La Biblia…… y su capacidad de síntesis
“Santifícalos por medio de la verdad; tu palabra es la verdad”
Estas palabras pronunciadas por Jesús y registradas en Juan 17:17, si bien son una garantía para la persona que se interesa sinceramente en los cosas de Dios, no dejan de ser un tanto curiosas, por no decir sorprendentes, cuando uno observa la situación creada alrededor de las Escrituras y que se traduce en una total confusión acerca de su contenido: ahí están las miles de denominaciones religiosas dentro de la llamada cristiandad, cada una con sus respectivos credos, liturgias, dirigentes (pastores, curas, ancianos, reverendos, etc.) y con enseñanzas diametralmente opuestas entre sí y todo ello, partiendo de esa verdad indisputable que es la Biblia; y que por aquello de que “éramos pocos y parió la abuela” que diría el castizo, se suman al cotarro esos “genios” de la interpretación bíblica que andan por libre y que publican en Internet un disparate detrás de otro…… luego ¿cómo se puede entender semejante espectáculo?
Y claro, a falta de una mejor respuesta para explicar el “sarao” que tenemos montado, muchos llegan al extremo de afirmar que parte de la “culpa” de dicha situación, radica en el hecho de que la Biblia contiene un registro sumamente condensado de los acontecimientos en ella reflejados y que no entra en el fondo de los asuntos de los que trata con el máximo detalle, algo que en principio es cierto…… no el que la culpa sea de la Biblia, sino que la información contenida en la misma está ciertamente condensada o resumida. Pero no es menos cierto, no obstante, que los que así se pronuncian no son otros que aquellos que parten en su intento por entender las Escrituras, de ideas preconcebidas y que lo único que pretenden es que la Biblia diga aquello que les interesa que diga, para el “correcto” desarrollo de sus megalómanos sueños, aunque sea retorciendo para ello hasta lo indecible lo en ella contenido como, por ejemplo, esa disparatada idea actual de ser uno un “ungido” o Hijo adoptivo del Altísimo y afirmación que se apoya en textos sacados de cartas dirigidas a personas que vivieron hace casi 2.000 años, con sus particulares problemas, necesidades y circunstancias…… y personas con las cuales actualmente no tenemos nada que ver. Sin embargo y volviendo al tema, información resumida que no deja de ser totalmente razonable en varios aspectos; tengamos en cuenta, en primer lugar, que solo tocante al ministerio terrestre de Jesús, el apóstol Juan ya escribió lo siguiente:
“Hay, de hecho, muchas otras cosas que Jesús también hizo, que si se escribiesen alguna vez en todo detalle, supongo que el mundo mismo no podría contener los rollos escritos.” (Juan 21:25).
Queda claro entonces, que una obra que transmitiera la información en todos sus aspectos y detalles desde el principio de la creación en adelante, hasta el fin del primer siglo E.C. y que es para cuando se escribió el último libro de la Biblia, Revelación o Apocalipsis, habría contenido mucho más material, no solo del que se podría poner por escrito, como afirma Juan, sino del que un ser humano pudiera llegar a leer y entender a lo largo de su corta existencia. Aparte del hecho físico de que por volumen sería materialmente imposible contener dicha información en una biblioteca personal, amén de que poquísimas personas pudieran haberse dado el lujo de comprarla y además, sin duda alguna, que tal obra no habría llegado a estar disponible en todos los idiomas principales de los habitantes de la Tierra, como sí lo ha estado la Biblia por décadas, pues estaríamos hablando del libro más difundido y por mucho además, de toda la historia del ser humano. Por consiguiente, a fin de que esto pudiera llegar a ser así y todos aquellos que desearan beneficiarse personalmente de su contenido pudieran hacerlo, la Palabra de Dios tenía que ser un registro resumido o condensado, de fácil manejo, coste reducido y traducido a la mayor cantidad posible de idiomas del mundo; máxime si tenemos en cuenta la razón para la que fue esta fue escrita y algo de lo que habláramos después.
