lunes, 28 de octubre de 2013
La “vida eterna” y la “inmortalidad”…… ¿las dos caras de una misma moneda?
Es este, al menos desde el punto de vista de los autores de este blog, un tema ciertamente conflictivo a tenor de lo que uno va leyendo de personas que se tienen por “entendidas” en la materia y que no parecen estar muy de acuerdo entre ellas; sin embargo, parece que destaca la unanimidad existente entre una mayoría de las tales, en el sentido de que efectivamente estaríamos hablando en ambos casos de la misma cosa, eso es, que el término “vida eterna” sería sinónimo de “inmortalidad” y viceversa. Sin embargo y valga como ejemplo, ahí tenemos a los Testigos de Jehová que, de una manera un tanto confusa, cierto es, pues en algunos de sus escritos tal parece que se contradicen así mismos, llegan a la conclusión de que habrá unos pocos que reinarán con Cristo (144.000 según Rev. 14:1-5) y que gozarán de dicha “inmortalidad”, mientras que unos muchos, eso es, la “gran muchedumbre” sobreviviente en la “gran tribulación” de Rev. 7:9; 14 y súbditos de dicho reino, disfrutarán de la llamada “vida eterna” y con la idea de que esta condición, es inferior a la “inmortalidad” que ostentarán los 144.000 que, como sus hermanos menores, han de acompañar a Jesucristo en su reinar…… planteamiento que desde este blog apoyamos en todos su extremos y hacemos nuestro, aunque lo digan los TJ y que, como tantas veces hemos dicho desde esta página, suelen acertar casi siempre en su interpretación de las Escrituras, pero yerran lamentablemente en la aplicación del resultado de dichas interpretaciones; y como dicen que “para muestra, basta un botón”, veamos un claro ejemplo de ello y sin apartarnos del caso que pretendemos analizar.
Porque si bien dicha organización acierta en la interpretación de que los que con Cristo tienen que reinar, son 144.000 individuos, falla en su aplicación al decir que de estos existe aún un “resto” (Rev. 6:9-11) en la tierra en estos momentos, que está conformado por miembros que pertenecen a tal organización y siendo los que asumen la responsabilidad de dirigir la obra de predicación que lleva a cabo dicha organización religiosa…… cuando el caso es y algo que les niega la mayor, que a día de hoy y circunstancia que hemos demostrado en este blog hasta la saciedad, no existen “ungidos” sobre la tierra, eso es, miembros de dicho grupo de los 144.000. Por otra parte, si bien interpretan correctamente que la mencionada “gran muchedumbre” son las personas que accederán al reino en calidad de súbditos, yerran estrepitosamente al afirmar que esta ingente cantidad de personas se corresponde con sus llamadas “otras ovejas” y salidas de su obra de predicación, cuando la realidad es que la predicación de la que salen tales personas es de la que anunció Jesús en Mat. 24:14 y que tendrá una duración de tan solo 1260 días (Rev. 11:2)…… luego dado que los TJ llevan más de 100 años predicando y según reconocen ellos mismos, solo podemos concluir que no estamos hablando de la misma predicación. Por lo tanto y partiendo del hecho mencionado de la ausencia actual de “ungidos” sobre la tierra y que son los que tienen que encabezar dicha obra divulgadora, solo podemos pensar que la predicación anunciada por Jesús no ha empezado todavía, por lo que el resultado de la misma, es decir, los citados súbditos del reino como tales, tampoco han podido hacer su aparición sobre la tierra…… y con lo que su clase de las “otras ovejas”, lógicamente, no se corresponde con esa “gran muchedumbre” anunciada: o sea, que han acertado en el “fondo”, pues así será el desarrollo de los acontecimientos profetizados, pero han errado en la “forma”, al adelantarse a esos acontecimientos en más de cien años y además, al aplicarse a sí mismos dicha profecía.
Y ya sabemos que alguien habrá por ahí, que dirá que esta forma que tenemos de apoyar la tesis de una correcta interpretación de las Escrituras por parte de los TJ, en el sentido de quiénes serán inmortales y quiénes no lo serán, tiene mucho que ver con el poso acumulado por el tiempo que permanecimos como miembros activos de dicha organización los dos autores de este blog y por aquello que “de casta le viene al galgo”; sin embargo, la realidad es que mientras esas personas pueden meterse con los TJ y desmontar algunos de sus planteamientos, no pueden hacer lo mismo con los artículos que nosotros publicamos, pues están estrictamente basados en lo que dicen las Escrituras y no en lo que enseñan determinadas estructuras religiosas…… por lo que, obviamente, alguna diferencia tiene que haber entre lo que decimos nosotros y lo es enseñado por la mencionada organización. Dicho lo cual, metámonos ya “en harina” y empecemos con la tarea de demostrar la veracidad de nuestra posición inicial, con lo que consideramos como un buen punto de partida para llegar al fondo de la cuestión…… y que tiene que ver con un pasaje bíblico que nos habla de la promesa divina de que en un fututo, en este momento ya muy cercano, el ser humano podrá alcanzar la “vida eterna”:
“Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
Estas palabras, dichas por el propio hijo de Dios, Jesús, no sospechoso por tanto de desconocimiento de la realidad de las cosas o afán de tergiversarlas, hacen referencia al mundo en general y no a una parte selecta del mismo, como los beneficiarios del acceso a la mencionada “vida eterna”…… luego la promesa de alcanzar dicha meta, estaba dirigida a la humanidad obediente como un todo y sin excepción de ninguna clase: la única condición exigida para ello, es la de ejercer fe en el sacrificio expiatorio o sangre derramada de Cristo y algo que se nos confirma, en lo dicho por Rev. 7:14-15 y en clara referencia a aquellos que sobrevivirán a la “gran tribulación” venidera:
“Y, en respuesta, uno de los ancianos me dijo (al apóstol Juan): “Estos que están vestidos de la larga ropa blanca, ¿quiénes son y de dónde vinieron?”. 14 De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe” (luego Juan lo ignoraba). Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación (luego sobreviven a ella) y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero (eso es, que han “ejercido fe” en su sacrifico de rescate). 15 Por eso (por haber ejercido dicha fe) están delante del trono de Dios y le están rindiendo servicio sagrado día y noche en su templo; y El que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos”.” (Acotaciones nuestras).
