El Sr. Olcese...... y el paraíso
Y miren por dónde, se nos antoja a nosotros que dicho caballero y en su nueva faceta “televisiva”, nos va a dar días de gloria; y vean porque se lo decimos: hace unos días, queridos lectores, D. Mario Olcese (Apologista) publicó un nuevo video (20/07/11) y que bajo el título “¿Que es el paraíso?”, nos empezó hablando de la promesa de Jesús al malhechor que murió a su lado, en el sentido de que estaría con él en el “paraíso”, para acabar diciéndonos que lo que realmente le ofreció Jesús al personaje en cuestión, fue el entrar o pertenecer a la Santa Ciudad de desciende del cielo (Rev. 21:2) y algo que ni remotamente se le pasaba por la cabeza al pobre hombre; y todo ello como resultado de una extraña correlación establecida entre distintos textos que poco o nada tienen que ver con el episodio entre Jesús y el citado malhechor. Y conclusión ésta a la que llega D. Mario, que una vez más nos lleva a pensar que muy puesto, aquello que se dice muy puesto en la cosa bíblica, no parece estar. Y es que este caballero y según nuestra opinión, maneja los textos con muy poco cuidado y esto es peligroso, porque aun suponiendo que D.Mario pudiera estar al tanto de su significado correcto, hay que tener en cuenta que nos dirigimos a personas que a lo mejor no lo tienen tan claro y a las que tenemos que hacerles entendibles las cosas de Dios y no confundirlas con textos que no están suficientemente claros. Por otra parte, solo hay que leer la “entradilla” de presentación del citado video, para darse cuenta de que lo que nos va a presentar, es algo infumable, como así realmente es; pero leámosla:
“Muchos cristianos piensan que el paraíso es el cielo mismo, cuando en realidad el paraíso está en el cielo, lo cual es muy distinto. Sin embargo, la Biblia nos dice que este paraíso es una ciudad que bajará del cielo y se asentará en la tierra en el mundo del mañana, en la era venidera de justicia.” (Negritas nuestras).
Y desde luego, no acabamos de entender la diferencia existente entre que el paraíso sea el cielo, a que el paraíso esté en el cielo, pero en fin, como tampoco tenemos muchas luces (por aquello de la edad, ya saben), podríamos aceptarlo…… con muchas reticencias, por supuesto. Ahora bien, lo que si tenemos claro es que hasta dónde nosotros sabemos, en ningún lugar de las Escrituras se nos hace semejante afirmación y que solo apoya el Sr. Olcese con su particular razonamiento del pasaje de 2 Cor. 12:2-4 y que a nuestro entender, hay muchas y razonables dudas de que la interpretación, así como la posterior aplicación que hace del mismo dicho caballero, sean los correctos y lo cual, dejaremos para otro momento. Por lo tanto, nos dedicaremos a partir de este momento, a analizar el contenido del citado video.
Por ejemplo, el Sr. Olcese inicia su exposición, citando las palabras de Jesús en Luc. 23:43 y dirigidas al malhechor colgado a su lado y las vierte de la siguiente manera: “…… hoy estarás conmigo en el paraíso” y transmitiéndonos por tanto la idea, que el citado personaje y en ese mismo día accedió a un paraíso, que como tal no existía en ese momento; o en su defecto, que accedió al cielo y siendo en este caso la idea que se nos estaría insinuando, que los muertos de alguna u otra manera van al cielo, cuando el entero contexto bíblico niega tal posibilidad (Juan 3:13; Hech. 2:29; 34) , pero por otro lado resulta, que ya el propio Jesús no ascendió al cielo el mismo día que murió, sino que después de su resurrección a los tres días de haber sido ejecutado, aún tardó cuarenta días más en subir al cielo; por otra parte, tampoco podría el malhechor en cuestión, haber accedido a la Santa Ciudad y de la que nos habla Rev. 21:2 (que en realidad era lo que le prometió Jesús al delincuente, según la sicodélica afirmación del Sr. Olcese), porque la citada ciudad aún no existía como tal en ese momento (como explicaremos más adelante), pues su creación o edificación, quedaba aún lejos en el tiempo. Luego y según el planteamiento de D. Mario, tendríamos que concluir que Jesús le mintió al malhechor ajusticiado a su lado, porque en ese día no ocurrió nada de lo que le fue prometido, fuere lo que fuere…… Y esta serie de incongruencias reseñadas, se producen sencillamente por un texto mal entendido y que ya de entrada, semejante error, desvirtúa todo el planteamiento o enseñanza que se quiera transmitir, a partir de ese momento.
