viernes, 9 de agosto de 2013

La Biblia...... vs. la teología.


Cuando a usted se le presente un teólogo y pretenda explicarle lo que dice la Biblia, tenga por seguro que le mentirá; y cuando usted se asocia con una determinada denominación religiosa, la que sea, pero que en todo caso le dirán que se encuentra en “la verdadera fe”, eso es, que usted tiene la “inmensa fortuna” de estar asociado a la única forma de religión que Dios aprueba y que sus máximos dirigentes tienen sesudos estudios teológicos (y que son todas), recuerde que le están mintiendo. Y es que viendo cómo está “el percal”, eso es, las “genialidades” que nos cuentan aquellos entendidos en teología que más a mano tenemos y que son los que publican en Internet, no tenemos más remedio que pensar que cualquier parecido entre una cosa y la otra (la Biblia con la teología), no es más que una pura coincidencia…… ¡vamos, las mismas posibilidades que el que una sola vez en la vida compra un décimo de lotería por Navidad y se lleve el “Gordo”! Y ello tiene una razón de ser, que ya hay que se “corto” para no entenderla: la lotería y otras formas de apuestas no están hechas para que uno se haga rico, sino para que se haga rico el que las inventó…… y algo parecido ocurre con la teología.

Luego estaríamos ante el que podríamos considerar como el primero de los tres argumentos en el que sustentamos nuestra afirmación; porque en un mundo que “yace en el poder del inicuo” (Juan 5:19), o sea, totalmente en manos de Satanás, todo, absolutamente todo lo que resulta del mismo, es tendente a apartar al personal del más elemental entendimiento de la Palabra de Dios y en consecuencia, del ajustado y correcto actuar bajo las normas o “disposiciones reglamentarias” del Altísimo: y es que Satanás nunca pondrá a nuestra disposición nada, en este caso la teología, que nos ayude a entender correctamente el mensaje que Jehová Dios nos dejó puesto por escrito en ese libro conocido como la Biblia, pues su objetivo es totalmente el contrario, como quedó demostrado cuando probó tentar a Jesús en el desierto (Mat. 4:1-11), con pasajes bíblicos sacados de su contexto…… y si eso hizo con el Hijo de Dios ¡qué no hará con nosotros!

Cierto es que alguien podría objetar que los autores de este blog, no tenemos estudios superiores de ninguna clase y mucho menos en teología, por lo que no tenemos ninguna autoridad para pronunciarnos en este sentido y que por supuesto, vaya por delante, entendemos que es una afirmación muy arriesgada la que hacemos y que pondrá los pelos como escarpias a más de uno…… pero no es menos cierto que gozamos de una capacidad de usar la lógica y el sentido común bastante aceptable y que al parecer, es el único requisito demandado por el Altísimo para uno poder entender las Escrituras ¡hombre, eso y que Él te deje y de lo que hablaremos más adelante! Por lo que pasaremos al segundo argumento para defender nuestra posición y que tiene que ver con que la Biblia no se escribió para “teólogos”, sino para pastores, agricultores, pescadores, carpinteros, etc., en todo caso gente humilde y de escasos recursos intelectuales, que prescindiendo del hecho que todos sabían leer y escribir, al contrario que los pueblos de su alrededor, eran personas sin estudios superiores que en la época solo existían en Israel (y si es que existían) para las clases privilegiadas, como el sacerdocio o la realeza. De ahí que la Biblia sea una información de carácter personal, pues es lo más parecido a una carta que nuestro Creador nos envía a cada uno de nosotros, para explicarnos por qué estamos como estamos, lo que Él ha hecho y hará para ayudarnos a salir del atolladero en el que nos encontramos, lo que nosotros tenemos que hacer para conseguirlo y lo que finalmente nos espera…… lamentablemente, la inmensa mayoría de personas han dejado que sean otros los que les lean dicha “carta”, eso es, a los “teólogos” y a través de las distintas organizaciones religiosas con las que se asocian, pues están demasiado “ocupadas” en sus cosas del día a día como para dedicar tiempo a investigar acerca de Dios; por ello, con decir que “creen en Dios y sí mucho nos apuran, con asistir el domingo a la parroquia de turno, dejar que les lean un “sermoncito suave” por parte del cura, pastor, anciano o quien sea que dirija la reunión (no sea que se enfaden, no vuelvan y dejen de aportar sus diezmos o contribuciones “voluntarias”), se dan por satisfechas pues entienden que ya han “cumplido”.

