O sea, que Jesús nos mintió…… ¿no D. Mario?
Porque ¿ha leído usted querido lector, lo último que acaba de publicar dicho caballero, en respuesta a una supuesta pregunta, que un supuesto lector le ha dirigido? Lo tiene publicado en un escrito titulado “Una reflexión adicional sobre Juan el Bautista…….”, con fecha 12/02/11 y repetimos, como respuesta a una supuesta pregunta de un tal J.M.V. de Santiago de Chile (Rep. de Chile) y lo cual nos llena de alegría, porque ignorábamos que se nos leyera en esos lejanos y a la vez queridos países hermanos; y lo entendemos así, ya que nosotros en este blog y hasta donde sabemos, somos los únicos que nos pronunciamos en el sentido de la pregunta formulada. Y respuesta en la que D. Mario, se reafirma “erre que erre”, en su más que discutible conclusión de que Mateo 11:11, no dice aquello que hasta el tonto que asó la manteca entiende que dice (y dicho sea esto último como expresión puramente metafórica). Ello sin embargo y faltaría más, sin haber tenido la delicadeza de antes de reafirmarse en dicha opinión, rebatirnos (aunque solo fuera un poquito y para disimular) el planteamiento que le hicimos el día 6 en el tema titulado “¿Qué dice realmente, Mateo 11:11?” y cosa que de haber podido hacer, es obvio que ya habría hecho y lo cual nos da a entender, que nosotros tenemos razón…… perdón, la Biblia tiene razón.
Luego y siendo esto así, el problema al que se enfrenta el Sr. Olcese, es que en su insistencia por afirmar que Juan el Bautista sí estará en ese gobierno del reino, está llamando mentiroso a Jesús, porque le desmiente la afirmación que éste hizo en Juan 3:5:
“Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.”
Y puesto que, según propia afirmación del Sr. Olcese, Jesús vino a buscar a aquellos que con él tenían que gobernar (ver nuestro artículo de referencia), esos dos requisitos, por demás imprescindibles, iban dirigidos precisamente a esos que en su momento formarían parte de ese gobierno. Y dado que los tales requisitos solo estuvieron accesibles, a partir del Pentecostés de 33 EC y que iniciaron con el derramamiento, o bautismo en Espíritu Santo sobre los apóstoles y tiempo después de la muerte de Juan el Bautista, este no pudo de ninguna manera acceder a los mismos y, en lógica consecuencia, no podía formar parte de ese gobierno del reino, porque no cumplía con esa exigencia de Jesús. Eso por supuesto y como hemos dicho, si Jesús no nos mintió y asunto que ha dejado perfectamente resuelto el Sr. Olcese: Jesús sí nos mintió…… o nos miente D. Mario, claro.
Y por cierto, quizás a D. Mario no le irían mal unas clases de lectura en lengua española, ya que se evitaría ponerse en evidencia como lo ha hecho en esta ocasión, al contrastar o relacionar directamente Efe. 3:8, con Mat. 11:11 y que, en realidad, están hablando de cosas totalmente distintas. Porque en ese pasaje de Efesios, el apóstol Pablo, se pronuncia en los siguientes términos:
“A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo.”
Y declaración que en sí misma de ninguna manera lo excluye de ese grupo de privilegiados, ya que lo que dice Pablo, es que él se consideraba el más pequeño entre los pequeños del grupo de los santos y por lo que esas palabras en boca del propio Pablo, no eran más que una manifestación de humildad e inducida probablemente, por su actitud anterior y que le llevó a perseguir a los seguidores de Jesús y hecho que reconoció en algunas ocasiones. Pero que repetimos, palabras que en sí mismas para nada lo excluían de ese grupo de “santos” y expresión que hacía referencia a los apóstoles de Jesús (como veremos más adelante), ya que el propio Pablo y como se da a entender en esta misma frase en cuestión, ya era apóstol, “enviado a anunciar entre los gentiles el evangelio”, luego miembro del grupo de los santos y encima, el más prominente de todos ellos, aunque su pasado de manera personal le afectara. Y eso se dice en la misma frase que D. Mario, usa para excluir a Pablo del reino y que ya son narices. Pero es que además, la veracidad de nuestra afirmación sobre cuál era el sentido de las palabras que Pablo dirigió a los efesios, queda de manifiesto y en apoyo de nuestro argumento, en el siguiente pasaje que leeremos y escrito unos cinco años antes de la carta a la congregación de Efeso y en la que Pablo, va exactamente en la misma línea:
“Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles y no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la congregación de Dios. 10 Mas por la bondad inmerecida de Dios soy lo que soy (o sea, apóstol). Y su bondad inmerecida que fue para conmigo no resultó ser en vano, sino que trabajé laboriosamente mucho más que todos ellos, pero no yo, sino la bondad inmerecida de Dios que está conmigo.” (1 Cor. 15:9-10).
