miércoles, 2 de noviembre de 2011

Pero…… ¿y quién nos bautiza?

Ya les advertimos de entrada, queridos lectores, que lo que ustedes van a leer a continuación, se sale de los cánones de lo “políticamente correcto” o permisible de afirmar, sin que a uno le lluevan palos de todos lados; pero esta es una idea que por mucho tiempo hemos madurado en este blog y que empieza a tomar visos de ser realidad, a tenor de nuestras indagaciones y siempre de acuerdo con el relato bíblico…… no obstante, tómenla por favor, como lo que de momento pretende ser, o sea, una simple teoría.

Y es que una de las características de estos últimos días del presente sistema de cosas tal como lo conocemos y por demás, como estaba profetizado (Mat. 24:3-5), es la constante aparición de personas que se dicen “ungidas” o llamadas por Dios para ser adoptadas como Hijos Suyos, a la manera que lo fueron los primeros apóstoles y los que a estos siguieron (Juan 17:20). Estas personas que sostienen tal afirmación y siempre según su perspectiva de las cosas, supuestamente pasan a convertirse en “hermanos” de Jesucristo y por lo tanto, en co-herederos con él del venidero reino de Dios en calidad de inmortales reyes y sacerdotes, siempre a tenor de lo que se nos dice en Rev. 20:6:

Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.”

Y claro, la pregunta que inmediatamente uno se hace, es la siguiente: ¿y cómo se puede conseguir tan alto privilegio, de ser uno adoptado como Hijo de Dios y por tanto, llegar a obtener la inmortalidad y reinar con Cristo en ese gobierno del venidero reino de Dios? Pues según nos cuenta Apologista Mario Olcese, de la forma más sencilla que cualquiera de ustedes se pudiera imaginar: uno aprende de Jesús, acepta el valor de su sacrificio redentor y ejerce fe en el citado personaje, se bautiza en su nombre, mediante inmersión en agua e inmediatamente y de forma automática, ya es aceptado como Hijo de Dios y con los privilegios que ello conlleva y de los que ya le hemos hablado…… tan fácil como eso. Y queremos señalar que esta teoría es ampliamente aceptada y defendida, como no podía ser de otra manera, por todos aquellos que a sí mismos se reconocen como “ungidos” o Hijos de Dios y que son legión. Pero claro, nosotros que somos muy desconfiados (cosas de la edad, suponemos) y que tenemos la sana costumbre de pasar por el tamiz de las Escrituras, toda afirmación y enseñanza que se nos plantee, nos encontramos con ciertos problemas para aceptar dicha afirmación, porque en la Biblia no se nos habla de nada que tenga un mínimo parecido a lo que esas personas nos pretenden hacer creer esos señores…… más bien todo lo contrario y que se dice pronto.

Por ejemplo, en el libro de Hechos de los Apóstoles y en donde se nos narra la historia de la primitiva congregación cristiana, no encontramos ninguna evidencia de que el ungimiento como Hijo de Dios, se produjera como consecuencia de la inmersión en agua, sino como resultado de una posterior imposición de manos por medio de los apóstoles. Y teniendo en cuenta que Pablo nos mencionó, que “todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción” (Rom. 15:4), no podemos dejar de pensar que si tal enseñanza no es la que está escrita, obviamente no se puede aceptar como una enseñanza verdadera. Entonces, si resulta que tal idea expuesta insistentemente por D. Mario y aceptada por tantos, como concepto no está contenida en el registro bíblico, de entrada ya no es creíble; es más, hay que rechazarla como falsa, pues no hay ningún ejemplo de ello en las Escrituras, excepción hecha en el caso de Jesús que tan pronto emergió del agua, fue inmediatamente reconocido como Hijo de Dios, por el propio Jehová:

Después que Jesús fue bautizado, inmediatamente salió del agua; y, ¡mire!, los cielos se abrieron y él (Juan el bautizante) vio descender como paloma el espíritu de Dios que venía sobre él (Jesús). 17 ¡Mire! También hubo una voz desde los cielos que decía: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado.” (Mat. 3:16-17). (Acotaciones nuestras).

