martes, 24 de septiembre de 2013
Confiar en lo que dice la Biblia…… o en lo que nos cuentan que dice la Biblia: ¡that is the question!
Porque claro, resulta que hay tantas opiniones distintas de lo que dice realmente la Biblia, como autores bíblicos hay que nos hablan de ella y lo que deja claramente expuesta, no solo la empanada mental que llevan dichos autores, sino la total indiferencia, cuando no desprecio acerca del contenido de la misma, por parte de la llamada “cristiandad” y a la que le importa un comino lo que esta diga…… en definitiva, que no les interesa en absoluto aquello que “su” Dios les dice en su propio beneficio. No es menos cierto, que en buena medida esta actitud indiferente de la “plebe” con respecto del mensaje divino, es responsabilidad de esos autores mencionados (y de los que vamos a hablar), que llamándose “expertos” en teología muchos de ellos y todos sin falta, reconociéndose como “ungidos” por Dios para gobernar en el reino milenial venidero en calidad de inmortales reyes y sacerdotes junto a Cristo (Rev. 20:6), resulta que son incapaces de transmitir un mensaje común y consensuado (medianamente entendible), violando con ello la primera exigencia bíblica para todos aquellos que asumen la responsabilidad de enseñar a otros acerca de las Escrituras:
“Ahora los exhorto, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que todos hablen de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes, sino que estén aptamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar.” (1 Cor. 1:10).
O el mismo parecido de un huevo con una castaña, que diría nuestro amigo el castizo; y es es que mientras unos, por ejemplo, dicen que todos los cristianos bautizados reinarán con Cristo, otros dicen que solo 144.000 lo harán; mientras unos dicen que esa cantidad es simbólica, hay aquellos que dicen que es literal; mientras unos dicen que el reino ejercerá su gobernación desde los cielos, los hay que afirman que lo hará desde la Tierra; mientras los unos hablan de un “rapto” pre-tribulacional, eso es, a ocurrir antes de la “gran tribulación”, otros lo colocan a mitad de la misma y aún otros, al final de esta, pero en cualquier caso, en franca contradicción todos ellos con aquellos que niegan la mayor, o sea, que no habrá “rapto” alguno y así, suma y sigue…… y todo este desbarajuste, para más “inri”, saliendo todos desde un mismo punto de partida: la Biblia. Situación que se complica más, si cabe, cuando uno tiene en cuenta que estamos hablando de personas que se consideran “ungidas” y por lo que, supuestamente, deben de estar guiadas por el espíritu santo de verdad que Jesucristo dijo mandaría a todos aquellos que con él tenían que reinar (Juan 14:26); pero veamos la personal afirmación de uno de esos supuestos “ungidos”, extraída de dos artículos distintos que en su momento publicó y que es perfectamente extensible a todos esos personajes, ya que los “retrata” de tal manera que no deja lugar a duda alguna:
“Yo soy un UNGIDO del Señor, y nadie debe o puede tocarme a mí, o a usted, si en verdad es un cristiano, sin tener luego que pagar un precio muy caro. Yo me considero un UNGIDO del Señor, y si usted no se considera así, entonces usted no ha entendido lo que significa ser un cristiano o un ungido.” (Negritas nuestras).
“Ahora bien, “Ungidos con el Espíritu Santo” resalta otras bendiciones colaterales que Dios nos añade cuando nos entrega el Espíritu Santo, PERO LO MÁS IMPORTANTE ES QUE NOS GUÍA A LA VERDAD (Ver Juan 16:13). NADIE PUEDE SER GUIADO A LA VERDAD SIN EL ESPÍRITU OBRANDO EN ÉL.” (Negritas nuestras).
Bien, lo que vemos aquí, no solo es el explícito reconocimiento de su condición de “ungido” por parte de uno de tantos de esos caballeros y como hemos señalado, fiel reflejo del parecer de los demás, sino la plena convicción de estar guiado por el “espíritu de verdad” que, según Jesucristo, tiene que acompañar a las personas que gozan de dicha condición (vean que dicho autor apoya su afirmación, citando a Juan 16:13); sin embargo, una característica consustancial en estas personas que afirman ser “ungidas” y que las habría por cientos de miles, es que unas a otras se niegan recíprocamente dicha condición; eso es, que los unos afirman ser los verdaderos “ungidos” o Hijos de Dios, mientras que los otros ¡faltaría más! son los falsos…… y así sucesivamente los unos con los otros, pero sin que puedan demostrar su autenticidad y que es lo fundamental, tanto esos unos, como esos otros. Pero claro, el problema está en que la supuesta autoridad de las “enseñanzas” de esos personajes, está sustentada precisamente en esa presunta condición de “ungidos” y que les igualaría a los Pedro, Pablo, Juan y otros que como ellos, escribieron textos inspirados en las Escrituras…… otorgándose en consecuencia esos supuestos “ungidos” actuales, una “autoridad” de la que otros y por no arrogarse dicha condición (por ejemplo, los autores de este blog), carecen según su entender.
