martes, 1 de octubre de 2013
¿Que quiso decir el apóstol Pablo, en Rom. 8:14?
Y es que suele ser costumbre, muy extendida por cierto, la de coger el primer texto que a uno le pasa por delante y que parece decir algo que nos interesa o beneficia y hacer de él, la base para una formulación totalmente errónea; y como muestra de lo que pretendemos explicarles, vean la pregunta que se nos ha hecho llegar con respecto del texto que da pie a este escrito:
“Si alguien se apoya y obedece la palabra dada por el espíritu de Yahweh y continúa en las sendas de justicia, eso es, cuando alguien obedece la biblia ¿ya es uno Hijo de dios, porque está obedeciendo al espíritu que la inspiró?”
Dado que el planteamiento tiene su lógica y siempre según el texto del que se parte ¿qué se le podría responder al autor/autora del mismo? Claro, obviamente alguno de esos “piraos” que andan sueltos por ahí y que se las dan de teólogos, de “ungidos” o de Hijos de Dios (¡ya hay que ser estrafalario para afirmar semejante estupidez!), respondería rápidamente de manera afirmativa, siempre que uno se bautice para que ello sea así; pues según entienden esos “genios” de la interpretación bíblica de Mar. 16:16, “todo aquél que cree (luego obedece) y sea bautizado, será salvo”…… en el bien entendido y en un intento por nuestra parte de dejar las cosas claras, que la condición de “salvos” solo la alcanzan los Hijos de Dios (en masculino), como los Pablo, Felipe, Juan, Pedro, Bernabé, Marcos, etc. etc. etc. Y con lo que queda claro que las mujeres no entran a formar parte en ese “cuadro”, tal como dejamos probado en uno de nuestros últimos artículos, bajo el título “Las “sacerdotisas” del reino de Dios y Juan 5:28-29…… o el 2+2=5” (18/09/13)…… lo cual no tiene la mayor importancia (por lo que no se nos alboroten nuestras queridas “féminas”), habida cuenta de que el 99’99 de los varones actuales tampoco tendremos acceso a dicho privilegio y digan lo que digan esa marabunta de supuestos Hijos de Dios o “ungidos” y más falsos que el beso de Judas, que nos rodean por tierra, mar y aire.
Pero volviendo a lo que íbamos, lo que ocurre es que cuando uno lee un texto y lo aplica sin más consideraciones, eso es, sin tener en cuenta su contexto más inmediato y ya para que hablar, del general de las Escrituras y que la mayoría desconocen de su existencia, se suelen plantear supuestos incorrectos, cuando no disparatados, como el expuesto en la pregunta mencionada (no por disparatado en este caso, sino por incorrecto)…… y es que solo leyendo alguno de nuestros artículos más recientes, uno se entera de que con la muerte del último apóstol en al año 99 E.C. se acabó la posibilidad de que el hombre pudiera acceder a la condición mencionada de Hijo adoptivo de Dios y circunstancia que dura hasta el momento actual y que ya vamos para casi 2.000 años. Ello de entrada, ya no dejaría lugar para formular semejante pregunta, pues lo dicho elimina cualquier posibilidad de que suceda lo en ella se plantea, eso es, la posibilidad de llegar a ser uno adoptado por Dios como hijo Suyo; sin embargo, hay que entender que la misma está fundada en un pasaje que, abstractándolo de su contexto, sí parece apuntar en esa dirección y por lo que vamos a ver, qué es lo que se lee en Rom. 8:14:
“Porque todos los que son conducidos (o “guiados”, según versiones) por el espíritu de Dios, estos son los hijos de Dios.”