Ahora bien ¿dónde está el problema? Pues el problema está, como hemos dicho, en el pésimo manejo que hace dicho caballero de los textos bíblicos, así como de los tiempos en que están escritos; porque veamos el contenido del texto en cuestión, Luc. 23:43 y vertido, entre otras traducciones, por NVI:
“Entonces Él le dijo: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.”
Pero como hemos visto, eso no fue lo que ocurrió, luego por mucho que la casi totalidad de traducciones bíblicas, lo viertan es este sentido, obviamente están equivocadas porque la idea que transmiten, no se ajusta al contexto bíblico y algo, que debería haber tenido presente el Sr. Olcese, que de nuevo deja constancia y como algunas veces hemos dicho desde este blog, que en la aplicación de algunos pasajes bíblicos, no tiene demasiada idea de por donde le sopla el aire. Porque veamos ahora, como lo vierte una versión tan denostada por el mismo D. Mario, como la TNM de los TJ, pero que es una de las pocas (si acaso hay alguna) que lo traduce correctamente y ajustado a la secuencia de los acontecimientos:
“Y él le dijo: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso.”
Y narración que sí se ajusta al contexto bíblico y en consecuencia, a la realidad de los hechos ocurridos y noten ustedes, que expresada con idénticas palabras, solo que colocando los dos puntitos…… en el lugar correcto. Y si nos permiten un pequeño paréntesis, una cosa es la manera interesada en que los TJ aplican los contenidos escriturales, para propio beneficio y otra muy distinta, que su traducción sea una de las más correctas y la que usa una fraseología más moderna o acorde a los tiempos actuales. Dicho esto podemos continuar en dónde estábamos, diciendo que no podemos obviar el hecho, que tal sistema de puntuación no existía en los manuscritos originales griegos y que hasta más o menos el siglo IX E.C., no fue usada de forma generalizada la práctica del mismo y quedando por lo tanto, al arbitrio del traductor de turno (siempre condicionado por sus personales creencias), el uso de tan novedoso y valioso sistema. Por ello hay que ser muy cuidadosos cuando leemos algunos textos, porque debido a un error de puntuación, pueden no ajustarse al sentido pretendido por su original. Por lo tanto, no solo hay que aplicar un texto sin más, porque parece apoyar la idea que uno pretende desarrollar, sino comprobar si su contenido (leído con atención y con la correcta puntuación) se ajusta al contexto no solo más inmediato, sino al general de las Escrituras. Y para que vean la importancia de los signos gramaticales, les contaremos una pequeña historia, que seguramente algunos de ustedes ya conocerán.
Hay una leyenda que se atribuye a los tiempos de Stalin (antiguo dirigente de la extinta URSS), que se usaba en las escuelas de nuestra infancia, para enfatizar la importancia de los signos gramaticales en una frase. Se cuenta que en cierta ocasión, dicho mandatario firmó una sentencia en los siguientes términos: “A “fulanito” deportarlo no, mandarlo a Siberia”. Cuando esa orden llegó a manos de su secretario personal, este vio horrorizado, que el tal “fulanito” era un familiar suyo y sabía que mandarlo a los campos de trabajos forzados de Siberia, significaría su muerte. Por lo tanto, transcribió la orden de la siguiente manera: “A “fulanito” deportarlo, no mandarlo a Siberia” y como así realmente ocurrió, al darse curso a la orden. Luego vemos que la acción de cambiar una simple y sencilla coma de lugar, cambió por completo el sentido de una frase y salvó la vida de una persona. Luego repetimos, que hay que ser muy cuidadosos en cuanto a entender aquello que leemos, porque un simple signo gramatical, mal colocado en su momento, puede cambiar completamente el sentido de un texto y llevarnos a conclusiones disparatadas, cuando pretendemos edificar sobre él, como es el caso que nos ocupa.
