lunes, 15 de abril de 2013

El misterioso número “666” de Rev. 13:18

Porque ¿se imaginan ustedes que este no fuera el número del que nos habló Juan y que encontramos escrito en las versiones actuales de la Biblia? Ello resultaría en que toda la inmensa cantidad de teorías, especulaciones, fobias (que también) o supersticiones con relación al mismo, no tendrían el menor sentido y sobre todo, que “enseñanzas” prominentes que se apoyan en la certeza de dicha cifra se verían sustancialmente alteradas, cuando no totalmente desbaratadas y por ello rechazadas…… y sus autores, por supuesto, un “pelín” cuestionados. Por ejemplo, vean una que no hace mucho rebatíamos desde este blog y que nos venía a decir, más o menos, lo siguiente: puesto que la aparición de la “bestia” de Rev. 13:1, estaba profetizada para el fin de los tiempos (en los que estamos ahora), ello significaría que aquellos que tienen que reinar con Cristo en el reino de Dios son gente aún por aparecer, puesto que para alcanzar dicho privilegio se tienen que reunir los siguientes requisitos:

Y vi tronos y hubo quienes se sentaron en ellos y se les dio poder para juzgar. Sí, vi las almas de los que fueron ejecutados con hacha por el testimonio que dieron de Jesús y por hablar acerca de Dios y los que no habían adorado ni a la bestia salvaje ni a su imagen y que no habían recibido la marca sobre la frente ni sobre la mano.” (Rev. 20:4). (Acotación nuestra).

O lo que es lo mismo, ser asesinados por dicha “bestia” al renunciar a someterse a sus dictados y mantenerse fieles en el “testimonio de Jesús y el hablar acerca de Dios”. Luego lo que se nos plantea y según los autores que comparten tal enseñanza, es que puesto que la aparición de la “bestia” mencionada en Rev. 13:18 es aun futura, solo personas que vivirán durante la “gran tribulación” que la misma provocara y próxima a llegar, serían las que se sienten en esos tronos mencionados al lado de Jesucristo y todo ello sustentado, en las elucubraciones derivadas de la certeza de que el número citado por Juan, el 666, es el que identificaría a la “bestia” por venir. Pero claro, en principio y de ser cierta dicha enseñanza, ello quitaría de reinar junto a Cristo en el reino de Dios, a los apóstoles y a los que a estos siguieron (Juan 17:20), puesto que dichos personajes hace siglos que murieron y por lo que no pueden enfrentar dicha futura “gran tribulación”…… cuando el caso es que la comisión de Jesús durante su ministerio (luego no después del mismo), precisamente tenía como objetivo primario, el reunir a aquellos que con él tenían que reinar y a los que el propio Jesús en su momento, les prometió tronos a su lado para juzgar a las naciones durante el reinado milenario de este:

Entonces Pedro le dijo en respuesta: “¡Mira! Nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido; ¿qué habrá para nosotros, realmente?”. 28 Jesús les dijo: “En verdad les digo: En la re-creación, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso, ustedes los que me han seguido (eso es, sus seguidores de aquél tiempo y no otros) también se sentarán sobre doce tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel.” (Mat. 19:27-28). (Acotación nuestra).

Pero entonces y si esto es así y así parece ser en principio, el gran error de dicha enseñanza estaría en el planteamiento de afirmar que lo referente a la aparición de la “bestia”, su “imagen” y su “marca”, es algo exclusivo a ocurrir en el período de los últimos tiempos y lo que de entrada significaría, un total desconocimiento del porqué u origen del famoso número 666. Cosa que no puede permitirse cualquiera con pretensiones de enseñar sobre el mensaje escritural, pues sería exigible y ante tan seria responsabilidad, como mínimo el tener unos conocimientos básicos de la historia de la Biblia y su proceso evolutivo de cómo llegó su contenido hasta nuestros días; pues dicho conocimiento es imprescindible para poder escribir con cierta solvencia sobre los hechos proféticos por venir…… y cuanto más, la necesidad de conocer el por qué o la razón del numerito en cuestión. Y es que si se pudiera demostrar que dicha cifra no identifica a la “bestia” por aparecer en un futuro ya inmediato, planteamientos como el expuesto quedarían demostrados falsos y sus autores desenmascarados como “falso maestros” (2 Ped. 2:1); luego si nos acompañan, nos daremos un garbeo por esos vericuetos de la historia y con el objetivo de comprobar la veracidad de tan confusa enseñanza, mediante el conocer algo más acerca de las peripecias a lo largo de todo el recorrido de dicha cifra hasta llegar a nosotros y que tiene a media humanidad, de una u otra manera, completamente de los nervios.

