Y lo que es difícil de entender, es sencillamente que no entiendan, o sea, que dejen totalmente de lado lo que dicen las Escrituras, para seguir manteniendo sus respectivos y erráticos puntos de vista, contra viento y marea. Y es que hace tan solo unos días, nos hicimos eco de las alabanzas que los señores Mario Olcese y Javier Rivas, hacían de una tal Sra. o Srta. Erika Justiniano Zárraga, con motivo de un artículo que había escrito y que ambos caballeros colgaron en sus respectivos blogs. Movidos por la curiosidad, procedimos a la inmediata lectura de tan alabado escrito, titulado “Compendio del Plan de Salvación de Dios para la humanidad” y el cual, sin ánimo de querer ser descorteses, no nos pareció para nada algo fuera de lo normal. Cierto es, que nuestros posibles intelectuales tampoco son como para tirar cohetes y por lo cual, quizás se nos escaparon algunos detalles o matices, que bien pudieran haber restado mérito a dicho escrito. Sin embargo, de las afirmaciones realizadas por la autora del artículo en cuestión y que sí entendimos, hay alguna que nos gustaría resaltar y para lo cual, nos permitimos transcribir el siguiente párrafo del texto citado, al tiempo que nos permitimos señalar en negrita, algunos de los puntos en conflicto:
“Si todavía no han captado el mensaje de estos textos, les doy una pequeña ayuda: habrá dos resurrecciones. De la primera gozarán aquellos santos –creyentes y seguidores de Jesús y su Evangelio- que esperaron el cumplimiento de las promesas de inmortalidad hechas por Dios a través de Jesucristo. Disfrutarán de una tierra renovada donde el gobernante de toda la tierra será el Rey Jesús; y la capital de su gobierno será Jerusalén. Y, en la segunda resurrección, luego de pasados los mil años del reinado de Jesucristo, despertarán todos los demás muertos, grandes y pequeños para ser juzgados según sus obras mientras estuvieron vivos, y si sus nombres no estaban inscritos en el libro de la vida, serían lanzados al lago de fuego, donde también la muerte y el Hades –o Sheol que vimos anteriormente- serían lanzados para ser exterminados para siempre. Y esta es la muerte segunda.”
Según dicha autora, en la primera de esas dos resurrecciones, participan “…... aquellos santos (creyentes y seguidores de Jesús y su Evangelio) que esperaron el cumplimiento de las promesas de inmortalidad hechas por Dios a través de Jesucristo.” Luego eso solo puede aplicar y si nos ceñimos a lo dicho por la autora en cuestión, a personas que creyeron y siguieron a Jesús y las cuales recibieron las promesas citadas a través del mismo. Por lo tanto, tendríamos que estar hablando de personas que vivieron a partir del Pentecostés de 33 E.C., cuando dicha promesa tomó cuerpo o se hizo realidad, mediante el derramamiento del Espíritu Santo y hasta aquí, creemos que se puede estar de acuerdo (Juan 3:5). Luego eso aplicaría solo a personas que vivieron, después de Juan el Bautista, según propias palabras de Jesús:
“Pero desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos es la meta hacia la cual se adelantan con ardor los hombres, y los que se adelantan con ardor se asen de él.” (Mat. 11:12).
Y aunque es cierto que hay cierta discrepancia en el contenido de dicho pasaje, según versiones consultadas, no es menos cierto que todas están de acuerdo en el hecho de que cualquier cosa que tuviera que ver con el Reino de Dios, sea la que fuere, tenía un punto de partida: “desde los días de Juan el Bautista”. Tengamos en cuenta, por otra parte, que según Rev. 20:6, la promesa de inmortalidad, solo tiene como receptores a los participantes de esa primera resurrección:
“Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.”