Pero además y continuando con nuestro desarrollo, el hecho de que se trate de un relato abreviado, no hace sino acrecentar el valor del registro bíblico, pues los puntos verdaderamente importantes no son oscurecidos por cantidad de detalles insignificantes que pudieran dispersar la atención del lector en el tema focal, eso es, en aquello que es de verdadera importancia para todos nosotros. Por otra parte y para el propósito que fue concebido, el mensaje de la Biblia es sencillo y directo, como se ilustra desde su mismo inicio: y es que ya en su primer capítulo, se identifica a Dios como el Creador de los cielos y de la Tierra y anunciándonos sus obras creativas terrestres en un perfecto orden cronológico; pero también es cierto que no se nos dan detalles menores en cuanto a la composición del universo físico, las leyes que lo gobiernan ni el procedimiento que Dios usó para darle existencia y ponerlo en movimiento, con lo cual cualquier profesional o simplemente apasionado en la materia podría decir, que en ese sentido la información recibida es incompleta…… no obstante, el silencio de la Biblia en cuanto a estos temas no es un defecto. Porque teniendo en cuenta la dificultad que tiene el hombre por lo general, en cuanto a entender asuntos científicos mucho más sencillos (¡aún andamos a vueltas con la teoría de Darwin!)…… ¡como para endosarle un relato detallado de cosas verdaderamente desconocidas para la experiencia humana y obviamente lejos de su comprensión! Y además, que la Biblia no es un tratado de astronomía, geometría o ciencias varias, sino que tiene un propósito determinado y que no va precisamente por ahí.
Aunque en realidad sí se nos da información sobre el origen del universo, como de otras muchas cosas en el registro escritural, pero ya otra cosa es el que los hombres en sus limitaciones y sobre todo, en su cerrazón de no querer aceptar la información divina como punto de partida para sus investigaciones, lo pasen por alto:
“Levanten los ojos a lo alto y vean. ¿Quién ha creado estas cosas? Es Aquel que saca el ejército de ellas aun por número, todas las cuales él llama aun por nombre. Debido a la abundancia de energía dinámica, porque él también es vigoroso en poder, ninguna de ellas falta.” (Isa. 40:26).
Tuvieron que pasar muchos siglos, antes que el hombre diera con la fórmula matemática que demuestra fehacientemente dicha afirmación divina: E=mc2 o lo que es lo mismo y para simplicar, que así como la materia se transforma en energía, esta a su vez se transforma en materia…… o sea que usted, nosotros, la silla en la que se sienta, el vehículo que conduce, eso es, todo lo que es materia a su alrededor, no es más que energía en estado sólido; eso sí, tuvo que aparecer una mente privilegiada como la de Albert Einstein para plasmar dicha realidad en una fórmula científica y genial mente además, que en una clara muestra de saber de lo que hablaba, acuño la siguiente lapidaria frase: “Un poco de ciencia nos hace ateos, pero un conocimiento profundo de las cosas, nos lleva a Dios”.
Por otra parte y volviendo al tema que nos ocupa, el contenido sencillo y directo incluido en la Palabra de Dios, ya a partir del primer capítulo de Génesis hasta su conclusión en Revelación, suministra información más que suficiente para conocer y por supuesto hacer, la voluntad de Dios y sin necesidad de otro tipo de consideraciones; algo que debería de impelernos a manifestar una expresión sincera de fervoroso reconocimiento, como la formulada por los veinticuatro ancianos que vio el apóstol Juan en visión:
“Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas.” (Rev. 4:11).
Al mismo tiempo no se puede afirmar sin faltar a la razón, que la ausencia de descripciones extensas en la Biblia acerca de los pormenores de las obras creativas del Altísimo, significara de alguna manera que Este quisiera que el hombre permaneciera en ignorancia acerca de ciertos temas; pues si Él se hubiera propuesto eso, no habría dotado al hombre con la habilidad para pensar y razonar, lo que le permitía sacar lógicas conclusiones sobre las cosas. Y es que el hecho de que el Creador quería que el hombre usara su mente, para indagar sobre lo maravilloso de Su creación, se pone de manifiesto al haberle dado al primer hombre, Adán, el encargo de poner nombre a todos los animales (Gén. 2:19-20) y que de ninguna manera estaríamos hablando de una tarea fácil, pues lo nombres derivados del lenguaje de nuestros primeros padres eran descriptivos, eso es, que reflejaban características propias del animal, planta, o árbol del que se tratare. Por ejemplo, la voz hebrea para asno “jamóhr”, proviene de una raíz que significa “enrojecer”, con la que se hace referencia al tono habitual del pelaje de este animal; el nombre hebreo para la tórtola o paloma “tohr o tor” transmite foneticamente al característico arrullo “torrr torrr” que emite la citada ave; o en hebreo, almendro se dice “shaqed” y significa “vigilante" o bien “el que despierta” por ser el primer árbol que florece antes de la primavera…… o sea que Adán tuvo que ejercer dotes de observación y después razonar con lógica sobre lo observado para dar a cada elemento, animal o planta de su entorno, el nombre que lo distinguiera de los demás especímenes.
