Apologista Mario Olcese...... Rev. 13:8 y la “presciencia” y “predeterminación” de Dios
Y aunque les parezca un tanto extenso y diversificado el titular, no se preocupen pues les estamos hablando de una misma cosa y que tiene que ver con el contencioso que nos llevamos entre manos con el Sr. Olcese…… lo cual es un decir, pues los únicos que hablamos del tema somos nosotros, puesto que él y cual damisela ofendida, aparte de lamentarse del mal trato que le da cierto “españolito que anda por ahí”, ha sido incapaz de ofrecer razonamiento alguno del porqué de su planteamiento. Pero que en todo caso, nos comprometimos en nuestro anterior escrito del día 2 del corriente mes de Enero, a hablarles en este artículo del texto de Rev. 13:8 y que sirve de base a D. Mario para sostener su idea de que Jehová mediante el don de la “presciencia”, ya conocía de antemano lo que haría su creación, mucho antes de crearla y por lo que pudo “predeterminar” una serie de acontecimientos “necesarios”, entre ellos la entrada del pecado en el mundo, para que la humanidad pudiera “gozar” de la oportunidad de llegar a conocer de su amor, misericordia, bondad, paciencia…… en definitiva, de “cuanto” nos ama.
Por ello, hemos decidido hablarles de todo un poco, pues todo ello en conjunto está directamente relacionado con la exposición hecha por dicho caballero (¡qué generosos somos!) y siempre en función de lo que buenamente hemos conseguido averiguar, pues es obvio que no somos expertos en esos conocimientos (no somos teólogos) y por lo que ya les advertimos que lo que les vamos a plantear, hay que tomarlo con todas las cautelas del mundo y considerarlo como un simple punto de vista y por lo tanto, susceptible de ser corregido. Pero dicho lo cual y puesto que lo prometido es deuda, empecemos en primer lugar analizando el contenido del citado pasaje y averigüemos que se nos dice en él, que pudiera servir de apoyo de alguna manera, al Sr. Olcese para mantener tan inconcebible planteamiento:
“Y todos los que moran en la tierra la adorarán; el nombre de ninguno de estos está escrito en el rollo de la vida del Cordero que fue degollado, desde la fundación del mundo.” (Rev. 13:8).
A partir de ahí y sin entender siquiera lo que está leyendo, pues no tiene ni la más remota de idea de ello a juzgar por el resultado final de su plenteamiento, el Sr. Olcese ya deduce de la expresión “fundación del mundo” (o “principio del mundo” según vierten otras traducciones), que esta nos sitúa en un momento anterior a empezar Jehová con la creación humana y que viendo en Su “presciencia” la que se le estaba viniendo encima, “predeterminó” una serie de acontecimientos, entre ellos el show del jardín del Edén y que derivó en el pecado y las fatales consecuencias del mismo de miles de años de sufrimiento, dolor, muerte y amargura para el personal, pero eso sí, todo ello por una buena causa ¡al final Dios, nos podría mostrar “cuanto” nos quiere!...... y que ya nos disculparán ustedes, pero ya hay que ser inmoral para sugerir siquiera semejante idea. Pero veamos aunque sea muy sucintamente, lo que tenemos que entender de la expresión “fundación del mundo” eso es, en dónde nos coloca dicha expresión “fundación” en la corriente del tiempo: si antes de producirse la creación humana como afirma D. Mario, o después de producirse el pecado como mantenemos nosotros; y para ello, podríamos empezar analizando unas palabras de Jesús:
“…… para que la sangre de todos los profetas vertida desde la fundación del mundo sea demandada de esta generación, 51 desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue muerto entre el altar y la casa’. Sí, les digo, será demandada de esta generación.” (Luc. 11:50-51).
Entonces y dado que Abel no fue un profeta en el estricto sentido de la palabra, tal podría parecer que Jesús colocó la “fundación del mundo”, como paralelo a la existencia de la descendencia Adán y Eva, en este caso de Abel, el segundo de los hijos de Adán y por lo cual este y su esposa Eva, ya hacía muchísimo tiempo que habían sido creados y por lo que lo razonable hubiera sido, que para datar dicha “fundación del mundo” se tomara como punto de referencia a nuestro primer padre y no a uno de sus hijos, nacido mucho tiempo después de la creación de este; es cierto por otra parte, el que se hubiera podido mencionar a Abel como el primer mártir de la historia religiosa y de ello el hacer referencia al mismo, pero lo cual no quita el hecho de que se relaciona el suceso de Abel con la “fundación” del mundo…… por lo que la pregunta sería ahora y para ir avanzando en nuestra investigación ¿de que “mundo” se nos estaría hablando?