Entonces sabemos de esas personas a las que se hace referencia, que serán los primeros súbditos del reino de Dios y por tanto los primeros seres humanos, en alcanzar la “vida eterna”, porque han hecho lo demandado en Juan 3:16; pero además lo sabemos también, porque de aquellos que reinan en el mismo junto a Cristo, se nos dice algo distinto y que les diferencia radicalmente de la “gran muchedumbre” de súbditos del reino:
“Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.” (Rev. 20:6).
Aclaremos en primer lugar, que por “muerte segunda” y en ese contexto, se entiende aquella muerte que es producto de un juicio adverso de Dios y con resultado de destrucción eterna (Rev. 20:14-15); a partir de ahí, razonemos con un poco de lógica sobre lo leído en el pasaje en cuestión: si sobre “estos” que participan de dicha “primera” resurrección y que reinarán con Cristo se nos dice, que la “muerte segunda” no tiene autoridad sobre ellos y algo que no se nos dice de la “gran muchedumbre” de súbditos aún por aparecer, ello significa en primer lugar que gozan de la “inmortalidad” (no pueden ya morir) desde el mismo momento que se levantan en esa “primera” resurrección…… pero por otra parte y tomando la oración por pasiva, lo que se sobreentiende es que hay otros a los que sí les puede alcanzar dicha “muerte segunda”, pues de lo contrario y en el pasaje transcrito, no tendría sentido alguno el concretar que es sobre “estos”, luego no sobre otros, que dicha “muerte segunda” ya no tiene poder. Luego teniendo en cuenta que la Revelación nos sitúa en los últimos días de este inicuo sistema de cosas y cercano ya el momento de la instauración del reino de Dios, solo es razonable que nos formulemos la siguiente pregunta ¿de cuántos grupos de personas nos habla Rev. 7:1-10 que estarán presentes, en el momento de empezar a andar el reino de Dios? Y siendo esta la respuesta: de un grupo reducido de 144.000 sellados en sus frentes y de una “gran muchedumbre” que “ningún hombre podía contar” que habrá sobrevivido a la “gran tribulación” venidera y que no tenían sello identificativo alguno en sus frentes. Eso es, dos grupos perfectamente diferenciados el uno del otro, tanto por cantidad como por calidad y del cual primer grupo, según el texto de Rev. 20:6 leído, se nos dice que gozarán de la “inmortalidad” pues la “muerte segunda” ya no puede alcanzarlos…… entonces blanco y en botella: aquellos que sí pueden ser alcanzados por la “muerte segunda”, son los integrantes del grupo de la “gran muchedumbre” y a pesar de que según hemos leído en Rev. 7:14-15, por ser parte del mundo de la humanidad que sí ha ejercido fe en la sangre derramada de Cristo, se les concede y en armonía con la promesa divina de Juan 3:16, el poder vivir eternamente, eso es, la “vida eterna”. Luego un mínimo ejercicio de lógica y sentido común nos dice, que ello solo puede significar que “vida eterna” y la “inmortalidad” no pueden ser de ninguna manera una misma cosa, como afirman la mayoría de “entendidos” a los que nos hemos referido al inicio de este escrito.
Ahora bien ¿por qué enfatizamos el hecho de que esa “gran muchedumbre” sobrevive a la “gran tribulación”? Pues para acentuar el contraste entre ambos grupos, porque veamos: si estas personas pasan al reino de Dios con vida, eso es, sin haber muerto, ello significa que de ninguna manera pueden participar de la “primera” resurrección y que es la que da la citada “inmortalidad”, así como el derecho a reinar con Cristo, como ya hemos señalado; y con lo que se nos viene a decir, que estaríamos hablando de una cantidad inmensa de personas que a diferencia del reducido grupo de los 144.000, no tienen dicha “inmortalidad”, ni pueden reinar con Cristo, pues no proceden de la llamada “primera” resurrección, sino que proceden o salen de la “gran tribulación” y lo que es algo muy distinto. Luego ya tenemos un reducido grupo de personas que tienen la “inmortalidad”, por una parte y otro grupo inmenso por la otra que, aun teniendo el favor de Dios y como hemos comprobado, resulta que no la tienen, pero que en última instancia y por haber entrado al reino de Dios con vida y haber sido liberados de la carga del pecado (cuyo salario es la muerte, según Rom. 6:23) y en función del rescate de Cristo, ya no tienen por qué volver a morir y con lo que resulta que ya están en posesión de la “vida eterna” o vida indefinida (y concepto cuyo significado aclararemos más adelante)…… por lo que es obvio, que no podemos estar hablando de una misma cosa cuando nos referimos a la “inmortalidad” y a la “vida eterna”, pues, repetimos, son dos cosas totalmente diferentes.
