Una reflexión sobre Hech. 9:17
Y es que uno de las principales argumentos que esgrimen aquellos que van por ahí presumiendo de ser “ungidos”, eso es, Hijos adoptivos de Dios a la manera de los Juan, Pedro, Pablo, Santiago, Felipe y tantos otros seguidores de Jesús del primer siglo, es el uso del citado pasaje para “demostrar” y contrario a lo que afirman las Escrituras, que no solo los apóstoles tenían la autoridad de poder bautizar en espíritu santo, sino que dicha capacidad o poder también la poseían otras personas…… y bautismo en espíritu (que no el de agua) que transmitía la unción de uno como Hijo adoptivo de Dios y acto que se solía escenificar, mediante la llamada “imposición de manos”.
De entrada, dicha afirmación y nos referimos a la de considerarse uno un “ungido”, solo califica a la persona que la formula de auténtico ignorante, altanero y presuntuoso, además prueba inequívoca de que el que tal cosa afirma no sabe de lo que está hablando; pues cuando nos referimos a personas “ungidas” y ahí está el registro bíblico para confirmarlo ¡y es la única referencia que tenemos, pues no hay otra!, estaríamos hablando de las personas más poderosas que puedan existir sobre la tierra, pues de ellas se nos dice que sanaron graves dolencias, restauraron inválidos de nacimiento, levantaron muertos, tenían poder sobre los demonios y otras “menudencias” por el estilo. Sin embargo, de los actuales “ungidos” y supuestos Hijos adoptivos del Altísimo, lo único que conocemos de ellos son los auténticos disparates que publican y que por tanto, la sola afirmación de ostentar dicha condición ya descalifica de entrada cualquier planteamiento que nos propongan…… como por ejemplo, el que hoy nos ocupa; no obstante, pasemos adelante y veamos pues, qué se nos dice en el pasaje que da pie a nuestro escrito:
“De modo que Ananías se fue y entró en la casa y puso las manos sobre él y dijo: “Saulo, hermano, el Señor, el Jesús que se te apareció en el camino por el cual venías, me ha enviado, para que recobres la vista y seas lleno de espíritu santo”.”
Luego leído dicho texto así “a pelo” y sin otra consideración, tal parecería no ser cierta y ello en línea con algunas críticas recibidas en dicha dirección, la afirmación que siempre hemos defendido en este blog en el sentido de que solo los apóstoles de Jesús podían transmitir dicha condición, mediante el ritual de la imposición de manos y que por tanto con la muerte de estos, se acabó la posibilidad de ser uno reconocido como Hijo adoptivo de Dios, al no existir ya nadie después del primer siglo (el último apóstol murió en el año 99 E.C.), que pudiera llevar a cabo dicho bautismo…… y por lo cual, esos críticos han usado dicho pasaje para mostrar que la acción de “imponer las manos” estaba al alcance de cualquier seguidor de Cristo y que en consecuencia, a la muerte de los apóstoles no le siguió el cese de dicha actividad. Por lo que antes de continuar y por aquello de centrar el tema, nos permitimos una pequeña observación y que tiene que ver con el hecho de que en nuestro escrito del 17/03/13 y causa principal de la crítica recibida, en la parte final de uno de sus párrafos (concretamente en el catorce y no contando como párrafos, los textos transcritos), hacíamos la siguiente puntualización:
“…… y bautismo que según el registro de las Escrituras, se llevaba a cabo mediante el ritual que se conoce como la “imposición de manos”...... y en el bien entendido que no era el acto ritual en sí mismo el que trasmitía la unción de uno como Hijo de Dios, sino la autoridad delegada por el propio Jesucristo para poderla impartir, en el individuo que las imponía.”