En el pasaje mencionado, la palabra “mundo” traduce el término griego kó·smos en su acepción de “mundo de la humanidad” y por lo que tendríamos que tener en cuenta que este término en las Escrituras Griegas Cristianas, bíblicamente tiene tres acepciones posibles, como son, 1º: el conjunto de la humanidad, con independencia de su modo de vida o condición moral; 2º: las circunstancias en las que una persona nace y vive (en este sentido guardaría una cierta analogía con la palabra griega ai·on o “sistema de cosas”) y 3º: la humanidad “rebelde” en su conjunto y excluidas por tanto, aquellas personas aprobadas por Jehová. Entonces cobraría fuerza la idea de que Jesús usó la expresión “fundación del mundo” para referirse al nacimiento de los hijos de Adán y Eva, con lo que se produjo un mundo de seres humanos y siendo que está claro, que por “mundo” tenemos que entender este actual en el que vivimos, sumido en el pecado y en el que nos vemos incursos los seres humanos en cualquiera de las tres acepciones mencionadas; y “mundo” por otra parte, que es el único que existe, por lo que no se nos podía estar haciendo referencia a ningún otro…… y pareciendo confirmar dicha idea, las palabras del apóstol Juan registradas en el siguiente pasaje:
“…… porque todo lo que hay en el mundo, el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno, no se origina del Padre, sino que se origina del mundo.” (1 Juan 2:16)
Eso es, del mundo “creado” por Satanás por medio del pecado edénico y que tuvo su inicio o “fundación”, no en Adán y Eva (creados perfectos), sino en los descendientes de estos y que fueron los primeros en nacer bajo el pecado que domina al mundo mencionado por Juan y lo cual colocaría la “fundación del mundo” señalada en Rev. 13:8 y texto que sirve de referencia o base al Sr. Olcese para su disparatada afirmación, para después del pecado y no antes de la creación de Adán y Eva y a partir de lo cual, ahora ya sí y con el propósito de enmendar el entuerto producido, Jehová pudo diseñar un plan de redención para devolver a la humanidad al mundo anterior que se había perdido y que ya no existía…… plan en el que estaba contemplado hasta el más ínfimo detalle y lo que permitió, por ejemplo a Juan, miles de años después, decir que el “cordero” (Jesucristo) fue “degollado desde la fundación del mundo” (Rev. 13:8) y con lo que todo empieza a adquirir una cierta lógica. Y confirmaría nuestra idea, el hecho de que el sentido de la palabra griega de la que se traduce el término español “fundación” es ka·ta·bo·lés o literalmente “echar hacia abajo simiente” y lo que vendría a reflejar gráficamente, el momento de la fecundación de la mujer por el varón y que conocemos como “acto sexual”; por lo que veamos unas palabras de Jesús y la interpretación que de las mismas se hace:
“Padre, en cuanto a lo que me has dado, deseo que, donde yo esté, ellos también estén conmigo, para que contemplen mi gloria que me has dado, porque me amaste antes de la fundación del mundo.” (Juan 17:24).
Y expresión la señalada en “negrita” que se traduce del griego pro ka·ta·bo·lés y que significa literalmente (al menos hasta donde hemos podido averiguar) como “antes de un echar simiente” y lo que vendría a confirmar, que el plan redentor del Altísimo tomó forma, no antes de la creación de nuestros primeros padres, como incomprensiblemente nos quiere “vender” Apologista Mario Olcese, sino después y más concretamente en el momento de la aparición de la primera descendencia de Adán y Eva, eso es, Caín…… y algo que nos confirmaría sin lugar a duda alguna (a menos que Jehová mintiera) las siguientes palabras y que ya daban a entender la puesta en marcha un Plan divino, tendente a la reparación del mal causado y pronunciadas instantes antes de ser expulsados del paraíso nuestros primeros padres:
“Y Jehová Dios procedió a decir a la serpiente: “Porque has hecho esta cosa, tú eres la maldita de entre todos los animales domésticos y de entre todas las bestias salvajes del campo. Sobre tu vientre irás y polvo es lo que comerás todos los días de tu vida. 15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón”.
16 A la mujer dijo: “Aumentaré en gran manera el dolor de tu preñez; con dolores de parto darás a luz hijos (luego aún no había descendencia de por medio) y tu deseo vehemente será por tu esposo y él te dominará”.
17 Y a Adán dijo: “Porque escuchaste la voz de tu esposa y te pusiste a comer del árbol respecto del cual te di este mandato: “No debes comer de él”, maldito está el suelo por tu causa. Con dolor comerás su producto todos los días de tu vida. 18 Y espinos y cardos hará crecer para ti y tienes que comer la vegetación del campo. 19 Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás.” (Gén. 3:14-19): (Acotación nuestra).
Por lo tanto queda claro y a través de los castigos respectivos, que no solo Jehová no tuvo nada que ver en absoluto con la situación que se produjo, lo cual sería cierto si esta hubiera estado “predeterminada”, sino que dicho Plan Divino cobró vida después de la comisión del pecado, eso es, antes de que les naciera descendencia a Adán y Eva; por lo que en principio, todo parece indicar que la “fundación del mundo” no significa para nada el principio de la creación del universo material y anterior a la de Adán y Eva. Más bien esa expresión usada por Jesús en Juan 17:24 y según todos los indicios señalados, tendría que hacer referencia y a tenor del significado de la expresión griega de la que es traducida al español, al tiempo en que la raza humana se “fundó” o “principió” como resultado de la unión entre un hombre y una mujer y algo jamás visto hasta ese momento y que marcó un antes y un después en la historia del ser humano, eso es, la unión de Adán y Eva.
