que tampoco somos aquello que se dice demasiado expertos en el juego en cuestión.

 Y es que simplemente lo que deseamos que se entienda y como moraleja, es que uno solo se entera de si sus movimientos han sido correctos, por el resultado final que de ellos se deriva. Hay un principio bíblico que nos habla de ello:

“……. de todos modos, la sabiduría queda probada justa por sus obras (o sea, los resultados conseguidos)”. (Mat. 11:19). (Acotación nuestra).

Y sin que nuestro tema vaya por ahí, este es un principio que nos muestra, que lo acertado o no de un movimiento o conjunto de movimientos, en este caso en el bello juego del ajedrez, queda probado por el resultado que al final se consigue. Y lo mismo ocurre en cualquier faceta de la vida, como por ejemplo y de eso estamos hablando, en la de cualquier planteamiento acerca del significado de algún determinado pasaje bíblico y en el que solo un analítico desarrollo y consecuente resultado final de la citada idea expuesta, nos puede probar lo acertado (o no) de ella. Luego y partiendo de esa premisa, vamos a analizar uno de esos “movimientos”, en un imaginario e hipotético tablero bíblico y siendo uno de los más llamativos, el que tiene que ver con la interpretación de Juan 5:28-29 y pasaje en donde leemos lo siguiente:

 “No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz 29 y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio.”

Y ahora veamos la interpretación que se le da a dicho pasaje:

La Biblia revela indiscutiblemente que habrá «dos resurrecciones»:

La primera: llamada «resurrección para vida». 


La segunda: llamada «resurrección de juicio», «de condenación».

Y el argumento que apoya semejante teoría, lo pueden leer en el artículo “La Biblia si dice esto: que habrá dos resurrecciones”, publicado en el blog del Dr. Javier Rivas Martínez, el 4 de Febrero del año en curso y compartido por un largo etc., por lo que antes de entrar en materia, permítannos señalar que no deseamos de ninguna manera personalizar en el Sr. Rivas, sino que nos dirigimos básicamente a todas aquellas personas que sostengan tal creencia. Dicho esto, veamos que se nos quiere decir con la afirmación transliterada: en la “primera” resurrección y que es “para vida”, participan todas aquellas personas que en cualquier momento de la historia han fallecido en el favor de Jehová, lo cual incluye tanto a personajes del AT (los Abraham, Jacob, David, Daniel, etc., etc.), como a los del NT (entiéndase Juan el Bautista, los 12 apóstoles, Pablo, Felipe, Bernabé y tantos otros), así como a otras personas, que sin ser mencionadas en el registro sagrado y por su conducta piadosa, hubieran contado con el beneplácito del Creador en el momento de su muerte y eso hasta el día de hoy. Y de lo que se podría considerar como una segunda resurrección, a acontecer mil años después de la primera (dato tan interesante, como sorprendente y si se nos permite, disparatado) y ya “para condenación”, participarían todas aquellas personas de todos los tiempos, que hayan muerto sin tener el favor de Jehová y merecedoras por tanto, de destrucción eterna en el “lago de fuego” (Rev. 20:15). Y este es, dicho sea en términos ajedrecísticos, el “movimiento” de tan “doctos entendidos” en la materia (Sres. Rivas y demás) y en defensa de tan sorprendente interpretación del pasaje de Juan 5:28-29. Pero no obstante y para saber de lo correcto o no de la misma, vamos a analizar las “réplicas” mediante las cuales se pudiera neutralizar dicho “movimiento”:

1º Los notables del AT, no pueden participar de la primera resurrección, porque esa resurrección es únicamente para aquellas personas que han de co-gobernar con Cristo durante el reinado milenio, según Rev. 20:6:

Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.”

Y resulta que esos personajes citados no pueden formar parte de dicho gobierno del reino, porque no reúnen los dos requisitos básicos e imprescindibles impuestos por Jesús:

Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:5).

Y obviamente no podían reunirlos, porque los tales requisitos, el nacer del agua y el nacer del espíritu, solo estuvieron al alcance de cualquier persona que los deseara, a partir del Pentecostés de 33 E.C. y fecha para la cual, ya hacía centenares de años que los citados personajes habían muerto y por lo tanto, inalcanzables para ellos. Luego si no pueden ser gobernantes con Cristo, no pueden participar tampoco de esa primera resurrección.

2º Por otra parte y si la cosa fuera como afirman los Sres. Rivas y compañía, estaría incluido entre los participantes en esa primera resurrección y que repetimos, es solo para los que han de reinar con Cristo, el propio Juan el Bautista. Pero personaje del que sin embargo el propio Jesús afirmó y sin lugar dudas, que no estaría en ese gobierno del reino:

 “En verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él.” (Mat. 11:11).

 Luego, si el menor en el reino es mayor que Juan, él obviamente no puede estar allí y por lo tanto, no puede participar de la primera resurrección.

 3º Y este argumento, además, nos lleva de nuevo a los notables del AT y que se verían también afectados por esa palabras de Jesús, pues si entre los nacidos de mujer, no había sido levantado uno mayor que Juan el bautizante, obviamente los tales notables eran menores que él; luego si con ser Juan mayor que ellos, no fue incluido entre los futuribles para formar parte de ese gobierno, cuanto menos aquellos que eran menores que él.