Y es que tal parece que dichas palabras no fueron leídas por nuestros críticos “ungidos” o sencillamente no les interesó el leerlas y por aquello de defender su supuesta parcelita de poder cuando llegue el reino; pero continuando con nuestra exposición, vemos que un análisis cuidadoso nos muestra que en el Nuevo Testamento, la acción de imponer las manos sobre la cabeza de uno tenía significados distintos y que quedaban supeditados, al contexto en que se encontrara situada la acción, pues dicha “imposición de manos” y como “rito” podía significar, entre otras cosas, la bendición que uno transmitía a otro, invocando sobre él la benevolencia de Dios; así, por ejemplo, Jesús imponía las manos sobre los niños y los bendecía (Mar. 10:13-16). Otro caso similar lo encontramos en el momento de su ascensión a los cielos, en donde este se expresa también con el mismo gesto: "…… alzando las manos, los bendijo." (Luc. 24:50); en otra circunstancia diferente, vemos que dicha forma ritual tenía otra significación, pues se la relaciona con el procurar la sanación a determinada persona, como en el caso de la hija de Jairo, pues la petición de este a Jesús no dejaba lugar a la duda:
“Mi hija está a punto de morir; ven e impón tus manos sobre ella para que se cure y viva" (Mar. 5:23).
Imponer las manos sobre la cabeza de una persona, también significaba en otros muchos casos y dentro de la congregación cristiana primitiva, el acto de dotar a uno de la autoridad para asumir alguna responsabilidad determinada dentro de dicha congregación y ello a la vista de los miembros de la misma, para que estos se dieran por enterados de la nueva circunstancia…… prescindiendo del hecho que ello pudiera implicar o no y siempre en función de quién imponía las manos, el derramamiento del bautismo en espíritu y por tanto, la nueva condición del sujeto o sujetos implicados en el mismo, como Hijos adoptivos de Jehová:
“Por eso, hermanos, búsquense siete varones acreditados de entre ustedes, llenos de espíritu y de sabiduría, para que los nombremos sobre este asunto necesario; 4 pero nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra”. 5 Y lo que se habló fue grato a toda la multitud y seleccionaron a Esteban, varón lleno de fe y de espíritu santo y a Felipe y a Prócoro y a Nicanor y a Timón y a Parmenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía; 6 y los colocaron delante de los apóstoles y, después de haber orado, estos les impusieron las manos.” (Hech. 6:3-6).
Por ejemplo, en este caso citado y llevado a cabo por los apóstoles (lo cual ya sería otro cantar), lo que se nos cuenta posteriormente de dos de los participantes de dicho acto, Esteban y Felipe, muestra que sí hubo derramamiento de espíritu santo (Hech. 6:8; 8:5-7)…… sin embargo, no se nos da entender lo mismo en el caso de Timoteo y que no era apóstol de Jesús, a tenor de las palabras de consejo que en cierta ocasión le dio el apóstol Pablo:
“Nunca impongas las manos apresuradamente a ningún hombre; ni seas partícipe de los pecados ajenos; consérvate casto.” (1 Tim. 5:22).
Pero por el contexto de la frase en si misma, no podemos entender que también Timoteo tuviera el mismo poder que los apóstoles para bautizar en espíritu santo, sino que lo que se le estaba diciendo era otra cosa y algo que entendemos perfectamente, en la versión bíblica Traducción en lenguaje actual:
“Antes de nombrar a alguien para el servicio a Dios (o actividad de la congregación), piénsalo bien. Porque, si esa persona hace algo malo, tú serás también responsable de lo que haga. Tú mismo debes apartarte del mal.” (Acotación nuestra).
Lo que entonces Pablo estaba señalándole a sus discípulo Timoteo, es que antes de dar autoridad a alguien para cualquier servicio relacionado con la congregación, se lo pensara dos veces, pues de lo contrario él pasaría a ser responsable final del posible mal uso que se pudiera hacer de la autoridad otorgada. Por lo que vemos que no en todos los casos de imposición de manos, se nos estaba hablando de un bautismo en espíritu santo, aunque el ritual fuera el mismo en todos ellos y con lo que queda claro, que es el contexto el que determina que es lo que se estaba procurando con dicha acción en cada momento y sobre todo, como ya hemos mencionado, siempre en función de quiénes imponían las manos.