Porque recordemos, que estos habían sido creados por separado directamente por Dios y como partes individuales y distintas de Su creación, por lo que la unión de ambas creaciones, fue el origen, principio o inicio de algo nuevo y que fue el primer ser humano no creado por Dios y por tanto inédito, con lo que se “fundó” o “principió” el mundo como lo conocemos hoy y circunstancia que se produjo, no lo olvidemos ya fuera del jardín de Edén o “mundo anterior” sin pecado y por decirlo de alguna manera, que ya había dejado de existir…… luego es en ese momento cuando en la corriente del tiempo, inicia la “fundación del mundo” como lo conocemos y en el que existimos y que es a lo que se hace referencia en las Escrituras cuando dicha expresión se pronuncia.
Y nos ayuda a entender eso, el pasaje de Hebr. 4:3, en donde se nos dice que las obras creativas de Dios no fueron “comenzadas”, sino que fueron “terminadas” desde la “fundación del mundo”; luego si sabemos casi con toda seguridad que Eva fue la última obra creativa de Jehová, es obvio que la “fundación del mundo” como tal y punto de referencia en las Escrituras, pues dicho evento es el que nos marca un antes y un después de algo, obviamente es un suceso que tuvo que producirse después de la creación de Eva…… y lo que nos lleva inevitablemente a entender y por “fundación del mundo”, el momento en que apareció sobre la tierra el primer ser humano no creado por Dios, sino fruto de la unión entre dos creaciones distintas de Este, eso es, el hombre Adán y la mujer Eva. Luego y resumiendo, el pasaje de Rev. 13:8, de ninguna manera puede ser usado para demostrar que Dios actuó con referencia a su creación humana antes de que esta fuera creada, como nos pretende hacer creer Apologista Mario Olcese.
Dicho lo cual y esperando haber sido capaces de presentar nuestro planteamiento/teoría de manera razonablemente entendible, nos centraremos ahora y como interesante complemento para probar que Jehová no tomo decisión alguna sobre la creación humana, antes de haberla creado y que es lo que nos quiere vender el amigo Apologista, en el significado de los términos enunciados en nuestro titular, eso es, “presciencia” y “predeterminación”…… y más importante aún, el uso que de esas capacidades hace nuestro Creador y que es en dónde está la verdadera clave del asunto. Y que puesto que todo lo que vamos a contarles de ello, es básicamente información que se halla en Internet en un compendio de páginas que hablan del tema y de las que nos hemos tenido que empapar, pero en todo caso al alcance de cualquiera, obviaremos algunos detalles técnicos para no extender demasiado el artículo…… ya si uno a nivel personal desea hacer alguna comprobación, o adquirir más información al respecto, ya es decisión de cada uno y bastante aconsejable por cierto, siempre pensando en que nosotros nos podemos haber equivocado en algo.
De entrada y a grandes rasgos, el término “presciencia” tiene que ver con el conocimiento de lo que ha de suceder o existir, antes de que ello se haga realidad; y capacidad que tiene que ver principalmente con Jehová Dios, con respecto de sus propósitos. La palabra que por lo general se traduce por “presciencia” se encuentra en las Escrituras Griegas Cristianas o NT, aunque como concepto se halle reflejado también en las Escrituras Hebreas y conocidas comúnmente como AT; y que es la palabra griega pró·gno·sis (de pro, “antes” y de gno·sis, “conocimiento”).
Por otra parte, el término “predeterminación” es la acción de determinar o decidir el que en un momento determinado en la corriente del tiempo, se produzca determinado suceso decidido por anticipado y viene derivado de la palabra griega pro·o·rí·zo (de pro, “antes” y ho·rí·zo, “delimitar” o “demarcar”). De hecho la palabra española para “horizonte” se deriva de la griega ho·rí·zon, que significa “delimitador” o “demarcador de algo”; por ejemplo “el horizonte de sucesos” en un llamado “agujero negro” en el espacio, nos señala el borde o límite de lo que se puede ver de dicho fenómeno sideral. Ambas significados, los hallamos juntos en el pasaje de Hech. 2:23:
“A este hombre, como uno entregado por el consejo determinado (o “predeterminado”) y presciencia de Dios, ustedes lo fijaron en un madero por mano de desaforados, y lo eliminaron.”
Y en donde la traducción Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy, vierte como sigue:
“Este fue entregado por el plan predeterminado y el previo conocimiento (o “presciencia” según nota a pie de página) de Dios y ustedes lo clavaron en una cruz por manos de impíos y lo mataron.” (Hech. 2:23).
Ahora bien, ya conocidos a grosso modo el significado de ambos términos, analicemos determinados factores que tienen que ver con el uso de los mismos por nuestro Creador y que nos llevarán a entender, que es lo que realmente ocurrió con la historia del pecado y sus posteriores consecuencias.