Sin embargo, cuando uno analiza las “enseñanzas” de esos supuestos gobernantes en el reino de Dios y como ya hemos apuntado, nos encontramos con una total contradicción en los disparatados planteamientos que nos formulan los “ungidos” de un lado, con respecto a lo que de un mismo tema nos presentan los “ungidos” del otro y prescindiendo de la organización religiosa a la que pertenezcan; luego…… ¿qué es lo que está ocurriendo aquí? Pues sencillamente, que la primera enseñanza que todos esos personajes (que como hemos señalado son legión) violentan flagrantemente ya de entrada, es la de ser “ungidos” o Hijos adoptivos de Dios, pues a Día de hoy no existen personas sobre la tierra que ostenten dicha condición y algo que podemos argumentar perfectamente; en primer lugar, vean las palabras que dijo Jesucristo a sus apóstoles, instantes antes de ser elevado a los cielos ante la presencia de su Padre Celestial y que encontramos en el pasaje de Mar. 16:16-20 y que para un correcto análisis del mismo, fraccionaremos en tres partes…… por lo que pasemos a la primera de ellas:
“Y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen las buenas nuevas a toda la creación. 16 El que crea y sea bautizado será salvo, más el que no crea será condenado.” (Vs. 15-20).
Luego empecemos por analizar esta primera fracción del citado pasaje y con el objetivo de ver qué se nos está diciendo en el conjunto del mismo, pues ello es importantísimo para apoyar nuestra afirmación de la no existencia de personas “ungidas” en este momento de lo historia; y es que esos falsos “ungidos” actuales, que no son más que unos pobres diablos que no saben ni de lo que están hablando, para probarnos su supuesta condición de Hijos adoptivos de Dios y a la cual aseguran, puede acceder cualquiera que crea en el evangelio de Jesús y se “bautice” en su nombre (tan fácil como eso) usan el versículo 16, pero omiten los que le siguen y con lo que hacen, sencillamente, es que sacar a este de su contexto natural haciéndole decir aquello que ellos necesitan que diga. Pero dejando esto a parte, en primer lugar lo que deberíamos de preguntarnos es a qué “bautismo” en particular, se estaba refiriendo Jesús que daba a uno la “salvación” y que no podía ser de ninguna manera el bautismo en agua, pues este no era más que la manifestación pública del arrepentimiento de uno por sus pecados cometidos (Mar. 1:4.8). Y que no daba la “salvación”, pues mientras el bautismo en agua nos habla de una decisión personal del individuo de bautizarse o no, se nos dice que la “salvación” no depende de voluntad humana alguna, sino de Dios; y palabras que nos señalan dicha circunstancia, que por la sencillez de su exposición, transcribimos de la versión Traducción en lenguaje actual:
“Pero eso no es todo. Aun cuando los dos hijos de Rebeca eran de nuestro antepasado Isaac, 11 Dios eligió sólo a uno de ellos para formar su pueblo. Antes de nacer, ninguno de los niños había hecho nada, ni bueno ni malo. Sin embargo, Dios le dijo a Rebeca que el mayor serviría al menor. 12 Con esto Dios demostró que él elige a quien él quiere, de acuerdo con su plan. Así que la elección de Dios no depende de lo que hagamos. 13 Como dice la Biblia: «Preferí a Jacob y no a Esaú”.” (Rom. 9:10-13).
Parece quedar claro entonces, que nada tiene que ver el bautizarse en agua y acto que depende de una mera decisión personal, sino de que Jehová lo elija a uno…… y es que de lo contrario y para entendernos, el que elegiría ser Hijo de Dios o no, sería uno mediante su decisión soberana de bautizarse en agua, o no y sin que Dios tuviera que ver en el asunto; por lo que queda claro que solo se nos podía estar hablando en ese pasaje de Mar. 16:16 del bautismo en espíritu santo y que solo Jesús podía impartir en un principio, según se entiende de Juan 1:33:
“Ni siquiera yo lo conocía, pero El Mismo que me envió a bautizar en agua me dijo: ‘Sobre quienquiera que veas el espíritu descender y permanecer, este es el que bautiza en espíritu santo”.”
