Doce apóstoles…… ¿+ uno?
Luego serían trece, con lo que los números dejarían de cuadrarnos, pues en Rev. 21:14, leemos lo siguiente:
“El muro de la ciudad también tenía doce piedras de fundamento y sobre ellas los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.”
Por lo que de nuevo, como solemos tener por costumbre en este blog, romperemos un poco los moldes y nos vamos a meter en un “fregao” (que diría el castizo), en el que nadie y hasta donde nosotros sabemos, se ha atrevido hasta el momento a meterse. Y la cuestión tiene que ver, como habrán podido deducir del titular de este escrito, en si realmente hubo en su momento doce…… o trece Apóstoles. Y entendiendo por Apóstoles (con mayúsculas), aquellos que en su momento fueron escogidos por el propio Jesucristo y que conformaron el núcleo de su incipiente congregación de seguidores bautizados con el espíritu santo, que los convertía en Hijos de Dios…… circunstancia que no concurrió con el grueso de todos aquellos que se hicieron sus seguidores y a partir de lo que se empezó a conformar, lo que Pablo denominó como el “cuerpo de Cristo” (Rom. 12:5; Efe. 1:22-23). Y que tiene que ver con el reducido grupo de los que con él tienen que gobernar en el reino de Dios (Luc. 12:32), en clara diferencia o contraste (como hemos mencionado), con aquellos otros que no siendo este su caso, pasarán a ser súbditos del mismo y que para más información, pueden ver nuestro artículo compuesto “Esa maravilla llamada “Hechos de los Apóstoles” ” de fecha 17/11/11 y 24/11/11.
Sin embargo, la tendencia generalizada es a dar poca o ninguna importancia a los escritos sagrados, por parte de aquellos que profesan tener determinada forma de creencia dentro del cristianismo y aceptar simplemente las afirmaciones que cualquiera les hace referentes a las Escrituras, bien sea del cura de nuestra parroquia, del pastor de nuestra iglesia, o del anciano de nuestra congregación y según sea el caso de cada uno. Inclusive, aceptando las enseñanzas de alguno de esos “iluminados” que se auto-identifican como Hijo de Dios y que publican en Internet, por disparatadas e increíbles que estas sean, sin detenernos siquiera por un momento, en el sano ejercicio de comprobar por nosotros mismos, si aquello que nos dicen (quién sea que lo haga) se ajusta al contenido escritural…… o no. Y aún en el caso de que la respuesta sea afirmativa, comprobar si el contenido del texto que se nos cita como apoyo de determinada afirmación, se ajusta al contexto, tanto al suyo más inmediato, como al general de las Escrituras y que en definitiva, es lo que nos confirma la veracidad del mismo. Por lo tanto, analicemos lo que nos dicen los hechos relacionados con el tema que hoy vamos a tratar, siempre según la Biblia y veamos a que conclusión podemos llegar:
Y lo primero que notamos, es que Jesús en un primer momento, escogió a doce apóstoles, según se nos menciona en Luc. 6:12-16 y puesto que se nos da el nombre de cada uno de ellos, aquí no hay error o discusión posible:
“En el transcurso de aquellos días él salió a la montaña a orar y pasó toda la noche en oración a Dios. 13 Pero cuando se hizo de día llamó a sí a sus discípulos y escogió doce de entre ellos, a los cuales también dio el nombre de “apóstoles”: 14 Simón, a quien también dio el nombre de Pedro y Andrés su hermano y Santiago y Juan, y Felipe y Bartolomé, 15 y Mateo y Tomás, y Santiago, hijo de Alfeo y Simón, que es llamado “el celoso” 16 y Judas, hijo de Santiago y Judas Iscariote, que se volvió traidor.”
También sabemos (el pasaje en cuestión ya nos lo indica) que uno de ellos traicionó a Jesús y “tuvo” que ser sustituido por otro…… luego procede conocer, lo que nos dicen las Escrituras acerca de cómo se produjo dicha sustitución y las circunstancias que en ella se vieron envueltas:
“Ahora bien, durante estos días Pedro se levantó en medio de los hermanos y dijo (la muchedumbre de personas era en conjunto como de ciento veinte): 16 “Varones, hermanos, era necesario que se cumpliera la escritura, que el espíritu santo habló de antemano por boca de David acerca de Judas, que se hizo guía de los que arrestaron a Jesús, 17 porque él había sido contado entre nosotros y obtuvo participación en este ministerio. 18 (Este mismo hombre, por tanto, compró un campo con el salario de la injusticia y cayendo de cabeza, reventó ruidosamente por en medio y todos sus intestinos quedaron derramados.