Y un primer factor a tener en cuenta, sería que en las Escrituras se nos dice con toda claridad que estamos hablando de dos atributos divinos, por los que Dios puede “preconocer” todo asunto antes de que se realice y “predeterminar” sucesos a ocurrir en un tiempo futuro, para el cumplimiento de determinado propósito que Este tenga. Y siendo el mismísimo Jehová, el que presenta como prueba de su Divinidad, esta capacidad de “preconocer” y “predeterminar” acontecimientos de salvación y liberación, así como también actos de juicio o castigo y luego hacer que los mismos se realicen, siendo su pueblo escogido testigo de ello (Isa. 48:3-5). Por otra parte, no podemos olvidar que dichos aspectos mencionados, la “presciencia” y “predeterminación” divinas, constituyen la base sobre la que se fundamenta la verdadera profecía y por lo que Jehová desafió a las naciones que se oponían a su pueblo, a que demostraran la pretendida divinidad de aquellos a quienes consideraban dioses y de sus ídolos, pidiendo que sus deidades “profetizaran” actos de salvación o juicios similares y que luego hicieran que se cumpliesen…… obviamente la inexistente respuesta ante tal desafío, demuestra la impotencia de los ídolos o imágenes esculpidas, que solo “son viento e irrealidad” (Isa. 41:29).
Un segundo e importante factor que debe de tenerse en cuenta, es el libre albedrío, eso es, el poder escoger de entre dos o más opciones, aquella que más parezca convenirle a uno y capacidad con que Dios dotó a las criaturas inteligentes de Su creación; pues el registro escritural nos muestra, lejos de toda duda, que Este extiende a sus criaturas humanas el privilegio y la responsabilidad también, de elegir aquello que decidan hacer, eso es, el ejercer libre albedrío y haciéndolas por tanto, responsables de sus actos (Gén. 2:16, 17; Deut. 30:19-20). Por lo tanto, el ser humano no es un mero autómata o robot programado a distancia, o que al igual que los animales irracionales actúe por instinto, pues de lo contrario no tendría sentido el afirmar que el hombre fue creado a la “imagen y semejanza de Dios” si careciera del libre albedrío que su Divino Creador posee (Gén. 1:26). Por lo tanto es solo razonable pensar, que no debería existir conflicto alguno entre la “presciencia” y “predeterminación” de Dios, con el libre albedrío dado por Este a sus criaturas inteligentes y algo que sí se produce, en el planteamiento del Sr. Olcese que estamos analizando.
Un tercer factor que también entra en el cuadro, pero que demasiadas veces suele ser pasado por alto, es el de las normas y cualidades morales de Dios reveladas en Su Palabra, como son su justicia, honradez, imparcialidad, amor, misericordia o bondad y que deberían complementar con su capacidad de “preconocer” y “predeterminar”…… por lo tanto, la manera de entender cómo Dios usa sus facultades de “presciencia” y “predeterminación” tendría que encajar, no solo con algunos de estos factores mencionados, sino con todos ellos. Es obvio, por otra parte, que cualquier cosa que Dios “preconozca” o “predetermine” que acontezca, tiene que suceder inevitablemente y razón por la cual, nuestro Creador puede llamar a las “cosas que no son como si fueran” (Rom. 4:17).
Ahora bien, partiendo de esa base establecida, hagámonos la pregunta del millón: ¿Sabe Dios de antemano todo lo que la gente hará? Dicho de otra manera y para centrarnos en el mencionado planteamiento de Apologista Mario Olcese ¿sabía Dios por adelantado, eso es, antes de la creación de estos, lo que iban a hacer Adán y Eva? Lo cual nos plantea la cuestión, acerca de si Su ejercicio de la “presciencia” es infinito o ilimitado, o lo que es lo mismo y cómo ya hemos apuntado ¿prevé y “preconoce” Jehová todas las acciones futuras de sus criaturas, tanto celestiales como humanas? O en su defecto ¿“predetermina” Dios las acciones de dichas criaturas, o decide cuál será el destino final de todas ellas, aún antes de que estas hayan llegado a la existencia, tal como nos plantea D. Mario en el caso de Adán y Eva?
O más bien al contrario ¿usa Dios su “presciencia” de manera selectiva o a voluntad, de modo que solo prevea o preconozca aquello que opte por prever o preconocer y por lo que en lugar de “predeterminar” el destino eterno de sus criaturas antes de que estas lleguen a existir, espera que sea su comportamiento o la actitud que demuestren ellas al estar bajo diferentes situaciones, la que marque una tendencia en la misma y a partir de la cual, Él hacer un lógico pronóstico? Las respuestas a estas cuestiones, obviamente solo pueden hallarse en las Escrituras y en la información que en ellas se nos da acerca de los tratos de Dios con dichas criaturas, así como en aquellas cosas que Su Hijo Jesucristo nos reveló en su primera estancia aquí en la tierra (1 Cor. 2:16) y algo que pasaremos a considerar.