Y para comprobar que las cosas no son como nos las cuenta y que el Sr. Olcese ha metido la pata hasta el “corvejón”, veamos qué fue lo que realmente se le pidió a Jesús, en el versículo anterior (el 42) al pasaje transcrito y que lógicamente, tenía que condicionar la respuesta que éste diera:
“Y pasó a decir: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino”. 43 Y él le dijo: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso”.”
Y prescindiendo de que algunas traducciones usan la expresión “cuando empieces a reinar” y otras “cuando vengas en tu reino”, en nada cambian el sentido del texto, por lo que está claro que la petición del malhechor estaba orientada, a que en el momento que Jesús llegara a ser Rey y empezara a gobernar en el reino de Dios y que no es más, que un período de mil años (aún en el futuro) y en el que van a ocurrir muchas y grandes maravillas, se acordara de él…… luego lo que este malhechor sencillamente le pedía a Jesús, era que le devolviera a la vida en ese momento futuro, para poder estar ahí y beneficiarse de ello. Por eso, Jesús que sí sabía que lo de ser Rey en ese reino iba para largo, de ninguna manera le podía prometer que “hoy” (o sea, en el momento de serle efectuada la súplica), le sería concedida la petición al citado personaje. Luego lo que Jesús hizo, fue sencillamente garantizarle a su también agonizante compañero, que tomaba nota de su ruego y que se le concedería aquello que demandaba, en el momento y de acuerdo con lo que se le pedía, en que tomara posesión de su regencia en el reino y momento, en que se acordaría de él, devolviéndole la vida…… nada más. Entonces vemos, que la TNM de los TJ y a diferencia del resto de traducciones, vierte correctamente el pasaje en cuestión, ya que lo ajusta a la secuencia real de los hechos; y el Sr. Olcese tendría que ser un poco más cuidadoso en el uso de determinados textos, para no inducir al personal a desarrollar ideas equivocadas y por tanto, generar confusión como en la que el mismo se ha metido…… porque ¡cuidadito la película que nos está contando el caballero!
Pero puesto que ustedes pueden (y deberían, por aquello de averiguar quién tiene razón o no y sacar el debido provecho) visionar dicha grabación, obviaremos los detalles y llegaremos al momento en que D. Mario llega a la “brillante” conclusión, después de una extraña interrelación de unos textos con otros, que “paraíso” y Santa Ciudad, Santa Ciudad y “paraíso”, son las dos caras de una misma moneda…… para entendernos, que son lo mismo. Y que por lo tanto, en consecuencia, el “paraíso” que le ofreció Jesús al malhechor, era en realidad el ingreso o pertenencia a la Santa Ciudad (o Nueva Jerusalén) que desciende del cielo (Rev. 21:2). Y lo cual no deja de ser un disparate como un piano, se ponga como se ponga el Sr. Olcese, porque Jesús de ninguna manera estableció semejante relación; para comprobarlo leamos de nuevo el pasaje Luc. 23:42-43:
“Y pasó a decir: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino”. 43 Y él le dijo: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso”.”
Luego lo que es obvio, es que Jesús relacionó el “reino” con el “paraíso” y como sería lógico, según lo entendían tanto aquel hombre como los judíos en general, a través del relato del registro escrito con el que contaban entonces (AT), o sea, un hermoso y esplendoroso parque o jardín, en donde Jehová colocó a la primera pareja humana, en condiciones paradisíacas. Porque de lo contrario y de ser las cosas como nos las cuenta el Sr. Olcese, Jesús no le habría concedido al malhechor en cuestión, lo que este realmente le estaba pidiendo, sino que le estaría ofreciendo otra cosa que nada tenía que ver con la petición del demandante y que como hemos dicho antes, ni se le podía haber pasado por la cabeza; porque veamos que se nos dice en Hech. 3:19-21:
“…… para que vengan tiempos de refrigerio de parte de la persona de Jehová 20 y para que él envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, 21 a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.”