Sin embargo, la opinión generalizada y como ya hemos señalado, es la de que sí estaríamos ante dos términos sinónimos y por ello, refiriéndonos a lo mismo cuando usamos cualquiera de las dos expresiones; pero para reforzar nuestro planteamiento en contra de dicha disparatada afirmación, pasemos a considerar un texto bíblico muy usado por parte de aquellos que defienden la equivalencia de los mencionados términos, como es el de 2 Tim. 1:10 y que como tenemos por costumbre, transcribimos de la TNM de los TJ, pues es la que usamos de cabecera, para seguidamente ver como lo vierten distintas traducciones:
TNM: “…… pero ahora se ha hecho claramente patente mediante la manifestación de nuestro Salvador, Cristo Jesús, que ha abolido la muerte, pero ha arrojado luz sobre la vida y la incorrupción mediante las buenas nuevas.”
RV 1960: “……pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio.” (2 Tim. 1:10).
NVI: “…… y ahora lo ha revelado con la venida de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien destruyó la muerte y sacó a la luz la vida incorruptible mediante el evangelio.”
PDT: “Pero ahora nos ha sido mostrado ese amor por medio de la venida de nuestro Salvador Jesucristo, quien destruyó la muerte y ha dado a conocer la manera de tener vida eterna por medio de la buena noticia.”
DHH: “Esa bondad se ha mostrado gloriosamente ahora en Cristo Jesús nuestro Salvador, que destruyó el poder de la muerte y que, por el evangelio, sacó a la luz la vida inmortal.”
Para entender lo que nos dicen esos pasajes, discrepantes entre sí en cuanto a los términos usados para definir una misma condición (“vida eterna”, “vida inmortal”, “vida incorruptible”, “inmortalidad” o “incorrupción”) tenemos que situarnos en el contexto en el que fueron dichas esas palabras de 2 Tim: 1:10; porque resulta que en ese momento, aún no había constancia de que hubiera de existir en un futuro algo parecido a una “gran muchedumbre”, pues esta idea apareció 31 años después de que Pablo pronunciara tales palabras, en la Revelación a Juan y por lo que el citado Pablo no se podía estar refiriendo a dicha “gran muchedumbre” en ese momento, pues no hay ningún dato en los registros de este que nos permitan suponer que sabía algo de la misma…… recuerden que el propio Juan y cuando se le pregunta acerca de esas personas, afirma ignorar de quiénes se trataba (Rev. 7:13-14). Por lo que a quién se podía referir Pablo en ese momento y con esas palabras, solo era a la clase “ungida”, pues esta era la única que existía en ese tiempo y que es a la que Jesús vino exclusivamente a buscar, tarea que continuaron posteriormente sus apóstoles, Pablo incluido…… luego esas expresiones mencionadas tenían los mismos destinatarios y algo que parece ser, quieren ignorar la mayoría de los teólogos actuales. Pero veamos un nuevo elemento que se incorpora al asunto y que nos ayuda a comprender mejor de qué estamos hablando, que encontramos en Hebr. 7:15-17:
“Y es aún más abundantemente claro que con semejanza a Melquisedec se levanta otro sacerdote, 16 que ha venido a serlo, no según la ley de un mandamiento que dependa de la carne, sino según el poder de una vida indestructible, 17 pues se dice en testimonio: “Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec”.”
Por lo que volviendo a lo que hemos leído y haciendo un compendio de los distintos términos utilizados en esos versos citados e incorporando esa última expresión, fácilmente podríamos llegar a la conclusión de que se estaba haciendo referencia a una “vida eterna indestructible”…… pero claro, para poder sostener esta afirmación, tendríamos que tener a mano una “vida eterna destructible” y lo que es más…… poder explicar lo que ello significa.
