sábado, 22 de enero de 2011
Jehová…... y la lógica
Una de las cosas que pocos se atreverían a discutir, creyentes y quizás no tan creyentes, es el hecho de que Jehová y como queda probado en su perfecta y maravillosa creación, es un Dios de lógica y sentido común, entre otras infinitas cualidades y afirmación que podríamos ejemplificar, con el siguiente pensamiento:
“No se extravíen: de Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará.” (2 Cor. 9:6).
Y decir que la lógica y el sentido común o el sentido común y la lógica, como prefieran ustedes expresarlo (ya que son consustanciales), son fuerzas que contribuyen a mover al mundo, no sería decir ningún disparate. Una definición de la idea, la podríamos establecer de la siguiente manera: si usted siembra simiente de patata, crecerán patatas y eso es por lógica y de sentido común; y si usted siembra más de las que puede consumir o en su caso vender, tendrá que tirar un resto, con la consiguiente pérdida de dinero y trabajo y eso es de sentido común, o sea, por lógica.
Ahora bien, la lógica tiene un proceso, según la descripción que da del término el diccionario de la RAE y la cual es como sigue:
“Disposición natural para discurrir con acierto sin el auxilio de la ciencia.”
Luego, estaríamos hablando de una capacidad inherente en el ser humano y dada por nuestro Creador, pues recuerden aquello de “…… hagamos un hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza……” (Gén. 1:26); y atributo personal que nos permite, sin la ayuda de grandes o elevados estudios, encontrar mediante el solo uso de nuestra capacidad mental, la razón o sentido lógico de las cosas. Y “disposición natural”, parafraseando al citado diccionario, que es aplicable a cualquier asunto de interés que nos ocupe, como podría ser por ejemplo, el estudio de la Palabra de Dios, la Biblia.
Porque se nos ha “vendido” la idea de que el estudio y subsiguiente entendimiento del registro sagrado, está solo al alcance de aquellos que poseen elevados conocimientos, especialmente en teología, hermenéutica y ciencias afines, así como de los distintos idiomas en que originalmente se escribieron los distintos libros que conforman lo que hoy conocemos como la Biblia o las Sagradas Escrituras. Ello ha llevado a muchas personas (más de las deseables, todo sea dicho), a pensar que la Biblia es un libro difícil y complicado, solo al alcance de expertos. Y que por eso, para impartir tales conocimientos, vemos que coexisten como centros docentes, un sinnúmero de Seminarios, Facultades de Teología, Fundaciones Universitarias, Universidades Teológicas, etc. Y claro, uno queda apabullado ante tanto despliegue y no puede menos que pensar, que dado que no tiene los tales conocimientos, ni la más remota posibilidad de conseguirlos…… ¿para qué complicarse la vida, si al final no se va a enterar de nada?
Y planteamiento totalmente erróneo y alejado de la realidad, porque si bien es cierto que dichos conocimientos serían necesarios en aquellos que tomaron a su cargo el traducir desde esos idiomas originales, a los que usamos cada uno de nosotros actualmente y poner así a nuestro alcance, el contenido del texto sagrado, no es menos cierto que los que usamos esas traducciones (si están bien hechas), no necesitamos de tales superiores conocimientos para una cabal comprensión de los mismos, ya que el trabajo nos viene hecho; por ejemplo: para que los autores de este blog, entendamos el significado de un relato escrito en español (nuestro idioma natural), no precisamos de titulación universitaria en Filología Española, sino sencillamente saber leer de forma correcta, por decirlo de una manera resumida y entendible.
