El problema de los 144.000…… y las doce tribus de Israel
Uno de los problemas que se suscitan alrededor de los 144.000 comprados o redimidos de entre la humanidad (Rev. 14:4) y algo que nos hizo notar un amable lector de este blog, es que si bien dichos personajes aparecen como resultado de sacar doce mil individuos de cada una las doce tribus de Israel, tal como se lee de Rev. 7:4-8 y por lo que esa cantidad obviamente tiene que ser literal, no solo por ser el resultado de una operación matemática, sino por el hecho que dicha literalidad esta refrendada por Rev. 14:1; 4, habría que entender también como literales a las doce tribus de Israel mencionadas a continuación. Y cuestión que nos ha parecido muy interesante, por lo que como siempre solemos hacer con aquello que consideramos de general interés para el personal, optamos por publicar la respuesta a dicha interpelación en formato de artículo, con el objetivo de que no solo amplíe a nuestro amable comunicante la información remitida (en privado ya le hemos dado un pequeño resumen), sino que permita conocer a aquellas personas que nos leen, cual es nuestra posición al respecto y ya después, cada uno que saque sus propias conclusiones.
Porque en donde radica el aparente problema a nuestro entender y ya para fijar el tema, es en el hecho de que si se toma como literal la cantidad de 144.000 personas que han de reinar con Cristo en el gobierno del reino (algo que defendemos desde este blog), lógicamente se tendría que aceptar también la literalidad de las doce tribus de Israel (procedencia de dichos personajes, eso es, 12.000 de cada una de ellas) y con lo que resultaría que, partiendo de esa premisa, en los últimos días por venir tendrían que aparecer y como se enseña por parte de numerosos autores bíblicos, 144.000 israelitas “naturales” pertenecientes a dichas doce tribus y en las cantidades mencionadas, que serían los que darían adelanto a la gran predicación, aún por iniciar, de Mat. 24:14…… y lo cual no puede ser cierto, porque formalmente dichas tribus ya no existen. Y asunto el que vamos a considerar y dicho sea de paso, que alguien podría tomar como de menor importancia para la salvación de las personas en la gran tribulación que se avecina a paso de carga en estos tiempos finales en los que estamos viviendo y que no es así, porque si cuando llega ese momento crítico, uno está esperando la aparición de esos 144.000 israelitas literales para tomar acción y lo que aparecen en su lugar, son un pequeño resto de personas prefiguradas por los “dos testigos” de Rev. 11:3, solo es imaginable que la confusión puede ser grande y sumamente perjudicial para la persona en cuestión; no olvidemos por otra parte, que el grueso de esos 144.000 “ungidos” o elegidos por Dios, apareció ya en el primer siglo y por lo que solo queda un pequeño resto para completar dicho número, según leemos en Rev. 6:9:11:
“Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido degollados a causa de la palabra de Dios y a causa de la obra de testimonio que solían tener. 10 Y clamaban con voz fuerte y decían: “¿Hasta cuándo, Señor Soberano santo y verdadero, te abstienes de juzgar y de vengar nuestra sangre en los que moran en la tierra?”. 11 Y a cada uno de ellos se dio una larga ropa blanca; y se les dijo que descansaran por un poco de tiempo más, hasta que se completara también el número de sus coesclavos y de sus hermanos que estaban a punto de ser muertos como ellos también lo habían sido.”
Luego lo que vemos en primer lugar y puesto que dicha acción se produce en la apertura del quinto sello, ese “completar” tiene que producirse en los tiempos finales, o sea, en nuestros días; y verso 11, que se entiende mejor en la versión “Traducción en lenguaje actual” (TLA):
“Entonces Dios les dio ropas blancas y les dijo que debían esperar un poco más, porque aún no habían muerto todos los cristianos que debían morir como ellos.”