Afortunadamente en las Escrituras se nos da un ejemplo de ello y que nos permite aprovechar el momento para introducir la cuña aclaratoria con respecto del significado de “vida eterna” o indefinida, que les habíamos prometido: el hombre muere a causa del pecado heredado, luego cuando dicho pecado es redimido por la muerte de Cristo, este queda eximido de la muerte y de ahí, que los que sobrevivan a la “gran tribulación” y pasen con vida al reino de Dios, ya no precisan morir como pago del pecado (Rom. 6:7)…… y eso es en esencia, la “vida eterna”; a menos, eso sí y como ya les hemos señalado, que la muerte se produzca como resultado de un juicio adverso directo de Jehová y que resulta en la “muerte segunda” o destrucción eterna del sujeto. Y esta es, precisamente, la muerte a la que los participantes de la “primera” resurrección no están sujetos y algo que les aclararemos más adelante; dicho lo cual, continuemos en donde estábamos y que era en el ejemplo que nos proporcionan las Escrituras de una “vida eterna destructible” (eso es, que puede ser destruida en un momento dado) y de la que todos conocemos, como es el caso de nuestro primer padre Adán. Porque veamos: mientras este se mantuvo alejado del pecado, tenía “vida eterna” o indefinida y situación que podía haber mantenido eternamente (y valga la redundancia), si se hubiera mantenido observante de la advertencia recibida, pues el que continuara con vida estaba condicionado a la obediencia de la misma (Gén: 2;17); pero en cualquier caso, la “vida eterna” de la que disfrutaba era una dádiva divina que solo él podía perder y que nadie le podía arrebatar, ni siquiera el propio Jehová, mientras Adán se mantuviera libre de pecado (de lo contrario, Dios habría violentado la condición que Él mismo había impuesto). Y siendo en este sentido que se podía considerar a Adán como un ser “eterno”, pues eso es lo que significa el concepto de “vida eterna”…… sin embargo, no era “inmortal” o no sujeto a muerte, como posteriormente se comprobó y lo que nos permite calificar la vida que poseía, como de “vida eterna destructible”.
Tengamos en cuenta, que según los diccionarios actuales la expresión “inmortal” significa que “no se puede morir” y siendo por tanto sinónima de “imperecedero”, “eterno”, “perenne”, “perpetuo” y “sempiterno”. Claro, ello nos podría llevar a confusión, pues esas definiciones retratan o son equivalentes a la “vida eterna” de la que se nos habla en Juan 3:16 y circunstancia que los teólogos actuales aprovechan para afirmar que “vida eterna” e “inmortalidad” son las dos caras de una misma moneda…… y lo que nos lleva a la repetición del argumento que les hemos dado: ello es así como dicen los diccionarios, pero en el bien entendido de que solo aplica en el sentido de que una vez quitado el pecado por el sacrificio vicario de Cristo, la muerte como consecuencia del mismo desaparece y por lo que no existe ya causa natural alguna por la que el ser humano y desde ese momento en adelante, experimente la muerte y con lo que ya a partir de ese instante, aplican todos esos calificativos que nos exponen los diccionarios; y por lo que no hay contradicción alguna con lo que nosotros estamos intentando explicar, cuando las cosas se colocan en su debido contexto. Pues no olvidemos, que en una primera instancia esa era la situación real de Adán y por lo que en él se concitaban todos esos términos…… sin embargo, Adán murió; ahora bien y que es a dónde queríamos llegar: la muerte no le llegó propiciada por una falla en su condición de ser humano perfecto y por tanto poseedor en sí mismo de “vida eterna”, sino por una acción exterior como causa de su desobediencia a la advertencia dada por su Creador. De ahí, que nosotros afirmemos, que la “inmortalidad” como tal y según el punto de vista bíblico, va un paso más allá de las definiciones que de la misma nos dan los diccionarios.
Luego y para ir colocando poco a poco las cosas en su sitio, podríamos hacer la siguiente evaluación, en el sentido de que mientras Adán gozaba una “vida eterna destructible”, ahora estaríamos hablando de un “vida eterna indestructible” y lo que nos lleva a la siguiente reflexión: es cierto que en términos prácticos sería lo mismo la “inmortalidad” que la “vida eterna”, pues en ambos casos y en esencia, solo proponen la duración indefinida de la vida siempre bajo el punto de vista humano; entonces…… ¿cuál es el matiz que interviene, para que desde el punto de vista bíblico esto no sea así? Pues que mientras la “vida eterna” de la que en su momento gozó Adán y de la que gozan los ángeles también (no nos olvidemos de ello), así como de la que en un futuro gozará la “gran muchedumbre” que sobreviva a la “gran tribulación”, es “destructible”, la condición en la que fue levantado Jesucristo en su resurrección fue a una “vida eterna indestructible” y que ya más adelante explicaremos “de qué manera, se come eso”; porque antes tenemos que hablar de aquellos seguidores de Jesús que se levantan en la “primera” resurrección y de los que el apóstol Pablo dijo lo sigue:
“Porque si hemos sido unidos con él en la semejanza de su muerte (asesinados por mantener su lealtad a Dios), ciertamente también seremos unidos con él en la semejanza de su resurrección.” (Rom. 6:5). (Acotación nuestra).