Luego estas palabras de Pablo, dirigidas a los miembros de la congregación de Corinto, es obvio que nos aclaran lo que quiso decir cinco años después, en las palabras que dirigió a los efesios y que nos ha citado el Sr. Olcese. Sin embargo, en el caso de Mat. 11:11, estaríamos hablando de otra cosa, porque en esta ocasión Jesús estaba señalando que Juan, al ser menor que el más pequeño de los que formarían parte de ese gobierno del reino, obviamente no podía estar entre esos santos o elegidos. Porque a eso se refería Jesús y circunstancia que explicamos en nuestro anterior artículo “¿Qué dice realmente, Mateo 11:11?” y que por cierto, planteamiento del que el Sr. Olcese no nos dice ni mú. O sea, que podríamos resumirlo diciendo que Juan el Bautista, siendo cierto que fue el más grande profeta y el mayor entre los nacidos de mujer, era menor que el último de la fila en ese privilegiado grupo de Hijos de Dios.
Y es que prescindiendo de la importancia que hubieran tenido en vida y que por ejemplo, tenemos de entre los apóstoles a algunos de destacadísimos como Pedro o Juan y otros, de los que conocemos solo su nombre, como Tadeo o Simón y por no hablar de otros que les siguieron y que ni siquiera se nombran en las Escrituras, de lo que estaríamos hablando, es de que sin embargo todos ellos habían sido reconocidos como Hijos adoptivos de Dios, por tanto hechos hermanos de Cristo y en consecuencia, co-herederos del reino en calidad de reyes y sacerdotes de Dios. Y es que ellos habían recibido el espíritu de adopción como Hijos de Dios y Juan no, porque había muerto para antes de que el tal espíritu de adopción, empezara a impartirse…… aunque para D. Mario, eso quizás sea una minucia. Pero resulta que esa “minucia”, el haber recibido o no, ese reconocimiento como Hijo adoptivo de Dios y que daba acceso a reinar con Cristo, es lo que hacía al más humilde de entre ellos y prescindiendo de la prominencia que hubiera tenido en vida y con respecto de otros (Juan el Bautista, por ejemplo), infinitamente más grande que aquellos que no recibieron el tal reconocimiento y que en consecuencia, solo podían heredar el reino en calidad de súbditos del mismo. Y eso, que es lo que dice la Biblia, la lógica y el sentido común, es lo que quiso mostrar Jesús en Mat. 11:11.
Entonces y lejos de ser nosotros los que queremos torcer las palabras del apóstol, que en definitiva sería torcer el sentido correcto de las Escrituras y debido a prejuicios infundados o a doctrinas prefabricadas por sectarios (ya ven que hemos entendido la indirecta), es D. Mario el que en un alarde de analfabetismo bíblico, mezcla churras con merinas, relacionando una simple expresión de humildad del apóstol Pablo (aunque y poniéndose la venda antes que le inflijan le herida, niegue ese extremo en su último párrafo), con una clara afirmación de Jesús, en el sentido que Juan no estaría en ese gobierno del reino, para intentar hacernos creer algo que de ninguna manera refleja el texto sagrado; porque esos dos pasajes hablan de cosas totalmente diferentes. Pero que sin embargo y de forma, si se nos permite, un tanto obcecada, vean la “similitud” que encuentra D. Mario, entre Efe. 3:8 y Mat. 11:11, en la siguiente afirmación, transcrita de su artículo:
“Ahora observe la similitud: Pablo dice que es “…menos que el más pequeño de todos los santos” y de Juan Bautista se dice: “…pero el más pequeño EN EL REINO de los cielos, mayor es que él”.”