Lo que obviamente significa, prescindiendo del hecho que hubiera un lapsus de 2.000 años entre ello, que aún quedaba un resto de esos personajes por aparecer aquí en la tierra y que acabado el ministerio con su muerte en sacrificio (Rev. 11:7; 20:4), cerrarían el número de 144.000. Personajes por otra parte poderosísimos (Rev. 11:5-6) a la usanza de los Juan, Pablo, Pedro, etc. del primer siglo y circunstancia que nos delata, a la par que desenmascara, a todos esos que actualmente se erigen como “ungidos” y que no son más que unos ignorantes, farsantes y embaucadores al servicio de su amo Satanás…… porque si ya hubiera en este momento tanto “ungido” en la tierra ¿qué sentido tendría el anunciar para un futuro la aparición de más de ellos y prefigurados por esos “dos testigos” provistos de grandes poderes? Es más ¿dónde está por parte de esos supuestos miembros actuales de la clase de los “dos testigos”, esa gran obra de predicación de Mat. 24:14, marcada por grandes demostraciones de poder (Joel 2:28-29) y a ser seguida por “el fin”? Otro pequeño “problemilla” con el que se enfrentan esos “fantasmas” tiene que ver con el hecho que aún no ha empezado la profética semana 70 de Dan. 9:27 y dicha gran predicación se lleva a cabo en los primeros tres años y medio de la misma, o 1.260 días (Rev. 11:3)…… luego si el “sarao” aún no ha empezado ¿qué hace tanto “ungido” sobre la tierra en estado de “inactividad”?
Pero volviendo al tema que nos ocupa, empecemos por el principio y vayamos desarrollando la idea, algo que podríamos hacer diciendo quiénes son esos 144.000, de dónde proceden y que labor tienen encomendada…… y siendo que la cosa empieza de tan antiguo, como en una promesa que Jehová hizo a la recién liberada nación de Israel de la tiranía de Egipto, hará de ello unos 3.500 años:
“…… “Y ahora si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los demás pueblos, porque toda la tierra me pertenece a mí. 6 Y ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa”. Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel.” (Éxo. 19:5-6).
Andando el tiempo, apareció Jesús e inició la búsqueda entre el pueblo judío de aquellos que fueran merecedores de ocupar junto a él un lugar en ese reino por venir y que tendría como propósito el “reunir todas la cosas en Cristo” y algo de lo que nos habló Pablo en Efe. 1:9-10:
“…… por cuanto nos dio a conocer el secreto sagrado de su voluntad. Es según su beneplácito que él se propuso en sí mismo 10 para una administración (eso es, el reino de Dios prometido) al límite cabal de los tiempos señalados, a saber: reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas en los cielos y las cosas en la tierra.” (Acotación nuestra).
Privilegio que ofrecido en primer lugar a los dirigentes religiosos judíos del tiempo de Jesús, fue rechazado por la inmensa mayoría de estos y siendo ofrecido en consecuencia, a las clases más bajas (siempre desde el punto de vista de esa clase dirigente) de Israel y en donde tuvo mayor aceptación; no obstante, no al grado pretendido por el Altísimo y lo que llevó a que dicho privilegio fuera extendido a los “gentiles” o gente “de las naciones” y algo de lo que pueden encontrar información más completa, en nuestro artículo del 20/01/13, bajo el título “La parábola de la “gran cena” ”.
