lunes, 9 de abril de 2012

¡Y el sapo se convirtió en un príncipe!

Y quizás se estará preguntando, querido amigo o amiga que nos lee (solo por este sacrificio, ya se merece toda nuestra consideración), que es lo que ahora se nos ha metido entre ceja y ceja y que pueda ser representado apropiadamente por semejante titular; pero es que este título nos recuerda la secuencia de un cuento infantil, original de los hermanos Grimm (Jacob y Wilhelm), alemanes ellos y que adquirieron gran fama en su época, eso es, finales del siglo XVIII y principios del XIX como escritores de cuentos infantiles…… y secuencia que nos habla sencillamente de una “transformación” radical e instantánea de imagen y aspecto este, sobre el que va a centrarse nuestro artículo de hoy.

Y es que cuando el apóstol Pedro en la mañana del Pentecostés de 33 E.C., ya investido de la condición de Hijo adoptivo de Dios, se dirigía a la muchedumbre en el transcurso de su discurso inicial, dijo unas palabras que condensan (de forma más clara imposible), el verdadero propósito de Dios sobre la humanidad obediente y a tal grado, que jamás se había hecho un resumen tan sencillo y entendible, de lo que Jehová tiene preparado para aquellas personas que le sean leales:

Arrepiéntanse, por lo tanto y vuélvanse para que sean borrados sus pecados, para que vengan tiempos de refrigerio de parte de la persona de Jehová; 20 y para que él envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, 21 a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.” (Hech. 3:19-21).

Y es cierto que por boca de esos “profetas de tiempo antiguo”, Jehová nos anunció cosas realmente maravillosas y que pasaremos a exponer inmediatamente, aunque no sin antes hacer hincapié en el hecho, de que hay uno de esos logros que nuestro buen Dios hará por todos nosotros y que sin ser conocido por una inmensa mayoría, no solo nos parece realmente de los más significativos, sino el centro neurálgico sobre donde pivota en gran parte el proyecto del Altísimo…… y repetimos, desconocido casi por completo, entre la mayoría de los que se llaman “cristianos”.

De entrada tendríamos que señalar, que el que se nos hable de la “restauración de todas las cosas”, en esencia no es más que decirnos que Jehová devolverá dichas cosas a su estado primigenio u original, eso es, como estaban en tiempos de Adán y Eva antes de caer estos en el pecado…… y de los cuales se nos dice, que eran “perfectos” y que vivían en una tierra paradisíaca. Pero claro, resulta que el ser humano y distante en extremo de ese momento de máximo esplendor del primer hombre al ser creado (¡quién nos ha visto y quién nos ve!), desconocemos lo que realmente significa ser “perfecto” y muchísimo menos, lo que significa vivir en un mundo “paradisíaco”. Cierto es que algo podemos imaginarnos, pero siempre lejísimos de una realidad pasada, puesto que desde la actual posición de imperfección y embrutecimiento general del ser humano, no existen puntos de referencia fiables con los que poder establecer una correlación aproximada con la situación de aquellos días. Pero para ayudarnos a averiguar cómo estaba “el patio” en aquel tiempo, ahí están esos “profetas de tiempo antiguo” y por boca de los cuáles, habló nuestro Creador; y profetas que nos dan información de cómo será la tierra convertida en un “paraíso”…… o lo que es lo mismo, en un mundo en donde la paz y la verdadera justicia serán las constantes y no la excepción. Y feliz acontecimiento que se producirá dentro de un espacio de tiempo de mil años y que conocemos como “el reino de Dios” y por el que Jesús nos enseñó a pedir, en la famosa oración modelo que coloquialmente denominamos como “el padrenuestro” (Mat. 6:9-13); por lo tanto, veamos en primer lugar, que es lo que se va a hacer en ese “reino de Dios”, con el primer obstáculo que nos impide disfrutar de dicha paz, a saber, la guerra:

Sal. 46:9: “Hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego.”

Miq. 4:3: “Y él ciertamente dictará el fallo entre muchos pueblos y enderezará los asuntos respecto a poderosas naciones lejanas. Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzarán espada, nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.”