Pero es que esto es una cosa y otra muy distinta, el que a todos estos “fantasmas” que a día de hoy les da la ventolera de afirmar que son Hijos de Dios, les guíe dicho espíritu santo de Dios; porque de entrada, lo que se tendría que considerar es el contexto en el que se escribieron dichas palabras y lo que implicaría el averiguar a quiénes fueron dirigidas, eso es, si a nosotros que vivimos 2.000 años después de que fueran escritas, o a los contemporáneos del apóstol Pablo y algo que queda patente en Rom. 1:7, pues allí se nos identifica a los receptores de la carta en cuestión: “a todos los que están en Roma como amados de Dios, llamados a ser santos”…… luego es obvio, que nada tienen que ver con nosotros dichas palabras. Pero para entender esto, lo primero que tenemos que aceptar es lo que la Biblia es en realidad y que reducido a una mínima expresión, se podría decir que estamos hablando de la explicación por parte de nuestro Creador de unos hechos tendentes a solucionar los problemas de la humanidad, que se encuentra en una posición muy distante de la que Este pretendía en un principio y los pasos que ha dado para conseguir dicho objetivo. De ahí, que el llamado AT (y ciñéndonos al tema de la pregunta formulada), no sea más que la narración de unos hechos que aplicaron a las personas que los vivieron y por medio de la que se nos explica, cómo Jehová gestionó los sucesos de forma progresiva durante ese tiempo, dirigidos a la captación de un conjunto de personajes que se encargarían de devolver las cosas a su estado original:
“Y ahora si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los demás pueblos, porque toda la tierra me pertenece a mí. 6 Y ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel.” (Éxo. 19:5-6).
Una vez ya realizados dichos preparativos, viene el momento en que dan su fruto y lo que se nos explica en el NT, en donde aparece en primer lugar el rey elegido por Jehová y responsable de dirigir la “restauración de todas las cosas” (Hech. 3:20-21) por un espacio de tiempo de mil años, así como aquellos a los que les fue ofrecida la oportunidad de colaborar con este en la consecución del propósito divino y hechos que de nuevo, quedan circunscritos a aquellos que tenían que ver con dicha comisión en ese momento en concreto; hechos que nos son contados a nosotros los que vivimos hoy en día por medio del registro escritural, solo para que estemos al tanto de cómo está el estado de las cosas, eso es, el progreso en el tiempo del propósito divino para con nosotros…… y sin que esas cosas que ocurrieron, apliquen directamente al “personal” actual y a los que nos aplica otro tipo de información, pues esta sí fue escrita para nosotros y por lo que nos convertiremos en protagonistas de la misma, como las personas mencionadas lo fueron de sus tiempos respectivos. Porque hemos hablado de un AT que aplicó en determinado momento de la historia, orientado a señalar un tiempo en que se escogería a determinadas personas para ejercer de reyes y sacerdotes al lado de Cristo y para llevar adelante la “restauración” de la humanidad; hemos hablado, por otra parte, de un NT que tuvo su incidencia en un tiempo posterior y en el que se nos cuenta el momento en que apareció Jesús a recoger, precisamente, a ese tipo de personas que colaborarían con él; y que nos habla también, de lo que hubo envuelto en esa labor y que fue la posibilidad ofertada al ser humano de formar parte de ese grupo, posibilidad que finalizó con la muerte del último apóstol y que jamás se volverá a repetir…… y finalmente, tenemos la información que se nos da en la Revelación (o Apocalipsis) dirigida a nosotros los que vivimos en estos últimos días y que sí nos aplica, pues esto es lo que leemos en la misma:
“Una revelación por Jesucristo, que Dios le dio, para mostrar a sus esclavos las cosas que tienen que suceder dentro de poco (eso es, en nuestros días y por lo tanto, información esencial para nosotros). Y él envió a su ángel y mediante este la presentó en señales a su esclavo Juan, 2 que dio testimonio de la palabra que Dios dio y del testimonio que Jesucristo dio, aun de todas las cosas que vio. 3 Feliz es el que lee en voz alta y los que oyen las palabras de esta profecía; y que observan (ambos) las cosas que se han escrito en ella, porque el tiempo señalado está cerca.” (Rev. 1:1-3). (Acotaciones nuestras).
¿Y por qué están dirigidas estas palabras, a los que actualmente estamos vivos? Pues por la sencilla razón de que seremos los protagonistas: porque Jesús habló de una gran predicación a la que seguiría “el fin” del mundo tal como lo conocemos (Mat. 24:14) y cuyo objetivo, una vez ya elegidos a los que tenían que participar junto a él en ese gobierno del reino y tarea que concluyó en el I siglo E.C. (luego contrario a lo que dicen la mayoría de “entendidos”, dicha oferta de participación no tuvo continuidad en el tiempo), era la de reunir a los que serían súbditos del mismo (ahí ya entramos nosotros en el guión) y que resultarán ser, aquellos que hagan caso de lo que se anuncie en dicha proclamación venidera y que según Rev. 7:14, estaríamos hablando de una “gran muchedumbre que ningún hombre podía contar”, compuesta por las personas que sobrevivirán a la venidera “gran tribulación” de la que se nos habla en ese mismo pasaje. Pero dicho lo cual y para entender un poco más del pasaje de Rom. 8:14, veamos de qué estamos hablando, cuando mencionamos de la figura del “ungido”…… o dicho de otra manera ¿qué es un “ungido”?