Y fíjense que decimos que fue reconocido, que no hecho o adoptado como Hijo de Dios en ese momento y que es muy distinto, porque él ya era Hijo de Dios. Pero fuere cual fuere el caso, de nadie más se nos dice algo semejante, sino más bien, todo lo contrario y como ya les hemos señalado; pero veamos unos ejemplos muy significativos y que tienen que ver (por lo menos el primero de ellos), con hechos ocurridos durante un tiempo de extrema persecución y en que la mayoría de seguidores de Jesús, excepto los apóstoles, abandonaron Jerusalén…… entre ellos, un tal Felipe que pasando a Samaria, consiguió muchos adeptos para la causa de Jesucristo:

Pero cuando creyeron a Felipe, que estaba declarando las buenas nuevas del reino de Dios y del nombre de Jesucristo, procedieron a bautizarse, tanto varones como mujeres.” (Hech. 8:12).

Sin embargo y contrario a esa más que dudosa enseñanza que estamos analizando, esas personas no recibieron el Espíritu Santo de adopción (y que es de lo que se trata) en el momento de ser bautizadas en agua, o sea, no nacieron del espíritu, sino solo del agua; luego en esa situación, las tales personas no calificaban para entrar en el reino de Dios y por lo tanto, gobernar con Cristo, según Juan 3:5. Solo tiempo después y cuando desde Jerusalén se mandó una delegación de apóstoles, fue que mediante la imposición de manos por parte de estos recibieron el bautismo del espíritu, luego ya sí nacieron del espíritu y pasaron a calificar para reinar con Cristo:

Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había aceptado la palabra de Dios, les despacharon a Pedro y a Juan; 15 y estos bajaron y oraron para que recibieran espíritu santo. 16 Porque todavía no había caído sobre ninguno de ellos, sino que solo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces se pusieron a imponerles las manos y ellos empezaron a recibir espíritu santo.” (Hech. 8:14-17).

Notemos, que la misma redacción del pasaje, al decir que “todavía no había caído sobre ninguno de ellos, sino que solo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús” ya es un claro indicativo de que ese bautismo no era suficiente para recibir dicho espíritu de adopción y los poderes de los que este facultaba, sino que hacía falta algo más; pues vemos que si bien habían sido correctamente bautizados en el nombre de Jesús, no recibieron de forma automática su reconocimiento como Hijos de Dios, al no recibir el bautismo del espíritu después de su inmersión en agua, sino que fue bastante tiempo después, cuando les fue concedido dicho don al ser bautizados en espíritu, mediante imposición de manos por parte de los dos citados apóstoles. Pero es que este pasaje citado, también nos dice otra cosa, si lo sabemos leer entre líneas: nos habla del convencimiento que tenían los apóstoles, de que sin su intervención, no habría derramamiento de dicho espíritu de adopción, ya que para ese propósito en concreto fueron enviados Pedro y Juan a Samaria y prueba evidente que ellos, el conjunto de los apóstoles, no contemplaban ninguna otra posibilidad de recibirlo. Porque eso y no otra cosa, es lo que se nos da a entender en el pasaje citado; luego vemos que una cuestión era el bautismo en agua en el nombre de Jesucristo y otra muy distinta, el bautismo en espíritu mediante intervención directa de los apóstoles (imposición de manos) y que era el que daba realmente la adopción como Hijo de Dios y acceso a los determinados poderes que llevaba inherentes. Pero analicemos otro caso, ocurrido años después, que tiene que ver con lo que le sucedió al apóstol Pablo y que se nos relata en Hechos 19:1-7:

En el transcurso de los sucesos, mientras Apolos estaba en Corinto, Pablo pasó por las partes del interior y bajó a Éfeso y halló a algunos discípulos 2 y les dijo: “¿Recibieron espíritu santo cuando se hicieron creyentes?”. Ellos le dijeron: “¡Si nunca hemos oído si hay o no espíritu santo!”. 3 Y él dijo: “Entonces, ¿en qué fueron bautizados?”. Dijeron: “En el bautismo de Juan”. 4 Pablo dijo: “Juan bautizó con el bautismo en símbolo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyeran en el que había de venir después de él, es decir, en Jesús”. 5 Al oír esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús. 6 Y cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el espíritu santo y empezaron a hablar en lenguas y a profetizar. 7 En conjunto, eran unos doce varones.”