Habría que señalar de entrada, que el que Dios ejerza su “presciencia” hasta un grado infinito y “predetermine” o “preordine” el proceder y el destino de todos los individuos, es una doctrina o enseñanza conocida con el nombre de “predestinacianismo” (ese es el “palabrejo” que el que nos hemos encontrado ¡qué quieren ustedes!) y cuyos defensores vienen a razonar, que la Divinidad y la perfección de Dios requieren que Este sea “omnisciente” (eso es, que lo sepa todo absolutamente), no solo en lo que tiene que ver con el pasado y el presente, sino también en lo que respecta al futuro. Según este concepto, el que Dios no preconociera todos los asuntos hasta en sus mínimos detalles, no sería más que una muestra de imperfección en la Personalidad Divina, mientras que casos como el de Esaú y Jacob (los hijos gemelos de Isaac), se presentan como prueba de que Dios “predetermina” el futuro de sus criaturas aún antes de que nazcan (Rom. 9:10-13); otros pasajes como Efe. 1:4-5 y al que podríamos añadir el citado por el Sr. Olcese de Rev. 13:8, son usados como prueba de que Dios “preconoció” y “predeterminó” el futuro de todas sus criaturas ya antes del principio de la creación y que es lo que nos plantea Apologista en su escrito del 11/12/12 “Si Dios sabía que íbamos a pecar ¿por qué nos creó?” y que ha generado la polémica de la que les hemos hablado.
Sin embargo, para que este punto de vista fuera correcto, tendría que armonizar con todos los factores expuestos hasta ahora, lo que incluiría una explicación bíblica acerca de las cualidades, normas y propósitos divinos, así como la relación justa de Dios con sus criaturas. (Rev. 15:3-4). Sería por lo tanto conveniente, el analizar algunas implicaciones de esta enseñanza del “predestinacianismo”, porque aceptar dicho concepto implicaría suponer que, en función de su “presciencia”, Dios preconoció antes de la creación de los propios ángeles, así como del mismo hombre, el comportamiento de dicha creación y lo que incluiría la rebelión de uno de sus hijos celestiales, así como también la posterior rebelión de la primera pareja humana y todas las penosas consecuencias tras esa rebelión, que por tanto tiempo han afligido al hombre. Sin embargo, esto significaría lógicamente y ahí estaría el quid de la cuestión, que toda la maldad que se ha producido durante la historia del mundo (crimen, inmoralidad, opresión, sufrimiento, mentira, hipocresía, tiranía, adoración falsa, idolatría, etc. etc.) existía ya en un tiempo y antes de la creación, en la mente de Dios, debido a su pre-conocimiento del futuro hasta los más mínimos detalles y haciendo recaer con ello la responsabilidad de la existencia del mal, en el propio Creador.
Y es que el hecho de que el Altísimo verdaderamente hubiera ejercido su poder para “preconocer” todo lo que la historia ha visto desde la creación del hombre hasta nuestros días, significaría que cuando Él declaró “Hagamos al hombre……” (Gén. 1:26) y puso en marcha dicha creación, lo que hizo en realidad fue poner en marcha deliberadamente, eso es, a sabiendas de lo que iba a suceder, toda la iniquidad practicada desde aquel tiempo en adelante, pues esta había iniciado en Su mente y siendo en este sentido, que afirmamos que Apologista Mario Olcese le habría imputado malos motivos al Creador, al hacerle responsable del pecado existente y de la maldad derivada del mismo. Obviamente dicha circunstancia pone en tela de juicio, no solo lo irrazonable e inconsecuente de la idea o concepto del llamado “predestinacianismo”, sino el disparatado planteamiento del Sr. Olcese, siempre teniendo en cuenta el punto de vista que el discípulo Santiago muestra, en el sentido que el desorden, violencia y otras cosas viles no se originan en los cielos, eso es, no proceden de Jehová, sino que son de fuente demoníaca:
“Pero si ustedes tienen en el corazón amargos celos y espíritu de contradicción, no anden haciendo alardes y mintiendo contra la verdad. 15 Esta no es la sabiduría que desciende de arriba (eso es, que procede de Dios), sino que es la terrenal, animal, demoníaca. 16 Porque donde hay celos y espíritu de contradicción, allí hay desorden y toda cosa vil.
17 Pero la sabiduría de arriba (que tiene su origen en Dios) es primeramente casta, luego pacífica, razonable, lista para obedecer, llena de misericordia y buenos frutos, sin hacer distinciones por parcialidad, sin ser hipócrita.” (Sant. 3:14-17). (Acotaciones nuestras).
Por lo que argumentar que el que Jehová no ejerciera Su “presciencia” hasta un grado infinito o que no preconociera todos los sucesos y circunstancias futuras en pleno detalle, revelaría cierta imperfección, no deja de ser en realidad el tener un concepto arbitrario y distorsionado de lo que es la perfección. Porque la perfección, propiamente definida, no presupone términos tan absolutos e inclusivos, puesto que en realidad el que algo sea perfecto radica sencillamente en que esté a la altura de las exigencias o normas de excelencia impuestas por alguien capacitado para juzgarlas y por otra parte, que se ajusten al propósito para el que la cosa en cuestión fue creada o construida; por ejemplo, tal como un cuadrado aún siendo perfecto, no ajusta en un círculo también perfecto y no por ello deja ser perfecto…… sencillamente no ha sido creado para esa función; luego en definitiva, los factores decisivos que han de determinar si algo es perfecto o no, son la propia voluntad y beneplácito del Altísimo Dios en el sentido que la cosa creada, reúna las características que se ajusten a aquello para lo cual fue creada y no, las erróneas opiniones o conceptos imperfectos del ser humano, con respecto de las cosas de Jehová.