19 También llegó a ser conocido de todos los habitantes de Jerusalén, de modo que aquel campo fue llamado en su lenguaje Akéldama, es decir, Campo de Sangre.) 20 Porque está escrito en el libro de los Salmos: “Quede desolado su alojamiento y no haya morador en él” y: “Su puesto de superintendencia tómelo otro”. 21 Por lo tanto, es necesario que de los varones que se reunieron con nosotros durante todo el tiempo en que el Señor Jesús entró y salió entre nosotros, 22 comenzando con su bautismo por Juan y hasta el día en que fue recibido arriba de entre nosotros, uno de estos hombres llegue a ser testigo, con nosotros, de su resurrección”.
23 De modo que propusieron a dos: a José llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo y a Matías. 24 Y oraron y dijeron: “Tú, oh Jehová, que conoces los corazones de todos, designa cuál de estos dos hombres has escogido, 25 para que tome el lugar de este ministerio y apostolado, del cual Judas se desvió para ir a su propio lugar”. 26 De modo que echaron suertes sobre ellos y la suerte cayó sobre Matías; y él fue contado junto con los once apóstoles.” (Hech. 1:15-26).
Aunque ya de entrada y como detalle anecdótico, observemos que un asunto tan delicado como era la elección de un apóstol y que a Jesús ¡nada menos que el Hijo de Dios!, le tomo una noche entera de oración y meditación (Luc. 6: 12), Pedro la solventó con un simple sorteo…… pero volvamos a lo nuestro.
Tenemos que con la incorporación del tal Matías, de nuevo se redondeó el número de doce apóstoles; y la cosa quizás no habría tenido más trascendencia, si no fuera por el hecho de que más adelante, unos tres años después, Pablo fue nombrado apóstol por el propio Jesucristo, cuando se dirigía a Damasco en persecución de los cristianos y relato que encontramos en Hech. 9:1-19. En fin, que sea como fuere y puesto que todos conocemos la historia de Pablo, sin duda alguna el más destacado de entre los seguidores de Jesucristo, nos encontramos ya con trece de esos apóstoles, cuando el caso es que Jesucristo nos afirma tener solo doce, como hemos leído en Rev. 21:14…… luego ¿cómo solventamos este problema? Porque lo que está claro es que estamos hablando de hechos y todos ellos registrados en la propia Biblia, lo cual los hace verídicos……pero por otra parte, es evidente que nos “sobra” un apóstol; es más, lo que realmente afirmó Jesucristo en la Revelación al envejecido apóstol Juan y si leemos con atención el pasaje citado, es que solo tuvo doce apóstoles y no que de trece hubiera prescindido de uno y lo cual, ya sería distinto; luego lo que tenemos que entender es que uno de ellos, realmente no fue considerado un apóstol. Y por lo que a cualquier detractor de la Escrituras, con pocas ganas de razonar, le sería fácil decir que estas se contradicen, pues por un lado aparentemente Jehová designó a Matías y por lo que junto a Pablo, el grupo de apóstoles se elevaría a trece, mientras Jesucristo, afirma la existencia de un grupo compuesto por solo doce miembros elegidos expresamente por él; luego ¿cómo conciliar esa aparente discrepancia? ¿Qué es lo que realmente ocurrió, para que se produjera esta controvertida situación?
Para averiguarlo, tendríamos que profundizar un poco sobre el temperamento del personaje que toma el protagonismo en ese momento determinante, o sea, el apóstol Pedro y ya después, analizar con un poco más de detenimiento, el pasaje en donde se nos habla de la elección del tal Matías y de la supuesta “participación” por parte de Jehová, en dicho evento. Y ya centrándonos en Pedro, vemos de inicio que los evangelios recogen más declaraciones del personaje en cuestión, que de cualquiera de los otros once apóstoles, por lo que se ve con claridad que no era tímido ni indeciso, sino de carácter más bien extravertido; este hecho hizo que hablara antes que los demás y que expresara su parecer, cuando los otros prudentemente permanecían en silencio…... y actitud que propició, lógicamente, que se metiera el algún que otro “problemilla”. Sin embargo y por otra parte, vemos que en algunas ocasiones su particular forma de ser, planteó cuestiones que hicieron que Jesús aclarase y ampliase sus ilustraciones, aunque a veces fuera excesivamente impulsivo e impetuoso al hablar: por ejemplo, fue él quien sintió la necesidad de decir algo al presenciar la transfiguración, en un comentario un tanto irreflexivo, sobre lo provechoso de estar allí y su proposición de “edificar” tres tiendas (Mat. 17:4).