Isa. 2:4: “Y él ciertamente dictará el fallo entre las naciones y enderezará los asuntos respecto a muchos pueblos. Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.”

Y palabras estas de Isaías, que figuran grabadas en un muro existente ante la fachada principal del edificio de la Naciones Unidas en Nueva York y que vendrían a resumir, el objetivo primario de esa organización. Cinceladas en 1945, por aquellos que fundaron dicha organización, durante décadas no se indicó la procedencia o autoría de la cita en cuestión y puesto que el objetivo de dicha iniciativa, era el trabajar en favor de la paz mundial, fácilmente podía ser atribuida a sus fundadores. Sin embargo, treinta años después (en 1975), se incorporó el nombre de Isaías al pie de dicha cita, como autor de la misma y así se puso de manifiesto, que esas palabras no tenían un origen moderno; de hecho, constituyen una profecía que escrita hace casi tres mil años, se encuentra en lo que hoy es el capítulo segundo del libro de Isaías, tal como hemos visto. Pero ya volviendo al tema que nos ocupa, es bien cierto que la ausencia de guerra no significa, que no haya otras cuestiones que perturben la paz de las personas; y siendo la cuestión, que lo que en realidad se nos promete es precisamente eso…… una tierra sumida en una paz total y verdadera:

Sal. 37:11: “Pero los mansos mismos poseerán la tierra y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.”

Sal. 72:7: “En sus días el justo brotará y la abundancia de paz hasta que la luna ya no sea.”

Isa. 9:6: “Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; y el regir principesco vendrá a estar sobre su hombro. Y por nombre se le llamará Maravilloso Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”

Por lo que también será necesario, que se dirija la atención sobre otros aspectos, pues a tal grado tiene que ser un mundo de verdadera paz, que la misma será incluso extendida al reino animal y a la relación de este con el hombre; pero veamos lo que nos dice de ello, el citado profeta Isaías, uno de los “voceros” de nuestro Creador:

Isa. 11:6-8: “Y el lobo realmente morará por un tiempo con el cordero y el leopardo mismo se echará con el cabrito y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos. 7 Y la vaca y la osa mismas pacerán; sus crías se echarán juntas. Y hasta el león comerá paja justamente como el toro. 8 Y el niño de pecho ciertamente jugará sobre el agujero de la cobra; y sobre la abertura para la luz de una culebra venenosa realmente pondrá su propia mano un niño destetado. 9 No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar.”

Y notemos la relación causa/efecto que establece dicho profeta y portavoz del Altísimo, entre ese fenómeno de la nueva actitud totalmente inofensiva de los animales salvajes más peligrosos para con el ser humano y el hecho de que la tierra “estará llena del conocimiento de Jehová”. Esto es lo que llevará incluso hasta a los animales más feroces y mortales que hoy conocemos, como por ejemplo un tigre o una víbora venenosa, ser como un simple juguete inofensivo en manos de un niño destetado. Y no nos negará, querido lector, que no deja de tener su atractivo el imaginarnos por un momento ya en esa tierra paradisíaca y ver a nuestro hijito de tierna edad, colgado de la melena de un imponente león, intentado montarse encima de él o quizás intentando esforzado y tozudo, sacar de su escondrijo a una culebra venenosa y metiendo su manecita en el mismo agujero de su guarida, sin que nos recorra por la espina dorsal un escalofrío de pánico ante las consecuencias de dichas acciones…… porque sencillamente, no existirá ningún peligro que nos haga temblar y por tanto, causa de alarma (cierto es, que quizás a la víbora en cuestión, maldita la gracia que le va a hacer que la manoseen ¡pero que quieren ustedes…… gajes de ser víbora!).