Note de nuevo, por favor, que aunque bautizados por Pablo y en el nombre de Jesús (luego un bautismo según el requisito establecido), no recibieron tampoco de forma automática el espíritu de adopción, en el momento de su bautismo o inmersión en agua, sino que esto ocurrió después y solo cuando Pablo les impuso las manos”. De nuevo vemos que no bastó el ser bautizado en agua en el nombre de Jesús, sino que se necesitó de algo más: el que alguien, debidamente autorizado para bautizar en espíritu, transmitiera dicho espíritu de adopción, así como los poderes que llevaba asociados…… entonces ¿que aprendemos de estas experiencias?

Pues aprendemos varias cosas: la primera y fundamental, es que nada tenía que ver el ser bautizado en agua y en el nombre de Jesucristo, con el recibir automáticamente el espíritu de adopción como Hijo de Dios…… una cosa era una cosa y la otra algo totalmente distinta, como ha quedado probado y por lo tanto D. Mario Olcese nos miente, cuando afirma que inmediatamente después del bautismo en agua, uno ya es adoptado como Hijo de Dios; en segundo lugar, aprendemos que ese bautismo en espíritu y que daba la condición de Hijo de Dios por adopción, solo podía recibirse a través de personas debidamente autorizadas, en este caso los apóstoles y de Pablo (poco después), dado que en todo relato bíblico que tenga que ver con el derramamiento de dicho espíritu de adopción de parte de Dios, o bien era impartido directamente por los apóstoles de Jesús, mediante la oración e imposición de manos o en su defecto, estando presente alguno de ellos. Este fue el caso, en la conversión del gentil Cornelio y en donde también se nos muestra que nada tenía que ver el bautismo en agua como seguidor de Jesucristo, con la adopción de uno como Hijo de Dios. Según el relato que nos ofrece el cap. 10 de Hechos, este personaje, junto a los que con él escuchaban, recibieron el bautismo por espíritu y por tanto, la adopción como Hijos de Dios, poderes incluidos, antes de ser bautizados en agua y en presencia del apóstol Pedro (Versos 44-48). Luego lo que queda claro, es que de recibir dicha adopción como Hijo de Dios, de forma automática, inmediatamente después del bautismo en agua sin más y como consecuencia directa una cosa de la otra…… pues nada de nada; o sea, que no existía ninguna relación causa/efecto entre ambas cosas, según las experiencias relatadas y que creemos significativas. Recordemos de nuevo, que según Pablo “todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción” (Rom. 15:4), o sea, para que aprendamos de las cosas sucedidas y saquemos las conclusiones apropiadas.

Pero también hemos aprendido y algo que tiene que ver con el tema que hoy queremos desarrollar, que las personas que tenían dicho espíritu de adopción como Hijos de Dios y en consecuencia, podían desarrollar los poderes que el tal llevaba inherentes…… pero que no formaban parte del grupo de los doce (más Pablo), no podían bautizar en espíritu, o sea, transmitir a otros el poder ser reconocidos como Hijos de Dios y los poderes que eso llevaba añadidos, a diferencia de aquellos que estaban autorizados para ello y que sí podían hacerlo: aquellos que habían sido nombrados apóstoles directamente por Jesucristo. Ahí está el claro ejemplo de Felipe, que mediante obras poderosas demostró poseer dicho espíritu, pero que sin embargo no pudo transmitirlo (como ninguno de los que al igual que él, lo habían recibido de los apóstoles) y con lo que ya empezaba a quedar claro, que la obra de hacer discípulos y con ello el bautismo como tal, tenía un final anunciado; pero veamos como sí podían desplegar sus poderes, como en el caso del citado Felipe:

Las muchedumbres prestaban atención de común acuerdo a las cosas que Felipe decía, mientras escuchaban y miraban las señales que él ejecutaba. 7 Porque había muchos que tenían espíritus inmundos y estos clamaban con voz fuerte y salían. Además, muchos paralíticos y cojos fueron curados.” (Hech. 8:6-7).

Sin embargo, repetimos, los hechos prueban sin posibilidad alguna de discusión, que no podía transmitir dicho espíritu de adopción como Hijo de Dios y por eso tuvieron que desplazarse desde Jerusalén hasta Samaria, dos apóstoles para efectuar el bautismo por espíritu y consumar dicha transmisión. Y que ello es así, lo prueba un detalle que se nos cuenta en los versículos 18-19:

Ahora bien, cuando Simón vio que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el espíritu, les ofreció dinero, 19 diciendo: “Denme a mí también esta autoridad, para que cualquiera a quien yo imponga las manos reciba espíritu santo.”