Y ejemplos los mostrados, que nosotros ya conocíamos de sobra cuándo escribimos los artículos referentes a este tema…… lo que no sabíamos, era que algún indocumentado nos pudiera salir con esa chorrada, por lo que entonamos el “mea culpa” por dicha falta de previsión. Pero dicho lo cual, volvamos al pasaje de Hech. 9:17, pero ahora entendido en su contexto; porque leído tal cual y si uno no tiene demasiada idea de qué va la película en el tema de las Escrituras y encima, solo persigue el encontrar algún pretexto para poner objeciones y defender posturas personales (y que es lo más común con lo que nos encontramos), bien se pudiera entender que efectivamente, Ananías podía bautizar también en espíritu santo y en consecuencia, el poder nombrar a otros como Hijos adoptivos de Dios…… pues lo que leemos en dicho pasaje es esto:
“…… el Señor, el Jesús que se te apareció en el camino por el cual venías, me ha enviado, para que recobres la vista y seas lleno de espíritu santo.”
Sin embargo y a nuestro entender, Ananías no era más que un “mandao” de Jesucristo, para que Pablo “recobrara la vista” y, según el contexto, explicarle el propósito divino para con él…… absolutamente nada más; pero alguien podría decir, que también figuran en esta oración las palabras “y seas lleno de espíritu santo”, con lo que ya tenemos el “sarao” montado y con ello, el argumento para que cualquiera y quizás sin demasiado entendimiento del contenido escritural, quede convencido de que el bueno de Ananías podía, al igual que los apóstoles, bautizar en espíritu santo. Y que por extensión, ello podía ser llevado a cabo por cualquier seguidor bautizado de Jesucristo y con lo cual la obra continuaría aún en nuestros días y de ello, la razón de tanto “ungido” suelto por ahí…… y lo que a los personajes en cuestión, les vendría al pelo que ello fuera así y razón por la cual, defienden dicha idea; por lo que tendríamos que empezar y como primera providencia, por aquello de despejar dudas, recordando que dicho bautismo y en un principio, solo Jesús estaba autorizado para impartirlo:
“Ni siquiera yo lo conocía, pero El Mismo que me envió a bautizar en agua me dijo: “Sobre quienquiera que veas el espíritu descender y permanecer, este es el que bautiza en espíritu santo”.” (Juan 1:33).
Y además, algo que solo pudo hacer después de su resurrección, según palabras del apóstol Pedro:
“Por eso, debido a que fue ensalzado a la diestra de Dios y recibió del Padre el espíritu santo prometido, él ha derramado esto que ustedes ven y oyen.” (Hech. 2:33).
Luego entonces, lo que aquellas personas a las que se dirigía Pedro estaban “viendo” y “oyendo”, no eran más que las consecuencias derivadas de un bautismo en espíritu santo y que confería a la persona que lo recibía, la condición de Hijo adoptivo del Altísimo y con ello, los poderes que dicha condición llevaba inherentes y que se manifestaban, mediante las obras poderosas que les era permitido llevar a cabo, como era el caso de los apóstoles…… y que dejaron perplejas a las personas que observaron dicho fenómeno; de hecho y antes de su ascenso a los cielos, Jesucristo ya les dijo lo siguiente a estos:
“Y estando reunido con ellos, les dio las órdenes: “No se retiren de Jerusalén, sino sigan esperando lo que el Padre ha prometido, acerca de lo cual oyeron de mí; 5 porque Juan, en verdad, bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en espíritu santo no muchos días después de esto”.” (Hech. 1:4-5).
