Los Testigos de Jehová...... y las relaciones sexuales dentro del matrimonio.
Quede claro, que el contenido de lo que ustedes van a leer a continuación, está exento de cualquier toma de posición por parte de los autores de este blog, pues simplemente pretendemos contrastar lo que dicen los TJ sobre el tema planteado y aquello que las Escrituras dicen del mismo. Establecida nuestra posición y que entendemos es la misma del autor al que vamos a citar, decir que este artículo viene a cuento de un video que publicó Apologista Mario Olcese recientemente (03/06/13) y que bajo el título “La Watchtower y los 5 años que permitió la fornicación, sin expulsar a los transgresores”, mostraba las continuas contradicciones que ese órgano de gobierno de los Testigos de Jehová (su llamado “esclavo fiel y discreto”) ha mantenido en el tiempo, en lo que hace referencia a determinadas prácticas sexuales dentro del matrimonio, tales como las relaciones sexuales de índole oral y anal...... y que a partir de este momento las llamaremos, sencillamente, relaciones presuntamente “contra-natura” y presumiblemente ilícitas dentro del matrimonio, siempre según el particular punto de vista de los dirigentes de dicha organización.
Siendo como es una cuestión muy delicada y que se circunscribe a la privacidad del ámbito matrimonial, en esta ocasión no discutimos el planteamiento, sino que alabamos la valentía del Sr. Olcese para abordarlo…… aunque es cierto que hemos echado en falta que dicho caballero nos explicara cual es, a su entender, el punto de vista de Jehová acerca del tema y con ello traer un poco de guía bíblica a aquellos miembros de la citada secta o, en su defecto a simpatizantes de la misma y que no sepan que opción tomar al respecto. Por lo tanto, colaboraremos en esta ocasión con el Sr. Olcese, añadiendo algunos detalles que a dicho autor se le han pasado por alto, pero que en todo caso, aportan en favor de su planteamiento…… no podemos olvidar, que D. Mario Olcese abandonó la organización mucho antes que los autores de este blog, por lo que no pudo vivir en primera persona circunstancias que se produjeron tiempo después de su salida, pero que como hemos dicho, van orientadas a reforzar el tema que nos plantea. Hecha esta salvedad, pasamos inmediatamente a contrastar el planteamiento de los TJ, con lo que dicen las Escrituras acerca del asunto en cuestión.
Y es que como se denuncia en el video mencionado, los bandazos dados por esta organización acerca del escabroso tema que nos ocupa (así como en otros muchos y que no vienen ahora al caso), eso es, las mencionadas relaciones sexuales “contra-natura” y por tanto ilícitas dentro del ámbito de la relación matrimonial, han sido para nota. Pues como señala D. Mario Olcese en su trabajo, primero estaban totalmente prohibidas y podían acarrear la expulsión inmediata del transgresor, así como el inmediato divorcio legal ante Jehová por parte del cónyuge perjudicado, para tiempo después afirmar que si bien podría dicha conducta acarrear la expulsión de la congregación al transgresor, no ya así el divorcio para la pareja víctima de dicha transgresión; o para algún tiempo después (ya saben ustedes, por aquello de las “nuevas luces”) considerarlo como permitido y por tanto, de normal practica el uso de dichas variantes sexuales dentro del matrimonio y para ya posteriormente (año 83), volver a considerar dicha práctica como merecedora de todos los males del averno y por tanto, excluida en cualquier caso de lo permitido en el campo de lo sexual para un TJ…… eso es lo que nos viene a decir el Sr. Olcese y que tiene toda la razón del mundo, pues así, más o menos, es como fue la cosa.
Hasta aquí esa etapa de la historia llega D. Mario, en donde parece que quedó definitivamente establecida la pauta a seguir de ahí en adelante por parte de dicha organización, con la susodicha práctica prohibida totalmente dentro del ámbito de la relación matrimonial entre su menbresía…… pero, repetimos, sin aclararnos dicho caballero nada de lo que piensa Jehová de un tema tan delicado y con tanta incidencia dentro del matrimonio cristiano, pues ello tiene que ver directamente con la relación de sus miembros con el Altísimo; de ahí la necesidad, entendemos nosotros, de dar un poco de luz a esas persona a las que D. Mario dice querer ayudar y que serían los miembros de dicha secta que le puedan estar siguiendo en sus videos.