Por ello es posible, que siendo el caso que nosotros en este blog no poseemos ni de lejos estudios superiores y muchísimo menos en teología o de idiomas como el hebreo o griego y que solo nos valemos de la capacidad de razonar con la lógica y el sentido común que ha tenido a bien concedernos el Altísimo (como a cualquier hijo de vecino, por otra parte) y por supuesto, la capacidad de leer correctamente (conseguida a base de esfuerzo), cuando hemos entrado a discrepar con otros autores de temas bíblicos, que si poseen (al menos eso dicen) y además presumen de los tales conocimientos, han sido incapaces de desmontar nuestros argumentos en cualquier tema que estemos debatiendo. Y sin pretender decir con eso que nosotros siempre tengamos la razón, los hechos ahí están y también los distintos artículos colgados en Internet, para quienes lo quieran comprobar. Y es que la Biblia, querido lector, se escribió en origen para personas humildes y de escasos recursos intelectuales, tales como pastores, agricultores, ganaderos, pescadores u otros oficios varios, que vivieron hace varios miles de años atrás y en donde solo unos pocos privilegiados de la clase gobernante, tenían un saber claramente superior a la inmensa mayoría de la clase gobernada. Luego usted, si puede entender la Biblia, aunque no disponga de títulos universitarios o conocimientos superiores; es más, los tales conocimientos y a tenor de unas palabras de Jesús, tal parece que solo sirven para estorbar:
“En aquella ocasión Jesús tomó la palabra y dijo: “Te alabo públicamente, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios e intelectuales y las has revelado a los pequeñuelos (o gente sin tanto saber). 26 Sí, oh Padre, porque el hacerlo así vino a ser la manera aprobada por ti”.” (Mat. 11:25-26). (Acotación nuestra).
Luego cobre ánimo y no se preocupe por aquello tan manido de “es que yo no sé nada de nada”, porque le aseguramos que sabe lo suficiente para conocer el mensaje que su Creador le trasmite mediante ese libro sagrado, para contarle lo que piensa hacer en cuanto a aliviar la penosa situación a la que ha llegado el ser humano en su deriva hacia el mal y lo que es más importante, lo que usted tiene que hacer, para escaparse o ser ocultado de la que Él a su vez, va a montar dentro de poco (Sof. 1:14-18; 2:3). Y si para muestra vale un botón, aquí tiene el ejemplo referido de los autores de este blog, que siendo toda su vida, el uno carpintero (eso sí, con manos de oro en ese noble oficio) y el otro camionero, plantamos cara a toda esa patulea de “entendidos” que hay por ahí, en los disparates que publican y que hasta el momento, como hemos dicho, aún no ha habido ninguno que nos demuestre con una Biblia en la mano y no solo sosteniéndola, por supuesto, que estamos equivocados. Dicho esto, permítannos un ejemplo más y este en el sentido de cómo razonando con lógica y sentido común, se puede llegar a un correcto entendimiento de las Escrituras y evitar ser engañado por tanto “falso maestro” que va por ahí presumiendo de sus títulos o diplomas y que en la mayoría de las ocasiones, a tenor de sus afirmaciones o enseñanzas, tal parece que los hayan conseguido en una tómbola. Y si nos lo permite y para darle emoción a la cosa, le vamos a convertir a usted, querido lector, en el protagonista de la historia que vamos a contar. Empecemos:
Imagínese por un momento, que en su deseo de saber y ampliar conocimientos acerca de las Escrituras y visitando páginas de contenido religioso en Internet, se topa usted con una que afirma indisputablemente, que según Dan. 12:2 y Juan 5:28-29, solo hay dos resurrecciones, una primera para vida y al inicio del milenio, en la que participan los “justos” de todas las épocas, o sea, personas fieles, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, luego tanto de antes, como de después de Jesús y una segunda resurrección, al cabo de los mil años, para juicio o condenación eterna de todos los “injustos”. Y tomando como base los citados textos, le plantean la cuestión de esta manera:
El boceto de la resurrección (es) de los muertos quedaría de este modo:
1. «La resurrección de Cristo».
2. «La resurrección de los creyentes en Cristo» (Los que pertenecen a su Iglesia y los santos del Antiguo Testamento).
3. «La resurrección de los malvados para condenación eterna al final del milenio de Cristo».
Lo idea está clarísima ¿no? Ahora bien, como usted es una persona prudente y juiciosa, que además ha tenido la precaución de seguir nuestro continuado consejo de comprobar todo lo que le dicen, mediante contrastarlo con su ejemplar de la Biblia para saber si eso que le dicen es verdad, resulta que como ya lleva algo leído de la misma y algo sabe de ella, dicha afirmación como que no le acaba de cuadrar. Y ni corto ni perezoso, siguiendo una vez más nuestro consejo, decide investigar por su cuenta y para ello, piensa que nada mejor que empezar leyendo ambos textos y averiguar si dicen, aquello que le cuentan que dicen. Y solo usando para esa investigación personal, aquellos elementos de los que dispone: la Biblia, el saber leer correctamente y capacidad de razonar con lógica y sentido común sobre aquello que ha leído. Veamos:
Dan. 12:2: “Y habrá muchos de los que están dormidos en el polvo de la tierra que despertarán, estos a vida de duración indefinida y aquellos a oprobio y a aborrecimiento de duración indefinida.”
