martes, 4 de diciembre de 2012

“Pedro…… ¿me amas más que estos?” 

Estas palabras que se encuentran en el evangelio de Juan, han representado un problema para muchos estudiosos, al grado que hasta dónde nosotros hemos podido llegar en nuestra búsqueda por averiguar el sentido de las mismas, poco o nada nos han aclarado acerca de lo que probablemente esté envuelto en ellas y que a nuestro entender, es más de lo que parece a simple vista. Cierto es, que entresacando un comentario de aquí, otro de allí, una sugerencia por un lado, otra por otro, nos hemos podido hacer una pequeña idea de cómo más o menos se podría enfocar el asunto, para salir airosos del lance de publicar algo sobre el tema (y que nos había sido demandado por algunos de nuestros lectores); y siempre apoyándonos en la filosofía de este blog, en el sentido de lo valioso de una correcta lectura de los textos envueltos en el asunto y de un cuidadoso ejercicio de razonamiento lógico y con sentido común, sobre aquello que hemos leído…… ¡en fin, ya saben ustedes aquello de, a falta de altura, suplementos!

Y como resulta que en este blog no alcanzamos la altura suficiente requerida en cuanto a estudios se refiere, no tenemos más remedio que apoyarnos en tan particular filosofía o forma de proceder, para conseguir sacar algo en claro de cualquier tema que podamos estar considerando…… lo que ocurre es que a veces, ese intento por hacer una lectura correcta de determinado pasaje se queda en “agua de borrajas”, al enfrentarnos con el hecho que las distintas versiones bíblicas contrastadas para una correcta comprensión del mismo (precaución necesaria para todo aquél que habla de las cosas de Dios), resulta que nos dicen cosas totalmente distintas y como sucede en el caso que hoy nos ocupa.

Porque una premisa aceptada por todo el mundo (más o menos culto, eso sí), es que las letras forman palabras, estas a su vez forman frases y las cuales a su vez, nos transmiten pensamientos…… pero cuando dicha premisa se quiebra, porque de un mismo texto o pasaje escritural se nos dan dos o tres interpretaciones distintas, resulta que el “invento” se nos va a hacer puñetas y no tenemos más remedio que buscarnos la vida por otros vericuetos y que es lo que hoy tendremos que hacer. Pero dicho esto, veamos que nos dice la traducción que nosotros tenemos por más fiable en cuanto a la transcripción correcta de textos de las Escrituras (la TNM de los TJ), acerca de las palabras que dan tema a este escrito y de las que hoy hablaremos:

Pues bien, cuando se hubieron desayunado, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón hijo de Juan ¿me amas más que a estos?”. Él le dijo: “Sí, Señor, tú sabes que te tengo cariño”. Le dijo: “Apacienta mis corderos”. 16 De nuevo le dijo, por segunda vez: “Simón hijo de Juan ¿me amas?”. Él le dijo: “Sí, Señor, tú sabes que te tengo cariño”. Le dijo: “Pastorea mis ovejitas”. 17 Le dijo por tercera vez: “Simón hijo de Juan ¿me tienes cariño?”. Pedro se contristó de que por tercera vez le dijera: “¿Me tienes cariño?”. De modo que le dijo: “Señor, tú sabes todas las cosas; tú bien sabes que te tengo cariño”. Le dijo Jesús: “Apacienta mis ovejitas.” (Juan 21:15-17).