No obstante y para ello, tenemos que partir de una premisa: lo que hoy conocemos como la Biblia, no es otra cosa que el resultado de copias de más copias, de otras copias, copiadas a su vez de otras copias y que probablemente serían las copias de los pergaminos originales de los distintos libros contenidos en las Escrituras (y seguro que aún nos hemos dejado alguna que otra copia perdida por ahí). Y todas ellas, hasta que apareció la imprenta a mediados del siglo XV, transcritas a mano y como único recurso para mantener vivo en el tiempo el mensaje divino, dada la gran fragilidad de los soportes usados en esos momentos (papiro, pergamino, piel curtida, tablillas de cera, etc.) y con lo que ello representa de acumulación de errores humanos, tanto involuntarios como inducidos…… y que de todo ha habido en la viña del Señor. Ello nos lleva a recordar y si nos permiten una pequeña pincelada de humor, cierta historieta en donde se refleja gráficamente la idea que les queremos transmitir y en donde vemos al coronel de cierta instalación militar, que llama al comandante y le da la siguiente orden, para que esta sea transmitida a la tropa:

Mañana a las nueve y media habrá un eclipse de Sol, hecho que no ocurre todos los días; que formen los soldados en el patio en traje de campaña, para presenciar el fenómeno…… yo les daré las explicaciones necesarias. En caso de que llueva, que formen en el gimnasio.”

Y esta es la orden, que el comandante transmite al capitán:

Por orden del Sr. coronel, mañana a las nueve y media habrá un eclipse de Sol; según el Sr. coronel, si llueve no se verá nada en el patio…… entonces en traje de campaña, el eclipse tendrá lugar en el gimnasio, hecho que no ocurre todos los días.”

Veamos ahora, la orden que transmite el capitán al teniente:

Por orden del Sr. coronel, mañana a la nueve y media en traje de campaña, inauguración del eclipse de Sol en el gimnasio; el Sr. coronel dará las órdenes oportunas de si debe llover, hecho que no ocurre todos los días…… si hace buen tiempo y no llueve, el eclipse tendrá lugar en el patio.”

La orden que transmite el teniente al sargento, ya va por los siguientes derroteros:

Mañana a las nueve y media, por orden del Sr. coronel, lloverá en el patio del cuartel; el Sr. coronel en traje de campaña, dará las órdenes en el gimnasio para que el eclipse se celebre en el patio.”

Y aquí, la orden que el sargento transmite al cabo:

Mañana a las nueve y media, tendrá lugar el eclipse del Sr. coronel en traje de campaña, por efecto del Sol…… si llueve en el gimnasio, hecho que no ocurre todos los días, se saldrá al patio.”

Siendo esta, finalmente, la orden que llega a la tropa por medio del cabo:

Mañana, a eso de las nueve y media, parece ser que el Sol en traje de campaña, eclipsará al Sr. coronel en el gimnasio ¡lástima que eso no ocurra todos los días!