Por lo tanto, tomamos el relevo y es a partir de aquí, cuando empezamos nosotros a aportar nuevos datos, para posteriormente intentar mostrar cual es el punto de vista de nuestro Creador, frente a los planteamientos de los TJ…… luego continuando donde lo dejo Apologista, hete aquí que en el año 86 y en su libro “Verdadera paz y seguridad... ¿cómo puede usted hallarla?”, pareció que de nuevo el cuerpo dirigente de dicha secta daba un pasito atrás en dicha prohibición, pues bajo el subtítulo “Su punto de vista acerca del sexo... ¿importa?” (capítulo 13), leíamos esto en su párrafo 7:
“La palabra para “fornicación” que se usó al poner por escrito las declaraciones de Jesús y de sus discípulos es la palabra griega por·néi·a. Esta viene de la misma raíz que el término moderno “pornografía”. En los tiempos bíblicos se usaba “por·néi·a” para referirse a una amplia variedad de relaciones sexuales ilícitas fuera del matrimonio. “Por"néi·a” implica el uso crasamente inmoral de los órganos genitales de por lo menos un humano (sea que tal uso se efectúe de manera natural o pervertida). Además, tiene que haber otro participante en la inmoralidad... un humano de cualquiera de los dos sexos o una bestia.” (Negritas nuestras).
Luego de entrada, de dicha afirmación se sobreentiende que no se conocía un término que definiera cuales eran las relaciones sexuales “ilícitas” dentro del espacio conyugal, lo que nos lleva a pensar que probablemente dentro de dicho terreno acotado del matrimonio, no existía ningún tipo de relación considerada “ilícita” por el Altísimo; por lo tanto ¿a santo de qué los TJ introducen ese término “por·néi·a” actualmente, para cuestionar prácticas sexuales entre esposos, cuando son ellos mismos los que nos dicen que en “tiempos bíblicos” y esos son nuestro único referente (sino ¿para qué usar las Escrituras como guía?), dicho término aplicaba solo fuera del espacio conyugal?...... entonces ¿cuál era, en “tiempos bíblicos” y en el supuesto de que existiera, el término o palabra que definía las prácticas sexuales ilícitas dentro del matrimonio? De no existir dicha palabra, pero sí existiendo la otra, eso es, “por·nei·a”, lo razonable sería pensar que en “tiempos bíblicos” no se consideraba ilícita ninguna forma de relación sexual en el ámbito matrimonial y de ahí, la no existencia de término alguno que las definiera; pero veamos más, en el párrafo 14:
“El hecho de que él reconoce una sola base apropiada para el divorcio da énfasis a esto. Jesús mostró cuál es esa base: “Cualquiera que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación [por·néi·a], y se case con otra, comete adulterio”. (Mateo 19:9; 5:32.) “Por·néi·a”, como hemos visto, se refiere a relaciones sexuales fuera del matrimonio, sean naturales o contranaturales.” (Negritas nuestras).
Entonces todo parece indicar, repetimos la idea, que no existe tal cosa entre la relación sexual entre el binomio esposo/esposa que pudiera ser calificada como “por·néi·a”, pues dicho término quedaba bíblicamente circunscrito fuera de este ámbito matrimonial; no obstante y en flagrante contradicción, veamos ahora lo que nos dicen en el párrafo 20:
“Lo que la Biblia dice acerca de “inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial” aplica a todos los cristianos, solteros y casados. Es verdad que marido y mujer tienen un derecho bíblico y legal de participar en relaciones sexuales cada uno con el otro. Pero ¿significa esto que pueden desprenderse de toda restricción? El hecho de que la Palabra de Dios insta a todos los cristianos a cultivar autodominio (¿qué ver tendrá el autodominio, en una relación sexual mutuamente consentida y a la que se tiene derecho por decreto divino?) arguye en contra de tal punto de vista. (2 Pedro 1:5-8.) El escritor bíblico inspirado no tenía que explicar cómo los órganos reproductivos del esposo y la esposa se complementan naturalmente. Las relaciones homosexuales obviamente no pueden efectuarse de este modo natural. Por eso, los homosexuales masculinos y femeninos emplean otras formas de ayuntamiento conforme a lo que el apóstol llama satisfacer “apetitos sexuales vergonzosos” y prácticas ‘obscenas’. (Romanos 1:24-32.) ¿Pudieran parejas casadas imitar esas formas de ayuntamiento sexual en su propio matrimonio y todavía a la vista de Dios estar libres de haber expresado “apetitos sexuales vergonzosos” o “deseo perjudicial”?” (Negritas y acotación nuestras).