Luego la pregunta sería ¿por qué no le ofreció el tal Simón ese dinero a Felipe, para conseguir esa capacidad? Porque fíjense que dicho personaje, no pedía la autoridad de realizar las mismas obras poderosas que realizaba Felipe, sino que pedía algo más y que Felipe obviamente no podía darle: el poder para impartir a otros dicho espíritu y los poderes que con el mismo eran consustanciales. Por otra parte, el hecho de que se lo pidiera a Pedro y a Juan, en principio unos extraños para él, en lugar de hacerlo a Felipe con quién le uniría una mejor relación (Hech. 8:13), no solo nos indicaría de nuevo la imposibilidad de Felipe de poderlo transmitir, sino el hecho definitivo de que solo por medio de los apóstoles, era posible su transmisión, tal y como apunta el versículo 18…… a la vez que tenemos que valorar en lo que vale, el hecho de que esa y no otra, es la idea que nos transmite la propia Escritura.

Pero algo que también aprendemos, ahora por deducción y según lo expuesto, es que lógicamente y con la muerte del último apóstol, se acabaría la posibilidad de recibir el bautismo en espíritu y en consecuencia el poder transmitir a otros, la condición de Hijos adoptivos de Dios y con lo cual se llegaría al final de la presencia operativa de dicho don sobre la Tierra. Entonces y con la muerte de último de los apóstoles, se acabó la captación o elección de Hijos de Dios y por lo tanto, razonablemente, la comisión dada por Jesús a sus seguidores: sencillamente, ya no se bautizó a nadie más con espíritu, luego ya nadie más pudo nacer del espíritu, con lo que ya nadie más pudo ser adoptado como Hijo de Dios a partir de ese momento…… y por extensión, con la muerte del último de aquellos que como Felipe, habían recibido de los apóstoles la comisión de hacer discípulos y bautizarlos, la obra como tal llegó a su fin y con ello, obviamente, la práctica del bautismo. Y si bien en algunos artículos anteriores y dejándonos llevar por la tendencia imperante (aunque siempre nos ha chirriado semejante idea), aceptábamos que correctamente y hasta el día de hoy, se hubieran seguido bautizando personas como simples seguidores de Jesucristo y siendo reconocidas como tales por Dios, hoy vamos a dar rienda suelta a nuestras reticencias en cuanto a dicha posibilidad y les vamos a exponer nuestro punto de vista acerca del tema…… y que a algunos, se les pondrán los pelos como escarpias, es algo que nos consta, pero recordemos que al inicio de este artículo, ya hemos señalado oportunamente que solo lo planteamos como teoría. Y para ello veamos algo, que puede ser un ejemplo de lo que pretendemos decir:

Los autores de este blog, en su día fuimos bautizados por los Testigos de Jehová, mediante inmersión y en el nombre de Jesucristo, en nuestro sincero deseo de convertirnos en seguidores del mismo…… hasta ahí, todo bien; pero la cosa se complicó, cuando después de más de 30 años por cabeza de militancia y después de una serie de vicisitudes que llevaron a nuestra expulsión, nos dimos cuenta de que dicha organización no era la representante de Dios aquí en la tierra (algo de lo que se nos había convencido y re-convencido, durante años de férreo adoctrinamiento), sino una más de entre las tantas que fraudulentamente afirman representar a Dios. No hace mucho, publicamos un tema en este sentido titulado “Los problemas de la “falsa religión” ” (07/09/11) y en el que coincidíamos totalmente en nuestro planteamiento, con uno publicado el día anterior por el Sr. Olcese, bajo el enunciado “El misterio de la religión verdadera” (en el blog de Lavasori), en el sentido de que no existe actualmente ninguna forma de religión verdadera. En nuestro artículo exponíamos más ampliamente, que todas las diferentes denominaciones cristianas y toda otra forma de religión en general (de las llamadas paganas) y de las que tenemos conocimiento, no son más que instrumentos de Satanás para extraviar a la gente…… luego puesto que nuestro bautismo se produjo dentro de una de esas organizaciones diabólicas, obviamente no era válido y lejos de convertirnos en seguidores de Jesucristo, lo que nos habíamos hecho era miembros de una organización al servicio de Satanás: entonces ¿qué hacer? ¿Nos tendríamos que volver a bautizar?...... y en este caso ¿en dónde y quién podía bautizarnos?