Y eso, queridos amigos que nos leen, que no es más que la transcripción de un chiste del célebre humorista español Eugenio, no deja de ser y como les hemos dicho, el reflejo gráfico del proceso que ha ocurrido a través de los siglos, quizás no de manera tan aparatosa, con el contenido de los pergaminos originales de las Escrituras, después de tantas copias de más copias. Pero en definitiva, dado que no existen los manuscritos originales de estas y como dicen que “a falta de pan, buenas son tortas”, no nos queda más remedio que conformarnos con las copias que de dichos originales han llegado hasta nosotros días y echarle un poquito de imaginación a la cosa, no fiándonos de lo primero que leemos, sino analizarlo detenidamente. Por lo tanto y ajustándonos a lo que nos dicen la expertos en arqueología papirológica, en el sentido que la copia más cercana al original, razonablemente es la que será más ajustada al mismo, tenemos que la primera que se encontró del libro de Revelación, es el llamado “P-115” que contiene el capítulo 13 de dicho libro…… y con lo que nos encontraríamos ante una copia fechada por los mencionados expertos en papirología y después de los correspondientes análisis, escrita a inicios del siglo III y por lo que muy bien podría ser, sino una copia del original, sí una copia de la primera copia del original escrito por Juan.

En todo caso, un documento de incalculable valor, pues en él se registraría el mensaje de este, prácticamente tal como era en el original; pues recordemos que el libro de Revelación o Apocalipsis, se escribió sobre el año 96…… y documento en donde figura lo que hoy día es el versículo 18 del citado capítulo 13 de Revelación y que en las actuales versiones bíblicas, se lee esto:

Aquí es donde entra la sabiduría: El que tenga inteligencia, calcule el número de la bestia salvaje, porque es número de hombre; y su número es seiscientos sesenta y seis.”

Sin embargo, para poder entender cabalmente de qué estaríamos hablando, nos tenemos que alejar de nuestra actual perspectiva de las cosas y acercarnos a la de aquellos que escribieron el registro escritural; no olvidemos, aparte de la sustancial diferencia de aquellos tiempos con los nuestros, que la Biblia fue escrita por orientales y con una visión del contexto escritural muy distinta de los occidentales y que fueron, sin embargo, los que prácticamente interpretaron las Escrituras para el mundo en general. Por lo tanto, tenemos que retroceder en el tiempo hasta los días del apóstol Juan, en donde nos encontramos entre otras cosas y según la cultura del momento, en que los números eran representados por letras, pues los signos arábigos que actualmente usamos en nuestro sistema de numeración no se conocían en esa zona del mundo; por lo que idiomas coexistentes en ese período de tiempo, como el latín, el hebreo, el arameo, o el griego y en el que se escribió la Revelación, no los usaron…… como ejemplo más cercano de dicha técnica y estudiado en nuestra juventud en las academias, lo tenemos en los llamado “números romanos” y que aún usamos para dar fecha a los siglos: siglo V, siglo XX, etc.

Pues bien, en el mencionado P-115 (realmente solo son a fragmentos de un papiro) y cómo pueden ver en la imagen que acompaña este escrito, aparecen tres letras que representan sendos números: el primer lugar, la letra “chi” que equivalía a la cifra 600; el segundo, a la letra “iota” que tenía el valor numérico de 10 y en tercer lugar, la letra “sigma” que representa al número 6…… cuyos signos gráficos más cercanos en el teclado de un ordenador convencional, serían χ ι ς y que si sumamos sus respectivos valores, nos dan el resultado de 616 y no el de 666 que resultaría de los signos χ ξ ς que representan a las ya citadas “chi” y “sigma” para los valores 600 y 6 respectivamente y a las que se le intercalaría le letra “xi” para el valor 60 (cabría señalar, que si bien la letra “sigma” tenía el valor numérico 200, cuando aparecía al final en cualquier cifra, adquiría esa grafía y su valor era 6…… al menos hasta donde nosotros hemos podido averiguar). En consecuencia, el verdadero número que Juan le otorgó a la “bestia” en su escrito original fue el 616…… y dicho sea de paso, existe en este conjunto de tres letras una prueba adicional de la antigüedad del P-115 y que tiene que ver con el hecho de que esa tercera letra que aparece en dicho número, a finales del siglo II o a inicios del III (hay cierta confusión entre las fuentes de información consultadas), fue eliminada y sustituida por otra, de tal suerte que ya no aparece en los posteriores papiros encontrados, sino que en estos y cuando fue preciso, la letra usada para reflejar el número 6 ya era la sustituta y no la original que aparece en el P-115.