Es obvio que en este párrafo y en donde sus autores vienen a contradecir lo que acabamos de leer en los párrafos 7 y 14, hay un desvergonzado intento por inducir a la idea de que el matrimonio queda también condicionado a determinadas reglas marcadas desde el exterior (en este caso, por el citado “cuerpo gobernante”), cuando eso no es verdad y volviendo con ello de nuevo con “la burra en el pesebre”, eso es, el mantener la citada restricción en el ámbito conyugal y para lo cual, sacan textos de su contexto natural. Vemos a modo de ejemplo, que en ese párrafo y para dar fuerza a su argumento, nos citan de Rom. 1:24-32, en donde resulta que Pablo no nos habla para nada de lo que ocurría dentro del matrimonio en aquella sociedad entre la que vivía, sino de la homosexualidad existente en sus días y lo que es algo muy distinto; recordemos que si según nos mencionan los TJ y regla a la que, razonablemente, se tendría que haber adherido también Pablo, si “por·néi·a” tenía que ver con todo aquello que implicara relaciones sexuales fuera del ámbito matrimonial, Pablo forzosamente nos tenía que estar hablando también de cosas ajenas a este, en dicho pasaje.
Pero es que además, hay que tener en cuenta que la definición de la palabra “homosexualidad”, siempre ha tenido que ver con la relación sexual entre personas del mismo sexo…… luego por definición, una misma práctica sexual (oral o anal), llevada a cabo por personas de distinto sexo y unidas además por el vínculo matrimonial, está claro que no podía ser calificada como “por·néi·a” de ninguna de las maneras, a tenor del planteamiento que nos hacen esos señores; porque si ese término y como se nos han explicado, en “tiempos bíblicos” aplicaba a relaciones fuera del matrimonio ¿cuál era entonces, la palabra que definía como ilícita esa práctica “contra-natura” dentro del matrimonio? Y que de no existir esta en “tiempos bíblicos”, solo se puede llegar a la conclusión de que no se establecía restricción sexual alguna entre un hombre y una mujer, unidos por el yugo del matrimonio…… o de lo contrario, que nos lo expliquen esos señores; y que de lo que estaba hablado el apóstol Pablo en ese pasaje mencionado era de la homosexualidad, eso es, de prácticas sexuales entre personas del mismo sexo, es algo que se nos confirma en el contexto del propio pasaje:
“Por eso Dios los entregó a apetitos sexuales vergonzosos, porque sus hembras cambiaron el uso natural de sí mismas a uno que es contrario a la naturaleza; 27 y así mismo hasta los varones dejaron el uso natural de la hembra y se encendieron violentamente en su lascivia unos para con otros, varones con varones, obrando lo que es obsceno.” (v. 26-27).
Con lo que claramente se nos da a entender, que lo que hicieron las mujeres fue cambiar el uso natural del varón, por el de otra mujer o, en su defecto y en algunos casos, incluso practicando la cópula con animales; y es que la sociedad en la que tuvo que trabajar Pablo en su ministerio, se caracterizaba por el auge que tenía la homosexualidad y que, repetimos, hace referencia exclusiva a relaciones sexuales practicadas entre personas del mismo sexo…… luego se podría entender, que lo que hacía de determinada forma de relación sexual, algo “contra-natura” y por tanto ilícita desde el punto de vista de Jehová, no era la forma de sexo practicada en sí misma, sino el con quién se mantenía dicha relación y que es muy diferente. En todo caso, lo que observamos en los pasajes transcritos de publicaciones de la Watchtower, es que a pesar de los argumentos que parecen indicar lo contrario, los dirigentes de los TJ se continúan posicionando aún hoy y hasta dónde nosotros conocemos, en que dicha relación sexual “contra-natura” (oral o anal) es ilícita también dentro del arreglo matrimonial; pero veamos, no obstante, algo que ocurrió a finales del año 2000.