Juan 5:28-29: “No os asombréis de esto, porque vendrá la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz 29 y saldrán, los que hicieron el bien para la resurrección de vida, pero los que practicaron el mal para la resurrección de condenación.”
Y resulta que usted y por muchas vueltas que le dé al asunto, lo único que observa en esos dos pasajes, es que solo dicen que todos los que están en los sepulcros, cuando oigan la voz anunciada, saldrán…… pero usted lee que salen todos, no unos ahora y otros al cabo de mil años, porque nada de eso se menciona en ninguno de los dos textos, ni siquiera lo dan a entender. Luego leídos correctamente, la idea que le transmiten es la de una sola resurrección, con dos retribuciones distintas; entonces ¿de dónde se saca la idea de un intervalo de tiempo de mil años entre ambas resurrecciones, el autor de tal afirmación? Pero claro, como usted va leyendo con regularidad aquello que vamos publicando en este blog y en su momento (19/08/2.010) leyó un artículo hablando acerca de eso y titulado “El incomprendido pasaje de Rev. 20:5”, ya sabe por dónde van los tiros: ese atrevido autor cogió un texto que no habla de resurrección alguna, en este caso el que se cita en nuestro titular, lo asoció con esos pasajes referidos que sí hablan de resurrecciones y ya está el “cacao” montado; y si se nos permite una pequeña intromisión en su labor investigadora, le diremos que el que eso es tal cual se lo decimos, queda probado porque hasta el momento nadie de los que cometen semejante barbaridad, ha intentado siquiera rebatirnos el planteamiento desarrollado en el citado artículo y si no, que levanten la mano.
Pero como usted continúa fiel a nuestra recomendación de no fiarse de nadie, sino solo de la Escritura, decide pasar por alto nuestro artículo y continuar apoyándose solo en su capacidad de razonar con lógica y sentido común, así como de lo que usted conoce de la Biblia. Y usted sabe, por ejemplo, que el registro sagrado nos habla entre otras cosas: de una primera resurrección; de que Jehová tiene un propósito; y de que tiene un medio para conseguir el llevar a cabo dicho propósito y que conocemos como el reino de Dios. Luego a partir de esas tres cosas que sabe ciertas, porque se las dice la Biblia, empieza a razonar y partiendo de la primera de ellas:
“Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.” (Rev. 20:6).
Y lo que usted entiende con meridiana claridad de ese pasaje, es que los participantes de esa primera resurrección, son aquellos que gobernarán con Cristo por espacio de mil años, en calidad de reyes y sacerdotes, lo cual le indica sin lugar a dudas que puesto que hay gobernantes, obviamente tienen que haber aquellos que serán gobernados; y también observa que se les concede a dichos gobernantes, los atributos de sacerdotes del Altísimo y lo cual tiene que ver con la capacidad de mediar entre Dios…… y los hombres. Luego solo la lógica y el sentido común le dicen a usted, que esas personas tendrán que gobernar sobre otras que precisarán de esa mediación; y circunstancia que ya coloca a esos gobernantes como un grupo aparte, puesto que en calidad de Hijos de Dios, ellos no necesitan de mediación alguna para relacionarse con Jehová, su Adoptivo Padre Celestial. Entonces usted lógicamente concluye, que tiene que haber otro grupo de personas que durante ese espacio de tiempo de mil años, serán beneficiarias de los citados servicios sacerdotales y lo cual tiene que tener relación con ese segundo punto que usted conoce, o sea, el propósito de Dios:
“...... a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.” (Hech. 3:21).
Luego el propósito de Dios es la restauración de todas las cosas y claro, como usted es una persona informada, sabe que restaurar significa el devolver algo (lo que sea) a una condición anterior y de manera exacta además, de lo contrario no estaríamos hablando de una restauración, sino de algo más o menos “parecido” a un original. Y la única restauración posible, es la de devolver al ser humano a la misma condición que tenía el hombre antes de caer en el pecado y lo cual implicaría la restauración tanto física, como psíquica y espiritual, además de la medioambiental y que tan deteriorada está últimamente; así como también, el volver a implantar el estado de inmensa paz que en ese tiempo existía en la tierra (era un paraíso) y en la que el hombre no temía ni a los actualmente feroces animales salvajes, que estaban completamente sometidos a su control. Y usted sabe también, por ejemplo, lo que la profecía de Isaías (entre otros) dice al respecto:
“En aquel tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos y los oídos mismos de los sordos serán destapados. 6 En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo y la lengua del mudo clamará con alegría. Pues en el desierto habrán brotado aguas y torrentes en la llanura desértica.” (Isa. 35:5-6).
