sábado, 8 de octubre de 2011

¿Y qué hay del apóstol Juan?

Tal como le prometimos a D. Mario Olcese en nuestro artículo “Las respuestas de Apologista” (01/10/11), vamos a tratar el caso del apóstol Juan, pues es al único apóstol al que no se le reconoce una muerte violenta o de martirio, por lo cual y según nuestra teoría, basada en las palabras de Pablo en Rom. 6:5, no se le podría conceder el reinar con Cristo en el reino. Eso al menos es lo que nos señala con vehemencia D. Mario en los últimos videos (cuatro para respondernos al artículo que acabamos de citar) como “gran argumento” para rebatirnos nuestro planteamiento. Sin embargo, lo que hace de nuevo es confirmarnos su supina ignorancia en el entendimiento de las Escrituras, porque fue el propio Jesús y en su momento, el que señaló la excepcionalidad del caso de Juan y a quién las Escrituras nos muestran como el apóstol al que Jesús amaba, bien fuera por su carácter eminentemente idealista de las cosas y algo que destaca en sus escritos, o bien quizás, porque era el más joven de sus apóstoles…… o ambas cosas a la vez:

Entonces Jesús, al ver a su madre y al discípulo a quien él amaba (o prefería), de pie allí cerca, dijo a su madre: “Mujer, ¡ahí está tu hijo!” 27 Entonces dijo al discípulo: “¡Ahí está tu madre!”. Y desde aquella hora, el discípulo la llevó consigo a su propio hogar.” (Juan 19:26). (Acotación nuestra).

Luego al apóstol Juan y ello nos habla de su juventud en relación a los demás apóstoles, fue favorecido con el privilegio, a la vez que de la responsabilidad, de cuidar de María, la madre de Jesús; pero este, Jesús, aún tenía una tarea mucho más importante para el apóstol Juan, que la de cuidar de su madre: la escritura del libro más importante de la Biblia y que conocemos como Apocalipsis o Revelación. Y libro que obviamente tenía que ser escrito en el momento apropiado determinado por Jehová y libro que no podía ser escrito por cualquiera, sino por alguien con la autoridad moral que les era reconocida a los apóstoles de Jesús; por lo cual, alguno de los apóstoles tenía que llegar a ese momento con vida…… y eso le tocó a Juan, aunque solo fuera por una cuestión de edad. Pero que él no sufriría una muerte literal de sacrificio o martirio como los demás, ya era sabido o por lo menos intuido, por el resto de los apóstoles y que es lo único que explicaría la extraña pregunta de Pedro a Jesús y la escueta respuesta de éste; veámoslo en el pasaje de Juan 19:15-23 y que iniciamos en el versículo 18:

Muy verdaderamente te digo: Cuando eras más joven, tú mismo te ceñías y andabas por donde querías. Pero cuando envejezcas extenderás las manos y otro te ceñirá y te cargará a donde no desees”. 19 Esto lo dijo para significar con qué clase de muerte glorificaría a Dios (obviamente ajusticiado por su fe, como así sucedió, según la tradición). Entonces, cuando hubo dicho esto, le dijo: “Continúa siguiéndome”.

20 Volviéndose, Pedro vio al discípulo a quien Jesús amaba, que venía siguiendo, el que en la cena también se había recostado sobre su pecho y dicho: “Señor, ¿quién es el que te traiciona?”. 21 Por eso, cuando alcanzó a verlo, Pedro dijo a Jesús: “Señor, ¿qué hará este?”. 22 Jesús le dijo: “Si es mi voluntad que él permanezca hasta que yo venga, ¿en qué te incumbe eso? Tú continúa siguiéndome”.

23 Por consiguiente, entre los hermanos salió este dicho: que aquel discípulo no moriría. Sin embargo, Jesús no le dijo que no moriría, sino: “Si es mi voluntad que él permanezca hasta que yo venga ¿en qué te incumbe eso?
”. (Acotación nuestra).

A continuación y como avalando este hecho, el propio Juan en el verso 24, afirma lo siguiente:

Este (refiriéndose a sí mismo) es el discípulo que da testimonio acerca de estas cosas y que escribió estas cosas y sabemos que el testimonio que él da es verdadero.” (Acotación nuestra).

Pero ¿eso significa que Juan no fuera probado hasta la muerte? De ninguna manera, pues el propio apóstol y en la introducción al libro de Revelación, dice lo siguiente:

Yo Juan, hermano de ustedes y partícipe con ustedes en la tribulación y reino y aguante en compañía con Jesús, llegué a estar en la isla que se llama Patmos por hablar acerca de Dios y por dar testimonio de Jesús.” (Rev. 1:9).

Y si algo queda claro, es la veracidad de Juan en su afirmación de ser partícipe de la misma tribulación sufrida por otros, pues estaba siendo usado en ese momento por Jesucristo para escribir la Revelación, luego no nos podía estar mintiendo; de hecho, la razón por la que estuvo exiliado en la isla de Patmos, fue “por hablar acerca de Dios y por dar testimonio de Jesús” y circunstancia que nos demuestra que se mantenía muy activo en predicar las buenas nuevas, incluso a una edad muy avanzada (alrededor del año 96 E.C…… y algo imposible de hacer en aquellos tiempos, sin que te pusieran la mano encima y te molieran a palos, para después cortarte el cuello. Por lo tanto, sería de todo punto irrazonable que Juan no hubiera sido perseguido al igual que el resto de apóstoles (según la tradición) y su fe puesta a prueba…… Juan no podía ser una excepción, de lo contrario se invalidaría Rom. 6:5:

Porque si hemos sido unidos con él en la semejanza de su muerte, ciertamente también seremos unidos con él en la semejanza de su resurrección.”