Sin embargo, eso también muestra por otra parte, que no era necesario que el Dios Todopoderoso suministrara exhaustiva información en cuanto a determinadas cosas, puesto que el hombre podía averiguarla por sí mismo, usando las facultades que Este le había dado para ello…… y ahí es en dónde llegamos al asunto que pretendemos considerar con todos ustedes y esbozado al principio del artículo. Porque debido a cierta injerencia de un malévolo personaje (Satanás) por todos conocida, el propósito del Altísimo de colocar a Su creación humana en una tierra idílica, en constante perfección, sin muerte ni enfermedades que pudieran perturbarlo, fue alterado y por lo que Jehová Dios consideró oportuno explicarnos, no solo por qué estamos en la situación en la que se encuentra la humanidad a través de los tiempos y siempre tirando a peor, sino los planes trazados por Él trazados para devolver al ser humano a la posición inicial de felicidad propuesta en un principio…… y eso lo hace por medio de esa carta personal dirigida a cada uno de los seres humanos y que es la Biblia, en donde no solo nos explica los pormenores de Su Plan, sino que nos ofrece la información necesaria para beneficiarnos del mismo y algo que conocemos como el conseguir la “salvación”.
No obstante, el hombre no puede adquirir esta información de vital importancia y que tiene que ver con el llegar a “conocer” al Dios invisible y los propósitos de Este para con él, por medio de investigación y observación física de su entorno (que es en lo que se basa la ciencia), prescindiendo de lo extensamente que estudiara el universo material y por lo que permanecería ignorante en cuanto a los atributos cualitativos, el nombre y fundamentalmente, de los propósitos y voluntad del Creador con respecto de aquellos que desean conseguir Su favor…… y aquí es donde entra en liza la Palabra de Dios, la Biblia, que básicamente sirve para poner esta información de vital importancia, al alcance del ser humano. Por lo tanto, aunque de ninguna manera es exhaustivo, el registro bíblico suministra todo lo que el hombre necesita para conseguir la aprobación y consecuentemente la vida eterna (o salvación) de parte de su Creador Jehová Dios; por esta razón, fue que el apóstol Juan pudo escribir lo siguiente:
“Por supuesto Jesús ejecutó muchas otras señales también delante de los discípulos, que no están escritas en este rollo. 31 Mas éstas (las que sí están contenidas en la Biblia) han sido escritas para que ustedes crean que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios y que, a causa de creer, tengan vida por medio de su nombre.” (Juan 20:30-31). (Acotación nuestra).
O lo que sería lo mismo, el que se pudiera alcanzar la “salvación” mediante el ejercer fe en su sacrificio de rescate y que es en definitiva, lo realmente importante en estos momentos para el ser humano; sin embargo, puesto que pudo haberse dicho mucho más acerca de Jesús, según Juan, algunos quizás se pregunten el porqué de los tres restantes relatos paralelos del evangelio, a saber, los de Mateo, Marcos y Lucas, pues a menudo dichos escritos informan de los mismos sucesos y con lo que nos encontraríamos con la siguiente aparente incongruencia: mientras que por una parte se nos resume hasta el extremo grandes porciones del conjunto escritural, por la otra tal parece que se da información repetitiva de un mismo suceso en eso relatos; pero puesto que nos consta que nuestro Creador sabe muy bien como hace las cosas, obviamente siempre en nuestro beneficio ¿cuál sería entonces, la razón detrás de dicha circunstancia?
La razón por la cual se hizo esto, se hace evidente cuando consideramos que en el conjunto de dichos cuatro relatos del evangelio, se suministra la base o fundamento para el principal tema que trata la Biblia y que está directamente relacionado con el ejercer fe en Jesucristo como el Hijo de Dios y todo lo que ello conlleva…… y fe que es esencial para el que uno consiga la vida eterna, como se nos muestra en Juan 3:16:
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.”