En línea con lo que estamos diciendo, vemos que la noche de la última Pascua, si bien en un principio se negó enérgicamente a que Jesús le lavase los pies, al ser “reprendido” por este, quiso también que le lavase la cabeza y las manos (Juan 13:5-10); luego vemos que fácilmente pasaba del blanco al negro, o sea, de un extremo al otro. Sin embargo, se puede ver en el relato conjunto de los evangelios, que en el fondo, las expresiones un tanto intempestivas de Pedro nacían de sus buenos deseos e intenciones, así como de sus fuertes sentimientos hacia Jesús. Por ejemplo, cuando muchos discípulos tropezaron por la enseñanza de Jesús y lo abandonaron, Pedro, en nombre de todos los apóstoles, manifestó su determinación de permanecer con su Señor, quien tenía, a su juicio “dichos de vida eterna (…...), el Santo de Dios.” (Juan 6:66-69). En otro momento y después que los apóstoles respondieran a la pregunta de Jesús acerca de lo que opinaba la gente sobre su identidad, de nuevo fue Pedro quien expresó impulsivamente y con firme convicción “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”, por lo que Jesús lo pronunció bienaventurado o “feliz” (Mat. 16:13-17).
Evidentemente y como hemos dicho, Pedro fue quien más veces habló, pero también fue a quien con más frecuencia se corrigió, reprendió o censuró. En una ocasión, movido por la compasión, cometió el error de atreverse a llevar a Jesús aparte y reprenderlo por haber predicho sus propios sufrimientos y su muerte como Mesías, provocando el que Jesús le diera la espalda y le dijera que era un opositor (o un Satanás), pues ponía los razonamientos humanos por delante del propósito de Dios registrado en la profecía (Mat 16:21-23). Sin embargo, debe notarse que Jesús y según el relato paralelo de Mar. 8:32-33 “miró a los otros discípulos”, lo cual parece dar a entender, que sabía que Pedro expresaba sentimientos que los demás compartían. En otra ocasión, cuando Pedro se tomó la libertad de hablar en nombre de Jesús respecto al pago de cierto impuesto, este, de manera muy paciente y bondadosa, le ayudó a reconocer la necesidad de ser más reflexivo antes de hablar (Mat 17:24-27). Y es que Pedro, adolecía de mostrar exceso de confianza en sí mismo y cierto sentimiento de superioridad sobre los otros once, como quedó patente cuando afirmó, que aunque “los demás” tropezaran con relación a Jesús, él nunca lo haría y estaría dispuesto a ir a prisión e incluso a morir con él. Es cierto que todos los demás respaldaron esta afirmación, pero no es menos cierto que Pedro fue el primero en hacerla y reafirmarse en ella con marcada “insistencia”…… siendo entonces, cuando Jesús le dijo a Pedro que le negaría tres veces (Mar. 14:30-31; Luc. 22:33-34). E insistente afirmación, que le podía haber costado muy cara al impulsivo Pedro, porque no hacía mucho que Jesús había afirmado lo siguiente:
“Por tanto, todo el que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 33 Pero cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” (Mat. 10:32-33).
Y eso, exactamente, es lo que Pedro hizo hasta tres veces (Luc. 22:55-62), por lo que solo el perfecto conocimiento que de sus motivos tenía Jesús, de la clase de persona que era y del afecto que tenía por él (Luc. 22:31-32), fueran factores determinantes para salvar tan difícil situación; es más, al primero que se apareció Jesucristo después de resucitar, fue al propio Pedro, obviamente para animarlo y fortalecerlo (Luc. 22:60-62; Cor. 15:5; Luc. 24:34). Y ese era el personaje llamado Pedro: impulsivo, hombre de acción que primero actuaba y después pensaba, excesivamente confiado de sus posibilidades, por tanto impetuoso y temerario, lo que le llevaba a tomar la delantera entre los demás apóstoles y adquiriendo con ello, cierto “status” de líder…… y lo que llevó a que se montara el “cirio” que ahora estamos intentando resolver.