Ahora bien ¿de qué realmente, nos estaba hablando Juan: de algo que estaba por suceder en un futuro aún lejano, o de aquello que ocurría en su tiempo? Como respuesta a dicha pregunta, vemos que las investigaciones más fiables sobre dicha cuestión, han dado como resultado que el numero 616 hace una clara referencia al emperador romano Domiciano (y no a Nerón como muchos afirman), que a principios del año 90 E.C. llevo a cabo una sangrienta persecución, la segunda en contra de los cristianos de esa época. Y mencionamos dicha persecución orquestada por Domiciano como la “segunda”, porque entre el período de tiempo que va desde después de Nerón que provocó la primera (este murió en el 68 a manos de su secretario Epafrodito), hasta Domiciano, existió un período de relativa calma que se extendió incluso a los primeros años de gobierno del propio Domiciano. Pero que debido a la crítica situación por la que pasaba el ya decadente imperio romano, el emperador y lejos de buscar la razón de tal decadencia, en la brutal corrupción tanto política, como económica, así como moral que se extendía como gangrena por todo el imperio (básicamente en Roma) y con las consecuencias que ello provocaba, como graves conflictos internos y debilidad frente a enemigos exteriores, etc., atribuyó el hecho a que debido a la tolerancia que se había mostrado con los cristianos, se habían relajado las antiguas costumbres de adoración a sus dioses, así como la de la adoración al propio Cesar, u séase, en este caso la del “menda” en cuestión…… y lo que llevaba al imperio romano a ser castigado por sus propios dioses.

Por lo que ni corto ni perezoso y con la esperanza de retornar a tiempos otrora más gloriosos, las impuso de nuevo, levantó su propia imagen y ordeno su adoración mediante el ofrecerle incienso, bajo pena de muerte para aquél que rehusara hacerlo…… y que fueron, obviamente, la inmensa mayoría de los cristianos los que no se sometieron a dicha imposición, pues ello significaba el caer en la idolatría y lo que degeneró, como hemos señalado, en la subsiguiente segunda “gran persecución”. El hecho que el decreto del emperador estableciera que las personas ancianas que se negaran a participar en dicho acto de adoración a la imagen del emperador, no serían ajusticiadas, sino deportadas, fue lo que libro al apóstol Juan de morir ejecutado y en su lugar, ser enviado a la isla/cárcel de Patmos en donde escribió el último libro de la Biblia y en el cual, donde lo que hoy es su capítulo 13, verso 18, se hacía directa alusión a Domiciano…… y es que no tendría sentido que Juan se refiriera a un cruel perseguidor muerto antes de la destrucción de Jerusalén (año 70 E.C.) y pasara por alto al que en ese momento llevaba a mal traer a los cristianos.

Y aunque si bien no mencionaba su nombre, sí lo hacía el resultado de la suma de los valores de las letras que componían el nombre de dicho emperador romano y que daban como resultado, el número 616 y con lo que este quedaba claramente “retratado”, ante las personas a las que el apóstol dirigió su escrito; añádanle a ello, el hecho que a Domiciano se le conocía en todo el imperio romano, precisamente como "la bestia" debido a su crueldad…… y además, si le sumamos a ello que mediante su imagen o escultura exigió adoración para sí, ya tenemos a “la bestia”, la “imagen” y el “número” de la misma y todo ello, con relación a un personaje real que vivió en tiempos de Juan. De ello se desprende, que no existe la menor duda de que el escritor de Revelación se refería a ese emperador romano, cuando habla de “la bestia” y del número que identificaba su figura, en ese primer documento hallado y en donde está comprendido el capítulo 13 de dicho libro y no de algo que tuviera que ocurrir en siglos posteriores.