4º Pero si los notables del AT por una parte y Juan el Bautista (según Jesús) por otra, no pueden participar como miembros en ese gobierno del reino, resulta que según Rev. 20:6, no pueden tampoco ser levantados en la primera resurrección y lo cual nos lleva de forma irremediable, al disparate de tener que colocarlos en la segunda de esas dos resurrecciones, al cabo de mil años y para destrucción eterna. O que nos digan esos “ilustrados” caballeros, dónde nos los colocan.

5º Otro caso parecido, sería el del malhechor arrepentido que murió ajusticiado al lado de Jesús y que por razones obvias, tampoco estaba en posesión de los requisitos citados en Juan 3:5 y que recordemos, según Jesús eran de obligado cumplimiento para acceder al reino en calidad de gobernante. Luego ello lo excluye también de esa primera resurrección y lo coloca en la segunda para destrucción eterna, pero claro, el caso es que Jesús le aseguro que estaría con él en el paraíso; luego ¿qué hacemos también con dicho personaje?

6º Además, suponiendo (y que ya es mucho suponer) que la conclusión de esos “entendidos” fuera correcta, nos encontraríamos con la siguiente y disparatada situación: si todos los justos se levantaran en la primera resurrección, todos adquirirían la condición de gobernantes en el reino y con lo cual, nos encontraríamos durante el milenio con una tierra llena de gobernantes, pero sin nadie a quien gobernar, ya que la segunda resurrección se produce mil años después y para destrucción eterna.

7º Por otra parte y según Rev. 20:6, los participantes de esa primera resurrección, no solo serán reyes adjuntos a Cristo, sino que también se les conceden los atributos de sacerdotes y lo cual implica en esencia una acción mediadora, pero…… ¿entre quiénes se establecería dicha mediación? Tendríamos que suponer, según se deduce de 1 Tim. 2:5 y por asimilación, que entre Dios y los hombres; pero es que durante esos mil años, no habrá sobre la tierra hombres por los cuales mediar. No olvidemos que esos primeros resucitados, son levantados ya con la inmortalidad, luego aprobados por el propio Jehová y por lo tanto, no necesitan de ninguna labor mediadora. Es más, ellos son precisamente el instrumento usado por el Altísimo para mediar, pero…… ¿con quién? Luego ¿sobre quiénes derramarán su benefactora función sacerdotal, durante ese período de mil años? Deberíamos de pensar, que Jehová les ha dotado de esa facultad o capacidad, para algún fin o propósito en concreto…… ¿o no?

 8º Pero además, es que si la segunda resurrección es para juicio con resultado de destrucción eterna, para aquellos que participen de ella ¿sobre qué base son juzgadas esas personas resucitadas y echadas posteriormente al lago de fuego? Por las cosas que hicieron antes de morir, es evidente que no, según el apóstol Pablo:

Porque el que ha muerto ha sido absuelto de su pecado.” (Rom. 6:7).

Otras traducciones usan “liberado”, “eximido”, “redimido”, “libertado” y que nos transmiten la misma idea. Por otra parte, no pueden ser juzgados por lo que han hecho después de resucitar, porque no habrán tenido tiempo material de hacer nada, ni bueno ni malo. Luego ¿de qué cargos o pecados se les acusa?

9º Por último, si las cosas fueran como apuntan dichos caballeros ¿nos podrían explicar, qué propósito o función tiene el Reino de Dios? ¿Qué sucesos estarían por producirse, durante ese período milenario y que pudieran responder a las expectativas levantadas? ¿Quién, por otra parte, se beneficiará de esa función sacerdotal de los miembros de ese gobierno milenario? Además ¿cómo es posible, que después de todo un conjunto de libros (la Biblia al completo) que tienen como tema central, el Reino de Dios y después de que Jesús fuera enviado expresamente a predicarlo (Luc. 4:43), aún nos tengamos que estar planteando estas cuestiones? ¿Es que tanto la Biblia como Jesús, han fallado de forma estrepitosa en la comisión de ponernos al tanto del porqué del Reino de Dios, o es que el planteamiento del Sr. Rivas y grupo afín, todos “eruditos y maestros” bíblicos, es un puro disparate? ¿Se han dado cuenta que con su incomprensible interpretación de Juan 5:28-29, vacían de contenido ese período milenario que conocemos como el Reino de Dios?

Porque lo que queda claro es que, ante los medios desplegados, nos tendríamos que saber todos al “dedillo” las cosas a producirse durante ese milenio, pero sin embargo y “gracias” a la capacidad interpretativa de dichos “entendidos”, ahí tenemos a estas alturas y ya a punto de ser establecido dicho período milenario, esas dudas aún sin resolver y que por supuesto, agradeceríamos que nos las despejaran, aunque sinceramente dudamos que lo hagan; es más: estamos convencidos de que no lo van a hacer. Y para que no quede ninguna duda, nos estamos dirigiendo a los señores que forman parte de ese entorno compuesto por los Rivas, Olcese, Morales, Dávila, Buzzard, etc. y que hasta donde nosotros sabemos, de momento no han presentado ninguna objeción a semejante interpretación de Juan 5:28-29, por lo cual debemos considerar que estarán de acuerdo con ella.

Bien, dicho esto y continuando con el símil ajedrecístico, esos son nuestros “movimientos” de réplica a esa jugada iniciada por tan “ilustrados” caballeros. Quedamos pendientes, por tanto, de su jugada alternativa.

MABEL

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