“Y la ciudad no tiene necesidad de que el sol ni la luna resplandezcan sobre ella, porque la gloria de Dios la alumbraba y su lámpara era el Cordero. 24 Y las naciones andarán por medio de su luz y los reyes de la tierra, llevarán a ella su gloria. 25 Y sus puertas de ninguna manera se cerrarán de día, pues allí no existirá noche. 26 Y llevarán a ella (los mencionados reyes) la gloria y la honra de las naciones.” (Acotación nuestra).
Claro, la pregunta más inmediata es ¿quiénes son esos reyes? Porque se nos los cita en un contexto en el que se hace referencia a “las naciones” y lo que nos remite al ámbito de lo terrenal, por tanto reyes humanos representantes de dichas naciones, mientras que cuando se atiende al contenido de Rev. 20:6, lo que se nos dice ahí es que estaríamos hablando de inmortales Hijos de Dios como aquellos que reinarán “sobre la tierra” al lado de Jesucristo:
“Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad (eso es lo que significa la inmortalidad), sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años (obviamente, sobre la tierra).” (Acotaciones nuestras).
Luego ¿estamos realmente, ante una flagrante contradicción? No, de ninguna manera, sino sencillamente que estamos delante de la lectura de un pasaje bíblico, hecha por un lector que parte de una idea preconcebida…… la de que solo reinarán en la tierra, Jesucristo y sus 144.000 asociados mencionados en Rev. 14:1:
“Y vi y, ¡miren!, el Cordero de pie sobre el monte Sión y con él, ciento cuarenta y cuatro mil que tienen escritos en sus frentes el nombre de él y el nombre de su Padre.”
La idea que estamos intentando transmitir con este planteamiento, es que para entender las Escrituras hay que, primero, saber leer muy bien y, segundo, “hilar muy fino”, antes de llegar a una conclusión sobre lo leído; en la primera condición, no estamos diciendo que el que uno saque una idea equivocada es porque no sabe leer en el sentido estricto del término, sino que en lo que estamos incidiendo es en lo que acabamos de apuntar: el leer algo con una idea preconcebida. Porque uno puede ser un licenciado en filología hispana (pues este es el idioma en el que nos movemos) y sin embargo, ver condicionada su capacidad de entendimiento por partir de determinado supuesto al iniciar la lectura de cualquier texto escrito…… y es que hay que tener cierta experiencia (fruto obviamente de errores anteriores), para afrontar la lectura de cualquier porción textual en la que se nos intente transmitir determinado mensaje bíblico, con la mente completamente “en blanco”; y con lo que ya podemos acceder a la segunda condición mencionada, eso es, el “hilar muy fino”.
Un “hilar muy fino” que implica el hacer un análisis exhaustivo de lo que uno está leyendo, casi diseccionando su contenido palabra por palabra y luego cuadrar lo entendido, con su contexto más inmediato y, si procede, con el general de las Escrituras…… además y por aquello de asegurarse, contrastar dicho pasaje con lo que del mismo se nos dice en distintas versiones bíblicas y sacar con ello, una amplia perspectiva del contenido que del mismo se nos hace desde la óptica de varios traductores y que, normalmente, siempre suele llevar a un entendimiento cabal de la lectura realizada. Todo ello aplicado al tema que nos ocupa, veamos ahora cuáles son las razones para defender que en ese pasaje de Rev. 21:24 se nos habla de reyes humanos, que nada tienen que ver con los 144.000 que acompañan a Jesucristo en su gobernar sobre la tierra y que, como primera providencia, ya resulta que estos no son “humanos” en el estricto sentido del término…… pero no adelantemos acontecimientos y vayamos paso a paso, eso es, analizando en primer lugar el versículo 23 y en donde parece estar la clave del asunto:
“Y la ciudad no tiene necesidad de que el sol ni la luna resplandezcan sobre ella, porque la gloria de Dios la alumbraba y su lámpara era el Cordero.”