Porque no podemos olvidar, por otra parte, que hablando con un “maestro de Israel” de nombre Nicodemo, Jesús afirmó que a menos que uno contara con el bautismo en agua y el bautismo en espíritu santo, le era imposible el acceder al gobierno del reino de Dios (Juan 3:3-5) y algo que nos pone ante dos bautismos distintos el uno del otro; y que eran bautismos totalmente diferentes, queda probado por el hecho de que aquellos que fueron bautizados en agua (y que se conocía como “el bautismo de Juan”) incluso por el propio Jesucristo por mano de sus apóstoles, no adquirieron la condición de Hijos de Dios que sí concedía el bautismo en espíritu santo y que además conllevaba, no solo la “salvación”, sino los grandes poderes que dicho bautismo permitía desarrollar y que nunca puedo darlos el bautismo en agua, como quedó fehacientemente probado a partir del Pentecostés de 33 E.C. en las personas de los apóstoles. Sin embargo, que dicho bautismo solo pudo ser impartido por Jesús después de su resurrección y posterior ascenso a los cielos, queda puesto de manifiesto por las palabras que este dirigió a sus apóstoles: “Y estando reunido con ellos, les dio las órdenes:
“No se retiren de Jerusalén, sino sigan esperando lo que el Padre ha prometido, acerca de lo cual oyeron de mí; 5 porque Juan, en verdad, bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en espíritu santo (luego aún no habían recibido dicho bautismo y todos ellos, hacía años que habían sido bautizados en agua) no muchos días después de esto”.” (Acotación nuestra).
Y circunstancia que confirmó el apóstol Pedro posteriormente, cuando dijo que puesto que Jesucristo después de su ascensión a los cielos “recibió del Padre el espíritu santo prometido, él ha derramado esto que ustedes ven y oyen” (Hech. 2:23) y en referencia directa a la demostración de poder efectuada por los apóstoles en ese mismo día; bautismo en espíritu santo, que solo pudo ser impartido a partir de ese momento por estos y por absolutamente nadie más. Por lo que queda claro, que no era el bautismo en agua el que otorgaba la condición de Hijo adoptivo de Dios (o “ungido”) y algo que sabemos, porque el inspirado registro histórico del libro de Hechos de los Apóstoles nos cuenta de un par de sucesos que ocurrieron tiempo después de la muerte de Jesús, que nos hablan en este sentido; veámoslos:
“Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había aceptado la palabra de Dios, les despacharon a Pedro y a Juan; 15 y estos bajaron y oraron para que recibieran espíritu santo. 16 Porque todavía no había caído sobre ninguno de ellos, sino que solo habían sido bautizados (en agua) en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces se pusieron a imponerles las manos y ellos empezaron a recibir espíritu santo.” (Hech. 8:14-17). (Acotación nuestra).
Note por favor, que si bien esas personas habían sido bautizados en agua de forma correcta en su momento, no recibieron el reconocimiento como Hijos de Dios hasta bastante tiempo después, cuando fueron bautizadas en espíritu santo al serles impuestas las manos por los apóstoles…… previa oración de solicitud a Jehová para que Este les concediera dicho reconocimiento y lo que nos muestra una particularidad de dicho bautismo: que no dependía en ningún caso de la voluntad del apóstol que imponía las manos, el que uno recibiera dicha unción, sino que en última instancia era Dios el que determinaba si se derramaba o no, el ungimiento o reconocimiento de uno como Hijo de Dios y siendo por tanto el apóstol que imponía las manos, solo el “instrumento” usado por Jehová para tal fin; pero analicemos otro suceso parecido en que el protagonista fue Pablo y que se nos relata en Hech. 19:1-7:
“En el transcurso de los sucesos, mientras Apolos estaba en Corinto, Pablo pasó por las partes del interior y bajó a Éfeso y halló a algunos discípulos 2 y les dijo: “¿Recibieron espíritu santo cuando se hicieron creyentes?”. Ellos le dijeron: “¡Si nunca hemos oído si hay o no espíritu santo!”. 3 Y él dijo: “Entonces, ¿en qué fueron bautizados?”. Dijeron: “En el bautismo de Juan” (eso es, en agua). 4 Pablo dijo: “Juan bautizó con el bautismo en símbolo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyeran en el que había de venir después de él, es decir, en Jesús”. 5 Al oír esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús. 6 Y cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el espíritu santo y empezaron a hablar en lenguas y a profetizar. 7 En conjunto, eran unos doce varones.” (Acotación nuestra).