Y alrededor de esas preguntas, empezó en nosotros a tomar cuerpo una interesante cuestión ¿quién puede bautizar actualmente? O sea ¿quién tiene la autoridad, para bautizar en nombre de Jesús? ¿Se han preguntado ustedes, alguna vez esto? Porque no olvidemos que el bautismo en agua, en sí mismo no hace nada, pues no es más que la manifestación pública de una decisión interna que conlleva un arrepentirse y un volverse de una mala conducta anterior (Hech.3:19); sin embargo, el mismo acto del bautismo también llevaría implícito el deseo de pertenecer a algo, en este caso, al grupo de seguidores o discípulos de Jesús…… en definitiva, que lo podríamos aceptar como una señal de pertenencia. Ahora bien, si ya hemos concordado que después de la muerte del último apóstol se acabó la posibilidad de formar parte de ese colectivo de Hijos de Dios, con autoridad para bautizar en nombre de Cristo…… y por otra parte estamos de acuerdo, en que no hay actualmente ningún sistema religioso que cuente con el beneplácito de nuestro Creador, entonces la conclusión lógica es la de que no existe hoy ni hombre ni organización religiosa a la que represente, a la que uno pueda asociarse y ser bautizado como seguidor o continuador de algo; luego la pregunta continúa en pie ¿en dónde (organización), o por medio de quién (persona física), se puede uno bautizar? Pero veamos una sugerencia, ciertamente un tanto dudosilla y por aquello de ser suaves, que nos brinda Apologista Mario Olcese y aceptada mayoritariamente, también hay que decirlo, entre toda esa plaga de falsos “ungidos” que nos rodea por tierra, mar y aire.

Y es que según nos menciona el Sr. Olcese en el citado video publicado en el blog de Lavasori y a partir del minuto 16’50 de grabación, cualquiera puede bautizar a otro; por ejemplo: una persona, la que sea, le predica a usted el evangelio de Jesús, usted capta el sentido del mensaje, acepta de buena gana el contenido del mismo y en el momento que usted decida bautizarse, esa misma persona que le ha transmitido la buena nueva del evangelio, puede bautizarle sin ningún problema. Y a partir de ese mismo momento y según enseñanza que promulga en sus blogs el Sr. Olcese, usted ya recibe el reconocimiento como Hijo de Dios y si se mantiene fiel hasta el momento de su muerte, o en su defecto, hasta la venida de Jesucristo, usted reinará con él en el reino de Dios…… ¡y ya está! (según propia exclamación del Sr. Olcese en dicho video), así de fácil; pues según dicho caballero, así se hacía en el primer siglo…… y afirmación de D. Mario, que para “variar”, es completamente falsa, porque en el primer siglo y siempre según el registro bíblico, solo bautizaban las personas autorizadas para ello; veamos:

El primero que empezó a bautizar en agua (hasta ese momento no existía el bautismo como tal) fue Juan el Bautista y comisionado por el propio Jehová:

Ni siquiera yo lo conocía, pero El Mismo que me envió a bautizar en agua me dijo: “Sobre quienquiera que veas el espíritu descender y permanecer, este es el que bautiza en espíritu santo”.”

El mismo hecho de que se le conociese como Juan “el Bautista” o “el bautizante” según algunos, ya nos indica que el pueblo llegó a tener conocimiento del bautismo o inmersión en agua (eso significa la palabra bautismo) en especial a través de él. Sin embargo, esta comisión divina y después de su bautismo, pasó a manos del propio Jesús, como autoridad superior a Juan y quién estaba también comisionado por Jehová, como hemos leído en el pasaje citado, para bautizar en espíritu santo:

“…… y el espíritu santo bajó sobre él en forma corporal como una paloma y salió una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado.”

A partir de ese momento, Jesús tomó el relevo (Juan 3:22) en dicha actividad (si bien los que físicamente bautizaban eran sus discípulos, según Juan 4:2, aunque obviamente lo hacían bajo la autoridad de Jesús), según se nos da a entender con las siguientes palabras de Juan:

De modo que vinieron a Juan y le dijeron: “Rabí, el hombre que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú has dado testimonio, fíjate, este está bautizando y todos están yendo a él”. 27 En respuesta, Juan dijo: “El hombre no puede recibir una sola cosa a menos que se le haya dado del cielo. 28 Ustedes mismos me dan testimonio de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de aquel. 29 El que tiene la novia es el novio. Sin embargo, el amigo del novio, cuando está de pie y lo oye, tiene mucho gozo a causa de la voz del novio. Por eso, este gozo mío se ha hecho pleno. 30 Aquel tiene que seguir aumentando, pero yo tengo que seguir menguando.” (Juan 3:26-30).