Luego puesto que el rechazar o aceptar el testimonio acerca de Jesucristo, sería realmente un asunto de vida o muerte y cuestión a la que todos nos enfrentamos, dicha repetición por cuadriplicado estaría en consecuente armonía con el principio bíblico de que los asuntos graves y este sin duda alguna lo es, deben ser establecidos “por boca de dos o tres testigos” (Deut. 19:15)…… o más, si se tercia y como es el caso. De ahí, el que nuestro Creador se encargara de que cuatro hombres diferentes registraran los sucesos del ministerio terrestre de Jesús, pues lógicamente el testimonio de cuatro distintos testigos sobre la vida de determinada persona, puede suministrar una base sólida para ejercer fe en la figura de la misma, en este caso de Jesucristo. Aunque no es menos cierto que habiendo cuatro distintas versiones de un mismo suceso, deberíamos de esperar encontrar variaciones en los relatos, así como también detalles aparentemente contradictorios, pero que lejos de generar discrepancias de contenido entre los cuatro relatos, como afirman algunos “entendidos” en la materia, más bien al contrario pueden ayudarnos a obtener un cuadro más completo de los sucesos relatados, pues estaríamos hablando de información que lejos de contradecirse, sencillamente se complementa…… habría que resaltar además, que en sí mismas esas variaciones suministran una base adicional para la fe, ya que demuestran que no hubo ninguna colusión o pacto ilícito con ánimo de engañar, entre los escritores de estos cuatro relatos.
Por otra parte, el que la Biblia no suministre todos los detalles acerca de determinado asunto, también cumple con otro importante fin: “elimina” como indeseables a los que no desean sinceramente hacer la voluntad de Dios y algo que tenía que ver y como comentábamos en el artículo anterior a este “La parábola de la “gran cena” ”, sobre la forma de enseñar de Jesús, eso es, a base de parábolas o ilustraciones. No obstante, incidamos en el asunto y reseñemos algo que sucedió en el primer siglo E.C y como ejemplo de lo que estamos afirmando; veamos unas, en principio, polémicas palabras que en cierta ocasión Jesús les dijo a sus seguidores:
“Muy verdaderamente les digo: A menos que coman la carne del Hijo del hombre y beban su sangre, no tienen vida en ustedes.” (Juan 6:53).
En esa ocasión y como sí hacía con sus apóstoles en todas las parábolas o ilustraciones por medio de las que presentaba sus enseñanzas, no explicó el significado de esa afirmación, en el sentido de cómo fuera posible que otros podrían alimentarse de “comer” su carne y “beber” su sangre…… circunstancia que derivó en que muchos dejaran de asociarse con él. Y es que perdieron de vista completamente, todas las otras cosas maravillosas que Jesús había dicho y hecho que, obviamente, les tenía que haber dado a entender que este no podía de pronto, prácticamente incitar al canibalismo a sus oyentes, sino que dada la recta personalidad de Jesús y la sabiduría contrastada de sus enseñanzas, sencillamente estaban ante una declaración de la que no entendían su significado; y el que ellos no buscaran una explicación razonable ante dicha afirmación y sin más, abandonaran su discipulado, indicó que no le tenían verdadero aprecio a Jesús o a su mensaje y en consecuencia, merecían el ser “eliminados” de entre los demás como indeseables seguidores. Porque recordemos, que a raíz de la situación creada, Jesús en ese mismo momento preguntó a sus apóstoles, lo siguiente:
“Debido a esto, muchos de sus discípulos se fueron a las cosas de atrás y ya no andaban con él. 67 Por eso Jesús dijo a los doce: “Ustedes no quieren irse también, ¿verdad?”. 68 Simón Pedro le contestó: “Señor ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida eterna; 69 y nosotros hemos creído y llegado a conocer que tú eres el Santo de Dios”.” (Juan 6:66-69).
Entonces aunque tampoco ellos entendieron en ese momento las palabras tan sorprendentes de Jesús, en los apóstoles prevaleció el conocimiento que tenían de Jesús y que les daba la convicción de que de él no podía partir nada que fuera incorrecto y lo que les permitió, más adelante, no solo entender lo que quiso decir el Hijo de Dios con esas conflictivas palabras, sino y como parte más importante de la cuestión, no perder la maravillosa oportunidad de en un futuro, sentarse a su lado en un trono para gobernar al mundo en nombre o representación, del Soberano sobre todo el Universo, Jehová Dios.