Luego veamos y tal como íbamos diciendo, en que otros aspectos sería necesario trabajar, para conseguir una paz plena; por ejemplo, es evidente que sería muy difícil gozar de esta paz a plenitud, si uno estuviera afectado por alguna enfermedad grave, defecto físico o por la misma vejez, que tantas limitaciones nos impone. Pero en este terreno no hay motivo de preocupación, pues eso será debidamente atendido por nuestro Creador y por lo que inmensos edificios como hospitales, residencias sanitarias, servicios de urgencias o consultorios médicos, con toda su carga de intranquilidad, serán cosas del pasado pues habrán desaparecido…… y con ellos, los profesionales de la medicina, tales como médicos, enfermeras, personal de farmacia, etc. (puesto que ya no serán necesarios), dado que una nueva situación habrá llegado a establecerse sobre toda la tierra:

Isa. 33:24: “Y ningún residente dirá: “Estoy enfermo”. La gente que more en la tierra constará de los que habrán sido perdonados por su error.”

Isa. 35:5-6: “En aquel tiempo, los ojos de los ciegos serán abiertos y los oídos mismos de los sordos serán destapados. 6 En aquel tiempo, el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo y la lengua del mudo clamará con alegría.”

Luego habrán desaparecido de la escena también, los farragosos y antinaturales adminículos como las gafas, audífonos, muletas, prótesis de todo tipo para poder siquiera movernos, así como el lenguaje para sordomudos y todos, “instrumentos” de gran utilidad a día de hoy (ya se sabe…… del mal, el menos). Y es que todos disfrutaremos de un cuerpo perfecto que no sufrirá alteración alguna y por tanto, no precisará de cuidado médico alguno; pues gozaremos de unos ojos con una inigualable capacidad de visión y unos oídos capaces de captar hasta el más imperceptible de los sonidos, así como una agilidad en los movimientos que serán envidiados por el más ágil de los felinos…… y nuestras lenguas, usarán a plenitud todo su potencial para alabar y glorificar a nuestro Supremo Hacedor por tanta bondad, al igual como hizo el salmista:

Te elogiaré, porque de manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho. Tus obras son maravillosas, como muy bien percibe mi alma.” (Sal. 139:14).

Pero quizás alguien se pregunte, como podrá ser posible disfrutar a cabalidad de esas bendiciones, aún con un cuerpo perfecto y de inalterable buen funcionamiento, en medio de una tierra azotada por una desertización galopante; sequías brutales; mares, ríos, lagos y otras diversas fuentes de agua contaminadas; la protectora capa de ozono mandada a hacer puñetas y el Sol haciendo el burro por ahí, que el día menos pensado nos puede “freir” a todos; los elementos de la “madre naturaleza” desatados e ingobernables, manifestándose en destructivos terremotos, espantosos tsunamis, brutales huracanes, tornados…… y tantos y tantos otros aspectos nocivos que escapan a nuestro control y que afectan directamente a nuestra seguridad y calidad de vida. Pero de nuevo, no se preocupe usted, que Jehová también tiene en cuenta esta circunstancia y por ello, llevará a efecto el siguiente arreglo:

Isa. 35:6-7: “…… pues en el desierto habrán brotado aguas y torrentes en la llanura desértica. 7 Y el suelo abrasado por el calor se habrá puesto como un estanque lleno de cañas; y el suelo sediento, como manantiales de agua. En el lugar de habitación de los chacales, un lugar de descanso para ellos, habrá hierba verde con cañas y papiros.”

Joel 2:23: “Y ustedes, hijos de Sión, gocen y regocíjense en Jehová su Dios; porque de seguro les dará la lluvia de otoño en la medida correcta y hará bajar sobre ustedes un aguacero, lluvia de otoño y lluvia de primavera (eso es, ciclos perfectamente regulados e inalterables), como al principio.” (Acotación nuestra).