Cuando después de resucitado Jesús y momentos antes de ser elevado a los cielos a la presencia de su Padre Celestial, dio el siguiente mandato a los once apóstoles que estaban presentes en ese momento:

Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra. 19 Vayan, por lo tanto y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos……”.” (Mat. 28:18-19a).

Luego vemos que a partir de ese instante, los once apóstoles recibieron la autoridad para bautizar en el nombre de Jesucristo (Hech. 8:16; 10:48; 19:5); diez días después, en Pentecostés de 33 E.C., recibieron el bautismo en Espíritu Santo que les dio la condición de Hijos adoptivos de Dios y con la facultad de poder impartir dicho bautismo a otros, que seguirían sus pasos (Juan 17:20) y con lo que se dio inicio a la posibilidad de reunir los dos requisitos impuestos por Jesús para poder reinar con él en el reino de Dios, eso es, el ser bautizado en agua…… y en espíritu, o como lo dijo Jesús: nacer del agua y nacer del espíritu (Juan 3:5). Por otra parte, aquellos que se hicieron seguidores de Jesucristo mediante la actividad de los apóstoles de Jesús, también recibieron a su vez la comisión de continuar la obra y consecuentemente la autoridad para bautizar en nombre de Jesucristo, como el citado Felipe. Luego cuando murieron esas personas, con ellas se acabó la autoridad delegada por Jesucristo en sus apóstoles y a los que estos hubieran delegado a su vez y por tanto, la autoridad de bautizar en el nombre de Jesucristo llegó a su fin: la obra de hacer discípulos se acabó y con ella, lógicamente, el bautismo en nombre de Jesucristo…… y esto es lo que nos dicen las Escrituras. Ir más allá, arrogándose unas atribuciones que no nos han sido dadas, en este caso la comisión de bautizar, como con tanta alegría nos estimula a llevar a cabo el Sr. Olcese y mucho más, cuando y según dicho caballero, ese bautismo implica algo tan serio como el ser adoptados como Hijos de Dios, aquellos que del mismo participan…… convendrán con nosotros que es pasarse un “poquito” de rosca.

Entonces y a nuestro entender, nada hay en las Escrituras que de momento nos indiquen la necesidad o exigencia de ser bautizados, pues nadie hay autorizado actualmente para llevar a cabo un bautismo en nombre de Jesucristo; luego todo el “circo” que alrededor del bautismo se monta, en el sentido de que mediante el bautismo uno llega a ser Hijo de Dios, por tanto hermano de Jesucristo y en consecuencia, heredero del reino en calidad de rey y sacerdote y demás chorradas que se dicen, no es más que pura especulación y un transgredir las palabras inspiradas de Pablo, en el sentido de no ir “más allá de las cosas que están escritas” (1 Cor. 4:6). Porque además y si nuestro planteamiento fuera correcto y a menos que alguien nos demuestre lo contrario, mucho nos tememos que por ahí puede ir la cosa, D. Mario y los que como él piensan (y que son legión, como hemos dicho), mienten al afirmar que a través del bautismo han llegado a ser Hijos de Dios y arrogándose en consecuencia, el poder bautizar en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, como en dicho video nos sugiere dicho caballero (encima con una fórmula trinitaria y que ya son narices) y reconociéndose además, al igual que los apóstoles de Jesús, con la facultad de poder transmitir el espíritu santo de adopción como Hijos de Dios a aquellos a los que ellos mismos bautizan…… en fin, no sabemos qué pensarán ustedes, pero a nosotros nos parece que se han pasado siete pueblos y que se están tomando unas atribuciones que no les corresponden de ninguna manera…… y por las que sin falta serán llamados a cuentas, así como el rey Saúl fue reprendido en su momento, también por actuar con presuntuosidad ante Jehová, al asumir una responsabilidad que no le correspondía (1 Sam. 13:8-14)…… y perdió un reino por ello.

Y de nuevo hacemos hincapié en el hecho de que lo que hemos expuesto en este escrito, no tiene más valor que el de una simple especulación, con visos, eso sí, de ser una realidad; pero como siempre, el averiguar la cierto o falso de tal especulación…… ya se lo dejamos para ustedes.

MABEL

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