Luego, ese conjunto de personas continuaron en un primer momento con la labor de búsqueda iniciada por Jesús y al grado que Jehová dispusiera, a lo largo del primer siglo, para ya después y finalizada dicha tarea, esperar el momento en que después de su resurrección, se convertirían en inmortales reyes y sacerdotes al lado de Jesucristo en esa “administración” propuesta (o reino de Dios) para el “límite cabal de los tiempos”, pues para eso fueron escogidas o “compradas” de entre la humanidad (Rev. 14:4); y que como ya hemos mencionado, su número total no fue cerrado en un primer momento, sino que el Altísimo se reservó una pequeña cantidad de ellos para dirigir en los últimos días, la mencionada gran campaña de predicación anunciada por Jesús en Mat. 24:14. Por lo que ya conocemos la procedencia de los 144.000, eso es, tanto de judíos naturales como de gente de las naciones o “gentiles” y siendo su comisión, la de colaborar con Cristo en la gobernación del reino de Dios…… y resto por aparecer, no lo olvidemos, que continuará siendo tomado de personas de entre “las naciones”, pues el Israel actual aún continúa estando apartado del favor de Dios (Mat. 23:38-39). Y siendo este el primer detalle que nos muestra, que esas “doce tribus” mencionadas en Rev. 7:4-8, no pueden tener nada que ver con el Israel literal; pero continuemos…
Otra de las cuestiones que plantean muchos autores, tiene que ver con la afirmación de que en ningún lugar de las Escrituras se nos dice que esos 144.000 serán los que reinarán con Cristo, porque si bien se desprende de otros versos que estos si pueden ser reyes y sacerdotes al lado de Cristo en el Reino, no se puede asegurar con total certeza puesto que Apocalipsis no lo dice de forma concluyente…… y afirmación que no deja de ser totalmente inexacta y reflejo de una falta de percepción bíblica, dicho sea con el máximo respeto. Porque cuando leemos con la debida atención (algo que la mayoría no hace) el pasaje de Rev. 14:1 y lo analizamos desde el contexto de las Escrituras, nos encontramos con una afirmación rotunda en el sentido que sí son esos 144.000 los que reinarán con Cristo en su reino; pero veamos dicho pasaje:
“Y vi y, ¡miren!, el Cordero de pie sobre el monte Sión y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tienen escritos en sus frentes el nombre de él y el nombre de su Padre.”
Luego lo que estaba viendo en una visión el apóstol Juan, dada por el propio Jesucristo a través de su ángel, era el cumplimiento por adelantado de las palabras del Sal. 2:2-6 y en donde leemos lo siguiente:
“Los reyes de la tierra toman su posición y los altos funcionarios mismos se han reunido en masa como uno solo contra Jehová y contra su ungido 3 y dicen: “¡Rompamos sus ataduras y echemos de nosotros sus cuerdas!”.
4 El Mismísimo que se sienta en los cielos se reirá; Jehová mismo hará escarnio de ellos. 5 En aquel tiempo les hablará en su cólera y en su ardiente desagrado los perturbará, 6 diciendo: “Yo, sí, yo, he instalado a mi rey sobre Sión, mi santa montaña”.
Entonces si la visión se corresponde al momento en que es instalado como Rey sobre Sión el Hijo de Dios, Jesucristo ¿quiénes son entonces, esos que en ese momento ocupan un lugar a su lado sobre este monte Sión, sino aquellos que le acompañan en su reinar y cuyo número está exento de cualquier duda, eso es: 144.000...... pues esa es la cantidad de sus acompañantes? Porque algo que no hay que olvidar, es que Juan no solo “vio”, sino que también “oyó” (Rev. 7:4) dicha cantidad, lo cual nos confirma que las Escrituras sí nos dicen de forma clara y diáfana, que esos 144.000 personajes mencionados (no hay otros) son los que reinan con Cristo en el reino milenario…… ya otra cosa es que alguno le busque cinco pies al gato y quiera discutirlo, solo por afán de discutir y que como diría nuestro castizo de guardia “…… haberlos, ahílos”.
Por lo que pensando que este punto ha quedado claro, vamos a averiguar ahora de la supuesta relación de esos personajes de Rev. 7:4-8, que aparentemente proceden de las doce tribus del Israel literal y tema del que ya hemos dado una pequeña referencia, en el sentido que ello no puede ser así. Pero antes de continuar, permítannos una pequeña aseveración: muchas veces en el estudio de las Escrituras, el averiguar el correcto significado de determinado pasaje, no se consigue tanto por una fijación obsesiva sobre el análisis del mismo, sino que se consigue por medio de la eliminación de distintas posibilidades…… o dicho de otra manera, si no sabemos lo que es correcto sobre determinado asunto, vayamos eliminando aquellas opciones que sí sabemos no pueden serlo, pues no son aceptadas por el contexto general de las Escrituras y así, hasta llegar a aquella conclusión que más se ajuste a dicho contexto y que obviamente, suele ser siempre la correcta. Por lo que de entrada y siguiendo esta máxima, leamos unas palabras de Jesús, partiendo del hecho que en la Biblia todas las palabras tienen su especial significado y propósito…… máxime cuando vienen del propio Hijo de Dios:
“A estos doce Jesús los envió, dándoles estas órdenes: “No se vayan por el camino de las naciones (eso es, dar el mensaje a gentiles o personas no judías) y no entren en ciudad samaritana; 6 sino, más bien, vayan continuamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel”." (Mat. 10:5-6). (Acotación nuestra).