Y resulta que cada vez, en su lógico razonar y siempre a partir de lo que va leyendo, le va cuadrando menos ese planteamiento de las dos resurrecciones que le están intentando “vender”, porque usted razona lo siguiente: si según Rev. 20:6, los que participan de esa primera resurrección, ya se levantan inmortales y como perfectos Hijos de Dios y por lo tanto, ya no necesitan de esos “pequeños arreglillos” que se acaban de citar y la segunda resurrección, no se produce hasta pasados los mil años…… ¿sobre quienes entonces se llevaría a cabo esa restauración profetizada? Porque lo único que habrá en la tierra durante ese tiempo, si hacemos caso a ese planteamiento que se le ha formulado, serán perfectos reyes/sacerdotes, Hijos de Dios y que ya no precisan de los benéficos resultados de la citada restauración. Sin embargo, la profecía de Isaías, le está diciendo que esas bendiciones se llevan a cabo “en aquel tiempo” y usted sabe, que todas esas profecías apuntan al reino milenario de Dios por Jesucristo, luego…… ¿en qué quedamos?
Y ya con la mosca tras la oreja, se coloca a usted ante la tercera cuestión planteada y que tiene que ver con el establecimiento del reino de Dios y ya en esta tesitura, es cuando comienza a darse cuenta de porque hay algo que no le cuadra, en ese planteamiento sobre las dos resurrecciones de Juan, que le pretenden “colocar”. Porque veamos: si solo los gobernantes en ese reino pueden participar de esa primera resurrección y se nos ha hablado de los notables del Antiguo y Nuevo Testamento, como miembros participantes de ella y que acontece como inicio del milenio, solo restaría que al final de los mil años, se produjera la segunda resurrección para condenación y destrucción eterna de los “injustos”. Pero usted se da cuenta de que esto no puede ser cierto, porque recuerda haber leído en el registro sagrado, que Jesús dijo de Juan el Bautista, que este no formaría parte de ese gobierno del reino:
“En verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; más el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él.” (Mat. 11:11).
Y claro, usted en su lógico razonar deduce, que si el último de la fila en ese gobierno del reino y para entendernos, ya era mayor que Juan, es obvio que no él estaría allí entre ellos. Con lo que resultaría y continuando con su ejercicio de razonar con lógica y sentido común, que dicho personaje no participaría de esa primera resurrección citada ya que es solo, para aquellos que han de formar parte de ese gobierno del reino. Luego al bueno de Juan, solo le quedaría la segunda resurrección que le llevaría irremisiblemente a una destrucción eterna y lo cual entiende usted, como entendemos los demás (excepto el autor de tan infausta interpretación), que es una burrada como un piano y no le falta la razón. Y como dicen que no hay dos sin tres y ya mosqueado por lo que acaba de descubrir, usted se da cuenta de que esa argumentación que ha desarrollado partiendo de las palabras de Jesús, además tiene una derivada, porque veamos:
Si según Jesús, no había entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista, es obvio que este era mayor que los Abraham, Job, Noé, Jacob. David, Daniel y todos los etc. que le queramos meter. Luego si el menor en el reino de Dios, ya era mayor que Juan ¡cuánto más, sobre esos personajes citados! Luego si Juan no daba “la talla” para estar entre ellos, cuanto menos aquellos que eran menores que él ¿no es cierto? Y para reforzar esa idea, un nuevo argumento le viene a la mente porque resulta que usted, que títulos universitarios quizás no, pero memoria, lógica y sentido común le sobran, recuerda una conversación que, según las Escrituras, Jesús mantuvo con un maestro de Israel, un tal Nicodemo, acerca de la cuestión de quiénes podrían (o no), formar parte de ese gobierno del reino. Y rápidamente usted busca en su ejemplar de la Biblia el pasaje de Juan 3:5, para asegurarse de que su nuevo argumento es sostenible y allí, lee lo siguiente:
“Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.”