Note de nuevo, por favor, que aunque bautizados en agua por el propio Pablo y en el nombre de Jesucristo, o sea, ya bautizados correctamente y por un personaje tan significado, tampoco esas personas recibieron el espíritu santo que los declararía como Hijos de Dios, como consecuencia directa de su bautismo en agua, sino que esto ocurrió después de su bautismo en agua y solo cuando Pablo les impuso las manos…… eso es, cuando les administró el bautismo en espíritu santo. Y permítannos un pequeño inciso para aclarar (sino luego nos llueven “chuzos de punta” por todos lados), que no era el acto físico de imponer la manos lo que transmitía dicha condición de Hijos de Dios a uno y que en esencia no era más, que la escenografía del bautismo en espíritu, así como el bautismo en agua se escenificaba mediante la inmersión en agua del sujeto que se presentaba al mismo, sino la autoridad delegada por Jesucristo en sus apóstoles para poder llevar a cabo dicho bautismo y autoridad, que no tenía nadie más sobre la tierra.
Dicho lo cual y retomando el tema en donde lo dejamos, vemos que los dos relatos del libro de Hechos mencionados, no solo demuestran inequívocamente que el bautismo en agua no concedió en ningún caso la condición de Hijo adoptivo de Dios o “ungido”, sino que era el bautismo en espíritu santo el que otorgaba dicha condición, pero que solo podía ser impartido por los apóstoles…… por lo que con toda lógica y razón fundamental del porque ello era así, cuando despareció el último de ellos se acabó temporalmente la posibilidad de que aparecieran más “ungidos”, eso es, se acabó el tiempo determinado por Dios para dar dicha oportunidad al ser humano. Y que era así, que solo los apóstoles podían impartir dicho bautismo, queda probado en el caso anteriormente relatado de Hech. 8:14-17 y en el que intervinieron Pedro y Juan, pues siendo Felipe como era también un “ungido” o Hijo de Dios (pero no era apóstol) y que predicaba el evangelio también con grandes demostraciones sobrenaturales de poder (Hech. 8:6-8), si bien bautizó con agua a aquellos creyentes de Samaria, no pudo sin embargo impartirles el bautismo en espíritu santo, sino que nos dice el relato que tuvieron que subir los apóstoles desde Jerusalén hasta Samaria para poder efectuar dicho bautismo (y en aquél tiempo, no viajaban precisamente en el AVE). Lo que nos viene a decir, repetimos y como una importante derivada que refuerza nuestra afirmación de que a día de hoy no existen “ungidos” como tal, que con la muerte del último apóstol se acabó de poder impartir dicho bautismo en espíritu y con ello, la aparición sobre la tierra de más “ungidos” o Hijos adoptivos de Dios desde ese momento en adelante…… y lo que significa que, actualmente, no pueden existir personas sobre la tierra que tengan dicha condición; y algo que se prueba incontestablemente, si continuamos con el análisis del pasaje de Marcos, en este caso de los versos 17-18:
“Además, estas señales acompañarán a los que crean: mediante el uso de mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas 18 y con las manos tomarán serpientes; y si beben algo mortífero, no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y estos sanarán”.”
Y nosotros desde luego, no tenemos noticia de que esos supuestos “ungidos” actuales y que nos rodean por tierra, mar y aire, puedan llevar a cabo dichas “señales” poderosas y que Jesús sin embargo aseguró, acompañarían en su labor de divulgación del evangelio, a todos aquellos que creyeran…… luego, o nos están mintiendo como bellacos en lo de su condición de “ungidos” o resulta que no son “creyentes” en el evangelio de Cristo y lo cual vendría a ser lo mismo. Es cierto, no obstante, que esos “ungidos” actuales y ante su incapacidad para manifestar tales poderes sobrenaturales, nos salen con aquello de que teniendo como tenemos hoy las Escrituras, ya no son necesarias dichas señales para que uno crea; pero, en primer lugar y en ese pasaje transcrito, Jesús no dice que las señales serían necesarias para que la gente creyera, sino que lo que dice es que a todo aquél que creyera, él le concedería el poder de efectuar dichas obras poderosas y ajenas al común de los mortales…… luego eso de que la Biblia y por decirlo de alguna manera, sustituye a esas obras poderosas y fuera del alcance del común de los mortales, no es más que una “milonga” (engaño o “cuento chino” en español) que esos supuestos “ungidos” se han inventado y siendo lo único en lo que están de acuerdo, para justificar el hecho de que ellos son incapaces de curar un simple catarro. Lo cual no quita el hecho fundamental de que esas señales tenían un objetivo concreto, como era el identificar a aquellos que afirmaban hablar en nombre de Dios y circunstancia que de producirse hoy, nos evitaría el actual desconcierto al que nos enfrentamos aquellos que tenemos que decidir quiénes en realidad, son los verdaderos entre la marabunta de aquellos que con ferocidad, se disputan dicha condición de “ungidos” o enviados de Dios…… y que lo que decimos es cierto, queda probado en los versículos 19 y 20 y últimos del pasaje analizado de Mar. 16:15-20:
“Entonces el Señor Jesús, después de haberles hablado, fue tomado arriba al cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Por consiguiente, ellos salieron y predicaron por todas partes, mientras el Señor obraba con ellos y apoyaba el mensaje por las señales que acompañaban a este.”