Es cierto que algunos entendidos en la materia afirman, que esa triple repetición en el pasaje transcrito bien pudiera estar relacionada con las tres veces que Pedro negó a Jesús y algo que no tendría demasiada lógica, pues a la primera persona a la que se mostró Jesucristo después de ser resucitado, fue precisamente a Pedro y, obviamente, para ayudarle a superar el mal “trago” pasado y circunstancia que por demás, ya había sido prevista por Jesús (Luc. 22:32); por lo que no tendría sentido el que después se le volviera a recordar dicho “affaire” al pobre hombre, en una especie de “perdono…… pero no olvido” y algo totalmente impensable tratándose de Jesucristo. Pero es que además y en el supuesto que aceptáramos (que ya sería mucho aceptar) que ambas cosas estuvieran relacionadas entre sí, continuaría sin aclarársenos la cuestión de fondo que subyace en ese versículo 15 y que tiene que ver con el contenido real de la pregunta formulada por Jesús. Porque en lo que respecta a lo dicho en los versos 16-17, no se aprecia diferencia sustancial alguna entre las distintas versiones consultadas y por lo que el lío lo está montado ese versículo 15, pues la “preguntita” en cuestión difiere en significado entre las distintas versiones consultadas y en las que se nos presenta hasta en tres formas distintas; pero veamos como lo vierten la inmensa mayoría de traducciones y usando como ejemplo representativo, la versión RV 1960:

Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?

Sin embargo y como hemos dicho, el planteamiento de la pregunta formulada en ese verso 15, por parte en este caso de la TNM de los TJ, es otro muy distinto:

Pues bien, cuando se hubieron desayunado, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón hijo de Juan, ¿me amas más que a estos?

Luego es obvio que se nos están preguntando dos cosas diametralmente opuestas, pero que en todo caso, ambas tendrían que ver con el contraponer el amor de Pedro, entre Jesús…… y “estos”, fueran quienes fueran. Y que “estos” podrían ser el resto de apóstoles que en ese momento estaban presentes en esta escena, se podría inferir a tenor de otra traducción que también se añade a la “fiesta”, la PDT (Palabra de Dios para Todos) y que nos plantea la “preguntita” de marras, de la siguiente manera:

Cuando acabaron de desayunar, Jesús le dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más de lo que me aman ellos?

Lo que ocurre es que si eso fuera así, la cuestión sería ¿qué objetivo entonces, perseguía la pregunta de Jesús? Porque no olvidemos que Jesús tenía el poder de conocer lo que había en los corazones o pensamientos más recónditos de las personas, como queda reflejado entre otros, en este pasaje de Mar. 2:6-8:

Ahora bien, estaban allí algunos de los escribas, sentados y razonaban en sus corazones (eso es, dentro de sí): 7 “¿Por qué habla este hombre de esta manera? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados sino uno solo, Dios?”. 8 Pero Jesús, habiendo discernido inmediatamente por su espíritu que razonaban de aquella manera dentro de sí, les dijo: “¿Por qué razonan estas cosas en sus corazones?” (Acotación nuestra).

Luego y aplicando la lógica, no se entendería que un Jesucristo resucitado y ya investido de la máxima autoridad (Mat. 28:18) y por ello poderosísimo, no conociera lo que había en el corazón de Pedro y necesitara preguntárselo a este para enterarse de ello; por lo que obviamente tendríamos que entender que algo más tenía que haber detrás de esa pregunta y que de momento desconocemos, pero que por supuesto desde este blog y con la ayuda del Altísimo, vamos a averiguar ¡faltaría más!…… aunque reconocemos que la empresa no es nada fácil, pues con esa pregunta formulada de tan distintas maneras, se nos plantean en realidad, tres supuestos distintos. Pero como por algún sitio hay que empezar, veamos cuales son estas tres posibilidades o supuestos que a nuestro entender se podrían contemplar, a tenor de lo leído hasta el momento sobre esa misma pregunta:

1º Que la pregunta estuviera formulada en el sentido de saber si Pedro, amaba más a Jesús que “estos” o resto de apóstoles. (RV 1960 y otras).

2º Que la pregunta tuviera como finalidad el averiguar si Pedro amaba a Jesús, más de lo que amaba “a estos” o resto de sus compañeros. (TNM de los TJ).

3º Que la pregunta apuntara la posibilidad de que Jesucristo realmente mencionara “a estos” como refiriéndose a otra cosa no relacionada con el resto de los discípulos presentes en ese momento, pero que de alguna manera pudiera prevalecer sobre el amor que Pedro tenía a su maestro y Señor.