Siendo por tanto esas mismas personas, las que se han metido en la guarida del lobo y nunca mejor dicho, pero con tal que les digan aquello que quieren oír, se dan por satisfechas; recordemos que ya en su momento, el apóstol Pablo advirtió que llegaría un período de tiempo en que las personas no soportarían la enseñanza saludable, sino que “de acuerdo con sus propios deseos, acumularán para sí mismos maestros para que les regalen los oídos y apartarán sus oídos de la verdad” (2 Tim. 4:3-4)…… y con ello, desviados a cuentos o enseñanzas falsas y en consecuencia, a la destrucción (2 Ped. 2:1). Pero es que tenemos un tercer argumento para sostener nuestra teoría acerca de que nada tiene que ver la teología con el entender las Escrituras, apoyado en unas palabras de Jesús y que hacen que no nos fiemos ni un pelo cuando alguien nos viene presumiendo de “teólogo” y sobre todo, si de cuando en cuando nos mete el diploma, título o como quieran llamarlo, en un primer plano de alguno de sus videos para que sepamos que él es un teólogo…… y con lo que automáticamente queda desautorizado por Dios para hablar acerca de Él, pues esto es lo que dijo Jesús dirigiéndose a su Padre Celestial:

En aquella misma hora se llenó de gran gozo en el espíritu santo y dijo: “Te alabo públicamente, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido cuidadosamente estas cosas de los sabios e intelectuales (siempre dentro del terreno de las Escrituras) y las has revelado a los pequeñuelos (o “los que son como niños”, según versiones). Sí, oh Padre, porque el hacerlo así vino a ser la manera aprobada por ti.” (Luc. 10:21). (Acotaciones nuestras).

Luego lo que aprendemos de este pasaje, son tres cosas fundamentales: , que entienden las Escrituras solo aquellos a quienes Jehová se lo permite; , que Este no les permite entenderlas, pues de forma expresa “esconde” dicho entendimiento de ellos, a los “sabios e intelectuales”, eso es, a los “teólogos” y , que dicho entendimiento solo está al alcance de aquellos que son como niños (eso es, humildes) y que fían en Jehová para conseguir ese vital entendimiento, pues no tienen otros recursos. Recordemos el ejemplo que nos da la historia, en el sentido de que lo que podríamos considerar como los primeros “teólogos” en la Ley de Dios, fueron los escribas, los fariseos y los saduceos; ello queda claro cuando leemos que en cierta ocasión estos acusaron a los apóstoles Jesús, de ser “iletrados y del vulgo” (Hech. 4:13) y con lo cual no querían decir que fueran analfabetos, sino que su educación era elemental y no la que se obtenía en las escuelas de estudios superiores rabínicas (más o menos, el equivalente de las cátedras de teología de nuestros tiempos) y puesto que “no conocían” la Ley de Dios como ellos la conocían, eran considerados como “malditos” por tan “ilustres” personajes (Juan 7:49)…… y siendo el resultado obtenido sobre el pueblo por parte de esos “entendidos” en la Ley y con el que se encontró Jesús al llegar, tan nefasto que no pudo menos que compadecerse de la situación espiritual en la que esos sujetos habían sumido al pueblo de Dios:

Al ver las muchedumbres, se compadeció de ellas, porque estaban desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor.” (Mat. 9:36).

Y eso es con lo que de nuevo nos encontramos hoy en día, cuando uno hecha una mirada al estado espiritual de la llamada cristiandad y se da cuenta de que las personas, aunque se digan creyentes y acudan de cuando en cuando a sus parroquias respectivas, lo que menos les apetece es hablar de Dios…… y dando por buenas las palabras de Pablo, cuando profetizando acerca de los últimos tiempos, dijo de las personas que en ese tiempo vivirían, aquello de que “tendrán una forma de devoción piadosa, pero resultarán falsos a su poder” (2 Tim. 3:5), o lo que es lo mismo, afirmarán ser “cristianas” o seguidoras de Cristo, pero sin permitir que las enseñanzas de este influyan en sus vidas y todo, por la brutal confusión que ha creado esa casta que son los “teólogos”, acerca de las cosas de Dios. Porque nos encontramos con que la misma cristiandad está dividida en cientos de denominaciones distintas, con distintos credos, diferentes ritos y celebraciones y cada una con su propia estructura orgánica y distintos máximos representantes; por ejemplo, si bien la cabeza de la Iglesia Católica es el Papa de Roma, el de la Iglesia Anglicana lo es el rey o reina de Inglaterra. Si hablamos de la Iglesia Ortodoxa, esta está en realidad constituida por 15 iglesias autocéfalas, eso es, que solo reconocen el poder de su propia autoridad jerárquica y representadas cada una de ellas, respectivamente, por el Patriarca de Alejandría en su territorio, el de Antioquía en el suyo, el de Constantinopla ídem y así, hasta completar las quince; aunque eso sí, mantengan entre ellas cierta cohesión doctrinal y sacramental…… y así, suma y sigue y en todos lados en los que a uno se le ocurra mirar. En definitiva un auténtico caos, totalmente alejado de la admonición del apóstol Pablo que encontramos en 1 Cor. 1:10 y dirigida, por supuesto, a todos aquellos que se consideran seguidores de Cristo y de dónde deriva el término “cristiandad”:

Ahora los exhorto, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que todos hablen de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes, sino que estén aptamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar.”