Luego cuando el cielo deje de retener al Cristo y de nuevo este venga a la tierra, empezarán los tiempos de la citada restauración de todas las cosas, pero ¿qué cosas han de ser restauradas? Pues aquellas que se perdieron por la transgresión del primer hombre y que en conjunto conformaban el “paraíso” o jardín de Dios: un bello lugar de habitación, cuyos habitantes (Adán y Eva) desconocían la enfermedad, la vejez, la violencia, la muerte, las guerras...… y eso era y continúa siendo, la idea que las Escrituras nos dan del paraíso, cuando uno lee las cosas que Jehová nos dice “por boca de sus santos profetas”, que van a ocurrir en el período milenario de Su reino (si desean información detallada de ello, pueden leer nuestro anterior artículo “Pero…… ¿qué hay de nosotros?”). Y es interesante notar, que refiriéndose proféticamente a esta restauración citada, Isaías 51:3 nos dice lo siguiente:
“Ciertamente consolará Jehová a Sion; consolará todas sus soledades y cambiará su desierto en paraíso (o “en Edén” según versiones y que significa lo mismo) y su soledad en huerto de Jehová; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto.” (Acotación nuestra).
Luego aquí claramente se nos relaciona el “paraíso”, con el “huerto (o jardín) de Jehová” y lo que nos lleva de nuevo a los tiempos de Adán; entonces de ninguna manera se nos permite el establecer una relación, entre el “paraíso” como tal, con algo parecido a una “Santa Ciudad” que descienda del cielo…… y es que el paraíso, comúnmente entendido de las Escrituras, es algo que estuvo en su día en esta tierra y que en un futuro será restaurado de nuevo, en esta misma tierra. Y esta restauración tiene que producirse, dentro del marco o duración de ese reino al que se refirió el citado malhechor y durante el cual y de forma progresiva, se irá produciendo el más grande acontecimiento jamás experimentado por el ser humano: la resurrección de los muertos. Y evento durante el cual, el Rey Jesucristo recordará la promesa que en un día lejano le hizo a un hombre ejecutado a su lado y en cumplimiento de la misma, le devolverá la vida y con ello, la posibilidad de conseguir la vida eterna al final de los mil años: luego la petición será atendida tal cual fue hecha y por tanto, la promesa correspondientemente cumplida.
También en un momento de su exposición, D. Mario nos exhorta en el video sujeto a debate, a investigar en las Escrituras, para hallar el significado de la palabra “paraíso”; puestos a ello, hemos averiguado que la expresión españolizada “paraíso”, proviene del griego “pa-rá-dei-sos” y que solo se halla registrada tres veces en el NT (Luc. 23:43; 2 Cor. 12:4 y Rev. 2:7). A su vez, el citado vocablo griego deriva del término hebreo “par-dés” y del persa “pairidaeza”, siendo el sentido primario de ambos términos “parque hermoso” o “jardín semejante a un parque” y lo cual no apoya en nada el planteamiento del Sr. Olcese. Por lo tanto y puesto que ya conocemos el significado de la expresión “paraíso”, nosotros invitamos a D. Mario a averiguar ahora que es realmente la citada “Santa Ciudad”, para ver si Jesús, de alguna manera, le podía haber prometido al malhechor en cuestión, el integrarse o formar parte de ella…… y algo que tendría que haber hecho el Sr. Olcese, en lugar de dedicarse a escribir sobre aquello que desconoce.