Y palabras que no tenía más objetivo que el recordarle al personal, que había de respetarse la promesa de Jehová extendida al pueblo de Israel en el Sinaí y ya mencionada, de sacar de entre ellos “un reino de sacerdotes y una nación santa” (Éxo. 19:6) y por lo que Jesús impidió a sus discípulos, con su clara y taxativa orden, el extender la oferta de acceder a dicho privilegio, a personas que no fueran judíos naturales…… tan simple como eso. Pero además y aquí está la cuestión, fíjense en el detalle adicional, que en esas palabras Jesús hizo referencia a las “ovejas perdidas de la casa de Israel” y no, a las “doce tribus perdidas de la casa de Israel” y que que hubiera sido lo más ajustado a la realidad; luego dado que como hemos dicho, estaríamos hablando de un personaje que era muy cuidadoso en la elección de las palabras que pronunciaba, ello tendría que darnos a entender que puesto que las diez tribus del reino septentrional de Israel habían ya desaparecido del mapa hacía siglos y no quedaba rastro de ellas, obviamente ya no se podía hablar de las “doce tribus de Israel” como tal.
Pero permítannos un pequeño inciso, para mencionar que algunos autores bíblicos afirman que Jesús mencionó las palabras reseñadas, refiriéndose precisamente a los miembros de esas diez tribus desaparecidas siglos atrás; pero ese planteamiento cae por su propio peso, cuando vemos a quiénes realmente se refería el Hijo de Dios, al hablar de esas “ovejas perdidas”:
“Al ver las muchedumbres, se compadeció de ellas, porque estaban desolladas y desparramadas (espiritualmente) como ovejas sin pastor. 37 Entonces dijo a sus discípulos: “Sí; la mies es mucha (luego mucho trabajo a efectuar), pero los obreros son pocos. 38 Por lo tanto, rueguen al Amo de la mies que envíe obreros a su siega”.” (Mat. 9:36-38). (Acotaciones nuestras).
Con lo que se nos indica que Jesús en Mat. 10:5-6, hacía referencia a esas personas que bajo los gobernantes religiosos de aquellos tiempos (o el “pastor inútil” de Zac. 11:15-17) estaban totalmente desatendidas y extraviadas, por tanto confundidas en aspecto espiritual; y que más información al respecto, la pueden hallar en nuestro artículo “¿Qué quiso decir el profeta?” del 14/01/13.
Recuperando el hilo de lo que estábamos hablando, recordemos que a la muerte de Salomón (alrededor de 931 a.E.C.), se produjo la escisión de las diez tribus mencionadas que existieron como reino independiente y separado de Judá (así se identificaba el reino de las restantes dos tribus, Judá y Benjamín) por unos 200 años, pues en el siglo VIII a.E.C. (sobre el año 721), se produjo la conquista por el rey asirio Senaquerib del norteño reino de Israel y con lo que terminó la existencia de dichas 10 tribus como tales, al ser deportados sus miembros a tierras lejanas e integrados a otros pueblos y culturas bajo la dominación de dicho rey, así como ocupada su tierra natal, con personas de distintas nacionalidades y vasallas de dicho personaje y lo que resultó, en la total y práctica desaparición de las diez tribus como tales (2 Rey. 17:22-24). Una desaparición que aunque convirtió a la tribu de Judá del reino del sur en la tribu mayoritaria entre los descendientes de Jacob, razón por la que empieza a conocérseles como “judíos” (hijos de Judá), según muchos autores no es un hecho concluyente, pues aunque minoritarios, quedaban representantes de esas diez tribus desaparecidas dentro de la nación de Judá.