Pero puesto que las actuales traducciones son contradictorias entre sí en la transcripción de dicho pasaje, no tenemos más remedio que sospesar todos los supuestos e irlos analizando uno a uno, hasta conseguir un resultado razonable que armonice con el contexto envuelto en el asunto. Y para conseguir averiguar por dónde podría ir la cosa, no nos queda más remedio que poner en marcha nuestras “células grises” (al estilo de Hércules Poirot) y empezar por analizar lo hechos que conocemos, al tiempo que ir eliminando posibilidades hasta encontrar aquella que parezca, en principio, ser la más razonable…… ¿y qué tenemos como primer dato constatado y por tanto, ya fiable? Pues el ya mencionado, en el sentido que lo que se estaba poniendo en contraposición, era el amor o afecto de Pedro por Jesucristo, con respecto de otra cosa denominada “estos” y de los que en realidad ignoramos quiénes eran o qué eran…… pero que nos barruntamos que en averiguar dicha identidad, está la clave del asunto; por lo que empezaremos a descartar opciones, siempre partiendo del marco de circunstancias o entorno en el que se produjo el hecho que estamos analizando y que a “grosso” modo, sería el siguiente:

Después de muerto Jesús, Pedro junto a otros discípulos, estaba faenando en una barca en el lago Tiberíades (o mar de Galilea) y por lo visto, sin demasiado éxito esa noche; cuando ya amaneciendo y prontos a dejar su labor de pesca, pues con la luz del día ya termina el momento óptimo para dicha tarea, Jesucristo desde la orilla les indica que echen otra vez las redes al mar y donde de manera inusual, recogieron una abundantísima cantidad de peces grandes y con los que se dirigieron a la orilla, al encuentro con su Señor…… no sin que antes el impulsivo Pedro y al reconocer que era Jesús el que estaba en dicha orilla, le diera la “ventolera” de lanzarse al agua y ganar la playa a nado ¡y es que así era de “arrancao” el hombre, que quieren ustedes que les digamos!

Y ya todos en la orilla, es cuando se produce la situación que estamos analizando; por lo que expuesto lo cual, iniciaremos nuestra personal investigación, partiendo de la base que el pasaje de Juan 21:15 y en la versión PDT, el foco de atención de la pregunta que estamos cuestionando, se coloca sobre el resto de discípulos que en ese momento estaban allí en el lugar de los hechos:

Cuando acabaron de desayunar, Jesús le dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más de lo que me aman ellos?” Pedro le contestó: “Sí, Señor. Tú sabes que te amo.”

Partiendo pues de esa premisa, consideremos de nuevo como lo vierte la RV 1960 entre una inmensa mayoría de traducciones y que tal parecen contemplar la posibilidad de que, efectivamente, la pregunta fuera por esos derroteros señalados y que con la expresión “estos” se hiciera referencia al resto de discípulos allí presentes:

Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo.”

Y lo que equivaldría a preguntarle a Pedro, si el amor que le tenía a Jesús, era superior al que le tenían el resto de sus compañeros al propio Jesús…… y algo que no solo estaría en línea con la primera de las tres posibilidades planteadas, sino que además, es la que parece tener más fuerza entre la mayoría de autores bíblicos; pues no hay que olvidar, por otra parte, que Pedro y no hacía mucho de ello, ya había asegurado ser más leal a Jesús que los demás apóstoles (Mat. 26:33-35) y por lo que la pregunta de Jesús, planteada en los términos que nos ha sido presentada, podría considerarse en principio como lógica o razonable. Pero claro, pregunta que a su vez no tendría demasiado sentido, no solo por el hecho ya establecido que Jesús conocía de antemano lo que había en el corazón de cada uno de ellos (y por supuesto en el de Pedro), sino porque además no tendría ninguna lógica, el que Jesús incitara a Pedro a comparar cuánto más amor él le tenía con relación al que le pudieran tener el resto de sus compañeros, cuando el caso es que ya les había corregido enérgicamente con anterioridad, en la ocasión en que se planteó una situación parecida y como resultado de cierta rivalidad entre los apóstoles, sobre la cuestión de quién entre ellos, estaba mejor situado con relación a Jesús:

Y entraron en Capernaum. Ahora bien, cuando estuvo en la casa, les hizo la pregunta: “¿Qué discutían en el camino?”. 34 Se quedaron callados, porque en el camino habían discutido entre sí, sobre quién era el mayor. 35 De modo que él se sentó y llamó a los doce y les dijo: “Si alguien quiere ser el primero, tiene que ser el último de todos y ministro de todos”.” (Mar. 9:33-35).

Lo que en “román paladino” podría significar que les llamó a capítulo y los puso a “caldo”…… y ante tal circunstancia, lo razonable sería el descartar esa primera opción, en el sentido de que Jesús preguntara a Pedro, si este le tenía más amor que el que el resto de sus compañeros pudieran tenerle; pero claro, ello nos llevaría a la segunda de las tres opciones planteadas y que tiene que ver con lo que leemos en la TNM de los TJ:

Pues bien, cuando se hubieron desayunado, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón hijo de Juan ¿me amas más que a estos?”. Él le dijo: “Sí, Señor, tú sabes que te tengo cariño”.”

Porque lo que se podría deducir de la manera en que, aparentemente, parece estar estructurada la pregunta, que Jesucristo le preguntaba a Pedro si el amor que le tenía éste a él, era superior al que el propio Pedro le pudiera tener a sus compañeros de discipulado…… y lo que sería francamente un disparate, el solo pensar que alguien pudiera imaginar que Jesucristo planteó la pregunta con esa intención: en primer lugar y como ya hemos dicho con anterioridad, porque Jesús conocía perfectamente lo que había en el corazón del bueno de Pedro; en segundo lugar, porque parecería especialmente extraño hacer tal pregunta a Pedro, cuando instantes antes y estando en la barca con los otros seis discípulos, en el mismo momento en que reconoció a Jesús en la orilla, Pedro dejó a los demás discípulos plantados y lanzándose al agua, nadó hacia la playa en su afán por llegar cuanto antes hasta dónde estaba Jesús (Juan 21:7). Por otra parte, ya Pedro había mostrado un apego similar en muchas ocasiones, por ejemplo, cuando en cierta ocasión y con motivo de determinada afirmación de Jesús que provocó la estampida de numerosos de sus seguidores, este preguntó a los apóstoles si deseaban irse también ellos, con los que habían tropezado…… y siendo Pedro el que una vez más, tomó la delantera en señalar su personal resolución a permanecer al lado de Jesús (Juan 6:66-69).

Además y aunque en última instancia fallara, fue el único que, aunque abandonó a Jesús al igual que los otros discípulos durante el arresto de este, se atrevió a seguir desde la distancia a la chusma que fue a detener a Jesús, tal vez debatiéndose entre el temor por su propia vida y su profundo amor o preocupación, respecto a lo que le podría suceder a este en aquél momento crucial…… y temeridad que le pudo haber costado muy cara, pues acabó negando por tres veces a Jesús (Mat. 26:31-35). Por lo que visto lo visto, tampoco podemos dar por buena la segunda de las posibilidades apuntadas y lo que nos llevaría a la tercera y última de ellas, en el sentido que al preguntar Jesús “¿me amas más que a estos?”, se pudiera estar refiriendo a algo que no fuera o tuviera que ver, con el resto de apóstoles que estaban en ese momento allí y que tal parece ser, es hacia lo que apunta la TNM de los TJ y que recordemos, es la única que le da este sentido al pasaje de Juan 21:15.