Que ello es así, o sea, que Juan no hacía referencia a una “bestia” anterior o a una por aparecer en un futuro lejano, queda constatado por el hecho que a medida que han ido apareciendo pergaminos posteriores al mencionado y relativos al mismo capítulo 13 y versículo 18, es un hecho constatado que el número de “la bestia” ha ido cambiando de uno a otro a lo largo del tiempo; por ejemplo, en el P-142 se encuentra como número de la bestia el 516, mientras que en otros documentos posteriores a este se encuentran el número en código 550 o el 551…… según las distintas sumas de los valores numéricos de los nombres de los diferentes gobernantes tiránicos, con los que se iban encontrando los distintos copistas en sus respectivas épocas. Por lo que debemos de entender, que lo que estas personas hicieron, lejos de simplemente copiar el número dado por Juan y que identificaba a un personaje concreto como Domiciano, ya desparecido en el momento de escribir ellos la copia correspondiente, fue actualizar dicho número (no el contenido restante) o lo que significaría el poner en su propio contexto al tirano de turno, bien fuera un individuo o un gobierno como tal…… y con lo que demostraban haber entendido perfectamente la idea de Juan.

Con la cual queda probado con estos documentos posteriores al original de Juan y sin lugar a duda alguna, que “la bestia”, su “imagen” y su “número” del que nos habla Revelación 13, no es un relato limitado exclusivamente para los últimos tiempos; que no se entienda, sin embargo, que lo que con ello estaríamos diciendo (que nadie se confunda) es que la profecía como tal, no apuntaba al final de los tiempos, pues es esta misma la que nos habla “las cosas que tienen que suceder dentro de poco” (Rev. 1:1), luego no las que ocurrían en tiempos de Juan…… estaríamos diciendo sencillamente, que el relato de Juan prefiguraba lo que estaba por acontecer en los tiempos finales y a mayor escala, donde también habrá un gobernante mundial tiránico al frente de un gobierno despótico de alcance global, que obligará a todos los habitantes de la tierra prácticamente a adorarlo, al monopolizar cada movimiento de los mismos; y que según los actuales “entendidos”, ello será mediante una marca con el número 666. Pero la realidad es, que la “bestia” de los tiempos de Juan, murió junto con su número (el 616 identificativo) en el año 96…… pues ese fue el año en que murió Domiciano, apodado "la bestia" por los propios romanos, para dejar paso a la siguiente “bestia” de turno y a la que le fue asignado su número correspondiente.

Entonces la idea que se nos quiso transmitir, era que en todas las épocas ha habido gobernantes o sistemas políticos opresivos con el pueblo de Dios y de ahí que los distintos copistas, fueran dando el número resultante del nombre personal del cacique de turno (bien sea un personaje o una forma de gobierno tiránico) en cada época correspondiente a la copia que se estaba realizando en ese momento; prueba de que ello es así, la tenemos si volvemos a leer el pasaje de Rev. 13:18 y nos esforzamos para captar su significado:

Aquí es donde entra la sabiduría: El que tenga inteligencia, calcule el número de la bestia salvaje, porque es número de hombre; y su número es seiscientos sesenta y seis.”

Luego lo que se le pide al lector de dicha profecía, es que use su inteligencia para entender el significado de lo que realmente el apóstol nos estaba contando…… no obstante y de no tener ese punto de referencia de lo que nos explicó Juan que ocurría en sus tiempos ¿cómo entenderíamos el “galimatías” que se nos cuenta en Rev. 13:18? No olvidemos que la sociedad actual no tiene forma de poder “calcular” el número de una persona o gobierno déspota, pues las letras que conforman nuestros respectivos alfabetos no tienen sentido numérico alguno; por lo que esta investigación numérica, fue dada para aquellas personas que vivieron en esos tiempos, a los que sí les fue útil y no para nosotros, a los que este rasgo numérico nos es completamente ajeno…… sin embargo, la idea que subyace detrás de la expresión “el que tenga inteligencia, calcule el número de la bestia”, no es más que una incitación a cada persona que haya vivido o viva a lo largo de la historia, a que reconozca cuál es la “bestia” que debe afrontar en su momento, para no ser entrampado por ella. No podemos olvidar, la admonición del apóstol Pedro cuando nos advirtió acerca de Satanás y que es en última instancia, el que mueve los hilos que dan vida a cualquier “bestia” que haya existido en un pasado o exista en un futuro y sin olvidar el presente, que se halla en las siguientes palabras:

Mantengan su juicio, sean vigilantes. Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien.” (1 Ped. 5:8).