Otro bautismo, por lo tanto, entraba en liza en ese mismo momento y lo que nos lleva a analizar las palabras de Mat. 28:18-19, que no siendo entendidas por una inmensa mayoría, añaden, sin embargo, mucha luz al tema que estamos tratando:
“Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra. 19 Vayan, por lo tanto y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre de……”
Partiendo de la base que eso se lo dijo a sus once apóstoles en aquel entonces y no al resto de sus seguidores (Mat. 28:16), la pregunta sería la siguiente ¿a qué bautismo se refería Jesucristo con esas palabras…… al de agua, o más bien al de espíritu santo y que era el que otorgaba la condición de Hijo adoptivo de Dios? En el cristianismo actual, se da por sentado que se trataba del bautismo en agua y por ello esta pantomima que se ha convertido en el sacramento indispensable para cualquier denominación cristiana que se precie…… pero planteamiento que se encuentra de entrada con dos obstáculos: el primero de ellos, es que el mismo ya lo llevaban a cabo los apóstoles durante todo su ministerio y por lo que no tendría sentido que se les ordenara hacer, aquello que ya estaban haciendo. Y en segundo lugar, nos encontramos con el hecho de que dicho bautismo en agua se continuó impartiendo por parte de los seguidores de los apóstoles, pero que no concedía a uno el ser reconocido como Hijo adoptivo de Dios y para lo cual, se precisaba el concurso de estos, mediante impartir el bautismo que Jesucristo les había ordenado a ellos llevar a cabo en el pasaje mencionado y que no era otro, que el bautismo en espíritu santo y que este sí concedía el ungimiento como Hijo de Dios y los poderes que dicha condición llevaba inherentes.
No perdamos de vista, que en este pasaje de Mat. 28:18-19, Jesucristo afirma que “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra……” y algo que quedó probado cuando derramó (Hech. 2:33) sobre sus apóstoles en el Pentecostés de 33 E.C. el bautismo en espíritu santo y que los convirtió en Hijos adoptivos de Dios y en consecuencia como hermanos suyos y por lo tanto, con el poder también de bautizar en ese nuevo bautismo; luego el bautismo del que habló Jesucristo en ese pasaje de Mat. 28:18-19, no podía ser otro que el que él mismo había derramado sobre sus apóstoles y que, en función de la expresa orden recibida, solo estos podrían impartir desde ese momento en adelante: el bautismo en espíritu santo y con ello, la autoridad de convertir a uno en Hijo adoptivo de Dios.
Y es que las Escrituras nos muestran, que mientras los que recibieron dicho bautismo en espíritu a través de los apóstoles (estos lo recibieron directamente de Jesucristo en el Pentecostés de 33 E.C.), si bien continuaban bautizando en agua, no podían sin embargo, hacerlo en espíritu santo…… y algo que queda claro, en el caso de Felipe en Samaria. Porque si bien este y como poderoso Hijo de Dios que era, asombró a toda Samaria por las obras asombrosas que llevaba a cabo y bautizó en agua a muchas personas debido a ello (Hech. 8:4-13), no pudo sin embargo, bautizar en espíritu santo y por lo que se tuvieron que desplazar desde Jerusalén a Samaria dos de los apóstoles, para que aquellas personas recibieran dicho bautismo del espíritu y a través del mismo, el ungimiento como adoptivos Hijos de Dios:
“Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había aceptado la palabra de Dios, les despacharon a Pedro y a Juan; 15 y estos bajaron y oraron para que recibieran espíritu santo. 16 Porque todavía no había caído sobre ninguno de ellos, sino que solo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces se pusieron a imponerles las manos y ellos empezaron a recibir espíritu santo.” (Hech. 8:14-17).
Fijémonos en lo que se nos está diciendo aquí: “solo” habían sido bautizados en agua en el nombre de Jesucristo y por un poderoso Hijo de Dios como era Felipe, luego…… ¿por qué no les impuso este las manos, para que recibieran también el bautismo en espíritu santo y en consecuencia, la adopción como Hijos de Dios y que el propio Felipe tenía? Porque lo que se nos cuenta y como hemos mencionado, es que tuvieron que desplazarse los apóstoles desde Jerusalén hasta Samaria para llevar a cabo este ritual de la “imposición de manos”, para que aquellos creyentes recibieran dicho bautismo de espíritu y en consecuencia, fueran reconocidos como Hijos adoptivos de Dios…… luego hagámonos la pregunta del millón: ¿por qué no pudo hacer eso el tal Felipe? Pues sencillamente y como hemos señalado, porque solo los apóstoles, que tenían la autoridad delegada por el mandato que les dio el propio Jesucristo, podían impartir dicho bautismo en espíritu y no así aquellos, que recibieron su condición de Hijos adoptivos de Dios, a través de los apóstoles como intermediarios de Jesucristo; ello se desprende, además, de lo que leemos a continuación de los versículos citados:
“Ahora bien, cuando Simón vio que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el espíritu, les ofreció dinero, 19 diciendo: “Denme a mí también esta autoridad (o “poder”, según versiones), para que cualquiera a quien yo imponga las manos reciba espíritu santo”.” (Hech.8:18-19).