Y es obvio que Jesús con esas palabras, dejó perfectamente claro que no todos los justos de todas las épocas, entre los que se incluirían los personajes que acabamos de citar, podrían reunir eso dos imprescindibles requisitos exigidos por el Hijo de Dios, el nacer del agua y el nacer del espíritu. Y es que usted sabe que los tales, solo se hicieron disponibles a partir del día de Pentecostés de 33 E.C., con el derramamiento del Espíritu Santo sobre los apóstoles y quedando por lo tanto, confirmada su sospecha de que tampoco esas personas citadas y con ellas muchas otras, podrían formar parte de ese gobierno del reino y que, en consecuencia, tampoco podrían participar de la primera resurrección y viéndose condenadas por tanto y al igual que Juan el Bautista, lógicamente a la destrucción eterna de la segunda y con lo cual, la animalada ya adquiere valores de record “guiness”. Y el autor de semejante gansada, sin enterarse…...
Y en ese momento, en el que usted ya le ha encontrado gustillo al asunto y está lanzado, ya le está dando vueltas a una nueva cuestión, que contribuye a probar que esa estrafalaria enseñanza es un puro disparate y que tiene que ver con el siguiente razonamiento: ¿de qué hechos son juzgados y condenados, aquellos que se levantan en la segunda resurrección? Obviamente solo podría ser como retribución de las cosas que esas personas hicieron antes de morir, porque al levantarse de nuevo a la vida en la misma conclusión de dicho período milenario, ya no tienen tiempo material de hacer nada…… ni bueno ni malo. Pero ese argumento no se sostiene, ya que Pablo dejó muy claro que el precio por el pecado es la muerte:
“Porque el salario que el pecado paga es muerte......” (Rom. 6:23).
Y ello le lleva a usted a razonar, lógicamente, que si uno con su muerte ya ha saldado la deuda o dicho de otra manera, ya ha pagado el precio de la culpa atribuida ¿por qué se le vuelve a juzgar por el mismo delito y se la da muerte de nuevo, como castigo por algo de lo que ya ha respondido con su propia vida? Porque eso no es, lo que en su momento le exigió Jehová a Adán: a nuestro primer antepasado le fue exigida la vida que tenía, como pago por la culpa y no también de una posterior (si la hubiera tenido, a diferencia de sus descendientes que sí la tendrán, mediante la resurrección) . Veamos:
“Y también impuso Jehová Dios este mandato al hombre: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. 17 Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás.” (Gén. 2:16-17).
Y punto pelota (más o menos, punto y final). Luego queda claro, que la pena impuesta por Jehová por el pecado era sencillamente la muerte o el perder la vida que ya poseía, nada más. Pero como usted no quiere dar puntada sin hilo, busca el texto apropiado para confirmar tal conclusión y es el propio Pablo el que se lo facilita ¡helo aquí!:
“Porque el que ha muerto ha sido absuelto de su pecado.” (Rom. 6:7).
Y si bien otras traducciones, usan términos como “liberado”, “redimido”, “libertado”, “rescatado” u otros, realmente significan lo mismo: la muerte exonera a uno del delito imputado. Luego la pregunta pertinente continúa siendo ¿de qué hechos, se les acusa entonces?
Luego todo considerado y después de meditarlo concienzudamente, usted llega a la siguiente conclusión: hay efectivamente dos resurrecciones y siendo la primera, la que se cita en Rev. 20:6 y en la que solo participan aquellos elegidos para gobernar con Cristo; y que según palabras de Jesús, conformarían un rebaño pequeño (Luc. 12:32). Y una segunda, la que nos cita Pablo en Hech.24:15 y que es la misma de Dan. 12:2 y de Juan 5:28-29, en la que se levantan todas aquellas personas, justas o injustas, que estén en el recuerdo de Jehová. Y entendiendo por persona justa, a toda a toda aquella que conociendo a Jehová, le hubiera sido fiel, por ejemplo Abraham y compañía; y por persona injusta (no necesariamente mala) aquella que no conociéndolo, no hubiera tenido la oportunidad de adorarlo y tenerlo por su Dios. Y resucitados que se irán añadiendo de forma progresiva, a los sobrevivientes de la gran tribulación (Rev. 7:9; 14) y sobre los que en conjunto, se irán derramando los benefactores efectos restauradores contenidos en las distintas profecías acordes al propósito de Jehová.