Para ese tiempo, teníamos una relación de buena amistad con un joven matrimonio del que hacía poco que ella habían entrado a formar parte de la congregación y aunque él no participaba de ello, no solo no se opuso, sino la traía a las reuniones y la venía a buscar al final de las mismas, quedándose mucho rato departiendo con nosotros y resto de miembros de la congregación; pareja que llamaba la atención, pues siempre se les veía muy enamorados y muy cariñosos el uno con el otro ¡vamos, que daba gloria verlos tan “acarameladitos”!…… sin embargo dicha relación se fue deteriorando a ojos vista, al grado que él empezó a dejar de acompañarla a las reuniones y la carita de ella, pasó a convertirse en un verdadero poema. Preocupados como estábamos por dicha situación, un día hablamos con ella y le preguntamos qué era lo que estaba ocurriendo en su matrimonio…… y según nos contó, lo que ocurría es que en su relación de pareja, circunstancialmente habían figurado dichas prácticas sexuales supuestamente “contra-natura” y que a partir del estudio que le hicieron las “entendidas” hermanas que la tomaron a su cargo, estas la convencieron de que dicha forma de relaciones sexuales eran peor “que un pecado mortal en semana santa” (como diría nuestro castizo de guardia) y por lo que ella le empezó a negar a su esposo, algo que siempre le había dado…… y este inmediatamente asumió que la religión le estaba desplazando de su posición, con lo que empezó el mosqueo y posterior mal ambiente entre el matrimonio y sin que los “ancianos” de la congregación solventaran nada, pues según ellos (¡genios, que son unos genios tales personajes!), ella tenía que hacer lo que la Biblia decía y punto pelota (excusamos decir, que la Biblia no dice nada de esto, como mostraremos más adelante).
Pero hete aquí, que a principios de 2001 y en la consideración del texto diario (creemos recordar que fue a últimos del mes de Febrero), en uno de esos comentarios para consideración diaria, apareció la porción de un estudio de La Atalaya del 01/11/2000, que llevaba por tema “Veamos la pureza moral como Dios la ve” y en donde bajo el subtema “Restricciones divinas”, se leía en dicho artículo y en sus párrafos 5 y 6, lo siguiente:
“5 Aunque la sexualidad es un don de Dios, no debe expresarse sin restricción alguna. Tal principio es aplicable incluso dentro del matrimonio (Efesios 5:28-30; 1 Pedro 3:1, 7). Fuera de este, las relaciones sexuales están prohibidas. La Biblia es muy explícita al respecto. La Ley que Dios entregó a la nación de Israel estipulaba: “No debes cometer adulterio” (Éxodo 20:14). Jesús señaló posteriormente que entre los “razonamientos perjudiciales” que se originan en el corazón y contaminan al ser humano, figuran “fornicaciones” y “adulterios” (Marcos 7:21, 22). El apóstol Pablo dirigió esta exhortación inspirada a los cristianos de Corinto: “Huyan de la fornicación” (1 Corintios 6:18). Y en su carta a los Hebreos escribió: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros” (Hebreos 13:4).
6 ¿Qué significa el término fornicación? Esta palabra traduce la voz griega por·néi·a, que a veces hace referencia a las relaciones sexuales entre personas no casadas (1 Corintios 6:9). En otros lugares, como en Mateo 5:32 y 19:9, tiene un significado más amplio, de modo que también abarca el adulterio, el incesto y el bestialismo. Otras prácticas entre individuos no casados, como el coito oral o anal y la manipulación sexual de los genitales de otra persona, constituyen asimismo por·néi·a. Todos estos actos se condenan —sea explícita o implícitamente— en la Palabra de Dios (Levítico 20:10, 13, 15, 16; Romanos 1:24, 26, 27, 32).” (Negritas nuestras).