Pero claro, resulta que en dicho pasaje, también se nos dice algo más: todos los que participan de esa primera resurrección, reinarán con Cristo durante el milenio, en calidad de reyes y sacerdotes y es ahí, donde surge el problema. Porque si la segunda resurrección no se produce hasta después de pasados mil años…… ¿sobre quienes gobernarán esos personajes y más importante aún, quiénes se benefician de su actividad sacerdotal, durante dicho período de tiempo? Y que no piense Dña. Erika, ni por un momento, en la “gran muchedumbre” de sobrevivientes en la “gran tribulación” de Rev. 7:14, ya que tanto el Sr. Olcese, por afirmarlo (y publicarlo) como el Dr. Rivas, por no desmentirlo, están de acuerdo en que dichas personas forman también parte del, según ellos, “simbólico” grupo de los 144.000 y que en conjunto, prefiguran al entero grupo de los que con Cristo han de gobernar (Rev. 14:1).
Y ello lo puede leer nuestra respetada autora, en los siguientes artículos:
“Los 144.000 sellados de Apocalipsis, son una grande muchedumbre”
“¿Pueden ser los 144.000 de Apocalipsis 7 y 14, la misma grande muchedumbre? ¡Las evidencias muestran que sí!”
“La muchedumbre incalculable de 144.000, viene de la Gran Tribulación”
Estaremos de acuerdo en que los mismos títulos, hablan por sí solos; luego obviamente las personas citadas y si hacemos caso a dichos eruditos, estarán también en el reino en calidad de reyes y sacerdotes, siendo el resultado de ello una tierra llena de gobernantes, pero sin nadie a quién gobernar, porque…… ¿de dónde sacamos a los súbditos de dicho reino, a la vez que supuestos beneficiarios de los oficios sacerdotales de dichos gobernantes? Porque algo que entra dentro de la lógica y del sentido común, es el hecho de que si hay unos gobernantes, es obvio que tienen que estar los que son gobernados, aunque eso sea negado enérgicamente por esos dos caballeros, al no reconocer la existencia de los dos distintos grupos, mediante la peregrina afirmación de que eso sería, por parte de Jehová, hacer “acepción de personas”.
Pero podríamos ir un poco más allá y decirle a Dña. Erika además, que el Sr. Rivas ni siquiera está de acuerdo con ella en el primero de sus planteamientos. Porque dicho caballero afirma sin lugar a dudas, que de esa primera resurrección participan, no solo los directos seguidores de Jesús, como se deduce de las palabras de la Sra. o Srta. Justiniano, sino también los notables del AT, o sea, los Abraham, Noé, David, Daniel y todos los etc. que ella le quiera añadir. Por tanto, la segunda de las resurrecciones y para el Dr. Rivas, solo es para aquellos que son reos de condenación y por tanto, destinados al lago de fuego, ya que los restantes y que se supone gozaban del favor del Altísimo, o sea, los salvos, ya habían participado en la primera resurrección, mil años antes; entonces según él y para enfatizar la cuestión, la segunda resurrección solo es para condenación o destrucción eterna. Y eso lo puede encontrar en el artículo titulado “¿Cuántas resurrecciones habrá?”, publicado el 10/01/2008 y que fue motivo de una “pequeña” controversia que mantuvimos con dicho caballero. Por eso nos sorprende, que le prodiguen tantas alabanzas por un artículo, en el que dicha autora afirma extremos que dichos caballeros no comparten.
Pero vamos a otra cuestión que tampoco queda demasiado clara en esa porción que hemos transcrito, del artículo de Dña. Erika:
“…… luego de pasados los mil años del reinado de Jesucristo, despertarán todos los demás muertos, grandes y pequeños para ser juzgados según sus obras mientras estuvieron vivos, y si sus nombres no estaban inscritos en el libro de la vida, serían lanzados al lago de fuego…….”
Y rogamos a tan distinguida escritora, nos disculpe el atrevimiento de señalarle que eso no es lo que nos dicen las Escrituras, porque de entrada, no conocemos de ningún lugar en las mismas que se establezca de forma directa, ni siquiera indirecta, un espacio de mil años entre dos resurrecciones. Al menos, ni Daniel 12:2, ni Juan 5:28-29, ni Hechos 24:15, dan a entender nada de eso y por si acaso se le pasa por la cabeza citar Rev. 20:5, antes le sugerimos que lea nuestro artículo “El incomprendido pasaje de Rev. 20:5”, publicado el 19 del pasado mes de Agosto y que después decida. Porque si las cosas fueran como ella y la mayoría afirman, se vaciaría de contenido ese período milenario del reino de Dios, porque ya nos explicarán cuál sería entonces la finalidad de dicho milenio, o sea, ¿qué labor se iba a llevar a cabo, durante ese espacio de tiempo, que Jehová con tanto mimo, previsión y sobre todo, a tan alto costo (la vida de su Hijo), ha preparado? ¿Cuál sería su finalidad u objetivo? ¿Se le ha ocurrido pensar por un momento en esa circunstancia, Dña. Erika?