Se nos menciona para sostener dicha temeraria afirmación (dicen que una flor no hace Mayo), el ejemplo de Ana, la que reconoció en el recién nacido Jesús al mesías (Luc. 2: 36-38) y que era hija de Fanuel, el cual según indica el propio Lucas, era “de la tribu de Aser”, uno de los dos hijos que le dio a Jacob la esclava Zilpá. No obstante, que el argumento presentado podría ser aceptado como una posibilidad, se encuentra en el relato de la situación religiosa que se produjo a consecuencia de la separación de las diez tribus (nada que ver con la religión en sí, sino en la mala actitud de un rey para con su pueblo, según 1 Rey. 12:1-17) en el sentido que los sacerdotes y levitas que residían entre esas tribus separadas, optaron por volver a Jerusalén ante el crecimiento de la adoración falsa en esos territorios. Y algo que de forma puntual también hacían algunos miembros de las mismas, cuando bajaban a adorar al Templo de Dios sito en dicha capital (2 Cró. 11:13-16) y cumplir así con la obligación de acudir tres veces al año (en la fiesta “de las tortas no fermentadas”, en la fiesta “de las semanas” y en la fiesta “de las cabañas”) a presentar ofrendas a Dios…… pero que no hay constancia de que se quedaran y por lo tanto, que no sufrieran el mismo fin que sus conciudadanos del reino del norte a manos de Senaquerib.
Lo que sí está claro, es que para cuando se escribió la Revelación, no solo no existía rastro de dichas tribus como tales, sino que además en la destrucción de Jerusalén en el año 70 E.C., fueron destruidos junto al templo todos los registros genealógicos y que mostraban la pertenencia de cada israelita a su tribu de origen, por lo que no tendría sentido el hablar en Rev. 7:4-8 de doce tribus literales, puesto que como tales no existían, pues nadie podía demostrar su ascendencia tribal. Por lo que en este blog no se entra en contradicción, cuando consideramos a los 144.000 como literales y a las doce tribus de procedencia de los mismos, no tanto como simbólicas, sino que lo que hacemos y en línea con el registro escrito, es considerarlas como lo que son: el Israel espiritual o “Israel de Dios” (Gál. 6:16)…… al menos eso es lo que nos dijo Pablo que era de lo que se hablaba; por otra parte y para este apóstol, queda claro que lo de las doce tribus literales como punto de referencia para algo, había pasado a la historia, pues ya habían cumplido su papel: facilitar la venida del Hijo de Dios y recibir la oportunidad de formar de entre ellas, ese “reino de sacerdotes” de Éxo. 19:6; pero veamos las palabras de Pablo:
“Porque no es judío el que lo es por fuera, ni es la circuncisión la que está afuera en la carne. 29 Más bien, es judío el que lo es por dentro y su circuncisión es la del corazón por espíritu y no por un código escrito. La alabanza de ese viene, no de los hombres, sino de Dios.” (Rom. 8:28-29).
O en su defecto, estas otras:
“Sin embargo, no es como si la palabra de Dios hubiera fallado. Porque no todos los que provienen de Israel son realmente “Israel” (aquí Pablo establece una diferencia entre el Israel literal y el “Israel de Dios” y heredero de la promesa). 7 Ni porque son descendencia de Abrahán son todos hijos, sino: “Lo que será llamado “descendencia tuya” será mediante Isaac”. 8 Es decir, los hijos en la carne (el Israel literal) no son realmente los hijos de Dios (los que junto a Cristo heredan el reino, eso es, los 144.000), sino que los hijos de la promesa (en este caso, el nuevo pacto establecido por Jehová, mediante Jesús) son contados como descendencia (o Hijos adoptivos de Dios).” (Rom. 9:6-8). (Acotaciones nuestras).
Por lo que en el caso que nos ocupa, bien podríamos entender y para ir captando la idea, que Isaac, el hijo de Abraham prefiguró a Jesús, el Isaac Mayor y su descendencia (la de Isaac), a los seguidores de este (Jesús) que resultaría ser la descendencia prometida, eso es, la “nación santa” de Éxo. 19:6 y el equivalente al “Israel de Dios” de Gál. 6:16.