O sea, exactamente el mismo parecido que un huevo a una castaña, porque vamos a ver D. Mario: cuando Pablo menciona en Efe. 3:8, ser “menos que el más pequeño de todos los santos”, no se excluye de ninguna manera de ese grupo, sino que solo afirma y en un despliegue de modestia, ser eso: el más pequeño de entre los pequeños de ellos, puesto que Pablo ya era un apóstol (1 Cor. 15:9), luego ya formaba parte de ese grupo y designado además, directamente por Jesucristo, no lo olvidemos; luego sus palabras no pueden significar otra cosa. Mientras que las palabras de Jesús en Mat. 11:11 y dirigidas a Juan el Bautista, sí son exclusivas, ya que si el más pequeño en el reino, ya era mayor que él, solo el razonamiento lógico lo deja ya de forma automática, fuera del mismo. Porque imaginémonos y a título de ejemplo, a un señor que quiere entrar a formar parte de determinada sociedad u organización y que cuando se presenta a solicitar su admisión, le dicen lo siguiente y para entendernos: “Oiga, es que el más tonto de los que hay dentro, ya es mucho más listo que usted.” ¿Le queda alguna duda, querido lector, de que es lo que le han querido decir al caballero en cuestión? Pues que no tiene cabida en esa sociedad ¿o no es así?...... pues eso es exactamente, lo que Jesús dijo de Juan y no porque fuera un impío, D. Mario, sino porque Jesús sabía que moriría antes de que se pusieran en marcha los requisitos que él demandaba en aquellos que tenían que compartir su gobernación real; luego al no cumplir con las exigencias requeridas, quedaba fuera del gobierno del reino, al igual que los Abraham, Jacob, Moisés, Noé, David, Daniel y tantísimos otros, que tampoco las cumplían. Tan sencillo como eso, amigo Mario y por muchas vueltas que usted y el amigo Rivas, le den.
Y si bien es cierto, que Pablo, como Juan el Bautista, no anduvieron con Cristo durante todo su ministerio, ni fueron testigos presenciales de todo lo que Jesús hizo y dijo, como sí lo fueron el resto de sus apóstoles y que además, Pablo tenía en su contra, como hemos dicho, que había perseguido a los discípulos de Jesús y llevó a la muerte a algunos de ellos, no es menos cierto que Pablo sí fue bautizado en agua y en espíritu (los dos requisitos impuestos por Jesús en Juan 3:5), según nos relata Hech. 9:17-19 y por tanto, reconocido como Hijo adoptivo de Dios, hermano de Jesucristo y co-heredero del reino:
“Porque ustedes no recibieron un espíritu de esclavitud que ocasione temor de nuevo, sino que recibieron un espíritu de adopción como hijos, espíritu por el cual clamamos: “¡Abba, Padre!”. 16 El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. 17 Pues, si somos hijos, también somos herederos: herederos por cierto de Dios, pero coherederos con Cristo, con tal que suframos juntamente para que también seamos glorificados juntamente.” (Rom. 8:16-17).
Y este no fue, obviamente, el caso de Juan el Bautista y resto de personajes citados. Pero es que además, Pablo fue escogido directamente por Jesucristo (a quién Pablo vio resucitado y experimentó personalmente los poderes de su manifestación) igual que había hecho mientras estuvo en esta tierra, en el caso de sus doce apóstoles:
“Pero Ananías contestó: “Señor, he oído de muchos acerca de este varón, cuántas cosas perjudiciales hizo a tus santos en Jerusalén. 14 Y aquí tiene autoridad de parte de los sacerdotes principales para poner en cadenas a todos los que invocan tu nombre”. 15 Pero el Señor le dijo: “Ponte en camino, porque este hombre me es un vaso escogido para llevar mi nombre a las naciones así como a reyes y a los hijos de Israel. 16 Porque le mostraré claramente cuántas cosas tendrá que sufrir por mi nombre”. (Hech. 9:13-16).
Y de nuevo, este no fue, el caso de Juan el Bautista, sino que más bien fue excluido de la carrera a la gobernación del reino, por el propio Jesús, según Mat. 11:11 y diga lo que diga el Sr. Olcese. Porque no entendemos que de difícil tienen esas palabras de Jesús y que entiende todo el mundo (menos D. Mario, por supuesto), que puedan inducir a una conclusión errada, acerca de ese pasaje de Mateo en concreto, como afirma dicho caballero en un momento de su artículo y en donde, según él, algunos hemos concluido que ese gran profeta de Dios no entrará al reino como rey o gobernante, cuando la realidad es que eso lo dice el entero contexto general de las Escrituras y como ya le hemos mostrado en anteriores artículos. Y por otra parte es absolutamente falso y si se refiere a nosotros, que hayamos dicho que Juan el Bautista no estará en el reino de Dios como súbdito del mismo, sino más bien al contrario: siempre hemos afirmado que sí estará y además, en una posición de privilegio. En cuanto a eso de “la mesa del reino”, le recomendamos que antes de repetir ese argumento de nuevo, se dé una vuelta por un comentario que publicamos acerca de esa cuestión, titulado “La “mesa” del reino de Dios”…… y si no está de acuerdo, pues nos lo dice y tan amigos, pero eso sí: si puede ser, con textos bíblicos por delante.
MABEL
domingo, 13 de febrero de 2011
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