¿Y de qué otra manera podía ser apoyada por Jesucristo dicha obra, sino por la manifestación de poderes sobrenaturales que se les permitía llevar a cabo en su nombre a esas personas y que claramente, las identificaba como enviados genuinos de Dios? Bien, hasta aquí nos hemos ocupado en presentar la primera prueba en el sentido de que esos “ungidos” actuales, no son más que unos farsantes e impostores y por lo tanto, esos “falsos maestros” de los que nos habla el apóstol Pedro en su segunda carta (cap. 2:1) y de los que nos dice que “introducirán calladamente sectas destructivas”…… y que es precisamente lo que hacen esos personajes actuales, pues con sus particulares y disparatadas enseñanzas atraen a personas en pos de sí y de ahí, el que tengamos en la actualidad tantísimas denominaciones religiosas afirmando tener la verdad y que cual sectas destructivas, apartan a la gente del conocimiento verdadero acerca de la voluntad divina. Y lo cual incluye por supuesto, a aquellos que van por libre, como el ejemplo mencionado al principio de este escrito, cuyos blogs también son seguidos por numerosos seguidores y a los que también aparta de la verdadera enseñanza escritural…… pero dicho lo cual, vayamos ahora a por la segunda prueba que nos muestra que no pueden existir a día de hoy verdaderos “ungidos” sobre la tierra y que encontramos en Rev. 6:9-11:
“Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido degollados a causa de la palabra de Dios y a causa de la obra de testimonio que solían tener. 10 Y clamaban con voz fuerte y decían: “¿Hasta cuándo, Señor Soberano santo y verdadero, te abstienes de juzgar y de vengar nuestra sangre en los que moran en la tierra?”. 11 Y a cada uno de ellos se dio una larga ropa blanca; y se les dijo que descansaran por un poco de tiempo más, hasta que se completara también el número de sus coesclavos y de sus hermanos que estaban a punto de ser muertos, como ellos también lo habían sido.”
Luego de lo que se entiende de estas palabras, es que la obra de aquellos primeros cristianos que dieron su vida en el primer siglo “por causa de la palabra de Dios y a causa de la obra de testimonio que solían tener” y que no era otra, que la predicación de las “buenas nuevas” o evangelio que Jesús les encomendó predicar y con el objetivo de recoger a aquellos que con él tenían que reinar, fue interrumpida temporalmente. Pues dicha obra y que se llevó a cabo hasta la muerte de los apóstoles (por las razones ya expuestas), obviamente quedó pendiente de terminar, cuando se nos dice que han de aparecer un “resto” de coesclavos de aquellos primeros cristianos y hermanos de Jesucristo para completar un número determinado…… y “resto” que es prefigurado por los “dos testigos” de Rev.11:3-4 y que deberían de iniciar otra predicación distinta a la iniciada por Jesús, al final de los tiempos. Y predicación distinta, porque si en la iniciada por Jesús, el objetivo era encontrar a aquellos que con él tenían que gobernar en el reino de Dios y algo que reconocen todos los autores bíblicos, en la anunciada en Mat. 24:14 y a llevar a cabo por ese “resto ungido” aún par aparecer, lo que se buscará ya será a los súbditos de dicho reino; pero aclarado lo cual, veamos lo que leemos en esa porción mencionada del último libro de las Escrituras:
“Y haré que mis dos testigos profeticen mil doscientos sesenta días vestidos de saco. 4 Estos son simbolizados por los dos olivos y los dos candelabros y están de pie delante del Señor de la tierra.”
Ahora bien ¿qué sacamos en claro de este pasaje? Pues en primer lugar, que dichos personajes tienen la comisión de “profetizar” o predicar algo por un corto espacio de tiempo y tarea que tiene que ver con la predicción anunciada por Jesús en Mat. 24:14, con el objetivo ya mencionado de ofertar al “personal” el ser súbdito del reino de Dios y ello para la parte final de los días, pues después de la misma se nos dice que viene “el fin”. El que se nos hable de solo “dos” individuos no tiene tanto que ver con el número real por aparecer, sino más bien con que en el simbolismo bíblico, la presencia de “dos testigos” se relaciona con la veracidad, rectitud y justicia en un juicio. Por ello es apropiado que en el mensaje de juicio que se va a publicar y que significará destrucción eterna para muchos, se implique la figura de “dos testigos” y lo cual nos lleva a una norma o ley de Jehová, dada a su pueblo:
“Por boca de dos testigos o de tres testigos debe dársele muerte al que ha de morir. No se le dará muerte por boca de un solo testigo.” (Deut. 17:6).