Luego el mismo parecido de un huevo con una castaña a lo que dijo dicho buen hombre, con lo que vemos hoy en día a nuestro alrededor…… por lo que si el bueno de Pablo levantara hoy la cabeza, si no le daba un “patatús” al ver la que está liada, sería de puro milagro; pero vayamos al fondo de la cuestión y preguntémonos quiénes son los máximos responsables de ese “cacao” que tenemos montado en este “valle de lágrimas” en el que intentamos sobrevivir y que, efectivamente, son justo los que ustedes se imaginan: ¡los teólogos! Ahora bien, dado que quizás haya alguno que al oír hablar de teología, responda aquello tan clásico del “¡Eso lo será tu padre……!”, creemos oportuno explicar el significado de ese “palabrejo” y para ello, acudiremos a lo que nos dice el diccionario de la RAE de la Lengua: “Ciencia que trata de Dios y de sus atributos y perfecciones.” Por lo que si esto es así y nos encontramos por todos lados con Institutos, Universidades, Seminarios y otros centros de enseñanza en donde se imparten estudios de teología ¿cómo se puede entender entonces y con tanto “teólogo” suelto por ahí, el brutal desbarajuste con el que nos encontramos en cuanto al entendimiento de la Palabra de ese mismo Dios, sobre el que afirman estudiar? ¿Cómo puede ser, por otra parte, que dos indocumentados como los autores de este blog y sin ningún tipo de preparación superior (solo el bachillerato y más bien “raspadito” ¡para qué nos vamos a engañar!), estemos publicando temas que desbaratan afirmaciones de “teólogos” eminentes y populares y a los que siguen miles de personas, demostrando que las mismas no son más que puros disparates y sin que puedan objetar a nuestros argumentos?

Solo se puede entender si lo que hemos leído en Luc. 10:21 es verdad y realmente es Jehová el que determina quién puede entender Su Palabra y quién no…… recordemos que hemos leído que de manera premeditada, es Éste el que “esconde” el conocimiento encerrado en las Escrituras a estos “entendidos” en la materia, mientras permite que la entendamos aquellos que sinceramente deseamos aprender y hablar de Él y que lo que menos nos importa es que se nos conozca a nosotros, pues no somos los importantes en esta “historia” y por lo que en nuestro blog, por ejemplo, no se ve imagen alguna de sus autores. Sin embargo en otros y publicados por dichos “personajes”, siempre están presentes fotografías del autor del que se trate y en diversas posturitas, así como una relación de sus “galones” (entiéndase títulos o diplomas) y que de cuando en cuando, algunos los sacan a pasear y nos los plantan ante la cámara que les graba, para que sepamos lo que son. Y que encima alguno hay por ahí que se pone “mono”, eso es, todo “trajeteado”, con corbata, pelo recién tenido para ocultar las canas, etc., para que, según propia afirmación, la gente “le crea más”…… y con lo que deja claro que se fía más de su apariencia personal (que tampoco es para tirar cohetes ¡qué quieren ustedes que les diagamos!), que de sus conocimientos “teológicos” para convencer a la “plebe”. Sin embargo, poco saben esos indocumentados que cuanto más presumen de sus títulos y a tenor de lo leído en Luc. 10:21, menos entendimiento tienen de las Escrituras…… o eso, o es que Jehová nos engaña ¡cómo ustedes prefieran!

Dicho lo cual, nos reafirmamos en nuestro planteamiento en el sentido de que nada tiene que ver el tener grandes conocimientos en teología, con el entender las Escrituras pues, como hemos dicho y para resumirlo, primero, la Biblia no fue escrita para los teólogos; segundo, nada de lo que produce este mundo dominado por Satanás, es tendente a ayudarnos a conocer mejor a Jehová, sino todo lo contrario y tercero, hemos visto como el Altísimo niega expresamente el conocimiento de Su Persona y propósitos, a los “sabios e intelectuales” y se lo “revela” a los humildes…… tres razones poderosísimas a tener en cuenta y a las pruebas nos remitimos; y es que vean lo que dice Pablo en 1 Cor. 1:19, haciendo referencia a unas proféticas palabras dichas por el propio Jehová:

Porque está escrito: “Haré perecer la sabiduría de los sabios y echaré a un lado la inteligencia de los intelectuales.”

Y que en la versión Traducción en lenguaje actual adquieren su máxima dimensión y resultando ser con ello mucho más explícitas, pues se resumen de la siguiente manera:

En la Biblia, Dios dice: “¡Dejaré confundidos a los que creen que saben mucho!” (1 Cor. 1:19).

Pues eso…

MABEL

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