Pero ¿qué hay del mencionado brutal descontrol de los elementos llamados naturales, que tantos daños y desgracias causan alrededor del mundo? Pues que serán también cosa del pasado, ya que la persona que nos gobernará en ese tiempo en nombre de Jehová, su Hijo Jesucristo, tendrá todo ello bajo su absoluto control; recordemos que ya en su momento y en un ínfimo reflejo de lo que será capaz de hacer con respecto a dichos devastadores elementos de la naturaleza, demostró su total poder sobre ellos…… pero veamos el relato que nos habla de esa experiencia, vivida en primera persona por los propios discípulos de Jesús:

Y en aquel día, al anochecer, les dijo: “Pasemos a la otra ribera”. 36 Por eso, después de haber despedido ellos a la muchedumbre, lo llevaron en la barca, tal como estaba y había con él otras barcas. 37 Ahora bien, estalló una grande y violenta tempestad de viento y las olas seguían lanzándose dentro de la barca, de modo que faltaba poco para que la barca se llenara. 38 Pero él estaba en la popa, durmiendo sobre una almohada. De modo que lo despertaron y le dijeron: “Maestro, ¿no te importa que estemos a punto de perecer?”. 39 Con eso, él se despertó y reprendió al viento y dijo al mar: “¡Silencio! ¡Calla!”…… y el viento se apaciguó y sobrevino una gran calma. 40 De modo que les dijo: “¿Por qué se acobardan? ¿Todavía no tienen fe?”. 41 Pero ellos sintieron un temor extraordinario y se decían unos a otros: “¿Quién realmente es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?” (Mar. 4:35-41).

Obviamente excusamos decir, por otra parte, que todos aquellos (entidades o individuos) que en aras de grandes ganancias explotan egoístamente y sin medida los recursos naturales del planeta, con la consiguiente secuela de contaminación medio ambiental y consecuente alteración de los ciclos naturales, acabando con ello con la fauna y la flora de nuestro entorno, serán eliminados:

Rev. 11:18: “…… y para causar la ruina de los que están arruinando la tierra.”

Y por otra parte, no pase cuidado, amigo que nos lee, que esa paz que Jehová nos ofrece no se verá ensombrecida por la falta de un trabajo remunerador y satisfaciente, de una vivienda apropiada o de carencia alguna de alimentos, con los que sustentar su vida y la de sus seres queridos; pues vea lo que se nos garantiza:

Isa. 65:21-22: “Y ciertamente edificarán casas y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. 22 No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá. Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo; y la obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal.”

Miq. 4:4: “Y realmente se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera y no habrá nadie que los haga temblar; porque la boca misma de Jehová de los ejércitos lo ha hablado.”

Sal. 72:16: “Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia.”

Isa. 25:6: “Y Jehová de los ejércitos ciertamente hará para todos los pueblos, en esta montaña (eso es, en su reino) un banquete de platos con mucho aceite, un banquete de vino mantenido sobre las heces, de platos con mucho aceite, llenos de médula (o sea, un banquete exquisito y permanente), de vino mantenido sobre las heces, filtrado (se sobreentiende además, que se hace referencia no solo al alimento físico o material, sino también al espiritual).” (Acotaciones nuestras).

Pero por otra parte, quizás se pregunte usted, querido amigo que nos lee ¿no sería lamentable que esas bendiciones se acabaran con la muerte de uno? Por supuesto que sí y por eso mismo al Altísimo (que “eztá en tó” que diría el castizo), no se le ha pasado por alto ese “pequeño” detalle y por ello la muerte también será eliminada:

Isa. 25:8: “Él realmente se tragará a la muerte para siempre y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro. Y el oprobio de su pueblo quitará de toda la tierra, porque Jehová mismo lo ha hablado.”

Oseas 13:14: “De la mano del Seol los redimiré; de la muerte los recobraré. ¿Dónde están tus aguijones, oh Muerte? ¿Dónde está tu poder destructor, oh Seol? La compasión misma (hacia esos dos azotes) estará oculta de mis ojos.” (Acotación nuestra).