Pero veamos ahora la cuestión a la luz del siguiente ejemplo: la omnipotencia (o poder absoluto) de Dios, es innegablemente perfecta e infinita. (1 Cró. 29:11-12)…… no obstante, la perfección de Su Divinidad no requiere que haga uso de la plenitud de su omnipotencia en cualquier caso dado o en todos ellos. Y que es obvio que no lo ha hecho, es que de haber sido así, no solo se hubieran destruido algunas ciudades y naciones antiguas, sino que hace mucho que hasta la propia Tierra y todo cuanto hay en ella, habría sido destruido por la expresión de sus juicios y poderosas manifestaciones de desaprobación divinas, como ocurrió en el Diluvio y en otras ocasiones parecidas, como en el caso de Sodoma y Gomorra, eventos por todos conocidos. Por lo tanto, el ejercicio que Dios hace de su fuerza no es una liberación de poder ilimitada, sino que está controlada en función de su propósito y cuando es apropiado, atemperada por su bondad y misericordia:
“Pero él era (y continúa siendo) misericordioso; cubría el error y no arruinaba. Y muchas veces hizo que su cólera se volviera atrás y no despertaba toda su furia. 39 Y seguía acordándose de que ellos eran carne, de que el espíritu sale y no vuelve.” (Sal. 78:38-39). (Acotación nuestra).
Entonces y si de manera similar, en determinados asuntos Dios opta por hacer uso de su facultad infinita de “presciencia” de manera selectiva y solo hasta cierto grado ¿quién es “el guapo”, humano o ángel, que tenga derecho a decirle ¡¿Qué haces?!? (Isa 45:9).Por lo tanto, vemos que no se trata tanto de una cuestión de capacidad, es decir, de lo que Dios puede prever, preconocer o predeterminar sobre cualquier cosa, pues “para Dios todas las cosas son posibles” (Mat. 19:26), sino de lo que Dios considere conveniente preconocer y predeterminar en un momento oportuno, porque “todo lo que se deleitó en hacer, lo ha hecho” (Sal. 115:3). Por lo que la opción alternativa a la enseñanza del “predestinacianismo”, eso es, el ejercicio selectivo de la presciencia de Dios y como ya hemos mencionado, tendría que estar de acuerdo con Sus elevadas normas de justicia y ser consecuente con lo que Él revela de Sí mismo en Su Palabra. Y es que al contrario a lo afirmado por dicha enseñanza, varios textos de la Biblia muestran que Dios simplemente se limita a analizar una situación que se pueda estar produciendo en un momento dado y luego decide que hacer, en función siempre del resultado del examen de los hechos sometidos a Su escrutinio…… y algo perfectamente al alcance de la mente del ser humano y que en definitiva, es con quién trata nuestro Amoroso Creador.
A modo de ejemplo, en el relato que se nos habla del diluvio del día de Noé, se nos dice que fue después de ver lo que ocurría en la tierra, cuando Jehová se sintió defraudado y tomó la consecuente decisión de destruir aquél mundo impío (Gén. 6:5-8); o en el caso de Gén. 11:5-8, se nos indica que Dios dirigió su atención a la Tierra con el fin de examinar lo que ocurría en Babel y a continuación, como resultado de su investigación, tomó las medidas oportunas para desbaratar la conspiración inicua que había comenzado allí. También cuando las ciudades de Sodoma y Gomorra se vieron sumidas en un ambiente de iniquidad sin igual, Jehová le informó a Abrahán que iba a investigar (por medio de Sus ángeles) “para ver si obraban del todo conforme al clamor que acerca de ello había llegado a él……” (Gén. 18:20-21). Por otra parte, aunque Dios dijo que “había llegado a conocer a Abrahán” (Gén. 18:19), solo después que este estuvo a punto de sacrificar a Isaac, en obediencia a las instrucciones divinas, Jehová declaró:
“Ahora sé de veras que eres temeroso de Dios, puesto que no has retenido de mí a tu hijo, tu único.” (Gén. 22:12).
Entonces estos relatos, lejos de mostrar un uso intensivo de “presciencia” y predeterminación” por parte de nuestro Creador, de lo que nos hablan es de una actitud más acorde a los esquemas de la mente humana y que, por decirlo de una manera que nos entendamos, es que Jehová llegaba, investigaba determinados hechos o actitudes y actuaba en lógica consecuencia a los resultados finales de su investigación. Y es que la “presciencia selectiva” significa que Dios puede optar por no preconocer indistintamente todos los actos futuros de sus criaturas y lo que repercutiría, que en lugar de que toda la historia desde la creación en adelante fuese una simple repetición de lo que Dios ya habría previsto y decidido de antemano o “predeterminado”, con toda sinceridad y honestidad, Él podría y como hizo en su momento, colocar ante la primera pareja humana la perspectiva de vida eterna en una tierra libre de iniquidad, darles una advertencia sobre las consecuencias que la desobediencia les acarrearía y dejar luego que fueran estos con su actitud y siempre en función de su libre albedrio, los que determinaran las acciones posteriores a seguir. De lo contrario, tendríamos que aceptar la fatal enseñanza de que todos tenemos marcado un destino y que prescindiendo de lo que pensemos o hagamos, somos irremediablemente víctimas del camino que se nos ha trazado.