Pero usted, que mira por donde, nos ha salido un excelente detective a la manera de Sherlock Holmes, personaje distinguido por su meticuloso y razonado análisis sobre una cadena de sucesos, colocándolos en un correcto y lógico ordenamiento, para llegar a un final ajustado a los hechos ocurridos, se pone a pensar cómo (al igual que dicho personaje de ficción) puede colocar los distintos eventos en una lógica correlación, para que cuadren con el propósito de Dios, según nos los expresa en su Palabra (y no esa milonga que nos han contado), llegando a la siguiente conclusión:
Como acontecimiento más cercano y tomándolo como punto de partida en su análisis, coloca al cercano juicio de Dios y que culmina con la batalla de Armagedón y que peleada por Jesucristo y sus leales hermanos (Rom. 16:20; Rev. 17:14), ya levantados en esa primera resurrección, acaban fácilmente con las hordas opositoras y abisman a Satanás por espacio de mil años, en que no nos tocará más las narices. Luego, continúa la secuencia con la toma de posesión de sus respectivos tronos (Rev. 20:4), de aquellos que tienen que gobernar, de entrada, sobre esa gran muchedumbre que sobrevive de forma milagrosa a esa terrible gran tribulación y que pasan a convertirse en los primeros súbditos de ese gobierno o reino (Rev. 7:9; 14). A continuación y de forma progresiva, se irá llevando a cabo la citada segunda resurrección y produciéndose las transformaciones mencionadas, tanto del hombre, como del medio ambiente y de los animales salvajes, hasta culminar los mil años y en donde ya restauradas todas las cosas, a la misma condición de Adán antes del pecado, o sea, ya el hombre en un completo estado de perfección, de nuevo es soltado el “amigo de los cuernos” (léase Satanás), para continuar haciendo de las suyas y de nuevo con relativo éxito, ya que los extraviados serán “numerosos como la arena del mar” (Rev. 20:7-8); pero ya siendo inmediatamente destruidos, al igual que el inductor de la nueva rebelión, o sea Satanás, de forma definitiva y por la eternidad. Y es en ese momento, cuando usted deduce que se producen las dos cosas que no entiende el autor de ese despropósito sobre las dos resurrecciones de Juan, que tan bien ha analizado usted. Veamos:
Juan y Daniel, dicen que los que resucitan salen unos a una resurrección de vida y otros, a una de juicio o condenación. Pues bien, los que durante el milenio hayan aprovechado adecuadamente la ayuda, sobre todo espiritual que se ofrecerá para afrontar la última prueba a la que es sometida la humanidad a cargo de Satanás, como apunta Rev. 20:7-8 y la superen, son los que según Juan y Daniel, salen a una “resurrección de vida”, porque conseguirán la vida eterna como premio; mientras que aquellos que no hayan aprovechado tal ayuda y hayan apreciado más bien los dones materiales durante dicho período de tiempo, en detrimento de los espirituales, son los que serán entrampados por el poder engañoso de Satanás y junto él serán destruidos. Por lo tanto a estos aplica, el significado de levantarse para una “resurrección de juicio” (o condenación), pero que en ambos casos, solo se sabrá al final del milenio y como resultado de la prueba final, no antes.
Luego usted razona, que de lo que estaríamos hablando, no es de una resurrección de condenación al término de los mil años, porque ya no quedan muertos por resucitar (Rev. 20:13); luego de lo que estaríamos hablando es de una prueba final y que es la que resultará en salvación o en destrucción, eternas ambas y siempre según la actitud particular de cada cual. Por eso nos dice la Escritura, que unos resucitan “para vida” y otros para “condenación” , porque Jehová en su presciencia ya sabe, que unos aprovecharán la nueva oportunidad y otros no y circunstancia que Daniel, la explica de esta manera:
“Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna y otros para vergüenza y confusión perpetua.” (Dan. 12:2).
Luego de nuevo y al igual que en Juan 5:28-29, vemos una resurrección conjunta y nada parecido a una separación de mil años entre ellas; recordemos que eso es lo que nos dijo Pablo y que se supone, entendía perfectamente las palabras, tanto de Daniel como de Juan, en Hech. 24:15:
“…… y tengo esperanza en cuanto a Dios, esperanza que estos mismos también abrigan, de que va a haber resurrección así de justos como de injustos.”