Claro, cuando leímos esto, nos fuimos como un tiro a por los ancianos de la congregación, preguntándoles si era que el “esclavo” se había equivocado en ese planteamiento, o había escrito ese párrafo 6 con unas copas de más, pues este no solo desmontaba la afirmación hecha en el párrafo anterior, en el sentido que el principio de restricción era aplicable “también” en el ámbito del matrimonio, sino que se cargaba de una sentada toda la prohibición establecida por décadas hasta ese momento sobre ese tipo de relaciones entre parejas casadas. Obviamente la primera respuesta que recibimos fue que el esclavo “no se equivocaba nunca”, con lo que les colocamos dicha Atalaya ante sus narices y les dijimos “pues entonces explicarnos que quiere decir este párrafo 6”…… y en un “alarde” de profunda capacidad de reflexión, intentaron convencernos de que aquello que decía el parrafito en cuestión, no era lo que quería decir y con tan “salomónica” afirmación, dieron por finiquitado el tema. Por lo tanto y en vista de tanta estulticia, cogimos la revista en cuestión, nos fuimos a hablar con la hermanita, la estuvimos considerando con ella y le explicamos lo que nosotros entendíamos que ello significaba; esta, que ya lo había leído en el “Examinando las Escrituras diariamente”, nos dijo que lo había entendido igual que nosotros, por lo que le aconsejamos que salvara su matrimonio y que "como los de Alicante, que tirara palante”; conclusión: ella hizo los “arreglillos” pertinentes con su esposo y poco a poco, la cosa se fue estabilizando y se volvió a la situación anterior. Ahora bien ¿qué es lo que nosotros le explicamos?...... pues lo siguiente:
En dicho párrafo 6 se nos dice, que “otras prácticas entre individuos no casados, como el coito oral o anal y la manipulación sexual de los genitales de otra persona, constituyen asimismo por·néi·a.” Luego siendo esto así, habría que entender que esas “otras prácticas” que se mencionan en dicho párrafo, llevadas a cabo entre personas unidas por el vínculo matrimonial, no constituyen por·néi·a y por lo tanto no son ilícitas; porque además, a nadie con un mínimo de sentido común se le ocurriría pensar, que la manipulación sexual de los genitales entre cónyuges para provocar cierta estimulación o sencillamente como caricia, estuviera prohibida dentro de la relación matrimonial…… luego si se nos pone en un plano de igualdad las tres prácticas mencionadas dentro del matrimonio y como queda claro que se hace en dicho párrafo 6, ello significa que queda libremente en manos de los componentes del arreglo conyugal, el decidir qué hacer o no, sobre el caso y sin que nadie les pueda pedir explicaciones.
Y es que los TJ, en su intento de monopolizar hasta el extremo la vida de sus seguidores, han hecho algo que ni el propio Jehová se ha permitido hacer, al menos hasta donde nosotros alcanzamos a entender: meterse en la mismísima alcoba matrimonial; porque esos señores y al inicio del párrafo 5 dicen que el principio de restricción sexual dentro del matrimonio, también está contemplado en las Escrituras y algo que es completamente falso de toda falsedad, como veremos a continuación. Porque al final del párrafo 6, verán ustedes que en esa Atalaya se hace referencia al capítulo 20 de Levítico y en donde se trata de las restricciones sexuales que el Altísimo expresa y explícitamente impuso sobre Su pueblo y que abarcan una amplia variedad de supuestos, que implicaban la muerte para sus transgresores y todos ellos fuera del ámbito conyugal; veamos cuales son los tales supuestos:
“10 Ahora bien, un hombre que comete adulterio con la esposa de otro hombre es uno que comete adulterio con la esposa de su semejante. Él debe ser muerto sin falta, el adúltero y también la adúltera.
11 Y un hombre que se acueste con la esposa de su padre ha puesto al descubierto la desnudez de su padre. Ambos deben ser muertos sin falta. Su propia sangre está sobre ellos.
12 Y cuando un hombre se acuesta con su nuera, ambos deben ser muertos sin falta. Han cometido una violación de lo que es natural. Su propia sangre está sobre ellos.
13 Y cuando un hombre se acuesta con un varón igual a como uno se acuesta con una mujer, ambos han hecho una cosa detestable. Deben ser muertos sin falta. Su propia sangre está sobre ellos.