En primer lugar (y para situarnos) lo que observamos de la historia bíblica, es que la ciudad de Jerusalén fue escogida por el Altísimo (Deut. 12:5; 26:2; 2 Crón. 7:12) prácticamente y desde un primer momento, como la capital del reino de Israel y desde donde Él gobernaría (mediante un rey delegado) sobre sus súbditos y miembros de la nación de Israel. Y situación que persistió hasta la escisión de las diez tribus, pero que no obstante, Jerusalén continuó siendo la capital del fiel reino de Judá…… luego en todo caso, el lugar desde dónde Jehová continuó gobernando sobre su pueblo fiel. Recordemos que el propio Jesús aludió a Jerusalén como “la ciudad del Gran Rey” (Mat. 5:35) y en donde se hallaba instalado “el trono de Jehová” (1 Crón. 29:23); entonces estaríamos hablando, al referirnos a Jerusalén y bíblicamente hablando, básicamente de una ciudad desde dónde se ejercía la gobernación divina. Pero Jerusalén fue abandonada por Jehová, según palabras de Jesús “su casa se les deja abandonada a ustedes” (Luc. 13:35) y posteriormente en 70 E.C., destruida totalmente y no volviendo a ser nunca más, esa ciudad dominante y centro de la gobernación divina que antaño fue. Sin embargo, la profecía nos muestra la próxima restauración de Jerusalén como ciudad gobernante y centro de la autoridad divina, en Rev. 21:2:
“Vi también la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde Dios y preparada como una novia adornada para su esposo.”
No que descienda otra Jerusalén literal que como ciudad, sustituya a la que conocemos actualmente, como parece querer darnos a entender el Sr. Olcese a lo largo de su exposición…… no, no, no se trata de eso; sino que lo que se nos está diciendo, es que la actual Jerusalén, volverá a ser de nuevo la ciudad desde donde Jehová y mediante Su Rey Jesucristo gobernará, en este caso ya, sobre la entera humanidad. Luego de lo que estaríamos hablando, es de la instauración de un nuevo gobierno de hechura celestial, en la actual ciudad de Jerusalén, por lo que hemos de entender que lo que desciende desde Dios hasta nosotros, no es una ciudad literal como tal, sino la representación simbólica de la restauración de lo que significaba Jerusalén en la antigüedad: la gobernación Real de Jehová (1 Crón. 28:5) mediante su rey elegido (en este caso Cristo y sus asociados), desde la Santa Ciudad y de nuevo “la ciudad del Gran Rey”, Jerusalén. Y que ello es así, parece obvio cuando se lee Rev. 21:9-14, algo que seguro no ha hecho el Sr Olcese:
“Y vino uno de los siete ángeles que tenían los siete tazones que estaban llenos de las siete últimas plagas y habló conmigo y dijo: “Ven acá, te mostraré a la novia, la esposa del Cordero”. 10 De modo que me llevó en el poder del espíritu a una montaña grande y encumbrada y me mostró la santa ciudad de Jerusalén, que descendía del cielo desde Dios 11 y que tenía la gloria de Dios. Su resplandor era semejante a una piedra preciosísima, como piedra de jaspe que brillara con claridad cristalina. 12 Tenía un muro grande y encumbrado y tenía doce puertas y a las puertas doce ángeles y había nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel. 13 Al oriente había tres puertas y al norte tres puertas y al sur tres puertas y al occidente tres puertas. 14 El muro de la ciudad también tenía doce piedras de fundamento y sobre ellas, los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.”
Luego lo que se nos muestra, no es la supuesta relación “paraíso”/“santa ciudad”, propuesta por el Sr Olcese, sino la relación existente entre “la novia” o “esposa del cordero” y la “santa ciudad de Jerusalén”, que descendía del cielo y que reflejaba la Gloria de Dios. No olvidemos, por otra parte, que cuando en las Escrituras se nos habla de “la novia”, no se refieren al “paraíso”, sino se están refiriendo a la clase ungida que compone la “Iglesia de Cristo” (o “Cuerpo de Cristo”) compuesta de aquellos que junto a Él, van a gobernar en el reino de Dios. Veamos como nos indica eso Pablo, en 2 Cor. 11:2:
“Porque estoy celoso de ustedes con un celo piadoso, porque yo personalmente los prometí en matrimonio a un solo esposo para presentarlos cual virgen casta al Cristo.”