Porque recordemos que fue a instancias de Pedro, que se tomó la decisión de elegir a otro apóstol que remplazara al traidor Judas, cuando lo lógico en ese crítico momento, hubiera sido dejar las cosas en manos de Jesucristo y que él hubiera determinado que hacer, pues él era el cabeza de la congregación. Además, él había sido quien eligió a sus apóstoles, por lo que nada más razonable que pensar que ya él decidiría en su momento, sobre quién tenía que ser el sucesor de Judas; pero es que encima, Jesucristo antes de ascender al cielo, había dicho lo siguiente:
“Y estando reunido con ellos, les dio las órdenes: “No se retiren de Jerusalén, sino sigan esperando lo que el Padre ha prometido, acerca de lo cual oyeron de mí”.” (Hech. 1:4).
Luego nada en esas palabras da a entender que se tuviera que actuar en el sentido que lo hizo Pedro, sino que la orden era clara y contundente: seguir “esperando”…… nada más; pero una vez más, el citado apóstol se dejó llevar por su impulsivo carácter, se lió la manta a la cabeza y dio por sentado que lo que hacía falta, de hecho a su entender era “necesario” según propias palabras (Hech. 1:21), elegir sustituto para Judas. Y es cierto que hizo referencia a un pasaje de los escritos que en ese entonces tenían, que hablaba sobre la situación presentada, como es el hoy conocido por Sal. 109:8:
“Resulten pocos sus días; su puesto de superintendencia tómelo otro.”
Como también es cierto, que se elevó a Jehová una oración para que bendijera dicho selección y es de ahí, de donde se parte del supuesto que Jehová “dirigió” aquella elección y decidió sobre quién tenía que recaer la “suerte”…… pero si leemos el pasaje en cuestión, nada se nos dice que dé a entender una actuación directa de Jehová o Jesucristo en ese proceso; veámoslo otra vez:
“De modo que propusieron a dos: a José llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo y a Matías. 24 Y oraron y dijeron: “Tú, oh Jehová, que conoces los corazones de todos, designa cuál de estos dos hombres has escogido, 25 para que tome el lugar de este ministerio y apostolado, del cual Judas se desvió para ir a su propio lugar”. 26 De modo que echaron suertes sobre ellos y la suerte cayó sobre Matías; y él fue contado junto con los once apóstoles.” (Hech. 1:23-26).
Ahora bien ¿por parte de quiénes fue contado Matías, entre los doce? Pues entre aquellos que estuvieron presentes en ese “sorteo” y que dieron por bueno su resultado…… porque no fue más que eso: un cara o cruz entres dos personas y del que lógicamente una de ellas salió favorecida, en este caso Matías, así como también podía haber salido el otro, Barsabás y que de igual manera, habría sido considerado como el “elegido” por el Altísimo; pero que ni Jehová ni Jesucristo tomaron parte alguna en esa decisión, queda probado por el hecho de que tres años después, se eligió divinamente a Pablo como apóstol, para ser enviado a las naciones, con las siguientes palabras y pronunciadas por el mismo (Jesucristo) que posteriormente afirmaría tener solo doce apóstoles:
“Pero el Señor le dijo: “Ponte en camino, porque este hombre me es un vaso escogido para llevar mi nombre a las naciones así como a reyes y a los hijos de Israel. 16 Porque le mostraré claramente cuántas cosas tendrá que sufrir por mi nombre.” (Hech.9:15-16).
De hecho, las propias Escrituras identifican al citado Pablo como “apóstol a las naciones” (Rom. 11:13) y sí citándose ya aquí, intervención directa divina, algo que no se nos dice en el caso de Matías:
“Pablo, apóstol, ni de parte de hombres ni mediante algún hombre, sino mediante Jesucristo y Dios el Padre, que lo levantó de entre los muertos.” (Gál. 1:1).
Luego ello nos muestra que Matías, no pudo ser reconocido como miembro del grupo de los doce por parte de Jehová, aunque recibiera el bautismo en espíritu junto a los once restantes apóstoles en Pentecostés de 33 E.C. y así, el reconocimiento como Hijo de Dios, pues de lo contrario Jesucristo le habría mentido a Juan, en las palabras que se citan en Rev. 21:14:
“El muro de la ciudad también tenía doce piedras de fundamento y sobre ellas los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.”