Recordemos que Jesús, no solo mandó a predicar a sus discípulos de dos en dos, de acuerdo con esa máxima, sino que en un asunto que tenía que ver con un juicio, se la repitió a sus seguidores:
“Pero si no escucha, toma contigo a uno o dos más, para que por boca de dos o tres testigos se establezca todo asunto.” (Mat. 18:16).
Luego lo que se desprende de estos pasajes, es el sentido de seriedad y firmeza, aparte de veracidad en el asunto considerado, que debe rodear a todo tema de importancia como puede ser aquello que implica vida o muerte y como es en el caso que nos ocupa; porque lo que es evidente, es que sin ningún problema Jehová podría haber dicho perfectamente “mandaré a mis testigos”, sin que por ello se alterara la situación en cuanto al juicio divino y ya predeterminado por Este. Pero la justicia divina requería, como hemos visto, la presencia de cómo mínimo dos de ellos para establecer un asunto de juicio grave, porque “no se le dará muerte (al delincuente) por boca de un solo testigo” y de ahí que la expresión inspirada, explícitamente especifique la presencia de “dos testigos”. Entonces lo que se hace en Rev. 11:3-4 con dicha fórmula, es establecer un principio de legalidad y respeto a las justas normas de Jehová y a las que el propio Jesús se sujetó (Juan 5:31-37); porque si tuviéramos que circunscribirnos a la literalidad del número, nos encontramos con que refiriéndose al mismo suceso a producirse en un tiempo en el futuro, en Miq. 5:5 leemos lo siguiente:
“Y este tiene que llegar a ser paz. En cuanto al asirio, cuando entre en nuestro país y cuando pise sobre nuestras torres de habitación, nosotros también tendremos que levantar contra él siete pastores, sí, ocho adalides de la humanidad.”
Por lo tanto, lo que habría de entenderse de esa trilogía de números (dos, siete y ocho), es que en todo caso, serán los suficientes para cumplir con el requisito divino mencionado y a su vez, el número necesario de ellos para llevar a cabo dicha comisión…… y que bien podrían ser literalmente dos, o siete u ocho (circunstancia que no entramos a debatir), pero en cualquier caso estaríamos hablando de una reducida cantidad de miembros y lo que se ha dado en llamar un “resto” de enviados por Jehová ; y “resto” comisionado por Este para llevar a cabo una tarea concreta, a la manera de los apóstoles y de aquellos que recibieron de estos la “unción” como Hijos de Dios, así como los poderes que la misma llevaba inherentes…… recordemos que cuando hemos leído de Rev. 11:3-4, hemos obviado señalar lo que se nos dice en los versos 5-6 y que nos hablan del tremendo poder del que serán revestidos esos personajes:
“Y si alguien quiere hacerles daño, de la boca de ellos sale fuego y devora a sus enemigos; y si alguien quisiera hacerles daño, tiene que ser muerto de esta manera. 6 Estos tienen la autoridad para cerrar el cielo de modo que no caiga lluvia durante los días de su profetizar y tienen autoridad sobre las aguas para tornarlas en sangre y para herir la tierra con toda clase de plaga cuantas veces deseen.”
Entonces si ya hemos analizado en los anteriores versos 3-5, la labor que tienen que desempeñar esos “dos testigos”, así como el tiempo que durará la misma, o la razón del por qué se nos mencionan concretamente a “dos” personas, en estos dos versos que acabamos de considerar hemos leído del poder del que serán dotados para llevar a cabo su comisión y lo que nos lleva a plantearnos algunas preguntas, porque veamos: si Jehová siempre y según nos dan a entender esos supuestos “ungidos” actuales, ha tenido tanto Hijo Suyo suelto por ahí ¿por qué tiene que mandar Dios a los citados en Rev. 11:3, para llevar adelante una predicación que, además, ya afirman estar haciendo esos “ungidos” actuales, pues todos sin excepción se postulan como genuinos predicadores del reino de Dios? Por otra parte y si realmente han sido esos personajes adoptados como Hijos de Dios tal y como nos aseguran ¿por qué no pueden hacer las mismas obras sobrenaturales, que hicieron en su momento los Juan, Pablo, Felipe, Pedro y tantísimos otros, que consiguieron poner al mundo de aquél entonces patas arriba? ¿Es que acaso Jehová y del que se nos dice que no hace distinción de personas (Hech. 10:34), tiene hijos de primera división, de segunda y sí mucho nos apuran, hasta de categoría regional? Es más, si todos los miembros bautizados de la cristiandad a través de los siglos y según nos afirman esos flamantes “ungidos”, por su bautismo fueron (y son, según nos dicen) declarados Hijos de Dios ¿cómo es que las guerras más feroces que se han peleado en el mundo, han ocurrido o han sido promovidas dentro de ella? ¿Cómo es, que el mundo está en el caótico estado en que está, si Dios tiene una legión de Sus Hijos pululando por estos lares? Respuesta a dichas preguntas que nos lleva a una realidad perfectamente constatada, en el sentido de que dichos supuestos “ungidos” no son más que unos “fantasmas” y que con la desaparición del último de los apóstoles en el año 99 E.C., en este caso el apóstol Juan, se acabaron esa serie de personas y con ellas, los poderes sobrenaturales y como es lógico, la influencia benefactora de estos sobre la tierra y así hasta el día de hoy…… y este es, repetimos, un hecho incontestable.