Por ello ya se nos apunta en el capítulo 20 de Revelación, que durante el milenio y en paralelo a la restauración material, habrá además una labor de restauración espiritual, con todos los habitantes de irán poblando la tierra, a fin de irlos preparando adecuadamente para enfrentarse a la citada prueba, según se deduce de las siguientes palabras:
“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. De delante de él huyeron la tierra y el cielo y no se halló lugar para ellos. 12 Y vi a los muertos, los grandes y los pequeños, de pie delante del trono y se abrieron rollos. Pero se abrió otro rollo; es el rollo de la vida. Y los muertos fueron juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los rollos según sus hechos.” (Rev. 20:11-13).
Y de forma lógica y razonable, usted sitúa esos eventos, a partir del inicio del milenio y que comienza en el momento de la toma de posesión del gobierno de ese reino, porque ese verso 11, tiene que ver con el 4 de ese mismo capítulo y textos que nos hablan sencillamente de la toma de posesión de sus respectivos tronos de dichos gobernantes. Y el hecho de que a continuación, se proceda a la apertura de nuevos rollos o instrucciones, obviamente tendrá que ver con nuevas e importantes enseñanzas de índole espiritual, como hemos dicho, para aquellos que vayan progresivamente poblando la tierra, bien porque han sobrevivido a la gran tribulación, o bien porque vayan resucitando o bien, los que vayan naciendo de entre ellos y de las que en un momento determinado, tendrán que responder. Porque como ya hemos aprendido que los muertos no pueden ser juzgados por aquellas cosas que hicieron antes de su muerte, pues ya pagaron con su vida, solo es razonable pensar que los hechos que se les imputan tienen que ver con su actitud sobre las nuevas enseñanzas impartidas y lo cual se sustanciará, no en un juicio final a la usanza de lo que entendemos por un juicio, sino cuando cada uno se enfrente a la prueba final, con la suelta de Satanás. Y que como escritas en un rollo (o libro de registro), las virtudes o méritos de cada uno y fruto del debido aprovechamiento (o no) de esas nuevas enseñanzas divinas, se pondrán claramente de manifiesto, por medio del resultado obtenido por cada uno, en ese crucial enfrentamiento con el gran y poderoso opositor del Altísimo, que es Satanás. No olvidemos unas palabras de Jesús, respecto a ese momento:
“Pero si alguien oye mis dichos y no los guarda, yo no lo juzgo; porque no vine para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. 48 El que me desatiende y no recibe mis dichos tiene quien lo juzgue. La palabra que he hablado es lo que lo juzgará en el último día.” (Juan 12:47-48.
Y palabras que como hemos dicho, parecen excluir la idea de un juicio a la conocida usanza humana, sino que será uno el que se convertirá en juez de sí mismo y el que dictará su propia sentencia, en función de la atención que les preste o no, a las palabras que contienen los distintos rollos y que son las que en definitiva, dictarán sentencia cuando se enfrente a la decisiva prueba final.
Y momento en que también se producirá, lo dicho por Rev. 20:5: “Los demás de los muertos no llegaron a vivir (o revivieron, según versiones) sino hasta que se terminaron los mil años.” Porque será en ese momento, que los que superen la prueba, volverán a vivir la vida que tenía Adán, al concederles de nuevo el Creador, el poder vivir eternamente: o sea, la vida eterna y de la cual ningún ser humano nacido de mujer, ha podido disfrutar jamás (salvo Jesucristo, claro). Porque a eso es a lo que se refiere Pablo, en 1 Tim. 6:19, cuando nos dice aquello de “…… para que logren asirse firmemente de la vida que realmente lo es”, o sea, que volvamos a gozar de la vida que no acaba en muerte y de la que en un principio fue dotado el ser humano.
Luego todo considerado, esa enseñanza de las dos resurrecciones de Juan 5:28-29, queda probada como un puro disparate. Y si esa querido lector, es la conclusión a la que ha llegado en su particular análisis de la situación, nuestra más sincera enhorabuena; porque se ha demostrado a si mismo dos cosas: la primera que usted entiende la Biblia y no es fácil engañarle; y la segunda, que no hace falta ser un “Einstein” en materia religiosa para tener tal entendimiento, sino que leyendo con atención y razonando con lógica y de sentido común sobre lo que se ha leído, se puede tener éxito en la comprensión del mensaje que nos envía nuestro Creador, a través de Su Palabra. Y es que el problema no está en las Escrituras, sino en lo que nosotros nos complicamos la vida. Y repetimos: enhorabuena y…… bienvenido al club.
MABEL
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