Y volviendo a aquellos que lo abandonaron, lo mismo puede sucederle a muchos en la actualidad, que quizás leyendo un pasaje en particular en la Biblia y, puesto que no se dan allí precisamente (sí en otro lugar) todos los detalles para un completo entendimiento del mismo, comiencen a dudar, por ejemplo, de si Dios realmente fue justo cuando ejecutó juicio en determinado momento y en cierto caso en particular. Por lo que olvidándose del hecho que ellos no estuvieron en la escena de lo acontecido, por lo que no conocen todos los hechos envueltos en el asunto y pasando por alto el testimonio abundante que se encuentra en otras partes de la Biblia acerca de la justicia de Dios, quizás lleguen a tropezar al imputarle malos motivos al Creador y de quién se afirma en las Escrituras que “todos sus caminos son justicia” (Deut. 32:4). De hecho, sin embargo, no son pocos los que acusan a Dios de todas las cosas males que nos pasan y por lo que no se interesa en nosotros, olvidándose que Este dio a Su Hijo en sacrificio por nosotros, aun siendo pecadores, para que podamos alcanzar la vida eterna (Juan 3:16; Rom. 5:8).
Por lo que, cuánto mejor sería que las tales personas consideraran el testimonio de la Biblia a la luz del contexto general de la misma sobre el asunto del que se trate y, por ejemplo, valoraran el hecho de que Dios estaba dispuesto a perdonar a las notoriamente inicuas ciudades de Sodoma y Gomorra y circunvecinas ¡con tan solo que diez personas de entre ellas fueran justas! Solo cuando quedo fehacientemente probado que ni siquiera pudo hallarse entre tanta multitud, esa ínfima cantidad, el Altísimo se encargó de que el justo Lot y sus hijas fueran sacados de allí y tomó acción en contra de la perversidad de aquellas inicuas personas (Gén. 18:22-32; 19:15-16). Entonces y a la luz de lo expuesto ¿pudiera alguien con razón, poner en tela de juicio correctamente la justicia de Dios, cuando en determinado suceso de juicio, no se suministran todos los detalles sobre el porqué del mismo? Ciertamente lo que Dios hizo en este caso, respondió satisfactoriamente al planteamiento de Abrahán:
“¡Es inconcebible de ti el que vayas a obrar de esta manera para dar muerte al justo con el inicuo, de modo que tenga que ocurrirle al justo lo mismo que le ocurre al inicuo! Es inconcebible de ti. ¿El Juez de toda la tierra no va a hacer lo que es recto?”.” (Deut. 18:25).
Y lo que derivamos de los ejemplos presentados, es que para llegar a alcanzar la “salvación”, es imprescindible el tener una confianza absoluta en el registro de las Escrituras, aunque en principio algo se resista a nuestro entendimiento y cimentada en las siguientes palabras del apóstol Pablo:
“Toda Escritura (eso es, el entero registro bíblico) es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, 17 para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra (y logre su objetivo de alcanzar la “salvación”).” (2 Tim. 3:16-17). (Acotaciones nuestras).
Pero partiendo de esta premisa, permítannos dos pequeñas matizaciones: primero, que una cosa es lo que dicen las Escrituras y otra muy distinta, lo que tanto “despendolao” que se cree “ungido” que anda por ahí suelto, sea que vaya por libre o esté encuadrado en alguna organización religiosa, le cuente lo que estas quieren decir; y en segundo lugar, relacionado con lo que acabamos de afirmar sobre tanto “ungido”, que la “salvación” en general no es lo que le cuentan esos mencionados personajes que es y tergiversando con ello totalmente el sentido escritural. Por lo tanto, lo recomendable es que “beba” usted directamente de la fuente, eso es, que lea directamente de la Biblia para su particular instrucción sobre los propósitos del Altísimo acerca de usted y no se fie de lo que entienden otros que dice la misma; o en su defecto, si no está muy puesto en ese menester y necesita una “ayudita” (algo que hemos necesitado todos en nuestros inicios) y por lo que tiene que recurrir a diversas fuentes de información, como pudiera ser este escrito que ahora está leyendo, contrastar siempre con su ejemplar de las Escrituras si lo que se le dice o lee, se ajusta al contenido de las mismas o no…… y siempre, por supuesto, a partir de lo que usted entiende de los textos bíblicos que se le muestran como apoyo de tal o cual planteamiento, así como de la correcta relación que puedan tener o no, con el planteamiento que se le está presentando.