De hecho, lo opuesto a ello, son las instrucciones que Jehová dio a sus dos primeras criaturas humanas para que, como sus agentes perfectos y libres de pecado, llenaran la Tierra con su prole, la transformaran en un paraíso y ejercieran control sobre la creación animal y por lo que constituían en sí mismas la concesión de un privilegio verdaderamente amoroso y que era en realidad, lo que su Creador deseaba para ellos, más bien que involucrarlos en una “aventura” condenada de antemano al fracaso; y circunstancia que queda perfectamente probada, por la enérgica advertencia sobre la necesidad de no desobedecer Su mandato, en cuanto a abstenerse de comer del fruto del árbol prohibido, que le fue dada a Adán (Gén. 2:16-17). Y es que si Dios hubiera “preconocido” y como nos afirma absurdamente Apologista Mario Olcese, que la primera pareja humana iba a pecar, la prueba a la que fueron sometidos en el jardín de Edén y de la que supuestamente dependía su pervivencia, obviamente no solo hubiera carecido de sentido y de propósito, sino que además se hubiera tratado de una “broma” de muy mal gusto, rayana en la crueldad, solo tendente a proporcionarse Jehová a sí mismo, una coartada para justificar su tramposa acción.
Porque el ofrecer algo muy deseable a otra persona, como podía ser el vivir eternamente en felicidad en un entorno paradisíaco, sabiendo de antemano que no podría cumplir las condiciones exigidas para obtenerlo, porque Él mismo había decidido lo contrario, solo se podría considerar como un acto hipócrita y cruel, diametralmente opuesto a los altos principios morales y excelsas cualidades que adornan a la Persona de Jehová Dios. Recordemos que después que Jesús instó a sus oyentes a “seguir” buscando con el fin de hallar aquellas cosas buenas que proceden de Dios, dijo que un padre no daría una piedra o una serpiente a un hijo que le pidiese pan o pescado, en definitiva, que no defraudaría sus expectativas de logro (Mat. 7:7.10). Luego, con el fin de dar a conocer el punto de vista de su Padre respecto a denegar las legítimas y razonables aspiraciones de una persona, añadió lo siguiente:
“Por lo tanto, si ustedes, aunque son inicuos, saben dar buenos regalos a sus hijos ¡con cuánta más razón dará su Padre que está en los cielos cosas buenas a los que le piden!” (Mat. 7:11).
Así que las invitaciones y oportunidades que Dios extiende delante de todas las personas para que reciban beneficios y bendiciones eternas, como en el caso de nuestros primeros padres, son indiscutiblemente de buena fe y ajustadas a Su deseo de darnos lo mejor (Sant. 1:5-6). Por ello Él puede, con toda sinceridad, instar a los hombres a que se vuelvan de sus transgresiones y sigan viviendo (Ezeq. 18:23), tal como hizo con el pueblo de Israel, con los siguientes argumentos:
“Por lo tanto, a cada uno según sus caminos (no según hubiera “predeterminado”) es como los juzgaré, oh casa de Israel, es la expresión del Señor Soberano Jehová. Vuélvanse, sí, hagan un volverse de todas sus transgresiones (luego la propia actitud del individuo es determinante en la cuestión) y que nada les resulte ser un tropiezo que cause error. 31 Arrojen de ustedes todas sus transgresiones en que han transgredido y háganse un corazón nuevo y un espíritu nuevo, pues ¿por qué deben morir, oh casa de Israel? 32 Porque no tengo deleite alguno en la muerte de alguien que muere, es la expresión del Señor Soberano Jehová. Por lo tanto, hagan un volverse y sigan viviendo”.” (Ezeq. 18:30-32). (Acotaciones nuestras).
Lógicamente, no podría instarlos a seguir dicho derrotero si “preconociera” cuáles individualmente estaban destinados a morir como practicantes de iniquidad, como así ocurrió en una mayoría de ellos; recordemos lo que Jehová le dijo a Israel y que aplica al resto de pueblos del mundo:
“Ni dije yo a la descendencia de Jacob: “Búsquenme sencillamente para nada”. Yo soy Jehová, que hablo lo que es justo, que informo lo que es recto (……) 22 Diríjanse a mí y sean salvos, todos ustedes los que están en los cabos (o en “todos los extremos”) de la tierra”. (Isa 45:19-22.) (Acotación nuestra).
Y después de tan amorosa invitación, es de destacar, por otra parte y de manera similar, la siguiente idea que el apóstol Pedro escribió en su segunda carta:
“Jehová no es lento respecto a su promesa (acerca del día venidero en que se rendirán cuentas), como algunas personas consideran la lentitud, pero es paciente para con ustedes porque no desea que ninguno sea destruido; más bien, desea que todos alcancen el arrepentimiento.” (2Ped. 3:9). (Acotación nuestra).