Luego veamos algo que según esa misma tradición, ocurrió entes de su deportación a la isla de Patmos, aunque antes, permítasenos el detalle de señalar, que el único apóstol del que se tiene noticia fidedigna de su muerte en martirio, es la de Santiago que murió “ejecutado a espada”, porque dicho suceso está registrado en la Biblia (Hech.12:2), pero del resto solo tenemos la tradición. Y la tradición nos dice, que Juan sí enfrentó el martirio cuando durante una ola de persecución instigada por Domiciano, fue llevado a Roma y condenado a morir dentro en un enorme caldero de aceite hirviendo, de donde milagrosamente salió con vida; la misma tradición afirma que como consecuencia de esa milagrosa circunstancia, fue desterrado a la isla de Patmos y en donde como todos sabemos, recibió los mensajes divinos que escribió en su libro de Revelación o Apocalipsis.

Luego Juan y siempre según la tradición, sí fue martirizado por su fe, pues fue perseguido y condenado a una muerte segura en circunstancias normales, “por hablar acerca de Dios y por dar testimonio de Jesús”. Solo la intervención divina impidió que perdiera la vida, por lo que en realidad y puesto que Juan demostró que prefería perder la vida a renunciar a su fe, a todos los efectos y ante Jehová, sufrió martirio por su fe. Y para el indocumentado del Sr. Olcese, decirle que Juan no murió en Patmos, sino que a la muerte de Domiciano en el año 96, su sustituto el emperador Nerva (96/98 E.C.) decretó una amnistía y Juan pudo regresar a Éfeso, en dónde escribió su evangelio y sus tres cartas, muriendo poco después casi a los 95 años de edad. Luego Juan, aunque murió de vejez, si enfrentó una muerte de martirio; ya otra cosa es que Jehová lo rescatara y lo mantuviera con vida, a fin de poder llevar a cabo la comisión que se le había asignado desde un principio…… pero eso, Juan, al enfrentar la muerte no lo sabía y por lo tanto, es como si realmente hubiera muerto ejecutado violentamente a causa de su fe.

Casos semejantes los tenemos en el profeta Daniel, cuando a causa de su integridad fue echado al foso de los leones (Dan., cap. 6); o en el caso de los tres hebreos que rehusaron adorar la imagen de Nabucodonosor (Dan., cap. 3): en buena lógica, tenían que haber muerto, uno devorado por los leones hambrientos y los otros, por el fuego de un horno elevado expresamente a altísimas temperaturas; y aunque eso es lo que esperaba todo el mundo, incluidos los propios condenados…… nada de eso y por voluntad divina, ocurrió. Ahora bien ¿restó algo de mérito esa circunstancia, al acto personal de aquellas personas de preferir morir, antes de transgredir su fe en Jehová? Absolutamente no, puesto que ellos no sabían lo que iba a ocurrir, sino que caminaban por voluntad propia hacia una muerte segura, antes que afrentar a su Dios…… pues eso mismo es lo que ocurrió, en el caso que nos ocupa del apóstol Juan. Y por lo tanto, si Jehová que ve lo que hay en el corazón del hombre, validó ese acto voluntarioso de sacrificio por parte de Juan, como correcto y ajustado a Sus exigencias ¿quién somos nosotros para discutirlo? ¿O sí se lo vamos a discutir a Jehová, D. Mario?

Y aunque es verdad que no pueden ser considerados como un dogma de fe, lo cierto es que no tenemos más datos que los que la tradición nos da y por lo tanto, es a lo que nos tenemos que atener y porque como mínimo, dichos relatos fueron escritos por personas que estuvieron más cerca de los hechos que nosotros; lo que ya es de aurora boreal, es que todo un diplomado en teología (por el Instituto Teológico “Baxter” de Honduras), no tenga ni la más remota idea de esos mínimos conocimientos y que nosotros, los autores de este blog (un carpintero y un camionero), los tenemos más que superados. Y que por cierto, las “malas lenguas” afirman que los papás y mamás de España, ya están diciendo que de llevar a sus hijos a estudiar en el Instituto Teológico “Baxter”, ¡ni locos!…… solo con ver lo que sale de allí, tienen más que suficiente.

Y esa queridos amigos, es la historia acerca del apóstol Juan, que si bien alguien quiere poner en cuarentena bien puede hacerlo, pues no son datos contrastables; sin embargo, lo que queda clara es la propia afirmación del apóstol Juan en su inicio de la Revelación (1:9), en el sentido de que fue “partícipe” de las tribulaciones anunciadas y que Jesús dejó perfectamente señaladas:

Entonces los entregarán a tribulación y los matarán y serán objeto de odio de parte de todas las naciones por causa de mi nombre.” (Mat. 24:9).

Y a eso es lo que se enfrentó Juan y a lo que sobrevivió, solo por la intervención divina, pues aún tenía una comisión que llevar a cabo; ya a partir de ahí, cada uno es muy libre de pensar lo que crea oportuno…… nosotros solo nos ceñimos a los datos que tenemos, previamente contrastados con el registro sagrado.

MABEL

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