Luego entonces, ¡cuánto echaremos de menos en medio de tan felices circunstancias, a aquellos seres queridos que en su día perdimos en la muerte! ¿No es cierto, querido amigo que nos lee? ¡Pero un momento!...... recordemos que la esperanza del malhechor ejecutado al lado de Jesús, se basaba precisamente en la creencia de una “resurrección” futura, al formular la petición que le dirigió a este; entonces…… ¿sería razonable el pensar en que se produzca tan impactante milagro? Bueno, ciertamente ya se produjo en el pasado y no solo en la propia resurrección de Jesucristo, pues hasta donde sabemos del relato bíblico, tanto los profetas Elías como Eliseo, así como el apóstol Pedro y posteriormente Pablo, sin olvidarnos del propio Jesús, tuvieron que ver con el traer de nuevo a la vida a personas que en su momento habían muerto. Pues bien, en respuesta a la pregunta formulada, vemos que Jehová se propone llevar a cabo dicho milagro, pero en una escala sin precedentes y por lo que los lúgubres cementerios, panteones y sepulturas comunes, con su carga de dolor, lágrimas y amargura, también pasarán a ser cosa del pasado:

Dan. 12:2: “Y habrá muchos de los que están dormidos en el suelo de polvo que despertarán, estos a vida de duración indefinida y aquellos a oprobios y a aborrecimiento de duración indefinida.”

Juan 5:28-29: “No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz 29 y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio.”

Hech. 24:15: “…… y tengo esperanza en cuanto a Dios, esperanza que estos mismos también abrigan, de que va a haber resurrección así de justos como de injustos.”

¡Maravilloso, ¿no?! Pues estas son solo parte de las cosas de las que habló Jehová “por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo” y que llevará a cabo mediante el gobierno de su Hijo Jesucristo y como hemos señalado, durante el período venidero del reino de mil años de Dios. Y que todo considerado, nos dan una leve idea de lo que quiso decir Jesús al malhechor que moría a su lado, cuando le prometió que estaría con él en un “paraíso”:

Y pasó a decir: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino”. 43 Y él le dijo: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el paraíso.” (Luc. 23:42-43).

Luego queda clara la asociación que estableció Jesús entre “su reino”, eso es, el período milenario y el “paraíso”, o lo que es lo mismo, una tierra que reflejará en grado inimaginable para nuestra limitada mente actual, todas esas bendiciones que hasta el momento hemos mencionado.

Pero como hemos dicho al principio de este artículo, hay un aspecto acerca de algo que Jehová hará también por nosotros, que siempre nos ha impresionado sobremanera y que es pasado por alto, cuando no completamente desconocido por la mayoría de las personas que afirman conocer la Biblia; y que si bien saben de todas o algunas de esas cosas que Jehová “restaurará” para el ser humano, probablemente desconozcan esta a la cual nos referimos y que es fundamental para que todo cuadre perfectamente. Porque con ser todo lo dicho algo que sobrepasa a la imaginación humana, como puede ser la resurrección de los muertos y que sin duda alguna, será la “estrella” de todo lo que hemos comentado que va a ocurrir en ese reino de Dios…… no es menos cierto que las resurrecciones a las que hemos hecho referencia (las únicas que conocemos), exceptuando la de Jesús, tenían una limitación: las personas que resucitaron, como por ejemplo Lázaro, volvieron a la vida tal cual eran antes de morir, eso es, con la misma edad y las mismas limitaciones físicas que tenía en ese momento. Entonces ¿qué hay por ejemplo, de las personas que sobrevivan a la “gran tribulación” (Rev. 7:14), ya con una edad “madurita”, pongamos entre los 60 u 80 años y franja en la que nos encontramos los dos autores de este blog (quizás por ello nuestra inquietud), con la consiguiente falta de fuerzas, reflejos, pelo y además, llenos de arrugas?...... porque si mucho nos apuran, hasta podríamos estar de acuerdo con el cretino que dijo la “chorrada” aquella de que “la arruga es bella”, ¡pero hombre, tantas…!

¡Pues hasta en eso, fíjense ustedes, ha pensado Jehová!...... y si no se lo creen, vean esa promesa de la que les hemos hablado, “perdida” en un libro que no se considera profético y al que no se le hace mucho caso (si acaso se le hace alguno, pues muchos “cristianos” no saben ni que exista tal libro), pero que en su capítulo 33 y hablando proféticamente de la venidera resurrección y en la que el personaje que en ese momento estaba hablando (en este caso, Elihú y que corregía a Job) creía firmemente, pronunció las siguientes palabras que son el complemento necesario para la citada resurrección y que como hemos señalado, echábamos en falta; y es que esas palabras, dan sentido y redondean el significado de la “restauración de todas las cosas” prometida por nuestro Creador:

Job 33:25: “Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil.”