Pero a lo que alguien un poco avispado, podría objetar que eso es imposible, pues en ese momento y según consta en las Escrituras, no había nadie más en el lugar y al que Jesucristo pudiera referirse como “a estos” y según translitera dicha versión TNM, como no fueran los seis discípulos que acompañaban a Pedro en la barca y testigos directos de la conversación entre este y Jesús. Pero afirmación que no es del todo cierta, pues había allí entre ellos unos testigos silenciosos en dicha escena y que desde un punto de vista lógico no deberían de haber estado en donde estaban, pero que son parte fundamentalísima en el desenlace final de la historia que estamos intentando comprender y que no obstante, de forma paradójica, han sido ignorados por la inmensa mayoría de los entendidos en la materia…… excepto por los autores de este blog, u séase aquí los “mendas”; porque veamos unos detalles que se nos dan en el relato que nos habla de este suceso y que quizás, a muchos se les hayan pasado por alto:

Sin embargo, cuando salieron de la barca a tierra, contemplaron un fuego de carbón puesto allí y pescado puesto encima y pan. 10 Jesús les dijo: “Traigan de los peces que acaban de pescar”. 11 Simón Pedro, por lo tanto, subió a bordo y sacó a tierra la red llena de peces grandes, ciento cincuenta y tres. Pero aunque había tantos, la red no se reventó (al ser arrastrada por Pedro, desde la barca hasta donde estaba Jesús). 12 Jesús les dijo: “Vengan, desayúnense”. Ni uno de los discípulos tuvo el ánimo de inquirir de él: “Tú ¿quién eres?” porque sabían que era el Señor. 13 Jesús se acercó y tomó el pan y se lo dio y así mismo el pescado. 14 Esta fue ya la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de haber sido levantado de entre los muertos.” (Juan 21:9:14). (Acotación nuestra).

Y ahora veamos los detalles destacables en el relato transcrito: en el versículo 9, se nos dice que cuando los discípulos saltaron a tierra, ya sobre las brasas de carbón del fuego encendido había pescado puesto encima”, luego si ya había pescado preparado para comer…… ¿porque Jesús pidió que se trajeran hasta el lugar, “de los peces”, eso es, “algunos” de los peces conseguidos en la redada, si en el verso 13 vemos que Jesús les dio de comer del pan y “el pescado” que ya tenía en las brasas antes que llegaran ellos y que por lo tanto, no era de los que ellos habían pescado? Entonces ¿qué propósito podría haber, detrás de tan extraña petición de Jesús? Pero es que además, cuando Jesús efectuó dicha petición fue Pedro y no otro, el que salió disparado como un rayo hacia la barca y en lugar de atender la petición de Jesús en el sentido de traer solo “algunos” de los peces capturados, “presumió” (por decirlo de alguna manera) del botín conseguido trayendo toda la red llena de pescados, cuando era del todo punto imposible el que se los pudieran comer todos…… y en el supuesto que Jesucristo los hubiera pedido para comer de ellos y algo de lo que tenemos serias dudas. Por lo tanto una actitud de Pedro a todas luces, fuera de lugar, solo entendible en un pescador enamorado de su oficio y para quién la vista de semejante espectáculo, eso es, una red a reventar de peces de gran tamaño, vivitos y coleando (nunca mejor dicho), sería como un regalo del cielo y que obviamente, deseaba que otros también contemplaran tal maravilla…… y así fue, como los peces entraron a formar parte del cuadro o marco de circunstancias, en el que se desarrollaron los hechos y por petición expresa de Jesucristo, no lo olvidemos; por otra parte queda claro, que a Pedro le atraía fuertemente el oficio que tenía.

Por lo que no estaría de más y con estos datos en la mano, el hacernos una reflexión: ¿Pudiera ser que el que se pusiera de manifiesto esa realidad en el sentir de Pedro, fuera la razón que estuvo detrás de tan “extraña” petición de Jesús y en un intento de demostrarle “gráficamente” a Pedro dónde realmente estaba situado el corazón de este en ese momento?…… y “trampa” en la que este cayó inocentemente, al ser el único que cedió vehementemente a su natural impulso de moverse e ir en busca de los peces que estaban en la barca. Recordemos de nuevo, que en ese momento Jesucristo ya era un ser poderosísimo y conocedor por tanto de las debilidades humanas, lo que nos llevaría a pensar que no daba “puntada sin hilo”…… por lo que detrás de tan “extraña” petición, obviamente había un propósito perfectamente definido.