Luego esta Santa Ciudad o Nueva Jerusalén, cual “novia” del Cordero (Cristo), simbolizaba a los miembros de la Iglesia o Cuerpo de Cristo, que a modo de fiel esposa, asistiría al esposo Jesucristo en su tarea de gobernar sobre la humanidad. Noten por favor, que el fundamento de esta Santa Ciudad, son los doce apóstoles y por lo tanto, tenemos que estar hablando de una edificación espiritual, que dio comienzo en Pentecostés de 33 E.C. y no de una ciudad literal, en la cual una vez establecida se podría tomar posesión de ella, cono nos asegura el Sr. Olcese al término del citado video; veamos unas palabras de Jesús al respecto:
“También, yo te digo a ti: Tú eres Pedro y sobre esta masa rocosa edificaré (observen el verbo en tiempo futuro) mi congregación y las puertas del Hades no la subyugarán.” (Mat. 16:18). (Acotación nuestra).
Por ello hemos dicho antes, que cuando Jesús habló con el malhechor, aún no existía esta ciudad como tal y por lo tanto, no le podía prometer que en ese mismo día de su muerte, entraría a formar parte de ella. Pero es que además, el planteamiento del Sr. Olcese en el sentido que Jesús lo que le ofreció al malhechor fue el estar, entrar o formar parte de esta simbólica Santa Ciudad, es no enterarse de que va la película, porque veamos: dicha Ciudad Santa y como hemos visto, está formada por aquellos que junto a Cristo han de gobernar en el reino de Dios en calidad de reyes y sacerdotes (Rev. 20:6). Pero resulta que para poder acceder al reino en calidad de gobernante y según propias palabras de Jesús, era imprescindible reunir dos requisitos: el nacer del agua y el nacer del Espíritu:
“Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:5).
Y dicho malhechor no podía reunir los citados e imprescindibles requisitos, sencillamente porque murió casi dos meses antes de que los tales se hicieran accesibles y cosa que ocurrió en el Pentecostés de 33 E.C., al ser derramado el Espíritu Santo sobre los doce apóstoles: concretamente 53 días antes (tres que Jesús permaneció en el sepulcro, más cuarenta que permaneció entre sus discípulos, más los diez que tardó el Espíritu Santo en ser derramado a partir de su ascensión….. en total, 53 días). Luego ¿cómo puede ser posible que Jesús, que sabía en el momento de su conversación con el malhechor, que los requisitos por él impuestos para poder estar entre los miembros de esa simbólica “santa ciudad” aún no estaban accesibles, le ofreciera a un personaje que lógicamente ya no podía reunirlos, el entrar o estar en un lugar y fuere en el momento que fuere (hoy, mañana o pasados dos mil años), sin los cuales no se podía acceder? ¿O es que Jesús en un lapsus freudiano y debido a la presión angustiosa del momento, se contradijo a sí mismo? ¿O es que todo se reduce simplemente a que una vez más, Apologista Mario Olcese y dicho sea con el máximo respeto, de nuevo a metido “la gamba” afirmando algo, que no lo afirmaría ni el que intentó asar la manteca?
Porque si lo que nosotros decimos es correcto y al menos eso parece, el planteamiento desarrollado por el Sr. Olcese es de principio a fin un absurdo e incomprensible disparate, impensable en una persona que mínimamente sepa de que está hablando; por lo tanto y al igual que un “falso maestro” (2 Ped. 2:1), nada de lo que afirme dicho caballero en materia bíblica, es digno de credibilidad alguna y por ello, tiene que ser puesto en cuarentena cómo mínimo. En fin, nosotros aquí lo dejamos y decidan ustedes mismos: tienen el video a su disposición, tienen nuestra opinión al respecto y se supone, tienen una Biblia a su alcance. Y como su capacidad de razonar, no se la suponemos, sino que la damos por sentada…… pues eso, empiecen a pensar.
MABEL
lunes, 1 de agosto de 2011
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