Lo que deja claramente establecido, que Jesucristo en ese momento de la historia, reconoció categóricamente el haber tenido solo doce apóstoles y desautorizando con ello, la apresurada acción de Pedro y que una vez más, se “pasó de rosca”. Por lo tanto y como siempre, vemos que el contexto pone las cosas en su sitio y que si sabemos aplicar la lógica y sentido común, todo tiene una explicación razonable; porque algo que no podemos olvidar, es que las Escrituras también son la historia escrita de muchos personajes que cometieron errores y que quedaron ahí reflejados, para tiempos posteriores, como una clara muestra de aquello que es correcto hacer y de aquello…… que ya no lo es tanto (1 Cor. 10:11).
Y es cierto que uno podría pensar qué poca o ninguna importancia tienen esos sucesos en los tiempos actuales y ya tan lejos del episodio analizado, estando como está ya está todo resuelto y las cosas determinadas y ya colocadas en su sitio correspondiente…… pero no deja de ser una advertencia para nosotros, que vivimos en estos últimos y dificultosos tiempos. Pues nos enseña a ser cautos y no dar crédito a determinadas enseñanzas que se nos quieren hacer creer, aunque aparentemente las Escrituras “parezcan” confirmar las mismas, pues ello si tiene importancia de cara a nuestro futuro más inmediato. Por ejemplo, es importantísimo averiguar si realmente los cristianos de todos los tiempos, así como los notables del AT, sumándose a ellos los sobrevivientes de la “gran tribulación” de Rev. 7:14, están destinados a reinar al lado de Jesucristo o sencillamente nos corresponde, el ser súbditos de dicho reino…… pues según sea nuestra creencia personal al respecto, la misma nos llevará en un momento determinado, a actuar de una manera o de otra y lo cual puede establecer la diferencia entre la vida o la muerte. Porque esta fraudulenta enseñanza (la de ser reyes con Cristo) existe y siendo uno de sus más destacados promotores (que no el único, por supuesto), Apologista Mario Olcese, mediante la que se transmite un mensaje distorsionado acerca de cuál es el verdadero propósito del Altísimo, con respecto a todos nosotros y por tanto, una enseñanza de demonios con la destrucción como perspectiva:
“Sin embargo, la expresión inspirada dice definitivamente que en períodos posteriores algunos se apartarán de la fe, prestando atención a expresiones inspiradas que extravían y a enseñanzas de demonios.” (1 Tim. 4:1).
Por eso desde este blog, se recomienda continuamente el asegurarse personalmente de que las cosas son como a uno se las cuentan, incluso en algunos casos y ya yendo más allá, si son como aparentemente “parecen ser” según las mismas Escrituras (circunstancia que muchos aprovechan para engañar), mediante un diligente estudio de las mismas y emulando con ello, a aquellas personas que en su momento fueron ensalzadas por Jehová, por el celo y esfuerzo que ponían en su empeño, con el único objetivo de conocer la verdad:
“Ahora bien, estos eran de disposición más noble que los de Tesalónica, porque recibieron la palabra con suma prontitud de ánimo y examinaban con cuidado las Escrituras diariamente en cuanto a si estas cosas eran así.” (Hech. 17:11).
Fijémonos en el hecho de que las Escrituras (las que tenían a su alcance en esos momentos), eran examinadas por esas personas con cuidado, eso es, analizando los detalles con minuciosidad y sobre todo, contrastándolos con el mensaje de los contextos, que es lo que en definitiva determina la veracidad del texto del que se trate…… y eso lo hacían a diario, en una más que evidente muestra de la importancia que en sus vidas tenía la Palabra de Dios; por ello la pregunta que se impone, es si en nuestro caso, tenemos tal interés en dicha palabra escrita, que es la Biblia. Y es que no olvidemos, que solo Jehová nos puede sacar de esa terrible situación que estamos viviendo y que se va agravando día a día, siempre que uno lo busque con empeño, mediante la consideración de Su Palabra, la Biblia y antes, de que la cosa no tenga remedio:
“Antes que el estatuto dé a luz algo, antes que el día haya pasado justamente como el tamo, antes que venga sobre ustedes la cólera ardiente de Jehová, antes que venga sobre ustedes el día de la cólera de Jehová, 3 busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado Su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente se les oculte en el día de la cólera de Jehová.” (Sof. 2:2-3).
MABEL
martes, 29 de noviembre de 2011
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