Pues sencillamente, una persona “elegida” por Dios para llevar a cabo una tarea o comisión divina y la cual, como hemos visto hace unos párrafos y citando de Éxo. 19:5-6, tenía que ver con el “heredar” el reino de Dios en calidad de rey y sacerdote, para llevar a cabo el proceso de “restauración” de la humanidad previsto por el Altísimo (Hech. 3:20-21)…… y para lo cual, los citados “elegidos” tenían que ser elevados a la categoría de Hijos del Dios Altísimo, pues de lo contrario no podían participar de dicha herencia con Su primogénito, Jesucristo. Luego quedémonos con la idea fundamental, de que un “ungido” o Hijo adoptivo de Dios, es aquella persona a la que se le asigna una tarea concreta (primero difundir la venida de un reino y después, gobernar en el mismo) y para la cual se le dota de los poderes propios para llevarla a cabo y que, lógicamente, se esperarían de todo un Hijo de Dios; ejemplo de ello lo tenemos no solo en Jesús, sino en los apóstoles, así como también fue en el caso del grupo de personas que a estos siguieron, como dejó claro Jesús en las siguientes palabras:
“Hago petición, no respecto a estos solamente (sus apóstoles), sino también respecto a los que pongan fe en mí mediante la palabra de ellos.” (Juan 17:20). (Acotación nuestra).
Entonces lo que se puede entender de esas palabras y como así fue, a tenor de Rev. 14:1, es que el número de esos “ungidos” quedaba limitado a los apóstoles y a los que estos personalmente pudieran alcanzar con su mensaje y circunstancia que no podía ir más allá, de la vida de esos personajes y por lo que con la muerte del último de estos (Juan) en 99 E.C., finalizó el tiempo en que el ser humano tuvo a su alcance dicho puesto de privilegio, eso es, el poder convertirse uno en Hijo adoptivo de Dios…… por lo que no estaríamos hablando de los más preparados, los más inteligentes o los más guapos, sino de haber estado en el momento oportuno, en el lugar adecuado ¡tan sencillo como esto! Pero volviendo a lo que significa ser uno reconocido como “ungido”, en el sentido de que siempre tiene que haber una comisión de por medio (Jehová no tiene Hijos de vacaciones a “todo completo”) para conseguir dicho privilegio, veamos unas palabras que le respondió Jesús al intrépido Pedro, cuando este y expresando el sentir del resto de sus compañeros, le hizo la siguiente pregunta:
“Entonces Pedro le dijo en respuesta: “¡Mira! Nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido; ¿qué habrá para nosotros, realmente?”. 28 Jesús les dijo: “En verdad les digo: En la re-creación, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso, ustedes los que me han seguido (o trabajaron codo a codo con él, en el adelanto de la “buenas nuevas”) también se sentarán sobre doce tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel”.” (Mat. 19:27-28). (Acotación nuestra).
Luego lo que parece que tenemos aquí, es la “recompensa” por una labor efectuada para el adelanto de los propósitos de Dios y que se pactó con esos personajes del I siglo y no con nosotros que vivimos en los inicios del siglo XXI; porque recordemos y volviendo al pasaje de Rom. 8:14, que el espíritu santo solo “guió” en el amplio sentido del término a esos concretos seguidores de Jesucristo, pues esto es lo que les dijo Jesús en su momento:
“Tengo muchas cosas que decirles todavía (dirigiéndose a sus apóstoles), pero no las pueden soportar ahora. 13 Sin embargo, cuando llegue aquel, el espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propio impulso, sino que hablará las cosas que oye y les declarará las cosas que vienen. 14 Aquel me glorificará, porque recibirá de lo que es mío y se lo declarará a ustedes.” (Juan 16:12-14). (Acotación nuestra).