14 Y cuando un hombre toma a una mujer y a la madre de ella, es conducta relajada. Deben quemarlos a él y a ellas en el fuego, para que la conducta relajada no continúe en medio de ustedes.
15 Y cuando un hombre da su emisión seminal a una bestia, debe ser muerto sin falta y ustedes deben matar la bestia. 16 Y cuando una mujer se acerca a cualquier bestia para tener cópula con ella, tienes que matar a la mujer y a la bestia. Deben ser muertas sin falta. Su propia sangre está sobre ellas.
17 Y cuando un hombre toma a su hermana, hija de su padre o hija de su madre y de hecho ve la desnudez de ella y ella misma ve la desnudez de él, es vergüenza. De modo que tienen que ser cortados de la existencia ante los ojos de los hijos de su pueblo. Es la desnudez de su hermana lo que él ha puesto al descubierto. Él debe responder por su error.
18 Y cuando un hombre se acuesta con una mujer que está menstruando y en efecto pone al descubierto la desnudez de ella, ha expuesto la fuente de ella y ella misma ha expuesto la fuente de su sangre. De modo que ambos tienen que ser cortados de entre su pueblo.
19 Y la desnudez de la hermana de tu madre y la de la hermana de tu padre no debes poner al descubierto, porque es a su parienta consanguínea a quien uno ha expuesto. Deben responder por su error.
20 Y un hombre que se acuesta con la esposa de su tío ha puesto al descubierto la desnudez de su tío. Deben responder por su pecado. Deben morir sin hijos.
21 Y cuando un hombre toma la esposa de su hermano, es cosa aborrecible. Es la desnudez de su hermano lo que él ha puesto al descubierto. Deben quedar sin hijos.”
Si algo queda claro a tenor de lo leído, es que Jehová fue tremendamente concreto y conciso en las prácticas sexuales prohibidas y que comportaban la pena muerte, luego no era un asunto para tomarse a la ligera y dejarse alguna olvidada por ahí…… por lo que es extremadamente significativo, el que Éste mantuviera el más absoluto de los silencios, acerca de lo que está o no está permitido en el ámbito de la relación entre un hombre y una mujer, legalmente casados ante Él ¡porque nada absolutamente se nos dice de eso en los citados pasajes! Pues en ninguno de ellos y que no olvidemos, formaban parte de la Ley de Dios dada la pueblo de Israel, se hace la más mínima mención a situaciones que tengan que ver con una relación dentro del arreglo matrimonial, sino más bien y como ya hemos señalado, de situaciones que se producían fuera del entorno conyugal y eso era lo que las hacía ilícitas: porque por ejemplo, no se nos dice nada de la esposa que le haga una felación a su marido, en el sentido que esta tenga que ser muerta sin falta y su marido con ella; o no leemos, que el marido que le haga una penetración anal a su esposa, ambos deben ser muertos sin falta y sus cuerpos quemados en el fuego para “purificar” el ambiente…… o en su defecto, que aquella pareja que en su relación marital se acaricien sus respectivos órganos genitales y lo que puede llevarles al orgasmo, fueran reos de muerte y lapidados sin dilación.
Por lo tanto y puesto que al Altísimo nunca se le queda nada en el tintero y es muy estricto y concreto en sus mandatos,solo podemos pensar que hace del ámbito conyugal un espacio estrictamente privado y no se mete en las relaciones de índole sexual que se pudieran llevar a cabo dentro de la relación de matrimonio: todas esas advertencias van dirigidas a cualquier relación sexual fuera de este arreglo, algo que como hemos visto, reconocen los propios TJ. Es más, si se fijan en el verso 12, verán que tal como ya hemos afirmado, la gravedad del acto cometido, no es el acto sexual en sí mismo, sino el con quién se lleva a cabo este:
“Y cuando un hombre se acuesta con su nuera, ambos deben ser muertos sin falta. Han cometido una violación de lo que es natural (o “grave perversión”, según versiones). Su propia sangre está sobre ellos.” (Acotación nuestra).