Porque sí Dios ya hubiera “preconocido” y “predeterminado” con milenios de anticipación, exactamente qué individuos recibirían la salvación eterna y cuáles destrucción eterna, bien cabría preguntarse de qué sirve en este caso la “paciencia” de Dios y hasta qué grado es genuino y veraz su deseo de que “todos” alcancen el arrepentimiento. Es más, de ser así las cosas ¿qué sentido tendría todo el “andamiaje” del reino milenario, para llevar al personal a la perfección y prepararlo adecuadamente para afrontar la prueba de la suelta de Satanás al término de los mil años, si Jehová ya supiera de antemano quiénes van a superar la prueba y quiénes no? ¿Para qué guardar entonces a dicho sujeto por mil años, para montar el “circo” que se va a montar, si el resultado final ya estuviera “predeterminado” acerca de quiénes sí y quiénes no alcanzarán la vida eterna?
No olvidemos por otra parte, que el apóstol Juan escribió bajo inspiración que “Dios es amor” (1 Juan 4:8), así como el apóstol Pablo indicó en su momento, que el amor “espera todas las cosas” (1 Cor. 13:4-7). Por lo que en consonancia con esta sobresaliente cualidad divina, Dios muestra una actitud genuinamente sincera y bondadosa hacia todas las personas, deseando que obtengan la salvación y brindando además la ayuda necesaria para la consecución de dicho logro, mientras estas no demuestren ser indignas y estar más allá de un sincero arrepentimiento, con lo que ya no quede esperanza alguna de salvación para ellas (Hebr. 6:4-12). Por esta razón, es que el apóstol Pablo habla de la “cualidad bondadosa de Dios” que está tratando de conducirnos al arrepentimiento (Rom. 2:4-6).
Por último decir, que si por la “presciencia” y “predeterminación” de Dios, la oportunidad de recibir los beneficios del sacrificio de rescate de Jesús ya hubiera estado irrevocablemente cerrada para algunos, quizás para miles de millones de personas incluso antes de que estas nacieran, debido a que nunca pudieran ser merecedoras de esos beneficios y como así será en aquellos que no sobrevivirán a la venidera “gran tribulación”, de ninguna manera podría decirse con sinceridad que el rescate pagado por Cristo, se habría hecho disponible para todos los hombres (1Tim. 2:5-6); es obvio, por lo tanto, que lo de la imparcialidad de Dios mencionada por Pedro, no son simples palabras o papel mojado:
“Ante aquello, Pedro abrió la boca y dijo: “Con certeza percibo que Dios no es parcial, 35 sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto”.” (Hech. 10:34-35).
Entonces la opción de buscar a Dios, aun buscando “a tientas” y llegar a encontrarle, pues de hecho “no está muy lejos de cada uno de nosotros” está disponible para todas aquellas personas que se esfuercen sinceramente en conseguirlo (Hech. 17:26-27). Por tanto, la animadora a la par que esperanzadora exhortación divina que cualquiera de ustedes puede leer al final del libro de Revelación, no es una esperanza vacía o una promesa hueca:
“Cualquiera que oiga, diga: ‘¡Ven!’. Y cualquiera que tenga sed, venga; cualquiera que desee, tome gratis el agua de la vida.” (Rev. 22:17).
Y como así sería, eso es, una esperanza vacía o una promesa hueca y sin contenido, si ya al principio en el libro del Génesis y según afirma ese “genio” de la interpretación bíblica que responde al nombre de Apologista Mario Olcese, nuestro Creador hubiera actuado tan malévolamente como él le ha atribuido, en el sentido que conociendo de antemano que Su primera creación humana estaba condenada a la destrucción, cruelmente les ofreciera la posibilidad de vivir eternamente una vida en felicidad en una tierra paradisiaca, al decirles lo siguiente:
“Además, los bendijo Dios y les dijo Dios: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra.” (Gén. 2:28).
Luego ya en un principio, el primero en mentir habría sido el Creador y no Satanás, al “bendecir” a la primera pareja humana y colocar ante ellos un espléndido futuro, cuando el caso es que ya antes de ser creados, Jehová había “predeterminado” que pagaran con su vida por el error cometido, pues en Su “presciencia” ya sabía que ellos pecarían…… luego ¿qué credibilidad tendría Dios en sus posteriores promesas y de las que como descendientes pecaminosos de Adán y Eva, vivimos pendientes? Porque eso es justamente lo que pone en tela de juicio Apologista, con el abyecto planteamiento del polémico tema analizado y que dio origen a nuestra más que enérgica protesta…… y que por lo visto, hemos sido los únicos en salir en defensa de nuestro Dios y lo cual “a mucha honra” que diría el castizo; y título de dicho artículo que pasamos a recordarles, obviamente para vergüenza de dicho impresentable: “Si Dios sabía que íbamos a pecar ¿por qué nos creó?”.
Y ya dicho lo cual, permítannos la cantinela de costumbre en el sentido que saquen sus ejemplares de las Escrituras, contrasten lo leído con ellas y saquen sus propias conclusiones…… y ya saben, si en algo nos hemos equivocado, hágannos el inmerecido favor de comunicárnoslo y así aprenderemos todos; y por supuesto, contarán con nuestro infinito agradecimiento.
MABEL
domingo, 6 de enero de 2013
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Rev. 13:8
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