Luego queda claro que el mandato dado por Jesucristo en Mat. 28:18-19, hacía referencia al bautismo en espíritu santo y por lo que solo los apóstoles tenían la autoridad para impartirlo y por tanto, transmitir la unción de uno como Hijo adoptivo de Dios…… y no Felipe, que si bien tenía parecidos poderes a estos, no así la autoridad que estos recibieron directamente de Jesucristo para poder impartir dicha unción. Queda claro, por otra parte, que nada tenía que ver el ritual o forma de ser administrado dicho bautismo, sino los poderes o autoridad concedidos a la persona para poderlo llevar a cabo…… y que repetimos, solo tenían los apóstoles; pues según el registro escritural nos muestra y sin lugar a duda alguna, dicho bautismo y sus posteriores consecuencias, solo se otorgaba mediante los apóstoles de Jesús o en su defecto, estando cómo mínimo presente alguno de ellos y como fue en el caso de Cornelio (Hech. 10:46-48. Por lo tanto, si Felipe y en calidad de poderoso Hijo de Dios que era no podía impartir el espíritu santo, cuanto menos Ananías y que en ningún lugar se nos da a entender, que figurara entre aquellos escogidos por Dios para reinar con Su Hijo…… y que en caso de serlo, estaría en las mismas condiciones que Felipe: no estaba autorizado para administrar el bautismo en espíritu santo y que daba la condición de Hijo adoptivo de Dios; luego este personaje no pudo transmitirle a Pablo, aquello para lo cual no estaba autorizado.
No obstante y de momento, la cosa no parece ser más que la opinión de unos en contra de la de otros y ambas partiendo del mismo pasaje; por lo tanto lo que procede, es que empecemos por averiguar qué fue realmente lo que Jesucristo le dijo a Ananías y para lo cual, leeremos el pasaje de Hech. 9:10-12:
“Había en Damasco cierto discípulo de nombre Ananías y el Señor le dijo en una visión: “¡Ananías!”. Él dijo: “Aquí estoy, Señor”. 11 El Señor le dijo: “Levántate, ve a la calle llamada Recta y busca en casa de Judas a un hombre cuyo nombre es Saulo, de Tarso. Porque, ¡mira!, está orando 12 y en una visión ha visto que un varón por nombre Ananías, entra y pone las manos sobre él para que recobre la vista”.”
Luego la comisión dada a Ananías, nada tenía que ver con el bautizar a Pablo con espíritu santo, sino el simplemente poner las manos sobre él para que se le abrieran los ojos…… absolutamente nada más, a tenor de las expresas palabras con las que Jesucristo transmitió a Ananías la comisión a llevar a cabo. Pero claro, esas palabras “y seas lleno de espíritu santo” y que en principio, no pronunció Jesucristo en ningún momento, continúan ahí; por lo que nos encontramos con que un texto nos dice una cosa y el otro, otra totalmente distinta…… lo que como mucho dejaría la cosa en un empate, entre nuestro planteamiento y el que hacen los “entendidos” mencionados. Sin embargo y en nuestro convencimiento de que la Biblia no se contradice, esta será la que dé la razón a unos…… o a los otros; para ello, dejaremos que sea el propio protagonista de la historia, quien mucho tiempo después de dicho suceso, explicaba qué fue lo que ocurrió realmente durante el mismo, de la siguiente manera:
“Más al ir caminando y acercándome ya a Damasco, hacia el mediodía, de repente fulguró desde el cielo una gran luz en derredor de mí 7 y caí al suelo y oí una voz que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me estás persiguiendo?”. 8 Contesté: “¿Quién eres, Señor?”. Y me dijo: “Soy Jesús el Nazareno, a quien estás persiguiendo”. 9 Ahora bien, los hombres que estaban conmigo contemplaron, en realidad, la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba. 10 Entonces dije: “¿Qué haré, Señor?”. El Señor me dijo: “Levántate, sigue tu camino a Damasco y allí se te dirá acerca de todo lo que te está señalado hacer”. 11 Pero como yo no veía nada a causa de la gloria de aquella luz, llegué a Damasco, conducido por la mano de los que estaban conmigo.