Lo primero que hay que averiguar, entonces, es de qué “ciudad” se nos está hablando y que por aquello de empezar a situarnos, tenemos que una lectura sosegada de ese capítulo 21 del libro de Revelación ya nos muestra que esa “ciudad” no es literal, sino que simboliza el conjunto compuesto por los 144.000 seguidores de Jesucristo…… luego dado que ellos son simbólicamente representados por esa “ciudad”, no tendría sentido el que, como reyes, fueran ellos los que se llevaran a sí mismos la “gloria de las naciones” (v. 24). Por lo que solo sería entendible, el que fueran otros reyes los que les ofrendaran la referida “gloria” y que no significa otra cosa, que el que reyes de la tierra gobernantes sobre esas “naciones” que la componen y en representación de las mismas, acuden a rendirles pleitesía; lo que nos lleva a incidir en el asunto ya mencionado, en el sentido de que eses reyes “de la tierra” son seres humanos, mientras que los miembros del grupo de los 144.000 con Cristo al frente no lo son y de ahí, que en Luc. 20:34-36 se haga una clara distinción entre estos y los hijos de “este sistema de cosas”, eso es, los seres humanos como tales (para más información al respecto, pueden leer nuestro escrito del 18/03/16). No pasemos por alto y para consolidar este aspecto tan importante de la cuestión que estamos tratando, que de esos personajes corregentes con Cristo, ya en su momento se nos dijo lo siguiente:
“Por consiguiente, si alguien está en unión con Cristo, es una nueva creación; las cosas viejas pasaron, ¡miren!, cosas nuevas han llegado a existir.” (2 Cor. 5:17).
Tema del que hablábamos en profundidad en nuestro escrito del 28/10/13 y que les resumimos a continuación: en la Creación observamos solo dos estadios…… uno el material al que pertenece el hombre y otro espiritual, al que pertenecen los ángeles en sus distintas categorías. Sin embargo, en el reino de Dios venidero se añade al conjunto otra creación que no serán hombres como los que conocemos, ni tampoco seres espirituales incorpóreos como los ángeles, sino seres materiales dotados de inmortalidad y lo que significa que son esencia de Dios, pues son Hijos de Este…… un ejemplo gráfico para entender lo que pretendemos decir, es el siguiente: si usted se acerca a la orilla del vasto mar (que podría prefigurar a Jehová Dios) y toma un cuenco de agua, lo que tendrá en dicho cuenco es mar, aunque con una porción infinitamente más pequeña y en lo que podría ser el equivalente a cada uno de esos seres por aparecer…… dicho para entendernos, porciones de Dios a una ínfima escala. De ahí, que se nos hable de una “nueva creación” (obviamente, con una estructura bioquímica totalmente distinta de la que caracteriza al ser humano), totalmente diferente y por ello desconocida, con respecto a lo que hasta el momento hemos visto sobre la tierra.
Por lo tanto, cuando en Rev. 21:24 se nos habla de “los reyes de la tierra”, se nos está hablando de reyes humanos que suben a rendir pleitesía a esos seres majestuosos que representan a la Suprema Soberanía del Dios Altísimo sobre toda la Creación, en calidad de Hijos Suyos; para entender el punto, tenemos que partir de la base que al igual que la tierra de Israel fue dividida en doce partes geográficas en las que asentaron sus respectivas tribus, con sus líderes patriarcales al frente, así la tierra ya dentro de reino de Dios y para una perfecta administración de la misma, será también dividida en lo que hoy conocemos comúnmente como “naciones” y con sus reyes o gobernantes al frente…… porque el que en la tierra habrá reyes de hechura humana, queda constatado por lo que leemos en Rev. 1:4-5:
“Juan, a las siete congregaciones que están en el distrito de Asia: Que tengan bondad inmerecida y paz de parte de “Aquel que es y que era y que viene” (Jehová Dios) y de los siete espíritus que están delante de su trono; 5 y de Jesucristo, “el Testigo Fiel”, “el Primogénito de los muertos” y “el Gobernante de los reyes de la tierra.”