Pero volviendo al tema que nos ocupa, resulta y siguiendo el patrón mencionado de la época, que en algún momento de la historia tuvo que aparecer un documento que nos hablara del número 666 y cifra que, sorprendentemente, ha perdurado por siglos en el registro sagrado hasta llegar a nuestros días…… por lo que la pregunta que se impone es la siguiente: ¿Será acaso cierto, que ese número 666 identificaría expresamente a la “bestia” de Rev. 13:1 aún no presente, con lo que la enseñanza mencionada al inicio de nuestro escrito y apoyada en Rev. 20:4, en principio no sería tan descabellada? Nada más lejos de la realidad, si continuamos avanzando en el tiempo y vemos, en primer lugar, la razón por el que este ha permanecido inalterable en el tiempo hasta llegar a nuestros días y ya después, localizamos al “propietario” de dicho número.

El primer documento que nos habla del 666 es la versión bíblica de la llamada Vulgata Latina y que fue recopilada por Jerónimo afínales del siglo cuarto y con el ánimo de atajar un problema existente: desde mediados del siglo tercero en adelante, la lengua que predominaba era el latín, por lo que el hebreo, griego o arameo habían quedado un tanto rezagados en cuanto a un uso regular del personal (influencia de la dominación romana) y con lo que el texto sagrado que estaba escrito precisamente en esas lenguas decadentes, dejó de leerse; no olvidemos, que ya en los tiempos de Jesús, el latín era idioma cooficial con el hebreo, pues en el instrumento de ejecución en el que fue muerto este, figuraba un escrito en los idiomas, hebreo, griego y latín (Juan 19: 20). Por lo que como hemos dicho, entre los años 382 a 404 d.C., Jerónimo y a instancias del Papa Dámaso I, tradujo las escrituras del griego, hebreo y arameo al latín y que pasó a convertirse en el texto de referencia, al grado que reemplazó como fuente de consulta, a los papiros existentes; y lo que llevó a los copistas del ramo, a desechar los escritos en esos idiomas y tomar como punto de referencia para sus copias, a esta versión mencionada y ya considerada prácticamente como un original de la Biblia.

Y dado que dicha traducción del texto sagrado se usó durante toda la Edad Media por la gran autoridad que tenía, cuando en los siglos quince y dieciséis se produjo la reforma protestante, estos reformadores en lugar de acudir a los textos arameo, hebreo o griego antiguos como puntos de referencia para traducir las Escrituras a sus distintos idiomas, como el inglés, alemán o español, tomaron como punto de partida para sus respectivas traducciones a la mencionada traducción…… eso es, copiaron directamente de la Vulgata Latina. Como consecuencia de lo cual, el contenido bíblico actual y por decirlo de alguna manera, quedó “encasillado” en esa traducción y de ahí que el número 666 haya perdurado por más de quince siglos sin alteración alguna, por lo que es el que leemos en cualquier traducción de las existentes a día de hoy…… pero si bien hemos visto la razón del por qué ha llegado hasta nosotros inalterable dicho número, ello no nos explica el origen del mismo y por lo que continuaremos con la historia.

Puesto que de momento no se ha encontrado ningún papiro que hable del 666, como el número de la “bestia”, debemos de presuponer que Jerónimo (autor de la Vulgata), usó alguna copia reciente en ese momento y en la que se establecía un nuevo cambio con relación al número anterior que el autor de la misma se hubiera encontrado y aplicando por tanto en su escrito, el valor numérico de la “bestia” que regía en esos momentos y que era el emperador Juliano, llamado el “el apóstata”. Porque si bien desde que Constantino hizo del cristianismo la religión oficial del estado y por lo que fue considerado como el primer emperador “cristiano” (año 325 en el concilio de Nicea), los siguientes emperadores ya fueron de la misma cuerda hasta que por cosas de la política, apareció uno que había renegado de su formación cristiana y que de nuevo, ante la fragmentación constante del imperio derivada de las luchas intestinas por el poder, entendió que para que Roma recuperara su antiguo esplendor en el mundo, era necesario volver a los antiguos dioses y sus ritos paganos…… y que sin llegar a la crueldad de las antiguas persecuciones llevadas a cabo por “elementos” como Nerón, Domiciano, Trajano, Majencio u otros, no dejó de enredar y empezó a quitar progresivamente privilegios a la clase clerical cristiana de la época, eso es, obispos, pastores, presbíteros de las antiguas sedes cristianas existentes, lo cual fue entendido por estos como una persecución interna y de ahí, que hechos unos basiliscos, le apodaran “el apóstata”.