Porque, por ejemplo, tomemos por caso la definición que hacen esos “genios” en entendimiento bíblico y que van presumiendo de ser Hijos adoptivos de Dios (eso es, “ungidos”), del término “salvados”: según ellos, eso significa que inmediatamente después de ser uno bautizado en agua y ya de manera automática, uno recibe la adopción como Hijo de Dios y lo que ya le asegura, obviamente si mantiene una conducta intachable en su vida y en el caso que muera (muchos pasarán con vida al reino de Dios) el resucitar con la condición de inmortal rey y sacerdote, lo que le lleva a gobernar al lado de Jesucristo en el milenario reino de Dios…… y en el caso que llegue dicho milenio antes de la muerte de uno, el ser transformado o “cambiado” en vida su cuerpo mortal por uno inmortal y así acceder a tan privilegiada posición; y algo que la Biblia no dice por ningún lado, a menos eso sí, que Rev. 20:6 nos mienta.
Porque lo que la Biblia nos dice realmente sobre el particular, es que al hombre nacido en pecado y que somos todos, estamos de entrada condenados a la destrucción eterna en función de la advertencia que en su momento Jehová le dio a Adán y que este no respetó:
“Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás.” (Gén. 2:17).
Y significando la violación de dicha advertencia y como daño “colateral”, eso es, aparte de la muerte para nuestros primeros padres, la condena para toda su descendencia y que somos la humanidad existente en general desde el momento del pecado en adelante, a la mencionada destrucción eterna y algo que queda claro de las palabras que siguieron a la comisión del pecado:
“Y a Adán dijo: “Porque escuchaste la voz de tu esposa y te pusiste a comer del árbol respecto del cual te di este mandato: “No debes comer de él”, maldito está el suelo por tu causa. Con dolor comerás su producto todos los días de tu vida. 18 Y espinos y cardos hará crecer para ti, y tienes que comer la vegetación del campo. 19 Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás.” (Gén. 3:17-19).
Luego puesto que antes de ser creado del polvo de la tierra, Adán no existía como ser viviente, al ser devuelto al mismo dejaba de existir de nuevo…… y puesto que eso es lo que nos dejó en herencia, ese es el final miserable que espera al ser humano y algo que el autor del libro de Eclesiastés, nos explicó de la siguiente gráfica manera:
“Yo, yo mismo, he dicho en mi corazón, tocante a los hijos de la humanidad, que el Dios verdadero va a seleccionarlos, para que vean que ellos mismos son bestias. 19 Porque hay un suceso resultante respecto a los hijos de la humanidad y un suceso resultante respecto a la bestia y ellos tienen el mismo suceso resultante. Como muere el uno, así muere la otra; y todos tienen un solo espíritu, de modo que no hay superioridad del hombre sobre la bestia, porque todo es vanidad. 20 Todos van a un solo lugar: del polvo han llegado a ser todos y todos vuelven al polvo.” (Ecle. 3:18-20).
Sin embargo, el Altísimo Soberano sobre todo el Universo, Jehová Dios, en su infinito amor y misericordia hacia Su creación humana y ante el hecho que el hombre se hallaba impotente para poder aportar solución a tan grave situación (Sal. 49:6-9), nos proveyó un rescate apropiado para “todos” (1 Tim. 2:6) en la figura de un Hijo que en su momento apareció sobre la tierra y que mediante ofrecer su vida, nos rescató de este trágico final que nos aguardaba o lo que es lo mismo, nos salvó de tal condenación y que nos vino impuesta por la irresponsable actitud de nuestros primeros padres. La promesa de nuestro Creador entonces para con nosotros, la humanidad en general, es que aquellos que ejerzan fe en la sangre derramada por Jesucristo en nuestro favor y en concepto de rescate, podrán alcanzar la total restauración (Hech. 3:20-21) durante ese reino milenario, tanto física, como mental y espiritual y con lo que se les dotará de los necesarios elementos para poder enfrentar, en el momento que de nuevo se haga presente Satanás (Rev. 20:7-8), la misma cuestión que enfrentaron nuestros primeros padres y con ello, responder cada uno por sí mismo (y no otro en lugar de él, como fue al principio) al planteamiento que dicho maligno personaje les hiciera a Adán y Eva; los que adopten la posición correcta, accederán a la vida eterna, mientras que aquellos que sigan los pasos de nuestros primeros padres, se enfrentarán a la destrucción eterna o muerte segunda y de la que ya no hay posibilidad de rescate alguno (Rev. 20:14).