O recordemos, por otra parte y para añadir a lo dicho, lo que se nos dice en Rom. 11:13-24 y en donde Pablo nos habla del “olivo” simbólico que es el Israel espiritual, con lo que queda claro que el concepto de un Israel natural con sus doce tribus como punto de partida para delimitar los miembros a participar del reino, quedó totalmente obsoleta. Descartada entonces y ante la evidencia considerada, la posibilidad de que en Rev. 7:4-8 se nos esté hablando de las doce tribus literales del Israel de la antigüedad, eso es, puesto que ya conocemos lo que no se nos quiere decir en ese pasaje, veamos ahora lo que sí podría significar (siempre a nuestro entender) esta alusión a las doce tribus…… y empecemos por averiguar, el por qué dijo Santiago lo que dijo:
“Santiago, esclavo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están esparcidas por todas partes: ¡Saludos!” (Sant. 1:1).
¿Estaba diciendo Santiago, que las doce tribus como tales continuaban existiendo en alguna parte de la tierra? Recordemos que para cuando fueron dichas estas palabras, hacía más de setecientos años que estas habían desaparecido y con el tiempo, mediante cruces con otras etnias, adulterando todo rastro de la pureza de su raza de procedencia; y es que no hay que olvidar, que si cuando estaban bajo la vigilante mirada del Altísimo a través de la Ley y los profetas, ya se las pintaban solos para seguir tras dioses extranjeros y tener ayuntamiento con mujeres de otros pueblos, no queremos ni pensar lo que harían estando como estaban, integrados entre otros pueblos politeístas y lejos de la custodia de la Ley Mosaica dada por Jehová (Deut. 7:1-4). No olvidemos el panorama con el que se encontró el bueno de Esdras a su regreso de Babilonia sobre 468 a. E.C., eso es, casi setenta años después del regreso del resto judío fiel (¡menos mal que era fiel, que si no…!) del cautiverio en Babilonia bajo el acaudillamiento de Zorobabel y situación lamentable, que pueden leer en el libro bíblico que lleva su nombre y en los capítulos del 8 al 10.
Dicho lo cual y volviendo a lo que nos ocupa, se podría considerar y ahí lo dejamos como una mera opinión, que los doce apóstoles de Jesús y en el bien entendido que este representara al Isaac Mayor, a través de quien resulto la descendencia, fueron en su momento los “patriarcas” del nuevo “Israel de Dios” (Gál. 6:16) y consecuentemente sus seguidores, eso es, aquellos que siguieron a los apóstoles (Juan 17:20) se constituirían en miembros “descendientes” por tanto de esas doce nuevos “patriarcas” o piedras de fundamento y convirtiéndose en las “doce tribus” de dicha nación espiritual y a la que Santiago hizo referencia…… en otras palabras, estaríamos ante una réplica mejorada de lo prefigurado por medio del arreglo que Jehová estableció en el Israel literal. No perdamos de vista el hecho que Jesús vino a establecer un “nuevo pacto” (Luc. 22:20) que tenía como objetivo el perfeccionar el anterior, a tenor de las palabras del escritor de la carta a los hebreos:
“Porque si aquel primer pacto hubiera estado exento de falta, no se habría buscado lugar para uno segundo; 8 porque él encuentra falta en el pueblo cuando dice: “¡Mira! Vienen días -dice Jehová- y celebraré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto; 9 no según el pacto que hice con sus antepasados en el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, porque no continuaron en mi pacto, de modo que dejé de interesarme en ellos” dice Jehová.” (Hebr. 8:7-9).
Si ello fuera así y nosotros no vemos otra alternativa, se entenderían no solo las palabras referidas de Santiago, sino las palabras de Jesús a sus discípulos en dos distintos momentos de su ministerio y que de otra manera, resultarían un tanto desconcertantes:
“Jesús les dijo: “En verdad les digo: En la re-creación, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso, ustedes los que me han seguido también se sentarán sobre doce tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel.” (Mat. 19:28).
Más tarde se expresó en términos similares, cuando hizo el pacto para un Reino con sus fieles apóstoles:
“Sin embargo, ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas; 29 y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino, 30 para que coman y beban a mi mesa en mi reino y se sienten sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.” (Luc. 22:28-30).