Y puesto que dicho personaje establece una directa relación entre la resurrección y ese mandato del Altísimo, ello nos lleva a pensar (algo que por demás, no solo se ajusta al tono de lo expuesto por los profetas, sino a la lógica y a la razón), que aquellas personas que sobrevivan a la “gran tribulación” final y por ello, entren con vida en el reino de Dios como súbditos del mismo, serán cambiados inmediatamente a cuerpos físicos perfectos y libres de tara alguna que recuerden a las cosas anteriores que Dios habría eliminado; así como ocurrirá con los que posteriormente y de forma progresiva irán resucitando durante el milenio y según vayan apareciendo sobre la tierra. Y por si acaso, ya nos apresuramos a señalar que dicha afirmación, no pasa de ser una mera especulación por nuestra parte y solo con el ánimo de señalar lo cercano que estamos ya de esos acontecimientos futuros…… aunque con visos de ser una realidad, como veremos en los próximos párrafos.

Porque piense por un momento, querido lector, lo que podría significar eso: imagínese por ejemplo, en el “día después” del Armagedón (batalla con la que concluye la “gran tribulación” y que da paso al reino de Dios), a una persona de 80 o 90 años y que sobreviva a dicho evento, que se ha ido a la cama aún impactado por lo que acaba de vivir, lleno de arrugas, encorvado por el peso de los años y los sufrimientos (que también ayudan lo suyo), víctima de la alopecia más vil, que a duras penas puede moverse y que para lo cual, quizás precise de muletas o bastón de apoyo…… y que se despierta al día siguiente, hecho un fornido mocetón de 1,90 o más de altura, lleno de vigor y abundante cabellera, todo músculo y bíceps, una piel fresca propia de la juventud y con la agilidad felina de una pantera saltarina; luego ¡et voila!...... ¡el sapo se transformó en un príncipe!

O en el caso de una mujer, que anciana y ya doblada por el peso de los años, sin apenas dientes y siendo prácticamente una arruga andante y que cuando se levanta de su cama en ese “día después”, el espejo le devuelve la imagen de una estupenda mujer joven, con una piel fresca, tersa y aterciopelada y sin el más mínimo rastro de arruga alguna; llena de vitalidad por otra parte y hermosa en todos sus aspectos…… ¡vamos, una de esas hembras de “rompe y rasga” y que tiran de espaldas al más pintado, como aquellas que incluso trastornaron a los propios ángeles de Dios! (Gén. 6:2). Luego por fin y en este caso también, una anciana decrépita se ha transformado milagrosamente, por obra y gracia de nuestro Creador, el Señor Soberano de todo el Universo, Jehová Dios, en una hermosa y escultural mujer, o lo que viene a ser lo mismo ¡la rana se convirtió en una bellísima princesa!...... y así, en todas y cada una de las personas que habitarán en ese nuevo mundo, en el que no podemos ni imaginarnos, por mucho que nos esforcemos y por más que se nos explique, las cosas que nuestro Buen Dios va a hacer por nosotros; con estas palabras mostraba el apóstol Pablo, la veracidad de nuestra afirmación:

Pero así como está escrito: “Ojo no ha visto, ni oído ha oído, ni se han concebido en el corazón del hombre las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman.” (1 Cor. 2:9).

Y espacio de tiempo el milenio venidero, en donde se producirá la siguiente y maravillosa circunstancia, en clara manifestación de la bondad inmerecida de nuestro Supremo Hacedor:

Estás abriendo tu mano y satisfaciendo el deseo de toda cosa viviente.” (Sal. 145:16).

Luego no va a existir persona alguna en ese nuevo mundo, que abrigue ni la más mínima insatisfacción acerca de su cuerpo, entorno o cualquier otra circunstancia que le pudiera perturbar (aunque ya sabe usted ¡siempre los hay de quejicas!); pero veamos como el propio Jehová nos garantiza, que no habrá motivo para ello:

Y realmente sucederá que, antes que ellos clamen, yo mismo responderé; mientras todavía estén hablando, yo mismo oiré.” (Isa. 65:24).