Tengamos en cuenta y para apoyar nuestra afirmación, que si bien Pedro había estado entre los primeros discípulos que siguieron a Jesús (Juan 1:35-42), tal parece que no siguió enseguida por tiempo completo a Jesús, sino que más bien regresó a su añorado oficio de pescador, pues recordemos que tenía un negocio de pesca en sociedad con Santiago y Juan, hijos de Zebedeo. De ello, que unos meses después de nuevo Jesús tuviera que exhortar a Pedro a alejarse de aquel buen y preciado negocio, que tantas satisfacciones le producía y hacerse “pescador de hombres” (Luc. 5:10)…… con todo, después de la muerte de Jesús y ante la aparente situación de desamparo en la que quedaron todos sus seguidores, Pedro tendió otra vez a volver a su oficio (ya se sabe ¡la cabra siempre tira al monte!) y algo que se nos relata en el siguiente pasaje:

Estaban juntos Simón Pedro y Tomás, que se llamaba El Gemelo, y Natanael de Caná de Galilea y los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. 3 Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le dijeron: “Vamos también nosotros contigo”. Salieron y subieron a la barca, mas durante aquella noche no pescaron nada.” (Juan 21:2-3).

Probablemente en esa reunión, se estuvo debatiendo sobre que acción tomar después de la muerte de Jesús y ante la desconcertante situación de abandono en la que se habían quedado y en dónde Pedro, decidió volver definitivamente a su antiguo oficio y acción en la que fue secundado, entre otros, por sus antiguos socios los hijos de Zebedeo. Y que no habría de entenderse esa decisión como de un simple hecho puntual, sino que lo que estaba diciendo en realidad Pedro, era que dejaba el seguir a Jesús y se volvía a su mundo de la pesca…… porque eso es lo que hubiera ocurrido, si esa misma noche no hubiera actuado de nuevo Jesucristo en favor de Pedro, por medio del suceso que estamos analizando. Pero añadámosle a lo dicho y para mostrar que Pedro no estaba del todo por la labor de seguir a Jesús, que según Juan 21:14, esta fue la tercera ocasión en que un Jesucristo resucitado se presentaba ante ellos; luego hubo dos anteriores ocasiones…… y que a pesar de lo impactante que cada una de ellas tuvo que haber sido para los que las presenciaron (y Pedro estaba entre ellos), este aún no estaba convencido del todo y demostró que continuaba “arraigado” en el mundo de la pesca y de ahí su intención de volver a su vida anterior.

Por lo que es muy posible que Jesucristo (que amaba mucho a Pedro), lo que le estuviera preguntando en realidad en esa escena que podemos visualizar en nuestra mente, era si amaba más “a estos” y refiriéndose a los peces que había mandado traer de la barca (con lo que de nuevo, la TNM de los TJ, habría sido la más acertada en la transcripción del correcto sentido de la pregunta de Jesús) y no por los peces en sí mismos y de los que Pedro tenía una sugerente red repleta de excelentes ejemplares delante de él, sino por lo que “estos” obviamente, representaban para él. Y con lo que probablemente y a través de dicha pregunta, Jesús estuviera sencillamente presionando a Pedro sobre la necesidad de que tomara una decisión clara y definitiva: ¿Qué iba a poner en primer lugar en la vida? ¿Ser su seguidor, o volver de nuevo a una forma de vida como la que le sugeriría la visión de una atiborrada red de jugosos pescados apilados ante él? Y es que en ese momento, Pedro tenía ante él a los dos “amores” de su vida: a Jesús y a los peces…… y tenía que decidir ya con qué quedarse.