12 “Entonces Ananías, cierto varón reverente según la Ley, acerca de quien daban buen informe todos los judíos que allí moraban, 13 vino a mí y, puesto de pie a mi lado, me dijo: “¡Saulo, hermano, recobra la vista!”. Y levanté la vista hacia él en aquella misma hora. 14 Él dijo: “El Dios de nuestros antepasados te ha escogido (luego Pablo ya había sido bautizado en espíritu directamente por Jesucristo) para que llegues a conocer su voluntad y veas al Justo y oigas la voz de su boca, 15 porque has de ser testigo a todos los hombres acerca de cosas que has visto y oído. 16 Y ahora, ¿por qué te demoras? Levántate, bautízate y lava tus pecados mediante invocar su nombre”.” (Hech. 22:6-16). (Acotación nuestra).
Por lo que nos encontramos, con que este relato hecho en propia persona, coincide totalmente con las indicaciones que Jesucristo le dio a Ananías en el sentido que su función era simplemente la de devolver la vista (obviamente no por su poder, sino que transmitía un mandato de Jesucristo) a Pablo y explicarle el motivo y razón, de la peripecia por la que estaba pasando…… por lo que se deshace el empate en favor de los que sostenemos la tesis, de que Ananías no transfirió ningún tipo de espíritu santo a Pablo y mucho menos, la adopción como Hijo de Dios. Y es que en ninguno de esos dos pasajes transcritos, se nos menciona que el personaje en cuestión tuviera dichas atribuciones, pues como hemos visto en palabras del propio Pablo, lo único que hizo Ananías fue devolverle la vista y ponerle al corriente de la situación; y que Ananías no tuvo nada que ver con la conversión de Pablo, ni le transfirió espíritu santo alguno que le ordenara o le nombrara para algo, queda claro por las palabras de este, en su carta a los miembros de las congregaciones en la provincia romana de Galacia:
“Pablo, apóstol, ni de parte de hombres ni mediante algún hombre, sino mediante Jesucristo y Dios el Padre, que lo levantó de entre los muertos.” (Gál. 1:1).
Y contenido de este pasaje, que queda más claro en la versión Palabra de Dios para todos:
“Estimadas iglesias de la provincia de Galacia:
Los saludo yo, el apóstol Pablo y también los saludan los hermanos que están conmigo. No fui nombrado ni enviado como apóstol por ningún ser humano, sino por Jesucristo y por Dios Padre, quien resucitó a Jesús de la muerte.”
Ya otra cosa sería y solo lo mencionamos como una posibilidad que diera algún sentido a las palabras de Ananías en Hech. 9;17 (y tómenselo, por favor, como una simple conjetura), que en el instante que le fueron abiertos los ojos a Pablo, ya Jesucristo y al igual que hiciera con los apóstoles en su momento y que también habían sido elegidos directamente por él, derramara sobre Pablo el bautismo en espíritu santo que le otorgaba la condición de Hijo adoptivo de Dios con los poderes inherentes a dicha condición y ya en su calidad de apóstol (Gál. 1:1), la autordad de podérsela transmitir a otros (Hech. 19:6). Aunque nosotros nos inclinamos más, por pensar que Pablo ya adquirió dicha condición en el mismo instante que tuvo su primer encuentro con Jesucristo y algo que ya hemos apuntado; pero es que además, con Pablo concurre una circunstancia que no se dio entre los demás apóstoles y que añadiría fuerza a nuestro argumento.