Es interesante al respecto, cómo en otras versiones la posición de Jesucristo con respecto a esos “reyes de la tierra” es vertida como “el dominador de…”, o “el que gobierna sobre…”, o “el que tiene autoridad sobre…” y otros “el soberano de…”; y ello es interesante porque, aunque sorprenda a algunos, Jesucristo no es nada de eso para con sus hermanos, sino que solo se le reconoce la condición de “primogénito” con respecto de ellos:
“…… porque a los que dio su primer reconocimiento también los predeterminó para que fueran hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos.” (Rom. 8:29).
Condición esta que, según las Escrituras, no le daba al que la ostentaba ninguna superioridad “legislativa” sobre el resto de sus hermanos (eso es, que “reinara” sobre ellos), sino simplemente una autoridad “moral” y que le era reconocida mediante el recibir en herencia el doble que sus hermanos…… por poner un ejemplo, digamos que si cada hermano recibía como herencia 100 cabezas de ganado, al primogénito le eran dadas 200 y ello, prescindiendo de la cantidad de hermanos que tuviera: siempre recibía el doble de lo que se le daba a cada uno. Por lo tanto, queda claro que en el pasaje de Rev. 21:24 se hace referencia a reyes humanos que acuden a presentar sus respetos o reconocimiento a esos gobernantes delegados por el Dios Altísimo…… ahora bien ¿de dónde saldrán esos reyes, partiendo de lo que se nos cuenta en Rev. 19:19-21?:
“Y vi a la bestia salvaje y a los reyes de la tierra (los actuales gobernantes) y a sus ejércitos reunidos para hacer la guerra contra el que iba sentado en el caballo y contra su ejército. 20 Y la bestia salvaje fue prendida y junto con ella el falso profeta que ejecutó delante de ella las señales con las cuales extravió a los que recibieron la marca de la bestia salvaje y a los que rinden adoración a su imagen. Estando todavía vivos (eso es, aún activos en el ejercicio de su autoridad), ambos fueron arrojados al lago de fuego que arde con azufre (símbolo de destrucción eterna). 21 Pero los demás (los reyes mencionados y sus ejércitos) fueron muertos con la espada larga del que iba sentado en el caballo, la espada que salía de su boca. Y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.” (Acotaciones nuestras).
Porque tenemos que partir de la base y según lo leído, razonablemente entre los sobrevivientes de la “gran tribulación” (Rev. 7:14), no habrá ninguno que ostente dicha condición de rey…… “pequeño” detalle ya tenido en cuenta por las Escrituras y según se lee en el Sal. 45:16:
“En lugar de tus antepasados (o “padres” según versiones) llegará a haber tus hijos, a quienes nombrarás príncipes en toda la tierra.” (Acotación nuestra).
Luego los que ocuparán esos cargos de “reyes” de las naciones de la tierra (“príncipes”, según el pasaje, pero en todo caso, gobernantes reales) de Rev. 21:24, serán los Abraham, Noé, Moisés, Lot, David, los cabezas patriarcales y todos los etc. que uno quiera añadirle, de entre aquellos personajes prominentes del AT que destacaron por su inquebrantable fidelidad a Jehová Dios.
Por tanto y todo considerado, se puede afirmar con rotundidad que en el pasaje de Rev. 21:24 se hace expresa referencia a reyes o gobernantes humanos que subirán a Jerusalén a rendir pleitesía a esos Reyes de origen celestial, siendo portadores de la alabanza de sus respectivas naciones al Dios Todopoderoso, Jehová de los Ejércitos (1 Sam. 1:11), porque eso es lo que representa el que esos reyes acudan a la Ciudad Santa con la ofrenda de “la gloria y la honra de las naciones” (v. 26) a esos majestuosos reyes de origen divino, delegados del Dios Altísimo…… y es que como ya hemos señalado al inicio de este escrito, no es razonable el pensar que esos poderosos personajes se trajeran a sí mismos, su propia honra y gloria.
MABEL
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