Luego solo podemos concluir, atendiendo a la razón y al sentido común, que a día de hoy no existen sobre la tierra personas que puedan demostrar (afirmarlo ya es harina de otro costal, pues a la lengua se le hace decir lo que uno quiere y el papel lo aguanta todo) que poseen dicha “unción” divina, ni por lo que hacen ni siquiera por lo que dicen, pues sus “enseñanzas” no son más que auténticos disparates; y si como muestra basta un botón, aquí les mostramos el titular de un video recientemente publicado por uno de esos “ungidos”, bajo el disparatado título “Llamados por el evangelio para ser reyes gloriosos con Jesucristo”. Por lo que queda claro, que hay que dar por sentado que dichos personajes no son más que unos embusteros, así como unos farsantes redomados y por lo que tendrán que rendir cuentas a Jesucristo cuando este vuelva a la tierra, como queda claro en la advertencia que con casi 2.000 años de antelación, les dirigió a tan nefastos personajes:
“Pero cualquiera que haga tropezar (por medio de sus “enseñanzas” mentirosas) a uno de estos pequeños que ponen fe en mí, más provechoso le es que le cuelguen alrededor del cuello una piedra de molino como la que el asno hace girar y que lo hundan en alta mar.” (Mat. 18:6). (Acotación nuestra).
No obstante y siendo cierto que tan fraudulentos personajes recibirán en su momento la recompensa merecida, no serán los únicos que sean recompensados de forma tan drástica, sino que también habrán aquellos que por su negligencia o pereza por procurar entender la Escrituras por sí mismos y confiando en lo que otros les cuentan que dice la Biblia, recibirán su merecida retribución; pues según dijo el Hijo de Dios en cierta ocasión, cuando “un ciego guía a un ciego”, el “castañazo” suele ser inevitable:
“Déjenlos. Guías ciegos es lo que son. Por eso, si un ciego guía a un ciego, ambos caerán en un hoyo.” (Mat. 15:14).
Obviamente, alguno de esos personajes nos podría decir que nosotros también publicamos en internet y que algún que otro seguidor tenemos, en un intento malévolo de meternos a todos en el mismo cesto…… y lo cual de ninguna manera es el caso: porque nosotros jamás nos hemos identificado como “ungidos”, por tanto guiados por el espíritu santo de la verdad (Juan 16:13) y con la autoridad que ello da, sino que siempre hemos afirmado que lo que en este blog se publica no es más que fruto del razonamiento lógico y del más elemental sentido común, de aquello que leemos en las Escrituras. Súmenle a ello, el hecho comprobable que en muchos de nuestros artículos y al final de los mismos, solemos añadir la coletilla de que la última responsabilidad ante Dios de lo que uno haga, recae sobre sí mismo como claramente se lee en Gal. 6:5, en el sentido de que “cada uno llevará su propia carga de responsabilidad”; y por ello, siempre hemos instado a nuestros lectores a que hagan uso de su ejemplar de la Biblia y comprueben por sí mismos, si lo que les decimos se ajusta a lo que en ella leen…… o no.