Y puesto que no sería razonable que Jesús quisiese decir que ellos juzgarían a las doce tribus del Israel “espiritual” o “Israel de Dios” mencionado (producto resultante del “nuevo pacto”), lo que habría implicado el juzgarse a sí mismos, ya que los apóstoles tenían que ser parte esencial del mismo como fundamento de ese grupo, como nos muestran las siguiente palabras del apóstol Pablo, ello tendría que significar otra cosa…… pero veamos dichas palabras:
“Ciertamente, por lo tanto, ustedes ya no son extraños y residentes forasteros, sino que son conciudadanos de los santos y son miembros de la casa de Dios 20 y han sido edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular de fundamento.” (Efe. 2:19-20).
Pero dado que también se nos dice, por otra parte, que aquellos “llamados a ser santos” (Rom. 1:7) juzgarán “al mundo” y no a sí mismos (1Cor. 1:1-2; 6:2), solo podemos entender de esa referencia a las “doce tribus de Israel” que se mencionan en Mateo 19:28, Lucas 22:30 y Sant. 1:1, que esas que serán juzgadas por los “santos” representan al mundo de la humanidad sobreviviente a la venidera “gran tribulación” (y que la Biblia identifica como la “gran muchedumbre” según Rev. 7:9; 14) como un todo, que no forma parte de esa clase real sacerdotal y que será juzgada por aquellos que se sentarán en los tronos mencionados en Rev. 20:4 y en cumplimiento de la promesa de Jesús en su momento.
Entonces una secuencia parece ir adquiriendo cierta consistencia ante nosotros y que podríamos resumirla diciendo lo siguiente: Jesús vino a formar y partiendo del primero (el Israel natural), un grupo cuyo núcleo fueron los apóstoles y que prefigurados por los doce patriarcas del anterior, conformaron el nuevo pueblo elegido o “nación santa”. Vemos también, que la diferencia más notable de los apóstoles con respecto de los doce hijos de Jacob, es el hecho que son llamados uno a uno y no pertenecen necesariamente a la misma familia, pues ese núcleo mencionado no se estableció sobre lazos de la sangre y por lo que la condición de “patriarcas” de la “nueva nación” no les vino dada por nacimiento, sino en función de la vocación divina y la respuesta personal de cada uno a la oferta recibida, lo que implicaba la libre elección individual…… y de aquí que se les reconozca como el “Israel espiritual” y término que se hacía extensible a sus seguidores. Y siendo también en ese sentido que conformaron un “nuevo” pueblo o nación, según la palabras de Jesús en Mat. 21:43; sin embargo, el hecho que todos los apóstoles como núcleo, pertenezcan al Israel natural, no significa otra cosa que la continuidad de las promesas de Dios con el antiguo pueblo por Él elegido y lo cual es una cosa, mientras que otra distinta es el que Jehová y en función de la actitud de rechazo mostrada por el Israel natural para con Su Hijo Jesús, pase a tener tratos con otra “nación” o pueblo que produjera los “frutos” exigidos (Mat. 21:43), pero ya en el ámbito de la vocación espiritual y por voluntaria decisión, o lo que es lo mismo, en lo que es un pacto de superior calidad.
Por lo que a nuestro entender y como conclusión del asunto analizado, la relación de tribus de Rev. 7:4-8 apoyándose en los nombres de los antiguos patriarcas y prescindiendo de otras consideraciones, no son más que una representación alegórica de la estructura tipo del Israel natural, aplicada al “Israel de Dios” y algo con lo que se vendría a significar también, la prevalencia del pueblo de Israel sobre el resto de naciones del mundo. Es obvio que se podría argumentar mucho más al respecto, como por ejemplo, la diferencia de nombres entre distintas listas; pero entendemos que con lo dicho es suficiente para dar a conocer nuestra general perspectiva o personal punto de vista sobre el asunto y que repetimos, no pretendemos sea otra cosa que una mera opinión más entre tantas como hay publicadas y que usted, querido lector, es el que tiene a su cargo el decidir sobre cuál de ellas es la que más le convence, a partir de su personal análisis del tema…… claro está.
MABEL
viernes, 1 de febrero de 2013
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