Y es cierto que unos párrafos atrás y antes empezar a hablarles de cómo podrían ser cambiados inmediatamente nuestros cuerpos en el mismo momento de entrar en el reino de Dios (y algo que tenemos a la vuelta de la esquina), hemos hecho la salvedad de que en principio no era más que una mera especulación, porque lógicamente no tenemos la certeza de que los hechos sucedan con la inmediatez que hemos señalado y algo que explícitamente no nos dicen las Escrituras…… aunque eso sí, se infiere a través de la lógica y el sentido común. Porque, razonemos un poco: la vejez, con toda su carga de desagradables secuelas, no es más que el resultado o consecuencia directa del pecado heredado de nuestros primeros padres Adán y Eva ¿no es cierto?...... entonces, si Jesucristo murió por nuestro pecado, a aquellos que pasen con vida al nuevo orden de Dios, automáticamente les tiene que aplicar el beneficio de dicho sacrificio y por lo que las citadas secuelas, tendrían que ser borradas de inmediato. Y es que no se entendería un reino de Dios, con personas aún lastradas con las deficiencias propias de un pecado del que ya han sido perdonadas; y razonamiento que aplica exactamente igual a los que posteriormente vayan levantándose en la resurrección: uno no será resucitado tal como murió, por ejemplo, sin alguna de sus extremidades, o tetrapléjico, o con Alzheimer, o con síndrome de Down, o ciego, sordo o mudo…… sino que será resucitado totalmente restaurado; recordemos las palabras que hemos leído hace un momento en Isa. 33:24:

Y ningún residente dirá: “Estoy enfermo”. La gente que more en la tierra constará de los que habrán sido perdonados por su error (eso es, del pecado heredado).” (Acotación nuestra).

Por lo que entendemos nosotros, que también la vejez debería de ser eliminada y levantarse uno o una, en la resurrección, con un cuerpo rejuvenecido y en la plenitud de sus facultades, tanto físicas, mentales como emocionales. Tenemos por otra parte, el tono en el que está redactado el pasaje de Job 33:25 en algunas versiones bíblicas, eso es, como un mandato imperativo de parte del Altísimo, al traducir dicho verso de la siguiente manera:

Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil.”

Por lo que teniendo en cuenta además, que esas palabras están directamente relacionadas con la resurrección, nuestra teoría no parece tan descabellada. Y es que de lo contrario, de mantenerse por largo tiempo dichas deficiencias físicas dentro de ese período del reino de Dios, porque la restauración prometida por nuestro Creador no fuera inmediata como nosotros hemos aventurado, sino que fuera llevada a cabo de manera progresiva o gradual a través del tiempo (tanto en los sobrevivientes de la “gran tribulación”, como en aquellos que posteriormente irán resucitando), sería difícil de conciliar dicha situación, con las palabras del propio Jehová en Isa. 65:17:

Porque, ¡miren!, voy a crear nuevos cielos (nuevo sistema de gobierno) y una nueva tierra (nueva sociedad humana); y las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón.” (Acotaciones nuestras).

Algo imposible de suceder, si a nuestro alrededor o en propia persona, se estuvieran viendo constantemente en dicha “nueva ” tierra (y que en un principio ya no sería tan nueva, sino un reflejo de la anterior), secuelas del pecado heredado hasta que el último de los resucitados (lo cual probablemente nos llevaría casi al final del milenio), recobrara la perfección física en esos citados “nuevos cielos y nueva tierra” por venir, eso es, el período milenario del reino de Dios…… y de ser la prometida “restauración” (repetimos), no inmediata, sino progresiva en el tiempo. Porque pensemos en una persona que falleció faltándole las dos piernas, o los dos brazos, o una pierna y un brazo o solo una de las cuatro extremidades (y para saber que ello no es inusual, basta con solo seguir los Juegos Paralímpicos, cada cuatro años) o incluso una que en dichas circunstancias, sobrevive a la “gran tribulación” y entra con vida al nuevo mundo…… ¿cómo se va a solucionar ese problema? ¿Dejando que “con el tiempo”, se vayan desarrollando esos miembros o extremidades perdidas en su momento? Y por no citar a los que a causa de las guerras (el pan nuestro de cada día), actos de terrorismo o accidentes, han quedado brutalmente mutilados o completamente destrozados e irreconocibles sus cuerpos…… ¿no sería lo razonable esperar, que esas personas fueran restauradas completamente de inmediato? Y si eso es razonable con esos casos…… ¿por qué no con la vejez?