Entonces queda claro que aquellos de los que nos habla Rev. 20:6 y que participan en la “primera” resurrección, tienen que tener un resurrección igual a la que Cristo tuvo, eso es, a una resurrección con “vida eterna indestructible”, pues de los tales se nos dice que la muerte “segunda” no tiene autoridad sobre ellos y en el bien entendido, como ya hemos señalado, que “la muerte segunda” no es consecuencia del pecado heredado, sino por un juicio directo de Dios y que equivale a destrucción eterna (Rev. 20:15)…… ahora bien ¿por qué son indestructibles? Para entender este interesante punto, tenemos que remontarnos a unas palabras que pronunció Pablo y que parecen ser desconocidas por la mayoría de los teólogos, pues no nos las mencionan ni por casualidad y que sin embargo, son cruciales para entender la diferencia existente entre lo que es la “vida eterna” y lo que es la “inmortalidad”…… siempre desde el punto de vista de las Escrituras y que se supone que es de eso de lo que nos tendrían que hablar esos señores; pero antes de pasar a transcribir dicho pasaje y puesto que también se mueven en nuestra tesis (o nosotros en la suya), veamos lo que opinan los TJ acerca de la razón del por qué a esas personas se les concede dicha condición de vida “indestructible” y lo que esto significa:
“Por consiguiente, el que se otorgue “vida indestructible” (Heb 7:16) o “vida indisoluble” a los cristianos que obtienen el privilegio de reinar con el Hijo de Dios en el Reino celestial, demuestra de manera maravillosa la confianza que Dios tiene en ellos.” (Perspicacia para entender las Escrituras, pág. 1.230). (Negritas nuestras).
Argumento pueril donde los haya y en el que no estamos en absoluto de acuerdo, esgrimido como último recurso al no tener ni idea, imaginamos, de la verdadera razón del porque disfrutan esas personas de la condición de “indestructibles”; dicho lo cual, ahora ya sí, veamos el pasaje en cuestión:
“Porque sabemos que si nuestra casa terrestre, esta tienda, fuera disuelta, hemos de tener un edificio procedente de Dios, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.” (2 Cor. 5:1).
Pero para entender claramente la idea que Pablo nos estaba transmitiendo con esas palabras, recurriremos a la versión que del mismo pasaje nos da la Nueva Traducción Viviente y que es un poco más explícita y por tanto, clarificadora:
“Pues sabemos que, cuando se desarme esta carpa terrenal en la cual vivimos (es decir, cuando muramos y dejemos este cuerpo terrenal), tendremos una casa en el cielo, un cuerpo eterno hecho para nosotros por Dios mismo y no por manos humanas.”
Lo que entendemos entonces a partir de lo leído, es que a diferencia de los resucitados de los que nos habla la Biblia (exceptuando el caso de Jesucristo), así como será en el caso de los que participen de lo que podríamos considerar como la “segunda” resurrección durante el milenio, que volverán a la vida con un cuerpo terrestre, eso es, procedente de la tierra (Gén. 2:7), esas personas reconocidas como Hijos de Dios, dejaron esa condición de origen terrestre para siempre en el momento de su muerte, para adquirir un cuerpo nuevo que les ha “fabricado” el propio Jehová en los cielos, por lo tanto ya de condición divina y que les será dado en el momento de su resurrección; el hecho de que se nos mencione que no será hecho “por manos humanas” significa que a diferencia del resto de la humanidad, este cuerpo no será de sustancia terráquea, eso es, compuesto de los ingredientes del suelo (Gén. 3:19) y que resulta del producto del ayuntamiento de un hombre y una mujer, con la aparición de un nuevo ser en el mundo, en definitiva de esencia terrenal y que es lo que transmite el ser humano a su descendencia. No será este el caso en dichos personajes, pues desechados definitivamente sus cuerpos terrenales, serán dotados de cuerpos acordes con la condición que tienen de Hijos de Dios y hechos por Este, por lo que serán de esencia divina o dicho para entendernos, como una porción del propio Dios Altísimo hecha materia y a lo que Pablo denominó “una nueva creación”:
2 Cor. 5:17: “Por consiguiente, si alguien está en unión con Cristo, es una nueva creación; las cosas viejas pasaron, ¡miren!, cosas nuevas han llegado a existir.”
Gál. 6:15: “Porque ni la circuncisión es nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación es algo.”
No olvidemos, que hasta el momento conocemos dos formas de vida: la espiritual y la material, una de ascendencia o esencia celestial y la otra de ascendencia o esencia terrenal; sin embargo ahora estamos hablando de una tercera concepción de vida, eso es, vida material o en la forma de hombres, pero de ascendencia celestial o proveniente de Dios. Y dado que son Hijos de Dios, los cuerpos que reciben también tienen que reflejar las características de su Padre Celestial y llevándose con ello al extremo, la afirmación que Jesús hizo en su momento en el sentido de que quién lo estaba viendo a él, estaba viendo al Padre (Juan 14:9), o sea, ya en un total y estricto sentido del término. Luego cuando en el reino de Dios ya instalado en esta tierra, estemos conviviendo con Jesucristo y con sus hermanos, estaremos conviviendo y por decirlo de una manera un tanto pedestre, pero lo máximo de realista, con sustancia de Dios en forma de hombres (no olvidemos que estamos hablando de una nueva creación); de hecho, algo de ello parece que se nos quiere dar a entender, cuando en Rev. 21:3-4 leemos lo siguiente:
“Con eso, oí una voz fuerte desde el trono decir: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad y él (eso es, Dios) residirá con ellos y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. 4 Y limpiará toda lágrima de sus ojos y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”.” (Acotación nuestra).
Tan explícito es dicho pasaje, que muchos que se las dan de teólogos dicen que, efectivamente, de manera literal Jehová habitará con el hombre aquí en la tierra, pero planteamiento que se topa con algunas “pequeñas” dificultades; por ejemplo, con lo afirmado por el propio Jehová a Moisés:
“Y añadió: “No puedes ver mi rostro, porque ningún hombre puede verme y sin embargo, vivir”.” (Éxo. 33:20).