Pero lamentablemente y como decíamos al principio de este escrito, entre los miembros de la llamada cristiandad existe un general desprecio por las cosas de Dios y en todo caso a lo máximo que llegan y por aquello del “qué dirán”, es a asistir con cierta regularidad a cualquiera de las innumerables denominaciones religiosas existentes, escuchar el sermoncito de rigor y contribuir con el no menos importante óbolo o contribución económica para el sostén de la misma…… y hasta la semana próxima. Ya los menos, son aquellos que se interesan en la literatura religiosa y quedándose con aquellos autores que les dicen aquello que les hace sentir bien, como por ejemplo, que todos los cristianos reinaremos con Cristo…… y que ante el panorama que presenta dicha cristiandad, como “melonada” no está nada mal; luego ya estamos aquellos que, en verdadero peligro de extinción, no solo no nos contentamos con leer lo que otros nos dicen que cuentan las Escrituras, sino que nos deleitamos en leer la Palabra de nuestro Dios (Sal. 1:2) y al igual que aquellos habitantes de Berea que fueron calificados por las Escrituras como de más noble disposición (Hech. 17:11), porque “examinaban con cuidado las Escrituras diariamente en cuanto a si estas cosas eran así” (dicho en “román paladín”, que no se fiaban un pelo...... ¡y se las decía Pablo y no unos “sacamantecas” como los que nos hablan hoy a nosotros!), nos ocupamos en nuestro estudio personal de la Biblia para comprobar si las cosas que se nos dicen, se ajustan a lo que ella dice o no. Y de ahí, eso es, de que seamos tan poquitos, que esos “falso maestros” que altaneramente se reconocen a sí mismos como “ungidos” o Hijos adoptivos de Dios, abunden como la mala hierba a nuestro alrededor.
Sin embargo, algo que nos dicen esos supuestos “ungidos” es que la Biblia es un libro difícil de entender y que solo las personas con suficientes conocimientos en teología, como ellos afirman poseer, pueden comprender su mensaje…… y lo cual es radicalmente falso; porque en primer lugar, la Biblia no fue escrita para “teólogos”, sino para gente humilde como pastores, pescadores, agricultores, carpinteros, etc., eso es, personas sin conocimientos superiores y menos en aquella época de la que estamos hablando. Y en segundo lugar, porque cuando uno se enfrente al juicio divino por venir y que está al caer, no será librado de la “gran tribulación” por lo mucho que sepa de las Escrituras, sino por el sincero esfuerzo que de todo corazón haya hecho para aprender de su Dios Jehová; y es que no todos hemos nacido en la calle mayor y hemos podido tener la misma formación que otros, o no todos tenemos la misma aptitud intelectual para aprender cosas…… pero algo que nuestro bondadoso Dios sabe perfectamente y por eso no nos exige más que aquello que podemos hacer. Y circunstancia que queda perfectamente reflejada en una parábola que Jesús enseñó a sus discípulos y que por extensión también nos afecta a todos nosotros, conocida como la “Parábola de los talentos” y que encontramos en Mat. 25:14-18:
“Porque es justamente como un hombre que, estando para emprender un viaje al extranjero, mandó llamar a sus esclavos y les encargó sus bienes. 15 Y a uno dio cinco talentos; a otro, dos; y a otro, uno, a cada uno según su propia habilidad; y se fue al extranjero. 16 Inmediatamente, el que recibió los cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco. 17 Así mismo, el que recibió los dos ganó otros dos. 18 Pero el que recibió solamente uno se fue y cavó en la tierra y escondió el dinero en plata de su amo.”
Entonces la tarea encomendada a cada uno tenía que ver con la capacidad personal de este uno y no más allá; sin embargo, vemos que mientras los dos primeros rindieron conforme a su capacidad, luego con aquello que se esperaba de ellos, el tercero de ellos enterró la moneda y se olvidó del asunto hasta el momento en que le fuera demandada, eso es, no rindió lo que se esperaba de él. Cuando el amo de esos esclavos volvió, pasó cuentas y retribuyó a cada uno según su esfuerzo, el indolente esclavo que no se ocupó de la tarea encomendada por su amo, se encontró con que este dijo lo siguiente sobre él:
“Por tanto, quítenle el talento y dénselo al que tiene los diez talentos. 29 Porque a todo el que tiene, más se le dará y tendrá en abundancia; pero en cuanto al que no tiene, hasta lo que tiene le será quitado. 30 Y al esclavo que no sirve para nada, échenlo a la oscuridad de afuera. Allí es donde será su llanto y el crujir de sus dientes.”
Luego con la idea que tenemos que quedarnos, es que no vale con creernos lo que esos supuestos “elegidos” de Dios nos cuentan que dice la Biblia, sino que lo que hay que hacer es investigar por nuestra propia cuenta y esforzarnos sinceramente por aprender aquello que nos quiere comunicar Dios mediante Su Palabra; porque si usted se esfuerza y pone sincero empeño en la labor, no solo aprenderá al grado que su capacidad le permita, como ocurre con todo hijo de vecino, sino que eso es lo que se tomará en cuenta en la decisión final que sobre usted tome el Altísimo, en el momento del juicio…... y que como hemos dicho, está al caer.
MABEL
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