Por lo que Pablo no faltó a la verdad en Rom. 8:14, cuando dijo que “los que son guiados por el espíritu de Dios, estos son los hijos de Dios”…… lo que no significa que porque uno lea la Biblia y aplique sus consejos en su vida, esto le convierta en Hijo de Dios y “guiado” por Su espíritu, sino que como mucho (¡y que no es poco!) lo que conseguirá, tanto si es hombre como mujer, es conocer mejor a Jehová, por ello ser mejor persona y por tanto, colocarse en un mejor posición para alcanzar un puesto de súbdito en ese reino venidero: porque una cosa es que la Biblia haya sido inspirada por Dios y otra cosa muy distinta, que el aplicar sus consejos en la vida de uno, esto ya convierta en un Hijo de Dios al sujeto en cuestión. Y prueba de que lo que decimos es verdad, es que muy probablemente cuando uno cree en las Escrituras y se apega a ellas, se vea impulsado a cumplir con el aparente requisito de Mat. 28:19 que le impone la organización religiosa con la que se asocie (la que sea, pues todas hacen lo mismo), en el sentido de que tiene que bautizarse para ser “salva” y que a nuestro entender, este es un ritual que tampoco nos aplica en estos tiempos; sin embargo, ello nos permite el volver al pasaje mencionado al principio de este escrito de Mar. 16:16, pero que en esta ocasión leeremos dentro de su contexto más inmediato…… y pregúntese querido amigo que nos lee, si en su caso o en el de alguien que usted conozca, haya ocurrido lo que sin falta Jesús aseguró que ocurriría en aquellos que se sometían al mismo:
“El que crea y sea bautizado será salvo, más el que no crea será condenado. 17 Además, estas señales acompañarán a los que crean (y hayan sido bautizados, claro): Mediante el uso de mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas 18 y con las manos tomarán serpientes…… y si beben algo mortífero no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y estos sanarán. 19 Entonces el Señor Jesús, después de haberles hablado, fue tomado arriba al cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Por consiguiente, ellos salieron y predicaron por todas partes, mientras el Señor obraba con ellos y apoyaba el mensaje por las señales que acompañaban a este.” (Mar. 16:16-20). (Acotación nuestra).
Dado lo cual, la pregunta es obligada: ¿alguien puede hablar de algún cristiano, de entre los cientos de miles que se bautizan anualmente, que pueda manifestar esas señales poderosas y que le identificaban a uno, como genuino Hijo adoptivo de Dios? Porque no olvidemos que dichas palabras fueron dichas a los apóstoles en clara referencia a aquellos que, como antes hemos señalado, fueron los directos seguidores de estos y reconocidos por tanto, también como Hijos del Altísimo y que en cuanto desaparecieron los apóstoles, se acabó con ello la aparición de tales personas. Luego si usted y en el momento de su bautismo, no ha experimentado el poder llevar a cabo estas señales, usted no es un Hijo de Dios, por mucho que se aplique al estudio de las Escrituras y rija su vida por el consejo divino; recuerde por otra parte, que hemos señalado que esa condición de Hijo de Dios y dicho sea en términos coloquiales, era como un premio por los “servicios prestados”, mientras que el aplicarse uno el consejo divino en su vivir diario, es sencillamente una obligación que tiene “to quisqui”, eso es, todo ser humano:
“La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre.” (Ecl. 12:13).
Luego todo considerado y siendo excelente el que uno (o una) tenga buena disposición hacia el contenido de la Palabra de Dios y guste de aplicarlo en su vida, por muy inspirada que esta esté por el espíritu santo de Dios ello no convierte a uno en Hijo de Dios, digan lo que digan esa pandilla de indocumentados que existen sueltos por ahí y que juran y perjuran hasta en arameo, que con su bautismo ya adquirieron dicha condición y que lo mismo puede suceder en el caso de uno…… cuando, en realidad, dicha posibilidad cesó con la muerte del último de los apóstoles.
Pues bien, querido amigo/a que nos lee y que quizás se encuentre sumido/a en la misma duda que la persona de la que se nos ha transmitido la pregunta analizada: ahora ya sabe de qué va la cosa, al menos desde nuestro punto de vista…… y que por supuesto, es susceptible de error. De ahí, que le instemos a que se tome el interés de, a partir de lo que ha leído, averiguar por usted mismo y echando mano para ello de su ejemplar de las Escrituras, si las cosas son como nosotros se las hemos “pintado”…… o como se las “pintan” otros ¡usted decide!
MABEL
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