Porque si bien los apóstoles de Jesús obraron para conseguir dicha condición (Mt. 19:27-28), no así en el caso de Pablo que era un furibundo perseguidor de los cristianos y que fue escogido a dedo por Jesucristo, eso es, “por real decreto” y por lo tanto, sin posibilidad de marcha atrás…… ello nos lleva a pensar, que fue en el preciso momento de su primer encuentro con Jesucristo, luego antes de la intervención de Ananías, que Pablo ya fue nombrado apóstol y con todo lo que ello conllevaba, directamente por el propio Jesucristo. Entonces solo faltaría el trámite del bautismo en agua, al igual que en el caso de Cornelio (primero recibió el espíritu santo y después fue bautizado en agua, según Hech. 10:47-48) y que es lo que le reclama Ananías a Pablo en Hech.22:16:
“Y ahora, ¿por qué te demoras? Levántate, bautízate y lava tus pecados mediante invocar su nombre.”
Todo considerado, lo que Ananías solo hizo y por orden divina (Hech. 9:17) fue el devolver la vista a Pablo y ponerle en antecedentes de cuál sería su cometido a partir de ese momento. Por otra parte, para que Ananías pudiera bautizar en espíritu santo, obviamente tendría que ser apóstol y este no era el caso, pues lo que el propio Pablo nos dice sobre este personaje es esto:
“Entonces Ananías, cierto varón reverente según la Ley, acerca de quien daban buen informe todos los judíos que allí moraban, 13 vino a mí y, puesto de pie a mi lado, me dijo: ‘¡Saulo, hermano, recobra la vista!’. Y levanté la vista hacia él en aquella misma hora.” (Hech. 22:12-13).
Vemos entonces y si nos fijamos un poco (y eso es lo que hay que hacer, cuando leemos las Escrituras), que Pablo no nos habla de Ananías como de un personaje prominente dentro de la congregación de Damasco, sino como uno más del montón, al usar la expresión “cierto varón...”. Pero es que nos dice otra cosa y que de ser como nosotros la entendemos, si era seguidor de Jesucristo y algo que todo el mundo da por supuesto (y que nosotros no lo acabamos de tener del todo claro), sería de los primeros empezando por la cola.
Porque fíjense que Pablo nos habla de un varón “reverente según la Ley”, cuando esta hacía años que había sido abolida por la muerte de Jesús (Col. 2:14); y que daban de él (Ananías) “buen informe todos los judíos que allí moraban” (eso es, en Damasco), cuando lo normal era que los cristianos o seguidores de Cristo fueran, sino perseguidos y que es a lo que se dedicaba Pablo en sus “ratos libres” (Hech. 9:13-14)), como mínimo mal vistos entre las comunidades judías…… sin embargo, sorprendentemente, dicho personaje y aparentemente siendo cristiano, tenía el reconocimiento de todos los judíos con los que uno se podía topar en dicha ciudad; y algo que ciertamente no cuadraría con el ser un fiel seguidor de Jesucristo. Pero tómense esto como una mera reflexión hecha en voz alta y no nos hagan mucho caso, pues ni es el tema que estamos tratando, ni mucho menos algo que hayamos investigado a fondo y que por otra parte, en definitiva, de una manera u otra y eso es lo que cuenta, fue un personaje usado por Jesucristo para un cometido determinado.
Pero de ello, a deducir según los “entendidos” de turno y partiendo de Hech. 9:17, que el personaje Ananías tuviera el poder de impartir el bautismo en espíritu santo y las consecuencias que del mismo se derivaban ¡pues que quieren ustedes que les digamos!...... como no sea, que eso es “pasarse siete pueblos”, o como mínimo y por aquello de ser suaves, tomarse “algo” a la ligera la Palabra de Dios.
MABEL
miércoles, 10 de abril de 2013
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