Recordemos que ni el propio Adán, en estado de perfección y siendo directa creación de Dios, pudo ver a literalmente a Este, sino que lo único que percibía era “la voz de Jehová que andaba en el jardín” (Gén. 3:8-10); pero tenemos otro pasaje de más peso, que nos muestra la imposibilidad de que Dios literalmente more con el hombre y que encontramos en 1 Rey. 8:27, que nos narra el solemne momento de la inauguración del templo de Jerusalén y las palabras que el rey Salomón dirigió a Aquél para quién se había edificado el mismo:
“Pero ¿verdaderamente morará Dios sobre la tierra? ¡Mira! Los cielos, sí, el cielo de los cielos, ellos mismos no pueden contenerte ¡cuánto menos, pues, esta casa que yo he edificado!”
Pero para entender ese pasaje en toda su dimensión, veamos como lo vierten otras dos traducciones:
PDT: “Pero ¿en realidad puede vivir Dios en la tierra? Si ni los cielos más profundos pueden contenerte, entonces ¿cómo será adecuado para ti este templo que he hecho construir?”
DHH: “Pero ¿será verdad que Dios puede vivir sobre la tierra? Si el cielo, en toda su inmensidad, no puede contenerte, ¡cuánto menos este templo que he construido para ti!”
Luego es obvio que Jehová y que identifica al globo terráqueo como el “escabel” de sus pies (Isa. 66:1), no puede literalmente posarse sobre esta tierra y vivir junto a nosotros…… sin embargo, eso es lo que parece decirnos Rev. 21:3-4 y por lo que habría de averiguarse, cuál es la fórmula para que dicha circunstancia se produzca, sin violar los pasajes mencionados; y clave para esclarecer dicha cuestión, la tenemos en Rev.21:4 mencionado hace un momento y que, recordemos, nos dice lo siguiente:
“Y limpiará toda lágrima de sus ojos y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.”
Por lo que ahora razonemos sobre lo que hemos leído y preguntémonos ¿quiénes son los que llevan a cabo todos esos cambios sobre la tierra durante el milenio? Pues Jesucristo y sus hermanos, en todo semejantes a él y a quien todo poder y autoridad sobre el cielo y sobre la tierra le han sido concedidos (Mat. 28:18); y que según leemos en las Escrituras, una vez conseguido dicho objetivo y al término de los mil años de gobierno teocrático sobre la tierra, ocurre lo siguiente y según la versión Dios Habla Hoy:
“Entonces vendrá el fin (o la culminación del Plan de Dios para la restauración de la humanidad), cuando Cristo derrote a todos los señoríos, autoridades y poderes y entregue el reino al Dios y Padre. 25 Porque Cristo tiene que reinar hasta que todos sus enemigos estén puestos debajo de sus pies (luego durante el milenio Jehová no estará en la tierra ni, obviamente, después del mismo, como tampoco lo estuvo en el principio); 26 y el último enemigo que será derrotado es la muerte. 27 Porque Dios lo ha sometido todo bajo los pies de Cristo. Pero cuando dice que todo le ha quedado sometido, es claro que esto no incluye a Dios mismo, ya que es él quien le sometió todas las cosas. 28 Y cuando todo haya quedado sometido a Cristo, entonces Cristo mismo, que es el Hijo, se someterá a Dios (y le devolverá el reino), que es quien sometió a él todas las cosas. Así, Dios será todo en todo.” (1 Cor. 15:24-28). (Acotaciones nuestras).
Entonces y volviendo al tema que nos ocupaba ¿en qué sentido estará Dios con la humanidad? A nuestro entender solo existe una manera y que es la que hemos apuntado: en las figuras, tanto de Jesucristo y de sus hermanos que son un calco de este, que no son otra cosa y por decirlo de alguna manera, más que ínfimas “porciones” del un todo que es Dios, materializadas en cuerpos humanos como Hijos Suyos o lo que viene a ser lo mismo, esencia del propio Dios en figura o forma humana; y circunstancia que les permite el convivir entre nosotros, sin que su presencia nos sea letal, como sí lo es la del Altísimo, según hemos leído…… en definitiva, que ellos “son” Dios y con todas la limitaciones que a ello le queramos poner. Y para transmitirles la idea de la forma más cercana a lo que intentamos decirles, vean el siguiente ejemplo y que una buena amiga de este blog nos ha hecho llegar: si ustedes van a la orilla del mar y sacan con un cuenco una porción de agua de este, lo que tienen en sus manos en ese momento, no es otra cosa más que “mar”, aunque solo sea en una ínfima cantidad, si la comparamos con la vasta porción de agua que tenemos ente nosotros…… pero en definitiva “mar” y no otra cosa; y siendo eso, exactamente, lo sucedido en el caso de esos personajes. Dicho lo cual y partiendo de todo lo considerado, volvamos al principio de esta historia y que iniciábamos con Juan 3:16…… ¿se acuerdan de lo que decía?; veámoslo de nuevo:
“Porque tanto amó Dios al mundo (de la humanidad) que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Acotación nuestra).