Porque si este hombre se hubiera acostado con su esposa, no habría nada que discutir; luego está claro que el problema en este caso (y es un ejemplo que aplica a otros supuestos que se contemplan en esa ley), no estaba en la posesión sexual de una mujer por un hombre, sino en la relación parental que este hombre tenía con la mujer a la que estaba poseyendo en ese momento…… eso era lo que violaba a los ojos de Dios, aquello “que es natural”. Y es que como siempre se ha apuntado desde este blog, para entender las Escrituras hay que saber leer y en el bien entendido que ello significa sencillamente “entender” aquello que se lee y luego razonar sobe lo leído con lógica y sentido común. Y haciendo eso en esta ocasión, pues es nuestra norma en todo aquello que escribimos, tal parece de lo leído que Dios ha establecido el ámbito matrimonial como una especie de coto cerrado, presidido por el amor entre dos personas que actúan de común acuerdo y con recíproca entrega del uno al otro, en donde lo que allí dentro ocurre es asunto absolutamente propiedad de la pareja en cuestión y nadie tiene que venir de fuera, a dictarles normas sobre ello…… cuando es el caso y como hemos comprobado, que es el propio Jehová el que respeta escrupulosamente dicha privacidad.
Es más y ya entramos ahora en lo que no es más que una simple opinión personal y por tanto, así les rogamos que la entiendan: cuando un hombre y una mujer están en su lecho de matrimonio, nadie, absolutamente nadie (y ello aplicaría también a los seres espirituales) les está observando, porque sencillamente Jehová no lo permite y por lo que, lo que pase dentro de ese espacio acotado, es asunto privado e íntimo de la pareja en cuestión y nadie les puede llamar al orden de manera alguna, puesto que ha quedado claro de todo lo considerado, que ni el propio Creador se permite hacer esto. Por lo tanto y dicho lo cual, nos ratificamos en nuestra posición de total neutralidad en el tema tratado y que cada matrimonio, obre como crea más oportuno y de común acuerdo, obviamente acorde con sus conciencias; luego quede este escrito simplemente como lo hemos planteado, eso es, un contrastar el planteamiento de los TJ, falso a todas luces, con lo que nuestro Dios parece indicarnos sobre el tema tratado y reflejado en las estrictas leyes que dio a Su pueblo…… y siempre sujetos, por supuesto, al axioma ampliamente aceptado, en el sentido de que cuando Jehová no prohíbe, sencillamente concede.
Algo que queda perfectamente establecido, por ejemplo, cuando incluyó en la ley una serie de carnes que no se podían usar en la dieta del pueblo de Israel…… Él no habló de las carnes que sí se podían comer, sino de aquellas que prohibía y dándose por sentado que las que no entraban en dicha prohibición, eran aquellas de las que se les concedía comer. No obstante, reconocemos que el tema tratado es mucho más complejo que todo eso, pues habría que tener en cuenta las distintas sensibilidades que pueden existir dentro del arreglo conyugal y por lo que estaríamos hablando de cosas muy íntimas y por tanto muy delicadas; pues aunque cuando un hombre y una mujer se unen en matrimonio, pasan a ser “una sola carne” (Efe. 5:31), la realidad es que continúan siendo dos personas con distintos antecedentes, crianzas, vivencias, expectativas e ilusiones, al tiempo que dos sensibilidades diametralmente opuestas en la mayoría de los casos y lo que hace del tema algo muy delicado, a la par que de mucha responsabilidad ante Jehová, por parte del varón:
“Ustedes, esposos, continúen morando con ellas de igual manera, de acuerdo con conocimiento (eso es, tratándolas acorde a su especial sensibilidad), asignándoles honra como a un vaso más débil, el femenino, puesto que ustedes también son herederos con ellas del favor inmerecido de la vida, a fin de que sus oraciones no sean estorbadas.” (1 Ped. 3:7). (Acotación nuestra).
Pero repetimos y prescindiendo que en un futuro podamos escribir algo más sobre el tema, el objetivo perseguido hoy no es otro que el poner en contraste el punto de vista de los TJ sobre el sexo en el matrimonio, con aquello que del mismo nos dice nuestro Creador en Su Palabra…… ya a partir de ahí, que cada uno haga lo que en conciencia entienda que es correcto.
MABEL
sábado, 8 de junio de 2013
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