Quizás por esta razón (continuamos pensando nosotros), fue por la que Jesús demandó que le fueran traídos algunos peces de la barca, eso es, en un intento de poner a Pedro ante sus propias contradicciones, pues ¿cuánto de encariñado estaba Pedro de los peces, las redes, las barcas, la camaradería con otros pescadores, sus tertulias contando las respectivas “batallitas” contra los temporales, etc. etc. etc.? ¿De veras abandonaría Pedro todas estas cosas de las que disfrutaba y que habían formado parte intrínseca de su vida por décadas, para poner en primer lugar su amor por Cristo con la consiguiente responsabilidad de alimentar a las “ovejas” o seguidores de Jesús y algo tan diametralmente opuesto a lo que realmente le “molaba” a Pedro? (Juan 21:17) O sea y para entendernos ¿amaba Pedro tanto a Jesús, como para renunciar a su amado y lucrativo negocio que le proporcionaba además intensa satisfacción personal, así como el reconocimiento de su entorno más inmediato, por una “simple” promesa de este (Mat. 19:27-29) y de la que no sabía en qué podría acabar, pero que sí sabía que le traería serios problemas, visto lo visto en lo ocurrido con Jesús? Esa y no otra, a nuestro entender, fue la cuestión real que se debatía en ese momento y que originó la pregunta que un Jesús resucitado le hizo a Pedro en ese momento y que bien se podría resumir con el siguiente argumento: este tenía que escoger ya, entre Jesús…… o aquello que “estos” (o sea, los peces) representaban en su vida.

Por lo que si nosotros estuviéramos acertados en nuestro análisis y esta fuera la verdadera razón subyacente detrás la pregunta realizada por Jesús en Juan 21:15 (y que nosotros sinceramente entendemos que así es, ya otra cosa es que estemos en lo cierto), no solo habríamos aprendido algo más y quedaría confirmado que nuestro personal “método” de investigación es correcto y funciona, sino que nos encontraríamos con que de ese relato se desprende una derivada y que nos aplicaría a todos actualmente. Pues la cuestión viene a ser la misma a la que nos enfrentamos cada uno de los que hoy afirmamos creer en Dios y en consecuencia, nos declaramos seguidores de Su Hijo Jesucristo, porque ¿hasta qué grado anteponemos las cosas que consideramos “importantes” en nuestra vida, como un buen y remunerado empleo; o nuestros ratos de ocio delante de un televisor o de “chateo” insulso con otras personas por Internet y a los que la mayoría dedican horas enteras; o las “amenas” tertulias con compañeros de trabajo o vecinos, sobre temas intrascendentes y alejados por tanto de los intereses de Jehová y retrayéndonos de hablar de ellos, por aquello “del que dirán” y que no tengan una mala opinión de uno; o de las continuas fiestas y ocasiones de divertimento que una sociedad de consumo en la que vivimos constantemente nos ofrece; o nuestro esfuerzo por alcanzar metas mayores en esta sociedad que nos rodea y nos absorbe, apartándonos por tanto de la verdadera cuestión que está en juego ante nosotros?

Y es que en estos cruciales momentos en que la humanidad se dirige a paso de carga hacia un mega-juicio divino, como tantas veces se ha señalado desde este blog, la cuestión tendría que ver en cómo responderíamos al problema que tuvo que enfrentar Pedro y que traducido, vendría a ser más o menos esto: ¿Apreciamos más una buena relación con nuestro Creador, que a cualquiera de estas cosas mencionadas, que ocupan y absorben nuestra vida, o incluso a todas ellas juntas si ello se requiriera? Es más ¿demuestra nuestra actitud ante la grave situación a la que ya hoy nos tenemos que enfrentar, aparte de la que está por venir en un futuro ya inmediato, que nuestra respuesta está en línea con la decisión final que tomó Pedro?

En fin, queridos amigos, entendemos que esas preguntas son personales e intransferibles y por tanto, que cada uno se las responda a sí mismo con la máxima sinceridad y actúe en consecuencia; porque hasta donde sabemos, al final Pedro supo escoger la opción correcta, pero…… ¿qué hay de nosotros?

MABEL

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