Dicho personaje, conocido ya en la historia como Juliano “el apóstata” y contexto en el que le tocó vivir al autor del papiro o copia del momento, fue lo que le llevó a este el cambiar el número de la “bestia” existente en el documento del que estaba copiando (el que fuera), por la cifra numérica resultante de la suma de las letras del nombre de la “bestia” de su día, el emperador Juliano: el 666…… y del que Jerónimo tomo el citado número. Decimos lo de una copia reciente o cercana a Jerónimo, dado el brevísimo tiempo que medió entra dicha “persecución” del clero cristiano y el momento de la traducción de la Vulgata; recordemos que Juliano gobernó desde el 361 hasta el 363 d. C., mientras que esta se empezó a traducir en 383 d. C, por lo que el papiro o copia mencionado tenía que ser reciente…… y de eso, hace más de 1.500 años, tiempo durante el cual Rev. 13:18 ha permanecido inalterable. Por lo que nos enfrentamos a la siguiente pregunta ¿cómo se puede decir con fundamento alguno, que el 666, es el número que identifica a la “bestia” que está por aparecer?

Sin embargo, esa es la creencia universal y que ha dado, da y posiblemente dará, origen a todo tipo de especulaciones, creencias, supersticiones y lo que es peor, a enseñanzas tan disparatadas como la mencionada al principio de este escrito y que tergiversa el auténtico mensaje de las Escrituras, confundiendo con ello y por si ya lo estaba poco, a la “plebe”…… poco dado ya, todo hay que decirlo, a interesarse en las cosas de Dios. Entonces, resumiendo la cuestión y que solo hemos expresado en líneas generales (hay muchísima más información al respecto), tenemos que el 666 o número de la “bestia” que tenemos en nuestra traducciones bíblicas y 1.500 años nos contemplan, no es el que escribió Juan y que además, ese y según distintos papiros, fue cambiando a lo largo de la historia y adaptado al tirano de turno…… y que dicho número actual, se le adjudico a Juliano “el apóstata” hace de ello la tira de años y por lo que nada tiene que ver con alguna señal identificadora que nos sea útil a nosotros los que vivimos en la actualidad, pues no se trata más que de un simple número resultante de sumar los valores de las letras del nombre del personaje que se quería describir con el mismo.

Luego nada de diabólico, místico, esotérico o misterioso en ese pasaje de Rev. 13:18, sino algo aprovechado para manipular la mente de aquellos fantasiosos que se creen todo lo que les cuentan; pues el número 666 que aparece en nuestras biblias, no es otra cosa más que el símbolo, espíritu o esencia de los acontecimientos por enfrentar y de los que nos tenemos que guardar. Ya que de ahí haya indocumentados que edifiquen sobre él, disparatados planteamientos y aquellos otros que se los creen, pues como diría nuestro castizo de guardia “ez que hay gente pa to”…… y que en lenguaje “cristiano” significa “es que hay gente para todo”. Y dicho lo cual, permítannos un pequeña puntualización: dado que no hay en este tema información fidedigna en una sola dirección, pues mientras en un sitio se nos dice una cosa y en otros, prácticamente la contraria (sobre todo en el caso de las fechas), los autores de este blog nos hemos limitado a recopilar aquella que nos ha parecido no solo la más razonable, sino la que más armonizaba entre sí y por lo tanto, la más cercana a la verdadera…… ahora ya, les toca a ustedes el decidir con que se quedan.

MABEL

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