Cuestiones que parecen un tanto rebuscadas, si se quiere, pero que inevitablemente se van a producir, pues esas trágicas situaciones son las tenemos como parte del “paisaje” en el día a día y para las que nuestro Creador, obviamente, tiene la respuesta adecuada a cada situación…… nosotros solo estamos divagando un poco, en el sentido de cómo lo podría hacer y a partir de lo que desde nuestras limitaciones, entendemos como razonable…… y si alguien tiene otra ocurrencia, pues que la exponga y aprenderemos todos. Ya otra cosa será la restauración de la condición espiritual, puesto que esto ya es harina de otro costal y sobre la que habrá que trabajar un “poquito” más, a tenor de lo que se lee en Rev. 20:11-15…… pero claro, esa ya sería otra historia.

Y todo eso que le hemos explicado, querido amigo o amiga que nos lee, es lo que consideramos como un pírrico entrante de lo que entendemos va a ser el “paraíso” en el que se convertirá la tierra y del que Jesús le habló al malhechor que agonizaba a su lado…… y ya tan cercano. Ya otra cosa, es que usted se crea o no, todo lo contado y citando solo de pasajes bíblicos, por lo que podría considerarse que eso se lo han estado diciendo directamente esos personajes (los profetas) y “por boca de los que habló” nuestro Creador Jehová Dios, para explicarle a usted (entre otros, por supuesto), cuál es Su propósito con respecto a su persona y resto de la humanidad obediente; luego quién en última instancia le estaría dando esa información, querido lector, sería el mismísimo Jehová Dios…… lo cual da ciertas garantías ¿no cree? Pero que ello desgraciadamente no conlleva (no queremos pensar que este sea su caso), en que los llamados “cristianos” acepten como más creíbles esas palabras contenidas en el registro sagrado; pues si en algo se distingue el mundo de la llamada “cristiandad” (casi 2.100 millones de personas, en un maremágnum de denominaciones y credos distintos), es precisamente por su total desprecio al registro sagrado y en no creerse, en lógica consecuencia, ninguna de las advertencias o en su defecto, las promesas divinas (como es el caso) contenidas en el mismo. Y para muestra un botón: el propio pueblo judío y que tenía al Altísimo como su único Dios (recordemos que estaban en una relación de pacto con Él), no creyeron en Su propio Hijo Jesús (a pesar de las evidentes pruebas que dio de ser Hijo de Dios) y lo ejecutaron como un vulgar criminal…… ya partiendo de ahí (y de ahí partimos), cualquier cosa.

Pero tengamos en cuenta un aspecto importantísimo de la cuestión y que a la inmensa mayoría se les escapa: tanto si el ser humano en general se lo cree, como si no se lo cree, Jehová va a seguir adelante con Su propósito. Y por lo que mientras unos (los que no crean),van a ser destruidos en la “gran tribulación” final, habrá otros que, contemplando seriamente la posibilidad de que las cosas pueden resultar ser tal cual nosotros se las hemos transmitido de las Escrituras (pues esa ha sido simplemente nuestra labor, ya que no nos hemos inventado nada), comprueben personalmente dicha posibilidad en su propio ejemplar de las Escrituras y actúen en lógica consecuencia, serán los que se llevarán “el gato al agua” o lo que es lo mismo, se beneficiarán de dichas bendiciones futuras; a partir de ahí…… el “pescado” ya estará todo vendido.

MABEL

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