Y en cuanto a lo de someter a juicio a los resucitados en la segunda resurrección, por aquello que hicieron mientras estuvieron vivos, pues que quiere que le digamos Dña. Erika, pero con todo respeto y a tenor de las inspiradas palabras de Pablo, eso es como mínimo muy discutible. Porque según Rom. 6:23 “el salario que el pecado paga es muerte”; luego parece que queda claro, que la muerte a la que de momento estamos sujetos los seres humanos, es el precio o justa retribución que salda nuestra deuda, ya que eso es lo único que le fue exigido a Adán como compensación por el pecado cometido, o sea, su vida: ese era el precio del pecado, según Gén. 2:17. Luego cuando Adán murió, con él se acabó su pecado y por lo tanto, asunto resuelto; y sin ánimo de comparar y por supuesto, de ofender, ese es el sentido que transmite un refrán español: “Muerto el perro, muerta la rabia”. Y es que así realmente ocurre con los seres humanos: cuando experimentamos la muerte y regresamos al suelo del que fuimos tomados, con nosotros mueren nuestros pecados; de hecho y en el versículo 7 de este mismo capítulo 6 de la carta a los romanos, leemos que “el que ha muerto ha sido absuelto de su pecado.” Otras versiones usan distintos términos, como por ejemplo, “redimido”, “liberado” “justificado” “libertado” u otras expresiones afines y que tienen en esencia el mismo sentido. Luego ¿en función de qué cargo (o pecado), se juzga a la persona que es resucitada, si el propio Jehová y según Pablo, ya considera saldada la deuda con su muerte anterior?
Luego y a tenor de la información presentada, aquí le dejamos dos preguntas a Dña. Erika, por si tiene a bien el darles atención y algo que le agradeceríamos.
¿Sobre quienes gobernarán y beneficiarán con su función sacerdotal, aquellos que se levanten en la primera resurrección, durante el período milenario?
¿Sobre qué base, se lleva a juicio a las personas que se levantan en la segunda resurrección, si según Pablo, con su muerte ya han pagado el precio exigido?
Porque en relación a esta segunda pregunta, nos permitimos señalar que si bien el ser humano puede morir dos veces, como afirma nuestra autora, lo que no puede es ser juzgado dos veces por un mismo delito y algo en lo que estaremos de acuerdo ¿no es así? Y por otra parte, ya le advertimos a la Sra. o Srta. Justiniano, que no hemos conseguido que los señores Olcese y Rivas (ni ningún otro de su entorno), sean capaces de responder a la citadas preguntas de una forma clara y sencilla, si bien es cierto y hay que reconocerlo, que nunca se las hemos formulado de forma tan concisa y directa. Pero si que van implícitas en muchos artículos en los que objetamos de algunas de sus más que discutibles afirmaciones y en la que han dado la callada por respuesta; es más, recordamos haberle preguntado (y de forma muy directa) en su momento al Dr. Rivas y a partir de su especial interpretación de Juan 5:28-29, en cuál de esas dos resurrecciones citadas, nos coloca a Juan el Bautista y a lo cual no ha sido capaz de responder...... y excusamos decir, que si lo desea, también está invitada a responderla. Por otra parte y prescindiendo de que nuestra respetada autora, considere oportuno o no, atender nuestra petición, nos permitimos el atrevimiento de señalarle que el no poder responder a tan simples y sencillas preguntas, significaría que las afirmaciones expuestas en su artículo, tan alabado por esos dos caballeros, son incorrectas. Respetuosamente…...
MABEL
No hay comentarios:
Publicar un comentario