Y ya hemos visto en qué consiste la “vida eterna destructible” y que suena más suave si se define diciendo que no es más que la “vida eterna”, sujeta o dependiente de la obediencia a Dios; sin embargo, en el “Plan Divino de Redención” también se contemplaba, aparte de la figura de Jesucristo, la de un determinado número de personajes que acompañarían a este en la gobernación de un reino por mil años y que colaborarían en el encargo dado al mismo, de llevar a cabo dicha obra de restauración…… por lo que la pregunta es ¿qué criterio se siguió, para elegir a dichas personas? Pues sencillamente a medida que se iban incorporando, eso es, a los primeros que aceptaron la propuesta de Jesús y decidieron seguirle, sin saber siquiera lo que les esperaba, como queda claro por las palabras que los apóstoles dirigieron a Jesús y que encontramos en Mat. 19:27-28:
“Entonces Pedro le dijo en respuesta: “¡Mira! Nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido; ¿qué habrá para nosotros, realmente?”. 28 Jesús les dijo: “En verdad les digo: En la re-creación, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso, ustedes los que me han seguido también se sentarán sobre doce tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel”.”
Por lo que estaríamos hablando simplemente de estar en el lugar oportuno, en el momento adecuado y situación que se extendió hasta el tiempo en que, con la muerte del último apóstol y por las razones ya dadas, llegó temporalmente a su final dicha obra y que repetimos como recordatorio: con la muerte de los apóstoles se acabó el bautismo en espíritu santo, pues eran los únicos autorizados para poderlo impartir y que era el que le daba a uno la unción como Hijo de Dios…… y con ello finalizó la posibilidad de todo ser humano y por esfuerzo personal, de poder alcanzar un puesto en dicha gobernación de hechura divina. Y decimos que concluyó temporalmente, pues según nos dicen las Escrituras queda por aparecer un pequeño “resto” de esos personajes (Rev. 6:9-11) y prefigurado por los “dos testigos” de Rev. 11:3 y que a diferencia de lo que ocurrió en el primer siglo, ya serán elegidas “a dedo” por el Altísimo; no obstante a esas personas y al igual que a todo hijo de vecino, en principio les aplicaban las palabras citadas de Juan…… solo que por haber sido los primeros que siguieron a Jesús, en el caso del primer siglo y por haber sido seleccionados directamente por Dios dicho resto, serán exaltados a una posición más elevada, como queda claro de lo dicho en Rev. 14:4:
“Estos son los que no se contaminaron con mujeres (u organizaciones religiosas fraudulentas); de hecho, son vírgenes. Estos son los que van siguiendo al Cordero no importa adónde vaya. Estos fueron comprados de entre la humanidad (o “mundo” del que nos habla Juan 3:16), como primicias para Dios y para el Cordero.” (Acotaciones nuestras).
Ahora bien, puesto que estaríamos hablando de unas personas sacadas de entre los miembros del mundo de la humanidad obediente y a la que le fue ofrecida la oportunidad de conseguir la “vida eterna”, como “primicias” o primeros frutos de una cosecha mayor, es obvio entonces que la afirmación de algunos “teólogos” en el sentido de que todos los cristianos bautizados de todos los tiempos reinarán junto a Cristo, no deja de ser más que una majadería propia de la ignorancia que atesoran esos señores y algo que, en sí mismo, ya les descalifica categóricamente de su pretendida condición de personas “ungidas”. No obstante y para ahondar un poco más en el tema, en el sentido que la “inmortalidad” y desde el punto de vista bíblico, es mucho más que la “vida eterna”, basta con analizar lo que se lee en Rev. 20:7-9:
“Ahora bien, luego que hayan terminado los mil años, Satanás será soltado de su prisión, 8 y saldrá a extraviar a aquellas naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, para reunirlos para la guerra. El número de estos (los extraviados) es como la arena del mar. 9 Y avanzaron sobre la anchura de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada. Pero descendió fuego del cielo y los devoró (“muerte segunda” o destrucción eterna).” (Acotaciones nuestras).
Una vez más y como en el caso de Adán, la capacidad de mantener la “vida eterna” que nos fue recuperada mediante el sacrifico redentor de Cristo y que empezaremos a disfrutar en el momento de pasar con vida al reino de Dios, o bien al resucitar dentro del mismo, dependerá de la respuesta que se dé ante el desafío satánico al que seremos sometidos todos mil años después, como se deduce de lo leído en el pasaje en cuestión y lo que nos demuestra que la “vida eterna” está intrínsecamente relacionada con la obediencia a Dios; ahora bien ¿todos?...... bueno, todos menos aquellos que nos gobernarán (Jesucristo y sus hermanos) pues al ser estos esencia divina, ellos están ya por encima de cualquier prueba:
“Al estar bajo prueba, que nadie diga: “Dios me somete a prueba”. Porque con cosas malas Dios no puede ser sometido a prueba, ni somete a prueba él mismo a nadie.” (Santiago 1:13).