Ahora bien ¿qué diferencia existe entonces entre esta salvación general y aquella que tenía que ver con los primeros seguidores de Jesucristo, que habían recibido la adopción como Hijos de Dios y forma de salvación que se arrogan esos farsantes que actualmente se identifican como “ungidos”? Pues el que esos personajes y en función del pacto que Jesús, en nombre de su Padre Celestial, estableció con ellos (Luc. 22:28-30), no tienen que esperar al fin de los mil años pasar la citada prueba final para alcanzar la inmortalidad (y que no es lo mismo que la vida eterna), sino que ya les es concedida y a diferencia del resto de mortales, en el mismo momento de levantarse en la resurrección y a la que se le añade el título de reyes y sacerdotes para gobernar al lado de Jesucristo en el reino de Dios. Y que siendo a efectos prácticos lo mismo, no es la misma situación en cuanto a calidad el ser una criatura inmortal, que el tener uno simplemente acceso a poder vivir eternamente: por ejemplo, los ángeles pueden vivir eternamente, pero no son inmortales (1 Tim. 6:16)…… por lo que ese privilegio, solo aplica a aquellos pocos que han de reinar con Cristo y algo de lo que hablamos con más detalle en nuestro artículo “¿Para quiénes se escribió la Biblia?”
Por lo que les repetimos, que una cosa es lo que dicen las Escrituras y otra muy distinta, lo que nos cuentan algunos “enteraos” que estas dicen y que casi siempre suele parecerse lo mismo que un huevo a una castaña; un ejemplo lo tenemos y algo que ya hemos apuntado, en la absurda enseñanza que cuando uno se bautiza en agua, automáticamente ya es “ungido” o reconocido como Hijo adoptivo de Dios y de lo cual la Biblia no dice ni media palabra de ello, pues el acceder a dicha condición solo se lograba mediante la imposición de manos por parte de los apóstoles, algo para lo que solo estaban facultados ellos (más Pablo en su momento) y ya no por parte de aquellos, que a través de dicha imposición de manos habían recibido su propio reconocimiento como verdaderos Hijos adoptivos de Dios. Y siendo este el caso, solo habría que razonar que en morir el último de los apóstoles, se acabó dicha posibilidad de recibir por parte del personal, la unción divina y con lo que a día de hoy, no pueden existir sobre la tierra personas que mantengan dicha relación paterno/filial con el Supremo Hacedor…… que lo afirmen es una cosa, pero el que la tengan de verdad ya es otra. Y algo de lo que hablamos extensamente en nuestro escrito del 04/05/12 titulado “El bautismo en agua…… ¿está aún vigente?” y que le sugerimos que lea, amigo lector, para obtener una más amplia perspectiva de lo que queremos decirle en lo que está leyendo en este momento.
Luego todo considerado, su usted quiere entender correctamente lo que su Creador le quiere explicar a través de Su Palabra y no estando muy puesto en el tema, requiere de ayuda, no tiene más y si se apoya en nuestros escritos (o en los de quién sea), que contrastar con atención aquellos textos bíblicos que usamos para documentar nuestros planteamientos con su propio ejemplar de la Biblia y luego, razonar sobre lo leído con lógica y sentido común, para ver si lo que usted entiende de ellos es lo mismo que le contamos nosotros que dicen…… pero en todo caso, no permita que nunca nadie, nosotros o cualquier otro, le diga lo que usted tiene que creer sobre la Palabra de Dios, porque ese otro, quién sea, así lo entienda o crea. Porque recuerde: su Creador, le dirige el mensaje directamente a usted y por lo que no puede existir organización religiosa alguna o “iluminados” que vayan por libre dando la “vara” por ahí, que tengan a su cargo el “interpretarle” dicho mensaje…… sencillamente, es personal e intransferible.
MABEL
miércoles, 23 de enero de 2013
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