Dicho lo cual, vemos que aquellos que superen la prueba sencillamente continuarán disfrutando de la “vida eterna” que les fue dada en un principio y que mientras mantengan fidelidad a su Creador, vivirán por los siglos de los siglos. Por lo que a aquellos que niegan dicho extremo, o sea, que la “vida eterna” no es vida dependiente de la obediencia a Dios, les haríamos la siguiente pregunta ¿cuál continúa siendo entonces, la situación de las criaturas angélicas y que fueron creadas mucho antes que el ser humano? (Job 38:7). Obviamente, la misma que siempre han tenido y con lo que está claro, que la “vida eterna” es una condición de vida sujeta a la obediencia al Creador y por lo tanto “destructible” en un momento dado…… algo que se entiende cuando uno analiza con seriedad y atención el pasaje de Gén. 2:17 y no se lee de pasada como suelen hacer muchos, al considerarlo un texto sin contenido e interés alguno; pero con el fin de probar nuestra afirmación sobre lo que significa la “vida eterna”, leámoslo de nuevo:
“Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás.”
De entrada, tenemos que decir que dicho árbol no simbolizaba más que la obediencia debida del ser humano a Aquél que lo creó y lo cual continuará por la eternidad (con árbol o sin árbol), como no puede entenderse de otra manera…… y es que si Jehová puso leyes, obviamente era para que fueran obedecidas ¿o no? Porque si bien es cierto que hoy no nos regimos por la Ley Mosaica, no es menos cierto que todos continuamos bajo ley, por tanto sujetos a obediencia:
“Porque siempre que los de las naciones que no tienen ley, hacen por naturaleza las cosas de la ley, estos, aunque no tienen ley, son una ley para sí mismos. 15 Son los mismísimos que demuestran que la sustancia de la ley está escrita en sus corazones, mientras su conciencia da testimonio con ellos y, entre sus propios pensamientos, están siendo acusados o hasta excusados.” (Rom. 2:14-15).
Luego si tenemos una conciencia que nos dice “esto es correcto y esto otro, no” (y más, si la tenemos entrenada en las cosas de Dios), eso es, que somos conscientes de lo que está bien en detrimento de aquello que está mal, ello significa que como seres racionales, estamos sujetos a leyes que rigen nuestro comportamiento dentro de una sociedad inteligente con la que tenemos que convivir. Pero es que además, la condicional puesta por Jehová fue la de que “en el día que comas, morirás”…… es obvio que ello significa que dicha condición restrictiva era eterna, pues si Adán no hubiera comido, la tal condición se habría mantenido eternamente en vigencia. Entonces hay que entender que la muerte de Jesucristo no quitó dicha condicional, sino que lo que hizo fue dar la oportunidad a los descendientes de Adán de no tener que pagar por algo de lo que no eran culpables, pues ellos no fueron (y no somos) los que tomaron la decisión de desobedecer la advertencia de Dios; por lo tanto, cuando todo vuelva a la situación de normalidad que existía en el tiempo de Adán, la cuestión de la obediencia a su Creador continuará ante el ser humano eternamente, para poder mantener la “vida eterna” de la que de nuevo será dotado.
Todo considerado, la conclusión y siempre desde el punto de vista de las Escrituras, es que la “vida eterna” y la “inmortalidad”, no son las dos caras de una misma moneda, sino dos cosas totalmente distintas cuando como hemos dicho, las enfocamos, no desde nuestro personal punto de vista como seres humanos, sino desde el punto de vista de nuestro Creador: la “vida eterna” significa el vivir eternamente, maravillosa dádiva que recibimos de Jehová Dios y que nadie nos puede arrebatar, ni siquiera nuestro propio Creador, pero condicionada también eternamente a la obediencia a Este. Y siendo la “inmortalidad” no una mera extensión de la vida por tiempo indefinido, sino la nueva dimensión corpórea que les será dada a esos seres que han de reinar en el milenio en condición de Hijos de Dios y que, despojados totalmente de su condición de origen terrenal, pasan a la condición de esencia de Dios o, por decirlo de alguna manera, como si de “réplicas” de Dios en miniatura y en la figura de hombres se tratara y algo que nada tiene que ver con “la confianza” que pueda tener Dios con respecto de ellos, como absurdamente afirman los TJ. De ahí, que los Pedro, Juan, Pablo y tantísimos otros como Jehová tuvo a bien escoger, pasen de ser cuando estaban en forma humana Hijos “adoptivos” de Dios, a la situación de Hijos de Dios de pleno derecho con todas sus consecuencias en su nueva condición y por tanto, que reflejen las mismas cualidades divinas de inmortalidad, justicia, lealtad, amor, poder, sabiduría, imparcialidad, etc. etc. etc. que siempre han caracterizado al Dios Todopoderoso y Excelso Padre de ellos y, que como hemos dicho, tuvo a bien el llamarles a Su Servicio…… eso sí y como ya hemos apuntado, no siendo estos más que una ínfima expresión divina, si se les intentara comparar con el Excelso Creador del Universo y de todas las cosas que en el mismo existen.
Dicho lo cual ¡ya lo saben, queridos amigos que tienen la paciencia de leernos!...... a echar mano de sus ejemplares de la Biblia y comprobar si lo que les hemos dicho se ajusta a la realidad que en ella se nos cuenta, o si por el contrario y como diría nuestro amigo el castizo…… “nos hemos “pasao” siete pueblos”.
MABEL
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